El Demonio y la Luna (con Serena)

Me encontraba en clases algo muy aburrido por ser historia, y solo quería que sonara el timbre del medio día, por lo que me dispuse a discretamente dormir un poco sin importar qué, a lo que de pronto suena la campana y sin tardar mucho me levanto del asiento y tomando mis cosas me dirijo al dojo de entrenamiento. A la hora de receso siempre vengo sin falta al dojo para entrenar cada vez más mis habilidades de combate, aunque no haga falta por lo que realmente solo lo hago por diversión, sobre todo porque últimamente no han habido problemas de ningún tipo y parece que será así por una larga temporada, al fin era tiempo de respiro. Me quité mi uniforme y me puse el deportivo, -- Vale, supongo que no habrá problema alguno si un profesor me ve aquí. -- calenté un poco antes de empezar a golpear el saco de boxeo, la ultima vez casi sentí un esguince que pudo haberme dejado sin mi pie derecho en función por un largo tiempo.

Ya al haber estirado, calentado y haber ejercitado se venía la hora de entrenar mis golpes y patadas, me coloqué a no más de tres metros de distancia del saco y velozmente empiezo a golpearlo usando técnicas de boxeo y pelea callejera, manteniendo mi respiración nivelada para no alterarla, luego doy un combo de patadas consecutivas con un toque te capoeira, pero más que todo kickboxing... quizás para parecer profesional, ya que combinar todos los estilos en uno solo es lo que realmente hago, pero es un secreto. Al cabo de un rato agarro mi envase de agua y lo destapo para beber un poco, ya empezaba a sudar pero no me sentía cansado en lo más mínimo, -- Debo mejorar la velocidad si quiero superar a mi hermano... -- murmuré mientras volvía a levantarme para ir a las duchas y cambiarme.

Al salir del dojo veo a la distancia alguien a quien jamas había visto, quizás sea alguien nueva... me gustaría acercarme, pero tengo hambre, así que iré al tejado a calmadamente leer mi manga mientras pruebo los sándwiches que me regalo una chica y un jugo que me regaló la profesora, las mujeres últimamente son muy amables conmigo, curioso. Ya una vez en el tejado busco un lugar con sombra y disfruto del rato en tranquilidad y silencio que me brinda el lugar... o lo haría si la pareja de novios no estuviera tan ruidosa, -- De verdad, ¿quien tiene tiempo para eso? -- comenté un poco en voz alta, la libertad de expresión es algo que debo aprovechar hasta que haya otro presidente en el país. Recordé por un momento a la chica rubia del pasillo, no es como si me interesara, solo me parece que ya la había visto en algún otro lado hoy mismo.

Al cabo de una hora y media me termino de leer el capitulo del manga que he estado leyendo últimamente, ya el jugo y los sándwiches se me habían acabado por lo que no pasaría mucho tiempo hasta que se me diera un antojo de algo dulce. Me levanté del sitio donde me encontraba sentado y bajé por las escaleras para entrar a clases, ya estaba algo tarde pero era la materia de inglés así que no me preocupo mucho por eso. Mientras pasaba de salón en salón por el edificio no hacia más que pensar en mi extraña pero solitaria vida, tengo claro que la mayor parte del problema es mi cara de pocos amigos y muy bajo interés en hacerlos, hasta incluso siento que soy un fuckboy... pero en realidad solo me hace falta conocer a alguien.

Al llegar al salón veo al profesor escribiendo en el pizarron y aprovechando la oportunidad para sentarme en mi silla sin que nadie más que el que se sienta al lado se de cuenta, -- Bueno, ya quiero que sea hora de que termine la clase... Quiero irme a mi habitación. -- murmuré luego de dar un pequeño suspiro. No es como que odiara estar aquí, la verdad es más entretenido que pasar todo el día escuchando música con una vieja rocola que encontré y comiendo pizza con refrescos y estar así todo el día, aunque en realidad es lo que se me antoja justo ahora. Tomé mis auriculares y me puse a escuchar música mientras me duermo un rato.

Al despertar estaba sonando la campana, ya habían terminado las clases de hoy por lo que ahora puedo hacer lo que se me antoje. Me levanté de mi asiento y tomé mi bolso, justo cuando estaba saliendo por la puerta accidentalmente tropiezo con alguien, -- ¡Oye! ¡¿Estás viendo por donde...?! -- al ver quien era pude observar que era una chica rubia, en mi opinión muy linda y atractiva de cierta forma, -- Este... ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? -- pregunto amablemente, estaba intentando recordar el lugar donde la vi por primera vez aunque no soy muy bueno en eso. Si no la conozco no significa que no pueda.

No  me  pasa  muy  seguido  que  sucedan  este  tipo  de  situaciones,  por  lo  menos  no  aquí  por  accidente,  la  mayoría  de  veces  fueron  intencionales,  como  una  forma  de  ligar  con  las  chicas,  pero  esta  vez  me  tomó  de  sorpresa.  Quedé  un  tanto  tonto  al  verle  más  la  cara,  ¿estaba  llorando  por  mi  culpa?  si  es  así  lo  mejor  será  ayudarla,  -- No  te  quedes  ahí  tirada,  déjame  ayudarte. --  extiendo  mi  mano  para  ayudarla  a  pararse, -- Parecieras  estar  perdida,  ¿vas  a  algún  lado?  te  puedo  ayudar...  claro,  si  es  que  lo  necesitas. --  como  nunca  la  había  visto  pensé  en  ser  amable  y  gentil,  incluso  podría  ser  mi  amiga  en  un  futuro.

-- ¿Yo? Me llamo Dante. -- Dije con una sonrisa amable, quizás ser buena persona sea para lo que nací, o quizás no -- ¿Ayudarte? Claro... solo dime ¿en qué te puedo ayudar? Adivinaré... estás perdida, ¿no? -- dije con los brazos cruzados, -- Es normal perderse las primeras veces que uno camina por estos sitios... Eso significa que eres nueva aquí, ¿cierto? Que sorpresa. -- nunca suelen verse chicas lindas, mucho menos en estos tiempo, quizás la invite a una cita si es que no tiene novio... aunque soy de esas personas que dicen que harán algo y terminan sin hacerlo.