O, Fortuna! Un caso de corrupción y magia negra (Edmond)

Jellal había recibido una misteriosa llamada. La voz de una mujer bastante alarmada que pedía por auxilio. Su dirección era una imponente mansión a dos kilómetros de la alcaldía, en el barrio de los millonarios. ¿Por qué una niña rica pediría ayuda? Que lo solucione con plata. No, no todo se soluciona con el sucio dinero. A veces debes pagar con tu alma.

La muchacha que pidió ayuda se llamaba "Arielle Sforza", de una familia aristocrática y corrputa proveniente de Italia y que manejaba múltiples negocios en Japón. Era una noche oscura como las fauces de un lobo, con una luna amarillenta bloqueada por estratos negros. Un firmamento que presagiaba algo maligno, como si esta se noche el tiempo se detuviera a las tres de la madrugada y el reino de las sombras se tornara vivo. De pronto vio a unos hombres con unas pistolas en el portón de la mansión.

"¡Déjanos pasar, maldita muchacha! ¡Los Sforza no permitiremos que hagas lo que quieras!"

Jellal, a un paso rápido se acercó a ellos y vio cómo eran estos sujetos: con ternos y corbatas de colores estrafalarios y sombreros. ¿Mafia? De su mano salió una gran flama de color azul, y mencionó con una voz bien profunda, — Dejen de molestarla o lo lamentarán, — los hombres se enojaron, le insultaron con fuertes palabras, se fueron a su automóvil que parecía de los años 50 y se fueron. El peliazul esperó a que se hayan marchado lo suficientemente lejos. Saltó la valla y llamó al timbre. — Vengo de la Academia Legacy. Esos hombres ya se fueron, Arielle, — la puerta se abrió automáticamente y el joven accedió.

Por dentro era una mansión bastante lujosa, pero no había nadie. Fernandes solo venía con una mochila, con unos refrescos para pasar la noche con ella y así protegerla de su familia de mafiosos. Abrió la puerta, y pilló a la chica, la cual se apuró a abrazarlo y llorar en su pecho. Jellal solo colocó su mano sobre su cabeza para acariciarla. — Ya estoy aquí, tranquila. Nada te va a pasar, — comentó. ¡No obstante! Sentía que alguien había en esa misma habitación. ¿Un espíritu sombrío?

Es mejor ser amables. Sacó de su mochila dos pequeñas botellas de cerveza y se la extendió tanto como a la chica -que ya debería tener 20 años- y también a ese misterioso sujeto. — ¿Un trago? — preguntó. ¿Por qué la familia Sforza quería acabar con Arielle? Además, se percató de que en toda la mansión habían pentagramas, calaveras de madera y también cruces invertidas. ¿En qué mierda estaba metida su familia? ¿Cuáles eran sus negocios? ¿Por qué querían matarla?