Estación 600 (Rimuru)

El expreso retomó su marcha cuando el pequeño reloj de pulso juntaba las agujas al dar la medianoche. La última pasajera que sobrara en la estación, restando de la salida de todos los demás viajeros, era una joven de no más que 15 años. Regresaba de largas vacaciones en la casa de su padre divorciado, y en el momento tenía combinado esperar a su madre para que la fuera a recoger.
Una enorme llanura limpia y oscurecida por la noche fresca era el paisaje visible de la estación 600; silenciosa como la propia planicie debido a la soledad que acompañaba la hora tardía. La chica, de largo cabello color cobreado y cansada de un viaje atrasado por un problema técnico, mantenía una expresión soñolienta y desanimada en su rostro, sentada en uno de los varios bancos vacíos junto a sus maletas. Sacó el celular del bolsillo de su chaqueta para checar los mensajes o llamadas de su madre.

Sin señal.

Dio un suspiro. Ojalá no faltara mucho para poder irse.

En otro punto

El vampiro estaba sediento.

Mejor diciendo, no tanto; mas pasar varios días bebiendo sangre de manera legal, en envases, no era placentero.
Hace pocos días, uno de los progenitores remanentes de la sociedad de vampiros en Japón, que vivía oculto en un hogar subterráneo y alejado de la civilización humana, había contactado al Welt para actualizar asuntos serios y confidenciales de entre la raza inmortal. Ese noble vampiro y los subalternos continuaban viviendo acorde a la ley de no beber sangre directamente del cuerpo humano, ley esta a la cual Lacus nunca fuera realmente fiel debido a que se interponía ante su mayor placer.

A metros distante del ocultado recinto de los vampiros se encontraba una enorme y antigua granja. Inclusive, si el propietario y los empleados supieran, atribuirían a los vampiros la culpa de la desaparición de pequeños animales que sucedía vez que otra. Sucede que las verdaderas culpables nada más eran que serpientes. Los inmortales preferían la sangre humana.
En aquel momento, terminaba su encuentro con los demás vampiros y venía de regreso. Sin haber usado sus colmillos en las últimas horas, caminó tranquilamente hasta tener la suerte de ver acercarse una fuente viva para saciarle la sed. Forzó a detener un carro que se desplazaba desde el camino rumbo de la metrópolis y arrancó de dentro a la conductora para entregarse a su instinto: morderla y beber cuántos tragos quiso de la sangre de la mujer, hasta acabar y regresar el cadáver al auto, de manera bruta.

Sin embargo, y cómo siempre decía, la sangre de las hembras humanas sabía muy leve. Aún quería más.

No necesitaba, pero quería.

Lacus continuó su camino hacia el sentido donde se situaba una estación de tren, el punto más cercano que podía encontrar humanos. El elegante atuendo negro que el vampiro vestía armonizaba con la penumbra del ambiente, contrastada solo por su camisa blanca bajo el traje y su rostro pálido. Tardó al rededor de 1h en llegar a la cercanía suficiente para visualizar la estación 600 de aquella via férrea.

En la estación:

Se acercaban las 1h00. La joven chica, harta de esperar a su madre y cada vez más preocupada por su tardanza y la falta de señal, se puso de pie. También estaba cansada de estar sentada.
Ella provenía de una família de magos, y pensó en practicar algunas de sus técnicas de magia que había especializado con ayuda y entrenamiento de su padre; sin embargo, había guardias que posiblemente le llamarían la atención.

¿O no?

Los guardias nocturnos de la estación estaban todos tomando café distraídos y charlando dentro del salón de administración y la puerta cerrada, ni siquiera estaban de vigilia como deberían. Hasta parecía estar ella sola en aquella inmensidad vacía, silenciosa e iluminada, rodeada de plena oscuridad. La ciudad más cercana apenas mostraba sus luces anaranjadas a por lo menos 150km al Sur.
Caminó con pasos cansados por la estación, como si buscara cualquier insignificancia que la pudiera entretener de su largo aguardo. Llevaba su celular consigo, pensó en hacer unas fotos...

Sin embargo, una sensación inexplicable la obligó a regresar lentamente su vista hacia el banco donde dejara las maletas.
Nada fuera de lo normal, ni una alma viva siquiera. La misma inmensidad vacía de antes.
Pero sentía nítidamente el peso de estar siendo observada fijamente. ¿A qué venía eso? ¿Había cámaras por allá?
Recorrió visualmente los techos de la estación: tampoco nada. Entretanto, el miedo iba invadiendo su joven y apetitoso cuerpo. Hasta el silencio mismo pareció hacerse más intenso y ensordecerla, ya no escuchaba ni las risas de los guardias dentro del salón a lo lejos.

Los ojos y la expresión de miedo y espanto de la muchacha estática en el medio de aquel lugar vacío eran notables. Desde lejos el hematófago podía sentir el aroma de su miedo y ser seducido por ello.

...

—¿Ah, qué me pasa? Estoy casi soñando despierta...

Habló consigo misma, para calmarse y volver hacia donde estaba, esperando sentir al menos un poco de seguridad en el banco el cual durante todo el tiempo que estuvo no ocurrió nada. Estaba cansada y con tanto sueño; no se encontraba apta a escapar de un predador. Su madre llegaría en seguida, debía esperarla.

Mal sabía que su progenitora ya estaba muerta hacía una hora, asesinada por el mismo vampiro que la acechaba.
En los últimos minutos de tranquilidad que le restarían, la chica se acabó acostando en el banco y apoyando su cabeza en una pequeña almohada de viajes que trajera consigo. Sabía que no era seguro dormir allá, pero estaba confiada de que nada sucedería, porque había luz y también gracias a su poder aunque no tan bien desarrollado.

Acostada, volvió a sacar el celular, con la falsa esperanza de encontrar señal. Sin éxito, tornó a guardarlo y cruzó sus brazos delante del pecho, acomodando su cabeza en la almohada mirando inclinada hacia sus pies. Sus párpados pesados imploraban para cerrarse y adormecer, y así pasó cortos minutos que parecieron eternos hasta que de nuevamente abrir los ojos, ya no veía la misma escena solitaria.
Había alguien parado en la misma plataforma de la estación, mirándola desde los pies, a 5m de distancia del banco. Alguien de traje negro y la boca manchada de sangre, detalle que le hacía siniestra su sonrisa.

El susto fue inmediato. La chica, después de parpadear y notar que no era una ilusión ni un sueño, solo logró levantarse del banco por impulso y correr hacia el lado contrario, dominada por el pánico. No logró gritar, tampoco podía ir por los guardias de la estación, pues el vampiro estaba en el medio de ese camino y no la dejaría pasar. El regreso de su viaje se había convertido en una pesadilla.

—Eso, corre bastante, intenta escapar de mí...

Pronunció con un tono malvado consigo mismo, relamiendo sus labios en seguida y limpiando la sangre que los pintaba de rojo. Su diversión apenas comenzaba.

- Joo... No puedo creer que voy tarde... Con razón nunca atrapo nada... -

( Informe: Una gran cantidad de magículas se encuentra en estado de reposo. Se trazará la ruta más pertinente hacia el objetivo deseado )

- Haz como dices -

Un ser de cabellos azulados y sexo dudoso volaba por las calles de aquella enorme ciudad que parecía sorprendentemente muerta, pues poca gente era la que aún podía apreciarse en las calles, y menos aún los automóviles que por ahí transitaban (de los cuales, en su mayoría eran taxis). Y no es extraño en lo absoluto imaginar el ambiente que encerraba aquel escenario, pues era la una de la mañana cuando acontecían aquellos hechos.

El rey demonio perseguía el aura que pertenecía a una joven hechicera. Él conocía a la perfección los detalles, pues hace días que aquel había planeado el modo en que se haría con su humano festín. Sabía su nombre y su edad, conocía cuan capaz era aquella para hacer uso de la magia, al grado en que incluso sus padres se encontraban en un nivel inferior respecto a su propia hija. Bien tenía en cuenta también que hoy sería cuando la muchacha llegaría sola a la estación luego de unas agradables vacaciones, y que sería aquel el momento perfecto para hacerla desaparecer sin tener que lidiar con nadie más.

Por supuesto, Rimuru no temía enfrentarse a más de un mago a la vez, y menor aún era su temor por las autoridades locales, quienes por supuesto no podrían hacerle daño alguno. No, no era eso. Lo que sucede simplemente es que el slime tenía aún cierto grado de estima por los seres humanos y la vida en general. No temía quitar una o un millón de vidas con tal de alcanzar sus objetivos, pero es que no encontraba placer en asesinar a alguien de forma innecesaria, sobre todo si aquellos eran inocentes.

De forma que aquel esperó pacientemente al único momento que había hallado pertinente para la súbita desaparición de la virgen que ahora tenía por presa. Por supuesto, ni siquiera pensaba jugar con ella. Habría de bastar con hacerla caer inconsciente, con una poción quizá, y luego ingerirla con toda la calma del mundo. Sin dolor, sin llanto, sin sufrimiento, sin gritos, y lo más importante, sin testigos.

Rimuru sabía de sobra que sus padres la buscarían un par de días, la policía continuaría la búsqueda un par de semanas, y que en unos meses el caso sería sellado como desaparición. No era nada del otro mundo. Con el tiempo sería olvidada y el mundo continuaría su curso como si nada hubiese ocurrido. Así debían ser las cosas.

( No hay por qué causar una masacre y despertar el horror en la población... ¿Cierto? Ser un Rey Demonio no tiene que conllevar ser sanguinario y regocijarse en el sufrimiento ajeno... ¿Cierto? )

( Respues... )

- Ni se te ocurra. No quiero la opinión de una habilidad -

( Queja: Hmm )

A decir verdad, el slime se sentía algo confundido respecto a la forma en que debía relacionarse con los seres inferiores. Lo único que sabía de si mismo es que era un Rey Demonio y que alguna vez fue un ser humano, no tenía recuerdos de su vida pasada o la anterior a esa, no sabía cómo era correcto tratar a las demás criaturas, por lo que procuraba actuar de acuerdo a lo que le parecía más conveniente para él según las circunstancias. Pero aún así...

( Desearía que Lacus Welt estuviera aquí. Seguro él sabría cómo lidiar con los humanos... )

Cuán grande ironía aquella que sucitóse en ese momento, donde el andrógino no sabía que aquel andrógino de quien el primero deseaba consejo, era el mismo que ahora mismo acechaba a la misma presa que el slime buscaba para si. Pero pronto lo sabría, de eso no quepa la más ínfima porción de duda. Pues pronto llegaría la hora, y era el momento ya, en que la joven que dormía hace tan solo instantes ahora corría por su propia vida en aquel inhóspito subterráneo, como resultado de las acciones del antes mencionado chupasangre.

( Informe: Una gran cantidad de magículas se aproxima a gran velocidad al exterior de la estación. El aura del individuo coincide en un 100% con el objetivo planeado. ¿Desea trazar ruta de interceptación? )

- Por favor -

Olvidóse entonces el hermafrodita de sus planes de sigilo y lanzóse a volar lo más rápido posible en dirección a su destino, pese a que aquello significara sobrevolar calles transitadas con aquellas perturbadoras alas negras conseguidas de un murciélago que había devorado desde hace días ya. Llegó en tiempo récord, aunque la verdad es que ya estaba cerca cuando percatóse de que su presa se movía.

Llegó el Rey Demonio en el momento exacto. La sabrosa bolsa de habilidades a ingerir estaba corriendo directamente hacia él. Se le notaba aterrada, acongojada, como quien vive una pesadilla en carne propia. Por supuesto, el peliazul aprovechó la situación para atraparla al instante, pues no deseaba perder un segundo más.

- ¡Beatrice! -

Y la joven volteó a ver al slime que la llamaba. Por supuesto, aquella máscara que siempre llevaba consigo, y que también servía para ocultar su aura, llamó la atención de aquella inocente chica el tiempo suficiente para que el Rey Demonio tejiera una telaraña desde su posición hasta uno de los postes de la estación. Una cuerda de acero lo suficientemente gruesa para obligar a la infortunada maga a caer de cara contra el suelo.

Disponíase en ese momento el peliazul a recojer su premio. El botín no había sido nada difícil de conseguir y eso la verdad lo aliviaba un poco. No había tenido que pelear con la chica y tal parecía que nadie se había percatado de aquel trágico suceso. Así que, con una sonrisa en los labios, el slime se dispuso a saborear a la presa que ahora yacía aterrada en el suelo. Se quitó la máscara que llevaba puesta, y justo cuando pensaba que ya era suya, un sonido lo hizo voltear y percatarse de la presencia que había perseguido a la joven hasta ese punto.

- ¿...Lacus? -

Su víctima había desatado a correr de él, desapareciendo de vista en sentido hacia la salida de la estación, rumbo a la oscuridad. El vampiro la observó huir antes de ir por ella, confiado como siempre. Era inútil tratar de escapar, él la alcanzaría de cualquier manera.

Apenas dejara de oír sus pasos, inició la caza; corriendo hacia el mismo portón por donde se le zafara la pequeña oveja. Tenía el plan trazado, y sería rápido y simple acabar con un ser indefenso y débil como la joven pelirroja.

Entretanto, al salir, encontró algunos metros distante en frente a la entrada una vista totalmente distinta a la que su imaginación le pintara, que lo obligó a detener sus pasos repentinamente, incrédulo.

La humana había caído al suelo, y a su lado había una criatura alada y de largos cabellos azulados. Por ventura, no parecía ser alguien que arribara por la salvación de su víctima, cosa que siempre enojaba al chupasangre. No, parecía ser otra criatura que se alimenta de humanos o los usa para divertirse.

Contentado que ese desconocido no fuera un héroe, comenzó a caminar hacia ambos para ver de cerca, como si hubiera sido invitado; y así el slime se volteó y le habló, mostrando saber su nombre. Al mismo tiempo, el vampiro pensó también recordarlo de alguna parte, mismo que su aura estaba irreconocible: era demoníaco. Entonces, sus memorias le trajeron recuerdos muy recientes, del fin de Merak y de cuando conoció a Siegrain y a la vez una criatura andrógina misteriosa había aparecido allá. Lo reconoció por la voz más que por cualquier otra cosa. ¿Así que era él?
Los ojos color carmesí del chupasangre dejaron al slime para visualizar la maga inmovilizada por el mismo. Detuvo su mirada en el tobillo de la joven, curiosamente herido por la cuerda de acero que la derrumbara, herida que sangraba superficialmente y ya le permitía sentir el aroma delicioso de su esencia.

La manera como el slime trataba y sometía a aquella vulnerable maga le daban al vampiro ganas de reírse de la pobre infeliz, por lo que no disimuló su sonrisa. Sentía orgullo aún el andrógino no fuera de su misma raza, porque esa era la forma de tratar a los inferiores que él aprobaba. No imaginara cuánto en común podían tener, mismo incluyendo todas las diferencias, como sobre el gozar del sufrimiento ajeno. Los vampiros desconocen completamente la piedad y la compasión, como también desconocen el amor y el odio. Solo llevan consigo su instinto y la racionalidad. La nobleza y el orgullo que tienen de su propia superioridad ante la raza humana es la base de su soberbia, mismo que al cabo no costumbran matar humanos compulsivamente y sin que sea para alimentarse, una vez que dependen de humanos vivos para mantenerse. Pero a diferencia del contrario, Lacus sí se regocijaba del miedo y sufrimiento humano.

—Haha, ¿Qué estás haciendo?

Fue su primer pregunta, quizá inesperada para sus dos espectadores, pero no para él mismo, quien siempre tuvo comportamientos tan espontáneos.

—¿La vas a matar?

Incrementó orgulloso en seguida. Notablemente, no pensaba confirmar la identidad del peliazul de inmediato, ni hablar sobre sus alianzas con Asgard delante de la víctima. Dejaría eso para después que ya estuviera muerta.

Mostraba no tener reparo en dejarle a Rimuru la presa que anteriormente tomaría para sí, primeramente porque estaba más curioso y entusiasmado en ver qué clase de maldad aquel demonio que pasara a ser su compañero de Asgard tenía para con los humanos, y en suma ya estaba de estómago lleno.

Mientras eso, la maga era atormentada por sus propias malas expectativas. Habiendo ella imaginado por un segundo que aquel andrógino la salvaría, quien al principio parecía ser angelical, a diferencia del vampiro que a primera vista ya dejara evidente su mala intención. ¿Ahora sería usada para sabe quien qué, por un ser de procedencia desconocida y para colmo, delante de un vampiro tomando el rol de voyeur?

El slime se mantuvo observando al vampiro durante algunos instantes, en completo silencio, sin atreverse a emitir palabra alguna. No hizo falta usar su "Habilidad: Evaluación" para darse cuenta de que si aquella joven había huido en un principio era por causa del hemófago que ahora se encontraba ahí, casi como juzgando la situación y las actitudes del andrógino.

La criatura peliazul esfumó sus alas de un momento a otro mientras el contrario le dirigia la palabra, confirmando sus sospechas. Aquel realmente sentía curiosidad por el trato que el Rey Demonio daría a la humana que temblorosa se hallaba postrada a merced del destino que ahora enfrentaba y del que definitivamente no tenía oportunidad de escapar.

( Gran Sabio, evaluación por favor. )

La prioridad del slime era antes que nada ganarse el favor del pelimorado. Después de todo, es por ello que había aceptado unirse a Asgard en primer lugar. Claro que el andrógino no encontraba placer en hacer sufrir a un humano, pero si tenía sus prioridades. Y dado que en este momento la prioridad era aprender todo lo posible del hemófago, se dispuso a averiguar de qué forma sería más conveniente proceder para estrechar su relación con el ya mencionado vampiro

( Informe: El cerebro del individuo Lacus Welt genera una cantidad superior de endorfinas al observar y/o participar en actos de marginación contra los humanos.
Sugerencia: Proceder de forma cruel contra el objetivo podría aumentar el grado de aprobación de Lacus Welt )

( No se diga más )

Rimuru ya tenía su respuesta, por lo que procedió al instante. En su mente había un pensamiento que resaltaba de entre todos los demás. "Si de todas maneras pensaba asesinar a la contraria, no tenía nada de malo jugar un poco con ella primero".

El Rey Demonio guardó su máscara en el interior de aquella larga gabardina azul que portaba, para luego ponerse de cuclillas al lado de la aterrada virgen que temía por su vida. Aquella intentó moverse, pero era demasiado tarde. Hilos de acero la ataban por las muñecas y el torso contra el suelo. ¿En qué momento el slime los había tejido que nadie se había percatado de ello? Hasta hace un segundo no eran visibles, solamente lo fueron hasta que la sangre de la dama, producto del forcejeo con la delgada pero resistente atadura, comenzó a deslizarse lentamente por ellos.

La niña comenzó a gritar de dolor y de desesperación. Aquellos ojos esmeraldas tenían las pupilas dilatadas por el pánico y no hacían sino derramar lágrimas horrorizadas. El slime le sonrió de una forma inquietantemente siniestra, a la vez que una de sus manos tomó el mentón de la chica sin ninguna otra intención que obligarla a mirar a su depredador. Este entonces le dirigió la palabra, con aquella voz femenina y casi robótica que lo distinguía.

- No lo tomes personal. Simplemente sigo la ley de la vida. "La supervivencia del más apto". Deberías sentirte honrada, normalmente no soy tan compasivo para explicarle a mi comida que tendrá el honor de volverse parte de mi fuerza~ -

Al escuchar eso, la pelirroja comenzó a gritar con más desesperación, sabiendo ahora cuan horrendo era el destino que le aguardaba. Por supuesto, el slime comenzó ahora si a preocuparse porque su pequeña escena alcanzara los oídos de los guardias de seguridad y entonces el asunto se hiciera aún más grande. De modo que el Rey Demonio tiró de un último hilo, y el cuello de la chica fue rebanado de afuera hacia adentro. Los incesantes y acongojados gritos fueron cortados junto con sus cuerdas vocales, y la sangre comenzó a derramarse por montones, decorando el suelo con un nuevo y enfermizo aspecto de mala muerte.

- Haces mucho ruido -

Concluyó el slime con una maliciosa sonrisa. De inmediato se derritió aquel sobre el cadáver. El viscoso material disolvió el inerte y mancillado cuerpo hasta convertirlo en parte de la homogénea mezcla cerulea. Ni siquiera la sangre quedó de aquella alma desafortunada. Su cuerpo, su espíritu, su aroma en el ambiente. Nada quedó de ella sino su recuerdo y nada más que eso. Nada, excepto...

[ "Habilidad - Chispazo eléctrico" adquirida ]

[ "Habilidad Extra - Manipulación del fuego" adquirida ]

- Joo, de verdad pensé que sabía más que eso... Juraría que la vi usar magia ilusoria... -

La voz de Rimuru sonaba decepcionada. De verdad deseaba haber adquirido alguna habilidad superior. Poco tenía en cuenta que el escritor tiene que estarlo nerfeando para que no lo tachen de ilegal. Así pues, tomó forma humana nuevamente, de un segundo a otro, y dirigió la mirada a su contrario, quien había sido espectador del macabro espectáculo de principio a fin, y de quien el slime esperaba alguna reacción.

( Un pat pat en la cabeza y un "buen trabajo" no vendrían mal... )

( Burla: ¿Y así te haces llamar Rey Demonio? )

( ¡Tú cállate! )

Sin haber siquiera imaginado que el individuo de baja estatura estaba por improvisar su acción de asesinato con tal de proporcionarle una escena satisfactoria, presenció complacido a las protestas y súplicas por no ser asesinada de la maga, esta todo el tiempo aterrorizada por las ataduras que la mantenían como una miserable en el suelo y frustraban cualquier resistencia por parte de ella; actitud que le estaba costando sangre.

Entonces, súbitamente el demonio le dirigió palabras objetivas y luego la decapitó, acabando con los escandalizadores gritos antes de acabar completamente con su ser y cualquier vestigio que dejara, al absorberla de aquella manera insólita.

El chupasangre solamente observó atento a aquella composición gelatinosa hacer desaparecer el cadáver como quien derrite algo por ácido. Nunca había visto alguien con habilidad semejante o imaginádola, y sin dudas estaba sorprendido por ello, por ver que no quedara ni rastro de la maga que hace poco estaba gritando por su vida, y a la vez estaba interesado en conocer qué criatura era aquel andrógino.

ㅡ¿Qué rayos? Haha, cada cosa que me aparece, y esas humanas como siempre tan frágiles...

Se rió de la manera como aquella chica que anteriormente sería víctima suya, acabara encontrando un fin aún peor bajo la rara habilidad de su supuesto conocido. Al término, su vista encontró nuevamente la del Slime cuando aquel retomó su forma natural, y volvía a verse más infantil que demoníaco, observándolo sin mostrar nada más que pasividad.

ㅡ¿Entonces esa raza inferior también es tu fuente de poder? Aunque no me sorprende, ya sentí que tienes una esencia única de demonios. Además, creo recordarte. ¿No fuiste tú quien se juntó a los remanentes de Merak cuando el internado acabó? ¿Qué clase de ser eres?

Comenzó su cadena de preguntas en vez de halagarlo. Apenas habían pasado algunos días desde el fin del internado y él ya había dejado en el olvido buena parte de lo sucedido en aquella histórica noche, excepto los detalles relevantes.

Los demonios no solían aliarse a vampiros, acabando por ser también enemigos a pesar de sus semejanzas. Sin embargo, la variación de lo que anteriormente eran debía contar puntos en ese detalle. Algunos demonios eran anteriormente ángeles, otros eran anteriormente vampiros, y posiblemente debían existir demonios anteriormente humanos, directamente. En suma, incluso los seres infernales no atacaban sin verdaderos propósitos.

Lacus no costumbraba ni apreciaba perder tiempo con pensar sobre un castigador destino como demonio, aunque estaba ciente que podía acabar convertido a esa raza, y las maneras cómo su era de vampiro podía ser vertida a una conversión demoníaca de un instante a otro.
Por otro lado, sabía lo capaces que eran los demonios de influenciar a los humanos con tal de conseguir lo que quieren. Algunas memorias añejas fueron regresadas a su mente aquel instante, memorias dignas de risa de cómo humanos fueron tan nítidamente iludidos sin darse cuenta por individuos de esa raza, eventos que los humanos no podían ni debían ver; y después de todo, por primera vez recordaba aquella escena con otra visión. No podía negar que de cierto modo, tenían un poder de influencia codiciable, en especial para quien le gusta jugar con la desgracia humana. En aquellos cortos segundos de silencio, su imaginación volaba libremente a respecto del poder de Rimuru.

Pero en fin, bastaba de devaneos. Lo que faltaba atinar era que había encontrado uno sin ni una de esas características, y mucho menos imaginaba que aquel hermafrodita se estaba reflejando en él para ser un verdadero ejemplar demoníaco. Cualquiera que fuera su relación a partir de ahora, no dejaría de ser interesante.

( Informe: El individuo Lacus Welt ha sido complacido exitosamente )

( Perfecto )

El andrógino sonreía con satisfacción tras saber que había cumplido su cometido sin problema alguno. De verdad que Gran Sabio mostró una vez más ser una habilidad excepcional. Podía leer a las personas con tan solo mirarlas... Ese era sin duda alguna un poder muy codiciable, y era todo para el slime. Lo único que no permitía al andrógino perderse en sus divagantes pensamientos era la aprobación que el vampiro reflejaba en forma de interés por el peliazul.

Ese mismo interés, podía llegar a ser un problema, claro está. ¿Qué hay si el vampiro llegase a descubrir que Rimuru era prácticamente un recipiente en blanco? La falta de memorias lo hacían un objetivo fácil para la manipulación, y más si estaba buscando ser instruido. Por tanto, debería ser cuidadoso al momento de hablar. Debía contestar las dudas de su contrario, pero también reservarse los detalles importantes.

- Permíteme contestar tus dudas en orden -

El slime habló con una voz grave forzada, como una chica que imita a un varón, y con un tono relajado y hasta travieso. Claro está es que la razón se encontraba en el deseo del peliazul de reflejar contentamiento luego de haber asesinado a la chica, aunque la verdad es que le daba completamente igual.

- Número uno. Error, yo no me alimento de estos seres inferiores. Pero suelo servirme de su energía mágica y aprovechar sus habilidades. Es decir que preferiría un hechicero anciano con mucho poder mágico, pero esta chica es lo mejor que había. En realidad, ni siquiera me es útil el resto de ella -

Mientras el Demon Lord decía estas cosas, se tomó el tiempo de sacar de su gabardina un recipiente de cristal, similar al que se usaría para contener una poción de alto poder o un perfume carísimo. La única diferencia, es que el interior de este no era otro sino sangre. La sangre de la recién devorada maga, por supuesto. Esto podría ser fácilmente corroborado por el hemófago una vez el slime destapó el envase y se lo acercó a la nariz. Tenía un olor especialmente fragante, como si hubiera sido limpiada de toda impureza.

Sin decir una sola palabra al respecto sino únicamente continuando con aquella cadena de respuestas a las interrogantes del vampiro en todo momento, el slime volvió a tapar aquella botella, la puso en manos del contrario, y prosiguió como si nada.

- Lo segundo, por otra parte, es acertado. A pesar de no pertenecer a Merak, supongo que se me antojó sumarme a las fuerzas de ese tal Siegrain. Quizá solo sea curiosidad, o quizá sea algo más. Tú también estabas ahí, así que seguro sabes de lo que hablo -

Aunque esa perspicacia pareciera estar hecha para guardar un aura de misterio, la verdad es que Rimuru solamente se cuidaba de no decir "Me uní a Asgard sólo porque tú estás ahí porque creo que eres cool n.n/". Sin embargo, la tercera pregunta le resultaba especialmente problemática, de modo que buscó ser lo más perspicaz posible al momento de dar su respuesta. Así pues, adoptó una postura mucho más inocente, poniendo un dedo en la mejilla de su pensativo rostro.

- Y tercero... ¿Quién sabe? Muchos dirían que soy un monstruo, algunos me llaman slime, muchos otros me creen un demonio. Personalmente prefiero lo último. Una vez alguien me llamó Maō... Ese título sí que me gusta -

En ese momento, el andrógino sonrió de una forma bastante sombría, aunque él mismo no lo había notado. ¿Quizá comenzaba a tomarse en serio sus propias palabras?

- Si... un Rey Demonio... Eso es lo que soy definitivamente. No pienso rebajarme a menos que eso~! -

Y... Volvió a su expresión natural, travieza y casi infantil. No es que Rimuru se tomara muy en serio lo de los títulos, pero debía sonar amenazador si quería ser un verdadero rey demonio. Esa era la meta que se había fijado, y pensaba lograrlo a toda costa.

- Pero tú puedes llamarme Rimuru. Rimuru Tempest. Perdón por quitarte el gusto de cazar tu propia cena, aunque no es que parezcas muy hambriento. ¡Oh! ¿Será que sólo te estabas divirtiendo? Vaya vaya~ -

Notaba qué tanto aquella criatura se asemejaba a su legendaria raza con reconocer la inferioridad de los humanos.  En la primera respuesta, mostraba no estar nada cerca de compararse a cualquier ser vivo que él ya hubiera visto, ni tampoco su habilidad.

Solo había un motivo por el cual el vampiro no fuera engañado cuanto al género del andrógino: el aroma. Independiente de la especie, podía distinguir bien el aroma de un macho y de una hembra, en especial el de las hembras, que era instintivamente más atractivo y seductor para él.
Entretanto, no sentía ninguna de esas particularidades en la esencia de aquel slime, lo único que tenía asegurado es que era demoníaco, y posiblemente esa no fuera su forma original, pues entes demoníacos costumbraban asumir diversas otras apariencias, desde lo que recordaba, o incluso aparecer poseyendo un recipiente humano para vaguear sobre el mundo.

Entre la atención que prestaba, se fijó en el pequeño envase que el de cabellos celestes sacara para apreciar el aroma y en seguida entregárselo. El diminuto frasco fue dejado en su mano, la que el chupasangre alzara para observarlo de cerca por unos minutos.

''así que seguro sabes de lo que hablo - ''

Hasta ese momento, en que bajó el frasco de adelante de sus ojos y volvió a fijarse en su contrario. Esa sentencia lo tomó por sorpresa. Definitivamente no sabía de qué hablaba; apenas recordaba qué cosas había dicho Siegrain aquella noche, y menos imaginaba por cuales motivos Rimuru se uniera, pero queriendo saber más, no interrumpió.
Por fin, supo que el de baja estatura era un ''Rey Demonio'' y se denominaba Rimuru Tempest. Guardó el pequeño frasco de sangre que le había sido regalado y procedió a hablar, mostrando haber simpatizado con él.

—¿En serio? vaya, ¿Por qué un Rey demonio acabaría aquí? debes tener mucho más poder que Siegrain, ¿Acaso piensas destronarlo y conquistar su planeta usando tu propia legión?

Se mostraba curioso sobre las intenciones y objetivos del slime.  En seguida, le fue recordado porqué había ido a la estación, y el motivo por el cual se acabaran encontrando.

—Hahahaha, ¿Divirtiéndome? Talvez... Realmente no estoy hambriento, sucede que beber sangre directo del cuello humano es un placer, quiero decir, uno de los únicos que nos queda a los vampiros.

Contestó. No por nada vivían una eternidad tediosa: ya no experimentaban casi ninguno de los placeres que solo los vivos podían, e incluso los inmortales necesitaban darse un lujo y permitirse ceder a sus tentaciones de vez en cuando, para soportar esa castigadora vida eterna.

Otro detalle no muy mencionado era que la víctima de un vampiro, a parte del dolor, también solía ser estimulada al ser mordida y chupada en una zona erógena como el cuello. Posiblemente, con base en eso es que la práctica era vista como lujuriosa, y  los vampiros eran asociados como pedófilos al gustar de morder niños. Inclusive, por esa relación simbólica con placer sexual, es que el hábito fuera prohibido en el interior de los muros de la ciudad vampírica.

—En fin, Rey demonio Rimuru Tempest...Ah cierto, y yo me llamo Lacus Welt.

Reveló su nombre, sin imaginar que el otro ya sabía. Entonces, empezó a caminar mientras hablaba, esperando ser acompañado por el de cabellos azules.

—Regresemos a la base de Asgard. Ya que vamos a ser compañeros y tenemos varias gustos en común podemos usar eso a nuestro favor y unirnos en nuestros próximos planes ¿No crees?

Esa era una invitación a amistarse con él. Nunca se imaginara amigo de un demonio, mucho menos con esa apariencia, pero en fin de cuentas, no era nada que lo incomodaba.

[color:518d=0099ff] - ... ¿He? ¿Ejército, dices? -

En primera instancia, el limo azul ni siquiera podía comprender la magnitud de las palabras que había estado usando para referirse a si mismo, o del contexto que estaba pintando al contrario al hacerse llamar a si mismo un "Rey Demonio". Fue en ese momento, en ese preciso instante, que el demonio se dio cuenta de que no conocía ni siquiera cual era su posición en este mundo. Aquello le causó desconcierto tal que no pudo optar sino por recurrir a la ayuda del sistema, nada más y nada menos que su "Habilidad Única: Gran Sabio"

[color:518d=0099ff] ( ¿De qué está hablando este tipo? ¿Qué es realmente un Rey Demonio? )

( Respuesta: Un Maō, Rey Demonio por su traducción del japonés, es el término derivado de... )

[color:518d=0099ff] ( ¡Habla más claro! )

( Solución: El Rey Demonio señorea sobre un clan o una tribu de demonios. Sus capacidades son muy superiores a las de estos últimos, y por lo general es el resultado de cientos de años de selección natural, mezclados con arduo entrenamiento. Uno solo es considerado una amenaza para una ciudad entera )

[color:518d=0099ff] ( ¿¡¡Qué!!? ¿¡¡De verdad soy así de fuerte!!? )

Por supuesto que la mente de Rimuru casi explota al escuchar eso último. La simple idea de ser una criatura con el poder suficiente para arrasar con una ciudad entera es algo que su joven y apenas restaurada y vacía mente era incapaz de concebir. Cuan más sorpresiva fue su reacción en cuanto su habilidad respondió al comentario de su usuario, al cual habría de dejar completamente pasmado.

( Respuesta: El usuario Rimuru Tempest no es un Rey Demonio, sino un Gran Rey Demonio. El Great Demon Lord es una autoridad temida aún entre los reyes demonio. El único Gran Rey Demonio del que se tiene registro es el usuario Rimuru Tempest. Se sabe de la existencia de otro avatar con las mismas características. Sin embargo, los datos de la memoria están dañados. Imposible recuperar )

El andrógino demonio no asimilaba aún aquella información. De ahora en más, quizá sería mejor cuidar la forma en que se refería a si mismo, o podría llamar la atención de entidades muy problemáticas. Aunque pensándolo bien... ¿No era la intención de Rimuru hacerse con los seres más poderosos que pudiera encontrar? Sea por alianza o ingeridas, habilidades eran habilidades.

Transcurriesen todos estos pensamientos en la mente del peliazul a tan acelerada velocidad que era casi imperceptible a las demás personas. Toda aquella conversación habría durado cerca de dos segundos en el mundo real, por lo que dejar en espera al vampiro no habría sido un problema. De manera que la explicación del slime fue retomada con normalidad hasta el punto donde Lacus decidió contestar, mencionando algo en particular que sorprendería al Great Demon Lord.

[color:518d=0099ff] - ¿Así que morder los cuellos de chicas guapas es un hobbie para ti? Eso es sin duda algo bastante interesante, tienes que invitarme la próxima vez~ -

Una ligera risa se escapó de los labios de aquel que señorea a los demonios. No le desagradaba en lo absoluto Lacus Welt. Definitivamente ese era un modelo a seguir para quien fuera que quisiera llamarse a si mismo un Rey Demonio, así pensaba el slime. Su actitud era amable después de todo, aún siendo tan egocéntrico y aún siendo tan cruel con quienes consideraba inferiores a si mismo. Una personalidad digna de admirar, para un ser de las tinieblas. Tanto que el slime no se resistía a jugar un poco.

Rimuru escuchó en eso al hemófago presentarse de manera oficial. No era la primera vez que escuchaba aquel nombre, pero era la primera ocasión que habría de escucharlo de su propietario. Algo que hizo al andrógino sonreír suavemente, pues finalmente sentía que se había ganado el favor de aquel vampiro de cabellos púrpuras. De forma que contestóle aquel con una frase simple y despreocupada, con una leve sonrisa a modo de adorno en su rostro.

[color:518d=0099ff] - Es un gusto, Lacus Welt -

Y comenzó a seguir al sujeto como si lo conociera de toda la vida, siguiendo su lento paso con una tranquilidad envidiable. No es para menos, pues las cosas le estaban marchando según lo planeado. Ese sabor que experimentaba en la boca el Rey Demonio no era otro que el de la satisfacción por cumplir con uno de sus objetivos personales, cual no era otro sino conseguir acercarse a Lacus Welt.

Sin embargo, poco duraría esa paz interior, pues más pronto que habría de transformarse aquel sentimiento en un gozo abrumador, al momento en que aquel chupasangre le dirigió la palabra de forma amistosa, abriendo una conversación con planes para futuros encuentros. Tal situación entusiasmó al limo a tal punto en que poco le faltó para gritar como fangirl.

[color:518d=0099ff] ( ¿Oiste eso? ¡Lacus quiere que seamos amigos! )

( Felicitación: El usuario Rimuru Tempest se encuentra en condiciones óptimas para pedir matrimonio a Lacus Welt )

[ ¿Desea reproducir "Canon en re mayor - Johan Pachelbel"? ]

[color:518d=0099ff] ( Ja Ja Ja, que gracioso... )

Y, pasando por alto cuán extraño y hasta ilógico resultaba que su habilidad fuera capaz de hacer broma alguna siendo que le debería ser completamente imposible poseer emociones, el peliazul procedió a simplemente ignorarle para posteriormente emitir respuesta al comentario que el vampiro recién emitía.

[color:518d=0099ff] - Me parece una excelente idea~ Siempre es más divertido jugar con alguien más que hacerlo solo -

Si bien se esforzaba en cubrir su entusiasmo, Rimuru Tempest sonaba notablemente más alegre en estos momentos, e incluso su lento y sigiloso andar había sido reemplazado por una constante de pequeños y alegres saltos a modo de caminata. Entonces volvió a hablarle al vampiro, recordando algo que este había mencionado hace rato ya. No era tanto que tuviera ganas de iniciar una conversación (lo cual era verdad), ni que quisiera hablar mucho al respecto. Pero una duda sin respuesta podría ser un serio problema para el Rey Demonio en un futuro no muy lejano.

[color:518d=0099ff] - Hace un rato dijiste algo muy gracioso. Algo sobre conquistar el país de Siegrain-san o algo parecido... En realidad no estoy aquí por nada como eso. Simplemente quiero divertirme al máximo, y no hay nada que disfrute más que los humanos. Su felicidad, su tristeza, su ira, su angustia, su miedo, su valentía, su amor, su odio... Todas esas cosas que ya no puedo sentir, me encanta verlas en esos seres inferiores. Me divierte jugar con ellos como las hormigas que son. Por eso Asgard me pareció atractivo. Si se me ofrece poder divertirme con todos los humanos de este mundo que se me atraviesen y encima me pagarán por ello, me parece una oferta bastante conveniente ¿no crees? -

Curiosamente, la manera como el rey demonio interpretara sus palabras también causó una leve risa al vampiro, más cuando el peliazul afirmara que debía invitarlo. No era algo que Lacus clasificaría como ''hobbie'', puesto que, a pesar del hábito haber sido reprimido por leyes vampíricas* por tratarse de una violación del tabú relativo al placer sexual interligado a esas sensaciones, era también un derecho; derecho y placer culposo de Lacus, quien siempre iba a querer usufruirlo.  

¿Realmente el slime sentía ganas de probar el gusto por consumir sangre humana como un vampiro?
Eso le había llamado la atención, entretanto, dejó el asunto atrás. Habría tiempo para verlo querer practicar sus hábitos, y de qué manera, igual sería algo interesante.
De cierta forma, se asimilaban bastante en ideas. Eso saliera a luz cuando Rimuru afirmó encontrar más agrado en jugar con alguien más que hacerlo solo. Después de todo, era verdad; incluso para seres carentes de necesidades afectivas como ellos, un compañero hacía alguna diferencia. Lacus estaba a punto de volver a sacarle conversación —pues al contrario de Rimuru, el chupasangre era muy chismoso— cuando su nuevo amigo se adelantó y revelara toda su intención al unirse a Asgard, en específico, respondiendo parte de lo que anteriormente había preguntado.

Eso realmente lo sorprendiera. Eran palabras dignas de un verdadero demonio, y entre ambos había un patrón perfecto de diferencias inherentes a la raza que pertenecían.

Los vampiros no tenían interés en los humanos más que en su sangre, aunque gran parte de los chupasangres también disfrutan del sufrimiento humano, e incluso mismo del sufrimiento de otros vampiros, pero naturalmente son indiferentes a la falta de satisfacer esa sensación.
Sumando, tenían casi el mismo concepto sobre la humanidad, y sentir su propia superioridad ante ellos parecía también causarle regocijo al slime. Nada insólito, la verdad, eso era algo que Lacus entendería perfectamente.

—Hahah, ¿en serio? ¿Solo para eso te uniste?

Preguntó en seguida.

—Ya sé, no dejan de ser lo mismo, aunque por otras veces los humanos suelen hacer ciertas locuras con tal de libertarse de nosotros.

Incrementó.

—Pero sí, estoy de acuerdo, tenemos básicamente los mismos intereses. Legacy, por ejemplo, no me importa en absoluto, tampoco me hace daño, pero es divertido ver qué tan inferiores son y la cara que ponen cuando los devolvemos a su lugar de miserables ratas. Además no saben protegerse ni a sí mismos y quieren proteger a otros, esa es la mejor parte. ~

Se reía.

—Entonces tu meta no es tener dominio en el mundo de Siegrain, ¿y sí en este?... Espera, olvidé preguntar algo, ¿de donde viniste? acabo de acordarme que en el día que Merak fue destruido apareciste de la nada, no eras un miembro anterior y tampoco me pareciste ser alguien que solo llegó allá en el momento y por coincidencia. ¿Acaso estabas viendo desde antes lo que sucedía?

Cuestiona. Si algo le interesaba en el presente momento, era la origen de ese demonio que apareciera en las mismas circunstancias que criaturas legendarias de la ficción.

Nota*: Solamente dentro de las ciudades vampíricas, pues los vampiros tienen legalmente permitido morder a humanos en el campo de batalla o fuera de los portones de sus ciudades.

- La academia Legacy... -

El slime no pudo evitar mostrar algo de interés al respecto, al momento en que su recién compañero decidiera hacer mención de ella. Sin embargo, se reservó sus comentarios para sí mismo. Contrario al hemófago, Rimuru guardaba cierto interés por los patéticos estudiantes de aquel sitio, a los cuales llegados a este punto ya había tenido la oportunidad de ir  conociendo de lejos.

- No me parecen tan inútiles. Mínimo podrían ser un buen bocadillo -

Concluyó, entre risas también. No quería darle muchas vueltas al asunto, así que optó por una respuesta fácil. Poco tenía en cuenta aquel andrógino que, mientras más hacía por saciar la curiosidad del vampiro, más se empeñaba este último en seguir sacando información. Las sospechas del slime fueron confirmadas con las últimas palabras del vampiro, quien comenzaba a hacer preguntas más y más personales. Al punto en que el rey demonio fue incapaz de contestar.

- ¿De dónde… vengo? -

El rostro de Rimuru Tempest quedó inexpresivo por un momento, y el tono de sus ojos cambió del típico ámbar reluciente a un fulguroso tono de rubí, de la misma forma en que un vaso con agua pura cambia de tono debido a la pintura vertida en su interior. Lacus Welt no lo sabría, pero aquel no era ya Rimuru, sino la conciencia artificial de la habilidad única, Gran Sabio.

(¡Gran Sabio, te ordeno responder de manera satisfactoria en mi lugar!)

[Modo Automático Activado]

Si, el slime se había sentido tan nervioso ante la cuestionante, que su único recurso fue dejar que Gran Sabio se encargara del asunto. Después de todo, aquel debería ser capaz de resolver cualquier problema, al menos esa decía la habilidad que era su función principal. El rey demonio estaba apostando todo a una decisión de una computadora, pero confiaba en haber tomado la decisión correcta.

Y habló una voz más fría que antes, con sonido casi espectral y con un tono orgulloso que reflejaba a un verdadero demonio, dirigiendo así aquellas palabras al vampiro.

- No se trata de espionaje si es lo que piensa, milord. Es cierto que los observaba a la distancia aún minutos antes de revelar mi presencia, pero fue por casualidad. Yo vengo de un mundo distante, como es obvio ya. A las pocas horas de llegar aquí, los primeros que me he topado fueron los miembros del ex internado Merak, por lo cual me dispuse a escucharlos para aprender algo de este mundo. Yo ya estaba cuando llegaron y simplemente me parecieron interesantes, así que no pude evitar intervenir. Se trata de reconocimiento del entorno solamente -

Contraria a la voz de Rimuru, la de la “Habilidad Única: Gran Sabio” era soberbia. Formal y soberbia. Aquella habilidad había sido creada para ser perfecta, y lo era. Más eficiente que cualquier mayordomo y que cualquier computadora. De ahí aquella soberbia suya. Solo tenía un defecto, y era no ser capaz de comprender el comportamiento social ni la personalidad. Solamente era una calculadora, la personalidad no entraba en sus ecuaciones de comportamiento y análisis. De ahí que no fuera capaz de imitar la personalidad de su usuario.

[Modo Automático Desactivado]

Aquello puso nervioso al slime. Las palabras eran las adecuadas, pero no sonaban a Rimuru Tempest. Este último, habiendo ya vuelto a retomar el control de su cuerpo y opacando ese carmesí ardiente de su mirada con un dorado destellante, rogaba en su mente que el otro tomara aquello como una simple broma o una ocurrencia del peliazul.

Las probabilidades eran bajas, más que nada porque Lacus Welt no es ciego, pero había una pequeña probabilidad de que lo pasara por alto, y es la única a la que se aferraba el peliazul. De lo contrario, de llegar a ser tomado por tan misterioso para ser problemático, el Great Demon Lord podría perder la confianza que ya se había ganado del pelimorado hasta ahora, y eso podría darle muchos problemas a futuro. Por tanto, habló nuevamente el limo, recuperando en su voz esa personalidad juguetona e infantil que resaltaba de él.

- Además, ya te había dicho que no vengo a conquistar nada. No como objetivo final al menos. Mi verdadero placer se encuentra en la Vita Contemplativa. Ver al hombre luchar inútilmente contra deidades como nosotros y perecer en el intento. Claro que, si tengo que conquistar a los humanos para poder ver sus rostros de desesperación clamando por misericordia... No es un desperdicio de tiempo~ -

Y sonrió el slime de forma inquietantemente inocente. Realmente estaba disfrutando sus propias palabras... Y eso le asustaba en verdad. ¿Acaso estaba bien regocijarse en el sufrimiento de la especie a la que alguna vez hubo pertenecido? Finalmente decidió que si, que siendo un rey demonio eso era natural, y que no debía preocuparse por nimiedades como si está bien o está mal.

Hasta el momento, Lacus no se apegaría a la pequeña desconfianza que Rimuru le había ocasionado recientemente, pero por segunda vez el slime vaciló en responder, repitiendo la cuestión con el mismo tono de inseguridad de cuando aparentara desconocer la idea de tener una legión de súbditos, si de un Rey se trataba.

El vampiro le dirigió lateralmente la vista, evidenciando una ligera incomprensión en su mirada cuando Rimuru repitió la interrogante sonando como alguien que está por inventar una respuesta, e incluso lo vio transformar su expresión facial natural a una anormalmente muerta y los ojos alterados de color.

Definitivamente, más inesperado era lo que estaba por venir. También la voz del andrógino estaba modificada cuando decidió responderle abiertamente. Más que confundido, el vampiro detuvo su caminar, visualizando admirado al slime hablarle con otra voz, como si hubiera sido poseído por otro demonio.

—...

¿Quién habló?

Fue lo que pensó. Si Rimuru esperaba que Lacus no desconfiara de nada, ya era tarde; mas aún así, no era algo que podía traer riesgos. La suerte del slime es que Lacus no era un ser de profundo intelecto, por tanto, no alcanzarían sus neuronas a encontrar la verdad dentre aquella compleja información. Además, cuando Rimuru volvió a su normal, concluyó que sería una más de sus habilidades mágicas; despreocupándose, entonces.
Sin embargo, esas afirmaciones no eran bien las que esperaba. ¿Qué clase de demonio no tiene sed de dominación? Es tan raro como un vampiro que no le interesa ingerir sangre humana, como lo fue Mikaela Hyakuya, de quien Lacus acaba de acordarse. Entretanto, eso se explicaba porque Mika era un vampiro muy nuevo, entonces, ¿Rimuru sería también un demonio recién convertido?

Mas en fin, interrogar al slime no estaba siendo muy útil. Ante todo, Lacus acabó con la mente en blanco y no dijo nada al respecto, como siempre se ponía cuando no entendía las individualidades ajenas.


Pero en seguida, de cualquier manera volvió a animarse, regresando su típica sonrisa traviesa. Aquel andrógino le agradaba, y su idea final era que en el momento más formidable de alguna futura batalla en que participara, lo vería sacar poderes y habilidades aún más exóticas de las que su mente podía tejer. Después de todo, seguía teniendo curiosidad en descubrir más de él.

Pocos metros más adelante, se situaba la división entre la ciudad y el campo. Por allá se podía ver un amplio puesto de policía, y varios carros estacionados. La base de Asgard se encontraba muy lejos, entonces no pensó dos veces.

—Ah, qué suerte. Mira, podemos ahorrar tiempo. Iremos en auto.

Afirma, desviando el camino hacia uno de aquellos autos militares. Al acercarse lo suficiente, se dirigió hacia la puerta del acompañante y la abrió, invitando el más bajo a entrar.

—Ven, sube.

No había olvidado que Rimuru tenía alas y probablemente podía volar, pero sabía que el slime preferiría ir con él.

- ¿En auto, dices? -

Ante tal idea que le proponía aquel de robar un auto de policía, el slime no pudo hacer sino reír suavemente. La verdad es que le pareció una idea absurda, tomando en cuenta que ambos deberían poder volar sin problemas, y que incluso sería más divertido que simplemente ir en auto. Después de todo, recién comenzaba el slime a conocer sus propias capacidades, por lo que la oportunidad de utilizarlas le parecía algo fantástico y maravilloso.

Sorpresa que se llevó, por tanto, al descubrir que las palabras de su nuevo amigo eran en serio. En cuanto le abrió la puerta para subir, supo que no se trataba de una broma, por lo que su rostro gesticuló una ligera sorpresa, mezclada con algo de incomodidad. Rimuru aún creía en la individualidad y el derecho al respeto por la propiedad ajena, por lo que la idea del robo en si misma le parecía injusta y por tanto desagradable.

Aun así, aprovechó para dar su respuesta al vampiro de una forma en que pudiera más bien sorprenderlo y no disgustarlo.

- ¿Robar? No somos simples ladrones. Solo tomar algo a hurtadillas sería rebajarnos a sabandijas como los humanos. Observa, así es como lo hace un verdadero rey~ -

El andrógino se aclaró la garganta en ese momento y sonrió de una forma siniestra, mirando a la estación de policía de la cual estaban “tomando” el vehículo. Esta sería la primera vez que Rimuru se decidiera a cometer un crimen por el mero placer de hacerlo. Habló entonces de una forma que haría reír a cualquiera que le escuchase decir aquellas palabras. Era la voz de una loli kawaii, de tono dulce y adorable, al volumen de un altavoz gracias a la “Habilidad Común: Voz Supersónica” que había tomado también del murciélago que le dio sus alas, pronunciando un discurso muy divertido en aquellas circunstancias:

- ¡Atención, humanos! Yo, el Gran Rey del País de Tempest, reclamo este vehículo como mi propiedad a partir de este momento, bajo el Artículo 65-C de la asociación del bosque de Jura. Si alguno se opone, es libre de desafiarme por la custodia del objeto en cuestión. ¡De lo contrario, tengan un lindo día! -

Rimuru había pronunciado todas aquellas palabras por mero instinto, como si ya supiera que decir en casos como ese, aunque la verdad no se había puesto a pensar nada de lo antes mencionado, pues no lo recordaba realmente. Ni siquiera se molestó en reflexionarlo, pues la emoción del momento no le dio cabida a analizar sus propias palabras.

En ese momento, un oficial salió del departamento para reprender a cualquiera fuera la niña que había hecho tal broma. Sin embargo, apenas hubo cruzado la puerta y una bola de fuego fue lanzada contra el tipo, haciéndolo arder en llamas, gritar desesperadamente, y caer al suelo. Rimuru no pronunció una palabra más. Simplemente rió con tono de satisfacción y subió al vehículo, cerrando la puerta y bajando la ventanilla.

- Ahora si no somos unos ladrones~ -

Habló el andrógino con un tono juguetón, mientras miraba al vampiro a través de la ventana todavía.

- Somos los orgullosos vencedores de un duelo a muerte. Y si hubiere algún héroe que deseara vengar la muerte de su compañero, y lo habrá, lo dejaremos venir a nosotros. Esa es la Vita Contemplativa. Ver las historias más interesantes en primera fila, desarrollándose frente a tus ojos. En fin, ¿Nos vamos? -

El rostro del peliazul se tornó lleno de satisfacción ante sus propias palabras. Recargóse entonces en el asiento en ese momento, poniendo las manos en su nuca y estirando las piernas. Aún no encontraba un placer real en asesinar por asesinar, pero se sentía realmente complacido consigo mismo de estar haciendo un excelente papel como rey demonio. Nada mal para alguien que no recordaba más allá de algunas semanas ¿no?

Definitivamente, nunca esperaría que el Demon Lord fuera semejante moralista y lo reprendiera en vez de hacer caso, interpretando la acción como hurto. Para el vampiro nada de eso importaba; podía pasar por arriba de las leyes humanas sin desarrollar ningún cargo de consciencia, a final, ya era regido por las leyes de su raza. (O en algunos casos, incluso de estas esquivaba)

—Hey, tonto, ¿Cuándo hablé de robar? Solo lo vamos a...

La voz del slime lo interrumpió para declarar el vehículo como suyo. Más sorprendido no podía estar cuando Rimuru comenzó aquel discurso con tal voz infantil y femenina que hasta hoy había escuchado. No solo estaba innecesariamente alardeando el reclamo de un simple auto como también acabara de revelar su origen, la cual no dispuso cuando él había solicitado.

—¿País de Tempest?...

Se preguntó en voz baja, mientras el Great Demon Lord profería sus siguientes palabras. De pronto, la escena fue adornada por la intervención de uno de los guardias que tan inmediatamente saliera, estaba gritando en llamas. Lacus continuaba admirado, mas viendo aquello, también llegó a reír un poco. Varios guardias más fueron los siguientes en salir, algunos tratando de auxiliar su compañero, otros gritando que ambos se detuvieran y apuntándoles armas. Rimuru ya había entrado al auto y seguía profesando sus filosofías, mientras el chupasangre observaba la tropa de policías, todos revelándose intimidados ante el desdén y los ojos rojos del impostor. Prontamente, el vampiro derrumbó a todos los guardias de rodillas a esa distancia, mediante una onda de energía generada con su poder.

Hecho eso, dio la vuelta caminando normalmente y se metió al auto, en la entrada del conductor.

—Cielos, ¿Qué hiciste? No hacía falta nada de eso. ¿Robar? ¿Duelo a muerte? Eso fue tan ilusorio.  

Habló en tono de burla, mientras encendía la marcha del auto para poder irse. Algo era cierto: los vampiros no eran codiciosos pese a todos los lujos que poseían, por eso solían darse desinteresadas libertades de invasión a pertenencias humanas que quizá Rimuru no comprendería, porque de cualquier forma, los humanos estaban por abajo de su superioridad.

—¿Así que vienes del tal país de Tempest? ¿Dónde es? Nunca supe de ese lugar.

Preguntó, mientras conducía por la carretera poco iluminada.

El slime reía, recostado en el asiento de aquel vehículo, mientras veía a los oficiales de policía cada vez más a la distancia conspirar  contra él y contra el vampiro. La “Habilidad: Percepción Mágica” era una maravilla en ocasiones. El hecho de poder elegir qué ver y qué no, más allá del poder de la luz visible y de los rayos X, era todo un don.

Sin embargo, el slime finalmente se habría dado cuenta del primer error que había cometido por acción directa: Revelar su lugar de origen. No era culpa suya, en realidad el andrógino también acababa de enterarse en ese preciso momento. El problema era que lo había gritado frente a toda la comisaría de policía sin más cuando anteriormente se las había arreglado para no revelar la falta de conocimiento que aquel tenía sobre aquel dato. Si el vampiro llegaba a darse cuenta, eso podría meterlo en problemas.

« Solamente espero que no se dé cuenta de ello... »

Así pensaba Rimuru Tempest en el mismo instante en que el vampiro le interrogó, directa aunque sutilmente, sobre su procedencia. Era el fin, Lacus Welt sospechaba en gran manera de los verdaderos propósitos e intenciones del slime. Lo había analizado de pies a cabeza y había descubierto su verdadera naturaleza desde el principio. Eso era lo que pasaba por la mente del Rey Demonio, quien concebía a su “senpai” como una criatura inteligente y analítica.

« Oh no, oh no... Esto es malo, esto es malo... »

El slime entró en pánico, al verse atrapado en el mismo auto que el ser a quien admiraba precisamente por su sadismo y su forma cruel de tratar a sus víctimas. No había forma de que saliera vivo de esta, sobre todo si aún no tenía idea de cuáles eran sus verdaderas capacidades o de cómo emplear sus habilidades en combate.

Ese fue el momento en que Rimuru decidiría, a causa del nerviosismo, soltarle toda la sopa al vampiro. Sin embargo, es en momentos de desesperación como este que el frío y calculador razonamiento de Gran Sabio resultaba una bendición para su portador.

« Advertencia: »

La habilidad única, a falta de personalidad en su tono de voz, anunciaba la intención tras sus palabras con un breve preludio. Quizá no era necesario cuando imitaba la voz de alguien más, como lo había hecho al emular la voz de Rimuru en la estación de trenes. Pero cuando solo operaba como “Ayuda del sistema”, estaba programada para introducirse de esta forma.

« Revelar información comprometedora ante el individuo Lacus Welt sin previo conocimiento de sus intenciones podría resultar en situaciones desfavorables. Consejo: Proceder con cautela puede ser una solución más efectiva para los propósitos del usuario Rimuru Tempest »

El slime comprendió de inmediato que las palabras del sistema tenían mucho sentido. No tuvo que darle muchas vueltas al asunto antes de poder tranquilizarse y ahora sí actuar de forma prudente. Así pues, el Demon Lord procedió a contestar al hemófago, como si la pregunta hubiera sido natural y esperable, con el mismo tono relajado con que había subido al auto y con que se había reído hace un segundo.

- Es un país de mi dimensión. Recibe ese nombre en honor mío, es una locura. Yo no quería pero todos insistieron, y como había que nombrarlo rápido pues ese fue el nombre que se quedó. Aunque en ese momento no se llamaba exactamente así, sino Federación Forestal de Jura Tempest. Ya con el tiempo y debido a cuestiones políticas, el nombre se fue refinando hasta ser el país de Tempest -

En ese momento, el peliazul se sorprendió de lo que acababa de decir. Lo recordaba. Realmente podía recordar algo de su pasado. Quizá solo eran unos instantes de tiempo y unos lugares muy específicos pero por amor a todo lo bendito ¡Recordaba algo de su pasado! Esto era algo realmente emocionante para el slime, quien finalmente tenía certeza de algunos datos de quien era en verdad. Ahora estaba seguro de que realmente era un rey. Incluso no pudo evitar reflejar esa sorpresa en su rostro, aunque trataría de no reflejarla demasiado.

- En fin, son solo cosas sin importancia -

Rimuru sacó entonces una botella de su abrigo, y se incorporó en su asiento, quedando sentado de forma recta. Del mismo extrajo también una copa de vidrio y procedió a servir el contenido de aquella botella de etiqueta imposible de leer. El líquido de tono carmesí fue vertido en la copa,  hasta quedar a la mitad de capacidad. ¿Sangre? No, no era eso. El olor fragante lo delataba: solamente era jugo de arándanos. El slime guardó la botella y dio un sorbo a la copa, para luego esbozar una leve sonrisa.

- Lo que si nos interesa es que dentro de poco se acercarán bastantes vehículos iguales al que conquistamos, seguramente enojados por matar a su amigo. Podríamos llevarlos a un lugar apartado y ocuparnos de ellos ahí, o eliminarlos uno por uno en el camino. ¿Qué propones, Lacus-san?~ -