Ahogado en aguas turbias (Juvia, Neji)

Ayer

Érase una caverna de color gris oscuro con un aroma a azufre que saturaba el olfato de cualquiera. Bastante amplia y con estalagmitas de diversos tamaños. Calculaba que más o menos era del tamaño de un campo de fútbol de ancho, y su sendero arenoso y negro se extendía hasta un fondo en donde el magma salía a chorros. Un panorama dantesco que evocaba al mismo infierno. Y la verdad es que dicha suposición no estaba tan errada del todo...

¿Qué le había pasado a Juvia? Recordaba que estaba adentrándose en este lugar tan avernal, hasta que de pronto vio cómo los ojos de la maga de agua habían cambiado por completo, y su sonrisa sarcástica se amplió. Y entonces, todo se vino a negro...

Jellal estaba herido. Algo le sucedía que no podía usar sus poderes al 100%, y eso era motivo para salir de allí y pedir ayuda.  Se acordó de la promesa que le hizo a Erza. Que Jellal nunca más iba a luchar solo, y eso es lo que honraría para luego quitar a Juvia de esa posesión. Hasta que finalmente pudo escapar y dormir en las afueras.


Hoy

El peliazul todavía se encontraba herido. Un hilo de sangre le recorría su frente. Se hallaba escondido en las afueras de esa oscura caverna. A juzgar por los incipientes rayos del sol que aclaraban en algo al cielo, sabría que faltaría una media hora para que amaneciera.

Entonces, escuchó unos pasos y se puso en posición de defensa.

○ Neji Hyuga, un jonin de una aldea oculta, un ninja que emprendió una partida, en busca de su destino, en búsqueda del cómo cambiarlo. Aquélla aventura le había llevado a estar varado en una isla, ideal para entrenar lejos de toda molestia, con una fauna tropical y una vegetación ideal para llevar un adiestramiento moderado y equivalente a la meditación que necesitaba.

Aquélla madrugada, peculiarmente tenía planeado entrenar con el Byakugan, ya tenía un tiempo de poder usarlo sin la necesidad de sellos. Apenas su visión de incrementaba y fueron evidentes dos ¿sujetos? el chakra que desprendían era inusual, aunque de uno de ellos desprendía una energía elemental, ¿agua tal vez?.

De cualquier manera, era inusual tener invitados en el lugar, menos invitados con la capacidad de alterar el ambiente.

[...]

Ya había pasado más de media hora, aproximadamente eso calculaba el joven genio, según su byakugan, el más extraño de los dos foráneos se encontraba descansando, unos cuántos metros antes de llegar a la boca de la cueva paró su apresurado trote, giró sus pálidos ojos de un lado a otro, aunque no se había detenido a descansar, su cuerpo no mostraba mayor desgaste. Tras apenas unos minutos de andar, pudo ver a aquél personaje, un chico de cabello azul que trabajosamente se movía, aún así, al acercarse más, el extrañó optó por una pose defensiva.○

● Estas preparado para pelear, pesé a tú precaria apariencia, eso significa que no hace mucho has tenido otro combate, ¿es eso la otra presencia que encontré hace un rato?. -sin temor a la oposición que este pusiera, Neji se acercó, cauteloso pero firme hasta estar a un corto metro del peliazul.- No tengo intención de pelear con alguien el clara desventaja, pero eso... ¡lo decides tú!. -su postura cambió, optó por una postura básica de ataque/defensa de palmas abiertas, así mismo, en sus ojos nuevamente se reflejaron sus venas dilatadas, la energía que aquél chico desprendía era inusual incluso estando cerca, ¿a que se debía?...

Noches atrás había tenido sueños extraños, una entidad maligna la llamaba en sus pesadillas, era obvio que despertaba asustada. ¿Qué significaban esas pesadillas? Su mente vagaba tratando de encontrar algo que resolviera sus dudas, estaba mas distraída de lo habitual, como era de esperarse no podía conciliar el sueño, las noches de desvelo hacían crecer su inestabilidad y ansiedad. Optó por Salir de la Academia, otra pesadilla la despertó. Caminó por los alrededores del bosque a media noche, algo la volvía a llamar. Cruzó entre los frondosos árboles hasta llegar a una caverna. Una caverna oscura y sombría de la cual se alcanzaba a apreciar algo brilloso al fondo. Se adentró en ella siguiendo esa luz, conforme se acercaba podía sentir una fuerza parecida a aquella que la hacía despertar, aquella de sus pesadillas, la responsable de sus noches de agobio e inquietud.
En una de las piedras, justo al final de la espeluznante caverna se hallaba una clase de anillo con una piedra preciosa de un color carmesí, era eso que brillaba a lo lejos. ¿Qué hacía algo tan bello en un lugar así? Justo a lado también había una especie de cuchillos con forma rara y una corona.
Tomó el anillo el cual no perdía su resplandor, se sentía aliviada, quizá todo era producto de su imaginación.

─ Esta todo bien, Juvia tan solo tuvo malos sueños. ─ se dijo a si misma mientras veía el objeto.

Objeto que colocó en su dedo índice. ─ Es tan bonito. ─ susurró.

Sus ojos alcanzaron a notar algo escrito en la piedra. ─ ¿Hmm? Pri… prince the ri… ripper. ─ leyó en voz baja.

Ya se habia dado cuenta del significado de esa frase, asombrada y confundida intento retirar el anillo cuando de pronto la luz que emanaba comenzaba a hacerse mas vivaz. Juvia entró en pánico, sus intentos por quitar ese objeto fueron en vano.

─ Ushishishi ─ dijo alguien, una voz masculina que provenía del anillo.

La peliazul abrió los ojos aterrada. ─ ¿Quién es…? ─ preguntó viendo a su alrededor y de nuevo al anillo.

─ Soy un príncipe. Belphegor, prince the ripper. ─ dijo aquella entidad.

─ ¿Eh? De-Debe ser otra imaginación… ─ musitó la peliazul.

─ ¿Fuiste tan tonta para ponerte el anillo con mi espíritu sellado en el? Los plebeyos sí que son ingenuos, pero no importa, tomare tu cuerpo y así volveré a ser libre, ushishishi. ─ dijo aquel hombre y finalizó su frase con una risa extraña.

Su desesperación aumentó, intentaba quitarse el anillo, sin embargo fue inútil, aquella fuerza comenzó a desprenderse y rodeaba el cuerpo de Juvia, estaba mas asustada, su cabeza daba vueltas, gritaba y se resistía pero poco a poco perdió el control total de su cuerpo. Sus gritos desgarradores asombraron a un peliazul que había presenciado toda la escena. Jellal, quien siguió a la maga de agua desde la Academia, se quedó pasmado.

Ya con el control sobre el cuerpo de la mujer de cabellos azules, se percató de la presencia del joven.

─ ¿Vas a entrometerte? Ushishishi, da igual, tendré que matarte de todas formas. ─ dijo Belphegor que ahora poseía el cuerpo de la inocente maga. Tomó los cuchillos y se abalanzó violentamente hacia el peliazul. Aquel ataque tomó por sorpresa a Jellal. Unas cuantas gotas de sangre hicieron eco al caer al suelo, Juvia… o mas bien “Belphegor” clavó con brutalidad uno de los bisturíes sobre el brazo del mago y acto seguido intentó herirle en el rostro, pero Jellal fue rápido y esquivó el ataque, aunque la punta filosa del cuchillo alcanzó a rozar su frente, de la cual comenzó a correr un poco de sangre.

En el rostro de Juvia se formó una sonrisa maniática. Jellal escapó rápidamente, no podía enfrentarse solo a esa monstruosidad, sobre todo, algo impedía usar su fuerza.

─ ¿Huyes? Ushishishi, perfecto~ si hay algo que me gusta, es que mis presas tengan una lenta y dolorosa muerte. ─ dijo Belphegor sin borrar su sonrisa del rostro de Juvia, observando como el peliazul huía.

─ Ushishishi, un príncipe no puede salir al mundo exterior sin su corona ─ dijo Belphegor, caminando directo hacia donde estaba la corona, tomándola y poniéndola sobre la cabeza. ─ Eh~ que fastidio de cuerpo ¿Por qué tenía que ser una mujer? Bah, que mas da, pronto encontrare otro, uno más fuerte y que no sea una chica. ─ dijo con voz fastidiada. ─ Bien, ahora vamos a comenzar la cacería. ¿Dónde está ese idiota? Sí que corre rápido. ─

Salió de la caverna y observó a su alrededor, había pasado años encerrado en ese anillo, pudo sentir el viento golpear sobre el rostro, sentía satisfacción de al fin estar libre.

─ ¿Dónde estará? ¿Ah?─ vio hacia abajo y notó claramente las manchas de sangre, estas indicaban el camino que tomó el peliazul. ─ Ushishishi, es una lástima. ─ a paso veloz y con los cuchillos en mano fue siguiendo las manchas de sangre, ya casi amanecía, le tomó varias horas encontrar el paradero de su presa, hasta que lo vio, pero no estaba solo, lo acompañaba un chico de cabellera larga, aunque no parecían ser amigos, pues ese chico se puso en posición de ataque. Sin esperar más, salió de entre los arbustos dirigiéndose hacia los dos jóvenes.

─ Ushishishi, ni siquiera lo pienses, chico de cabello largo, esa es mi presa. ─ dijo refiriéndose a Jellal. ─se acabó el juego, plebeyo.~ ─ se detuvo a unos metros de ambos, emitiendo aquella extraña energía y formó en el rostro una sonrisa.

Un muchacho de extraños albinos y sin pupilas se acercó. Su ropa era algo anticuada, pero no podía subestimar a alguien por eso. De hecho, lucía bastante fuerte, y tenía un tono algo pendenciero en sus palabras. Sin embargo, al ver que se puso en posición de ataque, el joven mago decidió retroceder de aquel joven. No podía estar una pelea él solo, sería peligroso.

Le había prometido a Erza, además, que nunca más lucharía él solo. Retrocedió del de oscuros cabellos, hasta que sintió otra presencia que lo descolocó. ¿Quién era este ser de enorme poder? Jellal se sobresaltó porque se notaba el aura de Juvia.

— ¡Suelta a Juvia, maldito! — empuñó su mano le gritó furioso. ¿Quién era ese infeliz que había poseído a su amiga? Sí, no era del gremio Fairy Tail, pero Jellal respetaba mucho a sus miembros por haberle salvado la vida. ¡Jellal era un criminal y tenía una deuda pendiente! — No sé quién seas demonio. Pero por Erza, por Fairy Tail, y por Juvia te devolveré a lo más profundo de los infiernos, — miró al muchacho de ojos albos, y negó con la cabeza. No quería pelear con él. Para Jellal esto no era ningun deporte o entretención.

— ¿Quieres luchar contra mí? Primero ayúdame a liberar a mi amiga de ese demonio... — su carcajada, su forma de hablar, esa navaja y esa aura siniestra que irradiaba su cuerpo. No era Juvia Lockser. — Solo podré atacarlo de lejos... estoy muy herido como para moverme libremente, — aseveró Jellal, mientras de su mano salían esferas de luz que iban contra ese demonio que hacía llamarse Belphegor.

Tenía muy en claro que si el peliazul unía fuerzas con el joven de ojos extraños, sus planes serían arruinados, si perdía mas tiempo en el cuerpo de la mujer de agua quizá ya no podría salir, no era excelente en poseer cuerpos, lo poco que sabía fue por el gran “Daemon Spade” aquel guardián de la primera generación de los Vongola que se apoderó de muchos cuerpos por varios años a pesar de estar muerto.

«Tsk… no puedo perder mas tiempo, tengo que deshacerme de ese otro chico. » pensó Belphegor.

—¡¡No estorbes!! — dijo la Lockser o mas bien, Belphegor.

En un rápido movimiento se impulsó hacia el joven de cabellera larga y de una patada lo mandó a volar por los aires, fue tan rápido que a lo lejos sólo se pudo apreciar una brillante estrella en el cielo, como cuando el equipo rocket era derrotado.

— Bye bye~ — dijo Belphegor, viendo hacia aquella estrella que pronto se desvaneció.

Se giró a ver a Jellal, quien estaba herido, la peliazul se relamió los labios al ver la sangre y se acercó a pasos lentos. — Es mejor que no te resistas, ya que estoy en el cuerpo de tu amiga, lo que me hagas le afecta a ella. Ushishishi — sonrió victorioso, cosa que no duró mucho, pues su cabeza empezó a doler, borrándole la sonrisa.

— ¡AAAHHHHHH! Q-Que pasa… ¡¡¡NOOO!!! ma-maldita mujer… que tratas…— cayó al suelo de rodillas con las manos en la cabeza a causa del dolor, al parecer Juvia peleaba para recuperar el control total de su cuerpo, ni transmitiendo mas de su energía lograba controlar a la maga de agua, ahora resultaba una molestia para el príncipe. Los quejidos de Belphegor se hacían más estrepitosos.

— Jellal… e-el anillo… — dijo Juvia con voz tremulenta, luchando por sacar a Belphegor.

La luz del anillo que estaba en uno de los dedos de Juvia, comenzaba a disiparse, tal parecía ser que conforme se resistía mas se debilitaba la llama del anillo, después de todo, Belphegor había sido sellado en el.

─ Bueno, creo que con esto he terminado por hoy... Es hora de ir a buscar mi paga, ¡si! ─ Exclamó entusiasmado.
Había estado haciendo algunos trabajos para ganar dinero, y ya ese era el último.
Luego de buscar el dinero, al contarlo se percató de que era suficiente para comprar muchas cosas, le había costado tiempo y esfuerzo pero terminó por valer la pena.
Ahora lo que iba a hacer era obvio, sería tomarse un merecido descanso, estaba muy agotado y luego de tanto trabajo; ¿qué mejor que una larga siesta para recuperar energías?
Mientras iba camino a la academia, hubo algo que llamó su atención, no pudo evitar desviar su vista aunque estaba mirando a la nada.
─ ¿Qué es esto? Siento un poder mágico muy grande y maligno... ─ Balbuceó.
Dirigió su vista a la tierra mientras pensaba y una gota de sudor recorría su frente; no era su imaginación... no tan lejos de donde estaba podía sentir algo muy perverso y poderoso.
─ Será mejor que vaya a investigar ─ Comentó Gray a la par que levantaba la vista.
No sabía de quien se trataba, pero era mejor ir a ver que sucedía, podría llegar a ser una potencial amenaza para Legacy.

Siguiendo la dirección en la que podría sentir dicho poder, a medida que se acercaba más fácil le era detectarlo, y ya no estaba muy lejos.
El final de su recorrido lo llevó a una especie de lugar desconocido para él, desde lejos pudiéndose ver una caverna; a pesar de su tiempo en Legacy nunca la había visto, lo que le hacía sospechar aún más de que clase de enemigo estaba allí.
─ No hay duda, ese poder mágico proviene de esa caverna. Tch... tengo un mal presentimiento ─ Comentó el peli-negro con tono de preocupación.
Luego de aquella pausa se dirigió a aquella caverna, sería un misterio lo que le esperase allí.

Solo tuvo que adentrarse un poco para poder ver a dos personas fácilmente reconocibles para él y a la vez sorprendentes... Juvia y Jellal.
Claramente le impactó el hecho de solo verlos, no tenía conocimiento de que ellos estaban allí... ¿Desde cuando? Quizás no ha estado tan atento como creía si nunca vio a sus compañeros por Legacy.
─ ¿En verdad son ustedes? No esperé verlos aquí... ¿Eh? ─ Decía Gray en voz alta mientras se acercaba a espaldas de Juvia hasta que se percató de la herida que tenía Jellal, es como si hubieran sido atacados.

─ ¿Jellal? No pareces estar bien, ¿qué sucedió? ¿El enemigo sigue aquí? ─ Dijo mirando a ambos lados.
Definitivamente el poder oscuro que sentía seguía en ese lugar, pero no veía a nadie más además de ellos, lo cual resultaba extraño.
─ Tenemos que llevarte con un médico, Jellal. Si Wendy estuviera aquí... Pero puedo ayudarte ─ Añadió.
Si Wendy estuviera, al ser una maga capaz de curar, las heridas de Jellal no serían problema; pero al no ser el caso lo único que podría hacer Gray sería congelar la herida de su ex-compañero para detener la hemorragia.

Se acercaría a Juvia para posicionarse a su derecha y tratar de colocar su mano en el hombro derecho de la contraría.
─ Juvia... ¿Tú estás bien? Diganme que pasó, estoy sintiendo un poder mágico muy grande y maligno, si están lidiando con un enemigo puedo ayudarlos ─ Sugirió.
Sea quien sea podría ayudarlos, al fin y al cabo eran sus amigos, y quizás era mejor terminar con dicho oponente antes de ayudar a Jellal con sus heridas.

Juvia, o bien dicho, Belphegor, el demonio que ahora dominaba a la maga de agua, cayó de rodillas y comenzó a gritar como si lo estuvieran torturando. Jellal estaba algo aletargado por las heridas causadas y los golpes que había recibido. ¿Anillo? ¿Qué tenía el anillo? Alzó la ceja y vio la joya en uno de los dedos de la joven. ¿Es que allí residía ese ser de las tinieblas?

Se escondió tras una roca, y comenzó a analizar la situación. Si Belphegor estaba en el anillo, entonces debía quitarlo. Y justo en ese momento, escucha una voz masculina; la figura se acerca y resultaba ser Gray Fullbuster otro miembro de Fairy Tail. Maldición. Ahora dos miembros del gremio la estarían pasando mal por culpa de Jellal. Es como si el reloj corriera atrás y el peliazul de nuevo estuviera regocijándose en sus crímenes.

— Ten cuidado, Gray. Juvia está poseída. Hay que quitarle el anillo, — el mago intenta ponerse de pie, pero cae de rodillas, y mira a Gray. Necesitaba de su ayuda para liberar a la hidromaga. Reptó hasta otra roca y se cubrió. Su vida estaba en peligro. Solo necesitaba algo de tiempo para planear algo.

No sabía si Jellal habría entendido a sus suplicas sobre retirar el anillo, nuevamente su cabeza dolia, la carga de energía maligna que residía del anillo estaba agotando las fuerzas de voluntad de Juvia, poco a poco iba cayendo de nuevo bajo el control de Belphegor. Fue unos segundos después cuando escuchó una voz familiar.

« ¿G-Gray? » dijo Juvia en su mente.

Sintió una cálida mano tocando su hombro, era el pelinegro quien preguntaba por ella. ¿Qué estaba haciendo aquí? Bueno, eso no importaba, tenía que advertirle antes de que saliera herido.

— G-Gray, no se acer… — no terminó la frase, esos segundos de distracción bastaron para que Belphegor volviera a poseerla, un grito desgarrador hizo eco, causando que muchas aves despavoridas salieran volando de entre los árboles.

Cuando Jellal advirtió a Gray sobre lo ocurrido rápidamente sacó un bisturí y se lanzó hacia el mago de hielo, movió su antebrazo, haciéndole un corte en la mejilla.

—Ushishishi~ Tú pareces ser más fuerte que esta mujer, me pregunto si debería tomar tu cuerpo ahora mismo o jugar un rato más y divertirme con la basura que esta por ahí, oculta entre las rocas. — dijo Belphegor refiriéndose a Jellal.

A paso lento se acercó hasta la roca donde estaba el peliazul.

— Me gusta jugar con mis presas antes de asesinarlas, después de acabar contigo tomaré el cuerpo de ese chico y mataré a esta mujer. Será divertido, ushishishi — exclamó Belphegor con esa sonrisa malévola en el rostro de Juvia y su extraña risilla.

Debían ser cuidadosos, después de todo, Belphegor no sabía manejar aquella técnica de posesión, y si la energía sobrepasaba el límite requerido, la piedra del anillo podía romperse y Juvia jamás volvería.

Todo parecía estar bien, pero le llamó la atención aquel grito que dio Jellal, el cual pudo escuchar.
— (¿Juvia está poseída?) — Pensó.
Pero cuando logró entender el mensaje ya era tarde, retrocedió pero terminó por sufrir una cortada en su mejilla.
Al terminar de retroceder, colocó un dedo en aquella leve herida, pudiendo notar como se escurría la sangre.
Juvia nunca le haría eso… Jellal tenía razón, ella estaba poseída.
Escuchó las palabras de “Juvia”, no entendía mucho lo que balbuceaba pero de igual forma solo pensaba en liberarla, debía tener cuidado de no lastimarla gravemente aunque quizás era necesario luchar contra ella.

— No sé quién seas pero si no sales del cuerpo de Juvia por las buenas, saldrás por las malas — Amenazó seriamente.
Al ver que se estaba acercando a la ubicación de Jellal, Gray estiró el brazo para crear un muro de hielo en frente de aquella, de esa forma iba a impedir que avanzara.
— Yo seré quien pelee contigo… no dejaré que lastimes a nadie más… Juvia, sé que sigues allí dentro, no permitas que te controle, debes seguir luchando —
Bajaría el brazo y se acercaría algunos pasos, debía detenerla antes de que fuera demasiado tarde.
Luego se detendría, y mientras hablaría una mano de hielo comenzaría a formarse a espaldas de Juvia desde el suelo, era el “Ice Make: Mano Ladrona”, en silencio intentaría quitarle el anillo.

— Sé que puedes vencerlo, Juvia, ¡pelea! Recuerda que eres un miembro de Fairy Tail, no podemos ser derrotados tan fácilmente. — Exclamó.
Aunque hablaba con sinceridad, mayormente quería llamar la atención de Juvia, para que así quizás la mano de hielo pudiese arrancarle el anillo de su dedo, y si eso llegaba a pasar se lo lanzaría a Gray… esperaba que el plan funcionara, si no, tendría que pensar en otra cosa.
— (Vamos… solo un poco más…) — Pensó.
Miraba a Juvia pero levemente también su creación, estaba un poco nervioso… esperaba haber llamado suficiente la atención de aquella.

Gray gritaba desaforadamente y le daba ánimos a la pobre maga de agua atrapada. Ahora el gobernante del cuerpo de la peliazul era ese infame demonio. Sus palabras eran frías y su risa era terrorífica, ciertamente un psicópata, alguien sacado de una película slasher. Tras una piedra, Gray hizo un muro de hielo ante el demonio.

Jellal intentó ponerse de pie, pero cayó de rodillas. Había sido bastante herido. Sin embargo, no podían dejar que su amiga Juvia sea controlada por un maniático. — No hay mayor honor para mí que pelear por Fairy Tail y Legacy, — sonrió y entonces su cuerpo entero comenzó a brillar. — Meteor! — gritó y se abalanzó contra el demonio con el cuerpo de Juvia. Vio que había una mano hecha de hielo dispuesta a quitarle el anillo.

— ¡Ahora, Gray! — exclamó mientras intentaba distraer al diablo. Tenían que hacerlo, ahora era la oportunidad de quitarles el anillo de una vez por todas.

Frenó el paso cuando su camino fue irrumpido por un muro de hielo.

—Que molestos… — frunció el ceño.

Al ver que el peliazul intentaba ponerse de pie y cayó de rodillas, soltó una carcajada. Ya no tenía que preocuparse, lo había dejado herido, lo suficiente para que no tratara de arruinar sus planes, o al menos eso creía.
Observó el muro y después al mago de hielo que se acercaba. Retrocedió un poco, sin percatarse que detrás había una trampa. Sus ojos encararon a los de Gray, viéndolo y sonriendo con ironía al escuchar sus palabras, palabras que para Belphegor no eran mas que cursilerías y una perdida de tiempo.

— No gastes saliva, es inútil, no te escucha. — afirmó.

Lanzó varios cuchillos hacia Gray, los cuales no acertaron. Lanzó otros hacia el muro, algunos apenas quedaron clavados. Sonrió.

—Tienes una técnica increíble, pero ODIO el frio, así que tendré que matarte y buscar otro cuerpo. Ushishishi —

Sacó otro cuchillo dispuesto a atacar de nuevo a Gray, pero en ese momento algo llamó su atención; el cuerpo de Jellal estaba brillando y justo cuando le gritó al pelinegro miró hacia atrás, dándose cuenta que había una mano de hielo a punto de quitarle el anillo. Con buenos reflejos pudo esquivar aquella mano. Sin embargo, quedó atónito cuando Jellal se abalanzó hacia él.

— ¡¡¡TU!!! — gritó con molestia.

No logró esquivar con rapidez a Jellal, por lo que cayó al suelo. Se hizo unos pequeños rasguños en los brazos y piernas.

« Tsk… este cuerpo es realmente una molestia. Pero más molestia es ese cretino. » pensó.

Yacía tirado en el suelo, observando con mucho enfado al peliazul, olvidándose por completo de todo a su alrededor, incluyendo a Gray y aquella trampa. Estaba completamente distraído; la rabia que le causaba Jellal fue inmensa. Le hacía doler la cabeza, o quizá era por su esfuerzo en la técnica de posesión, pero le irritaba, le enfurecía que se interpusieran en su camino. Él era un príncipe, y que un “plebeyo” como él llamaba a los demás, estropeara sus planes herían su orgullo.

Tal parecía sería imposible recuperar a Juvia de esa forma, la única manera sería quitando el anillo.
Ella le lanzó unos cuchillos, los cuales pudo esquivar con un poco de dificultad pero sin descuidar su hechizo.
De pronto Jellal comenzó a brillar y le dio la señal, lo cual dio inicio a su táctica.
Hizo un movimiento con aquella mano de hielo, sin embargo ella logró evadirlo, lo que hizo que no pudiese quitarle el anillo por el momento.
─  Tch... ─

Sin embargo, Jellal alcanzó a derribarla y llamar su atención, lo cual podría aprovechar; así que tomó posición de combate para prepararse y lanzar un hechizo.
─  Definitivamente traeremos a Juvia de regreso... Aún si tengo que herirla un poco ─ Comentó.
Fue entonces cuando en sus manos se formó un aura gélida, debía aprovechar la distracción que Jellal estaba haciendo; si no podía quitarle el anillo de esa manera, lo mejor sería congelarla y quitárselo mientras no puede moverse.

─  ¡Congelate! ─ Exclamó.
Entonces lanzó un rayo de hielo hacía Juvia, el cual si impactaba lo más seguro es que terminase congelada; si lograba su objetivo quitarle el anillo mientras está congelada sería algo muy sencillo.

Si esa estrategia fallaba, tendría que comenzar a considerar la idea de realmente lastimar a Juvia hasta dejarla inconsciente, pues no podía arriesgarse a que aquel ser ya no pueda despojarse luego de su cuerpo si se queda mucho tiempo, además de que Jellal estaba lastimado, así que dependía de él terminar con esto antes de que fuera demasiado tarde.

Los recuerdos de Simon eran como un vendaval sucio que azotaban la mente de Jellal todas las noches. Simplemente no se podía quitar de la cabeza cómo había matado a un compañero, a un "nakama", y no tener ninguna memoria de ello. Desde el día en que los nombres de "Natsu" y "Erza"  rebotaban en sus difusos recuerdos, prometió acabar con el causante de tanto sufrimiento: Zeref. Era ese tipejo el que ponía a Fairy Tail en ascuas.

— Siempre será un placer luchar por Fairy Tail, — sonrió el peliazul, mientras abrazaba al cuerpo de Juvia. Ese demonio estaba manipulando a una amiga, y eso no lo podía permitir bajo ningún concepto. Sentía frío, mucho frío mientras el rayo gélido de Gray se acercaba.

— Juvia, esto es por ti, — cerró sus ojos y pensó en el momento en que Jellal había destrozado las piernas de la maga de agua. No podía fracasar ahora que ese espíritu maligno ahora la estaba manejando como si fuera una marioneta. La tomó de la muñeca, y ambos fueron congelados.

Sentía como si estuviera siendo aplastado por una roca. Las heridas con el hielo le ardían, le quemaba la piel. El cuerpo de Jellal quedó entumido, pero la mano que sostenía la muñeca de Juvia empezó a brilar de un dorado. La misma flama que le había otorgado a Natsu, ésa derretía poco a poco el hielo de Gray. No podía ver nada. Giró los ojos, y el anillo estaba en el suelo. El duelo se había acabado.