Saltos en el parque (Priv. Con Usagi)

Pese a mi negativa, terminé aceptando que era ventajoso hacerme al menos una idea de lo que eran las ciudades importantes contra Legacy. No me gustaba hallarme en lugares tan tumultuosos y a reventar de personas y actividad.

Caminaba por las calles portando pantalones de tela, camisa de manga corta y un abrigo largo para no llamar la atención con mi vestimenta usual. Formaba una particular sombra amargada entre el resto de la masa poblacional.

Me pasé un rato con la mirada al suelo, recorriendo establecimientos, calles y plazas. Al final, terminé encontrando una especie de parque en los laterales de la ciudad; entonces, decidí entrar. Di mis pasos sobre el césped verde y admirando los cerezos aún sin florecer que poblaban aquel lugar, tan glamurosos al florecer; pero, tan nostálgicos ahora que veían si belleza han opcada por el clima.

Decidí sentarme en una de las bancas que encontré a lo largo de la vereda. Me dejé tirado en el asiento, desviaba la mirada hacia el cielo y me perdía a través de mis pensamientos. Admiraba la enorme población de nubes blancas que migraba por el azúl cielo, tan similar a la apretada ciudad que me pareció Tokio. Me provocaba una sensación de vértigo mirar hacia el cielo; las nubes le aliviaban al cubrir el firmamento. Cerré mis ojos y respiré hondo, calmando la amargura y la ira por unos instantes.

Poco tiempo pasaría para el momento en que vería mi tranquilidad interrumpida intespentivamente por oleadas de personas que empezaban a transitar por los caminos y a exhalar bulla de si propia existencia. Entre ello, destacó a mí una chica que hace poco había gritado mientras corría.

Una chica rubia corría como caballo sin jinete por entre las personas, sin ningún cuidado y con tanta como aparentemente se podía tener. Casi instintivamente me ví gritándole: "¡Cuidado!" Cuando noté como casi es atropellada por una de las bicicletas que pasaban por ahí como autos en la carreteras. Segundos después únicamente pensé: "Tremendo golpe... Eso debió doler"

Con el rostro como piedra, el alma pensándome y la molestia de hacer algo, me levanté de la banca que ella había golpeado con su espalda y me paré en cuclillas a si lado, picando su estómago con una rama que tomé del suelo.

—Oye ¿Estás bien? Eso fue demasiado irresponsable—. Me oí diciendo sin saber bien por qué, mientras le observaba con mi típicas expresión amargada.