Flamas mortales [Dabi]

Hace cuatro años

Érase una bella pradera de césped alfombrado por doquier, con bellos cerros verdes y árboles sobre sus cimas. Una brisa tibia soplaba en dirección sur. Es decir, las algodonadas nubes se iban disipando cada vez más. Eso anunciaba la inminente llegada de la primera, a la cual Charlotte evocaba dulces recuerdos que ella escudriñaba en su corazón, aunque éste fuera biomecánico. Sí. Ella era un mar ebullente de emociones.

Los cabellos rubios de la francesa volaban libremente con el viento. Sentía como si en cualquier momento ella pudiese volar, como convertida en brisas de olor de menta. Una sensación de hormigueo nacía de su piel, al ver ese magnífico monumento. ¿Era de verdad la leyenda de la tumba del dragón? Mientras sostenía la mano de Dabi, le dió un pequeño tirón para llamar su atención - ¿Aquí es donde nace la leyenda del Dragón de mal y el fuego azul? - interrogó con un brillo perenne en su poder de ojos violetas.

Le soltó de la mano para correr cerro abajo a lo que parecía ser una circunferencia hecha de concreto con obeliscos a su alrededor. En el centro de dicha tumba había una flama azul. - ¿Será esta la flama maldita que causa incendios? - y una siniestra leyenda estaba atada a esta flama azul, pues se decía que todos los sábados había un fantasma dragón y causaba desgracias con respecto a incendios. Charlotte solo se quedó mirando fijamente la gigantesca tumba.

Hace cuatro años.

Cuando Dabi, era aquel pelirrojo, con su piel intacta y sin intenciones malignas para hacer, sino la intención que le inculcó su padre. Aquel chico, se encontraba con aquella chica que en ese entonces era su novia, era bastante linda para aquel pelirrojo, cosa que hizo que se enamorara perdidamente de ella.

Estaban tomando de la mano, caminando en un pequeño bosque, el cual casi nadie visitaba, pero era hermoso. La primavera se acercaba, Dabi bien sabía que a Charlotte le encantaba aquella estación del tiempo, escuchaba con atención lo que ella le decía, sobre aquella increíble historia.

ㅡ Nunca escuché sobre eso... ㅡ

Dijo, al ver como está lo soltó y corrió hacia aquel lugar colina abajo, Dabi la siguió hasta quedar en aquella gran tumba, donde aquella llama azul que relucía más que cualquiera se encontraba, la curiosidad de el chico era inminente, ¿Y como no? Aquel fuego solía ser bastante curioso.

ㅡ Vaya... ㅡ Se quedó sin palabras en aquel momento.

Una mezcla de diversos sentimientos se fusionaban dentro del corazón de la rubia. Sabía que este lugar era contado como algo de mal presagio, y que una maldad pura moraba en este lugar de fuego y piedras. Sin embargo, también tenía una buena vibra, o quizá era esa engañosa seguridad que le era proporcionada por su novio. La vida a veces nos ofrece una falsa protección. Quisiéramos saber que nada malo puede pasar, y Charlotte jamás se imaginó lo que esa sombría noche iba a presenciar.

Se sentó en unos de los bancos que estaba por allí cerca, y le mostró a Dabi un paquete de galletas con una sonrisa tímida. - Te traje las que más te gustan - señaló la rubia, y se estiró. Estaba algo cansada de caminar, y la verdad es que lo único que tenía en mente era estar en plenitud con su pareja. Disfrutar del ahora.

Pasaron las horas como una rauda cascada, y la noche llegó. El aire se puso más helado de lo habitual, no obstante, la flama azul que estaba en el centro de la tumba irradiaba algo de calor. - Me pregunto si es que esa llama que nunca acaba en realidad viene de una fuente de gas, - y era la opción más razonable. Después de todo, muchos monumentos traían llamas que nunca se apagaban gracias a conductos de gas y elementos de combustión continua. Se abrazó a Dabi, y puso una de las galletas en su boca. Se quedó mirando esa enigmática flama azul.

De pronto, se escucha un grito desgarrador...

Aquel pelirrojo, estaba con aquella chica que rondaba su sueños, su pareja ideal, todo iba perfecto, aún estando en aquel lugar tan peculiar, pero, algo en él no estaba bien, sentía como si aquella flama y él hubiesen hecho una clase de conexión, era bastante raro, sentía como si alguien lo vigilara, decidió no tomarle atención y seguir pasando aquel hermoso día con su chica.

Escuchó un crujido, como si de una bolsa se tratase, al ver en dirección de donde provenía el ruido, pudo notar como la chica llevaba un paquete de galletas que al chico tanto le fascinaban, por lo que dió una sonrisa leve y se acercó dándole un leve apapacho, luego, la siguió hasta aquella banca, donde estuvo sentado con la chica bastante tiempo, mientras que está le daba aquellas galletas en la boca. Seguía sintiendo aquello raro en su interior, tenía un mal presentimiento.

Luego, escuchó lo que mencionaba la chica, a lo que respondió musitando. ━ Parece ser que sí, pero, no sabremos si lo averiguamos.━ dicho aquello, el chico sonrió y decidió darle un suave beso en la frente a la chica, se separó al instante al escuchar un grito, cosa que lo alarmó y tomó la mano de la chica con fuerza y dijo. ━ ¿Que fue eso?... ━

Al ver a aquel terrorífico dragón salir de la superficie de la tierra quedó en shock, pero, tampoco quería que algún daño le ocurriera a la rubia que en ese entonces era su novia, por lo que corrió apartándose de ella, al estar en un lugar alejado, volteó su mirada hacía donde estaba la chica y le sonrió por última vez, luego, con una rapidez inmensa aquel dragón se acercó a él, luego una gran llamarada fue soltada por dicho animal y Dabi perdió la conciencia junto con su memoria.  Al volver a despertar, pudo ver a gente que ni siquiera conocía a su alrededor, Dabi permanecía acostado en una camilla, sentía su cara algo adolorida, por lo que pasó sus manos delicadamente por sus mejillas, notando aquellos pedazos de metal que aferraban una piel diferente a su piel.  "¿Que me sucedió?"  Pensó el azabache, sin embargo, no rechazó dicha apariencia.


Unos años después.


El azabache se encontraba en la, ahora vencida, academia Legacy, conviviendo con los estudiantes de dicha academia, no había tenido alguna amistad con alguno, solo con su compañera de su trabajo anterior, los demás eran irrelevantes para el ojiazul, mientras que caminaba pudo sentir la presencia de alguien más detrás de él.


Mientras que caminaba con las manos dentro de sus bolsillos, decidió voltear un a ver hacía atrás, notó que era una chica rubia, luego, se detuvo y se volteó viendo fija y directamente a la rubia mientras que esta se dirigía a él, luego decidió hablar.  


- ¿Me estás siguiendo? - dijo.