Una foto para el recuerdo. (William)

Eran exactamente las 12:00 pm. El sol estaba en su punto más alto al igual que la gente en los mercados y tiendas de la ciudad, como era de esperarse aquella pelirrosada se encontraba en un aprieto, se había perdido entre la multitud mientras buscaba alguna tienda de fotografía por el cual poder revelar las fotos que había sacado semanas antes.
Quería realmente esas fotografías ya que contenían momentos, memorias y amistades que quería conservar por siempre, después de todo “las fotografías son los pasajes a los recuerdos más hermosos”.

Tras caminar por varias calles y pasar de tienda a tienda, finalmente encuentra lo que buscaba.

─Bendito seas… finalmente lo encontré…

Dejo escapar un suspiro de alivio mientras sus labios empezaban a esbozar una sonrisa.

>Te felicito… aunque ya habías pasado por este lugar como 3 veces<

─¡¿y por qué no me avisaste?!

>me gusta verte sufrir<

Una leve risa se pudo escuchar en la mente de la chica, debido que su familiar se comunicaba con ella por telepatía, dejándola en evidencia de que hablaba completamente sola.

>Además, no deberías gritar, en vista de todos, estas “sola”<

Aquella pelirrosada simplemente se quedó callada, había tardado en sentir las miradas de la gente a su alrededor, por lo que simplemente cubre su rostro de la vergüenza.

─Eres de lo peor…

Susurro para sí misma mientras se encaminaba hacia la puerta del local.

>¿y eso que? Ya se olvidaran de que una chica de pelo rosa estaba hablando sola<

─Lo dices como si fuera una ventaja…

Comento para finalmente poner la mano en la manija de la puerta para posteriormente abrirla, el aroma que provenía del interior era ciertamente familiar, los químicos que se usaban para revelar las fotografías era demasiado intenso para su olfato, por lo que tuvo que cubrir su nariz tras entrar a la tienda.
No había nadie presente en el mostrador más que una campanilla de mostrador.
Supuso que la persona a cargo estaba en el cuarto oscuro, por lo que se acercó al escritorio y coloco su mano izquierda en la campanilla para hacerla sonar.
Bastaron unos cuantos minutos para que un hombre apareciera y atendiera a la chica.

─Buenas tardes señorita ¿En qué puedo ayudarle?

Ayana simplemente saca su estuche, abre la tapa y sujeta su cámara para luego obtener el rollo de su interior.

─Me gustaría revelar todas las fotos de este rollo, y también me gustaría comprar más rollos… y unas lentes para cámara, por favor.

Aquel hombre sujeta el rollo y lo observa detenidamente.

─Vaya… hace tiempo que no miraba una de estas, muchos jóvenes usan cámaras digitales. ¿Por qué no usas una cámara más moderna?

─Bueno… me gusta el método tradicional…

─Si, entiendo eso, suerte que tengo una cámara oscura, revelare las fotografías, pero eso tomara tiempo, más o menos unas… 4 horas dependiendo de la cantidad.

─Oh, no hay problema, mientras tanto iré a tomas más fotografías, la ciudad tiene mucho que ofrecer.

─Veo que eres toda una fotógrafa –Este busca en un cajón y saca varios rollos para luego entregárselos a la pelirrosada- ¿Qué tipo lente necesitas?

─para una canon AE-1, me gustaría un objetivo Zoom 28-200mm, si es que lo tiene.

─Por fortuna lo tengo, lo tengo en la bodega, iré por él, solo espere.

El vendedor se retira hacia el cuarto de atrás, para después de unos cuantos minutos regresar con la lente.
Ayana paga por todo e inclusive un adelanto por las fotografías y se dispuso a salir de la tienda pero nuevamente la multitud la supera, dejándola sin poder ver su entorno debido a su altura y el ruido de los pasos de la gente y el sonar de los motores de los autos.
Aquella chica se había desorientado por completo, y en un intento de salir entre las masas de gente, choca fuertemente contra alguien, provocando que callera directamente al suelo.

─Auch…e-eso dolió…

Empezó a sobarse en la espalda baja, para luego darse cuenta de  la presencia del contrario.

─L-lo siento mucho…

Era un día agitado como cualquiera, la cuidad se inundó de multitudes como era evidente, era la hora pick aquel día y estaba repleto de gente corriendo de aquí para allá, pero entonces una silueta entre la multitud parecía caminar entre las calles sospechosamente, era evidente que no estaba por ahí simplemente para dar un paseo, y de cierta manera la gente que se cruzaba con el se llevaba un gran escalofrió que les recorría la espalda, como si hubieran visto algo terrorífico.

Entre la multitud la figura de un joven de cabellos rubios, peinado desordenamente hacia atrás y con un abrigo largo de color azul llamaba muy poca la atención, parecía un simple chico que caminaba por ahí pero, en verdad aquel día no era un simple joven cualquiera.

Cuando caminaba en contra de la multitud, de repente este chocó con una chica pelirrosada por accidente, lo cual detuvo su marcha al ver como la chica se encontraba en el suelo pidiendo disculpas algo desorientada, el rubio clavó sus ojos que peculiarmente eran de color rojos en la chica y con una sonrisa extendió su mano hacia ella para ayudarla a levantarse.

-Perdón es mi culpa, ¿te encuentras bien?- Le dijo el chico con un tono de voz amable y gentil, pero de cierta manera su simple persona y el aura que emanaba era sospechosa hasta entonces, aquellos ojos que tenía no eran de una persona normal.

La voz de un joven se pudo escuchar a pesar del ruido de la multitud, aquella chica intento elevar la vista para poder ver la fuente de la voz, lo primero que pudo notar era una mano extendida con la única intención de ayudarla a levantarse.
Ayana cuidadosamente tomo de la mano de aquel joven amable y se apoyó en el para levantarse con cierta dificultad.  
Se tomó un momento para poder responder a la pregunta del joven rubio.

─Solo…estoy algo desorientada por el golpe, pero nada serio, creo.

Fijo su mirada al rostro del rubio, pudo notar perfectamente aquellos ojos rojos que eran realmente peculiares de ver, aquella pelirrosa solamente llego a sonreír debido a un vago recuerdo que le apareció en la mente.

─Por su tono de voz, parece que no lo lastime, lamento mucho esto, la gente me llevaba como el agua de un rio y no podía salir…  

Había bajado la mirada, esto por mero reflejo ante una persona que no conocía, entonces se puso muy nerviosa repentinamente.

─¡Ah! ¡Mi estuche! ¿d-donde esta? Lo tenía en la mano y por el choque lo solté…

Rápidamente se puso en cuclillas, buscando el estuche con la esperanza de que la cámara no se allá roto.

─E-Espero no sea esto la razón del por qué presentía que necesitaría una lente nueva…

El comportamiento de la chica era demasiado extraño, si buscaba un estuche lo podría encontrar con tan solo mirar, la angustia y la desesperación de encontrar su preciada cámara llamo la atención de la gente a su alrededor, que solamente se quedaba mirando para luego continuar con su camino, ignorando la situación de la chica.

Por un momento el rubio se inundo en los hermosos colores de los ojos de la chica, rara vez se veía a alguien con heterocromia por ahí aún que al joven misterioso le llamo mucho la atención, pero las razones eran otras. El rubio despabiló luego de que notara el nerviosismo de la chica que luego después de escuchar las explicaciones, se puso de cuclillas buscando algo que se suponía que había perdido, se notaba nerviosa que hasta se volvía algo torpe, pensó el rubio para luego con una sonrisa gentil agacharse tomando el estuche que estaba aún lado de ella y tomar su mano gentilmente, dándole el estuche en sus manos.

-Disculpa que te diga esto, pero eres muy interesante- le dijo a la chica mirándola entre una carcajada, para luego suspirar con una sonrisa dibujada en su rostro.

-Pero que bueno que estés bien, puedes llamarme King, ¿cual es tu nombre?- le preguntó a la joven para luego ponerse de pie y volver a ofrecerle su mano gentilmente para que ella pudiera levantarse.

De un momento a otro el trafico de gente en la vereda en donde estaban los dos se tranquilizo. Sin haberlo notado las nubes comenzaban a agruparse en el cielo, la luz del sol fue tapada por aquellas nubes negras que daban indicio a que pronto llovería, el viento comenzaba a soplar un poco mas fuerte y la gente comenzaba a apurar el paso, en ese entonces el joven rubio que estaba en medio de la calle a causa del viento su abrigo flameaba lentamente, sus ojos rojos brillaban mientras la luz de aquel día se apagaba, y lentamente comenzaba a caer pequeñas gotas de agua.

Cuando aquel rubio le entrego el estuche y esta pudo verlo, soltó un largo suspiro de alivio, pensó que lo había perdido para siempre.
Cuidadosamente lo sostiene mientras abre la tapa para sacar el objeto de su interior.

─Oh…no le paso anda…que alivio…

Sonríe levemente, ignorante de lo que había dicho el chico respecto a que era interesante.
Ella miraba con cierto cariño aquella cámara para luego colocarla cuidadosamente en su estuche y así sellarla.

Cuando notó que aquel chico se había levantado y a su vez dado la mano, ella no dudo en aceptar la ayuda y sujeto con delicadeza la mano ajena.

─King… ¡Es un lindo nombre! Significa Rey…así que… ¿debería decirte My Lord?

Ríe levemente ante su propia broma para luego dar una leve reverencia.

─ Mi nombre es Ayana Shade, es un gusto conocerte.

Sonreía tiernamente mientras ladeaba su cabeza hacia un lado, en ese modo parecía ser una criatura de lo más tierna.
Sin darse cuenta, el ruido típico de la ciudad había desaparecido casi por completo, cosa que le extraño a la pelirrosa.
Entonces elevo su mirada al cielo y empezó a olfatear, notó cierta humedad en el ambiente y como por arte de magia, una gota de agua había caído en su nariz.
Aquella chica estornudo como si fuera un animalito luego de eso, sonríe torpemente y se inclina hacia un lado.

─Creo que será una tarde de lluvia ¿no te parece agradable?

Su sonrisa era cálida, y contraria a lo que diría cualquier persona respecto a la lluvia.
Poco después las gotas fueron en aumento, humedeciendo el suelo lo suficiente como para crearse charcos.

El rubio levanto la cabeza hacía el cielo gris para sentir como la lluvia se hacia mas intensa cada segundo que pasaba, las gotas caían sobre sus mejillas y comenzaba a mojarse la superficie de su abrigo azul que de todas maneras era impermeable perfecto para los días lluviosos, luego de unos segundos de silencio este agacho la cabeza para mirar a la pelirrosada con una leve sonrisa dibujada en su rostro, algunos mechones de cabello cayeron sobre la cara de este dándole un aspecto de chico peligroso combinado con aquellos ojos rojos que brillaban entre la luz tenue de aquel día.

-Puedes llamarme como quieras, la verdad es que quiero preguntarte algo ¿te gustaría dar un paseo conmigo bajo la lluvia?- Le dijo con un tono de voz seria, sin borrar aquella sonrisa impenetrable, imposible de saber que se escondía detrás de ella.

Los ojos del rubio no vacilaron ante el aspecto tierno de Ayana, parecían estacas clavadas en aquellos hermosos colores de los de ella, como si fuera una polilla hipnotizada por alguna luz, que tragicamente sería su perdición. El sonido de la lluvia comenzaba a sentirse mas fuerte, las luces de los locales, postes de luz y letreros se encendieron inundando aquel día lluvioso con una hermosa escena mientras la luz de aquel día comenzaba a apagarse.



-Conozco un local donde podríamos ir a tomar un café y conversar, perdón si es algo repentino pero es algo importante- Agregó mientras con su mano derecha se peinó el cabello mojado hacía atrás.

─Oh, me vendría bastante bien, no conozco bien esta parte de la ciudad, tuve suerte de encontrar lo que buscaba.

Comento la chica afirmando la invitación del desconocido, pero como era de esperarse, una voz en su cabeza le avisaba de algo.

La pelirrosada miraba al suelo teniendo los ojos fijamente en su propia sombra, movía las manos haciendo algunas señas mientras parecía hablar con alguien.
Después de unos agiles movimientos, nuevamente eleva la mirada hacia el contrario.

─Perdona, hago eso como amuleto de suerte, no vaya a ser que me caiga un rayo jeje

Sonríe de forma inocente la pequeña de ojos bicolores, se colocó al lado derecho del rubio y cerró los ojos.

─¿Dónde vamos a pasear?

Pregunto con una voz serena y calmada, parecía tener una confianza ciega hacia aquel desconocido, o eso aparentaba, era un misterio su forma de actuar.

El rubio comenzó a sospechar sobre la manera extraña de actuar de la pelirrosada, pero no le dio mucho importancia y una vez que la chica se acercó a un lado de el preguntando a donde irían, este colocó ambas manos en los bolsillos de su abrigo y comenzó a caminar lentamente por la vereda, los pasos fuertes de las botas del rubio se escuchaban por los charcos que habían en el suelo pero a este no le importó, tampoco la lluvia ya que a este le gustaba de vez en cuando caminar bajo ella.

-Primero demos una vuelta por el distrito, la verdad quiero pasar por un lugar antes de ir a tomarnos un café- le dijó a Ayana, aún con esa sonrisa sospecha dibujada en el rostro del joven rubio, que parecía disfrutar la lluvia.

Por un momento King se detuvo en el camino, para poder preguntarle algo que le había llamado la atención la primera vez que ella lo había visto hace poco.

-Oye, Ayana... ¿Cierto?- preguntando algo inseguro ya que con el ruido de la cuidad se escuchaba algo confuso la primera vez, -¿No tienes miedo al ver mis ojos?, normalmente la gente apenas me ven se alejan de mi con una expresión de horror en sus rostros... ¿Por que tú no?- nuevamente preguntándole, pero esta vez con un tono de voz algo relajado, como si la mera pregunta fuera para entretenerse un rato de una manera sospechosa ante ella.

─Está bien, un paseo bajo la lluvia.

Sonríe ligeramente  mientras da unos pequeños saltos en el agua, realmente disfrutaba juguetear con los charcos como si fuera una niña pequeña.
Tras escuchar la voz del rubio llamar por su nombre esta se detiene y abre los ojos para mirarlo.
La pregunta le pareció extraña y a la vez de lo más normal, no era el primero que preguntara ante su propio comportamiento.

Ella suspira levemente mientras pensaba como decirle sin ser demasiado extraña.
Finalmente decide ir por lo más fácil, decir lo que pensaba.

─Me gustan los ojos rojos.

Era demasiado directa y sincera ante lo que pensaba.

─Son raros de ver, la gente se asusta al verlos porque representan peligro…  el rojo es el significado de la ira, la guerra y la sangre…pero también significa calidez, pasión y amor… además… es de los pocos colores que puedo ver con claridad…

Tras decir la última frase, parecía estar triste. El color rojo representaba mucho para ella.

─El atardecer es hermoso cuando se tiña de rojizos colores…

está sujeta firmemente el estuche mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

─Quiero ver más allá de lo que teme la gente… muchas personas juzgan cada día por miedo a lo desconocido. Yo siempre había sido una persona que tenía miedo a todo… por las cosas que la sociedad humana relacionaba como malo… pero ese mal no era exactamente un peligro, solo eran…seres incomprendidos.

Se queda en silencio por unos momentos y rápidamente se inclina en señal de disculpa.

─P-Perdone, hablo demasiado… Para ser más clara… no me gusta juzgar a nadie por como se ve… de hecho, debería yo preguntarte lo mismo. ¿Tú no me tienes miedo?

La pequeña joven miraba con curiosidad al rubio, esperando una respuesta clara.

El rubio se quedó en silencio, escuchar aquella respuesta lo dejo pensando por un momento, pero aquella sonrisa que tenia dibujada en su rostro se hizo mas amplia que antes de una manera que demostraba algo de felicidad ante unos hermosos sentimientos, que ella simbolizaba en un simple color primario, de alguna manera aquella chica era muy interesante ante el joven misterioso, ademas de tener mucha razón por lo que ella había dicho.

-Tu forma de pensar es muy linda, de verdad eres muy interesante-  le confesó, respondiendo ante esas asombrosas palabras que la pelirrosada le había brindado -Pero tienes que tener cuidado al darle mucha confianza, todas las cosas son como una moneda, todos tenemos caras diferentes- le dice a Ayana mientras sacaba una moneda de plata de su bolsillo derecho para luego, lanzarla hacia arriba con su pulgar, -Aveces lo hermoso es traicionero, aún que para ti pueda ser algo muy simbólico... Tarde o temprano te mostrara su verdadera cara y en ese entonces, no habrá vuelta atrás- así acabando aquellas palabras, el rubio agarró la moneda en el aire, mientras su mirada roja demostraba la cruda verdad en aquellas palabras, con un pensamiento muy realista.

Luego el rubio volvió a guardar aquella moneda y suspiró, este se acerco a la joven colocándose a un lado de ella -Te lo digo para que tengas cuidado, no querrás sufrir por eso ¿cierto?- le dijo mientras la miraba de reojo con una sonrisa pero esta vez algo maliciosa, advirtiéndole de lo peligroso que podía ser tener tanta confianza.

-No me das miedo, en vez de eso me agradas bastante- le respondió, ante la nerviosa pregunta que la chica le había hecho, lo cual este con un gesto para que no se preocupara coloco su mano en su hombro, para luego retomar el paso bajo la lluvia.

─Oh gracias por decirlo, aunque lo tengo contemplado todo.

Dijo la chica ante el consejo de aquel rubio misterioso, se acercó a su persona para mirarle fijamente a sus rojizos ojos.

─¿Has escuchado alguna vez de la belladona?  Es una extraña planta cuyos frutos son una excelente medicina, sin embargo es demasiado toxica al grado de matar a una persona con apenas una de sus bayas…

Sonríe levemente mientras cierra los ojos.

─Usted es como ese fruto, ¿será que podría curar los males que tengo? ¿o será la causa de mi muerte? Nunca lo sabré hasta probar…además, si usted tuviera la intención de hacerme daño…ya lo hubiera hecho. ¿no?  

Giró a la izquierda ante la pared de uno de los edificios y camino para rebasar al rubio, su propia sombra era reflejada en aquella pared gris, pero algo no encajaba en dicha sombra, se movía de forma distinta como si tuviera vida propia, la chica sonreía de forma melancólica y con una voz un tanto apagada le contesta.

─ ¿Quién dice que no estoy sufriendo ahora?

Siguió su camino, dejando atrás al joven de ojos rojos, para luego mirarle de reojo.

─ ¿Aún sigue en pie lo del café? Estoy completamente empapada y me vendría algo caliente, no me vaya a resfr- ¡Achus!

Aquella chica estornudo en ese mismo instante, era normal dado a lo empapada que estaba, pero, las gotas de lluvia se habían detenido en seco, como si una fuerza mayor las hubiera congelado en el aire. La pelirrosada se da cuenta de ello y acerca uno de sus dedos a una de las gotas de agua, apenas lo toco, la lluvia retomo velocidad como si nada hubiera pasado.

─. . .

No dijo nada al respecto, solo se quedó parada esperando la respuesta del joven misterioso.

King se había quedado en silencio después de escuchar aquellas interesantes palabras, la sonrisa se había borrado de su rostro por un momento y aquellos ojos rojos parecían como si mostraran de que algo había descubierto sobre aquella chica, algo que le llamo mucho la atención más que anteriormente y no era a causa de aquella sombra que se movía de manera irregular ante la joven pelirrosada, ni aquel momento donde la lluvia se detuvo por arte de magia, ni por las habilidades de aquella chica, si no era algo que simplemente no podía dejar de ignorar.

Mientras la lluvia los empapaba cada segundo, el rubio con una expresión neutra en su rostro, sin ningún tipo reacción ante el misterioso suceso que había ocurrido, caminó acercándose por detrás de aquella chica para colocarle su abrigo azul por sobre su cabeza, para que se cubriera de la lluvia y continuar caminando dejándola a ella atrás, este sin importarle que la lluvia lo cubriera se detuvo a unos pocos metros de ella para voltear la cabeza mirándola de reojo

-Eres muy interesante- con un tono burlesco y con la misma sonrisa sospechosa de antes dibujada en su rostro, -Algún día sabrás la verdad de todo esto, y en ese entonces conocerás la respuesta por ti misma- le dijo, sin explicarse muy bien dejando una sospechosa incógnita en aquel momento, para luego quitar la mirada y seguir el caminó de frente deteniéndose a unos pocos pasos mas allá esperando que en un cruce peatonal la luz verde se encienda para poder cruzar la calle.

-Vamos, apúrate antes de que te pongas peor, en la cafetería venden un Capuccino que te va a encantar- le dijo a la pelirrosada con un tono de voz mas alto debido al inesperado ruido de los automóviles que de un momento a otro inundaron las calles, debido a que ya se hacía tarde y la gente comenzaba a volver de sus trabajos para dirigirse a sus casas.

Se sentía aliviada de que no mencionara anda de lo ocurrido con la lluvia ¿Sera que también le afecto? En ocasiones le era difícil controlar su habilidad, siendo activados cuando hay una perturbación en su persona, desde un estornudo hasta un susto podría provocar que el tiempo se detuviera momentáneamente.
Entonces notó que algo le cubría la cabeza, era el abrigo de aquel chico, quien amablemente se lo había dejado para cubrirse de la lluvia, ella simplemente se quedó mirándolo caminar frente a ella y mirarla de reojo con esas palabras curiosas, le daba curiosidad a lo que se refería, sin importar si fuera bueno o malo, no podría quitarse esas palabras de la mente.

─Oh ¡S-Si ya voy!

Avanzo rápidamente para poder cruzar la calle con él, en cierto modo, le parecía agradable estar a su lado, mejor que la mayoría de personas que se había encontrado con la ciudad.
Inclusive cuando buscaba el estuche, fue el único que la ayudo, las demás personas solo se limitaron a ver y seguir su camino.

El semáforo marco el llamativo color verde para dar pase a los peatones, Ayana se había puesto nerviosa ante el ruido de los autos, por lo que inconscientemente toma del brazo al rubio, apegándose un poco a él.
De los edificios cercanos salían algunas personas de sus trabajos para evidentemente irse a casa, la presencia de personas en grandes multitudes hacía que la chica se pusiera algo tensa, no por la gente que no conocía, si no por el hecho de no poder ubicarse mediante el sonido.

─P-Perdona que te allá tomado del brazo de esta forma, pero… ¿puedo estar así hasta que lleguemos a la cafetería? No soy fan de las grandes multitudes…

Elevaba la mirada para encontrar los ojos del rubio, con una expresión suplicante como la de un cachorro en espera de que le cumplan su petición.

Las calles se volvieron a inundar de multitudes y trafico, la gente que volvía de sus trabajos ya habían sacado sus paraguas como si ya supiesen de que aquel día iba a llover, lo cual no era de sorprenderse de la población japonesa estuviera acostumbrada al clima como si fuera una simple rutina. Estaba anocheciendo y la lluvia no dejaba de caer, las luces de los autos y postes de luz reflejaban las gotas de agua en una escena muy habitual en la cuidad, dándole una esencia de hermosura.

Cuando aquellos dos jovenes que eran los únicos sin paraguas entre la multitud iban a cruzar la calle, la pelirrosada en un momento a otro toma el brazo del joven rubio con una cara de preocupación, especialmente hacia la multitud, este la miro de reojo para luego escuchar como la chica se disculpaba algo avergonzada de aquella acción que hizo inconscientemente, para luego volver a mirar hacia el frente con una sonrisa algo diferente a la anterior, como si de verdad estuviese disfrutando aquel día lluvioso a pesar de estar todo empapado por la lluvia, a este simplemente no le importaba.

-No te preocupes, vamos la cafetería esta a la vuelta de la esquina- Le dijo el rubio a la chica, para luego cruzar la calle bajo la lluvia para seguir caminando por la vereda del frente hasta llegar a unos pocos pasos a la otra esquina de la calle en donde había una humilde cafetería, en donde se podía ver desde los ventanales de la entrada principal que había poca gente, entonces los jóvenes entraron inmediatamente.



Cuando aquellos dos jovenes ya habían entrado un mesero les vio que ambos estaban algo empapados por la lluvia, entonces este rápidamente se acerca a ellos con dos toallas bien dobladas en sus manos para entregárselas, lo cual el rubio las recibe y le entrega una a Ayana para que se secase el pelo, mientras el chico le pidió al mesero dos capuccinos calientes y dos croissants, este afirmo con la cabeza y se fue a la barra principal.

-Entonces, ¿donde nos sentamos? hay poca gente lo cual es bueno- Le preguntó a Ayana mientras se secaba el pelo con movimientos bastante suaves y hipnotizadores, como si fuera algún conjuro que atrapa a quien viese aquellos brazos de contextura flaca y de una piel bastante blanca, los cabellos del rubio se alborotaron mostrando un aspecto bastante masculino y delicado a la vez como si fuese un angel misterioso caído del cielo.

Finalmente habían llegado a la cafetería tras caminar por la multitud de personas, entraron al local donde por fortuna para la chica no había demasiada gente.
De pronto escucho los pasos de alguien que se acercaba, un joven con traje de mesero quien tenía en manos un par de toallas, se acercaba al rubio para entregárselos mientras se retiraba para ir por el pedido.

“Vaya, que buen servicio tienen aquí” pensó la chica tras recibir la toalla en manos del rubio.
Ella empezó a secar su cabello lo más que podía, agitando toscamente la toalla sobre la cabeza, contrario a su acompañante que lo hacía con cierta gracia.

Una vez que termino de quitar la humedad de su cabello, dirigió su mirada en las mesas tras escuchar la pregunta de su acompañante, había varios lugares perfectos para un cappuccino, pero le llamo la atención cierto lugar, una mesa para dos que se encontraba en la cercanía de una ventana, la lluvia se podía ver claramente a través de ella, y en la cercanía se podía apreciar la tonada de una melodía, aunque la chica no sabía si era de un aparato electrónico o había alguien tocando, simplemente se guio a través del sonido hacia dicha mesa.
sin embargo, alguien había dejado la silla mal situada y ella choca contra él.

─Oh, p-perdone, no me fije.

Se disculpa de quien estuviera presente y continua su camino hasta llegar a la añorada mesa, lo toco de forma delicada la madera de la misma y una sonrisa se formó en su rostro.

─Me gusta aquí, se siente agradable. ¿te parece bien?

Voltea en dirección al rubio, esperando la aprobación del mismo.