Un encuentro predestinado en nombre de la luna [con Serena Tsukino]

Esperaba que esta vez no surgieran problemas, una cita rara con un legaciano o un reencuentro que terminé en batalla. Realmente no quería problemas, y sí bien se había prometido no regresar a Japón tan fácil ahí estaba, bajando de un avión con una bolsa cruzada y un libro adentro, se alegraba de que aprendía rápidamente la magia rúnica y ahora estaba traduciendo algunas de las páginas de ése libro respecto a las antiguas runas de la Era de los Dioses.

—Ah~ al menos el clima es agradable, ¿a dónde debería de ir? ¿Qué lugar no he explorado?

Sacó un desgastado mapa de Yokohama, revisando todo con una rápida mirada, tomando un tren para dirigirse de Tokio a Yokohama, y tras decidir un rápido destino guardó el maltratado folleto para tomar el libro en lo que el trayecto terminará, repasando los primeros capítulos: el cómo realizar una runa sin problemas. Sin gastar mucho mana.

[40 minutos después].

Salió de su concentración para poder asentir a la voz de la operadora, mencionando la estación para levantarse, y salir del tren sin olvidar nada. Caminando hacia el parque de cerezos, sabía que estaba cerca de Legacy, demasiado cerca. Pero quería ver como era, quitarse esa curiosidad de encima y después ir a comprar unas gusgueras para Rimuru. Oh, tal vez un manga de esos que le gustaba a Rimuru.

—Veamos~ espero al menos sea algo bonita… jajaja, no, hay, ya ni sé sí estoy hablando con claridad o con el aburrimiento.

Sus clásicos botines hacían el ruido de sus pasos, había adoptado el llevarlos, le gustaban y no tenía problemas para caminar pues eran muy cómodos. Al llegar al parque sonrió, el ambiente era agradable, las flores estaban muy hermosas y toda la combinación daban una agradable vista.

—Que hermoso…



Su mirada se perdió entre los árboles, caminando a una banquita para ponerse a leer, o sí veía un lugar a gusto ir a las faldas del árbol para sentarse. Realmente es hermoso ese parque, y la ligera brisa agitaba algunos pétalos para que volaran libremente.

Tras unos cortos minutos de estar recorriendo el parque decidió sentarse en una de las partes más “discretas” del lugar, ver tantas parejas a su alrededor era demasiado… y podría darle diabetes si veía alguna muestra de afecto público. Comprendía bien que algunas parejas podían expresar sus afectos y similar, pero en su opinión por “respeto” deberían de intentar no incomodar a las personas a su alrededor.

”¿Y Shinya?”

Casi se atraganta con su saliva cuando su bonita conciencia pregunto, recordandole una vez más al joven de cabellos plata que había estado con ella la otra noche en una cita, en un picnic nocturno. Ah, realmente no sabía que debía de hacer, ella era una asgardiana por favor, no podía relacionarse con personas comunes… así que tal vez lo mejor sería no volver a verlo, o rechazar una futura invitación. Aunque el último pensamiento le hizo hacer una mueca mientras se sentaba contra el tronco del árbol, deslizando su espalda y extendiendo sus piernas para acomodarse.

Cerró los ojos, calmando sus infantiles preocupaciones y sacudió su cabeza, no era necesario pensar en eso, no aún. Tal vez podría estar con él, no era un héroe, no era un legaciano, o eso realmente esperaba.

”Bueno, ya, necesito calmarme, y seguir avanzando con mis lecciones de magia runica…”.

Suspiró, alzando la mirada un momento para volver a concentrarse con el follaje del árbol de Sakura, y dejó que la suave brisa del aire agitara sus cabellos, respirando profundo, y tras dos segundos de calma cerrar los ojos y bajar la mirada, sacando su libro de la bolsa y abriéndolo donde se había quedado, quitando un lindo separador rectangular que no miró, había una frase que ya sabía de memoria.


Una frase que su padre le había dicho cuando era niña y sufría de pesadillas, pues estos no lo dejaban dormir y su padre una vez se lo había dicho para calmarla, explicando que no debía temer de nada fuera de su mente, pues nada podría dañarla tanto cómo su propia mente y corazón…

—Au…

Se quejó, abriendo los ojos tras cerrarlos por la sorpresa del golpe que se había llevado, maldiciendo en su mente mientras se sobaba. Una persona se había tropezado con sus piernas y estaba unos centímetros delante de ella, acariciando su rodilla mientras se quejaba. Y por un momento mordió su lengua para no decir nada malo, un descuido podría tenerlo cualquiera.

—Deberías tener más cuidado, podrías lastimarte o lastimar a alguien. ¿Estas bien?

Continuaba perdida en sus pensamientos, le dolía mucho la rodilla y para no llamar más la atención contuvo las lágrimas apretando sus dientes, sin embargo escuchó que alguien le llamaba.

Sin pararse,  giró lentamente la mirada y al encontrarse con la escena se sintió tan avergonzada que su cara se puso roja cual tomate.

— ¡Aaaaaaaay no! ¿Te hice daño?... ¡Por favor perdóname soy muy torpe!...— Exclamó entre sollozos cubriendo su rostro con sus manos.

— Estaba distraída, lo siento,lo siento...— No dejaba de disculparse, realmente se sentía muy pero muy incómoda.


—Y-yo...estoy bien.... descuida. — Lógicamente se mentía a sí misma, si que se había dado un buen golpe que hasta una de sus rodillas sangraba un poco.

— ¿Tú te encuentras bien? ¿Acaso te lastimé?...—

Pobre chica, había atormentado su calma por no ser cuidadosa además de que seguramente la había golpeado. Disimuladamente,  con la mirada trataba de localizar su bolsa de conejito..pero no tuvo éxito alguno. Optó por ponerse de pié para hacer una reverencia a modo de disculpa y así compensar a aquella chica.

Le preocupaba no localizar su bolsa, además de que tenía papeles importantes para el lugar al que se dirigía ahí era donde guardaba la pluma que Luna le había dado para transformarse ante cualquier situación.

Era una gran ventaja que siempre portaba su broche con ella, si no ¡El legendario cristal de plata habría salido volando por los aires también!... Y eso sin duda le traería muchos problemas.

— Mi nombre es Usagi, Usagi Tsukino. Lamento haberte molestado.—

Su mirada cianita se suavizó ante el gesto mal escondido de dolor de la contraria, mientras ese rubor le divertía. Definitivamente le recordaba un poco a ella misma de niña. Sólo por eso sería amable con la rubia, nada más.

—Wow, wow, tranquila rubia… No me hiciste daño, no hay necesidad de disculparse; a cualquiera nos pueden pasar algunos incidentes similares así que descuida.

Desestimó, moviendo una mano para demostrar que realmente no tenía problemas y es así que se acomodo, suspirando mientras se arrodillaba cerca de la chica. A simple vista no podía ver sí era menor o mayor que ella, y no sabía si su plan funcionaria así que simplemente se encogió levemente de hombros. No perdía nada con intentarlo.

—Estoy muy bien, de verdad, no me duele nada y no es fácil lastimarme.

No mentía en su caso, y se levantó para mostrarlo, acomodando su ropa y cabello en movimientos rápidos, elegantes y simples. Quitando restos de tierra y polvo de estos anteriores. Una sonrisa se extendía por sus labios, Avalon cumplia su proposito magistralmente aun que no tuviera pacto con Saber Arturia.

Avalon era la funda de Excalibur,la espada del Rey Arturo (aunque pocos sabían que el Rey Arturo era realmente mujer) y al ser un objeto creado o traído del mítico lugar de Avalon tenía grandes propiedades mágicas, una de ellas era otorgar un increíble grado de curación de heridas de cualquier tipo. Todo con el propio mana de la funda. Y en estos momentos Avalon estaba sellada entre sus circuitos mágicos para protegerse de cualquier cosa.

—No hay problemas Tsukino, está todo bien. Soy Rin, Rin Tohsaka.

Se presentó, dando una ligera reverencia para girar su muñeca, acercando una bolsa de conejito con su mana. Aunque bien podía verse cómo una escena de terror por ver a un conejo acercarse sin nada que lo sostenga hasta llegar a las manos de Rin. Quien lo ofreció a la chica frente a ella sin dar ni una mirada, no era de su incumbencia las pertenencias de una chica “extraña”.

—Creo que puedo ayudar a disminuir tu dolor, y curar esa rodilla —comento, amablemente. Sería una buena oportunidad para probar runas en una persona, aun si esta fuera para curar y no lastimar.

La rubia se sintió aliviada al escucharla, generalmente la mayoría se molestaba con ella así que la actitud hizo que su semblante se mostrara sorprendido.

— ¡Mucho gusto, Rin!. . .y gracias.—

Expresó eufórica y sonriente al ver que había recuperado su bolso ¡era su favorito y no imaginaba que pasaría si lo perdiera!.

Era una chica muy linda, se  veía que era muy seria y estudiosa, le recordaba en parte a una de sus amigas: Amy.

Luego de escucharla, ladeó su cabeza con curiosidad.

— Oh...eres muy amable pero, no quisiera causar más molestias espero que al lugar a dónde me dirijo tenga enfermería.—

Seguramente la chica tendría cosas que hacer y no quería quitarle tiempo. Tenía dolor pues la zona afectada tenía que seguir en movimiento evidentemente al continuar su camino. Esperaba soportar y así retomar su camino, aunque con el retraso a causa de su caída no planeada no sabía si realmente su plan funcionaría.

— A propósito, supongo que ésto te pertenece. —

La rubia visualizó sobre el pasto un libro, se inclinó para recogerlo y extendió en una de sus manos el objeto, que ya había localizado con la mirada mientras buscaba su bolso.

— Espero que recuerdes la página en que te quedaste. —
Bromeó un poco soltando una pequeña risa, pues a ella le era complicado recordar muchos detalles más hablando de libros precisamente.

—El gusto es mío Usagi. Y no hay nada que agradecer.

Desestimo con una pequeña sonrisa, mientras movía su mano para darle énfasis a sus palabras. Para después entregarle el bolso de conejito y buscar su libro, así como el separador de este.

—No es molestia, pero si ya tenías algún compromiso entonces no te quito más tiempo~.

Se inclinó ligeramente como despedida, alzando su mano para despedirla, no veía malo en todo caso perder más tiempo con esa chica, pero ciertamente no podía quitarle tiempo a alguien con un compromiso y también deseaba seguir con su lectura para recuperar su ritmo.

—Muchas gracias, y no te preocupes, lo recuerdo muy bien. Puedes irte tranquila~.

Exclamó, tranquila mientras hojeaba rápidamente el libro y se lo mostraba levemente, demostrando que sabía que esa era la pagina y que agradeció el gesto de entregarle su libro, agachándose para recoger su separador el cual estaba intacto, sin tierra, manchas o dobleces.

—Fue un placer Usagi Tsukino~.

Se despidió, volviendo a sentarse para regresar a su lectura, viendo cómo la rubia se despedía y emprendía de nuevo su marcha a donde debía ir. Ella se quedaría otro rato y después regresará a Corea del Sur tras comprar golosinas para Rimuru, Mordred y ella.