Esta vez en la Academia (Gray)

No recordaba cuántos meses atrás se había batido contra el guerrero del hielo. Luego de atravesar el portal hacia Legacy todo fue muy confuso, era como si sus recuerdos se le fueran despojados. De seguro que el viaje interdimensional causó estragos en la frágil memoria de Jellal. No obstante, conversaba las cosas importantes: sus amigos de Earthland y Legacy, y también los bellos momentos que ha tenido. El peliazul apretó su puño, alzó la mirada, y solo era una cúpula con muchas estradas y banquillos, similar a la arena de los Juegos Mágicos, mas que ésta era techada y estaba a nivel del mar.

Jellal cerró sus ojos y pensó en cómo había batallado una vez con Oración Seis, y cómo lo había hecho contra la maldita bruja Bernkastel. Sí, batallas difíciles, pero ahora ya tenía mucha más experiencia, y había aprendido muchas más técnicas. Abrió los ojos y miró las estradas en donde se imaginó a Erza. Su mirada fue triste, pero al segundo fue alegre. No había por qué sentir tristeza. Meredy y Ultear se las arreglarían solas, y él mientras tanto, estaría por los peces gordos en este mundo en donde se unen todas las dimensiones.

Tenía la prenda deportiva de la Academia Legacy, es decir, un buzo azul con los colores blanco y dorado, unos pantalones blancos, y también unos guantes rojos para evitar quemarse las manos o dañar de forma muy violenta al rival. La cita era acá con Gray, pues la última vez que había luchado con él, algo los había interrumpido. ¿Qué fue? Hasta en la actualidad se lo preguntaba. Lo último que recuerda de Earthland fue una nube de color púrpura que cubría todo el cielo. Eso le consternaba, pero sus amigos de Legacy y los embates que tuvo acá en Japón, le enseñaron que todos tenemos esperanza. Sí, no había por qué temerle al futuro.

Prendas de Jellal:

— Veamos qué tal estoy. Ya me preparé, y vi muchas batallas como para saber lo que se avecina, — señaló mientras miraba al techo. Una nueva etapa, una nueva batalla, y una nueva aventura. Ahora, solo había que esperar a que llegara Gray y comenzara la función definitiva. Un encuentro que solo duraría ocho minutos, y luego irían a enfermería a constatar y tratar lesiones. A los enfermeros cabra les disgustaba esto, pero lo permitían, pues se dice que los fuegos más ardientes son los que forjan los mejores aceros. Trotó en el mismo lugar. Estaba preparado para un combate bajo cero.

Pese a no ver nada de lo que el criomante estaba haciendo, escuchaba un estruendo y pequeños temblores en la arena. ¿Qué rayos era? Eso se preguntaba Jellal, pero pronto se dio cuenta de que esos ruidos férreos venían hacia él. Un temblor más grande. — ¡¿Qué...?! — y desde abajo un montículo de algo sólido se levanta como si nada. Estaba frío, muy frío, pero su principal característica era que era algo bastante solido. ¡Demonios! El joven Fernandes logra saltar hacia atrás esquivando, pero luego otro de esos montículos aparece abajo de él y lo golpea de lleno en su pierna y hombro izquierdos.

—¡Gah! ¡Mgh! — le rajó un poco el polerón, si no tuviera esas prendas, proablemente se hubiera dejado una quemadura de primer grado, pues el "frostbite" (término médico para quemaduras no-térmicas) también daña apretando los vasos sanguíneos. — Toga no Honoo! —alzó su voz para que su cuerpo no se enfriara, y unas llamas dorados cubrieron su cuerpo, pero otro pico surgió al lado,y lo golpeó haciéndolo resbalar. Estas cosas iban a salir por todo el campo. Ni siquiera tuvo tiempo para usar la magia de fuego que curó a Natsu en su lucha contra Zero. "Piensa, Jellal", se decía a sí mismo. Miró hacia el fondo, y notó que todavía había una sección sin cubrir con los picos de hielo. — Meteor! — gritó, su cuerpo se cubrió de un halo amarillo, y con una velocidad impresionante llegó a la parte "limpia".

¡Un pico de hielo iba salir acá! El joven Fernandes, aprovechando la fuerza con que salían esos picos de dos metros de alto, coloca su pie y se impulsa hacia arriba para ver todo el campo. Gruñó. Le dolió su hombro izquierdo por causa del golpe de ese pico. — No me esperaba menos, — comentó a 10 metros del suelo. Gray lo había llenado de estalagmitas gigantes de hielo. Ahora podía ver al moreno de forma clara. — ¡Telekinesis! — el poder de mover cosas con la mente. No funcionaba con personas, pero sí con objetos, y las botas que Gray tenía puestas lo eran.

— ¡Cae! — vociferó arrancando las botas con telekinesis. No era golpe directo, solo movió algo externo a Gray. — Meteor! — y como una bala, a una velocidad altísima de 80km/h, Jellal se dispara contra el mago de hielo, estrellándose contra su abdomen. Luego, aterriza cerca de él, y de nuevo esas llamas doradas lo cubrieron. Le dolía su costado izquierdo, y si perdía calor, perdería este encuentro.