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Interludio – El Rey Demonio y el Fantasma de la Nieve
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Interludio – El Rey Demonio y el Fantasma de la Nieve
No suele ser el caso que se me permita ser el narrador de mi propia historia. Generalmente soy relegado a un puesto como personaje principal, que es una bonita forma de decir que soy un juguete del destino, condenado a realizar las acciones que el narrador elija para mi persona, haciendo propios los pensamientos que se me adjudican, y aceptando resignado cualquierasea el resultado de las decisiones que yo realmente no tomé. Es por eso que mis interludios los narro en primera persona; así tengo la oportunidad de expresar mis verdaderos pensamientos y de que ustedes, los lectores, sepan cuáles son las verdaderas motivaciones que me llevan a ejecutar las acciones que hace tiempo ya llevo realizando.
Un secreto que nadie sabe es que no sé quién soy. Un día desperté en el pasto siendo un slime, como los de los juegos RPG, y escuchando una voz en mi cabeza que se dedica a aconsejarme. No sé cuál era mi vida antes de eso. La voz, autoproclamada "Habilidad Única: Gran Sabio", me ha dado los únicos datos que tengo de mi persona, mismos que aún hoy me pregunto si son verídicos o no.
« El nombre del usuario es Rimuru Tempest, el Gran Señor Demonio »
Gran Sabio no me ha mentido nunca hasta ahora, por lo cual hasta el momento creo que puedo dar por cierto todo lo que me ha dicho. Es así como di por sentado que soy un Rey Demonio, que es por definición un ser malévolo que actúa para su propio beneficio. Y con esa idea en mente, me aferré a mi título como mi única propiedad, haciendo hasta lo imposible para estar a la altura del estándar que me había autoimpuesto.
Al principio me parecía absurdo y vacío buscar mi interés personal, pero no tardé en tomarle gusto tras encontrar algo que realmente me llamase la atención. Mi primer amor fue la comida. Conocí el sabor dulce a través de una galleta de chocolate, y el salado con una deliciosa lasaña. La comida es, sin lugar a dudas, el placer más grande que existe. Vendería mi alma por una buena tarta de manzana. Sin embargo, me esfuerzo en contenerme, para guardar las apariencias. El segundo es más un hobbie que otra cosa, y es que me encanta leer manga. Las historias de caballería y héroes logran acaparar toda mi atención de una u otra forma, aunque sea algo que también prefiera mantener en secreto.
Otra cosa que disfruto es pasear, sea por el famoso Bosque de Pinos en Yokohama o la enorme metrópoli de Tokio. Ambos son lugares completamente diferentes, pero ambos consiguen darme la misma sensación de nostalgia incomprensible y de absoluta libertad que en ningún otro lugar he sentido. Lugares en los que no tengo que ser el Gran Rey Demonio, el monstruo sádico capaz de diezmar ejércitos en segundos. No, solamente soy Rimuru, y no soy un slime malo.
- Ahh~ Paz~ -
Siempre me he preguntado si realmente era un temible villano antes de aparecer en este sitio sin recuerdo alguno de mi persona. Quiero decir, mi apariencia real es la de una gelatina azul. Me cuesta aceptarlo, pero soy adorable. No me imagino a un demonio así. Mi apariencia humana tampoco me ayuda en nada. Parezco una loli, como las de los mangas escolares. Cierto es que puedo cambiarlo a voluntad, y la única razón de que no lo haga es que me gusta cómo se ve. Como cuando usas el avatar femenino en un RPG, los gamers me entenderán. Bueno, tampoco estoy convencido de no ser una chica en realidad... P-pero me gustan las mujeres, así que asumo que soy un varón!
Además, tengo habilidades geniales y gustos por la paz y las cosas dulces o relajantes. No es por presumir, pero si fuera un personaje de anime, juro que yo sería el protagonista. ¿O la protagonista? N-no importa! El punto es que no encuentro nada en mí que me haga creer que soy un Rey Demonio, salvo lo que Gran Sabio me ha dicho. Es por eso que constantemente tengo luchas internas entre lo que creo que debería hacer y lo que quiero decidir. Pero la fachada de Rey Demonio me da estatus e infunde temor a mis posibles enemigos, así que me esfuerzo en mantenerla, pero aprovecho cualquier oportunidad para liberarme de la carga.
Es por eso que ahora mismo me encuentro en el mismo bosque de siempre. Es temporada de apareamiento de muchas aves de la región, así que el sitio está inundado de ellas. Sus cantos son realmente dulces, y sus vivaces colores son realmente arte en movimiento. Aquí, sentado en una manta extendida sobre el pasto, con una botella de vino a mi derecha y con una gran hamburguesa entre mis manos, realmente puedo sentir una plenitud sublime.
- Me pregunto qué estará haciendo Lacus-Senpai ahora mismo... ¡No! ¡Estoy de descanso, al diablo con el internado! ¡En este momento no soy un miembro de Asgard, sólo soy un slime tomando aire! -
Bueno, casi.
Un secreto que nadie sabe es que no sé quién soy. Un día desperté en el pasto siendo un slime, como los de los juegos RPG, y escuchando una voz en mi cabeza que se dedica a aconsejarme. No sé cuál era mi vida antes de eso. La voz, autoproclamada "Habilidad Única: Gran Sabio", me ha dado los únicos datos que tengo de mi persona, mismos que aún hoy me pregunto si son verídicos o no.
« El nombre del usuario es Rimuru Tempest, el Gran Señor Demonio »
Gran Sabio no me ha mentido nunca hasta ahora, por lo cual hasta el momento creo que puedo dar por cierto todo lo que me ha dicho. Es así como di por sentado que soy un Rey Demonio, que es por definición un ser malévolo que actúa para su propio beneficio. Y con esa idea en mente, me aferré a mi título como mi única propiedad, haciendo hasta lo imposible para estar a la altura del estándar que me había autoimpuesto.
Al principio me parecía absurdo y vacío buscar mi interés personal, pero no tardé en tomarle gusto tras encontrar algo que realmente me llamase la atención. Mi primer amor fue la comida. Conocí el sabor dulce a través de una galleta de chocolate, y el salado con una deliciosa lasaña. La comida es, sin lugar a dudas, el placer más grande que existe. Vendería mi alma por una buena tarta de manzana. Sin embargo, me esfuerzo en contenerme, para guardar las apariencias. El segundo es más un hobbie que otra cosa, y es que me encanta leer manga. Las historias de caballería y héroes logran acaparar toda mi atención de una u otra forma, aunque sea algo que también prefiera mantener en secreto.
Otra cosa que disfruto es pasear, sea por el famoso Bosque de Pinos en Yokohama o la enorme metrópoli de Tokio. Ambos son lugares completamente diferentes, pero ambos consiguen darme la misma sensación de nostalgia incomprensible y de absoluta libertad que en ningún otro lugar he sentido. Lugares en los que no tengo que ser el Gran Rey Demonio, el monstruo sádico capaz de diezmar ejércitos en segundos. No, solamente soy Rimuru, y no soy un slime malo.
- Ahh~ Paz~ -
Siempre me he preguntado si realmente era un temible villano antes de aparecer en este sitio sin recuerdo alguno de mi persona. Quiero decir, mi apariencia real es la de una gelatina azul. Me cuesta aceptarlo, pero soy adorable. No me imagino a un demonio así. Mi apariencia humana tampoco me ayuda en nada. Parezco una loli, como las de los mangas escolares. Cierto es que puedo cambiarlo a voluntad, y la única razón de que no lo haga es que me gusta cómo se ve. Como cuando usas el avatar femenino en un RPG, los gamers me entenderán. Bueno, tampoco estoy convencido de no ser una chica en realidad... P-pero me gustan las mujeres, así que asumo que soy un varón!
Además, tengo habilidades geniales y gustos por la paz y las cosas dulces o relajantes. No es por presumir, pero si fuera un personaje de anime, juro que yo sería el protagonista. ¿O la protagonista? N-no importa! El punto es que no encuentro nada en mí que me haga creer que soy un Rey Demonio, salvo lo que Gran Sabio me ha dicho. Es por eso que constantemente tengo luchas internas entre lo que creo que debería hacer y lo que quiero decidir. Pero la fachada de Rey Demonio me da estatus e infunde temor a mis posibles enemigos, así que me esfuerzo en mantenerla, pero aprovecho cualquier oportunidad para liberarme de la carga.
Es por eso que ahora mismo me encuentro en el mismo bosque de siempre. Es temporada de apareamiento de muchas aves de la región, así que el sitio está inundado de ellas. Sus cantos son realmente dulces, y sus vivaces colores son realmente arte en movimiento. Aquí, sentado en una manta extendida sobre el pasto, con una botella de vino a mi derecha y con una gran hamburguesa entre mis manos, realmente puedo sentir una plenitud sublime.
- Me pregunto qué estará haciendo Lacus-Senpai ahora mismo... ¡No! ¡Estoy de descanso, al diablo con el internado! ¡En este momento no soy un miembro de Asgard, sólo soy un slime tomando aire! -
Bueno, casi.
Rimuru Tempest
Re: Interludio – El Rey Demonio y el Fantasma de la Nieve
El pasar del tiempo era algo que como alma errante que era, no la había molestado. Siempre se había considerado el personaje secundario de alguna historia, aquella persona sin un valor real que vaga en el fondo sin llamar la atención, sin tener lealtad, un antagonista que se juntaba con los protagonistas y solo pensaba en sí misma. Todas las tardes o cada que podía se acercaba a aquel lugar el bosque de pinos de Yokohama, siempre venía, pues conseguía la paz que otro lugar no le brindaba.
El hecho de poder escuchar el cantar de las aves, el soplido del viento y la danza de los árboles le transmite una paz indescriptible, a su solitaria alma ¿Cuántas veces había venido a ese lugar? ¿Cuantas veces converso con la nada mientras recolectaba los piñones? En aquel bosque desarrolló su propio hobby la cocina y repostería, le había encantado el poder crear cosas con sus manos sin un fin malicioso o defensivo. Aun cuando su constitución y su propio cuerpo iban en contra de sus deseos por aquel arte. Un usuario de hielo, un fantasma maligno o Yokai, para ser más específicos, una Yukki Onna un demonio de las nieves, que por naturaleza debía evitar las cosas calientes, o lugares con mucho calor.
Esa era su raza y por lógica la cocina de platillos fríos debería ser lo unico que deberia poder cocinar, pues no era así...
No se consideraba ambiciosa se consideraba más una persona o ser que no se ponía limitaciones. Tal vez por eso se llevaba también con aquel vampiro que en más de una ocasión le había lastimado su cuerpo físico, pero que aun con todo y eso, conviven en una extraña y casi perversa armonía con su persona, tal vez por su parentesco en color de cabello, ciertas maneras de ver el mundo y aquella icónica manera de pensar "Si me divierto no importa lo demás"
_ Yama no naka no Tori (El ave entre las montañas) _ Pronunció suavemente mientras caminaba en aquel sendero de tierra entre los árboles verdes._ Yama no ma no tori wa, su kara tobi saru koto wa arimasen. (El ave entre las montañas, no vuela lejos de su nido. ) _ Cantó suavemente como si fuese una nana, una dulce canción para dormir._ Kare wa kare no yamayama no ma no kigi ni yasumu koto o konomu. (Prefiere descansar sobre los árboles entre sus montañas. ) Nagaiai, korera no yama wa karera no ie ni nari, sorera no ki wa karera no maisō-seki ni narimashita (Pues hace mucho esas montañas se volvieron su hogar, y aquellos árboles su lápida de entierro.) _ Finalizó deteniéndose en aquella estructura de piedra y hierro escondida en lo más profundo del bosque, como cada vez que iba limpio aquella cocina con mesones largos, tal vez aquel lugar originalmente se hacía con la intención de realizar fiestas y eventos pero ya hace mucho que no era así. Todo el lugar había sido reparado con sus propias manos, el agua llegaba directamente del río, la cocina como el horno funcionaba a leña y los ingredientes duraderos como la harina se podían guardar en el pequeño almacén para vinos que estaba hay.
Con su camiseta blanca y un pantalón de jean preparo lo que utilizaría, usando la madera de pino y un mechero encendido el horno y la cocina, en las esquinas dejo algo de su hielo propio para mantener un ambiente frío un poco por encima de lo fresco. Fue cuestión de segundos cuando ya estaba en un estado de trance preparando las distintas mezclas para los diversos dulces y platillos que prepararon. El aroma que como un amante engañoso era llevado por el viento llamando la atención de los animales curiosos antes aquel aroma nuevo y poco común en un área como esa.
_ Un grano de azúcar por el niño de lindas sonrisas, una fresa por la niña de mela rojiza, una mora por el vampiro de frío pensar y un toque de crema para el engaño compensar... Y una rosa blanca como adorno por la princesa de hielo y cristal que hace mucho abandonó este lugar _ Recitaba suavemente recordando a aquellas personas que considero amigos pero que ya no había visto desde hace mucho. Tal vez por que al igual que todos hace mucho se habían marchado junto con el viento.
Mizore Shirayuki
Re: Interludio – El Rey Demonio y el Fantasma de la Nieve
Una curiosidad que siempre he notado de este mundo es que el universo parece conspirar en nuestra contra para obligarnos a interactuar unos con otros, como si seres cósmicos más allá de nuestra comprensión y que sin embargo controlan nuestro destino se dedicasen a formar relaciones entre los miembros de la academia Legacy y del internado Asgard. No lo sé, quizá se trata de mi imaginación solamente... Pero no puedo evitar tener esa sensación de que, sin importar a donde vaya, las situaciones terminan trazándose perfectamente en el tablero para hacerme hablar con gente que nunca en mi vida había visto. Puede que solo sean coincidencias o que realmente sea normal encontrar personas nuevas en todos lados, pero no dejo de tener esa extraña sensación.
Un ejemplo fue en esta ocasión, mientras reposaba pacíficamente en el bosque. Se supone que sea un sitio inhóspito. Se supone que no haya un alma en kilómetros a la redonda. Y lo afirmo porque de verdad que vengo aquí muy seguido. ¡Pero no! Siempre que vengo, alguien se las arregla para aparecerse, sea en mi estadía aquí o cuando voy ya de regreso a casa. Simplemente no lo entiendo. Y esta, sin duda alguna, no fue la excepción. La diferencia radica en que esta vez he sido yo el entrometido y no la otra persona. ¡P-pero no pueden culparme! ¡Aquel olor dulce parecía salido del cielo! Ese aroma tan grato y degustable que embelesa el olfato de quien llegue a percibirlo, ese era el aroma de un poste.
Realmente no lo pensé mucho. En un instante había ya guardado todo cuanto llevaba conmigo dentro de mi inventario. Desde la comida hasta la manta, todo cuanto poseía conmigo en aquella dimensión extraña en mi interior que sirve de almacén para todo tipo de artículo. Salí, pues, dispuesto a conseguir aquel bocadillo sin importar cómo. Dos negras alas se desplegaron a mis espaldas, como si mi cuerpo acabase de producirlas, y entonces levanté vuelo hacia el sitio de donde tan peculiar y exquisito aroma provenía. Si alguien preguntase por qué iría tan lejos por un postre siendo que ya estaba yo comiendo, mi respuesta sería que simplemente es porque lo quiero. Quiero decir, soy el Rey Demonio. Creo que debería poder tener todo lo que desee ¿No?
Por supuesto, en ese momento no me puse a meditar de dónde vendría el aroma o quién sería el dueño de aquella posesión (pues al parecer en este mundo es de sentido común que todo lo que existe le pertenece a alguien) ni nada como eso. Mi única prioridad consistía en hallar la fuente de tan delicioso olor y hacerme con ella. Pero, por supuesto, la mano invisible de los seres cósmicos de mi imaginación tenía otros planes, y habían trazado ya un plan que me llevaría a circunstancias completamente diferentes de las que en mi mente habría concebido hasta entonces.
No me tomó ni treinta segundos llegar al lugar de destino, a decir verdad. Ver el sitio desde arriba me resultó bastante conveniente para poder identificar que quien estaba ahí era una adolescente de piel blanca y largos cabellos púrpuras. El solo verla me hizo recordar a Lacus-senpai, aunque ella era claramente una mujer. Pude apreciar que ella cocinaba algo, aunque no puse suficiente atención para saber de qué se trataba. Sin embargo, con esa información consideré que sería suficiente para cumplir mi cometido. Aquella no parecía ser una persona agresiva, pues una dulce melodía salía de sus labios como soplo de vida que reverdece las flores, y eso me llevó a la posibilidad de que aquella me diese de lo que preparaba si lo pedía con amabilidad.
- La pregunta ahora es... ¿Qué le digo? Nadie se toma normal que un demonio salga del bosque y te pida comida... -
Sinceramente, me tomó un poco de tiempo formular una solución lógica. Pude haberlo hecho en un instante bajo la ayuda de Gran Sabio, pero no me gusta en lo absoluto depender de un ser imaginario para resolver mis problemas. Me hace sentir como un fanático religioso, y soy un demonio, no un ángel. Así que me las arreglé para escabullirme a unos metros de distancia y me acerqué caminando, como una persona común y corriente. Por supuesto, el sudor en mi rostro y las mejillas rojas por el sol eran falsos por completo, pero nadie podría notarlo. Digo, soy posiblemente el único ser vivo que puede moldear su cuerpo a voluntad, así que a nadie se le ocurriría que esa apariencia desalineada fuera una fachada.
- Oe oe... -
Mencioné con un tono de cansancio y con una sonrisa gentil, al llegar lo suficientemente cerca de la joven para que esta pudiera verme. Me parece que hice un buen trabajo con la imitación,y no lo digo por alardear. Es decir, con incluso mi aura demoníaca cubierta por mi propia habilidad, me había vuelto básicamente irreconocible a quien pudiera detectar magia. Y con esta apariencia de niña dulce, era prácticamente infalible. Aunque, quién sabe, uno se encuentra con cada sorpresa de vez en cuando... Pero, a mi parecer, mantener aquel gesto tierno y amable debería ser suficiente para persuadir a cualquiera.
- No sé qué estás preparando, pero huele delicioso. ¿Podría probar un poco? -
Un ejemplo fue en esta ocasión, mientras reposaba pacíficamente en el bosque. Se supone que sea un sitio inhóspito. Se supone que no haya un alma en kilómetros a la redonda. Y lo afirmo porque de verdad que vengo aquí muy seguido. ¡Pero no! Siempre que vengo, alguien se las arregla para aparecerse, sea en mi estadía aquí o cuando voy ya de regreso a casa. Simplemente no lo entiendo. Y esta, sin duda alguna, no fue la excepción. La diferencia radica en que esta vez he sido yo el entrometido y no la otra persona. ¡P-pero no pueden culparme! ¡Aquel olor dulce parecía salido del cielo! Ese aroma tan grato y degustable que embelesa el olfato de quien llegue a percibirlo, ese era el aroma de un poste.
Realmente no lo pensé mucho. En un instante había ya guardado todo cuanto llevaba conmigo dentro de mi inventario. Desde la comida hasta la manta, todo cuanto poseía conmigo en aquella dimensión extraña en mi interior que sirve de almacén para todo tipo de artículo. Salí, pues, dispuesto a conseguir aquel bocadillo sin importar cómo. Dos negras alas se desplegaron a mis espaldas, como si mi cuerpo acabase de producirlas, y entonces levanté vuelo hacia el sitio de donde tan peculiar y exquisito aroma provenía. Si alguien preguntase por qué iría tan lejos por un postre siendo que ya estaba yo comiendo, mi respuesta sería que simplemente es porque lo quiero. Quiero decir, soy el Rey Demonio. Creo que debería poder tener todo lo que desee ¿No?
Por supuesto, en ese momento no me puse a meditar de dónde vendría el aroma o quién sería el dueño de aquella posesión (pues al parecer en este mundo es de sentido común que todo lo que existe le pertenece a alguien) ni nada como eso. Mi única prioridad consistía en hallar la fuente de tan delicioso olor y hacerme con ella. Pero, por supuesto, la mano invisible de los seres cósmicos de mi imaginación tenía otros planes, y habían trazado ya un plan que me llevaría a circunstancias completamente diferentes de las que en mi mente habría concebido hasta entonces.
No me tomó ni treinta segundos llegar al lugar de destino, a decir verdad. Ver el sitio desde arriba me resultó bastante conveniente para poder identificar que quien estaba ahí era una adolescente de piel blanca y largos cabellos púrpuras. El solo verla me hizo recordar a Lacus-senpai, aunque ella era claramente una mujer. Pude apreciar que ella cocinaba algo, aunque no puse suficiente atención para saber de qué se trataba. Sin embargo, con esa información consideré que sería suficiente para cumplir mi cometido. Aquella no parecía ser una persona agresiva, pues una dulce melodía salía de sus labios como soplo de vida que reverdece las flores, y eso me llevó a la posibilidad de que aquella me diese de lo que preparaba si lo pedía con amabilidad.
- La pregunta ahora es... ¿Qué le digo? Nadie se toma normal que un demonio salga del bosque y te pida comida... -
Sinceramente, me tomó un poco de tiempo formular una solución lógica. Pude haberlo hecho en un instante bajo la ayuda de Gran Sabio, pero no me gusta en lo absoluto depender de un ser imaginario para resolver mis problemas. Me hace sentir como un fanático religioso, y soy un demonio, no un ángel. Así que me las arreglé para escabullirme a unos metros de distancia y me acerqué caminando, como una persona común y corriente. Por supuesto, el sudor en mi rostro y las mejillas rojas por el sol eran falsos por completo, pero nadie podría notarlo. Digo, soy posiblemente el único ser vivo que puede moldear su cuerpo a voluntad, así que a nadie se le ocurriría que esa apariencia desalineada fuera una fachada.
- Oe oe... -
Mencioné con un tono de cansancio y con una sonrisa gentil, al llegar lo suficientemente cerca de la joven para que esta pudiera verme. Me parece que hice un buen trabajo con la imitación,y no lo digo por alardear. Es decir, con incluso mi aura demoníaca cubierta por mi propia habilidad, me había vuelto básicamente irreconocible a quien pudiera detectar magia. Y con esta apariencia de niña dulce, era prácticamente infalible. Aunque, quién sabe, uno se encuentra con cada sorpresa de vez en cuando... Pero, a mi parecer, mantener aquel gesto tierno y amable debería ser suficiente para persuadir a cualquiera.
- No sé qué estás preparando, pero huele delicioso. ¿Podría probar un poco? -
Rimuru Tempest
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