Aproximación ~ Blade of a Merchant & Heart of a Governor.

Una cita.

Claro, una cita no es lo que definitivamente esperaba como próximo avance estratégico. Aunque tampoco lo habían denominado de esa forma, cuando le preguntó a Konnosuke los detalles. - Él también venía, eventualmente. Se había colado entre las ropas del hombre, para que no le viesen extraño al subir a uno de estos locos e insanos trenes de alta velocidad que disponían en esta nación, aunque a él le fascinaban sobremanera - Y honestamente, no le molestaba que fuese precisamente con Emilia-han, aunque hace meses que no le veía. Claro, le había visto brevemente en el asalto a Corea, pero nunca lo suficientemente cerca como para poder dirigirse la palabra siquiera.

Sino el sitio que había sido escogido para la cita.

Era una sátira. Una mala, no, una pésima broma.


El Ryouma Kinenkan de Kochi, cerca del ominoso castillo de Urado. Kochi es como el gobierno posterior a la época del guerrero, decidió renombrar a Tosa, el pueblo portuario del que estaba tan orgulloso. Ahora otro pueblo era llamado Tosa, pero no era su Tosa, ciertamente. Pero, definitivamente, este era el único lugar donde Mutsunokami no podría dormir en paz. Porque el Ryouma Kinenkan, no era cualquier pila de vidrio y metal armoniosamente ensamblado.

Era ni más ni menos que el Museo Memorial de Sakamoto Ryoma. Aquel que era su antiguo señor. Aquel a quién él, como orgullosa Uchigatana, sirvió y a su lado combatió, hasta el día de su eventual muerte.

Estar cerca de él, o pensar demasiado en él, siempre le ponía algo nostálgico. Lo suficiente como para no notar la cabeza blanca de la bella elfa que dormitaba a su lado. Y vaya que era difícil. Prácticamente todos los observaban. Él, pese a ir de traje casual para pasar desapercibido, uno de estos pantalones "de mezclilla " de tela traída del continente más allá del gran océano, con una camisa blanca, enfundada en un elegante vestón tan negro como su pantalón de uso, poseía una musculatura tan compacta y definida, que hacía que él se viese realmente pequeño en aquel asiento de tren. Y el hecho de que contra su pecho sobresaliera la cabeza blanca y luminosa de aquella muchacha, les hacían plenamente notorios.

... Al menos Pack podía hacerse invisible, o si no las preguntas hubiesen corrido por todo el vagón.

Pero, eventualmente, el tren se detuvo. Dos horas recorridas a velocidad supersónica a través de 600 kilómetros para llegar a su Tosa natal, a Kochi. La vista por las ventanas era hermosa. Pero no tanto como el rostro tranquilo de la joven a su lado.

- ...Hey. Emilia-han. Emilia-haaan. ~ Ya llegamos... Hay que despertar... -

La muchacha había pasado los primeros cuarenta y cinco minutos preguntándole cualquier cosa sobre el viaje. Mutsunokami trataba de responder, recavando en sus conocimientos sobre la era, aprendidos en la ciudadela del Saniwa en aquel futuro distante, pero aún así sonaba como un extranjero que no sabía -o no recordaba- nada sobre el lugar, por lo que esas respuestas en parte eran respondidas por el boletero ocasional o la señorita de los bocadillos. Preguntas sobre el tren, sobre cómo era Tosa, sobre el Castillo de Urado. Que era una de las pocas construcciones bélicas que no vio batalla alguna, y que su palacio anterior aún permanecía intacto, como podría comprobar más tarde. Que era la joya de Tosa, y que muchas personas influyentes habían dormitado ahí. Incluso aquel al que el impresionante edificio que ahora tenían frente hacía alusión.

El Museo Memorial era elegante, blanco, con letreros azulados y la enorme estatua de bronce de Ryoma. Aquella a la que Mutsunokami quitaba la mirada con somera incomodidad. Era un armatoste increíble, de vidrio, formas rectas y curvas, y una rampa techada que parecía un pasillo interior en sí mismo. Quizá no era lo más hermoso que él hubiese visto. Pero Ryoma probablemente hubiese alucinado con un edificio así, preguntando a quién se le había ocurrido, si podía aguantar el golpe de los cañones, quizá si incluso podía volar o algo. Era un edificio de un espíritu innovador y moderno, que sería la delicia del revolucionario, si estuviese vivo. Pero ciertamente no habría punto en construir algo así si Sakamoto Ryoma aún respirase sobre la faz del mundo.

- Espero hayas soñado bien, dormilona. ~ Estás segura que quieres entrar? Podríamos ir a comer antes, o algo... -

Pero a él, le dejaba nervioso. Miles de lugares donde podía tener una cita a solas con la semi-elfa, y tenían que elegir el único que le ponía en ascuas, extrañamente intranquilo.

Tendría que ser cosa de asumir, y disimular.

Cita a ciegas, era un evento que se organizó en Legacy, Emilia decidió inscribirse, a pesar de no tener claro lo que significa salir a una, pero de igual forma, se anotó, estaba nerviosa y emocionada de saber quién sería su compañero.

Por fin había llegado el día, fue corriendo a la pizarra de anuncios, buscó su nombre en las listas, y por fin se encontró.

--Uh...Emilia...con...ajaja vaya me ha tocado con Mutsunokami, Pack, ¿Has visto eso? tendré una cita con el chico de la otra noche, será muy emocionante- La semi elfa, no ocultó un solo momento la emoción de ver que le había tocado con un conocido, además aprovecharía para aprender más de la cultura japonesa, pues ella sabía poco del lugar de origen de su amigo.

--Ya veo, estaré atento a los movimientos de ese hombre, y también a los de su macota. Porque para ser sincero, ya no me fío de los hombres, Lia, siempre te fallan, así que ahora seré mucho más cuidadoso-. Las palabras del pequeño felino, eran firmes, sin embargo, iban acompañadas de una dulce voz, que le restaba algo de seriedad a sus mensajes, pero al final, aunque tierno, Pack podía ser una gran molestia.

--Pack, tranquilo, no puedes juzgar a todas las personas por igual, ahora vamos debemos alistarnos para nuestra cita, tu serás el acompañante de  Konnosuke- Dicho eso ambos se retiraron del lugar, para seguir con sus actividades a la  espera de saber el lugar donde se verían con Mutsunokami.

Un pequeña nota había llegado a la habitación de Emilia con la hora de partida, se habían quedado de ver en los jardines, así partieron hasta la estación del tren, Pack atento en todo momento a los movimientos del hombre y su criatura, se mantuvo invisible, para evitar ser visto y manoseado por la inmensa cantidad de personas.

Por suerte habían conseguido asientos en el tren, la semi elfa, pensó en llevar su clásica chamarra que portaba en Lugunica, para evitar ser señalada o bien asustar a las personas, sin embargo, Pack le hizo desistir de la idea, diciéndole que no estaban en Lugunica, así Emilia si temor, luciría su cabello plateado por todo el lugar.

Ella no podía ocultar su emoción, Mutusnokami, le respondía todas y cada una de las preguntas que ella hacía, habló sin parar durante casi una hora, poco a poco su voz se fue apagando, hasta que se quedó dormida el resto del viaje, recargada en el hombro del caballero, que por azares del destino, una vez más, y de manera casual, se habían reunido.

De pronto, una voz conocida resonó en la cabeza de Emilia, lentamente abrió sus ojos, y todavía se puso a tallarlos e intento seguir durmiendo, pero Pack también le susurró que habían llegado.

--Emilia, llenaste de baba la elegante ropa de Mutsunkami- Eso bastó para que llena de horror y vergüenza ella despertara del todo, verificando lo antes dicho por Pack, para ver que él, le había mentido. La joven de cabellos platas, llevó su diestra a la nuca, avergonzada, miró fijamente a Mutsunokami.

--Dormí bien, lamento no haber estado atenta al camino- su mirada se desvío al gran edificio frente a ellos, era el museo del que él le habló en el camino, sus ojos parecían abrirse cada vez más.

--¡Woooow! este lugar es perfecto, podemos comer o hacer lo que gustes cuando salgamos, debes mostrarme más del Museo, quiero aprender de ti, de tu cultura, si escogiste este lugar, es porqu es importante-. La semi elfa estaba tan emocionada que no dudó en tomar el brazo del hombre, con el fin de ser guiada por él.

Esto era... Dicha? Alegría somera, ciertamente.

Hace mucho tiempo que no hablaba de esa forma con nadie. Aparte de sus compañeros en la ciudadela, claro está. Charlar con Emilia por horas y horas. De mucho, y a la vez de nada. La vida en su mundo natal, Lugnica, sus leyendas. Trivialidades de la vida. Cosas que le han pasado a ella en estos días. Cosas que le han pasado a él. El hecho de cómo estuvieron en la operación de aquella noche sin siquiera toparse.

Aunque había cuidado mucho de hablarle sobre él. Porque bueno, eso en esta situación, era inevitable. Estaban en Kochi, en el puerto que le vio asentarse. Estaban frente al hogar de los Sakamoto, o lo que había sido de él, ahora convertido en aquel inmenso pabellón de vigas de acero y de vidrio. El lugar donde se concentraban un par de verdades.

Al levantarse, Konnosuke bien saltó desde su traje y escapó por la ventana. Él los esperaría en la estación, evidentemente. Su pensamiento no parecía estar muy lejos que el de Pack. Sólo que a diferencia de éste, aún mantenía en estricto secreto el hecho de que sabe hablar, comunicarse, y desplegar paneles de datos demasiado más comprometedores por la cantidad de datos (De esta era, la anterior y las siguentes) que solía presentar. Pero respecto a Mutsunokami y Emilia, Konnosuke solía decir "Es una distracción para tu misión, Mutsunokami-san!" Aludiendo al hecho de que últimamente eran muy cercanos. Demasiado. Aún para la permisividad que se le tenía esta vez, de interactuar con los habitantes de la época.

Al bajar, Emilia le tomó del brazo, luego de comentarle su interés en aquel sitio. Aún era válido o siquiera correcto llevar a una mujer a un museo para una cita? Y precisamente a este museo?

Había algo claro: Si alguien había orquestado esta cita, era alguien que le conocía. Y que sabía qué era.

- Claro, no es que conozca este sitio... Hehe... Pero de seguro conoces tú menos que yo. -

Dijo mientras avanzaban hacia el recinto, aún con cierta porción de la multitud mirándoles con cierta curiosidad. El corredor de entrada, ascendiente y de vidrio, llegaba a un elegante lobby donde debían pagarse las entradas de admisión, y había una gran pantalla que presentaba un diorama digital con las hazañas y la historia del clan Sakamoto. Una historia de mercaderes, guerreros y revolucionarios, que iniciaron la apertura de una nación rígida y severa a las rutas navales y el resto del mundo. Tras el Diorama se podía ver la explanada del castillo de Urado.

Era como cuando el joven Ryoma solía robárselo para apuntarlo contra el paisaje del castillo, desde su residencia. Cuando era necesario entrenarse en el Bushido, en la senda de la espada.

Una mueca difícil cubrió su rostro.
Konnosuke no podía hacer más que observarle con una expresión apenada, y la cola gacha.

Sin duda Emilia estaba nerviosa, por muchas razones, para empezar  Mutsunokami era un joven por demás agradable, pero dentro de todo tenía poco tiempo de haberle conocido; sin duda a pesar que ambos eran sociables , el hecho de ahora estar en una ¨cita a ciegas¨ le ponía un poco ansiosa.

Emilia inhaló profundo, después de todo aunque no había pasado mucho desde la noche en que lo conoció sin duda se habían vuelto bastante cercanos en comparación  otras personas de la academia, se tomó el atrevimiento de tomarlo por el brazo, no podía ocultar su sonrisa mientras ambos caminaban hacia la entrada del museo.

--Luces extraño Mutsunokami-. Diría la albina, rompiendo el silencio tras la última anécdota que él había intercambiado con ella, ella sonrió pues le notó extraño, pero con cierto toque de alegría. --Bueno sin duda, tú sabrás más de este lugar que yo, no puedo negarlo; después debemos ir a comer algo, creo que sería una forma perfecta de terminar el dia ¿no crees?-. La semi elfa, parecía un poco menos tímida de lo normal, pero bueno esto era como proyecto escolar, su inocencia no le permitía entender del todo, que su actitud parecía coqueta.

Continuaron avanzando y entonces se recargó sobre el brazo de él, suspiró feliz, aliviada, por alguna razón se sentía reconfortada a su lado, una sensación extraña, pero así sentía. --Mutsunokami ¿Tú elegiste este lugar para nuestra cita?- preguntó Emilia, le seguía pareciendo peculiar y como quería conocer un poco más al varón, pues decidió jugar a la detective.