Trabajo Fallido

Allá en lo alto, coronando la herbosa cima un montículo escarpado, se ubica una vieja edificación conocida como el Castillo Rokkenjima. Durante décadas su ostentosa creación ha contemplado, sirviendo de salón de clases y fortaleza para la academia legacy cuyo honrado linaje es más viejo aún que los muros cubiertos de musgo del castillo. Sus antiguos torreones, castigados durante generaciones por las tormentas, demolidos por el lento pero implacable paso del tiempo, formaban una de las más temidas y formidables fortalezas de todo Japón.  

Una mañana de clases el castillo de la colina se encontró sumido en la más tremenda de las confusiones por la travesura de la Joven Alice Faller. Una tarea retrasada o quizás alguna forma de sumar puntos académicos, invadió el salón un extraño humo violáceo, hallando dentro a la joven albina vestida de blanco, bermudas y top, cubierta con una bata de laboratorio, mientras trasteaba en un inmenso caldero que bullía violentamente. Sin más demora, llevada de ansiedad y locura desbocadas, Alice puso sus manos sobre una redoma y, al inclinar temblorosamente su brazo, una gota altero aún más la mezcla. La charla excitada de los alumnos más próximos le reveló lo sucedido, aunque pareció indiferente en un principio al destino. Luego, yendo lentamente al encuentro del profesor, pronunció con voz melosa.



- He fallado y no sé qué está por sucederle a eso de ahí.



Por un instante su entusiasmo pareció desplazar los almendrados ojos del profesor, desde la breve explicación de Alice hacia el caldero, pero bruscamente apareció un diabólico resplandor y, con un estremecedor sonido que recordaba el siseo de una serpiente, alzó una nueva nube de humo, espesa y pesada, tal como una explosión dejando tras de sí la forma de un hongo

. Llevada por algún protector instinto de autodefensa, salto debajo de la mesa, y arrojando al profesor justo antes de la expansión violenta y rápida. Ahora moribunda, trataba de incorporarse nuevamente, pero le era un poco difícil. Escucho cómo una multitud de voces infantiles inundaban el lugar, desde llanto hasta gritos de traviesos e infernales niños malcriados, alumbrando la horrible escena con un resplandor tenue desde una ventana por la cual el humo estaba saliendo. El grito de espanto y de maldad impotente que lanzó la frustrada niña resultó demasiado para sus nervios, ya estremecidos.



- ¿Una niña? ¿Cómo demonios paso esto?



La trémula voz de su ahora rejuvenecido y encogido ser le mostraban como sus sentidos y agilidad volvían de nuevo al estado de infante, aunque su conciencia se mantenía aun intacta. - Al menos la ropa se encogió con nosotros jeje.