♦️ La Llegada (L1 - Privado - Wendy and Shirou)

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀【 標題 】⠀⠀ ≡ ???????????????????? ❜ ❜
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀✎ . . . ⠀› written by Shir0uKT

⠀⠀⠀〃 ଽ⠀⠀ ⌞ ????????????????????????????????: Academia Legacy
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Un lugar desconocido.. Un sendero irreconocible por el cual el moreno trazaba un camino conforme seguía cursando su trayecto en búsqueda de una razón en específico.

No se sentía para nada.. “normal”. Se sentía bastante familiarizado con el ambiente, más esto no quería decir qué lo conocía del todo. Era una sensación indescriptible, siquiera a niveles crípticos. ¿Por qué fue convocado a ese lugar en primer instante? ¿Cuál era su función? ¿Y qué le deparaba en aquel lugar? Lo desconocía por completo, pero nunca se vio intimidado ni mucho menos nervioso ante esto.

Era terrorífico la paz y serenidad qué el joven líder de la antigua rebelión de Shimabara desbordaba en su rostro. (“¿Dios me habrá dado otra oportunidad?”) pensaba el Santo, mientras caminaba por lo qué aparentaba ser los inmensos Jardines de tan estéticamente intachable lugar.

Jardines tan cuidados y virtualmente sublimes, dignos de ser catalogados cómo una “obra de arte”.

Le traían tantos recuerdos al sirviente. No eran recuerdos distantes acerca de “aquella vez”, no.. Sino más bien de “ella”. No pudo evitar el esbozar una tenue y casi indivisible sonrisa en sus belfos, la cual terminó por desaparecer a conjunto de un pequeño “Hm” qué había abandonado sus labios, sin fin alguno mas que el de darle la vuelta a aquella nostálgica página.

Mano zurda era la qué portaba consigo a su amada Miike Tenta Mitsuyo (三池典太光世), siendo la espada del joven llamado “Amakusa Shirou Tokisada”, o mejor conocido bajo el nombre de ”Shirou Kotomine”. Se trataba de la antigua espada predilecta de un “cierto maestro espadachín de un solo ojo”.

Pulgar zurdo empujó hacia arriba el mango de la misma, recordando atentamente las palabras de aquel sirviente qué hace un tiempo estuvo bajo su mando; ❜❜ Una hoja “magníficamente afilada”, manchada de por vida la cantidad de sangre que había derramado con gran efecto.

Es una espada japonesa con una vaina de hierro, que comparte la forma tradicional pero también lleva “varios aspectos” imbuidos por el alma del herrero. En comparación con las “cuchillas hermosas que poseen un brillo digno de ser llamadas obras de arte”, Miike Tenta Mitsuyo es una “cuchilla de mente ancha y mortal” que “se especializa en cortar algo”❜❜.

Suave y delicado suspiró abandonó sus labios, manteniendo la vista al frente pero no sin antes subirla hacía el azul y pulcro cielo qué yacía por encima suya, recordando atentamente su última oración antes de ser asesinado cruelmente gracias a las fuerzas del Shogunato qué intentaba repeler, y no sin antes atestiguar los atroces actos qué habían cometido mientras le desmembraban.

Mano diestra del bronceado joven sostuvo con  un fuerte agarre de 5 dedos cerrados aquella cruz de oro qué portaba alrededor de su cuello y por encima de sus oscuras prendas cómo sacerdote.

Corriente de aire fue la encargada de empujar esas blancas y rebeldes hebras qué se asemejaban al brillo lunar. Esto detuvo al sirviente por unos momentos en mitad de la entrada, y conllevó a qué recitará su última oración, como sí estuviese practicando por la llegada de ese momento en toda su vida.

❜❜ Dios; dame otra oportunidad. La próxima vez no perderé de vista el panorama completo. Eliminaré todos los obstáculos, enemigos y dificultades que se atraviesen en mi camino. La próxima vez obtendré todo lo bueno del mundo. Un mundo donde todos sean felices, buenos y perfectos. Exterminaré todo mal y crearé un mundo nuevo y puro. ❜❜

Se persignó en el acto, —En nombre del padre, del hijo, y del Espíritu Santo.

Abrió los ojos, enderezó la mirada y prosiguió con la caminata, soltando la cruz. Llevo mano diestra dentro de su bolsillo, y sostuvo entre dedos la carta qué le fue entregada hace unas horas.

Unos pasos más fueron los dados hasta qué otra corriente de aire apareciera. Alzo la carta entre dedos y la soltó, dejando qué la brisa se la llevara consigo hacía algún lugar en el olvido.

— Amén.

Vaya.. Nuestro protagonista mantuvo la calma en todo momento, y manteniendo firme ese pensamiento de qué “Dios le había dado otra oportunidad”. Aprendió de sus errores en el pasado, y entendió qué a pesar de qué su cometido era noble en vista de algunos, en los ojos de otros se trataba de algo egoísta e insensato. Así qué, no fue ningún azar del destino por el cual el joven Amakusa Shirou Tokisada fue convocado a ese lugar, no.

Tenía un propósito, y sea quién sea qué haya sido el responsable de ello, parecía compartir su misma ambición; “La felicidad de la raza humana; encontrar la bondad innata en el corazón de cada humano y la aniquilación de Todos Los Males Del Mundo.”

— Gracias, padre mío.

Comentó al aire aquel benigno y joven varón, dándole las gracias por todo a aquel ser en qué creía fielmente y quién se alzaba por encima de todo y de todos.

La salvación del mundo.. Si era necesario cumplir su cometido al unirse a la susodicha “Academia Legacy”, entonces lo haría sin rechistar.

Esta era la llegada de un nuevo Shirou Kotomine, dejando detrás esos fatídicos y lamentables eventos qué ensuciaron su nombre, ahora en búsqueda de hacer las cosas cómo eran debidas.

El andar de un lado a otro de aquella muchacha se hacía cada vez más fuerte y ruidoso, era obvio por la fuerza ejercida en ambas extremidades inferiores , lo hacía por parte jugando con la fuerza que poseía, oh, sin duda no era tanto como para llamar la atención de los presentes, y tampoco lo harían puesto que apenas solían hacerse presente algunas personas que sin algún reparó alguno en fijarse en las acciones de la muchacha continuaban su recorrido.

Charle |¿?| dónde se hallaba aquella pequeña acompañante suya, sí así parecía ser, la había dejado al cuidado del joven Jellal, que desde el día en que se unió a la "Academia Legacy" estuvo cuidando de ambas, pero por exigencias de aquel también tenía que socializar con el resto de los integrantes, y el simple hecho de mantenerse oculta bajo el cuidado del Peli-azul no era bueno para empezar, quizá lograría encontrar algunas personas con quienes poder convivir en los días libres que contaba, puesto que tenía que cumplir las misiones asignadas en el transcurso del tiempo.

— Vaya, me gustaría que Charle viera este lugar, Oh..!!! Es muy lindo, ha y el aire aquí es muy fresco...

Musito para si misma, elevando ambas comisuras inferiores, moldeando una tierna sonrisa, era algo esperada la reacción de aquella muchacha, el lugar sin duda era muy hermoso, la brisa recorrer cada parte, dejando flotar algunas hojas caídas de los árboles del lugar, el aroma emanado por las flores, y aquellos rosales rojizos, el zumbar de las abejas asustaba un poco a la muchacha, aveces estas no solían ser gentiles con ella, pero aún así todo parecía tranquilo en aquella estancia suya en dicho lugar.

A lo lejos se presentó un aroma casi familiar, dada su sensibilidad olfativa, podía sentir el aroma a largas distancias, pero aquel aroma, era indescriptible, como aquellas escamas en las cuales pasaba sus gélidas noches, y no, no era aquella a quien buscaba la que emanaba aquel peculiar aroma, la curiosidad en Wendy siempre fue común en ella, puesto ello, precipitó su andar comenzando a correr sin fijarse en los sucesos al rededor suyo, carecían de mucha importancia al parecer.

Cuando fue el instante el cual su rostro rebotó al ser interceptado por el cuerpo ajeno de un segundo, haciendo que aquella cayese contra el suelo, sin sufrir algún daño mayor más que el simple raspón en una de sus rodillas.

Su descuido era evidente, si tan sólo hubiese fijado su mirada de frente quizá pudo evitar aquel suceso, ahora lo que importaba era, como se hallaba el adverso, o la adversa, no sabía con exactitud quién había sido testigo de su descuido, la luz se centro en el centro del vasto firmamento, lo que evitó que la muchacha lograse divisar a aquella silueta desconocida.

—Di-disculpe.... L... Lo siento mucho.. ¡!

Exclamó, mientras se sobreponia cubriéndose de la radiación solar, el rostro con aquellas supuestas delicadas manos, no sería de extrañar que aquel la regañase o se enojase con ella ; después de todo se lo tenía por hecho.