La persecución del encapuchado [Kirishima]

Charlotte estampó su cara en esa gruesa colección de libros. No quería estudiar, pero tenía que hacerlo a como dé lugar para sacar una buena calificación y pasar la asignatura. Suspiró y llevó sus ojos violetas a través del cristal, viendo los árboles apagados y cómo algunas borrascas se arremolinaban. La biblioteca era un lugar algo aburrido para ella.

Mientras jugaba con su lápiz, escuchó una voz inusual: rasposa y grave que reverberaba por los pasillos y estantes. La rubicunda se echó atrás para ver, y vio un encapuchado cliché, empero con dos ojos brillantes y bermellones que hicieron sacudir de miedo el cuerpo de Charlotte. La francesa, colocando las manos en su pecho, se levanta de su asiento y camina hacia el hombre, el cual desaparece en la laberíntica biblioteca.

En el lugar, y producto de la frustración, Charlotte golpea un estante con ambas manos y se cruza de brazos. - ¡Lo tenía! ¿Quién habrá sido ese? - exclamó con un dejo de misterio en sus palbras enunciadas. Entonces, un peculiar sonido como de algo sólido dando vueltas emerge. Levanta sus cejas de sorpresa y una gran vasija, de más o menos el tamaño de un grifo, cae al otro lado del estante y al parecer sobre otra persona.

- Diablos... - caminó hacia allá para disculparse. No debió haber golpeado el mueble, no sabía que en la biblioteca se guardaban esta clase de cachibaches, o reliquias como quisiera llamársele. No obstante, tenía su mente fijada en quién era ese individuo de ojos rojos tan misterioso. Algo le indicaba en su pecho que no presagiaba nada bueno.