Una canción para el Dolor.

Había pasado relativamente poco tiempo desde su llegada a la academia, y el joven albino aún buscaba adaptarse...a su manera. No había hecho ningún amigo hasta el momento, tampoco tenía prisa o necesidad por ello, el simple hecho de poder hacer lo que le place en lugar ajeno a su hogar le era más que suficiente, poder vivir como el decidiera era lo más importante entre sus prioridades, aunque eso significase pasar totalmente en solitario como hasta ahora.

Caminando entre los pasillos sin dirigir su mirada hacia nadie, se topó con un lugar bastante interesante. Detuvo su paso frente a la sala de música y se quedó observando el marco de aquella puerta durante un buen rato, meditando el si entrar o no hacerlo; decidido luego de mucho analizarlo, abrió la puerta de la sala y no logró avistar a ninguna persona dentro, por lo que suspiró tranquilo y continuó avanzando hacia el interior del salón con mucha más calma, cerrando despacio la puerta del lugar en el proceso, el joven albino caminó curioso observando con detalle cada instrumento y demás artilugios del lugar, no podía evitar sentirse algo nostálgico al presenciar aquello, pues el único escape que lograba hallar a sus problemas en su mundo, no era otro más sino la música, o bueno, simplemente escribir letras de canciones para aliviar su pena y malestar.

En vista de que no había nadie más cerca, el joven ex-conde decidió utilizar el salón para despejarse durante un rato; siendo lo más veloz que pudo, salió de la sala musical y volvió a donde se encontraban sus pertenencias, tomando así algunas cosas que creía esenciales para su "rutina" y volviendo de la misma forma al lugar nuevamente, suspirando de alivio al ver que seguía sin haber nadie dentro. Con un cuaderno, un bolígrafo y una taza con sangrina, el pálido chico de ojos carmesí se sentó frente a uno de los escritorios, ató ligeramente su cabello con una liga, y prosiguió a escribir la letra de una posible canción.

Extensos y relajantes son los segundos, minutos e incluso horas que el albino pasaba escribiendo sus pensamientos más profundos en las páginas de aquel cuaderno sin ninguna preocupación, mismas que al finalizar, arrancó de inmediato para comprobar si la letra había sido de su agrado, y al dejar en evidencia la satisfacción que le daba el resultado final colocando una leve sonrisa en su rostro, este estiró su cuerpo y se levantó de su asiento para dirigirse al instrumento que deseaba usar para iniciar su composición. No vaciló ni un instante en elegir el piano como su acompañante sonoro, sentándose en un pequeño banco ante este y colocando frente a él la letra de su canción. Tocó tecla por tecla para comprobar la afinidad de estas con el sonido, tratando de acostumbrarse al mismo y al mismo tiempo, analizando las notas de su tonada; cuando por fin se sentía preparado, simplemente empezó a tocar y a dejar salir su voz al son de ritmo que emitía.

❝Por muchos motivos trato de olvidar...aquello que no alimente mi ocio, aplaco mi mente, empiezo a caminar...hacia donde dicta el odio, no puedo negarme ni rectificar...sobre aquello que he perdido, pero si que puedo no mirar atrás...y aceptar que lo he vivido...❞

A punto de entrar al coro de su letra, aumentó la intensidad sobre las notas repentinamente y exclamó con fuerza.

❝Maldigo enteramente al sol y a la oscuridad!, de mi dolor!, de mi dolor! Que diariamente me ahoga en un mar de tristeza, no, lo entenderé, no lo logró entender!...como mi vida se consume, es acaso un juego con la soledad, que me empuja al dolor y quema con pesar, si es acaso una prueba de valor, no podré pasarla~❞.

Bajando la intensidad de sus notas, volvió al tono juguetón que llevaba al principio, preparándose así para continuar con otra estrofa similar al inicio...