Caminando por la selva. [Akame]

La joven dama llevaba pocos días en la academia y aún se sentía un poco fuera de lugar, sentía que el bosque y la naturaleza la llamaban, pero sabía que tenía que estar en ese lugar. Sentía que en ese momento era su sino. Así que caminó y camino por los jardines hasta percatarse que había salido del castillo y que los árboles la envolvían de nuevo, ni siquiera sabía cómo lo había hecho pero no pretendía volver tan pronto a casa.

-Esto es algo que realmente necesitaba.-comentó mientras aspiraba aire profundamente.

Sus ojos de color plata miraron los árboles de forma anhelante, se agachó y posó sus delicadas manos sobre la tierra húmeda, la sombra, que las copas de esos árboles proyectaban, impedía que la tierra se secase dando lugar a una gran biodiversidad que tanto adoraba Tyrande. Sonrió de forma tranquila y optó por seguir dando su hermoso paseo.

-Estos momentos son los mejores.-comentó con voz tranquila.

Así estuvo durante horas, aunque para ella simplemente fueron minutos, ni siquiera se percató de que la noche comenzaba a caer, pero era algo que nunca le importaba, sentía que su mundo era ese y al mirar hacia el cielo pudo ver como su compañera inseparable la miraba en todo su esplendor, pues la luna se encontraba llena y tan brillante como nunca la hubiese visto.

Mirando al cielo como estaba presintió como alguien se acercaba, lo hacía con paso tranquilo pero firme, así que la joven se agachó y se mantuvo mirando las raíces torcidas de uno de los árboles más cercano. Fue en ese instante cuando el árbol al que observada decidió ponerse en movimiento y torcerse hacia ella como si fuese a rodearla en un fuerte abrazo. Tyrande abrió los ojos como platos, al menos al principio pues le había sorprendido en demasía. Fue en ese momento cuando la persona que se acercaba habló.

La dama se inclinó un poco hacia un lado para así poder ver quién estaba detrás del tronco, lo que se encontró fue una joven de pelo negro, pero lo que le llamó la atención eran esos ojos escarlata, tan profundos como esa selva. Escuchó en silencio lo que había dicho.

-Los árboles nunca son malos.-corrigió con una leve sonrisa a la chica. -Más bien protegen su hábitat, pero suelen atacar a aquellas personas que realmente se lo merecen.-dijo mientras rodeaba el tronco y se posicionaba enfrente de la joven.

Vista de más de cerca pudo ver que era un poco más alta que ella, sus ojos plateados se posaron sobre esa espada. Sintió la energía que de ella emanaba y un escalofrío corrió por su espalda, pero aun así le sonrió a las palabras de la joven,

-Estoy en perfecto estado.-pronunció con tranquilidad. -Soy medio elfa, y no se preocupe no me habría pasado nada.

Observó como reaccionaba guardando su espada y poniéndose en pose recta como si fuese un solado. Soltó una carcajada que parecía el susurro del viento tintineando unas pequeñas campanillas.

-Bueno…no hace falta que se ponga tan firme, lo bueno de este lugar es que no necesita de poses, ni de rectitudes.-miró hacia el cielo. -Solo es necesario ser uno mismo.

Miró a la muchacha y sonrió mientras caminaba hacia su lado, le hizo una seña para que si quería le acompañase en su paseo nocturno. No conocía ese lugar pero tampoco temía nada, no sentía ningún tipo de miedo ante la oscuridad y los sonidos naturales. Se giró y clavó sus plateados ojos sobre los de ella.

-Soy nueva en la academia-comentó. -¿Puedo hacerle una pregunta?-comentó mientras caminaba. -¿Qué es lo que se puede hacer en este lugar?y…¿Qué le atrae a la selva?-fueron sus palabras mientras andaba de forma tan ligera que no se escuchaba el crujir de las hojas bajo sus pies.

Tyrande camina tranquila mientras escucha las palabras de la joven, lo que le hace fruncir el ceño, y mirarla tranquilamente. Ella no era de las que sacaban información a la fuerza, ya que sabía que todo el mundo tiene secretos más o menos importantes, ella misma guardaba uno muy importante.

-Tranquila, no es necesario que me cuentes nada.-pronunció. -La vida hace que todos tengamos secretos y si los fuésemos contando a los cuatro vientos, ¿dónde estaría el secreto?-terminó diciendo.

Siguió caminando y lo siguiente que la otra chica dijo le hizo soltar una carcajada. Para ella los compañeros temporales eran los más importantes pues eran los que dejaban las huellas más profundas. El camino por entre los árboles la relajaba más que el sonido del mar, pero eso no hizo que no se percatase de que algo las acechaba, algo grande y peligroso.

-Creo que no estamos solas…¿lo presientes?-soltó cuando sintió el cambio en el viento. -Deberíamos ir con cuidado.-comentó mientras sacaba el arco.

Tyrande escuchó las palabras de la joven y detuvo su andadura para después girarse hacia ella con gesto amable.-Perdona, me llamo Tyrande.-soltó, pero en ese instante algo la inquietó y sacó el arco. Miró con atención entre los árboles y pudo ver que algo se movía, algo muy grande.

Miró con atención y pudo ver un enorme lomo, las patas se movían haciendo que se viese el omóplato moviéndose lentamente entre los árboles. Apuntó pues los movimientos eran lentos debido a que las acechaba de forma poco amiga, suspiró y esperó a ver qué era lo que se acercaba.

-Ten cuidado lo que sea que es nos está acechando.-apoyó su arco en su hombro y se lanzó hacia uno de los árboles cercanos donde comenzó a escalar. Se detuvo y miró hacia la chica.-Súbete ahora o puedes acabar mal.

En ese momento la criatura saltó hacia ellas, era un enorme tigre blanco, le pareció raro, pero ahí estaba, también era más grande de lo habitual. Sonrió levemente mientras la criatura elevaba la mira hacia ellas.

-Vaya menudo tigre.-comentó sin dejar de sonreir.