Una caída navideña (Ryuko)

Se acercaba Navidad a toda velocidad. Era momento de sacar las guirnaldas, los árboles, los hombres de nieve y cuanta decoración pudiera haber de la misma. Momentos nostálgicos se dirigían en la recta final del año. Así pues, habían asignado a dos personas para sacar el arbolito: Ryuko y Todoroki.

Ya finalizadas las clases, y dando las 5pm en el reloj, con un firmamento entintado de naranja y rosa, solo quedaban ellos, las sillas vacías y el pizarrón con anotaciones ya casi borradas. Solo escuchaban las gaviotas que sobrevolaban el castillo, pues estaban a casi media hora de la playa. — Muy bien. Allá arriba del ropero están, súbete a mis hombros, — comentó Shoto mientras esperaba que Ryuko se sentara allí.

Esperó y estando ambos en una posición extraña, Shoto se acercó al ropero, en el cual y sobre él, yacía una caja de cartón rectangular. El arbolito se encontraba ahí, ¿pero dónde estaban las guirnaldas y las cintas para decorarlo? Quizá la morena debía tener algo de cuidado.

Esperó el momento indicado para cumplir con su tarea asignada, no dejó ninguna queja puesto que su compañero para esta ocasión sería el heterocromatico.

Estando en la habitación indicada miraba de un lado a otro buscando todo por el lugar, siendo así, el bicolor tomó la palabra para comenzar con los decorativos. Dudó un poco, pero al final lo hizo sin quejas y con la suficiente confianza: Ryuko subió a los hombros del contrario, aún tambaleando comenzó a bajar lo que creyó sería más fácil y lo primero que vieron aquellas pupilas azuladas: la cajita del árbol. No obstante tuvo problemas por el peso, tal vez era la posición en la que se encontraba; aun qué eso no la detuvo -al menos no por completo- para dar otro jalón contra la caja.
Su cuerpo tembloroso fue empujado hacía atrás, terminando con cientos de listones y demás decoraciones en su rostro; dejándola sin mirada clara a su al rededor.
Tratando de escuchar, supuso que faltarían aún más decoraciones por caer, por lo que intento llamar al chico cual la sostenía con cierta pesadez ahora, una vez más empujó el árbol; esta vez intentando recargalo de nuevo arriba del mueble, pero esto la desequilibró aún más.

— ¡Todoroki!.

Exclamó por última vez sintiendo su peso resbalar de la parte superior del cuerpo del más alto, sin tiempo para pensar, tomo la camisa del nombrado, a la altura baja de los hombros. Claramente esto no funcionaría, simplemente fue una acción diminutiva de reflejo, resbalando por completo del cuerpo e incluso desequilibrando al de tez blanca.