Ojo carmesí (Mizore)

Tenía sueño. Su cuerpo entero le dolía. Abrió los ojos y todo era oscuridad salvo por un haz de luz que caía y notaban su cuerpo semidesnudo. Notó que estaba amarrado y amordazado, con unas marcas de dientes en sus hombros y pectorales. No comprendía del todo lo que estaba pasando. Le era nebuloso, y el mundo le daba vueltas. ¡Lo habían secuestrado! Su corazón empezó a latirle a mil por hora. Maldición.

Estaba en una especie de habitación oscura, como en un almacén. Eso daba a pensar por el montón de cajas amontanadas y bolsas. Solo había una ventana, de la cual pudo ver las copas de algunos pinos. Estaría en un tercer o cuarto piso, pero la pregunta más grande es. ¿Por qué lo habían raptado? Usando sus propios dientes se quitó la mordaza, pero el sueño a cada segundo lo estaba venciendo. — Fire magic! — vociferó, pero su fuego era bastante débil.

Lo único que recordaba era que estaba estudiando en la biblioteca, y de pronto, todo se fue a negro. Se tenía que juntar con Mizore a tomar unos helados, luego de todo, ella estaba triste y un amigo siempre tiene el deber de animar a otros.  Sus ojos se cerraron involuntariamente. No podía más con el cansancio. Su cuepro entero le pesaba, y el piso era como si estuviera hecho de arenas movedizas. No aguantaba más. Estaría perdido a manos de su captor.

-El día había comenzado caluroso, el sol bañaba todo nuestro alrededor. La semana de la joven Yokai había pasado de mal en peor. Habia pasado un desamor mas. Se había enamorado de un patinador en hielo, pero el solo buscaba "Un revolcon" o al menos eso dijo la amiga del joven bailarin.- ahh otra decepción, para mi triste corazón... - Realmente la usuaria del hielo. se sentía sola. Deseaba la compañía de alguien, por eso toma la decisión de buscar pareja o adoptar una mascota. -

Estuvo esperando en el lugar acordado, por mas o menos 5 horas pero nada de su amigo jellal. La hizo sentir mas triste ya que quería conversar con el tratar de buscar una solución para aquellas locas ideas. El día se había nublado casi con advirtiendo de una desgracias. Se acerco a la terraza y observo mejor el cielo, gris y nublado, las brisas frías azotaban el lugar. Los truenos no tardaron en hacer acto de presencia.

No le daba buena espina la situación, Jellal era un chico responsable, el avisaría si no pudiese ir a algún lugar. Y mas cuando era el, el que me había citado a comer un helado. era extraña toda aquella situación. Comenzó a llover, después de un momento comenzó a caminar buscando a Jellal preguntando por el a cualquiera que le pasase por el lado.

— Fire magic! — otra vez gritó el peliazul y al fin pudo calcinar las amarras. Sin embargo, aunque se había liberado todavía seguía muy débil. Los párpados le pesaban toneladas, su cuerpo no lo sentía y le parecía haberse convertido en una estatua. Era como si una especie de ponzoña o algo similar atacara su sistema nervioso, porque le costaba todo un mundo moverse. Levantó la cabeza con dificultad, logró reincorporarse y ver un pasillo totalmente oscuro.

Ya podía ver donde más o menos estaba. Parecía una de esas casonas abandonadas o un depósito de suministros. Lugares olvidados del hombre, por supuesto. Se preguntó si aquí se cometían atrocidades o aberraciones similares sin que nadie supiera o tuviera una pista. De seguro que fue alguien de Merak quien lo había secuestrado. Entonces, el peliazul, a duras penas comenzó a caminar por aquel corredor, y al final de éste había una escalera enorme hacia abajo, o sea, que daba al segundo piso.

Aferrándose de la baranda, el peliazul comenzó a descender, no obstante, sintió que todo se vino a negro, lo cual comenzó a caer por las escaleras de forma aparatosa, causando un verdadero escándalo ruidos hasta azotarse con el suelo. No sentía sus extremidades, y ese estado de anestesia lo dominaba. ¿Quién estaba detrás de su abducción? Escuchó unos pasos venirse por detrás. Él estaba completamente indefenso, como un bebé entregado a los brazos de la nada. Se preguntó qué harían con él.

Intentó mover sus piernas, pero éstas solo temblaban en espamos cortos. Rayos. Si tan solo no le hubiesen inoculado ese terrible veneno ahora estaría de pie. No iba a entregarse tan fácilmente, pero poco podía hacer mientras escuchaba esos pasos cada vez más cerca.

-Una noche antes había logrado infiltrarme de nuevo a Legacy esta vez mi objetivo era un mago, Jellal, ese era su nombre, llevaba  días observando sus pasos, sus gustos, los lugares que visitaba, sus amistades, todo, todo lo había planificado con suficiente tiempo.

Esta vez me infiltre en la cocina de Legacy, como cada tarde Jellal había ido por su clásico Canada dry una bebida sabor ginger ale, al parecer le gustaba mucho, pues siempre iba por uno, así ese día llevaría un poderoso somnífero que yo misma introduje en la bebida.

Tras unos minutos de espera, el peli azul, cayó profundamente dormido, basto esperar a que cayera la noche para así en una camioneta que ya me esperaba, me trasladará junto al cuerpo inerte de Jellal a un edifcio de 4 pisos en el centro de Tokio, en un suburbio de mala muerte.

Lo dejé sobre la cama y amordacé, no tenía intención de escuchar su afeminada voz, en realidad jamás lo había escuchado hablar, pero para mí, eso era cualquiera de mis victimas. Aplique una nueva dosis de somnífero  más un veneno de efecto lento.

No sabía que haría con él así que el veneno que le puse le daba 48 horas de vida antes de que un ataque al corazón le viniera, por supuesto el antídoto estaba por algún lugar del edificio.

Un silla al fondo de la habitación ocupada por mí, observé silenciosa los intentos del iluso mago por escapar de mí, hacóa un gran esfuerzo por no estallar en carcajadas. Después de  varios intentos logró safarse y así poder salir con esfuerzo de la habitación. Su estado físico era tan endeble  y su mente estaba tan turbia que no pudo notar mi presencia en la habitación.

Entonces aquel hombre salió de la habitación era curioso verlo caminar, estando al borde de perder la consciencia, en cualquier instante caería, así que iba tras él , sin decir palabra cayó por las escaleras-

¿A dónde crees que vas? jajaja , no pensarás que puedes huir de mí ¿Verdad? si es así debo decirte que estas totalmente equivocado, ahora eres mi prisionero. -Hacía una pausa y de manera sarcástica te dirigía mis ultimas palabras- Claro mi prisionero pero no por mucho tiempo, en 48 horas estarás muerto Jellal.

Abrió los ojos de par en par. Efectivamente había alguien detrás del secuestro de Jellal. Intentó mover sus piernas, pero no le acompañaban. Realmente lo habían intoxicado de una vil y cruenta forma, y aun así, logró escuchar esa voz ufana y burlesca. Sus manos tiritaban más de la cuenta, pero logró voltearse y verla al rostro. Aunque la oscuridad imperaba en dicho lugar, podía ver muy bien su vestimenta, sus facciones, su peinado y sobre todo ese extraño ojo que ella poseía.

Podía ver que tenía las manecillas del reloj allí en vez de una pupila, mientras que el otro era de un carmesí de color sangre. Podía ver y escuchar esa sonrisa siniestra que la contraria portaba en su fina y clara faz. — ¿Q-quién d-diablos e-e-eres? — balbuceó el peliazul mientras intentaba ponerse de pie sin ningún éxito. Qué diantres le estaba pasando. Este parecía que era el fin, el verdadero fin. Jellal cerró sus ojos, y los abrió de nuevo súbitamente. No se iría así como así.

— Demonio de ojo rojo. ¿Tantas molestias te das para acabar con mi insignificante vida? — le preguntó, e increíblemente se reincorporaba colocando su rodilla en el piso, y luego levantandose, algo movido, pero siempre en una posición de guardia. —Acabas de elegir un mal objetivo. Solo soy un simple estudiante, y haré lo posible por hacerte retroceder... — puso en frente la palma de su mano y de allí una luz muy blanca apareció. — Air magic! — gritó y un viento huracanado golpeó a la gothic lolita que tenía en frente. El ventarrón era tan fuerte que hizo romper todos los cristales al mismo tiempo y se llevó consigo muebles y cables, e incluso ladrillos y tablas del mismo edificio.

Luego de eso, Jellal cayó de rodillas. Ya no podía hacer más.

-En una de mis bolsas llevaba el celular de Jellal, el cual comenzó a sonar, así que respondí, resonó la voz de una mujer-

Jajaja, bueno Jellal esta conmigo, y la estamos muy, pero muy bien - así  arrojé el celular al suelo para ponerme frente al mago de cabello azul, el cual lucía evidentemente desesperado, lo cual me causó algo de gracia, era bastante patético para ser un mago de renombre.-

Tranquilo, sabes no soy tan mala como parezco puedo asegurarte que tu muerte esta  próxima y además no te torturaré mucho es una promesa.-Esas serían las palabras de la azabache para así, dedicarle una sonrisa burlona al mago, el cual buscaba mantenerse de pie haciendo un gran esfuerzo, así como gastar su poca energía haciendo su Air magic.

Al lanzar su técnica me dejo claro que tan débil no era, la azabache no buscó esquivarla, por el contrario la recibió de manera directa en su cuerpo, así salió volando por varios metros la joven, cayendo al suelo, con mucho esfuerzo se levantó, con el rostro lleno se sangre a causa de la caída.

Una vez de pie, caminé hacia él- Sabes eso me dolió, me has dejado bastante herida, pero este dolor no se compara al que vas a recibir , este día, serás un ejemplo para Legacy. -Dije con seguridad, así tome el mosquete y a punte a mi sien, y en un par de segundos disparé, y así caía muerta frente a Jellal.

Tras esa escena, escandalosa y la "muerte de la azabache" una risa se pudo escuchar, aquellas carcajadas eran casi infantiles, por las escaleras bajaba otra Kurumi.

Jajajaj, vaya creo que te subestime, lograste lastiamarme mucho, pero no tanto como lo que yo haré- Esta vez  mi mosquete apuntaría en dirección a tu pierna, así que te disparaba en tu pierna derecha- . Será una muerte lenta, mientras espero que llegue tu amiga.- Dije mientras volvía a tomar distancia de ti-.

Un estruendo se escuchó. Jellal solo sonrió y se arrojó por las escaleras cayendo aparatosamente a los pies de alguien. El peliazul, con una sonrisa de satisfacción, si bien denotaba un dolor bastante fuerte, giró su mirada hacia arriba y pudo incorporarse a esa figura la cual no veía muy bien, pero ya sabía que era ella.

Esa sensación gélida nunca antes le había brindado tanta calidez. — Será mejor que huyamos, ya no tengo fuerzas, Mizore, — comentó Jellal al tiempo que se intentaba apoyar en ella,cruza su brazo por su cintura, y se queda mirando a la estudiante de Merak. — Intentaré escapar... te dejo a ti a esta demonesa de ojo carmesí, — le miró, le tocó el hombro y finalmente pudo escapar del edificio.

Jajajaj no tan rápido, de aquí nadie saldrá eso te lo puedo asegurar - esas carcajadas y esas palabras resonaron por todo el edificio como si fuera un eco, pero en realidad no era, el lugar estaba infestado de  chicas de cabellos negros, eran aproximadamente una veintena de ellas, todas emitieron la misma frase burlona.

Algunas de ellas alcanzarían a Jellal, en su absurdo intento por huir del edificio, cuatro de ellas se posaron a su alrededor apuntando sus mosquetes directamente a él, disparando al unísono  la séptima bala- Zakfkiel yo te invoco - murmullé, para después disparar cuatro balas-¡Zayin, Zayin,Zayin,Zayin!- dichas balas si acertaban encerrarían a Jellal, en una burbuja que detendrían el tiempo en ella, para evitar que él pudiera moverse  y así poder ser golpeado en cuatro direcciones distintas por las chicas.

-Otras seis mujeres se presentaron ante la mujer de las nieves para iniciar una pelea- Muy bien yo seré tu rival, bueno, nosotras lo seremos así que te recomiendo te alistes para morir.

No me subestimes princesa de las nieves, se nota que estas acostumbrada a tratar con enemigos insignificantes, pero yo te enseñaré lo que es una verdadera pelea, sino mueres, te prometo que aprenderás mucho...aunque estés muerta *Dije en tono burlón antes las afirmaciones hechas por la chica de hielo*

Zafkiel yo te invoco *nuevamente los clones comenzaron a surgir esta vez desde el suelo varios pares de manos sostendrían los pies de aquellos clones de hielo, mientras mis mosquetes apuntarían a cada uno de ellos disparando en múltiples ocasiones a cada uno, con la intención de hacerlos fracturarse*.

Bueno el frío y clones de hielo no son algo que podrá detenerme, así que espero puedas mostrarme tu siguiente movimiento, porque sin duda sé que puedes dar más batalla *Comenté con una sonrisa mientras intenté moverme hacia las escaleras, para comenzar a correr hacia ellas en dirección a la azotea* espero no temas y me sigas ~...

Jellal se puso a correr como alma que lleva al diablo. Sin embargo, sintió un dolor fortísimo en su espalda, como si algo se clavara en su piel y músculos. Acto seguido, estaba como en una especie de orbe, y su vista se le nublaba. ¿Qué era esto? Podía distinguir claramente que lo que sucedía en el interior de esta burbuja no estaba al compás de lo que pasaba en el exterior. Veía varias de estas tipas. No, no eran simples ilusiones. Ella tenía la demoníaca facultad de multiplicarse y que cada uno de estos clones lo hiriese de igual forma.

— ¡Gah! — vociferaba mientras era violentado por estos cuatro espectros. Ellas no mostraban compasión alguna. Es más, es como si se divirtieran azotando al pobre de Jellal una y otra vez. Tenía que salirse de esta especie de esfera, pero no...  sus movimientos eran lentísimos. Eran como si hubiera activo una cámara lenta en el cuerpo del peliazul, y también sus percepción del tiempo. Sí, eso.

Estaban jugando con el tiempo, a lo cual el peliazul gruñó de rabia, y comenzó a juntar energías de gravedad. En física, la gravedad va íntimamente relacionada con el tiempo, así que el astromago usó esto a su favor. El piso comenzó a hundirse y las maderas a doblarse. El edificio entero tembló debido a la enorme gravedad que estaba acumulando, y así se liberó de sus opresoras.

Le dio una patada a una espectro, y a las otras dos les lanzó sus poderes de aire. — Toma esto, espectro, — murmuró y arrojó a una de sus clones contra la que estaba al frente de Mizore. — ¡Congela sus pistolas! — exclamó. ¡Sí! Las fuerzas de ella provenían de sus armas que tenían dotes mágicos. Había que omitir esa ventaja que la de Merak tenía sobre ellos.