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Vinos y Encuentros (Libre)
2 participantes
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Vinos y Encuentros (Libre)
- Hm... Ya no los hacen como en mis tiempos...
Con una ceja arqueada, el hombre miraba la copa en su mano. Rojo glacé, la marca de un vino fino en su mano desprendiendo partículas de luz. Apenas estaba apareciendo, emergiendo al nuevo mundo... Pero para él lo raro eran las memorias que le instalaron.
Lo llamaron, pero no a una guerra. Un combate, pero no había grial.
No le era ajeno aún así, eran dos facciones y el destino del mundo. No era dificil imaginarse lo que venía después. No había sido llamado a una guerra del grial pese a ser un servant, sino que le había convocado una necesidad. La necesidad de poner alto al fuego en una pelea que parecía no tener final.
Y ahora tenía una copa de vino en la mano, sin mucha explicación, dentro de un salón con un piano y otros instrumentos de música. Vino y música, no podía estar más a su altura. Aunque faltaba alguien que tocara, ya que él no era precisamente una maravilla con el piano.
- Entonces. Estoy apoyando a la tal Legacy o esta Merak?... Recuerdo un llamado para detener una guerra, pero quién es el bueno acá?... Hm, quizá debería pedir orientación luego de esta copa.
Con una ceja arqueada, el hombre miraba la copa en su mano. Rojo glacé, la marca de un vino fino en su mano desprendiendo partículas de luz. Apenas estaba apareciendo, emergiendo al nuevo mundo... Pero para él lo raro eran las memorias que le instalaron.
Lo llamaron, pero no a una guerra. Un combate, pero no había grial.
No le era ajeno aún así, eran dos facciones y el destino del mundo. No era dificil imaginarse lo que venía después. No había sido llamado a una guerra del grial pese a ser un servant, sino que le había convocado una necesidad. La necesidad de poner alto al fuego en una pelea que parecía no tener final.
Y ahora tenía una copa de vino en la mano, sin mucha explicación, dentro de un salón con un piano y otros instrumentos de música. Vino y música, no podía estar más a su altura. Aunque faltaba alguien que tocara, ya que él no era precisamente una maravilla con el piano.
- Entonces. Estoy apoyando a la tal Legacy o esta Merak?... Recuerdo un llamado para detener una guerra, pero quién es el bueno acá?... Hm, quizá debería pedir orientación luego de esta copa.
Última edición por Napoleón Bonaparte el Mar Feb 19, 2019 12:40 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
La muchacha era un desastre en el piano. No tenía ni la menor idea de distinguir un "do" y un "fa". Se podría decir que Charlotte tenía tantos problemas al tocar el piano o el violín como de ser femenina, aunque en Legacy aprendió a cocinar o sería una vergüenza para su patria.
Entró confiada, con un paso pleno y casi saltarín, gozando de toda confianza. Quería otra vez tocar el piano aunque solo sean disparates musicales. Se sentía como una niña. Entonces, y tras cruzar el dintel se topó con un hombre alto, bastante fornido y de cabello facial abundante. - Ehm, lo... ¡Lo siento! - colocó la mano en su pecho y una cascada de balbuceos cayeron de su gota. Sí, la muchacha era torpe en su hablar.
- No sabía que usted estaba acá - y aunque era francesa, igual hizo una reverencia. Se había acostumbrado a este tic cultural. ¿Quién era este hombre tan misterioso? Le resultaba ligeramente familiar.
Entró confiada, con un paso pleno y casi saltarín, gozando de toda confianza. Quería otra vez tocar el piano aunque solo sean disparates musicales. Se sentía como una niña. Entonces, y tras cruzar el dintel se topó con un hombre alto, bastante fornido y de cabello facial abundante. - Ehm, lo... ¡Lo siento! - colocó la mano en su pecho y una cascada de balbuceos cayeron de su gota. Sí, la muchacha era torpe en su hablar.
- No sabía que usted estaba acá - y aunque era francesa, igual hizo una reverencia. Se había acostumbrado a este tic cultural. ¿Quién era este hombre tan misterioso? Le resultaba ligeramente familiar.
Charlotte Dunois
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
Fue curioso. Por un segundo creyó que aquello que había entrado en la sala, patoso y balbuceante, era un muchacho.
Pero él sabía reconocer a una mujer bienparecida cuando la veía.
Rubia, cabello tomado en cola. Aparentes ojos violeta. No parecía muy femenina, dado el cabello. O al menos eso es lo que le decía su sentido del siglo XIX del cómo iba vestida y decorada una mujer. Pero éstos eran tiempos nuevos y al parecer las mujeres solían ir tan ligeras de ropa como los hombres. O aún menos. Y aunque le parecía escandaloso, no lo veía totalmente con malos ojos.
- Pardon, mademoiselle. Acabo de llegar... Si es que a "eso" le pueden decir llegar. -
Con una sonrisa galante, se levantó. A decir verdad había estado sentado por bastante tiempo, dentro de lo que parecía ahora una especie de bombo con sus parches acústicos eventualmente rotos. Había varios tambores tirados a los lados, y unos platillos atravesados por varas de metal. Instrumentos cotidianos para él, pero que estaban dispuestos de tal forma que parecían formar uno que él nunca había visto.
Bajó la cabeza, emitió la cabeza. Y mientras mantenía la copa de vino en su mano, pudo notar la figura de la mujer, tras el curioso uniforme blanco de falda corta. Parecía agraciada... Aunque definitivamente no la persona que venía a tocar el piano que acompañe su trago.
Pero él sabía reconocer a una mujer bienparecida cuando la veía.
Rubia, cabello tomado en cola. Aparentes ojos violeta. No parecía muy femenina, dado el cabello. O al menos eso es lo que le decía su sentido del siglo XIX del cómo iba vestida y decorada una mujer. Pero éstos eran tiempos nuevos y al parecer las mujeres solían ir tan ligeras de ropa como los hombres. O aún menos. Y aunque le parecía escandaloso, no lo veía totalmente con malos ojos.
- Pardon, mademoiselle. Acabo de llegar... Si es que a "eso" le pueden decir llegar. -
Con una sonrisa galante, se levantó. A decir verdad había estado sentado por bastante tiempo, dentro de lo que parecía ahora una especie de bombo con sus parches acústicos eventualmente rotos. Había varios tambores tirados a los lados, y unos platillos atravesados por varas de metal. Instrumentos cotidianos para él, pero que estaban dispuestos de tal forma que parecían formar uno que él nunca había visto.
Bajó la cabeza, emitió la cabeza. Y mientras mantenía la copa de vino en su mano, pudo notar la figura de la mujer, tras el curioso uniforme blanco de falda corta. Parecía agraciada... Aunque definitivamente no la persona que venía a tocar el piano que acompañe su trago.
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
─…¿He? ¿Sientes lo mismo que yo? Hay un extraño en la academia…
Aquella joven de cabello magenta musito levemente tras percibir un aura desconocida, como profesora de la academia, su deber principal –además de enseñar- era proteger a sus alumnos de cualquier amenaza.
Sin esperar la respuesta de su guardián, aquella pelirrosa se encamino a la fuente de dicha energía que desconocía por completo, era extraño, pero no parecía ser algo maligno, pero debía cumplir con su deber y evitar mas conflictos de los que tenían.
Paso por los salones de clases, caminando ágilmente por los pasillos hasta llegar a la puerta de la sala de música, podía contemplar la voz de un hombre, pero no lograba reconocerlo, ¿Qué hacía ahí? ¿Era acaso un pariente de un estudiante? De ser así, debió dar aviso a su presencia al ser un protocolo de la academia, además de aquel hombre, pudo sentir la energía de una de sus estudiantes, Charlotte para ser exactos, ¿Qué hacia aquella joven fuera del horario escolar? Debía asegurar de que no hiciera algo indebido o que corriera peligro al estar en presencia de un extraño.
No tardo mucho en entrar al salón musical y hacer acto de presencia, pese a tener una estatura de 1.54cm era alguien que imponía respecto y autoridad cuando era requerido.
─Buenas tardes ─Miró fijamente a los presentes─ ¿Se puede saber que hacen aquí? No es horario de estudio y… ─Observo detenidamente al castaño─ Usted claramente no es un estudiante, o al menos no se me a informado de su estadía, ¿Puedo saber quién es usted?
Se cruzó de brazos mientras mantenía su autoridad ante el extraño hombre, debía tener la información necesaria y lo conseguiría de cualquier forma, ya sea que él de diera la respuesta o que ella lo consiguiera por medio de sus poderes.
Aquella joven de cabello magenta musito levemente tras percibir un aura desconocida, como profesora de la academia, su deber principal –además de enseñar- era proteger a sus alumnos de cualquier amenaza.
Sin esperar la respuesta de su guardián, aquella pelirrosa se encamino a la fuente de dicha energía que desconocía por completo, era extraño, pero no parecía ser algo maligno, pero debía cumplir con su deber y evitar mas conflictos de los que tenían.
Paso por los salones de clases, caminando ágilmente por los pasillos hasta llegar a la puerta de la sala de música, podía contemplar la voz de un hombre, pero no lograba reconocerlo, ¿Qué hacía ahí? ¿Era acaso un pariente de un estudiante? De ser así, debió dar aviso a su presencia al ser un protocolo de la academia, además de aquel hombre, pudo sentir la energía de una de sus estudiantes, Charlotte para ser exactos, ¿Qué hacia aquella joven fuera del horario escolar? Debía asegurar de que no hiciera algo indebido o que corriera peligro al estar en presencia de un extraño.
No tardo mucho en entrar al salón musical y hacer acto de presencia, pese a tener una estatura de 1.54cm era alguien que imponía respecto y autoridad cuando era requerido.
─Buenas tardes ─Miró fijamente a los presentes─ ¿Se puede saber que hacen aquí? No es horario de estudio y… ─Observo detenidamente al castaño─ Usted claramente no es un estudiante, o al menos no se me a informado de su estadía, ¿Puedo saber quién es usted?
Se cruzó de brazos mientras mantenía su autoridad ante el extraño hombre, debía tener la información necesaria y lo conseguiría de cualquier forma, ya sea que él de diera la respuesta o que ella lo consiguiera por medio de sus poderes.
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
El espíritu heróico, Napoleón Bonaparte, de cierta forma no era igual a aquellos que los entendidos en la magia, los Magus, llaman "Servant".
Aunque sí pasaba por el proceso de pedir acceso al Trono de los Héroes, el Emperador no era invocado de formas convencionales. No respondía a un hechicero poderoso que poseyera un objeto usado por él, ni a las palabras grandilocuentes de un gran taumaturgo. En absoluto.
Era parte de su leyenda. El pueblo necesitaba esperanza, Bonaparte respondía. Llegaba allá donde un gran poder mágico le necesitara, para detener un poder apocalíptico que amenazara la humanidad conocida. Él era más que un Ambicioso General, era el hombre que anhelaba abarcar todo bajo una sola nación. Con el único deseo de detener las guerras y los conflictos, por mucho que lo odiasen y lo traicionaran, él soportaría todo.
En la figura de un hombre increíble que podía lograr lo imposible.
En el baluarte de la humanidad que era el concepto que él había aceptado y asumido.
Por ello, es que el espíritu de Napoleón Bonaparte no podía ser invocado deliberadamente.
Él se invocaba por propia cuenta, llegaba cuando lo necesitaban.
Y cuando dejaban de necesitarlo, él desaparecía. Tal como había sido su liderazgo en vida. El hombre que se alzó por los Franceses y que Cayó por ellos. Que volvió a ser llamado, acudió, y fue enviado a su destino final. Todo, por el deseo de un pueblo desesperado.
- Bienvenu, Maître!... E-Eh? -
... Por eso, le pareció tan extraño llamar de esa forma a alguien que apenas conocía. O... Quizá no? Ese cabello magenta oscuro, casi glacé, la mirada heterócroma... Le sonaba de algo. O en realidad no. Estaba seguro de que nunca había visto a aquella muchacha, ni en esta efímera existencia de espíritu, ni en la vida y obra que le dio a merecer ser lo que era. Pero los rasgos le parecían familiares, como si la hubiese visto de pasada alguna vez. Sólo que el recuerdo era demasido específico para sólo una mirada de reojo. Hasta haber visto a la señorita rubia que seguía ahí presente, le hubiese parecido más probable de haberse encontrado -Algo en sus manías parecía Francés, ahora que el hombre reparaba en ello- pero... Algo parecía vincularle, hasta atarle a esa persona.
Era extraño, pero... Quizás...
- Oh! Mil perdones, señoritas. Tengo dos bellas damas a mi lado, un buen vino, y aún no he tenido la dignidad de presentarme. Mis modales, oh mis modales dónde están?... -
Bajó la cabeza, con la diestra sobre su desnudo pecho. Pero la mano no era un puño, las manos parecían estar dispuestas en una concavidad triangular, como si sostuviese algo. Y entonces se percató de algo muy particular. Algo que faltaba, y eso era su chapeau de bras negro con borlas doradas. Era algo que solía ir con su imagen como el pan y el vino. Lo que le distinguía entre los políticos Jacobinos, lo que le hacía notorio entre sus altos generales.
- Mi sombrero... Ah, ya conseguiré otro. Lo primero, es causar una impresión ejemplar. -
Musitó para si mismo, antes de volver a levantar su cabeza, con una enorme y confianzuda sonrisa. Algo entre la sonrisa sincera de un anfitrión de fiesta y la mueca bien ensayada de un político. Hinchó el pecho con orgullo. Meneó la cabeza de arriba a abajo dos veces. En su mente estaba entonando La Marseillaise, como tenía que ser. Luego de todo, no sólo era la esperanza, la expectativa de la humanidad, también era un hombre que se debía a su imperio. Uno de los imperios más bellos de su era.
- Damas! Ante ustedes poseen a un hombre sin igual! Soy el hombre de las probabilidades! Aquel que baja el arcoíris y con él la victoria! Llamado para ser la punta de lanza en la defensa de la humanidad. General fuí, político también, y por supuesto, Emperador. El primer Emperador del Reino y República de Francia! Como Servant Archer, es a Napoleón Bonaparte quién entre ustedes tenéis. -
Se aproximó a paso firme, para besar el dorso de la diestra de la rubia, tomada con delicadeza. Luego, hizo lo mismo con la muchacha peculiar, siempre guardando la mano izquierda tras la espalda. Sin dejar en ningún momento el gesto de estar sosteniendo un sombrero, y con las piernas rectas. Luego, dio un paso atrás, y les devolvió la mirada a ambas. Elegante, pero rudo. Educado, pero imponente.
Era su presencia. El aura del hombre que puede pensar lo impensable. El carisma del Emperador del Triunfo Eterno.
Aunque sí pasaba por el proceso de pedir acceso al Trono de los Héroes, el Emperador no era invocado de formas convencionales. No respondía a un hechicero poderoso que poseyera un objeto usado por él, ni a las palabras grandilocuentes de un gran taumaturgo. En absoluto.
Era parte de su leyenda. El pueblo necesitaba esperanza, Bonaparte respondía. Llegaba allá donde un gran poder mágico le necesitara, para detener un poder apocalíptico que amenazara la humanidad conocida. Él era más que un Ambicioso General, era el hombre que anhelaba abarcar todo bajo una sola nación. Con el único deseo de detener las guerras y los conflictos, por mucho que lo odiasen y lo traicionaran, él soportaría todo.
En la figura de un hombre increíble que podía lograr lo imposible.
En el baluarte de la humanidad que era el concepto que él había aceptado y asumido.
Por ello, es que el espíritu de Napoleón Bonaparte no podía ser invocado deliberadamente.
Él se invocaba por propia cuenta, llegaba cuando lo necesitaban.
Y cuando dejaban de necesitarlo, él desaparecía. Tal como había sido su liderazgo en vida. El hombre que se alzó por los Franceses y que Cayó por ellos. Que volvió a ser llamado, acudió, y fue enviado a su destino final. Todo, por el deseo de un pueblo desesperado.
- Bienvenu, Maître!... E-Eh? -
... Por eso, le pareció tan extraño llamar de esa forma a alguien que apenas conocía. O... Quizá no? Ese cabello magenta oscuro, casi glacé, la mirada heterócroma... Le sonaba de algo. O en realidad no. Estaba seguro de que nunca había visto a aquella muchacha, ni en esta efímera existencia de espíritu, ni en la vida y obra que le dio a merecer ser lo que era. Pero los rasgos le parecían familiares, como si la hubiese visto de pasada alguna vez. Sólo que el recuerdo era demasido específico para sólo una mirada de reojo. Hasta haber visto a la señorita rubia que seguía ahí presente, le hubiese parecido más probable de haberse encontrado -Algo en sus manías parecía Francés, ahora que el hombre reparaba en ello- pero... Algo parecía vincularle, hasta atarle a esa persona.
Era extraño, pero... Quizás...
- Oh! Mil perdones, señoritas. Tengo dos bellas damas a mi lado, un buen vino, y aún no he tenido la dignidad de presentarme. Mis modales, oh mis modales dónde están?... -
Bajó la cabeza, con la diestra sobre su desnudo pecho. Pero la mano no era un puño, las manos parecían estar dispuestas en una concavidad triangular, como si sostuviese algo. Y entonces se percató de algo muy particular. Algo que faltaba, y eso era su chapeau de bras negro con borlas doradas. Era algo que solía ir con su imagen como el pan y el vino. Lo que le distinguía entre los políticos Jacobinos, lo que le hacía notorio entre sus altos generales.
- Mi sombrero... Ah, ya conseguiré otro. Lo primero, es causar una impresión ejemplar. -
Musitó para si mismo, antes de volver a levantar su cabeza, con una enorme y confianzuda sonrisa. Algo entre la sonrisa sincera de un anfitrión de fiesta y la mueca bien ensayada de un político. Hinchó el pecho con orgullo. Meneó la cabeza de arriba a abajo dos veces. En su mente estaba entonando La Marseillaise, como tenía que ser. Luego de todo, no sólo era la esperanza, la expectativa de la humanidad, también era un hombre que se debía a su imperio. Uno de los imperios más bellos de su era.
- Damas! Ante ustedes poseen a un hombre sin igual! Soy el hombre de las probabilidades! Aquel que baja el arcoíris y con él la victoria! Llamado para ser la punta de lanza en la defensa de la humanidad. General fuí, político también, y por supuesto, Emperador. El primer Emperador del Reino y República de Francia! Como Servant Archer, es a Napoleón Bonaparte quién entre ustedes tenéis. -
Se aproximó a paso firme, para besar el dorso de la diestra de la rubia, tomada con delicadeza. Luego, hizo lo mismo con la muchacha peculiar, siempre guardando la mano izquierda tras la espalda. Sin dejar en ningún momento el gesto de estar sosteniendo un sombrero, y con las piernas rectas. Luego, dio un paso atrás, y les devolvió la mirada a ambas. Elegante, pero rudo. Educado, pero imponente.
Era su presencia. El aura del hombre que puede pensar lo impensable. El carisma del Emperador del Triunfo Eterno.
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
El recibimiento del castaño y su reacción ante sus propias palabras le hacían pensar cual extraño era aquel individuo.
No se conocían de nada y pese a eso, aquel hombre la saludaba como si la conociera de toda la vida, cosa que provoco que la pelirrosada ladeara su cabeza un tanto confundida.
─¿Ok? Soy una profesora, supongo que a eso te refieres.
Empezó a juguetear con un mechón de su cabello mientras examinaba al individuo, ¿Qué lo trae aquí? ¿Por qué lo saludo de forma tan familiar? O lo peor de todo, ¿Por qué sentía que debía estar ahí? Sentía una sensación extraña pero familiar en cierto modo, ¿Tiene que ver con su llegada a la academia? Sea lo que fuera, debía vigilarlo de cerca.
Se quedó escuchando sus disculpas para luego observar como buscaba algo, si sus oídos no la engañaban, la razón de su despiste era nada más ni menos que por un sombrero, le parecía gracioso en cierto modo, cuando finalmente se presentó, nuevamente la pelirrosa ladeo su cabeza tanto por curiosidad como por confusión.
─¿Napoleón Bonaparte? ¿Qué no era un tipo bajito y gordito?
Midió con su mano izquierda la supuesta altura del “pequeño” emperador, la despistada forma de ser de la dragona hacia entender que no conocía del todo la historia humana, cosa que provoco que un individuo en las sombrar riera de manera hipócrita.
─No deberías mostrar ingenuidad si quieres mantener la autoridad ante un desconocido, Ayana.
La voz era masculina y resonaba en la mente de la pelirrosada y quizas alguno de los presentes, una voz tenebrosa que haría que cualquiera tibiera la piel erizada, la profesora por su parte no cambio su comportamiento, ignorando las palabras de su guardián.
─…¿Me estas ignorando a propósito? Ellos no me escuchan, deberías seguir mi consejo si quieres que te respeten como autoridad, y de paso estudia un poco más sobre los humanos, ese tipo es Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia y considerado una de las mejores mentes militares de la historia, teniendo éxito en la conquista de tierras desconocidas y demás asuntos bélicos, o eso dicen en los libros de la biblioteca, a saber si es cierto.
─Ejem… lamento mi ignorancia, no estoy tan acostumbrada a la historia de los humanos, ya que mayormente me dedico a enseñar magia y pociones, aunque investigare de ser necesario.
El comportamiento de la pelirrosa era siempre peculiar, los estudiantes se acostumbraron a sus pausas repentinas y el hecho de que hablara por sí sola, sin embargo, hay quienes ven más allá de su apariencia.
─Bueno, gracias por presentarte, pero no me has aclarado la razón de tu visita.
No se conocían de nada y pese a eso, aquel hombre la saludaba como si la conociera de toda la vida, cosa que provoco que la pelirrosada ladeara su cabeza un tanto confundida.
─¿Ok? Soy una profesora, supongo que a eso te refieres.
Empezó a juguetear con un mechón de su cabello mientras examinaba al individuo, ¿Qué lo trae aquí? ¿Por qué lo saludo de forma tan familiar? O lo peor de todo, ¿Por qué sentía que debía estar ahí? Sentía una sensación extraña pero familiar en cierto modo, ¿Tiene que ver con su llegada a la academia? Sea lo que fuera, debía vigilarlo de cerca.
Se quedó escuchando sus disculpas para luego observar como buscaba algo, si sus oídos no la engañaban, la razón de su despiste era nada más ni menos que por un sombrero, le parecía gracioso en cierto modo, cuando finalmente se presentó, nuevamente la pelirrosa ladeo su cabeza tanto por curiosidad como por confusión.
─¿Napoleón Bonaparte? ¿Qué no era un tipo bajito y gordito?
Midió con su mano izquierda la supuesta altura del “pequeño” emperador, la despistada forma de ser de la dragona hacia entender que no conocía del todo la historia humana, cosa que provoco que un individuo en las sombrar riera de manera hipócrita.
─No deberías mostrar ingenuidad si quieres mantener la autoridad ante un desconocido, Ayana.
La voz era masculina y resonaba en la mente de la pelirrosada y quizas alguno de los presentes, una voz tenebrosa que haría que cualquiera tibiera la piel erizada, la profesora por su parte no cambio su comportamiento, ignorando las palabras de su guardián.
─…¿Me estas ignorando a propósito? Ellos no me escuchan, deberías seguir mi consejo si quieres que te respeten como autoridad, y de paso estudia un poco más sobre los humanos, ese tipo es Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia y considerado una de las mejores mentes militares de la historia, teniendo éxito en la conquista de tierras desconocidas y demás asuntos bélicos, o eso dicen en los libros de la biblioteca, a saber si es cierto.
─Ejem… lamento mi ignorancia, no estoy tan acostumbrada a la historia de los humanos, ya que mayormente me dedico a enseñar magia y pociones, aunque investigare de ser necesario.
El comportamiento de la pelirrosa era siempre peculiar, los estudiantes se acostumbraron a sus pausas repentinas y el hecho de que hablara por sí sola, sin embargo, hay quienes ven más allá de su apariencia.
─Bueno, gracias por presentarte, pero no me has aclarado la razón de tu visita.
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
Lo primero fue llevarse la mano a la nuca y echar un resoplido.
Siempre. SIEMPRE hacían esa pregunta. Una de las consecuencias de ser una leyenda viva, es el también acarrear esas falacias provenientes de la mala percepción. Que si era bajito y rechoncho. Bueno, la verdad es que sí tuvo un período donde le gustaba comer más de la cuenta. Pero al darse cuenta de que mantener panza le quitaba credibilidad con sus generales y comandantes, escogió mantener una vida más saludable, verse más fornido.
- Ah... Eso es porque mis generales eran muy altos. Y bueno, quizá el tamaño de mis sombreros influye un poco. Pero a mí me gustan así... En fin. Me estoy desviando del punto. -
Murmurando por lo bajo, el hombre guardó su brazo derecho tras la espalda y carraspeó contra el puño de su zurda. Prefirió omitir el comentario de que si hubiese sido invocado como un Rider, la percepción histórica hubiese hecho que realmente perdiese estatura. Era una desgracia estar atado al concepto de la figura histórica que él había forjado. Luego de todo, él no controlaba la impresión que dejaba en el pueblo, en el colectivo. Ésta nunca era exacta -Por lo cual algunos Servants concebidos como de determinado sexo, aparecían invocados con el sexo contrario, o bastante diferentes a cómo han sido descritos en los libros. Simplemente los historiadores los habían inscrito de forma inexacta- y muy subjetiva, sujeta a la potestad de quienes la registraron.
- ... Hm. -
Mientras iba escuchando atentamente todo lo que la mujer decía, el General entrecerró los ojos. Oía algo. La voz de un hombre. A pesar de que no podía ver su cuerpo de donde parecía provenir la voz. El ser un constructo de mana tenía sus ventajas, y eso se traducía en cierto tipo de percepción para las corrientes mágicas similares a las de él. Un Servant podía sentir la presencia de otro, a menos que posea deliberadamente una capacidad para ocultar la presencia. Pero el sólo ocultar el cuerpo no bastaba si no estaba engañando completamente los sentidos de un ser creado a base de magia.
Escuchaba la voz de un hombre. La pelirosa le respondía. Parecía ser una especie de familiar, y él le estaba haciendo el favor tácito de decirle a la mujer quién era él. Parecía no ser de este mundo, o haber vivido aislada por unos cuantos siglos. Sonaba inverosímil pero no lo dudó. Era el hombre que hacía posible lo imposible, y para hacerlo, no había nada que dejara de ser válido en su punto de vista.
- Esa voz... Es un hombre sabio, que conoce lo que tiene que conocer. ¿Es su General, mademoiselle? Ocultar su cuerpo físico es un acto que prueba que posee poder. ¡Oh! Y en cuanto a mi visita... -
El hombre se cruzó de brazos, mirando a la muchacha. Tenía una sonrisa afable, y no exagerada. Sentía que ella era. Que algo los conectaba. Una plegaria. Y ella era el estandarte de esa gran petición.
"Cuando el pueblo necesite un guía que maneje la justicia, yo estaré. Cuando los que solicitaron mi liderazgo se harten de mí, yo me iré. Pero mientras en los corazones perdure un grito de libertad aparejado a mi persona, vendré del abismo más oscuro para llenar los deseos de los necesitados."
Legacy y Merak. Dos entidades en pugna eterna por el destino del mundo. Y él como representante de las expectativas de la humanidad, lógicamente debía venir a defender los intereses de los seres humanos, de aquellos que amenacen al planeta. Pero no era un héroe blanco ni un paladín de armadura brillante. Era un emperador, un general, un conquistador. Era el hombre que cumpliría lo que se había propuesto.
Y en ese momento, su propuesta era encontrar a quién le había llamado. La voz que habló por la expectativa de la humanidad.
- Estoy aquí porque alguien tiene problemas. Todos tienen problemas. Pero una persona fue el rostro, la figura de esa plegaria. Desde el Trono de los Héroes oí el llamado, y acudí. Esta es la invocación del Servant Archer, Napoleón Bonaparte... Y busco a la persona que se ha hecho con el derecho de ser mi Mâitre. -
Siempre. SIEMPRE hacían esa pregunta. Una de las consecuencias de ser una leyenda viva, es el también acarrear esas falacias provenientes de la mala percepción. Que si era bajito y rechoncho. Bueno, la verdad es que sí tuvo un período donde le gustaba comer más de la cuenta. Pero al darse cuenta de que mantener panza le quitaba credibilidad con sus generales y comandantes, escogió mantener una vida más saludable, verse más fornido.
- Ah... Eso es porque mis generales eran muy altos. Y bueno, quizá el tamaño de mis sombreros influye un poco. Pero a mí me gustan así... En fin. Me estoy desviando del punto. -
Murmurando por lo bajo, el hombre guardó su brazo derecho tras la espalda y carraspeó contra el puño de su zurda. Prefirió omitir el comentario de que si hubiese sido invocado como un Rider, la percepción histórica hubiese hecho que realmente perdiese estatura. Era una desgracia estar atado al concepto de la figura histórica que él había forjado. Luego de todo, él no controlaba la impresión que dejaba en el pueblo, en el colectivo. Ésta nunca era exacta -Por lo cual algunos Servants concebidos como de determinado sexo, aparecían invocados con el sexo contrario, o bastante diferentes a cómo han sido descritos en los libros. Simplemente los historiadores los habían inscrito de forma inexacta- y muy subjetiva, sujeta a la potestad de quienes la registraron.
- ... Hm. -
Mientras iba escuchando atentamente todo lo que la mujer decía, el General entrecerró los ojos. Oía algo. La voz de un hombre. A pesar de que no podía ver su cuerpo de donde parecía provenir la voz. El ser un constructo de mana tenía sus ventajas, y eso se traducía en cierto tipo de percepción para las corrientes mágicas similares a las de él. Un Servant podía sentir la presencia de otro, a menos que posea deliberadamente una capacidad para ocultar la presencia. Pero el sólo ocultar el cuerpo no bastaba si no estaba engañando completamente los sentidos de un ser creado a base de magia.
Escuchaba la voz de un hombre. La pelirosa le respondía. Parecía ser una especie de familiar, y él le estaba haciendo el favor tácito de decirle a la mujer quién era él. Parecía no ser de este mundo, o haber vivido aislada por unos cuantos siglos. Sonaba inverosímil pero no lo dudó. Era el hombre que hacía posible lo imposible, y para hacerlo, no había nada que dejara de ser válido en su punto de vista.
- Esa voz... Es un hombre sabio, que conoce lo que tiene que conocer. ¿Es su General, mademoiselle? Ocultar su cuerpo físico es un acto que prueba que posee poder. ¡Oh! Y en cuanto a mi visita... -
El hombre se cruzó de brazos, mirando a la muchacha. Tenía una sonrisa afable, y no exagerada. Sentía que ella era. Que algo los conectaba. Una plegaria. Y ella era el estandarte de esa gran petición.
"Cuando el pueblo necesite un guía que maneje la justicia, yo estaré. Cuando los que solicitaron mi liderazgo se harten de mí, yo me iré. Pero mientras en los corazones perdure un grito de libertad aparejado a mi persona, vendré del abismo más oscuro para llenar los deseos de los necesitados."
Legacy y Merak. Dos entidades en pugna eterna por el destino del mundo. Y él como representante de las expectativas de la humanidad, lógicamente debía venir a defender los intereses de los seres humanos, de aquellos que amenacen al planeta. Pero no era un héroe blanco ni un paladín de armadura brillante. Era un emperador, un general, un conquistador. Era el hombre que cumpliría lo que se había propuesto.
Y en ese momento, su propuesta era encontrar a quién le había llamado. La voz que habló por la expectativa de la humanidad.
- Estoy aquí porque alguien tiene problemas. Todos tienen problemas. Pero una persona fue el rostro, la figura de esa plegaria. Desde el Trono de los Héroes oí el llamado, y acudí. Esta es la invocación del Servant Archer, Napoleón Bonaparte... Y busco a la persona que se ha hecho con el derecho de ser mi Mâitre. -
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
Al escuchar sus palabras se sorprendió, ¿Cómo podía escuchar a su familiar? No todos podían hacerlo y solo él se presentaba a quienes confiaba, la pelirrosa lo miró atentamente para saber un poco más de él.
Cuando menciono la razón de su llegada y el cómo fue invocado, aquella chica estaba impactada, ¿realmente sus plegarias fueron escuchadas? ¿Este hombre sería quien le ayudaría a conseguir la paz? Realmente se cuestionaba de que el momento que estaba presenciando no fuera un sueño, incluso tomo su mejilla y lo estiro para saber si no estaba soñando.
─N-No es un sueño…
Intento recobrar la compostura para luego mirar fijamente a los ojos del castaño, aquella mostraba una actitud más segura y autoritario, como aún estaba la alumna presente, Ayana debía pedirle que se fuera para hablar claramente con aquel hombre.
─Señorita Charlotte, por favor vaya a su habitación en este instante…
Ante aquella actitud que llegaba a asustar, la rubia francesa simplemente se retiró sin decir casi ninguna palabra, ya que se sentía una cierta aura en el ambiente que causaba algo de miedo.
Tras permanecer solos, la pelirrosa cerró la puerta del salón para después apagar la luz.
─Muy bien… estamos solos, así que eres un Servant, no había hecho un ritual ni nada parecido, ¿Cómo es que fuiste invocado exactamente?
─Según lo que dice, fue invocado por una petición o plegaria de tu parte, Ayana.
Gracias a la oscuridad, aquel azabache había tomado la decisión de aparecer ante l castaño, un hombre de 1.90cm aprox. De ojos rojos y brillantes ante la oscuridad, su piel pálida le daba la sensación de no poseer vida alguna y no estaba lejos de la realidad.
─Según lo que se de los Servant, son invocados por rituales, esta es la primera vez que aparece uno por una plegaria…
La pelirrosa fue acercándose al castaño mientras el azabache se limitaba a observar, sabiendo perfectamente lo que pasaría.
Aquella sacerdotisa empezó a tocar el pecho ajeno y examinarlo cuidadosamente, notando algo fuera de lo común.
─S-Se siente diferente, incluso su energía es mas concentrada, ¿Acaso su cuerpo se compone por magia? Se ve tan real…
No dejaba de tocarlo, como si de un juguete se tratara, ella exploraba y examinaba todo lo que podía, después de todo, era la primera vez que tenía a alguien de su clase como “sirviente”.
Cuando menciono la razón de su llegada y el cómo fue invocado, aquella chica estaba impactada, ¿realmente sus plegarias fueron escuchadas? ¿Este hombre sería quien le ayudaría a conseguir la paz? Realmente se cuestionaba de que el momento que estaba presenciando no fuera un sueño, incluso tomo su mejilla y lo estiro para saber si no estaba soñando.
─N-No es un sueño…
Intento recobrar la compostura para luego mirar fijamente a los ojos del castaño, aquella mostraba una actitud más segura y autoritario, como aún estaba la alumna presente, Ayana debía pedirle que se fuera para hablar claramente con aquel hombre.
─Señorita Charlotte, por favor vaya a su habitación en este instante…
Ante aquella actitud que llegaba a asustar, la rubia francesa simplemente se retiró sin decir casi ninguna palabra, ya que se sentía una cierta aura en el ambiente que causaba algo de miedo.
Tras permanecer solos, la pelirrosa cerró la puerta del salón para después apagar la luz.
─Muy bien… estamos solos, así que eres un Servant, no había hecho un ritual ni nada parecido, ¿Cómo es que fuiste invocado exactamente?
─Según lo que dice, fue invocado por una petición o plegaria de tu parte, Ayana.
Gracias a la oscuridad, aquel azabache había tomado la decisión de aparecer ante l castaño, un hombre de 1.90cm aprox. De ojos rojos y brillantes ante la oscuridad, su piel pálida le daba la sensación de no poseer vida alguna y no estaba lejos de la realidad.
─Según lo que se de los Servant, son invocados por rituales, esta es la primera vez que aparece uno por una plegaria…
La pelirrosa fue acercándose al castaño mientras el azabache se limitaba a observar, sabiendo perfectamente lo que pasaría.
Aquella sacerdotisa empezó a tocar el pecho ajeno y examinarlo cuidadosamente, notando algo fuera de lo común.
─S-Se siente diferente, incluso su energía es mas concentrada, ¿Acaso su cuerpo se compone por magia? Se ve tan real…
No dejaba de tocarlo, como si de un juguete se tratara, ella exploraba y examinaba todo lo que podía, después de todo, era la primera vez que tenía a alguien de su clase como “sirviente”.
Última edición por Ayana Shade el Jue Abr 25, 2019 5:53 pm, editado 1 vez
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
Lo primero, fue percatarse del cómo la rubia se retiró ante la orden -En estricto sentido- de la pelirrosa. Parecía tener algo de autoridad en este lugar, lo cual era bueno de cierta forma. Sin embargo, los ojos violáceos de la otra mujer no se le olvidarían con facilidad. Era la mirada de alguien seguro, alguien que probablemente volvería a ver en otra oportunidad. Él, estaba seguro de ello.
Lo segundo, fue el "monólogo" de la dama que se quedó atrás. Lo cual en la práctica era uno, pero sólo hablaba con esa entidad mística que él había percibido antes. El mismo que parecía saber quién era él. De cierta manera le halaaba el haberse vuelto tan famoso como para ser recordado aún siglos después de sus haceres y hazañas, pero eso no era el punto ahora.
- ¡En efecto! Fue algo más lo que me trajo aquí. El deseo por un héroe para terminar un conflicto. Aunque tengo poca certeza de lo que es, hay dos nombres en mi memoria pero no mucho más. Puedes decir que las condiciones de mi vida, de mi leyenda, me confieren esta forma tan anormal de ser convocado. -
Así era su vida. Venía porque el pueblo se lo pedía, y se iba cuando lo que debía ser hecho se hacía. Una ayuda temporal para aquellas singularidades que amenazan la supervivencia de la raza humana y la casualidad del espacio-tiempo. Un conflicto capaz de alterar no solo al mundo, sino que a todo el orden cósmico estaba por sucitarse, y por cómo lo entendía, El Trono había puesto sus ojos en ello.
Como resultado, un baluarte era lo único necesario para que el Emperador-Héroe cayese a la tierra una vez más. Un campeón de la humanidad se debía ofrecer como voluntario.
¿Era ésta mujer la campeona de la humanidad? ¿O era la entidad que le acompañaba? Tocaba averiguarlo.
- Un hombre de altos y bajos. Que aparece cuando su reino lo necesita, y que desaparece cuando deja de hacerlo. Es la vida del Emperador de Francia, Napoleón quién les habla. ¡Oh! Gracias por aparecer, general de la doncella. Vistes bien... ¿E-Eh? -
Mientras saludaba al hombre oscuro, quién se materializaba en ese momento con vestimenta y cabellera que le daban el mote que estas líneas dictan, sintió de improviso cómo la muchacha se acercaba a tocar su pecho desnudo, dada la costumbre como Servant de ir siempre de chaqueta abierta. Sus manos eran cálidas, pero no lo suficiente. Sin embargo, la forma de tocarlo le indicaba que las pretensiones ajenas no venían con la perversión de una mujer buscando cobijo en el ardor del hombre. Ella lo tocaba con un dedo a la vez, o le presionaba el pecho con la palma. Como si esperara atravesarlo en algún momento. Él no estaba muy enterado cómo era hecho su cuerpo, ciertamente. Pero podía sentir un corazón latiendo y podía oír su nariz expulsando aire desde los pulmones. En lo que a él le respecta, su cuerpo era bastante real. Sólo que había algo nuevo entre él, en cada célula. La marca de que ciertamente era un constructo mágico, la huella que identificaba su cuerpo como algo acabado natural, pero construido de manera artificial.
- Ehem. Eso... Da cosquillas. -
Lo segundo, fue el "monólogo" de la dama que se quedó atrás. Lo cual en la práctica era uno, pero sólo hablaba con esa entidad mística que él había percibido antes. El mismo que parecía saber quién era él. De cierta manera le halaaba el haberse vuelto tan famoso como para ser recordado aún siglos después de sus haceres y hazañas, pero eso no era el punto ahora.
- ¡En efecto! Fue algo más lo que me trajo aquí. El deseo por un héroe para terminar un conflicto. Aunque tengo poca certeza de lo que es, hay dos nombres en mi memoria pero no mucho más. Puedes decir que las condiciones de mi vida, de mi leyenda, me confieren esta forma tan anormal de ser convocado. -
Así era su vida. Venía porque el pueblo se lo pedía, y se iba cuando lo que debía ser hecho se hacía. Una ayuda temporal para aquellas singularidades que amenazan la supervivencia de la raza humana y la casualidad del espacio-tiempo. Un conflicto capaz de alterar no solo al mundo, sino que a todo el orden cósmico estaba por sucitarse, y por cómo lo entendía, El Trono había puesto sus ojos en ello.
Como resultado, un baluarte era lo único necesario para que el Emperador-Héroe cayese a la tierra una vez más. Un campeón de la humanidad se debía ofrecer como voluntario.
¿Era ésta mujer la campeona de la humanidad? ¿O era la entidad que le acompañaba? Tocaba averiguarlo.
- Un hombre de altos y bajos. Que aparece cuando su reino lo necesita, y que desaparece cuando deja de hacerlo. Es la vida del Emperador de Francia, Napoleón quién les habla. ¡Oh! Gracias por aparecer, general de la doncella. Vistes bien... ¿E-Eh? -
Mientras saludaba al hombre oscuro, quién se materializaba en ese momento con vestimenta y cabellera que le daban el mote que estas líneas dictan, sintió de improviso cómo la muchacha se acercaba a tocar su pecho desnudo, dada la costumbre como Servant de ir siempre de chaqueta abierta. Sus manos eran cálidas, pero no lo suficiente. Sin embargo, la forma de tocarlo le indicaba que las pretensiones ajenas no venían con la perversión de una mujer buscando cobijo en el ardor del hombre. Ella lo tocaba con un dedo a la vez, o le presionaba el pecho con la palma. Como si esperara atravesarlo en algún momento. Él no estaba muy enterado cómo era hecho su cuerpo, ciertamente. Pero podía sentir un corazón latiendo y podía oír su nariz expulsando aire desde los pulmones. En lo que a él le respecta, su cuerpo era bastante real. Sólo que había algo nuevo entre él, en cada célula. La marca de que ciertamente era un constructo mágico, la huella que identificaba su cuerpo como algo acabado natural, pero construido de manera artificial.
- Ehem. Eso... Da cosquillas. -
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
La pelirrosa ignoraba las incomodidades que podría provocarle en el castaño, era una costumbre en ella escuchar, oler y tocar cualquier cosa nueva para ella, esto debido a su mala visión, provocándole una ausencia de percepción de color, lo cual solía depender de la conexión del azabache para ver con normalidad sin necesidad de lentes, pero las costumbres que tenía son tan arraigadas que inconscientemente tocaba, olía y escuchaba como si fuera una ciega nuevamente.
─Si…esta hecho de magia y emite una energía singular… es interesante… me pregunto si es capaz de sentir otras cosas…
─Por favor, no intentes besarlo o algo así, no lo conoces ─refunfuño el azabache ante las posibles acciones de su ama.
─¡N-No hare tal cosa! …aun. Quería saber si sentía dolor físico o emocional, ¿Podría ver sus recuerdos como cualquier otro ser? Debo admitir que antes no podía hacerlo ya que al pareces estuviste en un lugar muy diferente, quizás el plano espiritual… los fantasmas suelen olvidar cosas…
─Y ahora estas divagando, confundes al grandote.
─Oh, lo siento, me emocione~
─Siempre te emocionas, ¿podrías siquiera presentarte al pobre hombre? Seguro solo sabe una faceta tuya.
─Ahora que lo pienso… creo que no me presente adecuadamente… ─Ladea la cabeza mientras rasca su cabeza levemente─ Mi nombre es Ayana Shade, además de profesora, soy una sacerdotisa, velo por la paz y el equilibrio de estas tierras, aunque debo admitir que ha habido muchas guerras de las cuales no he podido evitar, intente de todo para conseguir la paz pero no importa lo que haga o lo cerca que estoy de conseguirlo, siempre pasa algo que lo cambia todo…
─Claro, una sacerdotisa del tiempo no lo tiene fácil, ¿o sí?
─Es realmente complicado, debo garantizar mi deber para proteger esta línea temporal y de paso ayudar a la gente, no es tarea fácil… quizás llegaste aquí por petición mía, había rezado por ayuda por mucho tiempo, alguien que me ayudara a conseguir esa paz que esta gente necesita.
─Si…esta hecho de magia y emite una energía singular… es interesante… me pregunto si es capaz de sentir otras cosas…
─Por favor, no intentes besarlo o algo así, no lo conoces ─refunfuño el azabache ante las posibles acciones de su ama.
─¡N-No hare tal cosa! …aun. Quería saber si sentía dolor físico o emocional, ¿Podría ver sus recuerdos como cualquier otro ser? Debo admitir que antes no podía hacerlo ya que al pareces estuviste en un lugar muy diferente, quizás el plano espiritual… los fantasmas suelen olvidar cosas…
─Y ahora estas divagando, confundes al grandote.
─Oh, lo siento, me emocione~
─Siempre te emocionas, ¿podrías siquiera presentarte al pobre hombre? Seguro solo sabe una faceta tuya.
─Ahora que lo pienso… creo que no me presente adecuadamente… ─Ladea la cabeza mientras rasca su cabeza levemente─ Mi nombre es Ayana Shade, además de profesora, soy una sacerdotisa, velo por la paz y el equilibrio de estas tierras, aunque debo admitir que ha habido muchas guerras de las cuales no he podido evitar, intente de todo para conseguir la paz pero no importa lo que haga o lo cerca que estoy de conseguirlo, siempre pasa algo que lo cambia todo…
─Claro, una sacerdotisa del tiempo no lo tiene fácil, ¿o sí?
─Es realmente complicado, debo garantizar mi deber para proteger esta línea temporal y de paso ayudar a la gente, no es tarea fácil… quizás llegaste aquí por petición mía, había rezado por ayuda por mucho tiempo, alguien que me ayudara a conseguir esa paz que esta gente necesita.
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
- Hazle caso al Gènèral. Tocar a tu Servant así es... Ehm... Se puede malinterpretar- ¡Hey! ¿Beso? Creo que estamos yendo un poco rápido, mademoiselle. -
Dio un par de pasos hacia atrás antes de que pudiese decir nada. Honestamente, se hubiese aprovechado de la situación. Pero al estar no sólo flanqueada por el hombre de negro sin nombre, sino que al aparentemente ser la persona que será su Master... Naturalmente el propasarse con ella era una mala decisión estratégica. Y el primer conocido en este mundo nuevo debía ser no solo su Master, sino que también su aliado. Era importante una convivencia cimentada en el mutuo respeto, y eso era algo que Napoleón Bonaparte defendería a cabalidad.
Y por lo mismo también le sorprendió la naturalidad con la que la pelicarmín le encaraba. Con la cercanía con que lo hacía. Él pensaba con cautela y ella llegaba de lleno, como un huracán. Le descolocaba.
Pero así mismo, le parecía de lo más interesante. Ahora hablaba de sus aparentes poderes, que parecían vastos. Hablaba de poder entrar en sus memorias, de preguntar si él sentía dolor. Aún le daba vueltas al asunto de que si era real o no. Bueno, él era el Napoleón Real y Verdadero, a pesar de que su cuerpo es un constructo, un vehículo otorgado por el sistema de la Tercera Magia. Pero éra tangible y eso era lo que bastaba. Lo demás ya entraba a ser accesorio.
Y luego se presentó. sacerdotiza del equilibrio, estacionada ahí por guerras que ha fallado en apacigua-
... Guerras. Ahora ESTO era interesante.
- Ya veo. Entonces hay guerras por aquí. Claro, tu fuerte deseo no ha salido de la nada. Me gustaría poder saber de esas guerras. Tener algo de contexto al respecto. Luego de todo, para algo fuí invocad-Oh... -
No pudo terminar.
Al poco de haber tomado la palabra, un fulgor rojo apareció con dolor en la mano de la mujer, presentada como Ayana Shade. Un fulgor rojo que se fue extendiendo sobre la piel, marcando sobre ésta un tatuaje de un gran símbolo que constaba de tres secciones. No podía verlo dado el ángulo en el que se encontraba parado, pero sabía que era un tribal rojo tatuado de tres secciones. Desde luego, sabía lo básico sobre el contrato Servant-Master. Ese tribal tatuado era el "certificado" de conexión de un Magus con un Servant. Y las tres secciones también implican algo importante.
- Bueno. Eso deja en claro que tú eres mi Mâitre. Será un honor ayudarte en fomentar la paz. Aunque para eso tendremos que unir pueblos, y sangre correrá eventualmente... Siempre lo es cuando se trata de unir pueblos. -
Dio un par de pasos hacia atrás antes de que pudiese decir nada. Honestamente, se hubiese aprovechado de la situación. Pero al estar no sólo flanqueada por el hombre de negro sin nombre, sino que al aparentemente ser la persona que será su Master... Naturalmente el propasarse con ella era una mala decisión estratégica. Y el primer conocido en este mundo nuevo debía ser no solo su Master, sino que también su aliado. Era importante una convivencia cimentada en el mutuo respeto, y eso era algo que Napoleón Bonaparte defendería a cabalidad.
Y por lo mismo también le sorprendió la naturalidad con la que la pelicarmín le encaraba. Con la cercanía con que lo hacía. Él pensaba con cautela y ella llegaba de lleno, como un huracán. Le descolocaba.
Pero así mismo, le parecía de lo más interesante. Ahora hablaba de sus aparentes poderes, que parecían vastos. Hablaba de poder entrar en sus memorias, de preguntar si él sentía dolor. Aún le daba vueltas al asunto de que si era real o no. Bueno, él era el Napoleón Real y Verdadero, a pesar de que su cuerpo es un constructo, un vehículo otorgado por el sistema de la Tercera Magia. Pero éra tangible y eso era lo que bastaba. Lo demás ya entraba a ser accesorio.
Y luego se presentó. sacerdotiza del equilibrio, estacionada ahí por guerras que ha fallado en apacigua-
... Guerras. Ahora ESTO era interesante.
- Ya veo. Entonces hay guerras por aquí. Claro, tu fuerte deseo no ha salido de la nada. Me gustaría poder saber de esas guerras. Tener algo de contexto al respecto. Luego de todo, para algo fuí invocad-Oh... -
No pudo terminar.
Al poco de haber tomado la palabra, un fulgor rojo apareció con dolor en la mano de la mujer, presentada como Ayana Shade. Un fulgor rojo que se fue extendiendo sobre la piel, marcando sobre ésta un tatuaje de un gran símbolo que constaba de tres secciones. No podía verlo dado el ángulo en el que se encontraba parado, pero sabía que era un tribal rojo tatuado de tres secciones. Desde luego, sabía lo básico sobre el contrato Servant-Master. Ese tribal tatuado era el "certificado" de conexión de un Magus con un Servant. Y las tres secciones también implican algo importante.
- Bueno. Eso deja en claro que tú eres mi Mâitre. Será un honor ayudarte en fomentar la paz. Aunque para eso tendremos que unir pueblos, y sangre correrá eventualmente... Siempre lo es cuando se trata de unir pueblos. -
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
Repentinamente empezó a resentir un dolor agudo en su mano, como si alguien le hubiera marcado la piel con hierro al rojo vivo.
Era doloroso, pero sentía una extraña sensación tras terminar de ser marcada, sentía un vínculo con aquel castaño robusto, algo que jamás había sentido con algún otro ser que no fuera su leal guardián.
─E-Esto arde… ─Comento con una voz sumisa, como si no entendiera del todo lo que pasaba─ Es la primera vez que me aparece algo así…
─Tal parece es el sello que te une a este caballero ─dijo el azabache tras poner atención a la marca─ tiene 3 secciones que lo conforman, ¿Sabes qué significa?
─Y-Yo no tengo idea… además… Si no mal recuerdo, debo alimentarte de maná, ¿no? ¿De qué modo debería hacerlo?
Cuando tenía a su primer “Servant”, la única forma que podía otorgarle maná era a través de un beso, algo que poco le importaba pero que provoco situaciones únicas con aquel rubio que alguna vez estuvo a su lado.
Ahora que lo recordaba, se preguntaba si estaba bien en el lugar donde estuviera.
─Emmm Ayana, la tierra te necesita, no mires a la nada otra vez.
─..¿He? ¡Ah! ¡Es verdad! ¿Ahora qué haremos? ¿Que se supone que debo hacer contigo, Napoleón?
La pelirrosa miró con nerviosismo al castaño, esperando alguna respuesta reconfortante ante la nueva situación en que se encontraba.
El azabache por su parte se limitó a suspirar pesadamente y sujetar del hombro a su ama y al nuevo integrante.
─Por el momento se calman un poco, y eso lo digo por ti, enana. Ahora solo debemos informarle sobre las guerras que han pasado, bueno, al menos los que hemos presenciado.
─Oh… B-Bueno es un buen punto para empezar... ─Suspira levemente para calmarse─ Bien…veraz, desde que estoy aquí, supe de enfrentamientos entre Legacy y otra academia, había enfrentado a muchas pero no estoy muy al tanto de lo ocurrido, solo he estado un año en este lugar… no preguntes como llegue a ser profesora.
─Se murieron los profesores en el enfrentamiento anterior y pusieron a esta enana lista como profesora, listo, ya le expliqué.
─Eso es tener poco tacto, Colt… Mucha gente murió, tuve que ponerme a cargo para proteger a los alumnos de futuras amenazas… y bueno, creo que algo malo va a pasar próximamente…
─Es de esperar, esta isla tiene como maldición eso al parecer, siempre hay muerte y una guerra que enfrentar, ya sea entre los mortales o seres sobrenaturales. Nada del otro mundo, je.
─Etto… empiezo a sospechas que todo lo que estamos diciendo lo confunde más…
Era doloroso, pero sentía una extraña sensación tras terminar de ser marcada, sentía un vínculo con aquel castaño robusto, algo que jamás había sentido con algún otro ser que no fuera su leal guardián.
─E-Esto arde… ─Comento con una voz sumisa, como si no entendiera del todo lo que pasaba─ Es la primera vez que me aparece algo así…
─Tal parece es el sello que te une a este caballero ─dijo el azabache tras poner atención a la marca─ tiene 3 secciones que lo conforman, ¿Sabes qué significa?
─Y-Yo no tengo idea… además… Si no mal recuerdo, debo alimentarte de maná, ¿no? ¿De qué modo debería hacerlo?
Cuando tenía a su primer “Servant”, la única forma que podía otorgarle maná era a través de un beso, algo que poco le importaba pero que provoco situaciones únicas con aquel rubio que alguna vez estuvo a su lado.
Ahora que lo recordaba, se preguntaba si estaba bien en el lugar donde estuviera.
─Emmm Ayana, la tierra te necesita, no mires a la nada otra vez.
─..¿He? ¡Ah! ¡Es verdad! ¿Ahora qué haremos? ¿Que se supone que debo hacer contigo, Napoleón?
La pelirrosa miró con nerviosismo al castaño, esperando alguna respuesta reconfortante ante la nueva situación en que se encontraba.
El azabache por su parte se limitó a suspirar pesadamente y sujetar del hombro a su ama y al nuevo integrante.
─Por el momento se calman un poco, y eso lo digo por ti, enana. Ahora solo debemos informarle sobre las guerras que han pasado, bueno, al menos los que hemos presenciado.
─Oh… B-Bueno es un buen punto para empezar... ─Suspira levemente para calmarse─ Bien…veraz, desde que estoy aquí, supe de enfrentamientos entre Legacy y otra academia, había enfrentado a muchas pero no estoy muy al tanto de lo ocurrido, solo he estado un año en este lugar… no preguntes como llegue a ser profesora.
─Se murieron los profesores en el enfrentamiento anterior y pusieron a esta enana lista como profesora, listo, ya le expliqué.
─Eso es tener poco tacto, Colt… Mucha gente murió, tuve que ponerme a cargo para proteger a los alumnos de futuras amenazas… y bueno, creo que algo malo va a pasar próximamente…
─Es de esperar, esta isla tiene como maldición eso al parecer, siempre hay muerte y una guerra que enfrentar, ya sea entre los mortales o seres sobrenaturales. Nada del otro mundo, je.
─Etto… empiezo a sospechas que todo lo que estamos diciendo lo confunde más…
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
- Tres sellos, tres órdenes, Mademoiselle. - Recitó lo que estaba llegando a su mente en ese momento. - Tres órdenes incuestionables que no podré desobedecer, siempre y cuando esté dentro de lo físicamente realizable. Aunque algunos hechiceros habilidosos pueden combinar el comando con conjuros propios para aumentar el alcance de los mismos. Como el poder llamar instantáneamente al Servant pese a que esté a kilómetros de distancia. -
Cruzado de brazos, Napoleón hizo su explicación. Deliberadamente omitió los registros que le llegaban sobre lo marciales de las órdenes ejecutadas con el comando. Muchas veces llegando a la orden del suicidio del Servant, por una u otra razón. Más por evitarle un mal rato a Ayana que otra cosa. Ella no parecía ser un ser perverso de los que llegan a tales extremos. Así que para qué azotarla con la idea.
- Cependant, sólo son tres comandos de un sello que marca el contrato entre un Master y su Servant. Por lo que, al cumplir la última orden del sello... El contrato se cancela. Y al no tener una fuente de mana de la que sostenerse, el Servant desaparece en el acto. ¡Tranquila! Soy un Archer, así que si pasara cualquier eventualidad, tengo cierto tiempo donde puedo mantenerme viviendo sin mana ni contrato, hasta que me haga de otro. -
Sin embargo, el hombre carraspeó mientras ella seguía hablando. Sí, el saber mantener y establecer un flujo de mana era más que necesario, y había muchas formas de establecer uno. Algunos Magos preferían surtirse de un circuito mágico auxiliar para evitarse problemas. Otros, utilizaban la energía de otras personas, aún si había que asesinarlas en el proceso. Hechiceros más experimentados simplemente establecían un vínculo energético con el Servant para evitar problemas. Y claro, siempre estaban esas situaciones donde el mana no fluye bien entre Servant y Master, y hay que recurrir a... Métodos menos ortodoxos, como el intercambio de fluídos corporales, que funcionan como "paquetes energéticos".
... No, fuera de cuestión. Probablemente el hombre de negro ya estaba pensando en algo parecido. Probablemente el hombre ya fulminaba al francés con la mirada. Ni siquiera tenía que llevar los pensamientos a lo obsceno, tan sólo con un beso podía ser suficiente para sacarle de quicio.
Pero no, al fijarse en él pudo notar que había hecho avanzar el tema hábilmente, a algo que era más de la utilidad y el interés del Emperador. La guerra. Noticias. Las fuentes. Lo que tenía que saber. Luego de todo, él era un brillante estratega militar, y no hay estrategia que funcione sin un poco de conocimiento. El terremo donde se batalla. Quién batalla. Contra quién batalla. Cuales son sus recursos. Cuantas son sus huestes. Cuan capaces son sus generales.
- Legacy y Merak. Son los únicos nombres que vienen a mi mente. Pero saber el nombre de los bandos en disputa no sirve absolutamente de nada. -
Sin embargo, sus expectativas caerían al piso poco después.
Su Master, pese a haber sido el baluarte de la plegaria que le convocó, no sabía nada sobre el conflicto que le trajo. De hecho, estaba demostrando saber menos que él mismo. A lo que él tuvo que buscar un sitio para sentarse, alejarse y meditar. Estaba en un punto muerto. No había aflicción ni pesar. Quizá cierta decepción.
Lo único que sabía era que, al fungir los profesores como aquellos que velaban por los alumnos, los cuales debían de ser usados para la guerra como soldados, éstos debían ser sus generales. Y según Ayana, parecían caer abatidos como moscas. No sólo había llegado a un combate en sí interminable. Estaba entre las filas de un ejército sin preparación ni táctica ni cohesión. De seguro nadie sabía de Merak más que las habilidades de sus individuales.
Era un panorama oscuro... Pero no del todo adverso. Sólo tendría que hacerse de un par de aliados y herramientas por aquí y por allá.
- Non, non, non, non. Esta desorganización no puede persistir. Necesitan un guía táctico. Una estratagema. Sus generales mueren como si fuesen desechables y nadie tiene idea de cómo luchar. Necesitaré un par de instructores, generales de confianza... Y por supuesto, espías. Necesito toda la información que pueda obtener sobre estos Merak, dès que possible. Nunca saldrán de esta guerra si ni siquiera le dan valor real a sus comandantes. -
Cruzado de brazos, Napoleón hizo su explicación. Deliberadamente omitió los registros que le llegaban sobre lo marciales de las órdenes ejecutadas con el comando. Muchas veces llegando a la orden del suicidio del Servant, por una u otra razón. Más por evitarle un mal rato a Ayana que otra cosa. Ella no parecía ser un ser perverso de los que llegan a tales extremos. Así que para qué azotarla con la idea.
- Cependant, sólo son tres comandos de un sello que marca el contrato entre un Master y su Servant. Por lo que, al cumplir la última orden del sello... El contrato se cancela. Y al no tener una fuente de mana de la que sostenerse, el Servant desaparece en el acto. ¡Tranquila! Soy un Archer, así que si pasara cualquier eventualidad, tengo cierto tiempo donde puedo mantenerme viviendo sin mana ni contrato, hasta que me haga de otro. -
Sin embargo, el hombre carraspeó mientras ella seguía hablando. Sí, el saber mantener y establecer un flujo de mana era más que necesario, y había muchas formas de establecer uno. Algunos Magos preferían surtirse de un circuito mágico auxiliar para evitarse problemas. Otros, utilizaban la energía de otras personas, aún si había que asesinarlas en el proceso. Hechiceros más experimentados simplemente establecían un vínculo energético con el Servant para evitar problemas. Y claro, siempre estaban esas situaciones donde el mana no fluye bien entre Servant y Master, y hay que recurrir a... Métodos menos ortodoxos, como el intercambio de fluídos corporales, que funcionan como "paquetes energéticos".
... No, fuera de cuestión. Probablemente el hombre de negro ya estaba pensando en algo parecido. Probablemente el hombre ya fulminaba al francés con la mirada. Ni siquiera tenía que llevar los pensamientos a lo obsceno, tan sólo con un beso podía ser suficiente para sacarle de quicio.
Pero no, al fijarse en él pudo notar que había hecho avanzar el tema hábilmente, a algo que era más de la utilidad y el interés del Emperador. La guerra. Noticias. Las fuentes. Lo que tenía que saber. Luego de todo, él era un brillante estratega militar, y no hay estrategia que funcione sin un poco de conocimiento. El terremo donde se batalla. Quién batalla. Contra quién batalla. Cuales son sus recursos. Cuantas son sus huestes. Cuan capaces son sus generales.
- Legacy y Merak. Son los únicos nombres que vienen a mi mente. Pero saber el nombre de los bandos en disputa no sirve absolutamente de nada. -
Sin embargo, sus expectativas caerían al piso poco después.
Su Master, pese a haber sido el baluarte de la plegaria que le convocó, no sabía nada sobre el conflicto que le trajo. De hecho, estaba demostrando saber menos que él mismo. A lo que él tuvo que buscar un sitio para sentarse, alejarse y meditar. Estaba en un punto muerto. No había aflicción ni pesar. Quizá cierta decepción.
Lo único que sabía era que, al fungir los profesores como aquellos que velaban por los alumnos, los cuales debían de ser usados para la guerra como soldados, éstos debían ser sus generales. Y según Ayana, parecían caer abatidos como moscas. No sólo había llegado a un combate en sí interminable. Estaba entre las filas de un ejército sin preparación ni táctica ni cohesión. De seguro nadie sabía de Merak más que las habilidades de sus individuales.
Era un panorama oscuro... Pero no del todo adverso. Sólo tendría que hacerse de un par de aliados y herramientas por aquí y por allá.
- Non, non, non, non. Esta desorganización no puede persistir. Necesitan un guía táctico. Una estratagema. Sus generales mueren como si fuesen desechables y nadie tiene idea de cómo luchar. Necesitaré un par de instructores, generales de confianza... Y por supuesto, espías. Necesito toda la información que pueda obtener sobre estos Merak, dès que possible. Nunca saldrán de esta guerra si ni siquiera le dan valor real a sus comandantes. -
Invitado- Invitado
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
La pelirrosa escuchaba sobre aquellos comandos que representaban cada marca, si no mal entendía, cada uno debía ser algo que el servant debía obedecer sin importar nada, un ejemplo claro es protegerla de todo peligro sin importar que o incluso llegar a usarla para mejorarse a si mismo.
Había muchas posibilidades para realizar en cada una de esas marcas, así que debía pensar con claridad lo que podría hacer.
─Bueno… si cada marca es un comando, podría dar uso de alguno, por ejemplo, darte la capacidad de utilizar mi habilidad temporal, un minuto podría ser útil.
Ella sabía que detener el tiempo por un minuto se podía hacer un gran desastre o un gran cambio, siendo su nuevo Servant alguien ingenioso y estratega, podría fácilmente utilizar ese tiempo a su favor.
─Pero claro, debe tener condiciones o solo se usaría una vez, veamos… “te doy ilimitadamente la capacidad de utilizar el control temporal un minuto a la vez, esto a través de mi maná, debes usarlo de manera justa y no utilizarlo para cosas indecorosas”, Supongo que así serviría…
Aquella aún estaba algo dudosa pero estaba convencida de querer darle esa capacidad para favorecerle en el combate e investigación.
Después recordó algo, no sabía si era un recuerdo del pasado o una memoria del futuro, pero de algo estaba segura, no era algo bueno.
─Hablando de merak, se perfectamente que no todos tienen malas intenciones, algunos simplemente buscan donde encajar, podría investigar a algunos y ver si podrían ser de utilidad, tengo en la mira a un joven de cabello rojo que suele frecuentar a una de mis estudiantes, es de merak, pero no parece mal chico, quizás nos ayude para tener información de su academia.
─Ayana, no es lo único que tienes en mente, ¿o sí? Sentí lo mismo que tú, sé que viste algo, ¿Qué fue?
La sensación que el azabache se refería era uno muy particular, era como si algo invadiera tu mente, un montón de ruido, imágenes y sensaciones, todo en un segundo, provocando un mareo a quienes no están acostumbrados a dicha visión.
Los menos experimentados simplemente escucharían un zumbido en su cabeza, pero ara Ayana era una visión muy clara, había fuego, ruinas, un montón de cadáveres enterrados entre los escombros y un extraño hombre de cabello azulado que aparecía entre el humo, sonriendo sarcásticamente ante tal paisaje.
─Los de Merak…─Comento débilmente mientras su mirada se apagaba─ Debo hacer algo… Tengo que hacer algo… o todo cambiara…
Aquella pelirrosada emitía una extraña aura azulada, lo cual fue formando algunas flores que decoraban su pálida piel, realmente estaba reaccionando de mala manera ante aquella visión, ¿Qué tan grave era para reaccionar así? ¿acaso el destino de su realidad estaría por cambiar?
─Debemos hacer algo para evitarlo… Napoleón, necesitare de tu ayuda en esto.
Había muchas posibilidades para realizar en cada una de esas marcas, así que debía pensar con claridad lo que podría hacer.
─Bueno… si cada marca es un comando, podría dar uso de alguno, por ejemplo, darte la capacidad de utilizar mi habilidad temporal, un minuto podría ser útil.
Ella sabía que detener el tiempo por un minuto se podía hacer un gran desastre o un gran cambio, siendo su nuevo Servant alguien ingenioso y estratega, podría fácilmente utilizar ese tiempo a su favor.
─Pero claro, debe tener condiciones o solo se usaría una vez, veamos… “te doy ilimitadamente la capacidad de utilizar el control temporal un minuto a la vez, esto a través de mi maná, debes usarlo de manera justa y no utilizarlo para cosas indecorosas”, Supongo que así serviría…
Aquella aún estaba algo dudosa pero estaba convencida de querer darle esa capacidad para favorecerle en el combate e investigación.
Después recordó algo, no sabía si era un recuerdo del pasado o una memoria del futuro, pero de algo estaba segura, no era algo bueno.
─Hablando de merak, se perfectamente que no todos tienen malas intenciones, algunos simplemente buscan donde encajar, podría investigar a algunos y ver si podrían ser de utilidad, tengo en la mira a un joven de cabello rojo que suele frecuentar a una de mis estudiantes, es de merak, pero no parece mal chico, quizás nos ayude para tener información de su academia.
─Ayana, no es lo único que tienes en mente, ¿o sí? Sentí lo mismo que tú, sé que viste algo, ¿Qué fue?
La sensación que el azabache se refería era uno muy particular, era como si algo invadiera tu mente, un montón de ruido, imágenes y sensaciones, todo en un segundo, provocando un mareo a quienes no están acostumbrados a dicha visión.
Los menos experimentados simplemente escucharían un zumbido en su cabeza, pero ara Ayana era una visión muy clara, había fuego, ruinas, un montón de cadáveres enterrados entre los escombros y un extraño hombre de cabello azulado que aparecía entre el humo, sonriendo sarcásticamente ante tal paisaje.
─Los de Merak…─Comento débilmente mientras su mirada se apagaba─ Debo hacer algo… Tengo que hacer algo… o todo cambiara…
Aquella pelirrosada emitía una extraña aura azulada, lo cual fue formando algunas flores que decoraban su pálida piel, realmente estaba reaccionando de mala manera ante aquella visión, ¿Qué tan grave era para reaccionar así? ¿acaso el destino de su realidad estaría por cambiar?
─Debemos hacer algo para evitarlo… Napoleón, necesitare de tu ayuda en esto.
Ayana Shade
Re: Vinos y Encuentros (Libre)
- Tengo entendido de que no todas las órdenes son posibles o que poseen diferentes "valores". Hay algunas órdenes que pueden llegar a gastar más de un sello para realizarse. Piensa en el caso más lógico. Dar la orden de "Seguir al pie de la letra todas mis órdenes de acá en adelante". Es simplemente imposible causarle una paradoja así al sistema. Tampoco pueden ser órdenes demasiado vagas, como "Ve y gana esta pelea". El sistema no la reconocerá por ser una orden poco específica, y perderás uno de los sellos en vano. -
Una observación lógica de un hombre lógico. Aún cruzado de brazos, el hombre se mantuvo de pie frenta a la muchacha heterócroma mientras parecía evaluar su situación. Era mejor instruir a su Mâitre de la mejor forma posible antes de que cualquier eventualidad caiga. Aunque confiaba en que ambos congeniarían tan bien que sólo sería necesario el uso de los sellos de comando... En una situación de urgencia extrema.
- Sólo recuerda. Formula la orden de una manera no tan específica igualmente. De esa frase puedo desprender alrededor de tres órdenes por separado. Si no lo dices de manera que parezca una sóla orden, gastarás más de un sello. Lástima que no estamos bajo esa Organización que puede generar sellos nuevos a voluntad... -
Terminó objetando, haciendo alusión a una de sus aventuras pasadas que bien poco recordaba. Por el mismo hecho de que las vivencias de invocaciones pasadas se difuminaban al regresar al Trono Heróico. Y hablando de heroísmo, la idea de Ayana no parecía mala. Pero él no era un Servant de la clase Caster como para utilizar un conjuro de tiempo si no sabe cómo iniciarlo correctamente. Concederle un minuto de tiempo detenido era una capacidad invaluable y seguramente su intelecto haría provecho de él más que en el sentido de asesinar a alguien sin que se pueda dar cuenta. Pero por mucho que Ayana le prestara el mana para ejecutarlo, si él no sabía cómo hacerlo, de poco servía.
Por otro lado, Ayana aportó un dato más interesante.
Al parecer ella misma tenía contactos entre las filas enemigas, y sabía de que tampoco había demasiada organización. No todos parecían congeniar en sus pensamientos con el líder del movimiento Merak. Había células que podían ser convencidas para trabajar de su lado. Si podía conseguir contactar a alguno de aquellos disidentes, podría generar una red de información que ciertamente le permitiría advertir y anticiparse a las escaramuzas oponentes, y más: Podría conocer las habilidades y fortalezas de los efectivos de las huestes opositoras y con eso formular estrategias que anulen dichas capacidades.
Pero la victoria ciertamente no se consigue sólo con espías. No puedes anticiparte a los movimientos del oponente si no hay un cuerpo que reaccione a ellos.
- Cuenta conmigo para darle a estos Merak una probada de lo que es cooperación y estrategia. Necesito ojos en el enemigo, pero más primordial que eso, es necesario que nuestro grupo posea la organización y cohesión que ellos no poseen. Los ejércitos son efectivos cuando luchan como un sólo ente, y no una horda de personalidades. Si quieres un ejército que detenga este sinsentido... Alors je suis l'homme que vous avez cherché.. -
Una sonrisa de confianza, y una mano cerca de ella. Todos los caballeros sellaban sus pactos con un apretón de manos, luego de todo. Su enorme y cálida mano esperó a la grácil mano de la mujer mientras él afirmaba con gusto a la solicitud de Ayana. Pero esto no podía ser un esfuerzo sólo de ellos. Había mucho que hacer.
Legacy debía ser vuelto un ejército seguro de sí mismo y capaz.
Una observación lógica de un hombre lógico. Aún cruzado de brazos, el hombre se mantuvo de pie frenta a la muchacha heterócroma mientras parecía evaluar su situación. Era mejor instruir a su Mâitre de la mejor forma posible antes de que cualquier eventualidad caiga. Aunque confiaba en que ambos congeniarían tan bien que sólo sería necesario el uso de los sellos de comando... En una situación de urgencia extrema.
- Sólo recuerda. Formula la orden de una manera no tan específica igualmente. De esa frase puedo desprender alrededor de tres órdenes por separado. Si no lo dices de manera que parezca una sóla orden, gastarás más de un sello. Lástima que no estamos bajo esa Organización que puede generar sellos nuevos a voluntad... -
Terminó objetando, haciendo alusión a una de sus aventuras pasadas que bien poco recordaba. Por el mismo hecho de que las vivencias de invocaciones pasadas se difuminaban al regresar al Trono Heróico. Y hablando de heroísmo, la idea de Ayana no parecía mala. Pero él no era un Servant de la clase Caster como para utilizar un conjuro de tiempo si no sabe cómo iniciarlo correctamente. Concederle un minuto de tiempo detenido era una capacidad invaluable y seguramente su intelecto haría provecho de él más que en el sentido de asesinar a alguien sin que se pueda dar cuenta. Pero por mucho que Ayana le prestara el mana para ejecutarlo, si él no sabía cómo hacerlo, de poco servía.
Por otro lado, Ayana aportó un dato más interesante.
Al parecer ella misma tenía contactos entre las filas enemigas, y sabía de que tampoco había demasiada organización. No todos parecían congeniar en sus pensamientos con el líder del movimiento Merak. Había células que podían ser convencidas para trabajar de su lado. Si podía conseguir contactar a alguno de aquellos disidentes, podría generar una red de información que ciertamente le permitiría advertir y anticiparse a las escaramuzas oponentes, y más: Podría conocer las habilidades y fortalezas de los efectivos de las huestes opositoras y con eso formular estrategias que anulen dichas capacidades.
Pero la victoria ciertamente no se consigue sólo con espías. No puedes anticiparte a los movimientos del oponente si no hay un cuerpo que reaccione a ellos.
- Cuenta conmigo para darle a estos Merak una probada de lo que es cooperación y estrategia. Necesito ojos en el enemigo, pero más primordial que eso, es necesario que nuestro grupo posea la organización y cohesión que ellos no poseen. Los ejércitos son efectivos cuando luchan como un sólo ente, y no una horda de personalidades. Si quieres un ejército que detenga este sinsentido... Alors je suis l'homme que vous avez cherché.. -
Una sonrisa de confianza, y una mano cerca de ella. Todos los caballeros sellaban sus pactos con un apretón de manos, luego de todo. Su enorme y cálida mano esperó a la grácil mano de la mujer mientras él afirmaba con gusto a la solicitud de Ayana. Pero esto no podía ser un esfuerzo sólo de ellos. Había mucho que hacer.
Legacy debía ser vuelto un ejército seguro de sí mismo y capaz.
Invitado- Invitado
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