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The Heart [con Mordred]
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The Heart [con Mordred]
[Internado Asgard, habitación... 2:37 am].
De nuevo ese escenario… el castillo Einzbern, siendo consumido. Pero está vez ella estaba siendo consumida por todo, no había nadie para salvarla, y su cuerpo no respondía. Era una simple espectadora, un fantasma que sólo podía revivir sus recuerdos, una y otra vez escuchando las orgullosas palabras de Kirei, la altiva exclamación de lo que había hecho; de que simplemente la había entrenado como un sacrificio, de cómo había arrebatado la vida de su padre a traición…
Lo recordaba perfectamente, las sensaciones, las emociones. Y ahora que lo veía una y otra vez en sueños estas sólo se multiplicaban, podía ver cómo ella (su yo pasado) cerraba los ojos, con el único sentimiento de que no podría sobrevivir, con el terror de que no podía hacer nada.
Y aquí era donde sus recuerdos se entremezclaban, el fuego consumiendo todo hasta volverlo cenizas. Y ella despertando en un sitio oscuro, escuchando todos los malos comentarios que fueron dichos a ella y a su familia.
”Tu lo causaste… siempre intentamos mantener las apariencias, pero bien sabes que las cosas no son tan fácil. Y míranos ahora, te convertiste en algo peor contra lo que una vez luchaste”.
Una sombra, su propia conciencia, recordando que ella busco ese estado, que fueron sus errores los que causaron que todo se derrumbara. Sí tan sólo hubiera tenido más paciencia su estadía en la torre del reloj hubiera sido más agradable, si ella hubiera hecho oídos sordos a las malas lenguas y acallado sus temores no estaría donde estaba. Rodeada de seres que eran más poderosos, con un objetivo que una vez había despreciado… Patético.
Sus ojos se cerraron, deseando no recordar, no ver; la despedida de su padre, mientras una cálida gota se deslizaba de su lagrimal izquierdo. Y despertó, acostada en su cama mientras tapaba sus ojos, cansada de los recuerdos, cansada de esas noches donde no podía seguir dormida. Cansada de no poder tener a alguien con quien charlar…
—Otra noche que no dormiré…
Murmuró, mientras otras gotas se deslizaban de sus ojos, perdiéndose en la oscuridad de la habitación. No era la primera vez que tenía que desvelarse sola, y tampoco la primera vez donde mordiera su labio inferior, callando los ligeros lamentos y también cómo un recuerdo de que debía controlar su ánimo lo suficiente para que tanto Mordred cómo Archer no se despertaran y vieran el estado tan lamentable en el que estaba.
”Papá… ¿estarías orgulloso o decepcionado de mi?
Su pensamiento se disolvió entre la bruma, mientras en el exterior del internado comenzaban a gotear su tristeza las nubes, acompañando a la chica en su desvelo, compadeciéndose de está. Y el viento hacía remolinos con las hojas caídas de los árboles, meciendo al mismo tiempo las ramas de estos.
De nuevo ese escenario… el castillo Einzbern, siendo consumido. Pero está vez ella estaba siendo consumida por todo, no había nadie para salvarla, y su cuerpo no respondía. Era una simple espectadora, un fantasma que sólo podía revivir sus recuerdos, una y otra vez escuchando las orgullosas palabras de Kirei, la altiva exclamación de lo que había hecho; de que simplemente la había entrenado como un sacrificio, de cómo había arrebatado la vida de su padre a traición…
”Yo asesine a mi maestro… (...) Lancer asesinala, el contenedor no debe estar necesariamente vivo”.
Lo recordaba perfectamente, las sensaciones, las emociones. Y ahora que lo veía una y otra vez en sueños estas sólo se multiplicaban, podía ver cómo ella (su yo pasado) cerraba los ojos, con el único sentimiento de que no podría sobrevivir, con el terror de que no podía hacer nada.
Y aquí era donde sus recuerdos se entremezclaban, el fuego consumiendo todo hasta volverlo cenizas. Y ella despertando en un sitio oscuro, escuchando todos los malos comentarios que fueron dichos a ella y a su familia.
”Tu lo causaste… siempre intentamos mantener las apariencias, pero bien sabes que las cosas no son tan fácil. Y míranos ahora, te convertiste en algo peor contra lo que una vez luchaste”.
Una sombra, su propia conciencia, recordando que ella busco ese estado, que fueron sus errores los que causaron que todo se derrumbara. Sí tan sólo hubiera tenido más paciencia su estadía en la torre del reloj hubiera sido más agradable, si ella hubiera hecho oídos sordos a las malas lenguas y acallado sus temores no estaría donde estaba. Rodeada de seres que eran más poderosos, con un objetivo que una vez había despreciado… Patético.
Sus ojos se cerraron, deseando no recordar, no ver; la despedida de su padre, mientras una cálida gota se deslizaba de su lagrimal izquierdo. Y despertó, acostada en su cama mientras tapaba sus ojos, cansada de los recuerdos, cansada de esas noches donde no podía seguir dormida. Cansada de no poder tener a alguien con quien charlar…
—Otra noche que no dormiré…
Murmuró, mientras otras gotas se deslizaban de sus ojos, perdiéndose en la oscuridad de la habitación. No era la primera vez que tenía que desvelarse sola, y tampoco la primera vez donde mordiera su labio inferior, callando los ligeros lamentos y también cómo un recuerdo de que debía controlar su ánimo lo suficiente para que tanto Mordred cómo Archer no se despertaran y vieran el estado tan lamentable en el que estaba.
”Papá… ¿estarías orgulloso o decepcionado de mi?
Su pensamiento se disolvió entre la bruma, mientras en el exterior del internado comenzaban a gotear su tristeza las nubes, acompañando a la chica en su desvelo, compadeciéndose de está. Y el viento hacía remolinos con las hojas caídas de los árboles, meciendo al mismo tiempo las ramas de estos.
Rin Dulce
Re: The Heart [con Mordred]
Todavía recuerda sus primeros días con Rin, su Master. No simplemente era una maga talentosa, si no que disponía de un gran corazón y una personalidad inigualable. Jamás creyó el hecho de poder divertirse en vida, de pasarla bien, sin sentirse triste por el hecho de no ser reconocida. . . pero con su master lo logró, y estaba muy agradecida por ello.
Al ser un servant, Mordred no necesitaba dormir, quizás si podría hacerlo para reponer energías. Pero tampoco es que le modifique en algo, además, si algo llegaba a pasar y se encontraba dormida, no se lo perdonaría. Archer podrá ser muy fuerte, pero no le dejaría toda la diversión.
── Noche pesada. . .¿eh? ── Hizo de su comentario un murmuro, estaba recostada contra la pared, con los brazos cruzados, estaba haciendo guardia en esos momentos, se había materealizado cuando ella estaba distraída. Desvió su mirada a lo que era el exterior, las gotas de la lluvia teñian el vidrio de la ventana.
Sólo le pudo traer recuerdos grises. Recuerdos de su época en vida, cuando aún era una pequeña que ansiaba que su papá le felicitara por su cumpleaños, por sus logros, pero que nunca pasaban.
Ah. . . Suspiró, no era el momento para eso ahora. Con pocos pasos se acercó a la cama de su master, estando ahora frente a frente.
── Master. . . ¿estás bien? ¿Necesitas algo? ── Le miró algo extrañada, algo le decía que no se sentía para nada bien.
Quizás no sea la mejor conversadora, o la mejor para brindar ánimos. Pero rin le mostró muchas cosas a ella, Mordred quería devolverle todos esos buenos gestos desde el fondo de su corazón.
Al ser un servant, Mordred no necesitaba dormir, quizás si podría hacerlo para reponer energías. Pero tampoco es que le modifique en algo, además, si algo llegaba a pasar y se encontraba dormida, no se lo perdonaría. Archer podrá ser muy fuerte, pero no le dejaría toda la diversión.
── Noche pesada. . .¿eh? ── Hizo de su comentario un murmuro, estaba recostada contra la pared, con los brazos cruzados, estaba haciendo guardia en esos momentos, se había materealizado cuando ella estaba distraída. Desvió su mirada a lo que era el exterior, las gotas de la lluvia teñian el vidrio de la ventana.
Sólo le pudo traer recuerdos grises. Recuerdos de su época en vida, cuando aún era una pequeña que ansiaba que su papá le felicitara por su cumpleaños, por sus logros, pero que nunca pasaban.
Ah. . . Suspiró, no era el momento para eso ahora. Con pocos pasos se acercó a la cama de su master, estando ahora frente a frente.
── Master. . . ¿estás bien? ¿Necesitas algo? ── Le miró algo extrañada, algo le decía que no se sentía para nada bien.
Quizás no sea la mejor conversadora, o la mejor para brindar ánimos. Pero rin le mostró muchas cosas a ella, Mordred quería devolverle todos esos buenos gestos desde el fondo de su corazón.
Invitado- Invitado
Re: The Heart [con Mordred]
—¿Mordred…?
Su voz salió más forzada de lo que espero, mientras se oía sólo como un ligero murmullo, un hilo debil y fragil de lo que era normalmente. La voz verdadera detrás de toda su fuerte personalidad, un tono débil y triste que muy pocos lograban escuchar, y ahora el único con “vida” era Mordred en esos momentos. Lentamente alzó la mirada, queriendo que Mordred observara quien era realmente.
Ella sabía que eso era patético, la gran Rin Tohsaka era ahora sólo una imagen difuminada, una ilusión de la chica que estaba detrás de la máscara. Grandes bolsas oscuras estaban bajo sus ojos, normalmente ocultas por un glamour, piel pálida en exceso, muy diferente a la habitual. Así mismo sus ojos se mostraron como son realmente: dos cianitas, pequeños orbes oculares brillantes cómo esas joyas por las lágrimas. El tono verdadero con el que había nacido hasta los 10 años que aprendió a hacer una ilusión que hacían de sus ojos más claros, más controlados. Más brillantes artificialmente, como un par de topacios recien pulidos.
—No lo estoy Mordred…
Admitió, sintiendo inexplicablemente demasiado alivio que en doce años se había negado a pronunciar en voz alta, porque era símbolo de debilidad; porque la heredera Tohsaka no debía de mostrar debilidad. Y ella se lo había repetido tantas veces cuando Kirei tomó su tutela, porque quería seguir los pasos de su padre. Al final, el creer todas esas palabras no había servido, ella había fallado tantas veces… Y en la guerra sólo se había visto débil, tonta, y sólo en eso concuerda con los estudiantes de la Torre del Reloj, pues a pesar de lograr ser coronada como la ganadora de la Quinta Guerra del Santo Grial; no había hecho nada, sólo problemas. Sólo verse como una damisela en apuros.
—¿Y como estas tu Mordred? ¿No tienes algo de lo cual hablar de tu vida?
Cuestiono, buscando que su servant también abriera un poco de su lastimado corazón sí quería, ella la escucharía. Levantándose de su cama temblorosa para colocar música en un tocadiscos que había comprado, el grande disco de 12 pulgadas siendo sostenido suavemente por sus pálidos dedos. Para colocarlo en el plato de giradiscos y ajustar el pitch, logrando que una suave melodía saliera en un tono suave y bajo.
”Chopin nocturne no. 20, in C-sharp minor op. posth…”.
Pensó, sentándose en su cama para invitar a la caballero a sentarse a su lado, mientras llevaba sus piernas a su pecho para abrazarlas, cubriendolas con su camisón de dormir. Mirando al frente, a la pared de su habitación.
Su voz salió más forzada de lo que espero, mientras se oía sólo como un ligero murmullo, un hilo debil y fragil de lo que era normalmente. La voz verdadera detrás de toda su fuerte personalidad, un tono débil y triste que muy pocos lograban escuchar, y ahora el único con “vida” era Mordred en esos momentos. Lentamente alzó la mirada, queriendo que Mordred observara quien era realmente.
” Alguien que no es fuerte, que no puede dejar de anhelar de vez en cuando que su padre estuviera allí. Abrazándola, cómo cuando era una niña y tenía pesadillas”.
Ella sabía que eso era patético, la gran Rin Tohsaka era ahora sólo una imagen difuminada, una ilusión de la chica que estaba detrás de la máscara. Grandes bolsas oscuras estaban bajo sus ojos, normalmente ocultas por un glamour, piel pálida en exceso, muy diferente a la habitual. Así mismo sus ojos se mostraron como son realmente: dos cianitas, pequeños orbes oculares brillantes cómo esas joyas por las lágrimas. El tono verdadero con el que había nacido hasta los 10 años que aprendió a hacer una ilusión que hacían de sus ojos más claros, más controlados. Más brillantes artificialmente, como un par de topacios recien pulidos.
—No lo estoy Mordred…
Admitió, sintiendo inexplicablemente demasiado alivio que en doce años se había negado a pronunciar en voz alta, porque era símbolo de debilidad; porque la heredera Tohsaka no debía de mostrar debilidad. Y ella se lo había repetido tantas veces cuando Kirei tomó su tutela, porque quería seguir los pasos de su padre. Al final, el creer todas esas palabras no había servido, ella había fallado tantas veces… Y en la guerra sólo se había visto débil, tonta, y sólo en eso concuerda con los estudiantes de la Torre del Reloj, pues a pesar de lograr ser coronada como la ganadora de la Quinta Guerra del Santo Grial; no había hecho nada, sólo problemas. Sólo verse como una damisela en apuros.
—¿Y como estas tu Mordred? ¿No tienes algo de lo cual hablar de tu vida?
Cuestiono, buscando que su servant también abriera un poco de su lastimado corazón sí quería, ella la escucharía. Levantándose de su cama temblorosa para colocar música en un tocadiscos que había comprado, el grande disco de 12 pulgadas siendo sostenido suavemente por sus pálidos dedos. Para colocarlo en el plato de giradiscos y ajustar el pitch, logrando que una suave melodía saliera en un tono suave y bajo.
”Chopin nocturne no. 20, in C-sharp minor op. posth…”.
Pensó, sentándose en su cama para invitar a la caballero a sentarse a su lado, mientras llevaba sus piernas a su pecho para abrazarlas, cubriendolas con su camisón de dormir. Mirando al frente, a la pared de su habitación.
Rin Dulce
Re: The Heart [con Mordred]
Oh vaya, realmente no se esperaba verla así. . . Una persona tan reluciente y brillante, quién desbordaba carisma, ¿era esa su verdadera faceta? No la estaba juzgando, simplemente era todo lo contrario. Su mirar se hizo más preocupante, Mordred era un tanto ruidosa en ocasiones -o en su mayoría- pero en ésta situación, simplemente podía agachar la cabeza y escuchar, escuchar lo que la maga tenía que decir. Se mantuvo atenta a cada palabra suya, su silencio demostraba respeto y la atención que le estaba brindando. ── Ya veo. . .── Hizo de su comentario un susurro, y cuando sus ojos se encontraron, sólo pudo sentir una sola cosa; tristeza.
La ajena comenzó a moverse torpemente hacia un tocadiscos cercano, reproduciendo una melodía bastante curiosa. Un piano, un ritmo melancólico, el cual comenzaba a envolver el ambiente en el que ambas estaban.
Aunque era algo agradable de escuchar, pasó a sentarse a su lado para hacerle de debida compañía. ── Algo de mi vida, eh. . . ── La rubia comentaba entre murmuros, mientras Rin estaba abrazando sus piernas, ella hizo de su pierna derecha hacia arriba, apoyando el brazo diestro encima de su rodilla. Informal, pero no sabía mucho de éstas cosas, sólo buscaba una forma de sentirse cómoda mientras intentaba hablar de eso.
── Yo. . . bueno, tampoco he estado bien en aquél entonces. La gente común tenía sus familias, hijos, hermanos, convivían en paz y disfrutaban de esos días. . .aunque fuese algo ordinario, eran personas felices. ── Ahora, bajaba su mirada al suelo, con cierta melancolía. ── Pero yo no podía elegir eso. . . Mi vida giró en torno a ser un caballero, a alguien que heredara el título de rey. Recuerdo muy bien ver esos niños felices, jugando en la calle y disfrutar un lindo día con sus padres. ──
Cerró sus ojos, al igual que su puño. ── Admiraba la persona que era, quería ser igual, incluso cuando ni siquiera se pasaba a verme. Llegué a amarle, como su título lo demandaba; mi padre. Pero. . . No creía en mi, al igual que los demás, creía que era un peón más con el que podía jugar y controlar. ──
Hizo una pequeña pausa, ahora, ocultaba entre su brazo su propia amargura y tristeza.
── Tch. . . Cuanto te odio, maldita sea. . . ── Como sería de costumbre, su personalidad tosca e indomable se hizo presente, pero a diferencia de Rin, quién parecía tener una mayor resistencia, Mordred estalló lentamente en lagrimas silenciosas.
Mordred era un caballero temido por su famosa leyenda, sin embargo, nadie se atrevió a ver más allá de eso. La verdadera realidad es que, por más complicada y fuerte que ella sea, en el interior, era frágil como un cristal.
La ajena comenzó a moverse torpemente hacia un tocadiscos cercano, reproduciendo una melodía bastante curiosa. Un piano, un ritmo melancólico, el cual comenzaba a envolver el ambiente en el que ambas estaban.
Aunque era algo agradable de escuchar, pasó a sentarse a su lado para hacerle de debida compañía. ── Algo de mi vida, eh. . . ── La rubia comentaba entre murmuros, mientras Rin estaba abrazando sus piernas, ella hizo de su pierna derecha hacia arriba, apoyando el brazo diestro encima de su rodilla. Informal, pero no sabía mucho de éstas cosas, sólo buscaba una forma de sentirse cómoda mientras intentaba hablar de eso.
── Yo. . . bueno, tampoco he estado bien en aquél entonces. La gente común tenía sus familias, hijos, hermanos, convivían en paz y disfrutaban de esos días. . .aunque fuese algo ordinario, eran personas felices. ── Ahora, bajaba su mirada al suelo, con cierta melancolía. ── Pero yo no podía elegir eso. . . Mi vida giró en torno a ser un caballero, a alguien que heredara el título de rey. Recuerdo muy bien ver esos niños felices, jugando en la calle y disfrutar un lindo día con sus padres. ──
Cerró sus ojos, al igual que su puño. ── Admiraba la persona que era, quería ser igual, incluso cuando ni siquiera se pasaba a verme. Llegué a amarle, como su título lo demandaba; mi padre. Pero. . . No creía en mi, al igual que los demás, creía que era un peón más con el que podía jugar y controlar. ──
Hizo una pequeña pausa, ahora, ocultaba entre su brazo su propia amargura y tristeza.
── Tch. . . Cuanto te odio, maldita sea. . . ── Como sería de costumbre, su personalidad tosca e indomable se hizo presente, pero a diferencia de Rin, quién parecía tener una mayor resistencia, Mordred estalló lentamente en lagrimas silenciosas.
Mordred era un caballero temido por su famosa leyenda, sin embargo, nadie se atrevió a ver más allá de eso. La verdadera realidad es que, por más complicada y fuerte que ella sea, en el interior, era frágil como un cristal.
Invitado- Invitado
Re: The Heart [con Mordred]
Esa mirada de Mordred le dió a entender que también cargaba un peso similar al suyo, en cuanto sus propios ojos color cianita se encontraron con los verdes aguamarina de Mordred lo comprendió, ese peso y tristeza era similar al suyo, y se pudo ver reflejada. ¿Qué tan irónico era eso? A veces los Master y Servant eran similares, pero muchas veces no tal nivel de similitud, de igualdad en los pesares.
No pudo más que agradecer en su corazón el respeto y atención que brindó la Servant, y sin duda lo regresaría, porque incluso sí sólo las unia un pacto de lealtad para muchos otros con los tratos "Servant-Master", no quería sólo eso. No más, incluso con Archer pudo tener sus limitaciones por el pacto. No más, ya lo había pensado y dicho una y otra vez: Mordred era su igual, su camarada y amiga.
Al principio había esperado simplemente distraerse con la música, pero después sólo había podido dejarse guiar por la música, las notas y suave melodía hasta que la rubia comenzó a hablar. La duda, la indecisión y el dolor eran palpables en la habitación, todo. Incluso las posturas en las que estaban expresaban lo que sentían: la suya era completamente defensiva, un abrazo del mundo. Mientras que la de Mordred era tensa, pero cómoda, una defensa también contra el mundo, algo que buscaba verse no tan débil y más ofensiva. Más fuerte.
"Pero él nunca te quiso… y ante el primer error que cometiste no te corrigió, no vio sus errores propios y decidió eliminarte… tsk, esto me hace sólo odiarte aún más Arturia…
No era su trabajo, no era algo que la afectará a ella e incluso no era tan similar el hecho de no ser querida por su progenitor, pero no podía evitar que la irá saliera y sus puños le apretaran de está. Mordred lo único que siempre quiso fue ser amaba por su padre, recibir una familia y cumplir su sueño de ser alguien admirable. Pero sólo recibió lo contrario, su noble fantasma demostraba eso: el casco que siempre ocultó su rostro hasta el punto de volverse uno de sus tesoros cómo espíritu heroico.
Era aterrador lo similar que podía ser sus inicios, y también cómo se pudieron encaminar al recibir el afecto que merecían, por un lado Rin era alguien con el peso de ser la heredera perfecta de los Tohsaka, alguien de perfección ante todos; por el otro Mordred tenía el peso de ser heredera legítima al trono, incluso sí no era querida. La pequeña diferencia entre las dos era que a Rin durante su corta infancia tuvo a su padre y madre para recibir afecto, lo mismo con tener una hermana con la cual nunca estaría sola. Mordred estuvo sola…
Al principio dudo, mientras bajaba sus piernas y con movimientos lentos acercó sus brazos a la Servant, envolviendola en un abrazo de apoyo, no estaba sola, y podía desahogarse lo que quiera.
—Esta bien Mordred, está bien. No estás sola, puedes desahogarte libre, estoy aquí.
Mencionó dulcemente, conteniendo sus propias lágrimas, en fin de cuentas no podía olvidar que Mordred murio siendo una niña, a una edad joven. Y si no fuera por el tiempo que fue espíritu heroico ella sería menor que Rin.
No pudo más que agradecer en su corazón el respeto y atención que brindó la Servant, y sin duda lo regresaría, porque incluso sí sólo las unia un pacto de lealtad para muchos otros con los tratos "Servant-Master", no quería sólo eso. No más, incluso con Archer pudo tener sus limitaciones por el pacto. No más, ya lo había pensado y dicho una y otra vez: Mordred era su igual, su camarada y amiga.
Al principio había esperado simplemente distraerse con la música, pero después sólo había podido dejarse guiar por la música, las notas y suave melodía hasta que la rubia comenzó a hablar. La duda, la indecisión y el dolor eran palpables en la habitación, todo. Incluso las posturas en las que estaban expresaban lo que sentían: la suya era completamente defensiva, un abrazo del mundo. Mientras que la de Mordred era tensa, pero cómoda, una defensa también contra el mundo, algo que buscaba verse no tan débil y más ofensiva. Más fuerte.
"Pero él nunca te quiso… y ante el primer error que cometiste no te corrigió, no vio sus errores propios y decidió eliminarte… tsk, esto me hace sólo odiarte aún más Arturia…
No era su trabajo, no era algo que la afectará a ella e incluso no era tan similar el hecho de no ser querida por su progenitor, pero no podía evitar que la irá saliera y sus puños le apretaran de está. Mordred lo único que siempre quiso fue ser amaba por su padre, recibir una familia y cumplir su sueño de ser alguien admirable. Pero sólo recibió lo contrario, su noble fantasma demostraba eso: el casco que siempre ocultó su rostro hasta el punto de volverse uno de sus tesoros cómo espíritu heroico.
Era aterrador lo similar que podía ser sus inicios, y también cómo se pudieron encaminar al recibir el afecto que merecían, por un lado Rin era alguien con el peso de ser la heredera perfecta de los Tohsaka, alguien de perfección ante todos; por el otro Mordred tenía el peso de ser heredera legítima al trono, incluso sí no era querida. La pequeña diferencia entre las dos era que a Rin durante su corta infancia tuvo a su padre y madre para recibir afecto, lo mismo con tener una hermana con la cual nunca estaría sola. Mordred estuvo sola…
Al principio dudo, mientras bajaba sus piernas y con movimientos lentos acercó sus brazos a la Servant, envolviendola en un abrazo de apoyo, no estaba sola, y podía desahogarse lo que quiera.
—Esta bien Mordred, está bien. No estás sola, puedes desahogarte libre, estoy aquí.
Mencionó dulcemente, conteniendo sus propias lágrimas, en fin de cuentas no podía olvidar que Mordred murio siendo una niña, a una edad joven. Y si no fuera por el tiempo que fue espíritu heroico ella sería menor que Rin.
Rin Dulce
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