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Ciudad Subterranea (Priv. Jurai)
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Isla Rokkenjima :: Islas Aledañas a Rokkenjima :: Cavernas
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Ciudad Subterranea (Priv. Jurai)
Los días pasaban con una normalidad y monotonía mezclados con una rara combinación de paz y guerras silenciosas ocultas en las miradas de los habitantes, para alguien que había vivido tanto no le era nuevo ese tipo de actitudes pero si cansado, esa clase de “ganado” no le era interesante, la misma mirada de esperanza y odio, los mismos sentimientos que realmente no le interesaba aprender, solo una persona le había hecho cambiado de parecer y ahora mismo no estaba con ella por motivos que en ese preciso momento no le interesaba recordar, estaba fastidiada y cansada de esa situación que no terminaba de comprender.
Por eso es que había optado por salir a recorrer la ciudad con tal de alejarse de todo aquello, no era la primera vez que lo hacía por lo que ya en tanto ir y venir había descubierto lugares peculiares e interesantes para su persona y entre ellas estaba la ciudad subterránea a la que ahora se dirigía le recordaba un poco a la que anteriormente gobernaba y eso le hacía sentirse un poco en casa, pese a que no había terminado de explorar en su totalidad y desconocía los peligros que en ella se escondía.
-. Bien parece que nada ha tapado la entrada.- pronuncio con cierta alegría en la voz aunque su rostro se mostrara tan sereno como era normal en ella o al menos hasta que sintió una presencia en los al rededores, no podía creer que se había distraído tanto como para no notar si quiera que le siguieran o algo similar sino hasta esas alturas, maldijo mentalmente su descuido mientras tomaba una posición de defensa y miraba a su alrededor para encontrar a quien osaba seguirla -. Esconderse es de cobardes.- gruño por lo bajo sin dejar de mantener su posición en ningún momento.
Por eso es que había optado por salir a recorrer la ciudad con tal de alejarse de todo aquello, no era la primera vez que lo hacía por lo que ya en tanto ir y venir había descubierto lugares peculiares e interesantes para su persona y entre ellas estaba la ciudad subterránea a la que ahora se dirigía le recordaba un poco a la que anteriormente gobernaba y eso le hacía sentirse un poco en casa, pese a que no había terminado de explorar en su totalidad y desconocía los peligros que en ella se escondía.
-. Bien parece que nada ha tapado la entrada.- pronuncio con cierta alegría en la voz aunque su rostro se mostrara tan sereno como era normal en ella o al menos hasta que sintió una presencia en los al rededores, no podía creer que se había distraído tanto como para no notar si quiera que le siguieran o algo similar sino hasta esas alturas, maldijo mentalmente su descuido mientras tomaba una posición de defensa y miraba a su alrededor para encontrar a quien osaba seguirla -. Esconderse es de cobardes.- gruño por lo bajo sin dejar de mantener su posición en ningún momento.
Invitado- Invitado
Re: Ciudad Subterranea (Priv. Jurai)
Un día cansino como cualquier otro. La misma jornada de siempre, con falta de espíritu, sin ánimos para nada. Era como estar muerto en vida si no recibía la misma adrenalina que experimentaba cuando sentía que el mundo estaba entre sus manos. Así era el grado de aventura que Jurai necesitaba en sus venas para poder mantener sus ánimos, y qué mejor que embarcarse a una susodicha ciudad fantasma. Recorrer callejones embrujados, conocer criaturas y toparse con uno y otro peligro suelto y deambulando.
Amén de ello, el joven procedió a ir a una de las cavernas en las que los antiguos mitos rezaban que se escondía una urbe olvidada, una especie de reducto de seres sobrenaturales, marginados de la sociedad para planear una vez salir a la luz y lanzar una ataque. No lo creía mucho, pero si de verdad representaba una amenaza para la Academia, el muchacho de orbes esmeraldas debía estar allí. Era su especie de obligación moral estar alli y advertir el peligro, de lo que podía suponer la fuerza de estas criaturas recónditas en esta ciudad secreta apartada de Dios y su creación.
Entonces, adentrándose lentamente ve una figura muy conocida. No, no podía ser ella. Cualquier persona menos ella. Su exnovia: Krul. El muchacho podía admitir que la pelirrosa era divertida y le sacaba carcajadas a veces, pero su posesividad y su violencia. Qué rayos estaba haciendo, solo saliendo del otro extremo de la caverna — ¿Qué haces acá? — preguntó con un tono final de voz elevada y algo trémula. Le incomodaba verla, pues hace varios meses andaban de tortolitos, y las típicas cosas que hacen ellos. Se rascó algo la sien y apartó sus luceros a un lado, avanzando hacia el final del túnel claro está.
— Éste es el camino a la ciudad subterránea — siguió avanzando y se apoyó de una especie de estalacmita para ver qué cosa estaba frente a sus ojos, y en efecto, se deleitó con la abominación que se situaba allí. Habían casas, casas hechas de barro y piedras, dentro de lo que parecía ser un enorme domo, a diez kilómetros de profundidad de la superficie de la Tierra. Había barriles con fuego, estatuas de monstruos, gente encapuchada por todos lados. Se escuchaba una especie de eco que resonaba por todos lados, como una especie de susurro mortal que atraía a sus visitantes para devorarlos. La voz de Jurai fue enjaulada por la gran impresión que tenía esta parte — Si nos pillan, nos matan — comentó al aire, recorriendo cada una de las magníficas estructuras con su par de esmeraldas.
— ¿Adónde vamos? — giró la mirada, y le preguntó a su expalomita dónde debían seguir ahora. Seguramente ella estaba tras todo esto. Una mente pérfida podía saberse de memoria estos lugares. Así, y entonces, un grupo de cinco encapuchados, enormes, se acercó a ellos emitiendo unos gruñidos espantosos. Debían salir de allí y rápido.
Amén de ello, el joven procedió a ir a una de las cavernas en las que los antiguos mitos rezaban que se escondía una urbe olvidada, una especie de reducto de seres sobrenaturales, marginados de la sociedad para planear una vez salir a la luz y lanzar una ataque. No lo creía mucho, pero si de verdad representaba una amenaza para la Academia, el muchacho de orbes esmeraldas debía estar allí. Era su especie de obligación moral estar alli y advertir el peligro, de lo que podía suponer la fuerza de estas criaturas recónditas en esta ciudad secreta apartada de Dios y su creación.
Entonces, adentrándose lentamente ve una figura muy conocida. No, no podía ser ella. Cualquier persona menos ella. Su exnovia: Krul. El muchacho podía admitir que la pelirrosa era divertida y le sacaba carcajadas a veces, pero su posesividad y su violencia. Qué rayos estaba haciendo, solo saliendo del otro extremo de la caverna — ¿Qué haces acá? — preguntó con un tono final de voz elevada y algo trémula. Le incomodaba verla, pues hace varios meses andaban de tortolitos, y las típicas cosas que hacen ellos. Se rascó algo la sien y apartó sus luceros a un lado, avanzando hacia el final del túnel claro está.
— Éste es el camino a la ciudad subterránea — siguió avanzando y se apoyó de una especie de estalacmita para ver qué cosa estaba frente a sus ojos, y en efecto, se deleitó con la abominación que se situaba allí. Habían casas, casas hechas de barro y piedras, dentro de lo que parecía ser un enorme domo, a diez kilómetros de profundidad de la superficie de la Tierra. Había barriles con fuego, estatuas de monstruos, gente encapuchada por todos lados. Se escuchaba una especie de eco que resonaba por todos lados, como una especie de susurro mortal que atraía a sus visitantes para devorarlos. La voz de Jurai fue enjaulada por la gran impresión que tenía esta parte — Si nos pillan, nos matan — comentó al aire, recorriendo cada una de las magníficas estructuras con su par de esmeraldas.
— ¿Adónde vamos? — giró la mirada, y le preguntó a su expalomita dónde debían seguir ahora. Seguramente ella estaba tras todo esto. Una mente pérfida podía saberse de memoria estos lugares. Así, y entonces, un grupo de cinco encapuchados, enormes, se acercó a ellos emitiendo unos gruñidos espantosos. Debían salir de allí y rápido.
Invitado- Invitado
Re: Ciudad Subterranea (Priv. Jurai)
Y justo cuando pensaba que tendría un día tranquilo en el que podría explorar las cavernas sin la necesidad de interrupciones o contra tiempos, aparecía frente a ella la última persona sobre la academia con la que ella quisiera encontrar sé en esos momentos, y el único ser al que en algún punto de su estancia había permitido que se le acercara lo suficiente como para besarle o ella le abrazara o mostrara “aprecio” como ella tercamente le llamaba al sentimiento que había guardado por el contrario y a quien este insistía muchas veces en llamarlo ‘amor’ aun cuando ella se negaba y le llevaba la contraria en todo momento.
No pudo evitar la mueca de desagrado y sorpresa que se formó con su sola presencia pues las cosas no habían salido muy bien para los dos y ella no era de las personas a las que se le diera el buscar y perseguir a los demás mucho menos pedir disculpas cuando consideraba que eso era deber del contrario, sobre todo la parte de la disculpa pues creía que exageraba en todo el drama que armo, puesto que ella solo se aseguraba de cuidar aquello que consideraba como de su propiedad y no dejaría que aquel ‘ganado’ femenino que más parecía ya sanguijuelas le quitaran lo que ella recelosamente había proclamado como suyo muy a su manera.
Clavo sus rojizos orbes en el mayor mientras llevaba las manos hacia su propia cintura ante la pregunta realizada puesto que eso no era asunto de él ni de nadie en general, ella estaba ahí por la familiaridad del ambiente que le hacía sentirse como si estuviera en su reino aunque las construcciones era más brutas y hechas de materiales encontrados en las cuevas no quitaba que ese lugar le era interesante y familiar, por ello era que estaba ahí. -. Ya no es asunto tuyo.- contesto mordaz mientras avanzaba un poco tratando de ignorarle aunque no le fuera sencillo pues aún le alteraba la presencia del contrario.
Mientras seguía observaba a su alrededor, no era la primera ni la última vez que ella se adentraba a la ciudad subterránea se sabía el camino de memoria y casi todos los pasadizos aunque había algunos que todavía no conocía pues no había pasado el tiempo suficiente merodeando por ahí sin ser detectada, algunas veces tuvo que huir pero porque otros habitantes de legancy la hubieran descubierto. -. ¿hmmm?, a mí no podrán atraparme.- sonrió con autosuficiencia al decir aquello en parte porque era verdad y otra porque quería molestar al muchacho -. Por otra parte Jurai Ando, seguro que a ti si te comen.- se detuvo a verle con una sonrisa un poco sádica mientras parte de su cabello cubría uno de sus orbes rojos.
En el momento en que escucho el ruido de los encapuchados le tomo al menos tres segundos tomar la mano del contrario y salir corriendo lo más rápido de ahí así tuviera que arrastrarlo consigo por todo ese lugar hasta poder huir-. ¡Sera mejor que corras más duro o te dejare atrás! .- grito como orden mientras intentaba recordar cual era el pasadizo más cercano por que pudieran ir y alejarse de las criaturas que intentaban seguirles el paso sin mucho éxito.
Una vez que giro y noto que ya no le seguían tan de cerca tomo uno de los caminos de la izquierda escondiéndose detrás de una de las paredes de los edificios mientras le cubría con una mano la boca para que guardara silencio, y se asomaba un poco para asegurarse de que las criaturas tomaran cualquier camino menos ese, sin notar que mientras lo hacía presionaba su pequeño cuerpo contra la espalda del mayor.
No pudo evitar la mueca de desagrado y sorpresa que se formó con su sola presencia pues las cosas no habían salido muy bien para los dos y ella no era de las personas a las que se le diera el buscar y perseguir a los demás mucho menos pedir disculpas cuando consideraba que eso era deber del contrario, sobre todo la parte de la disculpa pues creía que exageraba en todo el drama que armo, puesto que ella solo se aseguraba de cuidar aquello que consideraba como de su propiedad y no dejaría que aquel ‘ganado’ femenino que más parecía ya sanguijuelas le quitaran lo que ella recelosamente había proclamado como suyo muy a su manera.
Clavo sus rojizos orbes en el mayor mientras llevaba las manos hacia su propia cintura ante la pregunta realizada puesto que eso no era asunto de él ni de nadie en general, ella estaba ahí por la familiaridad del ambiente que le hacía sentirse como si estuviera en su reino aunque las construcciones era más brutas y hechas de materiales encontrados en las cuevas no quitaba que ese lugar le era interesante y familiar, por ello era que estaba ahí. -. Ya no es asunto tuyo.- contesto mordaz mientras avanzaba un poco tratando de ignorarle aunque no le fuera sencillo pues aún le alteraba la presencia del contrario.
Mientras seguía observaba a su alrededor, no era la primera ni la última vez que ella se adentraba a la ciudad subterránea se sabía el camino de memoria y casi todos los pasadizos aunque había algunos que todavía no conocía pues no había pasado el tiempo suficiente merodeando por ahí sin ser detectada, algunas veces tuvo que huir pero porque otros habitantes de legancy la hubieran descubierto. -. ¿hmmm?, a mí no podrán atraparme.- sonrió con autosuficiencia al decir aquello en parte porque era verdad y otra porque quería molestar al muchacho -. Por otra parte Jurai Ando, seguro que a ti si te comen.- se detuvo a verle con una sonrisa un poco sádica mientras parte de su cabello cubría uno de sus orbes rojos.
En el momento en que escucho el ruido de los encapuchados le tomo al menos tres segundos tomar la mano del contrario y salir corriendo lo más rápido de ahí así tuviera que arrastrarlo consigo por todo ese lugar hasta poder huir-. ¡Sera mejor que corras más duro o te dejare atrás! .- grito como orden mientras intentaba recordar cual era el pasadizo más cercano por que pudieran ir y alejarse de las criaturas que intentaban seguirles el paso sin mucho éxito.
Una vez que giro y noto que ya no le seguían tan de cerca tomo uno de los caminos de la izquierda escondiéndose detrás de una de las paredes de los edificios mientras le cubría con una mano la boca para que guardara silencio, y se asomaba un poco para asegurarse de que las criaturas tomaran cualquier camino menos ese, sin notar que mientras lo hacía presionaba su pequeño cuerpo contra la espalda del mayor.
Invitado- Invitado
Re: Ciudad Subterranea (Priv. Jurai)
Como en los feos y viejos tiempos. Ella le había tomando de la mano y le había hecho correr de esas aberraciones. ¿Qué le pasaba a Krul para intentar tener en sus manos la vida del pobre Andou? Su corazón le iba a mil por hora y odiaba estas sorpresas desagradables por parte de la vampiresa. Sin embargo, eso precisamente lo que repelía también lo enamoraba. Las ganas de vivir, de robarle un suspiro al viento y de quedarse con la esencia de la vida misma — Sigues muy lenta, Krul — eso era lo proyectaban los ánimos de la pelirrosa. Una sonrisa salió de sus labios, y así, empezó a correr con todas sus fuerzas junto a ella.
Entonces, se escondieron virando a un lado de forma perpendicular y mientras que sus persecutores pasaron de largo. Con una mano en su boca, la joven pretendía hacer callar a Andou, quién infló sus mejillas, la tomó de sus hombros y la miró de forma seria. Se notaba que estaba enojado, sin embargo, también daba visos de que esto que estaba viviendo era algo espectacular. No podía engañar a nadie. Jurai la estaba pasando bien, pero dicha diversión podría costarle la vida.
— Ay, "amor", pero qué "dulzura" la tuya. Bien. Sabemos que es peligroso. Ahora devolvámonos ¿ya? — y no esperaba un no como respuesta. Si bien su sonrisa era sincera, la verdad es que todas las frases que había lanzado eran tan falsas como un iglú con esquinas. De nuevo le tomó de la mano y sin preguntarle la llevó a rastras por el callejón. Todas las estructuras aledañas estaban hechas de barro, con ventanas de piedras y materiales que se encontrarían en el subsuelo.
Caminaba y caminaba con vehemencia. No iba a esperar a que Krul le saliera con otra sorpresa por ahora, no estando en una urbe maligna llena de monstruosidades dispuestas a comerles las tripas a ambos. Caminaba y seguía estrechando la mano de la contraria de una manera firme, pues pese a que le caía mal, no quería verla sufrir. Muy en el fondo la seguía queriendo e incluso la extrañaba — Muy bien. Ahora me vas a te ¡Aaaaaah! — un paso en falso, y no había suelo allí: un canal. La caída fue tan brusca que se llevó a Krul en esa especie de desagüe que estaba en pleno callejón.
— ¡Aaaaaaaahhh! — diez segundos, veinte segundos y finalmente llegó a una especie de salón amplio, hecho de barro con antorchas de color rojo en las paredes. Un olor nauseabundo pululaba por el aire, era como carne podrida y orina, se escuchaba una especie de máquina que giraba y giraba, una especie de molino con un chillido infernal, como si cada dos o tres segundos frotaran dos barras de hierro oxidadas. El suelo estaba húmedo y el ambiente estaba caluroso — Creo que caímos en conducto hacia una... ¿carnicería? — se cubrió con el antebrazo la nariz. Sentía que ese fétido hedor se clavaba en su olfato y no se podía salir. Le desconcentraba mucho. Seguía oliendo como a una herida con pus, a pescado podrido y agua estancada. Un olor sanguinolento.
— ¿Qué rayos es esto? — de la mochila sacó una linterna y vio lo que parecía una cabeza de bebe con una lengua afuera de color verde. Muchas cabezas "plantadas" -del tamaño de un mueble- en una especie de cubículo de piedra, con el cartel que decía "Criadero de Treyekhas". Era horrendo — Larguémonos de aquí ahora ya — entonces, el muchacho de orbes esmeraldas señala un camino que parecía conducir a la máquina con el dantesco sonido metálico. ¿Qué hacían allí?
Repentinamente, se escuchan unas voces grotescas y burbujeantes. Dos seres gigantes, cortando una cabeza para luego ponerlas en un saco. ¿Granjeros de cabezas? Interesante, pero no tenían tiempo para investigar. Debían irse, y esperaba a que Krul conociera algo más de la urbe que él.
Invitado- Invitado
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