Neko and Oookami to the war(Grupo 2 Evento de Halloween)

Había estado su buen tiempo recorriendo variadas tiendas en la ciudad hasta que los encontró, sí, dos disfraces perfectos, uno para Rei y otro para ella.

Si, eran disfraces en conjunto, era necesario para poder persuadir a la albina y aumentar la diversión de ese día.

Entró con mucho cuidado por la noche en la habitación de Rei, dejando el disfraz que le compró sobre una de las sillas, todo bien ordenado junto a una pequeña nota donde vertió todo su amor y travesura gatuna, posterior a lo cual, con toda su sigila, retiró todas las prendas de la albina de su closet, cuidando de no emitir sonido alguno y abandonando el lugar.


Se levantó temprano y abandonó su habitación de forma inmediata, no podía permanecer ubicable, o Rei la obligaría a devolverle sus ropas. Paso a cambiar sus ropas a uno de los baños de la academia, formando una sonrisa en sus labios al terminar su cometido, pues, esta era la mejor idea que se le había ocurrido.

DISFRAZ:

¿Donde había conseguido aquel disfraz? eso era un secreto, lo que no lo era, eran los poderes de este, bueno, al menos para Yoru no era secreto. Sí, Yoru los compró sabiendo lo que podían causar, la magia que tenían, sabía que después de un tiempo tomaría el rol de su disfraz, convirtiéndose al sexo opuesto -al fin y al cabo el disfraz constaba de ropas masculinas- ¿Y que era lo mejor? pues sabía que no era a la única que le pasaría eso... Uhh... pobre Rei, que sucederá con ella cuando sufra el cambio, ¿Tal ves fue un poco excesiva su broma?... No que va, aunque lo fuera, no se arrepentía de nada, ese iba a ser un suceso divertido.

Era momento de su hora de brillar, se convirtió en gato y fue en búsqueda de su querida alumna, le había prometido ir con ella a recorrer y conocer la tal llamada "Roca de los suicidios", quería saber sobre la verdad de aquella leyenda que rondaba por el lugar.

Iba saltando de árbol en árbol, cuando de pronto perdió en medio del aire su forma gatuna, cayendo al suelo desde gran altura, sin poder hacer una maniobra de aterrizaje, cayendo nada más ni nada menos... sentada en sus almohadillas traseras. Uhh... eso había sido doloroso, habría pegado un grito, pero sería humillante de su parte, por lo que se limitaba a sujetar su parte trasera mientras rodaba en el suelo tratando de mitigar el dolor.

Cuando ya por fin pasó el dolor, se puso de pie sacudiendo el polvo de sus ropas, que mantenían una apariencia de limpieza. Notó el cambio de forma inmediata, su delantera ahora era plana y abajo... Estiró su pantalón hacia adelante para poder observar el resultado. "Increible, soy más dotada de lo que esperaba, esto no está mal eh..." pensó con una sonrisa en su rostro.

Miró a todos lados asegurándose que nadie hubiese presenciado tal transformación para luego continuar su camino -esta vez caminando- hacia la Roca.

Unos diez  minutos más pasaron, y se encontró con una joven vestida de pirata cerca de esta roca "¿Será Sumire?Bueno, hay sólo una forma de comprobarlo~" pensó acercándose en puntitas hacia la dama,sorprendiéndola alojando su mano en su cintura.

-¿Que hace por aquí una joven tan delicada como usted Madmoselle?- dijo mirándola con una sonrisa coqueta

-¿Me daría usted el honor de ser su compañia?- dijo esperando su respuesta, la cual fue interrumpida por el aullido de un lobo a lo lejos "Genial... no esperaba la presencia de esos animales infernales" pensó para luego girarse a la pirata, quien, dió un paso en falso cayendo por el acantilado. Sin pensarlo dos veces, saltó tras ella para protegerla de la caída, cogiéndola de la muñeca y tirándola hacia su cuerpo, tomando una postura de aterrizaje rápidamente para evitar caer como le había sucedido unos minutos atrás, cayendo en ambos pies con la pirata en sus brazos, sosteniéndola como una princesa.

-¿Se encuentra bien, Madmoselle?- dijo mirándola con una sonrisa y guiñando un ojo.

Observó con un leve tic en el ojo el traje que Akashi tenía entre las manos.-¿Crees que me pondré tal cosa?-.Escupió mientras entrecerraba los ojos, frotando sus cienes como prueba de que se encontraba frustrada.-¿Qué hora es?-.Suspiró, intentando ignorar las risas del espíritu.

-Tarde.-Respondió con una sonrisa traviesa, Sumire observó con duda las prendas que se encontraban en el gancho... Y las tomó con molestia, entrando al baño poco después. ¿Cómo se le había ocurrido? Había mandado a Akashi a comprarle el disfraz... Era obvio que pasaría algo como aquello. Y ahora estaba en apuros. No quería utilizar aquella... Cosa. Pero tampoco tenía opción. Nunca llegaba tarde, o eso quería pensar ella... Y en vista de que el pelirrojo no le daría otro traje  mientras reía y decía: "¡Caíste!". Esa era la única solución.

Tomó una ducha y con lentitud se coloco cada cosa dónde debería. Mientras se observaba a si misma en el espejo no pudo evitar aceptar que el traje le quedaba de maravilla. Sin embargo aquello no era razón para olvidar su molestia. Hizo una anotación mental sobre quedarse las botas. Suspirando otra vez abrió la puerta y encontró al espíritu disfrazado de caballero dorado. ¿Era enserio? Todo aquello era simple y únicamente para ser graciosos. Lo cual molestaba a la vampiresa ¡No serían el bufón de nadie!.

-Vamos-.Masculló, tomando una de sus katanas y el sombrero a juego con su disfraz, Akashi cerró la puerta tras de si y se colocó frente a Sumire con rapidez, chasqueó sus dedos y su cabellera pelirroja había sido reemplazada por la larga y violeta acorde a Mu.-Bien...-.Se resignó. Y con prisa salió de la academia. Ya afuera comenzó a sentir algunos cambios... La molestia desapareció, una sonrisa pícara ahora se encontraba en su cara y con orgullo se colocó el sombrero. Y tomando a un serio Akashi de la mano comenzó a correr.

Se camuflaron en las sombras mientras saltaban entre los árboles. De vez en cuando se llevaba algún consejo por parte del ahora pelilila. No tardaron en llegar al lugar acordado, donde le pareció extraño no encontrar a su maestra. ¿Dónde estaría la gata esa? Decidió esperar unos minutos... Aunque en más de una ocasión sacó su espada sólo para jugar. Siendo reprendida luego por Akashi.

Y ahí ...¿estaba? Su maestra ahora era un ¿Chico?... Si eso. Le observó extraña.-¿Delicada?-Rió completamente divertida.-Disculpa, es que yo no encuentro eso en mi. Oh si así...-Calló de pronto al escuchar un aullido, que le hizo inflar sus mejillas infantilmente. Dió un paso hacía atrás sin prestar atención a donde pisaba y de pronto se encontraba cayendo por el acantilado. ¿Era enserio? Su noche estaba cada vez mejor. Estaba a punto de acomodar su posición para caer de pie. Hasta que Yoruichi saltó en su ayuda... Y detrás de la gata también Akashi.

-Perfectamente... No necesitaba ayuda para algo tan fácil.-Subió su cabeza con egocentrismo, poniéndose de pie. Luego observó el lugar donde se encontraban.-Para salir de aquí tendremos que tener una imaginación de lo más bonita.-Murmuró con sarcasmo. sacudiendo su ropa.

Disfraz:

Imagen:

Paso días buscando aquel disfraz y una vez que lo encontró, solo quería llegar a casa para ponérselo pero cuando lo hizo, ya muy entrada la noche, el sueño la venció ¿sería sensato quitárselo? Seguramente, pero llevaba tanto tiempo sin estar emocionada por alguna cosa que quería conservar aquella emoción solo un rato más. Quizás descansar mientras lo hacía no estuviera mal. Se acostó en la cama, solo para reposar por supuesto,  después de todo ¿Qué podría pasar?

Retar al destino nunca resulta como uno se lo espera, eso era lo que la rubia aprendería al levantarse. Estirándose perezosamente se retorcía con una flexibilidad poco común en ella hasta que apoyándose de sus manos y la punta de sus pies se terminó de estirar, consiguiendo finalmente la tan esperada satisfacción –Miaaauuu…  ¿miau? ¿Por qué miau?- lo pensó por un segundo y luego recordó su disfraz pero ese no era motivo suficiente a menos que…

Genial… no podía quitarse su disfraz. Utilizando su boca para jalarlo solo conseguía hacerse daño como si el peculiar atuendo estuviera pegado a ella. En otro momento seguro se hubiera preocupado pero por alguna extraña razón, solo podía pensar en el delicioso olor a pescado que pasaba por la ventana.

Terminándose de desperezar se bajó de la cama, esta vez parada en sus dos piernas. Si iba a hacer esto aunque sea, parecería un ser pensante mientras lo hacía. Pero era terriblemente complicado parecer alguien pensante cuando solo querías encontrar ese pescado. Se aseó, tomo su bolso y salió de la habitación.

Una vez logro acabar con el asunto que acontecía a su estómago, se le antojaba terriblemente ir a tomar el sol, debería buscar la manera de quitarse el disfraz pero sus instintos eran un poco más fuertes por ahora. Caminando con un paso delicado y elegante se contoneaba moviendo su cola con tranquilidad “Solo pasare un rato en el sol y luego iré a buscar la solución a esto, si solo eso… igual ser una gata mimosa no esta tan mal pero no tan pronto termine….” Sus racionales pensamientos fueron sustituidos por la presencia de una hipnótica ave.

“Despacio… despacio…” –Ven ave yo solo quiero jugar – diciendo eso en un susurro, se lanzó sobre el animal. Sin embargo, aquello era más difícil de lo que parecía; no estuvo ni cerca de atraparla, cuando el peculiar ser, voló a corta distancia del piso como si estuviera burlándose de su intento, empezando así una persecución compulsiva por la ciudad. La rubia no sabía a donde iba y poco le importaba lo único que tenía en mente era atrapar a esa rata con alas y de seguro lo hubiera logrado, de no ser porque la tierra no era tan larga.

Pensó que moriría, tomando en cuenta que no podía usar sus alas pero las habilidades gatunas le permitieron caer de pie, ilesa, mientras veía al ave alejarse –Estúpida ave, si tuviera mis alas... miau- Probablemente ni siquiera hubiera empezado a perseguirla, en un principio pero esa era otra historia.

A unos pasos de donde había caído, una cueva se abría paso. Podía cambiar de forma pero su curiosidad seguía intacta. Adentrándose en la oscuridad se percató de otra cosa útil; podía ver en la oscuridad -Genial- pero antes de poder explorar, su pierna sintió una especie de bola blanda. Tocándolo con recelo se mantuvo cautelosa de su origen hasta que despertó.

El susto la hizo maullar en un grito agudo e irse al otro lado de la cueva. Aún sobresaltada tenía los hombros levantados pero tras reconocer a la criatura, se alivió. No la conocía realmente, pero estaba segura de haber visto aquella cara antes en la academia. Su lado humano confiaba pero el animal seguía alerta, la chica tenía un olor nada atrayente –Hola, yo estudio en la academia mucho gusto – sonriendo, a la distancia, cuando identifico lo que representaba –iu ¿porque eres un perro?-

-Como sea ¿podemos salir de esta cueva? El ambiente es asqueroso- lamiéndose las patas se tranquilizaba con el pasar de los segundos pero seguía observando con desprecio los alrededores.

Se limitó a reír ante la respuesta de su querida discipula, sin duda era ella. La dejó en el suelo para luego quitarle su sombrero y revolver su cabello con una sonrisa en el rostro.

-Pfft... si se que no necesitabas mi ayuda, pero vamos, es deber del príncipe salvar a la princesa ¿no?- dijo entre risas de forma de burla, conocía de cerca las habilidades de ella bien de cerca, no era una dama débil. Miró hacia arriba, bastante larga había sido la caída aunque podría haber sido peor. Dio unos pasos atrás para luego saltar hacia la pared y volver a saltar estando en ella, teniendo como resultado resbalar y volver al agujero. Si bien había logrado dar saltos amplios, no poseía la misma agilidad gatuna que le permitía trepar lo que quisiera.

Se rasco la cabeza mirando a Sumire algo problemada -Bueno, parece que no será cosa fácil esto- miro a su alrededor en búsqueda de alguna raíz o ramas que les sirvieran para ir escalando aquel acantilado, cuando al moverse un poco, sintió que pisaba algo metálico -Oh, mi daga- mencionó agachándose a recogerla cuando algo a gran velocidad pasó sobre ella - bueno él, ya no tenía aspecto de mujer-.

-Pero que demo...- se levantó para observar frente a ella a una dama de cabellos dorados con orejas y una cola bastante peluda, quien al parecer, había intentado atacarla -Ugh... no me digas... un perro- dijo arrugando la nariz como acto reflejo. En realidad no percibía su olor como podía hacerlo en su forma de gato, aún así seguía siendo desagradable para ella tener un perro a su vista, por algo eran sus enemigos naturales, aunque el hecho de que este tuviera apariencia femenina la hacía más "atractiva" de cierto modo.

-Okay perdón perdón señorita, no quise llamarla así, pero no es muy cortés de su parte venir y atacar a alguien por la espalda - dijo colocando sus manos delante de ella y dando pasos atrás, lo último que quería era entrar en una batalla con la mujer perro. -Sumire, ¿puedes hacer algo? tú te entiendes mejor con los animales que yo, sólo ladrale o algo para que se vaya, estos seres tienen el cerebro del tamaño de un maní-

-Eso podrías decirlo si yo fuera una princesa.-Le sacó la lengua de forma infantil mientras con su dedo indice arrastraba hacía abajo su párpado inferior, como muestra de que no iba enserio. Eso, hasta que de pronto sacudió su cabeza y miró incrédula alrededor. ¿Qué estaba haciendo? Ella nunca se comportaba así. Se encogió de hombros, tampoco es que importara mucho ¿No?.

De pronto, un "cachorro" se lanzó contra su maestra... ¿Qué sucedía?. Miró todo enarcando una ceja con diversión, luego escaneo con la mirada a la recién llegada. ¡Claro que la conocía! Aquella muchacha con la que había compartido clases anteriormente, sin embargo la encontraba muy cambiada... En primer lugar ahora tenía orejas de perro. Lo que causó que la vampiresa pirata soltará unas carcajadas más alto de lo normal. Aquella rubia tan orgullosa comportándose de esa manera no era algo común de ver.

-Haz el favor de bajar el tono-.Ordenó el ahora pelimorado con indiferencia. Lo que hizo que Sumire inflara sus mejillas con inconformidad a modo de puchero.

-Bien.-Rezongó, luego escuchó lo dicho por su maestra, haciendo que asintiera eufóricamente y prácticamente corriera en dirección a Jannei. Al llegar junto a ella estiró su mano y miró con duda unos segundos, ¿Y si le mordía? Bueno, ya estaba muerta. Eso no importaba. Pero y si se molestaba, su mente respondió por si sola ¿Qué le importaba a Sumire si Jannei se molestaba o no?.

Se encogió de hombros y se lanzó contra la cachorra, comenzando a acariciarle con una mano detrás de las orejas y con la otra en la barriga.

-¡Que monada!.-Exclamó con emoción.-¡Eres una perrita adorable!-.Gritó con susurros bastante bajos, tenía entendido que los caninos tenían unos sentidos como los de ella, y Sumire había sufrido mucho por culpa de personas que no moderaban su tono. ¿Y ahora que? Si, podía hablar con animales, pero eso no hacía que todo fuera fácil con ellos.

Con lentitud quitó las manos del cuerpo de la híbrida, alejándose unos centimetros miró a Akashi, quien hizo un movimiento de cabeza como diciendo "¿Qué? Es tu problema, no mio".-¿Cómo haz terminado así?-.Interrogó sabiendo que la rubia le entendería tanto si era capaz de comunicarse con normalidad o había adoptado el idioma de la raza, intentando ignorar sus anteriores acciones y utilizando la poca prudencia que le quedaba. Aunque si lo pensaba bien aquella pregunta era estúpida, ¡Estaban en Halloween! La mayoría se disfraza y... Algunos terminaban con la suerte de ellas.

La chica parecía tener un humor… evidentemente de perros. La rubia hizo caso omiso de su molestia y siguió en su acicalamiento mientras la contraria salía de la cueva. Aburrida de quedarse sola al cabo de unos segundos le siguió a paso perezoso. Era consciente de la presencia de los extraños pero había optado por no darle mucha importancia al asunto, sin embargo su compañera no iba dejar el asunto así.

Levantando una ceja se mostró claramente en desacuerdo con la agresividad de sus movimientos, pese a eso guardo silencio y se dirigió a la sombra de un una rama que estaba a pocos metros, una vez allí se percató de un peculiar objeto; alguna especie de paquete rectangular. Lo movió con la pata, solo para ver como este rodaba una corta distancia dejando a la vista su contenido; cartas.

Curiosamente eso hizo que nuevamente su atención se posara sobre los extraños, camino hacia ellos elegantemente con el paquete de cartas entre los dientes y cuando estuvo al frente de ellos lo dejo en el piso  –Sotcefe ed neewollah . Oy oczudart, alle ereiuq euq naglas ed us oirotirret y oy oreiuq raguj – moviendo con el hocicó la carta hacia su dirección, les enseño a lo que se refería.

-someuguj y sedetsu nárdop esri  – la idea de jugar para explicarles luego como irse, resultaba extrañamente conveniente. Restregándose alrededor de la pierna de la pirata espero la respuesta ajena.

De pronto, toda estupidez desapareció de su mente. Sumire se avergonzó momentáneamente de lo que había dicho anteriormente. Quizás no fuera la gran cosa, pero siendo claros, ¿Quién es tan estúpido cómo para no ver por dónde pisa y caer a un acantilado? y lo peor, luego no poder salir... Luego haber acariciado a Jann, sin preocuparse de que le mordiera o algo, para una persona tan prudente como ella se le hacía casí imposible pensar en ello en un día normal. Realmente se encontraba avergonzada por aquello, y lo único que se venía a su mente es que su maestra no lo mencionara nunca, así que sólo podría rogar por ello en su mente. Aunque también estaba la remota posibilidad que Yoruichi no prestara atención a ello y Sumire sólo estaría haciendo una tormenta en un vaso de agua, por así decirlo.

Luego, un repentino mareo vino a ella, ¿Qué sucedía?. No le dio respuesta a su interrogante hasta que observo que ya no estaban en el acantilado, sino en la academia. ¿Qué había sucedido con ellas? ¿Qué tenían aquellos disfraces?. Definitivamente le reclamaría a Akashi por ello. Todo era culpa de él y aquellos disfraces [Que quemaría después, claramente], que habían conseguido que cambiara de pensamientos por unos momentos.

Suspiró, observando a sus compañeras.-Ha sido un gusto haber compartido esta velada con ustedes, pero yo me retiro.-Les dijo, y con un asentimiento hacía cada una de ellas comenzó a caminar siendo seguida por un divertido pelirrojo, que ya se imaginaba los gritos, reclamos y pucheros de la vampiresa al llegar a la habitación.

Su atención de la loba había sido distraída al ver aparecer a una felina -Awww mira Sumi-chan! se nos ha unido una gatita~- con aquellos seres de su misma raza solía llevarse bastante bien, principalmente si estos eran hembras. Se puso en cunclillas acercando su mano a la gatita con la intención de que se le acerque cuando esta dejo frente a ellas una baraja de cartas, seguido de unas palabras completamente incompresibles. Yoru se limitó a observarla con un rostro de desilusión, ver a alguien de su especie haciendo el ridículo de tal manera no hacía más que descolocarla.

Se irguió nuevamente tratando de ignorar lo dicho por la gatita, para mirar a la loba que nada más había comenzado a hablar mal de los felinos, gatillando la personalidad defensiva de Yoru -¿Perdona? pero es bastante claro que los felinos somos más inteligentes que ustedes, partiendo por el hecho básico de que tenemos criterio sobre mantener lo que es la limpieza, mientras que ustedes, ha! desde esta distancia puedo sentir el olor putrefacto que desprende aquel descuidado pelaje- dijo de forma burlona a la chica loba.

Se puso en posición, lista para atacar a la lobita por tal ofensa dirigida a su especia, cuando todo a su alrededor desapareció en un brillo blanco, apareciendo esta vez a las afueras de la academia -Tsk, aburrido- aquello le había quitado todas las ganas de pelear, sabía que estando cerca de los territorios de la academia, con el título de profesora que poseía, comenzar una pelea allí no sería más que problemático.

Miro a su discípula peliazul quien sin mucha demora emprendió su partida, dejándola allí, abandonada, luego se encargaría de darle su castigo por aquello. Miro a la joven gatita y le guiño un ojo -Espero volver a verte por los alrededores querida, mantente alejada de esa loba, que se te pueden pegar sus pulgas- dijo con una sonrisa torcida a la vez que movía su mano en señal de despedida para luego avanzar en dirección opuesta a la de su alumna, despues de todo, ahora debía encargarse de esconderse en otro lugar, antes de que Rei apareciera y la golpeara por el disfraz.