Aproximación. {Medaka}

- Phew!... Este sí es un buen lugar. Playas, sol, calor!... Y misiones. -

El hombre apenas había tenido un día para asentarse en el pueblo, y ya había tenido ciertos problemas con unas avanzadillas de los enemigos a los que estaba buscando. Pero nada que un poco de pólvora y balas no hubiesen podido solucionar. Ahora, el segundo día era simplemente una jornada de reconocimiento, tomar un bote pequeño y conducirlo plácidamente hasta aquella isla, donde el castillo de la llamada "Academia" estaba emplazada.

Era interesante saber que el castillo, tan pomposo y estrafalario no fungía como fortín, más bien como un recinto educacional, un sitio donde formar a los seres sobrenaturales del mañana. Un centro de aleccionamiento en constante amenaza por diversos enemigos. Desde empresas, colegios rivales... Y sectas extrañas disfrazadas de institutos. El de esta ocasión se denominaba Merak, y el objetivo era una simple pugna de poder. Sólo que en esta ocasión Merak entrenaba a sus estudiantes para propósitos maléficos, y estaba gobernada por una persona de dudosa estabilidad mental.

Estaba claro entonces, en qué lado buscar ayuda, porque lo más lógico es que los Reformistas apoyaran a Merak.

Y, hablando de ellos...

Las nubes se arremolinaron sobre la cabeza del hombre nada más llegar, lanzando rayos de color rojo al suelo. El hombre evitó la razia letal moviéndose hacia un lado con una barrida, pero los rayos levantaron agua y arena, y trozos de madera del bote destruido. Mutsunokami se alegró de no haber traído a Konnosuke, y de haber sido advertido de que esto pasaría.

- Jodeeer, uno no puede descansar un día. En fin, es hora de una pelea por la mañana, no? -

Pero no sería algo sencillo estando solo. Desde el foco de caída de los rayos, salieron dos sombras. Hombres semidesnudos, a pecho descubierto, de color gris, y cabezas ocultas por sombreros cónicos de paja rotosos. De entre las roturas de los sombreros, se podían apreciar ojos luminosos rojos en color de sangre. Sus piernas cubiertas por una hakama espesa de color negro. Las sombras eran miembros de la Fuerza de Revisionismo Histórico, o simplemente Reformistas, para acortar. Los enemigos capaces de manipular la historia, que los Touken Danshi como él suelen enfrentar a diario. Su objetivo, modificar la historia y arruinar al país, devolviéndolos de forma forzosa a las tradiciones, obligándolos a cerrarse al mundo una vez más.

Y por el bien de la nación, debían ser detenidos a toda costa.

- Vaya, empezamos fuertes, eh?... Supongo que no se puede evitar... -

Mutsunokami echó mano rápidamente al revólver en su cinto, y lanzó un tiro a los pies del par de demonios. Desconcertados, retrocedieron, gruñendo con fuerza para el hombre. Sabían que era el único de su estirpe en esa era, no tenían real miedo.

Y él, sabía que le superaban en número, por lo que decidió alargar las distancias. Si le daban tiempo, él los podría eliminar a tiros, eran sólo dos. Pero al estar solo y sin cobertura, no era una estrategia infalible.

O al menos no de momento.