¿Porque tanto odio?

—Aquella castaña se localizaba sentada sobre uno de los pupitres que se hallaba en un salón de aquella Academia. Dando un leve suspiro, empezó a ver la pared blanca sin motivo alguno, como si algo le hubiera robado el alma. De su mirada perdida emergían cuál lentas cascadas algunas lágrimas de aflicción. Ser nueva en una Academia era bastante difícil a pesar de ser tan… social, a veces le resultaba engorroso hacer nuevas amistades. Últimamente había estado recibiendo odio de tantas personas con crueles palabras que eran un flagelo para ella.

"¿Por qué? ¿Por qué me odian tanto? ¿qué les hice?, yo solo quería ser una heroína, pero creo que ser amable y preocuparse por los demás… no sirve.

—Su cabello corto podría llegar a tapar su cara; mientras esta se llenaba de lágrimas comenzó a soltar un leve llanto en voz baja. Se quitó del mismo pupitre para dirigirse abajo de él, mientras aún lloraba cubriéndose la boca, para que nadie pudiera escucharla.—

Odio… ser yo; yo solo quería ser fuerte…

De pronto, escuchó los pasos de alguien que se aproximaban a la sala en donde se encontraba ella. No quería ser escuchada, pero el llanto quebró el silencio en mil pedazos, y no podía retener su melancolía. Era evidente que Uraraka estaba desahogándose en lágrimas de desconsuelo.

Un demonio de pelo negro ronda por la academia, tenía que hacer unas cosas en un salón y estudiar un poco, hace tiempo no hace amigos porque todos lo ven mal por ser un demonio, eso le causa impotencia más sin embargo tiene una meta a la cual por eso se concentraba e ignoraba malos tratos. Llegó al salón, abrió la puerta para entrar al salón, una vez entro cerro la puerta viendo todo el salón de arriba a abajo, noto a la castaña y quedó un breve momento de silencio hasta escuchar su llanto por el aula, camino hacia ella y se agachó para verla de cara pues esta debajo de la butaca.

—Hola, ¿por qué lloras?—

El pequeño demonio no podía ignorar su llanto y quería ayudarla, siempre que es posible ayudar a alguien lo hace, no hay excepción. En el salón las ventanas abiertas dieron paso a una corriente de aire la cual terminó por mover un poco el cabello de la chica y el suyo, vio las lágrimas en el rostro de Uraraka, no le pensó para patear la silla y ofrecerle su mano para que se levantará y platicara un poco mejor.

—Sal debajo de ahí, parece un poco incómodo el sitió para charlar.—

El día pasaba por ser uno desesperado, estaba de mal humor y lo único que quería era comer para tal vez encerrarse en alguna habitación, no pensaba en otra cosa más que eso.
El motivo a su malhumor era aquella academia, le interesaba claramente; pero no ese día, sería raro, pero era simplemente su elección.  Tal vez el día lo podría ocupar para buscar algo y entretenerse con ello.
Y así fue, los pasillos iluminados y silenciosos le exigían ser recorridos por ella misma para buscar un "algo" que ni su propia persona sabría.

Caminando por uno de ellos, logró escuhar una voz fémina con tono quebradizo, inmediatamente reconoció aquel hilo de voz. Era una de las nuevas cual interes habia despertado antes. De cierta manera le recordaba a Makko y le hacia sentir extraña, pero esta vez; al escucharla lloriquear le molesto bastante, no sabía el motivo del porque lloraba la pelicastaña, y tampoco sabía porque le molestaba tanto la situación, pero lo que si sabía era que queria apoyarla sin importar que.

Escuchando como la de rasgos redondos se cuestionaba hacia su misma persona con lastima, noto otra figura masculina acercándose.

—. ¿Y éste?....— Exclamó sin más, notando como el también notó los lloriqueos de la pálida.
Inmediatamente trato de esconderse en uno de los muros que hacen sobresalir las entradas de las aulas, para observar sus movimientos y el trato que le daría a la del quirk, esperaba fuera amable para no intervenir entre los dos, pues le parecía ser un mal tercio en una situación así. Aún así, asomó su cabeza al aula acto después el mayor entrará a consolar a la ojicafe, admirando confundida el escenario.