Encierro en el infierno [Kurumi, Alexiel]

Parecía ser un bello día; se puede percibir el cántico de las aves adentrarse al dormitorio por donde el Servant bebía su té.

— Ha estado demasiado tranquilo desde que Master salió... — Musitó tras darle un pequeño sorbo al relajante líquido, aparentemente se quedó totalmente solo ya que su Ama había abandonado el sitio durante la madrugada por una misión y claro, Arthur quería acompañarle pero ésta le negó.
¿Por qué? No lo sabía y justo cuando quería cuestionarle, la chica salió disparada a volar por los aires.
Se sintió aislado en ese momento, podía ser espectador de cómo las personas salían y entraban del edificiocomo querían,solamente tenía que estar a la espera de quién lo trajo aquí, ¿Pero para qué? Para todo tenía una cuestión, aunque debía poner su absoluta confianza en ella... Algo no le daba un buen sabor de boca.
Hundido entre sus pensamientos que se vieron interrumpidos ante la entrada de una enorme ave (águila) color marrón que le hizo entrega de una especie de "carta" y que cayó directamente en el suelo, posteriormente en cuestión de segundos aquél majestuoso animal desapareció.

Se inclinó para recogerla y así mismo abrirla, era totalmente extraño ya que contenía solamente el texto de: “Dirígete a la Roca de los Suicidios que se encuentra en la Isla Rokkenjima. Responderé a todo lo que te atormenta.”
No tenía firma del remitente, fecha o lugar de donde provino y la única pregunta a dicho momento era...

« ¿Debo asistir? » Resumen prácticamente a las tantas incógnitas, las órdenes de Alexiel fueron que no le siguiera, pero no el salir. ¿Desobediencia? Probablemente, pero "Responder a todo" ¿Qué exactamente?

— Perdóname por lo que haré, Master. — Fue lo único que salieron de sus labios, segundos después su grisácea armadura y capa azul marina con decoraciones en amarillo se proyectó encima suyo.
Dió los pasos para acercarse a la puerta y tocar la perilla de la misma con la yema de sus dedos, se giró por última vez para observar lo que dejaba atrás suyo y la carta en la mesa a un costado de la cama, obviamente regresaría a la espera del ángel pero habría de no tardarse o tendría severos problemas. Desaparecería, abandonando el mundo humano y regresando al de los espíritus (o en pocas palabras ocultando su presencia).

Pasado unos minutos, llegó al lugar acordado donde no había nadie. ¿Una broma? Quizá.
Se puso al frente del límite del enorme abismo, agachó su mirada para ver la "profundidad" pero no, una especie de neblina cubría el frío ambiente.

— No necesito un ataque sorpresa y agradecería si mantuvieras tu distancia de mi. — Si, había escuchado unos pasos y sentir la presencia de energía de la persona detrás suyo
¿Quién era? Eso estaba por verse.

Habiendo llegado al castillo, aterrizó en el techo del lugar guardando sus alas y disponiéndose a entrar a sus aposentos, a pasos tranquilos llegó a su destino, sabiendo como era de glotón su nuevo compañero, llevaba algunos alimentos que había decidido recoger de regreso, sin embargo, la habitación se encontraba completamente vacía, y aquel rubio que esperaba ver ya no se encontraba por ningún lado, pronunció su nombre tres veces, sin embargo éste no contestaba, fijó sus cristalinos ojos en la mesilla y una taza de té a medio terminar se encontraba en el lugar junto con una extraña carta, con un frío gesto en su rostro, tomó el documento entre sus manos y lo leyó creyendo que era para ella, sin embargo la sorpresa se notó en sus ojos al leer que el remitente era para Arthur.

Leyendo el extraño contenido los pensamientos comenzaron a invadir su mente en incógnita.

—¿Todo lo que le atormenta? ¿A caso tenía inseguridades?

Observando con mayor atención la carta pudo notar la letra que la llenaba… Sin duda debía tratarse de alguna treta de aquella persona…. Kurumi, al parecer no habría tiempo para descansar ni curar los por menores de la anterior misión, su nuevo compañero corría peligro y no dudaría en ir a ayudarlo por cualquier medio, acercándose a la ventana se lanzó por ésta y antes de impactar contra el suelo desplegó sus alas comenzando el vuelo a toda velocidad camino a la Roca de los Suicidios.

* Kurumi Tokisaki había extendido una red de espionaje por los alrededores de Legacy y Merak, con la intención de recopilar información sobre todo incluso aquellos que podían ser sus aliados. Así uno de sus informantes notificó a la joven pelinegra, sobre un descubrimiento por demás interesante. Le confirmó la aparición de espíritus en Legacy y también que éstos se vinculaban con los miembros de la academia mediante contratos mágicos de sirviente-maestro.

Kurumi era una mujer astuta, desconfiada, sagaz y con un profundo odio por la humanidad y sus héroes. Sabía que esa información que le fue entregada, podría poner en riesgo e incluso frustrar los planes de Merak , así que no había tiempo que perder, era momento de idear un plan y romper la falsa paz de Legacy.

Se dirigió a las inmediaciones de Legacy, en busca de aquellos que podrían poner en riesgo su misión. En el camino uno de sus clones habría de ver en la lejanía el rostro de la mujer alada, que Yuno le mostró en la misión, la azabache suspiró y la dejó pasar, no era prioridad acabar con ella ... no por ahora.  Así Kurumi conocería, o mejor dicho, vería a un joven rubio el cual habría de ser señalado por sus espías como una de las entidades espirituales que recién aparecieron en la academia.

La pelinegra dejaría una carta, concertando una cita con él, justo en la roca de los suicidios  . Había llegado el día y la hora pactada uno de los clones de Kurumi estaba oculta entre dos enormes y gruesos árboles y escuchó la voz de varón; entonces ella sonrió triunfal y se relamió los labios.

¿Acaso ella iba a pelear con él sin conocerlo? ¿Era tanto el ego de Kurumi, que le llevó a pactar un encuentro sin más interacción con el enemigo? La pelinegra por fin saldría de su escondite ¿Cuántos clones de ella había en el lugar? Eso era imposible de definir, pues el poder verlos dependía de lo peligroso que pudiera resultar el encuentro.*

Tranquilo, que no te he citado aquí para atacarte, de hecho quisiera charlar *  La fémina caminaría rodeando al rubio, recorriendo cada centímetro de él, memorizando su ropa, su cuerpo y cada detalle posible* soy Kurumi Tokisaki. Los rumores dicen que eres un sirviente ¿Es eso verdad? Porque de ser así, creo que es mi deber abrir tus ojos, guiarte a la libertad y enseñarte que desperdicias tu tiempo de esclavitud con el bando equivocado.* La sonrisa de Kurumi era tranquila al igual que su mirada, y así espero su respuesta.*

— No estoy en disposición para ofrecer información de mi persona u otras. — Replicó con seriedad para su contraria a quien observó con cierto toque de enojo por la manera en que lo rodeó y miró con interés como si se tratase de algo valioso.
Arthur no mostraba confianza en ella o siquiera del lugar debido a la extensa neblina que le rodeaba ya que todo podía pasar allí: Desde una discusión por las curiosidades que llevaba internamente hasta un enfrentamiento a muerte entre ambos protagonistas.

El Pendragon se alejó del borde caminando de forma lenta sin despegar su mirada de ella por encima del hombro quedando a espaldas para confirmar sus sospechas... No estaban solos aunque quería seguir con su actuación del desinteresado e ingenuo del peligro abundante.

— ¿Cómo puedes asegurar eso? Ni siquiera el más poderoso ser que posee todo podría llegar a tener respuestas concretas de su existencia. — Musitó tras bajar la mirada decepcionado y no, no por Kurumi. Si no por si mismo, ¿Cómo había acabado en tal situación?
¿Por qué buscaría respuestas en otro lugar y no de Alexiel?

« Lo único que desearía es saber el por qué de mi invocación si no hay existencia de alguna guerra por el Santo Grial... Además, ¿Qué utilizó como catalizador y cómo lo obtuvo? » Se detuvo a reflexionar, parecía congelado en la misma historia.

— Pido de la mejor manera saber tus verdaderas razones detrás de tu invitación a este lugar. — Un aire de forma pesada salió de sus labios: Un suspiro agobiado.
— Aunque estoy en la duda de que lo hagas de aquella forma. —

*El camino era algo largo, muchas dudas comenzaban a llenar su mente ¿Por qué Arthur habría decidido hacer caso a las palabras de alguien que no conoce? Quizá sólo había decidido ser precavido y ver por sí mismo de quién se trataba, aun así, ella sentía que debió de esperar, o simplemente ser más directo respecto a sus dudas, aunque también admitía que no le había dado el tiempo requerido para sentarse a platicar como era debido.

El clima pronto comenzó a cambiar drásticamente, todo parecía indicar que se acercaba al fatídico lugar del encuentro: La Roca de los Suicidios, inclusive el nombre le causaba repulsión, sólo un ser de tan retorcida mente como Kurumi sería capaz de concertar una cita ahí. La temperatura comenzaba a bajar y el ambiente se volvía ligeramente pesado, la neblina tapaba la vista y poco era lo que lograba distinguirse, sin embargo, a la distancia logró reconocer dos siluetas, una de ellas era Arthur y sus anteriores sospechas se habían confirmado al ver que la segunda era de Kurumi, parecían tener un ambiente serio, ahora todo estaría a punto de cambiar, ella conocía muy bien a la azabache, así que sabía perfectamente que jamás andaba sin sus clones, menos cuando de sus travesuras se trataba, sin bajar la guardia, creó una defensa imperceptible alrededor de su cuerpo.

(Esta vez no pienso caer en tus trucos Kurumi, tienes que escarmentar por meterte con mis amigos).

El inexpresivo rostro del ángel no cambio un solo instante mientras de su índice derecho comenzaba a brotar una pequeña luz blanca con chispas de energía pura a su alrededor, tomó un poco de aire y alzó la voz para que los presentes lograran escucharla.

—Vaya, vaya Kurumi, veo que como siempre estás muy bien informada de lo que pasa en Legacy, me temo que la persona que está contigo es mi compañero, así que te recomiendo dejarlo en paz o no me temblará la mano para hacerte escarmentar. . .

Muy lentamente una muy pequeña y ladina sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios, aquella esfera seguía creciendo de la punta de su dedo, fijando sus ojos y su puntería hacia Kurumi se preparaba para disparar, sabía lo bajo que ella jugaba y si tiraba podría usar al mismo Arthur como escudo, así que esperaría a que él se moviera para poder disparar.*