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De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
2 participantes
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Isla Rokkenjima :: Islas Aledañas a Rokkenjima :: Cementerio
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Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
El de sangre fría observaba desde el rabillo del ojo al contrario, quien ciertamente volvía a verse más parecido a un humano con trazos demoníacos, que un ángel. Y no era por más, se igualaba tremendamente a los humanos al apostar todo sin pensar, con tal de salvar un ente apreciado.
Por un momento inclusive había olvidado porqué lo estaba ayudando, hasta que recordó la recompensa que le había sido ofrecida, pero a esas alturas no era solo eso que traía al vampiro interesado en proseguir con el ritual, sino que por obra del acaso, uno de los secretos más antiguos y de más alto riesgo de la historia mundial acabara en sus manos, e increíblemente ahora dependía de él impedir un caos por revividas conexiones inexplicadas con una desconocida dimensión.
—Ya veo. ¿La más certera eh?
Desvió su vista hacia adelante, analizando cuál sería la forma más efectiva y rápida de traerla de vuelta. La invocación era la respuesta, sin embargo era algo imposible por la falta de innumerables requisitos. Lo único que restaba era la abertura de un portal y el viaje astral.
En primera mano, la abertura del portal era la opción más difícil y menos certera, y las posibilidades de tener éxito eran desproporcionadamente inferiores a las de perderse para siempre. Además, el tiempo límite para mantener el portal abierto era muy corto. Y la última opción era relativamente fácil, sin embargo, como desde aquella época solamente se había especulado y nunca había sido realizado tal experiencia con nadie, los resultados eran dudosos.
Aún así, para no atrasar el proceso ni inducir a Judai a un posible colapso emocional que traería problemas, ocultó esas verdades y procedió a hablar:
—Entonces, deberás viajar en el otro plano hacia allá, y encontrarla. En el otro plano significa que irá solo tu alma, y tu cuerpo se quedará aquí.
Afirmó, viéndolo de frente esta vez.
—No sé qué tan capaz eres de eso siendo una creación directa del Omnipotente. El caso es que nada se sabe sobre ese lugar. Dicen que Dios lo ve todo, pero desde la primera vez, se especuló que a esa dimensión ni Dios y ni el diablo la pueden ver, otros supusieron que ese lugar sería otro paraíso, donde Dios mantiene criaturas que a diferencia de Adán y Eva, no lo desobedecieron y así no condenaron su especie. Aunque no hay evidencias de que eso sea verdad. En fin, nada está asegurado; nada además de que se te puede inducir a una muerte temporaria y conducir tu alma hacia donde la conexión entre ambos mundos esté más cerca. No es posible notarlo ahora, pero lo será cuando seas solo un alma flotante y tengas la sensibilidad necesaria.
Concluye.
—La forma más directa de salir de este plano sin ser de manera permanente e involuntaria es interrumpiendo tu respiración. Por eso, debes confiar en mí ~
Afirmó al final, ya mostrando una sonrisa no muy amable, cuando de inmediato llevó su mano derecha hacia el cuello del contrario, simultáneamente recostándolo contra el tronco de un árbol y pasó a oprimirle el cuello con fuerza suficiente para impedirlo completamente de respirar. Tenía consciencia del tiempo que llevaría invalidarlo, o mejor, lo tenía con los humanos, no con un ángel. Sin embargo, pasadas aquellas rebeldías del ángel contra Dios, no estaba tan convencido de que este tendría Su favor respecto a la imposibilidad de ser herido.
Por un momento inclusive había olvidado porqué lo estaba ayudando, hasta que recordó la recompensa que le había sido ofrecida, pero a esas alturas no era solo eso que traía al vampiro interesado en proseguir con el ritual, sino que por obra del acaso, uno de los secretos más antiguos y de más alto riesgo de la historia mundial acabara en sus manos, e increíblemente ahora dependía de él impedir un caos por revividas conexiones inexplicadas con una desconocida dimensión.
—Ya veo. ¿La más certera eh?
Desvió su vista hacia adelante, analizando cuál sería la forma más efectiva y rápida de traerla de vuelta. La invocación era la respuesta, sin embargo era algo imposible por la falta de innumerables requisitos. Lo único que restaba era la abertura de un portal y el viaje astral.
En primera mano, la abertura del portal era la opción más difícil y menos certera, y las posibilidades de tener éxito eran desproporcionadamente inferiores a las de perderse para siempre. Además, el tiempo límite para mantener el portal abierto era muy corto. Y la última opción era relativamente fácil, sin embargo, como desde aquella época solamente se había especulado y nunca había sido realizado tal experiencia con nadie, los resultados eran dudosos.
Aún así, para no atrasar el proceso ni inducir a Judai a un posible colapso emocional que traería problemas, ocultó esas verdades y procedió a hablar:
—Entonces, deberás viajar en el otro plano hacia allá, y encontrarla. En el otro plano significa que irá solo tu alma, y tu cuerpo se quedará aquí.
Afirmó, viéndolo de frente esta vez.
—No sé qué tan capaz eres de eso siendo una creación directa del Omnipotente. El caso es que nada se sabe sobre ese lugar. Dicen que Dios lo ve todo, pero desde la primera vez, se especuló que a esa dimensión ni Dios y ni el diablo la pueden ver, otros supusieron que ese lugar sería otro paraíso, donde Dios mantiene criaturas que a diferencia de Adán y Eva, no lo desobedecieron y así no condenaron su especie. Aunque no hay evidencias de que eso sea verdad. En fin, nada está asegurado; nada además de que se te puede inducir a una muerte temporaria y conducir tu alma hacia donde la conexión entre ambos mundos esté más cerca. No es posible notarlo ahora, pero lo será cuando seas solo un alma flotante y tengas la sensibilidad necesaria.
Concluye.
—La forma más directa de salir de este plano sin ser de manera permanente e involuntaria es interrumpiendo tu respiración. Por eso, debes confiar en mí ~
Afirmó al final, ya mostrando una sonrisa no muy amable, cuando de inmediato llevó su mano derecha hacia el cuello del contrario, simultáneamente recostándolo contra el tronco de un árbol y pasó a oprimirle el cuello con fuerza suficiente para impedirlo completamente de respirar. Tenía consciencia del tiempo que llevaría invalidarlo, o mejor, lo tenía con los humanos, no con un ángel. Sin embargo, pasadas aquellas rebeldías del ángel contra Dios, no estaba tan convencido de que este tendría Su favor respecto a la imposibilidad de ser herido.
Lacus Welt
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
- S-sa... San... -
El castaño forcejeaba desesperadamente con el hemófago que, al menos al parecer del castaño, trataba de asesinarlo ahí mismo. Hasta hace un momento aquel había estado fingiendo. Solamente asegurándose de guiar al chico a un lugar remoto para luego eliminarlo cuando menos se lo esperara. Por supuesto. Era obvio si lo pensabas de forma realista. ¿De verdad iba a aceptar una criatura tan orgullosa como un vampiro a una oferta como la del ángel caído? Eso es ridículo, y hasta ahora es que el castaño se daba cuenta.
- ¡¡Sandalphon!! -
Pese a no tener mucha fuerza física, el castaño logró liberarse de su adversario, tras lo cual, con un grito desesperado, se lanzó al frente y clamó al cielo por su equipo. Extendió la mano hacia las nubes y espero sentir el poder de aquel florete en sus manos. Y esperó. Y espero. Y...
- ¿Q-qué demonios...? -
El arma no apareció. No le llamó nuevamente, pues no era nada tonto. Conocía a la perfección su arma. Si esta no aparecía, solamente una conclusión lógica podía haber: Ya no era capaz de llamarla. ¿De verdad Dios le había arrebatado aquel tesoro celestial? ¿Acaso no era digno ya? ¿Realmente lo había perdido todo?
- Tch... -
Judai volteó en ese momento a ver al chupasangre. A estas alturas, los dispares ojos del castaño estaban encendidos en ira. Ira con el vampiro por intentar asesinarlo. Ira con Dios por arrebatarle su arma. Ira consigo mismo por ser tan estúpidamente confiado. Pero fue en ese momento cuando se quedó de piedra, al contemplar la escena frente a él.
Un vampiro ahorcaba a un ángel en medio del bosque. ¿Como rayos es eso posible? El casi demonio se contemplaba casi con horror a si mismo y aquel que le privaba de la respiración, y aún no podía creerlo. Para empezar, el ángel había hasta ahora creído plenamente que no tenía alma. ¿No eran los ángeles enteramente espirituales? No concebía la idea de poder desprenderse de su cuerpo físico como los humanos. Quizá su habilidad de metamorfosis era realmente más poderosa de lo imaginado.
Trató entonces de acercarse, con la finalidad de poder tocar al ángel y al vampiro. Quizá q quería verificar que fueran reales, o quizá quería asegurarse de que era capaz de palpar algo. Pero fuere cual fuere el motivo, no seria capaz de realizar su cometido. Intentó tocarse a si mismo, pero justo antes de ser capaz de alcanzar su cuerpo, este comenzó a desvanecerse de la nada. El ángel, el vampiro, los árboles, el suelo e incluso el firmamento. Todo desaparecía indiscriminadamente, dejando como único rastro residuos de partículas luminosas en en el ambiente. Eso, y la desoladora oscuridad del vacío en que ahora se encontraba.
Miró entonces el castaño sus manos. Brillaban. Su cuerpo entero despedía un aura luminica sumamente intensa. ¿Será que el ángel no había perdido su pureza aún? Aunque más que el propio resplandor, le sorprendía el hecho de poseer sus vestimentas. Esas que había comprado hace un año en un supermercado. ¿La ropa tiene alma? Solo para verificar, metió la mano en su bolsillo y extrajo de este un pocky. ¿¡Las golosinas tienen alma!? Aunque de igual forma la puso entre sus labios. La golosina también brillaba.
- ¿Qué demonios... Está pasando...? -
El castaño forcejeaba desesperadamente con el hemófago que, al menos al parecer del castaño, trataba de asesinarlo ahí mismo. Hasta hace un momento aquel había estado fingiendo. Solamente asegurándose de guiar al chico a un lugar remoto para luego eliminarlo cuando menos se lo esperara. Por supuesto. Era obvio si lo pensabas de forma realista. ¿De verdad iba a aceptar una criatura tan orgullosa como un vampiro a una oferta como la del ángel caído? Eso es ridículo, y hasta ahora es que el castaño se daba cuenta.
- ¡¡Sandalphon!! -
Pese a no tener mucha fuerza física, el castaño logró liberarse de su adversario, tras lo cual, con un grito desesperado, se lanzó al frente y clamó al cielo por su equipo. Extendió la mano hacia las nubes y espero sentir el poder de aquel florete en sus manos. Y esperó. Y espero. Y...
- ¿Q-qué demonios...? -
El arma no apareció. No le llamó nuevamente, pues no era nada tonto. Conocía a la perfección su arma. Si esta no aparecía, solamente una conclusión lógica podía haber: Ya no era capaz de llamarla. ¿De verdad Dios le había arrebatado aquel tesoro celestial? ¿Acaso no era digno ya? ¿Realmente lo había perdido todo?
- Tch... -
Judai volteó en ese momento a ver al chupasangre. A estas alturas, los dispares ojos del castaño estaban encendidos en ira. Ira con el vampiro por intentar asesinarlo. Ira con Dios por arrebatarle su arma. Ira consigo mismo por ser tan estúpidamente confiado. Pero fue en ese momento cuando se quedó de piedra, al contemplar la escena frente a él.
Un vampiro ahorcaba a un ángel en medio del bosque. ¿Como rayos es eso posible? El casi demonio se contemplaba casi con horror a si mismo y aquel que le privaba de la respiración, y aún no podía creerlo. Para empezar, el ángel había hasta ahora creído plenamente que no tenía alma. ¿No eran los ángeles enteramente espirituales? No concebía la idea de poder desprenderse de su cuerpo físico como los humanos. Quizá su habilidad de metamorfosis era realmente más poderosa de lo imaginado.
Trató entonces de acercarse, con la finalidad de poder tocar al ángel y al vampiro. Quizá q quería verificar que fueran reales, o quizá quería asegurarse de que era capaz de palpar algo. Pero fuere cual fuere el motivo, no seria capaz de realizar su cometido. Intentó tocarse a si mismo, pero justo antes de ser capaz de alcanzar su cuerpo, este comenzó a desvanecerse de la nada. El ángel, el vampiro, los árboles, el suelo e incluso el firmamento. Todo desaparecía indiscriminadamente, dejando como único rastro residuos de partículas luminosas en en el ambiente. Eso, y la desoladora oscuridad del vacío en que ahora se encontraba.
Miró entonces el castaño sus manos. Brillaban. Su cuerpo entero despedía un aura luminica sumamente intensa. ¿Será que el ángel no había perdido su pureza aún? Aunque más que el propio resplandor, le sorprendía el hecho de poseer sus vestimentas. Esas que había comprado hace un año en un supermercado. ¿La ropa tiene alma? Solo para verificar, metió la mano en su bolsillo y extrajo de este un pocky. ¿¡Las golosinas tienen alma!? Aunque de igual forma la puso entre sus labios. La golosina también brillaba.
- ¿Qué demonios... Está pasando...? -
Judai W.Kuriboh Alighieri
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
Pasara a ahorcarlo más fuerte en cuanto aquella criatura en transformación buscaba libertarse de su mano, hasta aplicar la suficiente presión en un punto débil específico del cuello para finalmente dejarlo inconsciente. Cuando los ojos del proyecto de ángel se cerraron de un a otro momento de lucha interna delante suyo, y su vitalidad adormeció, dejó de ejercer opresión.
—Hahaha, que apresurado.
Pronunció, con descarado cinismo. A los pocos, las piernas sin ni una resistencia de aquel inconsciente ser vivo lo comenzaron a traer abajo, deslizando contra el tronco del árbol, mientras el brazo del chupasangre lo acompañara sin soltarle el cuello, que ahora sostenía ligeramente.
—Perfecto, funcionó.
En ese momento, todo el bosque parecía guardar solamente su presencia, y de algunos cadáveres más, mientras una pesada camada de niebla resultante de la reciente lluvia nocturna pasara a penetrar en la selva y disimular el amanecer que sustituyera la madrugada. Visualizó neutralmente el paisaje rumbo al sur, desde el cual pensara haber oído algo, pero la visibilidad se encontraba levemente opacada por el fenónemo.
Agarró del puño izquierdo al individuo con su diestra; su intención era arrastrarlo de regreso en sentido hacia el solitario cementerio, desde donde vinieran. Sin embargo, se detuvo al dar un único paso y encontrarse con la vista que tenía del camino hacia el Norte: no había nada de niebla, diferente del lado contrario de la selva.
Podía ser normal, pero la sensación de que había algo malo, de un segundo a otro, era alarmante. La niebla venía de forma amenazante, hasta parecía que el propio bosque, a su manera, quería dejar una nota de suicidio. Ya no era un bello y pacífico lugar.
¿Había algún detalle de aquellas memorias que le faltara?
Siquiera tuvo tiempo para pensar, cuando fue obligado a mirar hacia el Sur nuevamente. De allí venían sonidos que hacían parecer que el planeta se estaba rompiendo, y el color níveo del fenómeno matinal se había intensificado. Además, el cadáver del pájaro se había disuelto, dejando una especie de sustancia en el local, que se asemejaba al petróleo.
—Claro, esto no fue por acaso...
Tenía demasiado tiempo de vida como para sentir miedo. El vampiro estaba nada más que confuso, buscando obtener alguna señal de donde fuera; dado a que le faltaba la respuesta ante la más obvia pregunta de todas y que no hacía falta formular verbalmente, pues estaba justo delante de él, oculta en esa bruma pesada que ya comenzara a envolverlo como una cortina buscando poseerlo.
Cambió sus planes y pasó a caminar hacia el mismo rumbo desde donde venía esa camada húmeda, llevando al ángel inconsciente consigo. Al paso, se desvió hacia el suroeste. Algunos minutos en seguida, se topa con una casilla arcaica y arruinada a altura de una colina de difícil acceso, en donde no parecía haber entrado nadie en los últimos 50 años.
Ahí se metió. Dentro, no había nada más que muebles antiguos y algunos objetos. Escaneó lo que tenía visible en el local con los ojos, sin ser atraído por nada en particular al principio. Entonces, regresó su vista hacia el ángel inconsciente, quien yacía cabizbajo y sin vida en el suelo, sujetado del pulso por su mano.
—¿Me escuchas?
...
No obtuvo respuesta, o no una que lograse captar, por si acaso.
Como si fuera un simple peluche, dejó al inconsciente chico recostado en el suelo y pasó a revisar el recinto.
—Hahaha, que apresurado.
Pronunció, con descarado cinismo. A los pocos, las piernas sin ni una resistencia de aquel inconsciente ser vivo lo comenzaron a traer abajo, deslizando contra el tronco del árbol, mientras el brazo del chupasangre lo acompañara sin soltarle el cuello, que ahora sostenía ligeramente.
—Perfecto, funcionó.
En ese momento, todo el bosque parecía guardar solamente su presencia, y de algunos cadáveres más, mientras una pesada camada de niebla resultante de la reciente lluvia nocturna pasara a penetrar en la selva y disimular el amanecer que sustituyera la madrugada. Visualizó neutralmente el paisaje rumbo al sur, desde el cual pensara haber oído algo, pero la visibilidad se encontraba levemente opacada por el fenónemo.
Agarró del puño izquierdo al individuo con su diestra; su intención era arrastrarlo de regreso en sentido hacia el solitario cementerio, desde donde vinieran. Sin embargo, se detuvo al dar un único paso y encontrarse con la vista que tenía del camino hacia el Norte: no había nada de niebla, diferente del lado contrario de la selva.
Podía ser normal, pero la sensación de que había algo malo, de un segundo a otro, era alarmante. La niebla venía de forma amenazante, hasta parecía que el propio bosque, a su manera, quería dejar una nota de suicidio. Ya no era un bello y pacífico lugar.
¿Había algún detalle de aquellas memorias que le faltara?
Siquiera tuvo tiempo para pensar, cuando fue obligado a mirar hacia el Sur nuevamente. De allí venían sonidos que hacían parecer que el planeta se estaba rompiendo, y el color níveo del fenómeno matinal se había intensificado. Además, el cadáver del pájaro se había disuelto, dejando una especie de sustancia en el local, que se asemejaba al petróleo.
—Claro, esto no fue por acaso...
Tenía demasiado tiempo de vida como para sentir miedo. El vampiro estaba nada más que confuso, buscando obtener alguna señal de donde fuera; dado a que le faltaba la respuesta ante la más obvia pregunta de todas y que no hacía falta formular verbalmente, pues estaba justo delante de él, oculta en esa bruma pesada que ya comenzara a envolverlo como una cortina buscando poseerlo.
Cambió sus planes y pasó a caminar hacia el mismo rumbo desde donde venía esa camada húmeda, llevando al ángel inconsciente consigo. Al paso, se desvió hacia el suroeste. Algunos minutos en seguida, se topa con una casilla arcaica y arruinada a altura de una colina de difícil acceso, en donde no parecía haber entrado nadie en los últimos 50 años.
Ahí se metió. Dentro, no había nada más que muebles antiguos y algunos objetos. Escaneó lo que tenía visible en el local con los ojos, sin ser atraído por nada en particular al principio. Entonces, regresó su vista hacia el ángel inconsciente, quien yacía cabizbajo y sin vida en el suelo, sujetado del pulso por su mano.
—¿Me escuchas?
...
No obtuvo respuesta, o no una que lograse captar, por si acaso.
Como si fuera un simple peluche, dejó al inconsciente chico recostado en el suelo y pasó a revisar el recinto.
Última edición por Lacus Welt el Sáb Jun 08, 2019 1:57 pm, editado 8 veces
Lacus Welt
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
Confundido e incapaz todavía de asimilar la situación, el joven castaño comenzó a dirigir sus pasos al frente, al menos hasta donde le era posible ubicarse espacio. Bien podría estar caminando en círculos y no hacia adelante, pero estando tan oscuro era difícil si no imposible poder notar la diferencia. Cada paso que daba, a decir verdad, le parecía completamente inútil. No había señal alguna de que realmente estuviera avanzando, o de que a la distancia hubiera algo más que la vacía penumbra y la nada absoluta.
- No pensé que terminaría así. Supongo que se acabó -
El ángel soltó una suave risa, sin dejar de caminar. Aún si terminaba así para toda la eternidad, en aquel abismo infinito, ya no era algo que le importaba. Se consideró merecedor de aquel castigo. Sin duda había sido un desastre como ángel, morir en el olvido le parecía una medida adecuada para su mediocridad. Y en ese momento, en ese preciso momento, el ángel había quedado redimido sin darse cuenta. Sus ojos heterócromos volvieron a su almendrada tonalidad original, y solamente así fue capaz de ver lo que a su vista era escondido hasta el momento.
Decenas, centenares, millares de doradas luces comenzaron a aparecer en el aire, una por una, iluminando así aquella zona poco a poco. Los miles de minúsculos destellos levitantes no eran sino luciérnagas que volaban pacíficamente por todo el lugar. Aquello solamente fue percibible por el castaño hasta que decidió tomar una entre sus manos. Al prestar más atención sobre ella, pudo notar que era exactamente igual a las que Lee había usado de bocadillos en aquella noche en el bosque.
Sin embargo, decidió no prestarles mucha atención. Ya había quedado claro hace un rato que estas criaturas eran provenientes de esta extraña dimensión, por lo que este tema podía pasar a segundo plano. La atención del ángel, pues, se centró inmediatamente en el escenario revelado por el conjunto de fulgorosos insectos. El sólido piso de oscura y bien pulida piedra de indeterminada clasificación se hizo visible a los ojos del castaño que lo pisaba. El umbrío horizonte finalmente se esclarecía de a poco, revelando al castaño lo que le había sido ocultado por tanto tiempo.
- Santo cielo... -
Como si se cargara el escenario de un videojuego, el cielo se encendió finalmente, aunque con un tono nocturno, y comenzaron a aparecer varios edificios de la nada, los cuales se unían en lo que parecía ser un enorme reino lleno de luz. Absolutamente nada que ver con el inhóspito paisaje de hace unos segundos, que no era más que oscuridad e incertidumbre. Pero este no era el caso. Aquel reino era brillante y sólido. Era tan real que podía escuchar el agua de cierta cascada caer estrepitosamente y seguir su camino a través del río. Era tan, pero tan real, que el ángel podía acercarse y tocar las paredes de las medievales y casi feéricas construcciones...
- Un momento -
Un nudo se hizo en la garganta del castaño. El alivio y tranquilidad que hasta hace un momento sentía de haber encontrado algo en medio de la oscuridad, rápidamente se habían convertido en desesperanza y agitación. El corazón que al parecer aún tenía le latía con fuerza y las pupilas se le contrajeron inmediatamente. Un recuerdo había llegado a su memoria. Un recuerdo sobre un esplendoroso reino lleno de luz en medio de un bosque acechó la mente del ángel hasta el punto de la desesperación.
Un bosque encantado. Un reino de hadas que se extendía como un gran país. Un cuerpo de luz. Una reina. Hermosa, de una belleza escultural. De ojos profundos como el mar, piel tan clara que es casi transparente, y largos cabellos azulados, ligeramente ondulados. Un anillo y luego una corona. Felicidad. Paz. Y luego fuego. Guerra. Sangre. Ruinas por todas partes. Una silueta. Un demonio. Oscuro, invisible, indescriptible. Una espada. Ruido. Mucho ruido, y luego silencio. Dolor. Frío. Mucho frío. Oscuridad. ¿Muerte? No... Luz. Luz y calor. Luz y amor, y luego vida. Vida, y soledad. Tristeza. Dolor. Sufrimiento. Y entonces, oscuridad. Un sustituto. Un cuerpo que parecía de luz, pero solo era oscuridad. Azul. Cabellos azulados. Ojos profundos como el mar. Pequeña, joven, delicada, sin memoria, pero viva. Una mentira, y luego una amiga. Una despedida, y una promesa.
Las memorias del ángel se sacudían violentamente dentro de su mente. Una tras otra, una tras otra pasaban como rayos desde su subconsciente hasta sus recuerdos. El castaño yacía postrado en el suelo llegados a este punto. La carga emocional era suficientemente fuerte para derribarlo. Después de todo, era la primera vez en mucho tiempo que recordaba aquellos acontecimientos que cambiarían su vida para siempre. Comenzaba a hundirse nuevamente en su propia oscuridad, de forma que toda la intensa luz comenzaba a apagarse poco a poco, lentamente todo comenzaba a desvanecerse hasta volver a la nada. Y tal vez hubiera sido así. De no ser por...
« ¿Me escuchas? »
Una voz resonó en la cabeza del castaño, abriendose paso entre todos los pensamientos que nublaban su juicio, y haciéndolo despertar finalmente. Aquella voz del vampiro devolvió la razón al castaño, el cual inmediatamente se puso de pie y gritó con todas sus fuerzas
- ¡¡TE ESCUCHO!!-
No sabía si era escuchado. No sabía si de verdad el hemófago era el que buscaba comunicarse con él siquiera o si aquella voz era solamente producto de su asediado subconsciente, pero no se rendiría. Intentaría establecer comunicación o al menos confirmar que realmente alguien le había hablado.
- ¡LACUS! ¡TE ESCUCHO! -
- No pensé que terminaría así. Supongo que se acabó -
El ángel soltó una suave risa, sin dejar de caminar. Aún si terminaba así para toda la eternidad, en aquel abismo infinito, ya no era algo que le importaba. Se consideró merecedor de aquel castigo. Sin duda había sido un desastre como ángel, morir en el olvido le parecía una medida adecuada para su mediocridad. Y en ese momento, en ese preciso momento, el ángel había quedado redimido sin darse cuenta. Sus ojos heterócromos volvieron a su almendrada tonalidad original, y solamente así fue capaz de ver lo que a su vista era escondido hasta el momento.
Decenas, centenares, millares de doradas luces comenzaron a aparecer en el aire, una por una, iluminando así aquella zona poco a poco. Los miles de minúsculos destellos levitantes no eran sino luciérnagas que volaban pacíficamente por todo el lugar. Aquello solamente fue percibible por el castaño hasta que decidió tomar una entre sus manos. Al prestar más atención sobre ella, pudo notar que era exactamente igual a las que Lee había usado de bocadillos en aquella noche en el bosque.
Sin embargo, decidió no prestarles mucha atención. Ya había quedado claro hace un rato que estas criaturas eran provenientes de esta extraña dimensión, por lo que este tema podía pasar a segundo plano. La atención del ángel, pues, se centró inmediatamente en el escenario revelado por el conjunto de fulgorosos insectos. El sólido piso de oscura y bien pulida piedra de indeterminada clasificación se hizo visible a los ojos del castaño que lo pisaba. El umbrío horizonte finalmente se esclarecía de a poco, revelando al castaño lo que le había sido ocultado por tanto tiempo.
- Santo cielo... -
Como si se cargara el escenario de un videojuego, el cielo se encendió finalmente, aunque con un tono nocturno, y comenzaron a aparecer varios edificios de la nada, los cuales se unían en lo que parecía ser un enorme reino lleno de luz. Absolutamente nada que ver con el inhóspito paisaje de hace unos segundos, que no era más que oscuridad e incertidumbre. Pero este no era el caso. Aquel reino era brillante y sólido. Era tan real que podía escuchar el agua de cierta cascada caer estrepitosamente y seguir su camino a través del río. Era tan, pero tan real, que el ángel podía acercarse y tocar las paredes de las medievales y casi feéricas construcciones...
- Un momento -
Un nudo se hizo en la garganta del castaño. El alivio y tranquilidad que hasta hace un momento sentía de haber encontrado algo en medio de la oscuridad, rápidamente se habían convertido en desesperanza y agitación. El corazón que al parecer aún tenía le latía con fuerza y las pupilas se le contrajeron inmediatamente. Un recuerdo había llegado a su memoria. Un recuerdo sobre un esplendoroso reino lleno de luz en medio de un bosque acechó la mente del ángel hasta el punto de la desesperación.
Un bosque encantado. Un reino de hadas que se extendía como un gran país. Un cuerpo de luz. Una reina. Hermosa, de una belleza escultural. De ojos profundos como el mar, piel tan clara que es casi transparente, y largos cabellos azulados, ligeramente ondulados. Un anillo y luego una corona. Felicidad. Paz. Y luego fuego. Guerra. Sangre. Ruinas por todas partes. Una silueta. Un demonio. Oscuro, invisible, indescriptible. Una espada. Ruido. Mucho ruido, y luego silencio. Dolor. Frío. Mucho frío. Oscuridad. ¿Muerte? No... Luz. Luz y calor. Luz y amor, y luego vida. Vida, y soledad. Tristeza. Dolor. Sufrimiento. Y entonces, oscuridad. Un sustituto. Un cuerpo que parecía de luz, pero solo era oscuridad. Azul. Cabellos azulados. Ojos profundos como el mar. Pequeña, joven, delicada, sin memoria, pero viva. Una mentira, y luego una amiga. Una despedida, y una promesa.
Las memorias del ángel se sacudían violentamente dentro de su mente. Una tras otra, una tras otra pasaban como rayos desde su subconsciente hasta sus recuerdos. El castaño yacía postrado en el suelo llegados a este punto. La carga emocional era suficientemente fuerte para derribarlo. Después de todo, era la primera vez en mucho tiempo que recordaba aquellos acontecimientos que cambiarían su vida para siempre. Comenzaba a hundirse nuevamente en su propia oscuridad, de forma que toda la intensa luz comenzaba a apagarse poco a poco, lentamente todo comenzaba a desvanecerse hasta volver a la nada. Y tal vez hubiera sido así. De no ser por...
« ¿Me escuchas? »
Una voz resonó en la cabeza del castaño, abriendose paso entre todos los pensamientos que nublaban su juicio, y haciéndolo despertar finalmente. Aquella voz del vampiro devolvió la razón al castaño, el cual inmediatamente se puso de pie y gritó con todas sus fuerzas
- ¡¡TE ESCUCHO!!-
No sabía si era escuchado. No sabía si de verdad el hemófago era el que buscaba comunicarse con él siquiera o si aquella voz era solamente producto de su asediado subconsciente, pero no se rendiría. Intentaría establecer comunicación o al menos confirmar que realmente alguien le había hablado.
- ¡LACUS! ¡TE ESCUCHO! -
Judai W.Kuriboh Alighieri
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
El reloj estaba por marcar las 5:32 am. El Sol ya había salido ha tiempo, entretanto, la pesada camada de niebla que parecía cubrir toda la selva no dejaba asomar un único rayo luminoso.
A un rincón de la pared izquierda de la cabaña, había una entrada sin puerta, que era donde el vampiro se encontraba analizando un cadáver humano que hallara colgado en esa pequeña pieza. Un suicida de aproximadamente 30 años se había ahorcado allí ha nada más que 2 días. Nada absurdo en un local como aquel; mas lo que llamaba la atención era la clase de ropas que vestía.
Eran muy antiguas, de una época de centenares de años atrás, como si fuera un viajante del tiempo.
Lacus estaba agachado con una rodilla apoyada al suelo, al lado del cuerpo que había tendido en el piso. En su revisión, solamente encontró una hoja doblada, sin renglones. Al desdoblarla, en vez de escritos, solo encontrara una serie de dibujos, dispuestos en un cierto padrón que se asemejaba a un código por ser descifrado.
Su concentración en tratar de entender el billete duró hasta que volvió a sí por impulso, a causa de un repentino sonido de choque contra la casa que despedazó los viejos ventanales de ese mismo cuarto. Una criatura semejante a un pterosaurio terrestre de tamaño mediano, con un largo hocico lleno de dientes, fue el responsable por el pequeño accidente. El animal forcejeaba y chillaba intentando libertarse de los pedazos hirientes de vidrio que lo mantenían atorado en la ventana.
El vampiro se puso en pie y tomó una fina lanza egipcia que había sido dejada allí mismo, decapitando también a ese animal, que no cesó sus movimientos de agonía aún habiendo perdido su cabeza, salpicando sangre por doquier. Lacus se acercó y lo agarró del restante del cuello, cinchando el espécimen hacia dentro y lanzando el cuerpo sin cabeza directo contra la pared contraria, matándolo en ese entonces.
—¡Quieto, infierno!
Una desordenada mancha de sangre resultó en la madera que componía la pared y ahora se desparramaba por el suelo, bajo el cuerpo del animal.
Ya nada más era normal. Por la ventana, no veía nada más que niebla.
Abandonó el cuarto donde estaba con 2 muertos y regresó a la sala de entrada, en donde dejara a Judai encadenado firmemente contra ganchos en la pared, por si acaso fuera poseído por otra alma durante su viaje interdimensional.
Se acercó a la puerta y solo encontró lo mismo: niebla pura. Los ojos semicerrados del inmortal contemplaban distraídos la absoluta blancura a su delantera. Ninguna visibilidad adicional le era ofrecida, y solamente después, cuando un grito se escuchó por todo el bosque, es que la pieza que faltaba se encajó, por fin, en su mente.
—El portal...ya está abierto...
Con razón, la niebla tampoco era de este mundo.
...
—Cielos, ¿Por qué carajo inventé de meterme en esto? No tengo la mínima idea de cómo cerrar esa mierda...
Hablaba, sonriendo casi con despreocupación. Sabía que ya era muy tarde para mantener eso en secreto. A partir de ahora, los humanos vivirían un repentino pánico y las autoridades se pondrían en marcha en cuestión de algunas horas. Mientras eso, él tendría que enfrentarse a diversos tipos de monstruos y buscar la vuelta de encontrar la salida correcta entre tantas.
A un rincón de la pared izquierda de la cabaña, había una entrada sin puerta, que era donde el vampiro se encontraba analizando un cadáver humano que hallara colgado en esa pequeña pieza. Un suicida de aproximadamente 30 años se había ahorcado allí ha nada más que 2 días. Nada absurdo en un local como aquel; mas lo que llamaba la atención era la clase de ropas que vestía.
Eran muy antiguas, de una época de centenares de años atrás, como si fuera un viajante del tiempo.
Lacus estaba agachado con una rodilla apoyada al suelo, al lado del cuerpo que había tendido en el piso. En su revisión, solamente encontró una hoja doblada, sin renglones. Al desdoblarla, en vez de escritos, solo encontrara una serie de dibujos, dispuestos en un cierto padrón que se asemejaba a un código por ser descifrado.
Su concentración en tratar de entender el billete duró hasta que volvió a sí por impulso, a causa de un repentino sonido de choque contra la casa que despedazó los viejos ventanales de ese mismo cuarto. Una criatura semejante a un pterosaurio terrestre de tamaño mediano, con un largo hocico lleno de dientes, fue el responsable por el pequeño accidente. El animal forcejeaba y chillaba intentando libertarse de los pedazos hirientes de vidrio que lo mantenían atorado en la ventana.
El vampiro se puso en pie y tomó una fina lanza egipcia que había sido dejada allí mismo, decapitando también a ese animal, que no cesó sus movimientos de agonía aún habiendo perdido su cabeza, salpicando sangre por doquier. Lacus se acercó y lo agarró del restante del cuello, cinchando el espécimen hacia dentro y lanzando el cuerpo sin cabeza directo contra la pared contraria, matándolo en ese entonces.
—¡Quieto, infierno!
Una desordenada mancha de sangre resultó en la madera que componía la pared y ahora se desparramaba por el suelo, bajo el cuerpo del animal.
Ya nada más era normal. Por la ventana, no veía nada más que niebla.
Abandonó el cuarto donde estaba con 2 muertos y regresó a la sala de entrada, en donde dejara a Judai encadenado firmemente contra ganchos en la pared, por si acaso fuera poseído por otra alma durante su viaje interdimensional.
Se acercó a la puerta y solo encontró lo mismo: niebla pura. Los ojos semicerrados del inmortal contemplaban distraídos la absoluta blancura a su delantera. Ninguna visibilidad adicional le era ofrecida, y solamente después, cuando un grito se escuchó por todo el bosque, es que la pieza que faltaba se encajó, por fin, en su mente.
—El portal...ya está abierto...
Con razón, la niebla tampoco era de este mundo.
...
—Cielos, ¿Por qué carajo inventé de meterme en esto? No tengo la mínima idea de cómo cerrar esa mierda...
Hablaba, sonriendo casi con despreocupación. Sabía que ya era muy tarde para mantener eso en secreto. A partir de ahora, los humanos vivirían un repentino pánico y las autoridades se pondrían en marcha en cuestión de algunas horas. Mientras eso, él tendría que enfrentarse a diversos tipos de monstruos y buscar la vuelta de encontrar la salida correcta entre tantas.
Última edición por Lacus Welt el Vie Oct 18, 2019 11:49 am, editado 1 vez
Lacus Welt
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
- ¡Lacus! ¿¡Lacus, estás ahí!? -
El ángel siguió así por uno o dos minutos, intentando contactar con la voz que le había venido de lo que parecía ser su propia dimensión, aunque bien llegados a este punto también podría tratarse de un producto de su imaginación simplemente. No fue sino hasta que otra voz le interrumpió que este finalmente calló y escuchó con atención.
- ¿Tanto deseas morir? -
- ... ¿Qué? -
- ¿Tanto deseas morir que gritas como si quisieras invocar a todos los espíritus del mundo? -
Judai estaba confundido por las palabras que escuchaba. Primeramente porque no sabía de dónde provenían, lo que le hacía girar la vista de un lado a otro de una forma incesante; y en segundo lugar porque no comprendía en lo absoluto lo que aquella voz trataba de explicarle. Lo único que pudo hacer fue dar a notar cuan confundido estaba, a espera de mayor referencia. Sin embargo, esto no le haría mucha gracia a la voz, quien contestaría más irritada que antes.
- No comprendo... Yo no puedo morir... ¿O si? -
- Vaya idiota que eres, eh... Te recuerdo que solamente tu alma está en esta dimensión plagada de espíritus indeseables. Si mueres aquí, papi diosito no va a resucitarte -
Eso último fue como un golpe al corazón del castaño. ¿De verdad era posible hallar un lugar al que Dios no pueda acceder? Y de ser así ¿Realmente podía el ángel morir definitivamente? Fue en ese momento que el ángel comenzó a preguntarse por la naturaleza de aquella voz que le hablaba. No podía siquiera distinguir si era una voz masculina o femenina, pues sonaba más bien como un conjunto de sonidos, similares a campanas, extrañamente interpretables como voces; pero algo en ello le resultaba sumamente familiar, aunque aún no sabía bien lo que era.
- ¿Quién eres? -
- Puedo contestar cualquiera de tus dudas, excepto esa -
El chico se quedó reflexivo por un par de segundos, preguntándose qué motivo llevaría a aquel misterioso ser a permanecer en el anonimato. Tal vez hubiera insistido más, pues bien conocida es la curiosidad del ángel para todo el que lo conozca. Sin embargo, la prioridad de encontrar a su feérica compañera era tan abismal, que dejó pasar aquel detalle para proceder a tomarle la palabra al ente misterioso, preguntando otra cosa muy distinta.
- Así que... Cualquier duda... ¿Sabes en dónde puedo encontrar a quien busco? Es un hada. Pequeña, de color azul. Su nombre es Lee, y creo que llegó aquí por accidente hace un tiempo...
En ese momento, el ambiente se vio abruptamente silenciado. No hubo sonido alguno durante casi un minuto, en el cual el serafín aguardó con angustia a la espera de una respuesta. Y fue pasado ese tiempo, que el ente misterioso finalmente dio respuesta a la interrogante.
- Lo que deseas conocer se haya en el cielo, donde la tierra lo toca conocerás la respuesta. Si vences todos tus obstáculos con ágil revuelo, tu duda al fin quedará resuelta -
Judai no esperaba un acertijo a modo de respuesta. Por mucho le parecía absurdo tener que pasar por algo así luego de todo lo que ya había tenido que pasar. Sin embargo, ya que estaba recibiendo ayuda, o al menos eso creía él, optó por callar su molestia en la medida de lo posible, aunque no le salió muy bien. No es secreto que los ángeles de Dios no son buenos ocultando la verdad.
- Esto es ridículo ¿Qué es lo que eso significa? -
- No puedo decirte más. Buena suerte -
Esa sería la última vez que aquella voz hiciera acto de presencia en la cabeza del ángel, quien, luego de no recibir respuesta alguna por un largo periodo de tiempo, comenzó a reflexionar sobre aquel acertijo que se le había dado como única pista del paradero de su compañera de vida.
Así pasaron varios minutos, pensando el castaño sobre la lógica detrás de aquel asunto. Pese a que sobre todas las cosas trataba no tener que recordar el reino en el que ahora se encontraba, que tenía gran similitud con aquel en el que vivió alguna vez, finalmente cedió a su mente cuando las ideas comenzaron a agotársele.
Aquel era un castillo de una arquitectura impresionante, incomparable con ninguna de las creaciones humanas alguna vez existidas. Cientos de casas y otras edificaciones se extendían a través de los cientos de kilómetros cuadrados que conformaban aquella ciudad. Una barrera de luz, generada desde la punta de la torre más alta de todo el reino, la cubría como si de un domo de cristal se tratara, impidiendo que intruso alguno pudiera atravesarla. Aún recordaba el ángel que la primera vez que intentó entrar se estrelló contra aquel escudo impenetrable. Quién diría que al final no sería impenetrable en realidad...
- Un momento -
El ángel lo recordó entonces. La torre más alta del castillo se encontraba tan elevada que tocaba el cielo, y estaba protegida por millares de soldados imperiales que surcaban los cielos, hadas. Todo parecía tan obvio ahora, que Judai quería darse de topes por no notarlo antes. Pero no era tiempo de perder la cordura, sino de entrar en acción cuanto antes.
No lo pensó más. El castaño se bañó en luz de un segundo a otro, cambiando su forma hasta verse convertido en un halcón peregrino, el ave más veloz del mundo. Capaz de alcanzar los 389 km/h, aquella criatura salió disparada al cielo con una velocidad vertiginosa. La torre medía exactamente 970 metros, con lo cual el ángel debería ser capaz de volar en un tiempo récord de 10 segundos a la punta, suponiendo que alcanzara su velocidad límite desde un inicio. En tiempo real, debería ser alrededor del triple, unos treinta segundos aproximadamente. Así pues, los primeros 15 segundos de viaje, el 30% de la torre en si, no representaron reto alguno. Pero justo en este punto, comenzaron los problemas.
Una flecha fue esquivada por el halcón con relativa facilidad. Las siguientes diez realmente fueron un problema. El ángel estaba en desventaja, al tener que luchar contra la gravedad que al mismo tiempo apoyaba la fuerza y velocidad de las flechas. Arriba, un centenar de arqueros voladores se preparaban para derribar al ave, la cual comenzaba a moverse más hacia los lados que hacia el frente, intentando evitar las decenas de proyectiles que le eran disparados constantemente.
El ave de inusual tono café – inusual para su especie – empezó más tarde que temprano a descender en vez de elevarse, pues las hadas arqueras eran prodigiosamente hábiles, de modo que era imposible para el halcón peregrino subir sin ser atravesado por un centenar de flechas en el acto. Tenía que hacer algo. Subir ahí sería imposible. Las hadas que protegen la torre no atienden a razones, y no dejarían pasar ni a la mismísima reina de las hadas desde el exterior. Por otro lado, intentar acceder desde el interior sería lo mismo que intentar terminar Sword Art Online completamente solo. Sobre todo porque tiene exactamente cien pisos, pero ese es material para otra historia.
En resumen, solamente era posible acceder desde afuera, y sería imposible lograrlo siendo un ave. Si Judai quería realmente atravesar la barrera, tendría que buscar una forma de evitar los ataques y elevarse por los aires al mismo tiempo. El problema es, que Judai no podía hacer eso porque nunca había visto a un ser capaz de conseguir algo similar. Nadie salvo los ángeles. Pero...
- Maldición... Si tan solo pudiera... -
Hace ya mucho tiempo que Judai Winged Kuriboh Alighieri acortaba su nombre con una “W”, pues ya no se consideraba merecedor del título. Fue en esa misma ciudad donde las levantó por última vez. Antes del fatídico día en que lo perdería todo. Su hogar, su familia, y sus emplumadas alas de tono níveo, las cuales ahora no era capaz ni de mover.
Este parecía ser el final. Sería imposible escalar hasta la cima en estas condiciones. Un ave no puede blandir una espada, ni mucho menos luchar contra un ejército entero. La única opción sería copiar a un hada, pero... ¿El tiempo le alcanzaría?
La “Metamorfosis” consume maná en relación directamente proporcional a la fuerza del ser imitado, y las hadas con el poder para luchar contra un ejército de su propia especie son criaturas bastante fuertes. Lo suficiente para darle medio minuto, como máximo. Un minuto para evitar a todos los enemigos y llegar al último piso. Era una locura solo pensarlo, pero, sin sus alas y sin su amada Sandalphon, era la única opción. Y así, el ave se cubrió de luz una vez más, dejando en su lugar a un castaño con alas traslúcidas de color rojo en la espalda.
- Lo lograré, Lee. Lo juro -
Y salió volando, a una velocidad que casi igualaba la del halcón, directo al enjambre de seres feéricos.
El ángel siguió así por uno o dos minutos, intentando contactar con la voz que le había venido de lo que parecía ser su propia dimensión, aunque bien llegados a este punto también podría tratarse de un producto de su imaginación simplemente. No fue sino hasta que otra voz le interrumpió que este finalmente calló y escuchó con atención.
- ¿Tanto deseas morir? -
- ... ¿Qué? -
- ¿Tanto deseas morir que gritas como si quisieras invocar a todos los espíritus del mundo? -
Judai estaba confundido por las palabras que escuchaba. Primeramente porque no sabía de dónde provenían, lo que le hacía girar la vista de un lado a otro de una forma incesante; y en segundo lugar porque no comprendía en lo absoluto lo que aquella voz trataba de explicarle. Lo único que pudo hacer fue dar a notar cuan confundido estaba, a espera de mayor referencia. Sin embargo, esto no le haría mucha gracia a la voz, quien contestaría más irritada que antes.
- No comprendo... Yo no puedo morir... ¿O si? -
- Vaya idiota que eres, eh... Te recuerdo que solamente tu alma está en esta dimensión plagada de espíritus indeseables. Si mueres aquí, papi diosito no va a resucitarte -
Eso último fue como un golpe al corazón del castaño. ¿De verdad era posible hallar un lugar al que Dios no pueda acceder? Y de ser así ¿Realmente podía el ángel morir definitivamente? Fue en ese momento que el ángel comenzó a preguntarse por la naturaleza de aquella voz que le hablaba. No podía siquiera distinguir si era una voz masculina o femenina, pues sonaba más bien como un conjunto de sonidos, similares a campanas, extrañamente interpretables como voces; pero algo en ello le resultaba sumamente familiar, aunque aún no sabía bien lo que era.
- ¿Quién eres? -
- Puedo contestar cualquiera de tus dudas, excepto esa -
El chico se quedó reflexivo por un par de segundos, preguntándose qué motivo llevaría a aquel misterioso ser a permanecer en el anonimato. Tal vez hubiera insistido más, pues bien conocida es la curiosidad del ángel para todo el que lo conozca. Sin embargo, la prioridad de encontrar a su feérica compañera era tan abismal, que dejó pasar aquel detalle para proceder a tomarle la palabra al ente misterioso, preguntando otra cosa muy distinta.
- Así que... Cualquier duda... ¿Sabes en dónde puedo encontrar a quien busco? Es un hada. Pequeña, de color azul. Su nombre es Lee, y creo que llegó aquí por accidente hace un tiempo...
En ese momento, el ambiente se vio abruptamente silenciado. No hubo sonido alguno durante casi un minuto, en el cual el serafín aguardó con angustia a la espera de una respuesta. Y fue pasado ese tiempo, que el ente misterioso finalmente dio respuesta a la interrogante.
- Lo que deseas conocer se haya en el cielo, donde la tierra lo toca conocerás la respuesta. Si vences todos tus obstáculos con ágil revuelo, tu duda al fin quedará resuelta -
Judai no esperaba un acertijo a modo de respuesta. Por mucho le parecía absurdo tener que pasar por algo así luego de todo lo que ya había tenido que pasar. Sin embargo, ya que estaba recibiendo ayuda, o al menos eso creía él, optó por callar su molestia en la medida de lo posible, aunque no le salió muy bien. No es secreto que los ángeles de Dios no son buenos ocultando la verdad.
- Esto es ridículo ¿Qué es lo que eso significa? -
- No puedo decirte más. Buena suerte -
Esa sería la última vez que aquella voz hiciera acto de presencia en la cabeza del ángel, quien, luego de no recibir respuesta alguna por un largo periodo de tiempo, comenzó a reflexionar sobre aquel acertijo que se le había dado como única pista del paradero de su compañera de vida.
Así pasaron varios minutos, pensando el castaño sobre la lógica detrás de aquel asunto. Pese a que sobre todas las cosas trataba no tener que recordar el reino en el que ahora se encontraba, que tenía gran similitud con aquel en el que vivió alguna vez, finalmente cedió a su mente cuando las ideas comenzaron a agotársele.
Aquel era un castillo de una arquitectura impresionante, incomparable con ninguna de las creaciones humanas alguna vez existidas. Cientos de casas y otras edificaciones se extendían a través de los cientos de kilómetros cuadrados que conformaban aquella ciudad. Una barrera de luz, generada desde la punta de la torre más alta de todo el reino, la cubría como si de un domo de cristal se tratara, impidiendo que intruso alguno pudiera atravesarla. Aún recordaba el ángel que la primera vez que intentó entrar se estrelló contra aquel escudo impenetrable. Quién diría que al final no sería impenetrable en realidad...
- Un momento -
El ángel lo recordó entonces. La torre más alta del castillo se encontraba tan elevada que tocaba el cielo, y estaba protegida por millares de soldados imperiales que surcaban los cielos, hadas. Todo parecía tan obvio ahora, que Judai quería darse de topes por no notarlo antes. Pero no era tiempo de perder la cordura, sino de entrar en acción cuanto antes.
No lo pensó más. El castaño se bañó en luz de un segundo a otro, cambiando su forma hasta verse convertido en un halcón peregrino, el ave más veloz del mundo. Capaz de alcanzar los 389 km/h, aquella criatura salió disparada al cielo con una velocidad vertiginosa. La torre medía exactamente 970 metros, con lo cual el ángel debería ser capaz de volar en un tiempo récord de 10 segundos a la punta, suponiendo que alcanzara su velocidad límite desde un inicio. En tiempo real, debería ser alrededor del triple, unos treinta segundos aproximadamente. Así pues, los primeros 15 segundos de viaje, el 30% de la torre en si, no representaron reto alguno. Pero justo en este punto, comenzaron los problemas.
Una flecha fue esquivada por el halcón con relativa facilidad. Las siguientes diez realmente fueron un problema. El ángel estaba en desventaja, al tener que luchar contra la gravedad que al mismo tiempo apoyaba la fuerza y velocidad de las flechas. Arriba, un centenar de arqueros voladores se preparaban para derribar al ave, la cual comenzaba a moverse más hacia los lados que hacia el frente, intentando evitar las decenas de proyectiles que le eran disparados constantemente.
El ave de inusual tono café – inusual para su especie – empezó más tarde que temprano a descender en vez de elevarse, pues las hadas arqueras eran prodigiosamente hábiles, de modo que era imposible para el halcón peregrino subir sin ser atravesado por un centenar de flechas en el acto. Tenía que hacer algo. Subir ahí sería imposible. Las hadas que protegen la torre no atienden a razones, y no dejarían pasar ni a la mismísima reina de las hadas desde el exterior. Por otro lado, intentar acceder desde el interior sería lo mismo que intentar terminar Sword Art Online completamente solo. Sobre todo porque tiene exactamente cien pisos, pero ese es material para otra historia.
En resumen, solamente era posible acceder desde afuera, y sería imposible lograrlo siendo un ave. Si Judai quería realmente atravesar la barrera, tendría que buscar una forma de evitar los ataques y elevarse por los aires al mismo tiempo. El problema es, que Judai no podía hacer eso porque nunca había visto a un ser capaz de conseguir algo similar. Nadie salvo los ángeles. Pero...
- Maldición... Si tan solo pudiera... -
Hace ya mucho tiempo que Judai Winged Kuriboh Alighieri acortaba su nombre con una “W”, pues ya no se consideraba merecedor del título. Fue en esa misma ciudad donde las levantó por última vez. Antes del fatídico día en que lo perdería todo. Su hogar, su familia, y sus emplumadas alas de tono níveo, las cuales ahora no era capaz ni de mover.
Este parecía ser el final. Sería imposible escalar hasta la cima en estas condiciones. Un ave no puede blandir una espada, ni mucho menos luchar contra un ejército entero. La única opción sería copiar a un hada, pero... ¿El tiempo le alcanzaría?
La “Metamorfosis” consume maná en relación directamente proporcional a la fuerza del ser imitado, y las hadas con el poder para luchar contra un ejército de su propia especie son criaturas bastante fuertes. Lo suficiente para darle medio minuto, como máximo. Un minuto para evitar a todos los enemigos y llegar al último piso. Era una locura solo pensarlo, pero, sin sus alas y sin su amada Sandalphon, era la única opción. Y así, el ave se cubrió de luz una vez más, dejando en su lugar a un castaño con alas traslúcidas de color rojo en la espalda.
- Lo lograré, Lee. Lo juro -
Y salió volando, a una velocidad que casi igualaba la del halcón, directo al enjambre de seres feéricos.
Judai W.Kuriboh Alighieri
Re: De cuando la muerte se esconde cada que la buscas (Lacus)
La opción de rendirse ya naciera entre sus superfluas ideas y ahora comenzaba a fortificarse entre demás alternativas posibles. Todo había fallado; para comenzar, ni siquiera sabía del todo cómo eso había sucedido hace tantos Siglos, solo sabía los rumores y pocos detalles que recordara, y tampoco este exacto momento en que se repetía el mismo incidente.
Sereno, se mantuvo unos segundos en aquella puerta. Por un momento cualquier ruido había cesado, y nada más se oía que un silencio subnormal. Sus ojos visualizaban con indiferencia y alguna atención aquella densa blanquitud mezclada con gris mientras intentaba pensar, pero su mente parecía tan blanca cuanto la vista que tenía en frente. Pensar, reflexionar; no era lo suyo. Nunca estuvo hecho para tareas ''difíciles'' de reglas desconocidas y sinuosas que requieren mucha estrategia y preparo mental, él siempre jugara a su propio juicio.
—Bueno, creo que ya no tienes vuelta, Fallen Angel. Se fue todo por el caño.
Con toda su malicia en tales comentarios, diera media vuelta para observar el cuerpo sin alma. El intercambio de seres entre dimensiones no parecía ser una buena ocurrencia, empezando por aquellas luciérnagas, el ave azul, el pterosaurio, todos que vinieran para morir... y ahora el ángel de Legacy debía estar del otro lado, pese a no ser un ser terrestre propiamente, pero en el mundo residía físicamente.
Se acercó a la inconsciente criatura celestial y se detuvo a medio metro a su lado. Su plan ahora era asesinarlo, pensaba ya no tener condiciones de esperar su regreso contando con el riesgo de verlo ser poseído y al mismo tiempo, el mundo corría peligro. Separó sus pies y alzó la lanza egipcia que todavía portaba, la usaría junto a su poder para decapitarlo; entretanto, antes de siquiera iniciar el movimiento que lo ejecutaría, fue acometido por un dolor ardiente y paralizante en el brazo entero, que lo obligó a soltar la navaja.
—¡Nggh!
Cayó de rodillas al suelo, y en seguida cayó sentado, de cabeza baja y presionando fuerte el brazo que le dolía, a punto de marcarse con sus propios dedos.
—aahh... ¿Por qué me duele?
Alzó su vista hasta ver al serafín, era igual al dolor inexplicable que había sentido la primera vez que enfrentara a ese individuo, solo que mucho más fuerte y ahora sentía una especie de opresión. ¿Era obra suya de nuevo?
Llegó a observarlo, pero este seguía inconsciente, no había movido ni un dedo. El dolor fue cesando, permitiendo al vampiro aliviarse aunque continuaba sintiéndose oprimido por una fuerza invisible. Acabó alzando la vista hacia el techo de la residencia, pero más bien refería su contacto al cielo, a la Autoridad Suprema.
—...¿Dios?
Como si pudiera percibir Su pesada furia por osar intentar asesinar el serafín, principalmente por tratarse de un ser maldito como vampiro, enemigo de las benditas criaturas celestiales, cuestionó. Increíble, ¿mismo después de las rebeldes y blasfemas palabras dichas por aquel ángel? Era para colmarlo.
—Jaj, cómo sea.
Rendido, sonrió desdeñoso y se levantó, dejando todo atrás y caminando hacia la puerta, listo para retirarse de aquel lugar. No quería envolverse con eso tampoco. Atravesando la puerta, saltó colina abajo, no tardando en estar de regreso en el límite del bosque con la montaña.
Entonces vio.
Delante suyo entre los árboles, un pata enorme de dimensiones inimaginables. Se asemejaba a las patas de un insecto terrestre. Miró hacia arriba, pero la altura kilométrica de ese parásito no le permitía ver derecho de qué se trataba a causa de la niebla, y casi nada después fue sorprendido por una especie de araña gigantesca justo al lado suyo. El tamaño de ese insecto era tal que lo superaba en altura y podía mirarlo directo a los ojos ambos en su postura normal.
Así quedáronse los dos observándose sin ninguna reacción de interés o de miedo uno hacia el otro, hasta que la araña esquiva al vampiro y sigue su camino como si nada, y él la acompaña con la mirada.
—¿Qué diablos?
Comenzó a notar que los bichos lo ignoraban. Podían verlo e incluso parecían acercarse a él pero en seguida lo dejaban de largo, y entre todo eso escuchó de nuevo un sonido de rompimiento de estructura a lo lejos, lo que inmediatamente llamó su atención. Ahora notaría algo peor.
Fijó sus vista a la precisa distancia de que provenía el sonido; entre toda la poca visibilidad de la cobertura nublosa, podía ver una luminosidad que envolvía un punto negro, como un pequeño agujero negro que oscilaba sus dimensiones y parecía venirse agrandando. Por primera vez en toda ese problema, sintió inquietud. ¿Era el portal? ¿Cómo podía de repente estar más cerca, acaso estaba expandiéndose?
—Shit...
Regresó inmediatamente colina arriba hacia la casa abandonada donde dejara al ángel.
————
La sensación que tenía era de que la solución estaba justo delante de su nariz, pero él no captaba. Quien sabe qué podía pasar si aquello se expandiese demasiado, el planeta entero podía acabar engullido y se volvería un agujero más en el Universo.
Sin embargo, en medio a todas sus preguntas sin respuestas, por fin acabó uniendo los hechos, desde las luciérnagas. Eso suponía que el portal ya estaba abierto ha dos días, mismo tiempo que el suicida misterioso llevaba muerto, mas por qué solamente ahora estaba expandiéndose tan rápido? y más, sus criaturas y todo, solo comenzaran a salir del control desde que...
Antes de terminar de formular su propia pregunta, volvió a ver al ángel inconsciente como si él fuera la respuesta, y eso era. El viaje astral de Judai hacia esa otra dimensión causó semejante desequilibrio en el espacio temporal entre aquella fracción de ambos mundos, aunque todavía no tenía la respuesta para quién o qué definitivamente lo abrió. Al menos, ahora podía tener la certeza de que era justo adonde había ido, pero dependía solo de Judai encontrar el hada antes que él tenga que sacrificar esa posibilidad para no dejar expandirse un peligro mayor.
Esperaría algunos minutos, sin pasarse de tiempo, hasta que las proporciones del portal estuvieran por ultrapasar los límites. De mientras, regresó al cadáver y volvió a revisar los diseños dispuestos en el billete que encontrara con él, cuando esta vez notó otro papel más escondido en el mismo bolsillo, pareciendo ser una especie de sello para nada común, esta vez sí con letras indescifrables, en un idioma desconocido. Estuvo en su mejor intento de conectar una cosa a otra cuando llegó a sentir la energía capaz de abalar los árboles que podía ver con claridad. Era hora de hacerlo regresar.
Pero la cuestión era cómo hacerlo...
Su única opción era intentar la suerte con el método medicinal de revivir humanos. No tenía tiempo ni neuronas suficientes para pensar en cómo resucitar ángeles sin ser Dios. Visualizó las paredes de la casa; que para su suerte, funcionaba como una antigua estación de radio emisión, había diversas antenas por cerca, por lo tanto debía tener cableado eléctrico.
Arrancó el tomacorriente más cercano y cortó los cables que lo conectaban a la red eléctrica, estirando los cables hacia afuera. Tomó dos y se los introdujo en la nariz del ángel, para entonces dirigirse a la caja de distribución eléctrica y reactivar la corriente, de alta tensión.
—¡Regresa!
Exclamó, cuando reactiva la descarga eléctrica en él por un segundo.
Sereno, se mantuvo unos segundos en aquella puerta. Por un momento cualquier ruido había cesado, y nada más se oía que un silencio subnormal. Sus ojos visualizaban con indiferencia y alguna atención aquella densa blanquitud mezclada con gris mientras intentaba pensar, pero su mente parecía tan blanca cuanto la vista que tenía en frente. Pensar, reflexionar; no era lo suyo. Nunca estuvo hecho para tareas ''difíciles'' de reglas desconocidas y sinuosas que requieren mucha estrategia y preparo mental, él siempre jugara a su propio juicio.
—Bueno, creo que ya no tienes vuelta, Fallen Angel. Se fue todo por el caño.
Con toda su malicia en tales comentarios, diera media vuelta para observar el cuerpo sin alma. El intercambio de seres entre dimensiones no parecía ser una buena ocurrencia, empezando por aquellas luciérnagas, el ave azul, el pterosaurio, todos que vinieran para morir... y ahora el ángel de Legacy debía estar del otro lado, pese a no ser un ser terrestre propiamente, pero en el mundo residía físicamente.
Se acercó a la inconsciente criatura celestial y se detuvo a medio metro a su lado. Su plan ahora era asesinarlo, pensaba ya no tener condiciones de esperar su regreso contando con el riesgo de verlo ser poseído y al mismo tiempo, el mundo corría peligro. Separó sus pies y alzó la lanza egipcia que todavía portaba, la usaría junto a su poder para decapitarlo; entretanto, antes de siquiera iniciar el movimiento que lo ejecutaría, fue acometido por un dolor ardiente y paralizante en el brazo entero, que lo obligó a soltar la navaja.
—¡Nggh!
Cayó de rodillas al suelo, y en seguida cayó sentado, de cabeza baja y presionando fuerte el brazo que le dolía, a punto de marcarse con sus propios dedos.
—aahh... ¿Por qué me duele?
Alzó su vista hasta ver al serafín, era igual al dolor inexplicable que había sentido la primera vez que enfrentara a ese individuo, solo que mucho más fuerte y ahora sentía una especie de opresión. ¿Era obra suya de nuevo?
Llegó a observarlo, pero este seguía inconsciente, no había movido ni un dedo. El dolor fue cesando, permitiendo al vampiro aliviarse aunque continuaba sintiéndose oprimido por una fuerza invisible. Acabó alzando la vista hacia el techo de la residencia, pero más bien refería su contacto al cielo, a la Autoridad Suprema.
—...¿Dios?
Como si pudiera percibir Su pesada furia por osar intentar asesinar el serafín, principalmente por tratarse de un ser maldito como vampiro, enemigo de las benditas criaturas celestiales, cuestionó. Increíble, ¿mismo después de las rebeldes y blasfemas palabras dichas por aquel ángel? Era para colmarlo.
—Jaj, cómo sea.
Rendido, sonrió desdeñoso y se levantó, dejando todo atrás y caminando hacia la puerta, listo para retirarse de aquel lugar. No quería envolverse con eso tampoco. Atravesando la puerta, saltó colina abajo, no tardando en estar de regreso en el límite del bosque con la montaña.
Entonces vio.
Delante suyo entre los árboles, un pata enorme de dimensiones inimaginables. Se asemejaba a las patas de un insecto terrestre. Miró hacia arriba, pero la altura kilométrica de ese parásito no le permitía ver derecho de qué se trataba a causa de la niebla, y casi nada después fue sorprendido por una especie de araña gigantesca justo al lado suyo. El tamaño de ese insecto era tal que lo superaba en altura y podía mirarlo directo a los ojos ambos en su postura normal.
Así quedáronse los dos observándose sin ninguna reacción de interés o de miedo uno hacia el otro, hasta que la araña esquiva al vampiro y sigue su camino como si nada, y él la acompaña con la mirada.
—¿Qué diablos?
Comenzó a notar que los bichos lo ignoraban. Podían verlo e incluso parecían acercarse a él pero en seguida lo dejaban de largo, y entre todo eso escuchó de nuevo un sonido de rompimiento de estructura a lo lejos, lo que inmediatamente llamó su atención. Ahora notaría algo peor.
Fijó sus vista a la precisa distancia de que provenía el sonido; entre toda la poca visibilidad de la cobertura nublosa, podía ver una luminosidad que envolvía un punto negro, como un pequeño agujero negro que oscilaba sus dimensiones y parecía venirse agrandando. Por primera vez en toda ese problema, sintió inquietud. ¿Era el portal? ¿Cómo podía de repente estar más cerca, acaso estaba expandiéndose?
—Shit...
Regresó inmediatamente colina arriba hacia la casa abandonada donde dejara al ángel.
————
La sensación que tenía era de que la solución estaba justo delante de su nariz, pero él no captaba. Quien sabe qué podía pasar si aquello se expandiese demasiado, el planeta entero podía acabar engullido y se volvería un agujero más en el Universo.
Sin embargo, en medio a todas sus preguntas sin respuestas, por fin acabó uniendo los hechos, desde las luciérnagas. Eso suponía que el portal ya estaba abierto ha dos días, mismo tiempo que el suicida misterioso llevaba muerto, mas por qué solamente ahora estaba expandiéndose tan rápido? y más, sus criaturas y todo, solo comenzaran a salir del control desde que...
Antes de terminar de formular su propia pregunta, volvió a ver al ángel inconsciente como si él fuera la respuesta, y eso era. El viaje astral de Judai hacia esa otra dimensión causó semejante desequilibrio en el espacio temporal entre aquella fracción de ambos mundos, aunque todavía no tenía la respuesta para quién o qué definitivamente lo abrió. Al menos, ahora podía tener la certeza de que era justo adonde había ido, pero dependía solo de Judai encontrar el hada antes que él tenga que sacrificar esa posibilidad para no dejar expandirse un peligro mayor.
Esperaría algunos minutos, sin pasarse de tiempo, hasta que las proporciones del portal estuvieran por ultrapasar los límites. De mientras, regresó al cadáver y volvió a revisar los diseños dispuestos en el billete que encontrara con él, cuando esta vez notó otro papel más escondido en el mismo bolsillo, pareciendo ser una especie de sello para nada común, esta vez sí con letras indescifrables, en un idioma desconocido. Estuvo en su mejor intento de conectar una cosa a otra cuando llegó a sentir la energía capaz de abalar los árboles que podía ver con claridad. Era hora de hacerlo regresar.
Pero la cuestión era cómo hacerlo...
Su única opción era intentar la suerte con el método medicinal de revivir humanos. No tenía tiempo ni neuronas suficientes para pensar en cómo resucitar ángeles sin ser Dios. Visualizó las paredes de la casa; que para su suerte, funcionaba como una antigua estación de radio emisión, había diversas antenas por cerca, por lo tanto debía tener cableado eléctrico.
Arrancó el tomacorriente más cercano y cortó los cables que lo conectaban a la red eléctrica, estirando los cables hacia afuera. Tomó dos y se los introdujo en la nariz del ángel, para entonces dirigirse a la caja de distribución eléctrica y reactivar la corriente, de alta tensión.
—¡Regresa!
Exclamó, cuando reactiva la descarga eléctrica en él por un segundo.
Lacus Welt
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