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εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Castillo Rokkenjima :: Puertas Exteriores y Frontis :: Terrazas y Techo
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εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Viernes.
Al fin llegaba el ansiado fin de semana, los días que por fin podría descansar un poco de todos los trabajos que debía realizar en la semana, no entendía porqué demonios había aceptado actuar como un estudiante más en Legacy pero incluso parecía que los profesores se habían puesto de acuerdo para dejarles más actividades durante esa semana y eso lo tenía demasiado agotado, a pesar de que era inmortal, juraría que nunca en la vida había realizado demasiadas actividades, por así decirlo.
De manera tanto física como mental, había sido obligado a trabajar en conjunto, había tenido que pensar muchas cosas, hacer muchas tareas y trabajos también; simplemente el convivir con otros, fingiendo una maldita sonrisa era agotador de por sí solo y saber que ya era fin de semana y comenzaban los días de descanso le hacía en verdad feliz, extrañamente le hacía feliz.
Minutos antes había recibido un mensaje por parte de su compañero de uno de los dichosos trabajos diciendo que ya habían acabado con los últimos detalles, es decir, tenía la tarde libre para hacer lo que quisiera, sin embargo el concepto de "hacer lo que sea" no era claramente el mismo que muchos pensarían ya que para el de cabellos morados no significaba otra cosa más que la única oportunidad para poder dejar de fingir ser amable, posiblemente salir y buscar alguna víctima, beber sangre y cosas que en un día normal seguramente le reclamarían.
Como si los humanos fueran necesarios en el mundo.
Apenas había terminado de recoger sus cosas y el salón ya lucía vacío, con frecuencia era así y más cuando se trataba del viernes tan esperado por todos. Salió sin mucha prisa del aula y comenzó a caminar por los pasillos, claro que intentaba llevar un recuento de cuáles salones había pasado ya y cuales no, ya que con frecuencia aún se perdía en la escuela por tener poco tiempo asistiendo, sin duda no tenía aún un buen sentido de ubicación dentro del edificio escolar.
Sin saber cómo ni cuándo, había terminado frente a una puerta que podía asegurar no había visto antes y claro esta que la curiosidad del joven Min era una de las cosas que nadie podía vencer, una vez que sentía las ganas de conocer algo tenía que saberlo, tenía que conocerlo de la manera que fuera y justo ahora deseaba saber a donde conducía aquella puerta, por lo que la abrió lentamente notando el lugar del que se trataba.
Era un lugar bastante tranquilo por lo que notaba y parecía agradable, un lugar que si mal no recordaba, había oído de otros alumnos que se trataba de la terraza, incluso ahora que la veía le parecía uno de los lugares más amplios y tranquilos que había visto en toda la escuela.
El aire fácilmente revolvía su cabello, ese sitio era perfecto para descansar mientras planeaba qué hacer o a dónde ir para poder conseguir algo de sangre. Ya le era necesario a esas alturas.
Al fin llegaba el ansiado fin de semana, los días que por fin podría descansar un poco de todos los trabajos que debía realizar en la semana, no entendía porqué demonios había aceptado actuar como un estudiante más en Legacy pero incluso parecía que los profesores se habían puesto de acuerdo para dejarles más actividades durante esa semana y eso lo tenía demasiado agotado, a pesar de que era inmortal, juraría que nunca en la vida había realizado demasiadas actividades, por así decirlo.
De manera tanto física como mental, había sido obligado a trabajar en conjunto, había tenido que pensar muchas cosas, hacer muchas tareas y trabajos también; simplemente el convivir con otros, fingiendo una maldita sonrisa era agotador de por sí solo y saber que ya era fin de semana y comenzaban los días de descanso le hacía en verdad feliz, extrañamente le hacía feliz.
Minutos antes había recibido un mensaje por parte de su compañero de uno de los dichosos trabajos diciendo que ya habían acabado con los últimos detalles, es decir, tenía la tarde libre para hacer lo que quisiera, sin embargo el concepto de "hacer lo que sea" no era claramente el mismo que muchos pensarían ya que para el de cabellos morados no significaba otra cosa más que la única oportunidad para poder dejar de fingir ser amable, posiblemente salir y buscar alguna víctima, beber sangre y cosas que en un día normal seguramente le reclamarían.
Como si los humanos fueran necesarios en el mundo.
Apenas había terminado de recoger sus cosas y el salón ya lucía vacío, con frecuencia era así y más cuando se trataba del viernes tan esperado por todos. Salió sin mucha prisa del aula y comenzó a caminar por los pasillos, claro que intentaba llevar un recuento de cuáles salones había pasado ya y cuales no, ya que con frecuencia aún se perdía en la escuela por tener poco tiempo asistiendo, sin duda no tenía aún un buen sentido de ubicación dentro del edificio escolar.
Sin saber cómo ni cuándo, había terminado frente a una puerta que podía asegurar no había visto antes y claro esta que la curiosidad del joven Min era una de las cosas que nadie podía vencer, una vez que sentía las ganas de conocer algo tenía que saberlo, tenía que conocerlo de la manera que fuera y justo ahora deseaba saber a donde conducía aquella puerta, por lo que la abrió lentamente notando el lugar del que se trataba.
Era un lugar bastante tranquilo por lo que notaba y parecía agradable, un lugar que si mal no recordaba, había oído de otros alumnos que se trataba de la terraza, incluso ahora que la veía le parecía uno de los lugares más amplios y tranquilos que había visto en toda la escuela.
El aire fácilmente revolvía su cabello, ese sitio era perfecto para descansar mientras planeaba qué hacer o a dónde ir para poder conseguir algo de sangre. Ya le era necesario a esas alturas.
Última edición por Min DaeSung el Dom Jul 30, 2017 6:28 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Había sido una semana difícil y Alma aún no lograba asimilar que estaba en una isla remota cuando, hace un poco más de 48 horas, estaba en Tokio. La isla la había recibido con mucha calma y ella, acostumbrada a estar rodeada de grandes cifras de desconocidos, se sintió curiosamente más sola que en Japón. En cierto modo, extrañaba poder perderse entre multitudes, ser un número más. Le resultaba cómodo que haya tanta gente desconocida rodéandola, todos ellos preocupados por sus propias vidas, sin prestar atención a su presecia.
Entre la alienación que generaba estar rodeada de rostros que no significaban ni significarían nada sentía que la diferencia entre aquellos y ella no existía, que su mitad no humana no importaba en absoluto y que su origen le era indiferente a todo el mundo. A pesar de sentirse cómoda allí, sentía que ese lugar no era su hogar, que tenía el mismo valor sentimental dado a Alemania, donde también estaba sola. No estaba segura de si huía de Japón, de los humanos, o de sí misma, pero ya se encontraba en la isla y no podía pasar desapercibida entre millones de japoneses allí. Tendría que buscar cosas, pasatiempos y personas que significasen algo para ella, significar algo para ellos, un lugar el cuál llamar hogar.
Al haber llegado tan solo el día anterior, no había tenido oportunidad de toparse con ningún estudiante, hecho que la molestaba ligeramente. Jamás había asistido regularmente a ningún tipo de academia o colegio donde compartiese clases con compañeros, y tenía mucha curiosidad por experienciar la vida escolar. Se preguntaba si era época de exámenes y todos los estudiantes se veían obligados a encerrarse a estudiar pilas de textos. No podía contener su ansiedad y ya quería comenzar a participar del día a día estudiando junto a otros jóvenes; además, se preguntaba que tan difícil sería convivir con compañeros de clase habiendo crecido la mayor parte de su vida sola. A ventaja de ella, estaba abierta al cambio.
Antes de abandonar su cuarto para salir a recorrer e intentar encontrarse con alguien, sujetó sus dos espadas wakizashi en la liga de su muslo, debajo de su falda; llevó consigo, también, la cámara fotográfica. Deambulando por pasillos vacíos supuso que había terminado el horario de clases y todos se habían ido ya. Estaba entre el límite entre perderse en sus pensamientos y perderse en aquel enorme lugar. Eventualmente, topó con una puerta que enseguida captó su atención y sin pensarlo demasiado, la abrió. Estando varios pisos arriba en el edificio, no se sorprendió al encontrarse con que daba al exterior, aún así se alegró al darse cuenta de que era una amplia terraza. Aquel espacio era, justamente, lo que ella buscaba: un lugar tranquilo y amplio para poder entrenar.
Se alegró, también, al saber que en esa terraza no estaba sola, pues venía deseando saludar a alguien. Unos cuantos metros frente a ella, se hayaba un joven que le daba la espalda. Estaba claro que éste ya había notado su llegada pues la puerta de entrada no era demasiado silenciosa. Cerró la quejumbrosa puerta detrás de sí para luego avanzar un par de pasos. El cabello de alma ya era demasiado largo a esas alturas y en aquella terraza la agradable brisa lo despeinaba con suavidad. La ojiazul se acercó cautelosamente al muchacho frente a ella, sin estar muy segura de cómo iniciar una conversación con el.
—Ehr... ¿hey?— comenzó a decir tímidamente, insegura de cómo hablar con aquel tipo misterioso.
Entre la alienación que generaba estar rodeada de rostros que no significaban ni significarían nada sentía que la diferencia entre aquellos y ella no existía, que su mitad no humana no importaba en absoluto y que su origen le era indiferente a todo el mundo. A pesar de sentirse cómoda allí, sentía que ese lugar no era su hogar, que tenía el mismo valor sentimental dado a Alemania, donde también estaba sola. No estaba segura de si huía de Japón, de los humanos, o de sí misma, pero ya se encontraba en la isla y no podía pasar desapercibida entre millones de japoneses allí. Tendría que buscar cosas, pasatiempos y personas que significasen algo para ella, significar algo para ellos, un lugar el cuál llamar hogar.
Al haber llegado tan solo el día anterior, no había tenido oportunidad de toparse con ningún estudiante, hecho que la molestaba ligeramente. Jamás había asistido regularmente a ningún tipo de academia o colegio donde compartiese clases con compañeros, y tenía mucha curiosidad por experienciar la vida escolar. Se preguntaba si era época de exámenes y todos los estudiantes se veían obligados a encerrarse a estudiar pilas de textos. No podía contener su ansiedad y ya quería comenzar a participar del día a día estudiando junto a otros jóvenes; además, se preguntaba que tan difícil sería convivir con compañeros de clase habiendo crecido la mayor parte de su vida sola. A ventaja de ella, estaba abierta al cambio.
Antes de abandonar su cuarto para salir a recorrer e intentar encontrarse con alguien, sujetó sus dos espadas wakizashi en la liga de su muslo, debajo de su falda; llevó consigo, también, la cámara fotográfica. Deambulando por pasillos vacíos supuso que había terminado el horario de clases y todos se habían ido ya. Estaba entre el límite entre perderse en sus pensamientos y perderse en aquel enorme lugar. Eventualmente, topó con una puerta que enseguida captó su atención y sin pensarlo demasiado, la abrió. Estando varios pisos arriba en el edificio, no se sorprendió al encontrarse con que daba al exterior, aún así se alegró al darse cuenta de que era una amplia terraza. Aquel espacio era, justamente, lo que ella buscaba: un lugar tranquilo y amplio para poder entrenar.
Se alegró, también, al saber que en esa terraza no estaba sola, pues venía deseando saludar a alguien. Unos cuantos metros frente a ella, se hayaba un joven que le daba la espalda. Estaba claro que éste ya había notado su llegada pues la puerta de entrada no era demasiado silenciosa. Cerró la quejumbrosa puerta detrás de sí para luego avanzar un par de pasos. El cabello de alma ya era demasiado largo a esas alturas y en aquella terraza la agradable brisa lo despeinaba con suavidad. La ojiazul se acercó cautelosamente al muchacho frente a ella, sin estar muy segura de cómo iniciar una conversación con el.
—Ehr... ¿hey?— comenzó a decir tímidamente, insegura de cómo hablar con aquel tipo misterioso.
- off:
- Permiso, vine a invadir tu tema. Mucho gusto~.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
El frío del viento golpeaba su rostro de una manera tan suave y sutil que casi parecía una caricia. Caricia que DaeSung no podía interpretar como algo en concreto bueno, la única persona que lo había hecho era su fallecida madre, así que en realidad aquel aire solo le recordaba que se encontraba en ese sitio por una sola razón.
Cerró los ojos, sus manos apenas sobre la barandilla de protección no se mostraban temblorosas a pesar del viento, era un vampiro, así que evidentemente su cuerpo ya estaba frío de por sí, así que un poco más de frialdad no era para más ni para menos. Por alguna extraña y desconocida razón ese sitio parecía ser capaz de relajar incluso a la mente más atormentada o estresada.
Es como si fuese un sitio terapéutico y era más que perfecto para Min, más aún después de aquella tarde tan agotadora.
No pudo evitar pensar que se había perdido del mejor sitio para relajarse, pero la ansiedad por beber sangre últimamente se hacía más frecuente y no había buscado un sitio dónde pudiera conseguirla fácilmente sin levantar las sospechas de los académicos o de otras personas, así que se volvía complicado alimentarse.
Era demasiado molesto.
Y, sin embargo, sus pensamientos se vieron repentinamente interrumpidos por el sonido poco cuidadoso de la puerta que minutos atrás él mismo había cruzado, no solo eso, si no que fue capaz de percibir que un conjunto de pasos se acercaban a su sitio. Era evidente que se estaban acercando a él así que tomó un respiro, tenía que volver a su faceta del chico amable y caballeroso para no llamar la atención de quién había ingresado.
No espero en ser el primero en hablar, si por él fuera podría ignorar a dicha persona mientras estuviesen ahí, lo curioso era que no era capaz de detectar sangre pura como la de un humano en dicho ser, así que no despertaba el instinto sanguinario en él, razón que le hizo girarse con curiosidad hacia la fina voz que le había llamado.
La observó detenidamente.
Cabellos rubios como el trigo, largos sin duda y es que el viento parecía hacer con ellos lo que quería ya que estaban sueltos y eran bastante lacios. Piel pálida, tal vez no tanto como la propia, pero si bastante como para que resaltara a la vista, complexión delgada, ni muy alta pero tampoco demasiado baja, pero quizás comparado a la altura de DaeSung si que se notaría diferencia.
Lo que más le impactó fueron sus ojos. Más que parecer una mirada suave era como si estuviera viendo algo más profundo, además de que el color de éstos no era precisamente normal.
“Sin duda, no es humana.” Aquel pensamiento cruzó tan fugazmente por su mente que apenas habían pasado segundos desde que había oído la tímida voz de la joven. Dejarla esperando si que sería descortés y no podía dejar que eso llamara la atención de la gente.
— Hey. —Imitó su expresión antes de quedar finalmente de frente a ella y mostrar una sutil sonrisa, aunque no muy auténtica que se dijera. — ¿Disfrutando del aire libre, señorita? —Preguntó como quién quiere tener una plática trivial y conocer a quién tenía enfrente.
Aunque, si se trataba de sinceridad, Min si se encontraba interesado en esa chica, en el enigma que parecían significar sus ojos azulinos.
Cerró los ojos, sus manos apenas sobre la barandilla de protección no se mostraban temblorosas a pesar del viento, era un vampiro, así que evidentemente su cuerpo ya estaba frío de por sí, así que un poco más de frialdad no era para más ni para menos. Por alguna extraña y desconocida razón ese sitio parecía ser capaz de relajar incluso a la mente más atormentada o estresada.
Es como si fuese un sitio terapéutico y era más que perfecto para Min, más aún después de aquella tarde tan agotadora.
No pudo evitar pensar que se había perdido del mejor sitio para relajarse, pero la ansiedad por beber sangre últimamente se hacía más frecuente y no había buscado un sitio dónde pudiera conseguirla fácilmente sin levantar las sospechas de los académicos o de otras personas, así que se volvía complicado alimentarse.
Era demasiado molesto.
Y, sin embargo, sus pensamientos se vieron repentinamente interrumpidos por el sonido poco cuidadoso de la puerta que minutos atrás él mismo había cruzado, no solo eso, si no que fue capaz de percibir que un conjunto de pasos se acercaban a su sitio. Era evidente que se estaban acercando a él así que tomó un respiro, tenía que volver a su faceta del chico amable y caballeroso para no llamar la atención de quién había ingresado.
No espero en ser el primero en hablar, si por él fuera podría ignorar a dicha persona mientras estuviesen ahí, lo curioso era que no era capaz de detectar sangre pura como la de un humano en dicho ser, así que no despertaba el instinto sanguinario en él, razón que le hizo girarse con curiosidad hacia la fina voz que le había llamado.
La observó detenidamente.
Cabellos rubios como el trigo, largos sin duda y es que el viento parecía hacer con ellos lo que quería ya que estaban sueltos y eran bastante lacios. Piel pálida, tal vez no tanto como la propia, pero si bastante como para que resaltara a la vista, complexión delgada, ni muy alta pero tampoco demasiado baja, pero quizás comparado a la altura de DaeSung si que se notaría diferencia.
Lo que más le impactó fueron sus ojos. Más que parecer una mirada suave era como si estuviera viendo algo más profundo, además de que el color de éstos no era precisamente normal.
“Sin duda, no es humana.” Aquel pensamiento cruzó tan fugazmente por su mente que apenas habían pasado segundos desde que había oído la tímida voz de la joven. Dejarla esperando si que sería descortés y no podía dejar que eso llamara la atención de la gente.
— Hey. —Imitó su expresión antes de quedar finalmente de frente a ella y mostrar una sutil sonrisa, aunque no muy auténtica que se dijera. — ¿Disfrutando del aire libre, señorita? —Preguntó como quién quiere tener una plática trivial y conocer a quién tenía enfrente.
Aunque, si se trataba de sinceridad, Min si se encontraba interesado en esa chica, en el enigma que parecían significar sus ojos azulinos.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Bajo el cielo azul, completamente desprovisto de nubes, y el cuidado de las caricias que una fresca brisa proveía, sus ojos claros se encontraron ante los más llamativos que jamás había visto. Se trataba de dos orbes de un intenso color violeta, pero no era simplemente el color -por más que fuese la primera vez que veía ojos violetas- lo que hacía que éstos se clavasen en ella como dos agujas. Era, tal vez, la mirada profunda y enmarcada por cejas finas, decorada con pestañas largas, que marcaba una distancia entre él y ella.
Le miró con cuidado, como si observase una escultura digna de ser analizada pacientemente.
Frente a ella, estaba parado un muchacho joven que aparentaba tener, más o menos, su misma edad. Era alto, de contextura delgada, más aún así bien formada. Su cabello lacio, de un color similar al de sus ojos, danzaba junto al viento. Le llamó la atención el color de su tez, la cual reafirmaba las facciones finas de su rostro.
El muchacho de porte serio saludó de vuelta de forma natural. La joven sintió como la mirada ajena caía pesadamente sobre ella por unos instantes, analizándola, antes de desvanecerse la sensación al mostrarse la sonrisa ajena. Su sonrisa leve estaba dibujada con cuidado, pero se sentía tan distante como su mirada.
La invadió la sensación de que él se encontraba allí y a la vez no, lo que despertó su genuino interés.
Entonces, la joven le sonrió de vuelta, como quien trata de prestar su simpatía a la situación. Las ganas de preguntarle cosas, de hablar con él de cualquier tema que se le viniese a la mente primero, cobraban fuerza en ella. Si se limitaba a una conversación formal, aquel iba a hacerlo también, permaneciendo en su postura lejana. Sin llegar a soñar que aquel desconocido fuera un gran amigo de toda la vida, deseaba que, por lo menos, la charla que tuvieran en la solitaria terraza fuera interesante.
—Es agradable poder salir a tomar aire libre tras haberse perdido en los pasillos del edificio. Tienen un aire viciado—.
No obstante, salir de la formalidad le era difícil, y le había ofrecido una respuesta vacía, con fingida simplatía. No parecía para nada una respuesta propia, sino un ensayo de una estudiante más intentando amoldarse a quienes la rodeaban para encajar en el vasto instituto.
Avanzó, a pasos aniñadamente elegantes, hasta el borde de la terraza, pasando junto al desconocido. Se asomó a mirar hacia abajo, la división entre la altura extrema y la superficie segura de la terraza, donde ella y el enigmático chico estaban de pie. Se volteó alegre hacia el joven y removió los largos mechones rubios que invadían su vista. Dado que el viento se divertía con su cabello y ropa como si hubiese estado aburrido desde siempre, era inevitable que su abundante pelo rubio se le metiese en la cara. Soltó una risilla ante el desastre que era su peinado.
—Lo siento si he invadido tu escondite... Me perdí y llegué aquí— comentó, dando una vaga explicación. —Es un lugar muy lindo, aunque temo no poder orientarme para llegar nuevamente hasta aquí—.
Se mordió el interior de la mejilla, pensando durante los segundos que hizo una pausa, para luego continuar hablando.
—O... quizás puedo escalar desde afuera— dijo en tono infantil, mirando a sus alrededores. Aunque esa afirmación no lo pareciera, era bastante sería: consideraría de verdad escalar hasta allí arriba. Fijó sus ojos azulinos nuevamente en los orbes tan particulares de él.
—¿Cómo te llamas?—
Le miró con cuidado, como si observase una escultura digna de ser analizada pacientemente.
Frente a ella, estaba parado un muchacho joven que aparentaba tener, más o menos, su misma edad. Era alto, de contextura delgada, más aún así bien formada. Su cabello lacio, de un color similar al de sus ojos, danzaba junto al viento. Le llamó la atención el color de su tez, la cual reafirmaba las facciones finas de su rostro.
El muchacho de porte serio saludó de vuelta de forma natural. La joven sintió como la mirada ajena caía pesadamente sobre ella por unos instantes, analizándola, antes de desvanecerse la sensación al mostrarse la sonrisa ajena. Su sonrisa leve estaba dibujada con cuidado, pero se sentía tan distante como su mirada.
La invadió la sensación de que él se encontraba allí y a la vez no, lo que despertó su genuino interés.
Entonces, la joven le sonrió de vuelta, como quien trata de prestar su simpatía a la situación. Las ganas de preguntarle cosas, de hablar con él de cualquier tema que se le viniese a la mente primero, cobraban fuerza en ella. Si se limitaba a una conversación formal, aquel iba a hacerlo también, permaneciendo en su postura lejana. Sin llegar a soñar que aquel desconocido fuera un gran amigo de toda la vida, deseaba que, por lo menos, la charla que tuvieran en la solitaria terraza fuera interesante.
—Es agradable poder salir a tomar aire libre tras haberse perdido en los pasillos del edificio. Tienen un aire viciado—.
No obstante, salir de la formalidad le era difícil, y le había ofrecido una respuesta vacía, con fingida simplatía. No parecía para nada una respuesta propia, sino un ensayo de una estudiante más intentando amoldarse a quienes la rodeaban para encajar en el vasto instituto.
Avanzó, a pasos aniñadamente elegantes, hasta el borde de la terraza, pasando junto al desconocido. Se asomó a mirar hacia abajo, la división entre la altura extrema y la superficie segura de la terraza, donde ella y el enigmático chico estaban de pie. Se volteó alegre hacia el joven y removió los largos mechones rubios que invadían su vista. Dado que el viento se divertía con su cabello y ropa como si hubiese estado aburrido desde siempre, era inevitable que su abundante pelo rubio se le metiese en la cara. Soltó una risilla ante el desastre que era su peinado.
—Lo siento si he invadido tu escondite... Me perdí y llegué aquí— comentó, dando una vaga explicación. —Es un lugar muy lindo, aunque temo no poder orientarme para llegar nuevamente hasta aquí—.
Se mordió el interior de la mejilla, pensando durante los segundos que hizo una pausa, para luego continuar hablando.
—O... quizás puedo escalar desde afuera— dijo en tono infantil, mirando a sus alrededores. Aunque esa afirmación no lo pareciera, era bastante sería: consideraría de verdad escalar hasta allí arriba. Fijó sus ojos azulinos nuevamente en los orbes tan particulares de él.
—¿Cómo te llamas?—
- off:
Tranquila, no soy una persona apresurada en lo absoluto, tómate tu tiempo para responder.
Sientete libre de tardar lo que desees o necesites, no me molestare.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Su mirada había vuelto a ser la misma una vez que había analizado a la joven, aunque sabía a la perfección que eso no bastaba para conocer a alguien, si ayudaba en mucho a darse una idea básica para que él pudiese actuar frente a ella, hacer que parte de sus encantos o su personalidad menos borde pudiera amoldarse para ser de agrado para la oji azul. ¿La razón? Debía agradar a la mayoría en Legacy para no alzar sospechas.
Y aún así, su ya practicada sonrisa había hecho presencia como si sonreír fuese lo más natural para dicho chico. Realmente creía que quién fuese capaz de ver más allá de sus sonrisas vacías, podía llamar su atención lo suficiente como para no pasarlo por alto y dejarlo en la lista de "otro legaciano más al que conoció".
La sonrisa ajena no se hizo de rogar y apareció pronto, algo que al menos podría calmar aquel ambiente que parecía más una escena en la que hubiesen obligado a ambos chicos a estar en ese lugar. No era incómodo, pero si se sentía un poco forzado el hecho de tener que hablarse entre sí, al menos eso era lo que existía en el sentir de DaeSung.
— Ciertamente, un poco de aire siempre viene más que perfecto para uno y más entre tantas caminatas en pasillos encerrados. —Aunque no era algo que pudiera expresar muy honestamente, él no le tomaba importancia a eso en realidad, no notaba mucho el cambio entre un pasillo y el exterior, nada a excepción de la presencia de aquella fresca brisa de viento que parecía que estaba anunciando que en algunas horas tendrían lluvia o que esa noche haría bastante frío.
— Además, este sitio es realmente espacioso y con una de las mejores vistas. —Añadió con simpleza. Incluso él, quién había llegado recién a ese sitio, se encontraba con la sorpresa de que la vista era agradable y bastante hermosa, no en cualquier sitio se obtenían buenos ángulos de la ciudad como se podía percatar uno al observar más allá de la barandilla de seguridad.
La elegancia de la joven le recordó a las personas de épocas antiguas, aquellas en las que él había estado presente claro. Elegancia, porte y sencillez, aún así con el toque de una niña, posiblemente porque era menor de edad, algo que DaeSung no preguntaría de momento ya que no sentía una entera curiosidad por su edad aún.
— No es mi escondite. —La miró, la verdad es que tampoco sonaba a mala idea en hacer de ese sitio una especie de escondite. — He llegado poco antes de lo que lo has hecho tú, señorita. —Explicó por su parte mientras volvía a acomodarse como anteriormente había estado, mirando a un punto cualquiera de la ciudad, sus manos sobre la barandilla, aunque su cabello era lacio y un poco largo, no le molestaba en su visión tenerlo todo por enfrente.
— Lado oeste del edificio principal, pasando la torre de las oficinas de profesores. Segunda escalera hasta el final. —DaeSung solía recordar con facilidad los lugares por los cuales pasaba, algo extraño contando el tiempo que tenía viviendo ya y que a cualquiera se le olvidaría cuando solo has pasado por ahí una sola vez, pero le pareció que aquella chica merecía saber cómo regresar a tal sitio. No, no es que estuviese siendo amable, solo era una información irrelevante que podía darle a cualquiera.
— ¿Escalar? No lo había pensado, aunque no creo servir para algo como eso. —Mencionó, cierto, aunque físicamente no estaba nada mal, no estaba seguro de que el escalar fuese algo que le gustara y le llamara la atención. Y cuando a DaeSung algo no le llamaba, simplemente lo ignoraría hasta olvidarlo.
Al escuchar la última pregunta, una muy sutil risa escapó de sus labios. — Disculpa mi descortesía al no dar mi nombre desde un comienzo. —Se disculpó con una ligera reverencia con su cabeza. — DaeSung. Min DaeSung, pero puedes llamarme simplemente Dae para hacerlo más sencillo. —Respondió antes de añadir su pregunta final: — ¿Y cuál es su nombre, joven señorita? —Le miró, esperando por una respuesta, tal vez hablar con ella no sería tan malo.
Una oportunidad de intentar congeniar no le haría daño ni lo mataría ¿cierto?
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Definitivamente era una vista preciosa. Esperaba poder encontrar esa solitaria terraza nuevamente para ir periódicamente, sea para tomar fotos, entrenar, o simplemente relajarse un poco. Trató de memorizar las indicaciones precisas que le dio el joven, aunque dudaba poder ubicarse en el castillo tan fácilmente como él; era nueva allí y, además, tenía un terrible sentido de orientación.
En ciertas prefecturas de Japón, las terrazas abundaban. Sin embargo, no eran muy concurridas debido a que el viento siempre es fuerte en las alturas. Aún así, en verano eran agradables para hacer un picnic o dormir una siesta. La existencia de una terraza similar, aunque quizás con una estructura de arquitectura diferente, la hacía sentir más cómoda en Rokkenjima.
—Dae, entonces— repitió, recordándose el nombre ajeno. Sin conocer mucho de la cultura coreana, estaba bastante segura de que el cortés joven pertenecía a dicho país. A pesar de estar en Asia, él era la primera persona proveniente de Corea que conocía. Le sonrió dulcemente.
—No hace falta llamarme señorita con tanta formalidad. Soy Alma Von Himmel— se presentó con simpleza. —Llámame Alma, o Al—.
Sin miedo, cruzó por encima de la barandilla de seguridad al espacio de, aproximadamente, medio metro entre la terraza y una posible caída de unos cuantos metros. Se sostuvo del metal sólido de la barandilla para sentarse allí. Una vez cómoda, extrajo su cámara fotográfica de su estuche y se envolvió la correa de ésta en un brazo. Enfocó el lente, primero, hacia las nubes, ajustando la configuración acorde a la cantidad de luz disponible.
Alejó el lente de su rostro y miró hacia arriba, fijando sus ojos azules en Dae.
—¿Eres un estudiante aquí, verdad? Eres el primero que conozco, aunque no sé si te interesa ese título especial— comentó, risueña. —Me acabo de transferir— explicó, volviendo a mirar la realidad a través del lente.
La ciudad era diferente, menos poblada y apabullada que Tokio. Le gustaba, en cierto modo, pero le hacía sentir aún más sola. A través del lente, aumentaba el zoom hacia los bonitos edificios que decoraban un paisaje encantador. Disparó un par de fotografías, no muchas, sólo las suficientes. Apoyó la cámara, aún sosteniéndola entre sus manos, sobre su regazo.
La ojiazul, con una mirada pintada en melancolía, observaba la ciudad en frente suyo, el patio del castillo a sus pies, y las pocas nubes en un cielo bañado en celeste.
—Es la primera vez que asisto a una academia, así que no sé cómo se relacionan los alumnos en una— dijo alegre, sin mirarle. —Así que me disculpo de antemano si soy algo extraña— soltó una risita.
En ciertas prefecturas de Japón, las terrazas abundaban. Sin embargo, no eran muy concurridas debido a que el viento siempre es fuerte en las alturas. Aún así, en verano eran agradables para hacer un picnic o dormir una siesta. La existencia de una terraza similar, aunque quizás con una estructura de arquitectura diferente, la hacía sentir más cómoda en Rokkenjima.
—Dae, entonces— repitió, recordándose el nombre ajeno. Sin conocer mucho de la cultura coreana, estaba bastante segura de que el cortés joven pertenecía a dicho país. A pesar de estar en Asia, él era la primera persona proveniente de Corea que conocía. Le sonrió dulcemente.
—No hace falta llamarme señorita con tanta formalidad. Soy Alma Von Himmel— se presentó con simpleza. —Llámame Alma, o Al—.
Sin miedo, cruzó por encima de la barandilla de seguridad al espacio de, aproximadamente, medio metro entre la terraza y una posible caída de unos cuantos metros. Se sostuvo del metal sólido de la barandilla para sentarse allí. Una vez cómoda, extrajo su cámara fotográfica de su estuche y se envolvió la correa de ésta en un brazo. Enfocó el lente, primero, hacia las nubes, ajustando la configuración acorde a la cantidad de luz disponible.
Alejó el lente de su rostro y miró hacia arriba, fijando sus ojos azules en Dae.
—¿Eres un estudiante aquí, verdad? Eres el primero que conozco, aunque no sé si te interesa ese título especial— comentó, risueña. —Me acabo de transferir— explicó, volviendo a mirar la realidad a través del lente.
La ciudad era diferente, menos poblada y apabullada que Tokio. Le gustaba, en cierto modo, pero le hacía sentir aún más sola. A través del lente, aumentaba el zoom hacia los bonitos edificios que decoraban un paisaje encantador. Disparó un par de fotografías, no muchas, sólo las suficientes. Apoyó la cámara, aún sosteniéndola entre sus manos, sobre su regazo.
La ojiazul, con una mirada pintada en melancolía, observaba la ciudad en frente suyo, el patio del castillo a sus pies, y las pocas nubes en un cielo bañado en celeste.
—Es la primera vez que asisto a una academia, así que no sé cómo se relacionan los alumnos en una— dijo alegre, sin mirarle. —Así que me disculpo de antemano si soy algo extraña— soltó una risita.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
La miró y por sus expresiones podía deducir que estaba disfrutando de la vista y que intentaba memorizar las indicaciones que había dado para la joven rubia. Normalmente habría ignorado su presencia, fingiendo no darse cuenta de que ahí estaba o solo responder educadamente a lo principal y después ya no hablaría, pero algo le había llamado la atención. DaeSung se caracterizaba mucho por el hecho de querer descubrir todo detrás de una persona y, a raíz de eso, siempre observaba con detalle aquello que llamaba su atención.
La joven de orbes azulinos que tenía ahora a un costado era una de esas pocas personas. Como vampiro, había visto prácticamente de todo ya, así que era difícil que algo le interesará, pero no imposible y la prueba estaba ahí.
Su instinto le decía que tenía alguna parte cercana a los humanos, el sonido de su sangre se lo decía, pero al mismo tiempo era como si no lo fuese y eso lo mantenía aún en la terraza.
Hizo un asentimiento sutil al escuchar el diminutivo de su nombre. Normalmente en su país la costumbre era usar el apellido por educación, sin embargo al joven ya le aburría dicha costumbre ¿no era más cómodo simplemente usar el nombre y ya? En el caso de la joven rubia no parecía haber ningún problema y eso le alegraba en ciertos aspectos, aunque su rostro no mostrará dicha emoción.
— De acuerdo, me parece perfecto no tener que usar formalismos. —Habría añadido un "lo aborrezco", pero al menos dentro de la academia actuaría como el estudiante modelo, un simple chico coreano que había conseguido huir de Corea del Sur ante la invasión de Merak. — En ese caso, es un placer, Alma. —Añadió con tranquilidad.
En silencio, observó a la joven cruzar la barandilla y posteriormente comenzar a tomar fotografías. Sí, admitía que la vista era lo suficientemente buena como para ameritar una foto, sin embargo, Dse no se encontraba interesado en ese tipo de actividades, aunque no era tan torpe o inculto como para no reconocer que era buena imágen.
Había observado tantos lugares durante su interminable viaje por Corea que podía ver claras las diferencias del lugar con sitios como Busan, Mokpo, Seoul o incluso Daegu. Pero la principal era la sencillez que poseía Rokkenjima, lo que le hacía resaltar de alguna forma desde aquella terraza.
Seguro era por el viento que muchos no iban a ese lugar y era en situaciones así en que el peli morado agradecía la frieldad de su cuerpo.
— Ciertamente, el título no es algo que me interese, pero es interesante saber es información. Y, respondiendo tu duda, sí, soy estudiante. Me he transferido hace poco también, así que compartimos algo. —El método perfecto para no llamar la atención de posibles buscadores de espías era esa, contar con una historia bien detallada y responder sin problema a todo lo que se le preguntará, mientras no fueran datos que no daría por nada del mundo.
Aunque el hecho de que Alma fuese transferida le daba cierta tranquilidad, era muy posible que ella no estuviera bien enterada aún de la existencia de Merak o de los rumores de que existían espías enemigos. Si llegaba a ser descubierto tendría que volver a su país de forma inmediata, pero eso significaría nunca enterarse de los puntos fuertes y débiles de la gente que apoyaba a Legacy. Y eso no estaba en sus planes, iba a descubrirlo si o sí.
Se había sumergido tanto en los pensamientos acerca de la academia que por una cuestión de minutos se olvidó de estar acompañado. No sabía si era porque la presencia ajena no le provocaba una alerta o porque en verdad se había visto tan inmerso en sus pensamientos que incluso el exterior le pareció demasiado irrelevante.
Si no fuera por la voz de la joven, seguramente seguiría divagando.
— Creo entonces que tendremos un problema con ello. No es que yo sea un experto "socialista". —Ciertamente, Dae podía estar acompañado de varias personas siempre, pero nunca por haberse acercado él. Al parecer una especie de magnetismo atraía a la gente a él, pues llegaban sin que él tuviera que mover un solo dedo.
Pero al contrario de lo que se podía creer, no era cercano a ninguno de ellos. Es decir, alguna vez tuvo amigos, personas a las que considero como tal, pero la inmortalidad traía aquella desventaja: ver morir a aquellos que eran mortales y seguir viviendo con esos recuerdos. DaeSung sin duda ya no había formado una amistad desde entonces.
— Así que no te preocupes si actúas raro. Posiblemente no sería capaz de notarlo. —En realidad si sería capaz de notar conductas extrañas, tantos años de vida sin duda hacían de las suyas en cuánto aprendizaje y, en lo que respecta a la personalidad, había aprendido varias cosas que podían ser útiles.
— Dime, Alma. ¿Por qué te has transferido a Legacy? Últimamente mucha gente lo hace y tengo esa curiosidad. —Preguntó, una sonrisa sutil se mostró en su rostro, pero no expresaba nada en concreto, quizás preguntar cosas podría ayudarle a descubrir más de su objetivo de una forma más sutil.
La joven de orbes azulinos que tenía ahora a un costado era una de esas pocas personas. Como vampiro, había visto prácticamente de todo ya, así que era difícil que algo le interesará, pero no imposible y la prueba estaba ahí.
Su instinto le decía que tenía alguna parte cercana a los humanos, el sonido de su sangre se lo decía, pero al mismo tiempo era como si no lo fuese y eso lo mantenía aún en la terraza.
Hizo un asentimiento sutil al escuchar el diminutivo de su nombre. Normalmente en su país la costumbre era usar el apellido por educación, sin embargo al joven ya le aburría dicha costumbre ¿no era más cómodo simplemente usar el nombre y ya? En el caso de la joven rubia no parecía haber ningún problema y eso le alegraba en ciertos aspectos, aunque su rostro no mostrará dicha emoción.
— De acuerdo, me parece perfecto no tener que usar formalismos. —Habría añadido un "lo aborrezco", pero al menos dentro de la academia actuaría como el estudiante modelo, un simple chico coreano que había conseguido huir de Corea del Sur ante la invasión de Merak. — En ese caso, es un placer, Alma. —Añadió con tranquilidad.
En silencio, observó a la joven cruzar la barandilla y posteriormente comenzar a tomar fotografías. Sí, admitía que la vista era lo suficientemente buena como para ameritar una foto, sin embargo, Dse no se encontraba interesado en ese tipo de actividades, aunque no era tan torpe o inculto como para no reconocer que era buena imágen.
Había observado tantos lugares durante su interminable viaje por Corea que podía ver claras las diferencias del lugar con sitios como Busan, Mokpo, Seoul o incluso Daegu. Pero la principal era la sencillez que poseía Rokkenjima, lo que le hacía resaltar de alguna forma desde aquella terraza.
Seguro era por el viento que muchos no iban a ese lugar y era en situaciones así en que el peli morado agradecía la frieldad de su cuerpo.
— Ciertamente, el título no es algo que me interese, pero es interesante saber es información. Y, respondiendo tu duda, sí, soy estudiante. Me he transferido hace poco también, así que compartimos algo. —El método perfecto para no llamar la atención de posibles buscadores de espías era esa, contar con una historia bien detallada y responder sin problema a todo lo que se le preguntará, mientras no fueran datos que no daría por nada del mundo.
Aunque el hecho de que Alma fuese transferida le daba cierta tranquilidad, era muy posible que ella no estuviera bien enterada aún de la existencia de Merak o de los rumores de que existían espías enemigos. Si llegaba a ser descubierto tendría que volver a su país de forma inmediata, pero eso significaría nunca enterarse de los puntos fuertes y débiles de la gente que apoyaba a Legacy. Y eso no estaba en sus planes, iba a descubrirlo si o sí.
Se había sumergido tanto en los pensamientos acerca de la academia que por una cuestión de minutos se olvidó de estar acompañado. No sabía si era porque la presencia ajena no le provocaba una alerta o porque en verdad se había visto tan inmerso en sus pensamientos que incluso el exterior le pareció demasiado irrelevante.
Si no fuera por la voz de la joven, seguramente seguiría divagando.
— Creo entonces que tendremos un problema con ello. No es que yo sea un experto "socialista". —Ciertamente, Dae podía estar acompañado de varias personas siempre, pero nunca por haberse acercado él. Al parecer una especie de magnetismo atraía a la gente a él, pues llegaban sin que él tuviera que mover un solo dedo.
Pero al contrario de lo que se podía creer, no era cercano a ninguno de ellos. Es decir, alguna vez tuvo amigos, personas a las que considero como tal, pero la inmortalidad traía aquella desventaja: ver morir a aquellos que eran mortales y seguir viviendo con esos recuerdos. DaeSung sin duda ya no había formado una amistad desde entonces.
— Así que no te preocupes si actúas raro. Posiblemente no sería capaz de notarlo. —En realidad si sería capaz de notar conductas extrañas, tantos años de vida sin duda hacían de las suyas en cuánto aprendizaje y, en lo que respecta a la personalidad, había aprendido varias cosas que podían ser útiles.
— Dime, Alma. ¿Por qué te has transferido a Legacy? Últimamente mucha gente lo hace y tengo esa curiosidad. —Preguntó, una sonrisa sutil se mostró en su rostro, pero no expresaba nada en concreto, quizás preguntar cosas podría ayudarle a descubrir más de su objetivo de una forma más sutil.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Disparó unas cuantas fotos más hasta que, finalmente, se aburrió de aquella escena y guardó su cámara para más tarde.
Inspiró profundamente y suspiró, despacio. Su corazón se sentía envuelto en una sábana de alegría. En definitiva, haberse mudado allí no había sido tan mala idea. Quizás por un año o dos sería agradable vivir como una estudiante promedio.
Levantó la mirada hacia el joven y sostuvo su cabeza en la palma de su mano. De alguna manera, él le recordaba al trato cordial y las maneras que tenían sus familiares generalmente. La familia alemana Von Himmel, antes una gran familia de terratenientes, ahora una familia más reducida que dueños de importantes propiedades y acciones en Berlín, siempre había mantenido una formalidad clásica para con sus pares. Y a ella, aunque la considerasen una bastarda, le exigían una fachada elegante frente a todo el mundo. Alma, por supuesto, aprendió a ocupar su tiempo mayormente sola, en los campos, correteando con los perros o andando a caballo. Los tan llamados modales a ella le parecían una limitación inútil, por no decir hipócrita.
Sin embargo, Dae lucía su porte amable y cordial de una manera tan bella que se encontraba fascinada por su encanto. Sus movimientos, su postura, su voz y expresiones eran encantadores. Parecían premeditados y ensayados, pero a la vez, se veían naturales en su carácter.
Parecía salido de otra época.
Con todo eso, Alma se veía tentada a provocarle con su muy común insolencia. Tenía curiosidad de si era como la gente que conocía en el ámbito familiar: una cara bonita y llena de sonrisas por fuera, con una contraparte completamente opuesta. Sin embargo, salir de esa charla informal, casi actuada, le resultaba imposible. Se encontraba tan encantada con los tratos cordialmente distantes que ese chico imponía que prefería no romper con ellos. Aún así, temía que el interés por conocerse se resumiría a una charla pasajera en esa terraza.
—Por supuesto que lo notarás— le insistió, riendo. —Ya me lo han comentado personas poco observadoras, y tú, Dae, pareces mirar todos los detalles— le comentó con un tono endulzado y amable.
Volvió su mirada hacia los tejados de la ciudad frente a ellos y, luego, hacia más allá de ellos. Estiró su delgado brazo hacia adelante, con la mano extendida hacia donde, supuestamente, se encontraría Japón. El viento, al pasar el tiempo y bajar la temperatura, se volvía más fuerte, abatiendo violéntamente su largo cabello rubio. Ante eso, ella rió un poco.
—Puedo mentir e inventar una historia genial o contarte la historia real que, obviamente, no es tan genial— dijo, divertida. —¿Te convence la idea de que "estoy buscando mi lugar en el mundo" o es muy aniñada? ¿Invento otro final?— preguntó luego, algo avergonzada. Luego agregó: —O quizás que sólo estoy huyendo—.
Lentamente, abrazó sus piernas con ambos brazos.
—¿Qué hay de ti, Dae?— le cuestionó, nuevamente entonando un tono alegre y curioso.
- off:
Perdon perdon perdon por la brevedad o sequedad de la respuesta ;_; he tenido una semana horrible u_u trataré de darte una mejor respuesta la próxima ! ^^ <3
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
Era extraño y curioso a la vez como el repentino silencio provocado no resultaba para nada incómodo. Ambos disfrutaban a su manera de la vista, Alma mediante las fotografías que hacía del escenario frente a ellos y DaeSung simplemente observando y perdiéndose entre pensamientos propios.
La vista simplemente le hacía volverse un tanto nostálgico. Miraba aquella ciudad y era imposible no pensar en todos los pueblos y ciudades por los que había pasado antes, la diferencia entre cada sitio y entre cada cierta cantidad de años, pues habían muchas casas ya modernizadas aunque no perdían el toque originario de Japón, pero sin duda en Corea le había sido muy notorio. La tecnología avanzaba a pasos agigantados en los últimos años y eso provocaba que en pocos años un sitio que pudiera ser conocido cambiase mucho.
El silencio le permitía pensar en sí mismo también y no solo en los cambios que había en la ciudad.
¿Cómo no iba a cambiar cuando tenía varios siglos existiendo? Había visto morir a gente que conoció debido a que ellos no eran "inmortales", había presenciado algunas guerras, especialmente la de Corea del sur y Corea del Norte, añadiendo la más reciente en la que Merak había logrado dominar Corea del sur. Había visto como cambiaban las costumbres, como los hábitos de la gente se acoplaban a las necesidades y él mismo había cambiado también.
La faceta del joven educado y amable en realidad era solo la falsa representación de lo que había sido alguna vez. DaeSung no consideraba que su actitud actual fuera aceptable, pero eso le daba igual, no podía ser sincero con la gente puesto que la mayoría no valían la pena, claro que su porte elegante siempre se mantenía, incluso bajo las actitudes más arrogantes que podía mostrar.
— Bueno, tomando en cuenta eso, es cierto. Pero no puedo decir si tus acciones son extrañas o no, ya que en realidad no conozco tu conducta "normal", aunque ese término sean tan poco correcto de usar. —Sí, él era creyente de que la normalidad no era más que algo subjetivo, lo que para una persona podía ser raro para otra podría resultar totalmente común o natural y, al ser ambos de culturas tan distintas, no encontraba razones para creer que la peli rubia fuese extraña.
Su cabello se movió también al igual que el de la chica, debido al largo que acostumbraba Dae a usar al menos en su fleco y la parte baja de su nuca, aunque el aire frío pasó desapercibido por él, después de todo la temperatura no solía dañarlo, a excepción de las temperaturas demasiado altas. Por eso es que el fuego era mortal para él, debido a que al ser de cuerpo frío, el calor solía afectarlo.
— Cierto, puedes mentir y estoy seguro de que en realidad no me afecta ni me beneficia en nada más allá. El mentir sería solo para beneficio tuyo, en razón de cómo te vería yo. —Comentó mientras traspasaba ahora el borde igual que la joven, aunque el manteniéndose de pie, cerca de la orilla, solo percibiendo como el aire movía su cabellera, la cual no se preocupaba en acomodar.
— Si te soy sincero, no me convence. Pero tampoco es que esté buscando tener una respuesta justo ahora, eso podría hacer que se pierda el encanto del misterio que has creado. —Comentó mostrando una sonrisa de lado, después de todo, él se consideraba una persona curiosa solo con aquello que llamaba su atención, pero tener toda la información en bandeja de plata solía quitarle lo llamativo a las cosas y terminaba por aburrirlo. — Huyendo. . . Soy más capaz de creer eso. —¿Y cómo no hacerlo cuando, de alguna forma, era similar a lo que hacía?
— Al igual que tú, podría estar mintiendo con lo que diga. —Y esa idea le provocó una sonrisa sarcástica, después de todo, tenía una falsa historia inventada sobre su vida y por qué estaba en Legacy.
— Mi país no es precisamente el mejor para vivir en estos momentos. Huir, no creo que eso esté haciendo, porque planeó volver, es simplemente buscando un cambio de aires. Tantos años ahí, lo vuelven un poco aburrido. —Aunque en realidad, su país tenía bastante cosas llamativas que aún deseaba investigar, cosas que descubrir, por saber. Pero Merak había requerido espías, gente que se escabullese en Japón, más precisamente en Rokkenjima para vigilar a sus enemigos.
Y gracias a sus dotes de actuación, lo perfecto doble cara que DaeSung podía ser y su curiosidad en Legacy, es que había llegado a dicho lugar.
La vista simplemente le hacía volverse un tanto nostálgico. Miraba aquella ciudad y era imposible no pensar en todos los pueblos y ciudades por los que había pasado antes, la diferencia entre cada sitio y entre cada cierta cantidad de años, pues habían muchas casas ya modernizadas aunque no perdían el toque originario de Japón, pero sin duda en Corea le había sido muy notorio. La tecnología avanzaba a pasos agigantados en los últimos años y eso provocaba que en pocos años un sitio que pudiera ser conocido cambiase mucho.
El silencio le permitía pensar en sí mismo también y no solo en los cambios que había en la ciudad.
¿Cómo no iba a cambiar cuando tenía varios siglos existiendo? Había visto morir a gente que conoció debido a que ellos no eran "inmortales", había presenciado algunas guerras, especialmente la de Corea del sur y Corea del Norte, añadiendo la más reciente en la que Merak había logrado dominar Corea del sur. Había visto como cambiaban las costumbres, como los hábitos de la gente se acoplaban a las necesidades y él mismo había cambiado también.
La faceta del joven educado y amable en realidad era solo la falsa representación de lo que había sido alguna vez. DaeSung no consideraba que su actitud actual fuera aceptable, pero eso le daba igual, no podía ser sincero con la gente puesto que la mayoría no valían la pena, claro que su porte elegante siempre se mantenía, incluso bajo las actitudes más arrogantes que podía mostrar.
— Bueno, tomando en cuenta eso, es cierto. Pero no puedo decir si tus acciones son extrañas o no, ya que en realidad no conozco tu conducta "normal", aunque ese término sean tan poco correcto de usar. —Sí, él era creyente de que la normalidad no era más que algo subjetivo, lo que para una persona podía ser raro para otra podría resultar totalmente común o natural y, al ser ambos de culturas tan distintas, no encontraba razones para creer que la peli rubia fuese extraña.
Su cabello se movió también al igual que el de la chica, debido al largo que acostumbraba Dae a usar al menos en su fleco y la parte baja de su nuca, aunque el aire frío pasó desapercibido por él, después de todo la temperatura no solía dañarlo, a excepción de las temperaturas demasiado altas. Por eso es que el fuego era mortal para él, debido a que al ser de cuerpo frío, el calor solía afectarlo.
— Cierto, puedes mentir y estoy seguro de que en realidad no me afecta ni me beneficia en nada más allá. El mentir sería solo para beneficio tuyo, en razón de cómo te vería yo. —Comentó mientras traspasaba ahora el borde igual que la joven, aunque el manteniéndose de pie, cerca de la orilla, solo percibiendo como el aire movía su cabellera, la cual no se preocupaba en acomodar.
— Si te soy sincero, no me convence. Pero tampoco es que esté buscando tener una respuesta justo ahora, eso podría hacer que se pierda el encanto del misterio que has creado. —Comentó mostrando una sonrisa de lado, después de todo, él se consideraba una persona curiosa solo con aquello que llamaba su atención, pero tener toda la información en bandeja de plata solía quitarle lo llamativo a las cosas y terminaba por aburrirlo. — Huyendo. . . Soy más capaz de creer eso. —¿Y cómo no hacerlo cuando, de alguna forma, era similar a lo que hacía?
— Al igual que tú, podría estar mintiendo con lo que diga. —Y esa idea le provocó una sonrisa sarcástica, después de todo, tenía una falsa historia inventada sobre su vida y por qué estaba en Legacy.
— Mi país no es precisamente el mejor para vivir en estos momentos. Huir, no creo que eso esté haciendo, porque planeó volver, es simplemente buscando un cambio de aires. Tantos años ahí, lo vuelven un poco aburrido. —Aunque en realidad, su país tenía bastante cosas llamativas que aún deseaba investigar, cosas que descubrir, por saber. Pero Merak había requerido espías, gente que se escabullese en Japón, más precisamente en Rokkenjima para vigilar a sus enemigos.
Y gracias a sus dotes de actuación, lo perfecto doble cara que DaeSung podía ser y su curiosidad en Legacy, es que había llegado a dicho lugar.
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
El tiempo en la terraza pasaba lento y rápido al mismo tiempo. Ambos se abstraían en sus propias ideas y se hacían silencios que parecían eternos, pero resultaba ser una eternidad agradable, como si alguien hubiese decidido pausar la escena para disfrutarla mejor. Por otro lado, quizás parecía que pasaba rápido por la velocidad en la que el sol bajaba, deseoso de esconderse en el horizonte y hacer de cuenta que nunca estuvo en lo alto del cielo hasta el día
siguiente. Quizás el tiempo, en algún momento entre ellos dos, había perdido importancia. Quién sabe por qué y como, simplemente se había vuelto algo presente sutilmente, casi siempre ignorado aunque pudiesen sentirlo en la piel, como el viento.
Cuando las palabras faltaban, la silbante brisa y los murmullos de los árboles, con sus hojas chocando entre sí, invadían el ambiente. Era en esos momentos cuando Alma disfrutaba tanto el silencio que deseaba poder guardarlo como si fuese una fotografía. No era buena escribiendo, por lo que no podría hacer una poesía. Tendría que bastarle con guardar el momento en la memoria.
—Ésta es mi conducta normal cuando estoy calmada— replicó con sinceridad.
Para ella era normal actuar de manera elegante ante todo el mundo, aún siendo aniñada en su forma de hablar y llena de preguntas o comentarios correspondientes a una niña curiosa. Su personalidad infantil iba con ella a todas partes, no importaba mucho su humor. La única excepción podría ser cuando estuviera triste; sin embargo, rara vez lo estaba: prefería no aceptar ese sentimiento. Mientras tanto, se comportaba con imprudencia y molestaba a quien considerase digno de enfadar para entretenerse.
Observó cómo el muchacho la imitaba, traspasando la barra de seguridad; aunque, a diferencia de ella, él permaneció de pie.
Sintió innecesario agregar de qué huía o por qué había fugado hacia la Isla Rokkenjima en vez de cualquier otro lugar en el mundo. No tenía ganas, en ese momento, de contarle ni justificar a nadie sus decisiones, por más simpático que fuese la persona. Tampoco creía que a alguien le interesaría: las personas, en general, presentan una línea de cortesía al escuchar al otro, pero lo cierto es que a nadie le importa lo que tengas por comentar. Siendo eso lo que sentía, su propio pasado era de ella y de nadie más. Por la misma razón, no presionó nunca a nadie a que le cuente su historial.
Dae, por ejemplo, sonrió de una manera peculiar. Diferente a su sonrisa anterior, presentó una sonrisa más leal a sí mismo, una que correspondía al resto de su rostro y era más verdadera. Era la sonrisa como de alguien que actúa sobre su propia persona. Aún así, siendo tan perceptiva como era la ojiazul, no le importaba si él mentía o no, o si fingía que mentía mientras realmente decía la verdad. Tampoco iba a presionarlo para que haga una declaración jurada.
—Asumo por tu nombre que tu país de origen es Corea, ¿o me equivoco?— preguntó, con tal de cerciorarse por curiosidad.
Había oído de la situación de Corea ya estando en Japón, sin embargo, consideraba que era demasiado ignorante en el asunto y prefirió no sacar ese tema. Quizás el joven ni siquiera se sentía cómodo hablando de ello, por lo que se limitó a preguntar cosas más superficiales.
—¿Cómo son los demás estudiantes aquí, si no te molesta que pregunte?—
Extendió sus brazos hacia atrás y se sostuvo de la barandilla, inclinándose hacia adelante sin temor. Sabía que, sosteniéndose, no caería. A pesar de que el viento azotaba con fuerza a esa altura, confiaba en sus brazos. Si cerraba los ojos, podría sentir, por unos instantes, una sensación similar a volar, o al menos: lo que su imaginación pretendía del vuelo. Sentía mucha calma, incluso ante el riesgo de caer.
siguiente. Quizás el tiempo, en algún momento entre ellos dos, había perdido importancia. Quién sabe por qué y como, simplemente se había vuelto algo presente sutilmente, casi siempre ignorado aunque pudiesen sentirlo en la piel, como el viento.
Cuando las palabras faltaban, la silbante brisa y los murmullos de los árboles, con sus hojas chocando entre sí, invadían el ambiente. Era en esos momentos cuando Alma disfrutaba tanto el silencio que deseaba poder guardarlo como si fuese una fotografía. No era buena escribiendo, por lo que no podría hacer una poesía. Tendría que bastarle con guardar el momento en la memoria.
—Ésta es mi conducta normal cuando estoy calmada— replicó con sinceridad.
Para ella era normal actuar de manera elegante ante todo el mundo, aún siendo aniñada en su forma de hablar y llena de preguntas o comentarios correspondientes a una niña curiosa. Su personalidad infantil iba con ella a todas partes, no importaba mucho su humor. La única excepción podría ser cuando estuviera triste; sin embargo, rara vez lo estaba: prefería no aceptar ese sentimiento. Mientras tanto, se comportaba con imprudencia y molestaba a quien considerase digno de enfadar para entretenerse.
Observó cómo el muchacho la imitaba, traspasando la barra de seguridad; aunque, a diferencia de ella, él permaneció de pie.
Sintió innecesario agregar de qué huía o por qué había fugado hacia la Isla Rokkenjima en vez de cualquier otro lugar en el mundo. No tenía ganas, en ese momento, de contarle ni justificar a nadie sus decisiones, por más simpático que fuese la persona. Tampoco creía que a alguien le interesaría: las personas, en general, presentan una línea de cortesía al escuchar al otro, pero lo cierto es que a nadie le importa lo que tengas por comentar. Siendo eso lo que sentía, su propio pasado era de ella y de nadie más. Por la misma razón, no presionó nunca a nadie a que le cuente su historial.
Dae, por ejemplo, sonrió de una manera peculiar. Diferente a su sonrisa anterior, presentó una sonrisa más leal a sí mismo, una que correspondía al resto de su rostro y era más verdadera. Era la sonrisa como de alguien que actúa sobre su propia persona. Aún así, siendo tan perceptiva como era la ojiazul, no le importaba si él mentía o no, o si fingía que mentía mientras realmente decía la verdad. Tampoco iba a presionarlo para que haga una declaración jurada.
—Asumo por tu nombre que tu país de origen es Corea, ¿o me equivoco?— preguntó, con tal de cerciorarse por curiosidad.
Había oído de la situación de Corea ya estando en Japón, sin embargo, consideraba que era demasiado ignorante en el asunto y prefirió no sacar ese tema. Quizás el joven ni siquiera se sentía cómodo hablando de ello, por lo que se limitó a preguntar cosas más superficiales.
—¿Cómo son los demás estudiantes aquí, si no te molesta que pregunte?—
Extendió sus brazos hacia atrás y se sostuvo de la barandilla, inclinándose hacia adelante sin temor. Sabía que, sosteniéndose, no caería. A pesar de que el viento azotaba con fuerza a esa altura, confiaba en sus brazos. Si cerraba los ojos, podría sentir, por unos instantes, una sensación similar a volar, o al menos: lo que su imaginación pretendía del vuelo. Sentía mucha calma, incluso ante el riesgo de caer.
- Off:
Ptss.
...
...
Los Floripondios son flores muy sensibles. (?
Invitado- Invitado
Re: εиcoитяε || Priv. Alma V.H.
La tranquilidad de la terraza sin duda hacía que el ambiente fuese algo grato, posiblemente era la razón por la cual Dae Sung se encontraba del todo tranquilo, sin necesidad de presentar una actitud arisca y tampoco una falsa y demasiado amable, esas cosas que solían agotarlo en el día.
Agradecía que el repentino silencio que se formaba entre ambos no era cortado por la joven rubia, era posible que por esa razón no se sintiera incómodo en su compañía como solía ocurrirle con algunas otras féminas de la academia que solamente buscaban tener su compañía por estereotipos y mera atracción física que pasaba a ser un tema bastante aburrido y absurdo para el surcoreano. ¿La razón? Bueno, había vivido por siglos, era totalmente consciente de que su apariencia era grata a la vista y por ello muchas mujeres le buscaban, pero eran precisamente esas mujeres las primeras que solían aburrirlo y terminaban siendo meras presas y alimento.
En cambio la joven Von Himmel se encontraba sumergida en el paisaje y probablemente en asuntos personales, así como el mismo Min se encontraba. Tal vez era una rara sincronía, en la que ambas personas no buscaban romper con dicho silencio, aunque lo hicieran en momentos, tal vez por conocer más o mera cortesía, la razón que fuera era un pretexto perfecto para no matar la conversación tampoco.
— Y por la forma de decirlo debo suponer que es una actitud poco común en tí o que pocas veces algo te permite estar en calma. —Al menos en el caso de Dae Sung se trataba de la segunda opción, solía tener poco tiempo para darse sus momentos relajados y calmantes, esos que le permitían seguir metido en el papel de un caballero, el cual escondía un demonio debajo de la brillante armadura.
Bajó sus pies podía verse lo que era la parte delantera de la academia, con algunos alumnos metiches que observaban de vez en cuando hacia lo alto, tal vez porque ambos chicos eran fáciles de notar ya que habían traspasado la barrera de seguridad y bueno, en teoría, ¿quién no iba a poder ver a un chico de casi dos metros de altura parado en el borde la terraza? Era obvio que resaltaba. Pero eso era lo de menos, a decir verdad justo ahora podrían estar contando historias de cómo muchos habían visto a un compañero con algún pensamiento suicida por estar en lo alto sin preocuparle la caída.
Rió para sí mismo, tener tanto tiempo de más podía hacerle pensar en cosas absurdas, lo cual resultaba gracioso en el sentido de que pocas veces reía por sus propias ideas o pensamientos.
La voz suave de la chica a su lado le regresó al momento, asintiendo primero como un acto reflejo, antes de abrir sus labios para responder. — Como has dicho, es así. Nací en Corea del sur, de padres surcoreanos también. —Respondió con simpleza, sin decir más que un poco más, ya que Corea se dividía en las dos zonas: norte y sur. Por suerte o no, él había nacido del lado sur, donde no había tanto conflicto como lo era Corea del norte o al menos lo había sido hasta el momento en que Gasai Yuno y si séquito habían invadido su país.
Frunció ligeramente el ceño, la verdad es que no estaría formando parte de Merak si no fuese por la promesa de que podría cumplir su venganza con los humanos gracias a ellos.
— Si he de ser honesto, la verdad en Corea del sur se estudia durante más horas, aunque claramente es extraño si hablamos de clases para el manejo de poder, eso es algo muy poco visto en Corea. Es casi un tabú. —Por eso mismo también se había acercado a Legacy, ¿quién podría creer que estaban entrenando al enemigo en su mismo territorio? Solo a Dae Sung le parecía una idea interesante y lo suficientemente arriesgada como para ser llevada a cabo por él mismo.
— ¿Y qué hay de ti? Sinceramente no estoy muy familiarizado con los países no asiáticos, así que no podría adivinar a qué país perteneces solo por tu nombre o tu apariencia. —Y es que si se lo preguntaban, por ignorancia misma en ese sentido, Dae Sung era capaz de responder que la joven que tenía enfrente era alemana o algo así, porque no se le ocurría otra cosa a la cual relacionar el cabello rubio y ojos azules.
Agradecía que el repentino silencio que se formaba entre ambos no era cortado por la joven rubia, era posible que por esa razón no se sintiera incómodo en su compañía como solía ocurrirle con algunas otras féminas de la academia que solamente buscaban tener su compañía por estereotipos y mera atracción física que pasaba a ser un tema bastante aburrido y absurdo para el surcoreano. ¿La razón? Bueno, había vivido por siglos, era totalmente consciente de que su apariencia era grata a la vista y por ello muchas mujeres le buscaban, pero eran precisamente esas mujeres las primeras que solían aburrirlo y terminaban siendo meras presas y alimento.
En cambio la joven Von Himmel se encontraba sumergida en el paisaje y probablemente en asuntos personales, así como el mismo Min se encontraba. Tal vez era una rara sincronía, en la que ambas personas no buscaban romper con dicho silencio, aunque lo hicieran en momentos, tal vez por conocer más o mera cortesía, la razón que fuera era un pretexto perfecto para no matar la conversación tampoco.
— Y por la forma de decirlo debo suponer que es una actitud poco común en tí o que pocas veces algo te permite estar en calma. —Al menos en el caso de Dae Sung se trataba de la segunda opción, solía tener poco tiempo para darse sus momentos relajados y calmantes, esos que le permitían seguir metido en el papel de un caballero, el cual escondía un demonio debajo de la brillante armadura.
Bajó sus pies podía verse lo que era la parte delantera de la academia, con algunos alumnos metiches que observaban de vez en cuando hacia lo alto, tal vez porque ambos chicos eran fáciles de notar ya que habían traspasado la barrera de seguridad y bueno, en teoría, ¿quién no iba a poder ver a un chico de casi dos metros de altura parado en el borde la terraza? Era obvio que resaltaba. Pero eso era lo de menos, a decir verdad justo ahora podrían estar contando historias de cómo muchos habían visto a un compañero con algún pensamiento suicida por estar en lo alto sin preocuparle la caída.
Rió para sí mismo, tener tanto tiempo de más podía hacerle pensar en cosas absurdas, lo cual resultaba gracioso en el sentido de que pocas veces reía por sus propias ideas o pensamientos.
La voz suave de la chica a su lado le regresó al momento, asintiendo primero como un acto reflejo, antes de abrir sus labios para responder. — Como has dicho, es así. Nací en Corea del sur, de padres surcoreanos también. —Respondió con simpleza, sin decir más que un poco más, ya que Corea se dividía en las dos zonas: norte y sur. Por suerte o no, él había nacido del lado sur, donde no había tanto conflicto como lo era Corea del norte o al menos lo había sido hasta el momento en que Gasai Yuno y si séquito habían invadido su país.
Frunció ligeramente el ceño, la verdad es que no estaría formando parte de Merak si no fuese por la promesa de que podría cumplir su venganza con los humanos gracias a ellos.
— Si he de ser honesto, la verdad en Corea del sur se estudia durante más horas, aunque claramente es extraño si hablamos de clases para el manejo de poder, eso es algo muy poco visto en Corea. Es casi un tabú. —Por eso mismo también se había acercado a Legacy, ¿quién podría creer que estaban entrenando al enemigo en su mismo territorio? Solo a Dae Sung le parecía una idea interesante y lo suficientemente arriesgada como para ser llevada a cabo por él mismo.
— ¿Y qué hay de ti? Sinceramente no estoy muy familiarizado con los países no asiáticos, así que no podría adivinar a qué país perteneces solo por tu nombre o tu apariencia. —Y es que si se lo preguntaban, por ignorancia misma en ese sentido, Dae Sung era capaz de responder que la joven que tenía enfrente era alemana o algo así, porque no se le ocurría otra cosa a la cual relacionar el cabello rubio y ojos azules.
- Off:
- Oie...
...
...
Lo de los floripondios me sorprende.(?) eue
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