¿Concibiendo devoción por un ángel? [Alexiel]

Había pasado un corto tiempo desde que tomó el rol de cuidador de Ayana mientras ésta se encontraba en una delicada situación debido a un inconveniente dentro del laboratorio; el tener que estar a su lado todo el tiempo, ayudándola en ciertos deberes y hacerse responsable de lo que le sucediera provocó que esto resultase algo agotador además de ser dependiente de una chica a la que hace poco conocía.
La cosa relevante de aquí es que para no sentirse inútil del todo, el rubio se dedicó a llevar el máximo potencial de su cuerpo, en pocas palabras: Entrenamientos en diversas áreas libres para usar su Quirk a gusto con horarios específicos para dichos ejercicios y momentos donde podía dormir adecuadamente y una comida balanceada. Esa era su rutina diaria: Comer, Entrenar y Dormir; ni siquiera prestaba atención a los cortes, raspones e inclusive leves daños de quemaduras a lo largo de sus brazos e inclusive rostro por los días en que se dedicó a susodichas actividades.

Durante una mañana al despertarse para encaminarse a su pronto camino hacia las canchas, al topar su mirada frente al espejo captó finalmente que una pequeña gota de sangre recorría su mejilla hasta deslizarse por la mandíbula y caer finalmente al suelo... ¿Qué mierda había sido eso? Pues al parecer uno de sus tantas "marcas de guerra" no cicatrizó del todo, quizá un mal movimiento provocó ese sangrado o algo así. El simple hecho de pensar que tenía que recibir ayuda médica para tratar dichas heridas le provocaba rabia, ¿Su cuerpo aún no era tan resistente como lo esperaba? ¿El duro entrenamiento fue en vano? ¿Qué carajos debía hacer? ¿Seguir en lo suyo o tratar de remediarlo?
De tan solo pensar su última experiencia con la enfermera que lo atendió a su Master y a el, le resultaba de desalentador saber si se topaba con la misma o de quién se tratase que le llamaría la atención por tales cuidados hacia sí mismo.

Sin ganas, a regañadientes y tal como había salido de su cama: Una camisa negra de manga corta, pantalones holgados azul marino y unos tenis blancos con franjas negras en los costados; se dirigió a lo que era el centro médico atravesando varios pasillos que lo condujeran hasta allí.

Una vez frente a las puertas del ya mencionado lugar, metió sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón y con su pierna diestra golpeó la entrada para que se abrirse al momento.

— ¡Vengo por una maldita venda! — Fue lo único que pudo exclamar al pasar de la entrada, no había nadie más o eso es lo que sus ojos pudieron observar hasta que se topó con una silueta extraña que se mostró en una cortina.

— ¡Oye! ¿Tú atiendes en este maldito lugar? —

« ¿Entrar así solo provocará que necesite más? ¡Me estás jodiendo, vieja! yo haré que este estúpido lugar requiera una buena mano de reparación. » Eso fue lo que pasó por la mente del rubio quién aparentemente tenía intenciones de volar el lugar en cuestión de segundos, además de que había tomado dichas palabras como amenaza, más no iba a retroceder por el simple hecho de que se tratase de una mujer frente suyo o de un costo lugar médico.

Una luz naranja fosforescente se reflejó en su palma diestra además de que un pequeño humo se dispersó el dicha, y si. Éste almacenó cierta cantidad de sudor que se produjo en su "ardua" caminata hacia aquí, ¿Era normal que lo haya producido de dicha forma y tan rápido? Quizá se las ideó en el transcurso, su mente era como bloque de acero, las ideas van y vienen dentro pero no sabía con exactitud lo que pensaba, sentía o que quería hacer.

— Cierra la boca. — Si, su manera de expresarse no siempre era la correcta ni siquiera ante sus superiores. El roce de los cálidos dedos ajenos cerca de su fría mandíbula ocasionó un ligero escalofrío a lo largo de su cuello; no le cayó de sorpresa pero tampoco fue de su agrado aquella acción ajena.
Por lo que su mano derecha estaría a unos cuantos milímetros de sujetarle del antebrazo y hacérselo al carbón... Pero a unos cuantos segundos, algo lo contuvo ¿O más bien decir "detuvo"? Si, más que un simple reflejo o sea lo que haya sido.
Nunca antes sintió dicha sensación, realmente parecía extraño hasta que finalmente recordó y que fue lo ocasionante para que parase.

« Maldito Sello de Comando... ¡Me las pagarás, estúpida enana! » Contuvo su propio Quirk, la orden era clara:
~ No herir u atacar agresivamente ni mucho menos de forma verbal tosca a nuestros aliados ~
Si, una orden tan inocente de una chica que considera bastante sumisa y torpe, ¿Quién cojones se detendría para no acabar con la vida de algún "compañero" que futuramente se podría convertir en algún traidor? El no, gracias a Ayana.

— Tsk... Katsuki Bakugou y sucedió con los entrenamientos. — Si, a fin de cuentas tenía que acceder a recibir ayuda de una desconocida que al parecer no se inmutó para nada en su anterior agresividad. Torció ligeramente la boca y giró su mirada, no quería siquiera chocar con la de ella.

— ¿Y? ¿Cuál es el tuyo? ¿Cara de Ángel? —