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Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Página 1 de 1.
Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
↝ Shinya Hiiragi
↝ Rin Tohsaka
No recordaba una vez en la que hubiera estado en un picnic nocturno a solas con alguien. Tampoco es que hubiera estado en muchos picnics nocturnos, para empezar. Todo era un poco nuevo.
Desde su llegada a aquel lugar no había hecho mucho. Sus días ahí eran bastante monótonos, a decir verdad. Largos días que parecían no terminar acababan con una noche aún más larga. Si tenía suerte, dormiría sin sueño luego de intentarlo por tres horas; sin embargo, era común que no durmiera para nada. También era normal para él que, si lograba dormir, el sueño solo le durara un par de horas, o que sus horas de descanso estuvieram llenas de pesadillas.
Y fue en un noche de insomnio, mientras se debatía si era preciso marcharse y buscar otro sitio, que la encontró. O ella lo encontró a él. No sabía cómo había sucedido, en realidad.
La luz de la luna la bañaba entera. Sus ojos le parecieron brillantes, su sonrisa espectacular. Sus comentarios eran graciosos, la manera en que respondió a cada cosa que le dijo le dio la sensación de que todo podía ser diferente. No tardó en pedirle que salieran y ella aceptó. Y entonces quedaron en verse ahí, junto al río, casi a media noche.
El día llegó. Estaba algo ansioso por verla. Habían pasado algunos días ya desde que la vió y... Bueno, la verdad es que había sido tan refrescante conocerla, que quería probarlo de nuevo. Sobre todo luego de los tediosos días que había tenido. La peor semana de su vida en los últimos años, sin exagerar.
La brisa nocturna hacía que sus mejillas se enfriaran y se pusieran rosadas. Su cabello se mecía en el viento y sus pasos resonaban por las calles casi vacías. No temía, estaba preparado para cualquier cosa... O eso es lo que le gustaba pensar. Además, muchas otras cosas pasaban por su mente. Esa chica, por ejemplo. Su voz y la sonrisa que conoció. Quería verla.
Y ya faltaba poco. La luna iluminaba su camino, la canasta de picnic estaba segura colgando de su brazo y la sonrisa del albino iba extendiéndose por su rostro mientras más cerca estaba del punto acordado. Sus pasos se apuraron sin ser consciente de aquello. El tiempo parecía correr de forma distinta. Quizá era la emoción de romper la estúpida rutina que venía apoderándose de su vida.
Encontró el río. No estaba tan oscuro como hubiese esperado. O sea, era obvio que habría iluminación, pero no esperaba que fuera así. Pensó que tendría que usar algo para no perder detalle de la chica que le haría compañía, pero parecía que no sería necesario. Era perfecto.
Siguió el camino y eventualmente la encontró. Su cabello era ondeado por la brisa. Volteó al cielo. Las estrellas iban vigilando sus pasos. La luna le seguía de cerca.
—Hey —dijo para anunciarse. No quería asustarla o sorprenderla—. ¿Mucho tiempo esperando?
Invitado- Invitado
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Su reflejo devolvió su mirada, el baño del hotel donde se hospedó esos dos días y una noche tenía una bonita estructura completamente iluminanda, cubierta de baldosas color crema y balcones en cada habitación. Su plan no había sido quedarse, pero al igual que en sus otros paseos por Japón las cosas no salían como ella quisiera, la ventaja es que está vez no había atraído problemas… o eso pensó.
La verdad no sabía sí era correcto lo que haría, ella ya no era una chica normal, nunca lo fue… pero no había podido rechazar la invitación del chico, sí, se estaba arreglando para ir a una cita, algo que nunca había hecho, ni en la escuela ni en Londres. Y no se imagino que ahora en Asgard lo haría. Podía ser una trampa de Legacy, pero esa noche, esa noche no parecía ser un plan.
La anterior noche estuvo vagando en la ciudad, su vuelo había sido cancelado. Y al no tener sueño había decidido caminar, y entonces ese chico se había acercado a ella, sin ninguna intención más allá de charlar los dos. Bromeando incluso fácilmente, y a pesar de querer negarlo ella no había fingido nada en la conversación, su sonrisa había sido verdadera al igual que la risa. Había pasado meses, casi años sin reír sin preocupaciones o algunas sonrisa verdaderas, esa había sido la razón por la cual había aceptado la invitación del chico de salir.
Sacudió su cabeza, debía apurarse, y sí se quedaba hay quieta se tardaría en llegar. Sus dudas podrían esperar, incluso sí debía de defenderse en caso de ser una trampa podía hacerlo, o podía llamar a Mordred. No era una damisela en apuros, ya no más.
"Vamos Rin… es sólo una cita".
Se calmó, no lo admitiría en voz alta pero estaba nerviosa, e incluso había comprado un conjunto esa mañana para cambiarse debido a que su plan no había sido quedarse, esperaba que Rimuru no la estuviera buscando por tardarse está vez. Un short de mezclilla negro, una blusa de tirantes blanca y la chaqueta roja vino que traía, además de sus botines. Un conjunto sencillo, así que al cambiarse peino su cabello castaño oscuro y lo dejo suelto, peinando sus dos coletas características.
Suspiro, tomando su bolsa guardo algunas joyas, dinero y la tarjeta de acceso del hotel, saliendo de este y caminando a su destino. El sol apenas estaba bajando, dando una cálida sensación en su rostro, abriendo los negocios nocturnos y cerrando los matutinos.
"Es sólo una cita".
Se repitió, al llegar a su destino, había querido llegar antes para ver qué no fuera una trampa y la soledad del lugar le confirmo que no lo era, y una sensación agradable lleno su pecho, realmente no conocía a su cita para nada así que le parecía agradable que no fuera a ser una trampa.
Se detuvo a un lado del río, disfrutando de mirar las estrellas, de escuchar el río y el sonido del viento pasar entre las hojas de los árboles, además del ligero crugir de estos. Ah, ese lugar sí que lograba reunir mucha calma, la mantenía tranquila.
Sonrío al escuchar la voz del chico, otra cosa que no admitiría es que se había distraído y no había sentido cómo este se acercaba. Y qué la voz del piliplata la había devuelto al mundo terrenal.
—No, acabo de llegar… y creo ayer se nos olvidó presentarnos, soy Rin, Rin Tohsaka.
La verdad no sabía sí era correcto lo que haría, ella ya no era una chica normal, nunca lo fue… pero no había podido rechazar la invitación del chico, sí, se estaba arreglando para ir a una cita, algo que nunca había hecho, ni en la escuela ni en Londres. Y no se imagino que ahora en Asgard lo haría. Podía ser una trampa de Legacy, pero esa noche, esa noche no parecía ser un plan.
La anterior noche estuvo vagando en la ciudad, su vuelo había sido cancelado. Y al no tener sueño había decidido caminar, y entonces ese chico se había acercado a ella, sin ninguna intención más allá de charlar los dos. Bromeando incluso fácilmente, y a pesar de querer negarlo ella no había fingido nada en la conversación, su sonrisa había sido verdadera al igual que la risa. Había pasado meses, casi años sin reír sin preocupaciones o algunas sonrisa verdaderas, esa había sido la razón por la cual había aceptado la invitación del chico de salir.
Sacudió su cabeza, debía apurarse, y sí se quedaba hay quieta se tardaría en llegar. Sus dudas podrían esperar, incluso sí debía de defenderse en caso de ser una trampa podía hacerlo, o podía llamar a Mordred. No era una damisela en apuros, ya no más.
"Vamos Rin… es sólo una cita".
Se calmó, no lo admitiría en voz alta pero estaba nerviosa, e incluso había comprado un conjunto esa mañana para cambiarse debido a que su plan no había sido quedarse, esperaba que Rimuru no la estuviera buscando por tardarse está vez. Un short de mezclilla negro, una blusa de tirantes blanca y la chaqueta roja vino que traía, además de sus botines. Un conjunto sencillo, así que al cambiarse peino su cabello castaño oscuro y lo dejo suelto, peinando sus dos coletas características.
Suspiro, tomando su bolsa guardo algunas joyas, dinero y la tarjeta de acceso del hotel, saliendo de este y caminando a su destino. El sol apenas estaba bajando, dando una cálida sensación en su rostro, abriendo los negocios nocturnos y cerrando los matutinos.
"Es sólo una cita".
Se repitió, al llegar a su destino, había querido llegar antes para ver qué no fuera una trampa y la soledad del lugar le confirmo que no lo era, y una sensación agradable lleno su pecho, realmente no conocía a su cita para nada así que le parecía agradable que no fuera a ser una trampa.
Se detuvo a un lado del río, disfrutando de mirar las estrellas, de escuchar el río y el sonido del viento pasar entre las hojas de los árboles, además del ligero crugir de estos. Ah, ese lugar sí que lograba reunir mucha calma, la mantenía tranquila.
Sonrío al escuchar la voz del chico, otra cosa que no admitiría es que se había distraído y no había sentido cómo este se acercaba. Y qué la voz del piliplata la había devuelto al mundo terrenal.
—No, acabo de llegar… y creo ayer se nos olvidó presentarnos, soy Rin, Rin Tohsaka.
Rin Dulce
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Oh, claro. Presentarse. Es que, es imposible encontrar un momento para presentarse cuando la conversación había avanzado tanto sin siquiera darse cuenta. Aquella noche les había envuelto en una especie de manto mágico que hizo al tiempo detenerse. O al menos así fue para Shinya, que se había encontrado en medio de un lugar desconocido con el color de los ojos de Rin coloreándolo todo. Fue entonces que supo que debía verla de nuevo. Así, sin saber su nombre. Sin conocer de ella algo más que su hermosa risa y la sonrisa tímida que la vio intentando esconder de vez en cuando. Él mismo escondió la suya un par de veces.
Por suerte, la vida le dio la oportunidad de verle una vez más. Y ahí estaban. Esta vez, tenía el nombre de la preciosa chica que lo acompañaba. Rin, había dicho. Rin Tohsaka. Le quedaba perfecto.
Se acercó a ella aún más, dejando la canasta a en una banca cercana a ambos. Se puso a su lado y le tendió la mano. En su rostro había una sonrisa extendiéndose cada vez más.
—Tienes razón, Rin Tohsaka —asintió acompañando sus palabras—. Yo soy Shinya. Shinya Hiiragi, y es un honor por fin tener un nombre para ponerle a tu rostro. Y a tu voz. Y a tu sonrisa. Creo que esa primera vez hubo otras mil cosas ocupando nuestras voces, quiero que sepas que el detalle de tu nombre me tuvo bastante ocupado… ¿Sabes que pensé que, quizá, te llamarías Aylin?
Vaya. Quizá estaba algo nervioso. Sus palabras salían algo rápido, pero finalmente logró mantenerse callado. Volteó a ver a la chica, esperando no encontrarse una mueca de aburrimiento o algo que denotara que era demasiado.
Por suerte, la vida le dio la oportunidad de verle una vez más. Y ahí estaban. Esta vez, tenía el nombre de la preciosa chica que lo acompañaba. Rin, había dicho. Rin Tohsaka. Le quedaba perfecto.
Se acercó a ella aún más, dejando la canasta a en una banca cercana a ambos. Se puso a su lado y le tendió la mano. En su rostro había una sonrisa extendiéndose cada vez más.
—Tienes razón, Rin Tohsaka —asintió acompañando sus palabras—. Yo soy Shinya. Shinya Hiiragi, y es un honor por fin tener un nombre para ponerle a tu rostro. Y a tu voz. Y a tu sonrisa. Creo que esa primera vez hubo otras mil cosas ocupando nuestras voces, quiero que sepas que el detalle de tu nombre me tuvo bastante ocupado… ¿Sabes que pensé que, quizá, te llamarías Aylin?
Vaya. Quizá estaba algo nervioso. Sus palabras salían algo rápido, pero finalmente logró mantenerse callado. Volteó a ver a la chica, esperando no encontrarse una mueca de aburrimiento o algo que denotara que era demasiado.
Invitado- Invitado
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Su anterior presentación puso una sonrisa nerviosa en su rostro, ocultando su nerviosismo volteo a ver al cielo unos momentos, para después regresar su vista al chico. El viento mecía su cabello y enfriaba sus mejillas, pero era agradable.
Paso saliva, mientras el chico se acercaba a ella, dejando su cesta en una banca natural de piedra del lugar, una formación rocosa que había sido erosionada con el tiempo por las lluvias. Pero que aún se alzaba a pesar de los surcos por las gotas de agua que había caído sobre está. Un ligero rubor se extendió por su rostro, apenas visible, por la sonrisa y mirada que le dedicaba el mayor… sí, admitía que no era la primera vez que la veía, en el instituto muchos chicos le habían dedicado miradas de distinta índole. Pero ninguna como la de Shinya, ninguna tan pura, tan sincera.
Y la sonrisa… admitía también nunca haber visto algo tan sincero, una sonrisa verdadera. Y le gusto la vista, ella podía recordar la noche anterior, los ojos tristes y oscuros del muchacho, la sonrisa forzada y de defensa. Y no le gusto recordar eso, porque a su parecer este chico merecía ser feliz, merecía no sufrir más y aclarar esos bonitos ojos, iluminar su preciosa sonrisa. Para ella no debía de fingir si no se sentía bien.
Acepto la mano del chico, apretando levemente, y por más que lo intentó no pudo evadir el hecho de que era más grande que sí mano, más ancha, más varonil, pero también fuerte y delicada. Un agarre firme.
"Es cálida…".
Volvió a darse un zape mental, poniendo atención para las palabras del peliplata. Al fin con una respuesta para el nombre del chico que la había traído nerviosa desde ayer…
"Shinya… me gusta".
Pensó, relamiendo sus labios para evitar sonrojarse por el comentario del chico, baka… Aunque confesó que nadie había dicho algo similar, nadie había mencionado con tal tono de voz su nombre. Ni siquiera se habían sentido "honrados" de saber su nombre, de poner un rostro y nombre a su voz… a su sonrisa.
—¿A-A sí? Realmente es una sorpresiva noticia… aunque realmente no se porqué de tu sugerencia de nombre.
Una amplia sonrisa se extendió por su rostro, una verdadera sonrisa, mientras sus ojos brillaban, iluminando aquellos ojos que en años se habían mostrado tristes, oscuros; incluso durante su adolescencia, un brillo diferente al del orgullos, o al de su egocentrismo. Algo verdadero y cálido.
No estaba para nada aburrida, y no se arrepentía de aceptar esa cita. Atrás quedaron sus pensamientos de "esto puede ser una trampa", "eres una villana". Sólo quería ser… normal una vez, sólo por una noche olvidar el peso de su apellido, sus metas y objetivos.
"Esta noche sólo quiero ser Rin… sólo quiero ser yo misma".
Paso saliva, mientras el chico se acercaba a ella, dejando su cesta en una banca natural de piedra del lugar, una formación rocosa que había sido erosionada con el tiempo por las lluvias. Pero que aún se alzaba a pesar de los surcos por las gotas de agua que había caído sobre está. Un ligero rubor se extendió por su rostro, apenas visible, por la sonrisa y mirada que le dedicaba el mayor… sí, admitía que no era la primera vez que la veía, en el instituto muchos chicos le habían dedicado miradas de distinta índole. Pero ninguna como la de Shinya, ninguna tan pura, tan sincera.
Y la sonrisa… admitía también nunca haber visto algo tan sincero, una sonrisa verdadera. Y le gusto la vista, ella podía recordar la noche anterior, los ojos tristes y oscuros del muchacho, la sonrisa forzada y de defensa. Y no le gusto recordar eso, porque a su parecer este chico merecía ser feliz, merecía no sufrir más y aclarar esos bonitos ojos, iluminar su preciosa sonrisa. Para ella no debía de fingir si no se sentía bien.
Acepto la mano del chico, apretando levemente, y por más que lo intentó no pudo evadir el hecho de que era más grande que sí mano, más ancha, más varonil, pero también fuerte y delicada. Un agarre firme.
"Es cálida…".
Volvió a darse un zape mental, poniendo atención para las palabras del peliplata. Al fin con una respuesta para el nombre del chico que la había traído nerviosa desde ayer…
"Shinya… me gusta".
Pensó, relamiendo sus labios para evitar sonrojarse por el comentario del chico, baka… Aunque confesó que nadie había dicho algo similar, nadie había mencionado con tal tono de voz su nombre. Ni siquiera se habían sentido "honrados" de saber su nombre, de poner un rostro y nombre a su voz… a su sonrisa.
—¿A-A sí? Realmente es una sorpresiva noticia… aunque realmente no se porqué de tu sugerencia de nombre.
Una amplia sonrisa se extendió por su rostro, una verdadera sonrisa, mientras sus ojos brillaban, iluminando aquellos ojos que en años se habían mostrado tristes, oscuros; incluso durante su adolescencia, un brillo diferente al del orgullos, o al de su egocentrismo. Algo verdadero y cálido.
No estaba para nada aburrida, y no se arrepentía de aceptar esa cita. Atrás quedaron sus pensamientos de "esto puede ser una trampa", "eres una villana". Sólo quería ser… normal una vez, sólo por una noche olvidar el peso de su apellido, sus metas y objetivos.
"Esta noche sólo quiero ser Rin… sólo quiero ser yo misma".
Rin Dulce
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Algo dentro suyo se sintió como si fuera liberado. Había una ligera presión hasta entonces que no había notado. Supuso que se trataba del hecho de que no sabía si le molestaba o no el hecho de que hablara y hablara. Aunque, en retrospectiva, en realidad no había estado hablando, solo había estado pensando. Y sus pensamientos estaban volando, iban de un lado a otro, preguntándose si esto o aquello le agradaría a la joven frente a él.
Fue entonces que lo notó: estaba nervioso. Y mucho. Se encontró contando sin parar los dedos de su mano izquierda. Olvidó por un momento que tenía que responder, porque la chica había hecho un comentario sobre lo de “Aylin” y no estaba seguro de qué respuesta sería la correcta. De hecho, ¿habría acaso una respuesta correcta? ¿Una incorrecta?
Se estaba preocupando demasiado. Tenía que relajarse. Eso quería. Lo deseaba con todo su ser, porque estaba cansado de las apariencias. Ese juego lo había estado jugando toda su vida, ¿por qué continuar con él ahora, que estaba frente a alguien que no esperaba nada de él? Al menos no al nivel en que su familia lo había hecho. ¡Para eso estaba ahí! Por eso había escapado en primer lugar.
Verla sonreír hizo que todo aquello que aquejaba su mente en el momento se disipara. No era una misión. Era Rin. Y estaba en una cita con ella. Un adorable picnic nocturno con una bellísima chica que, por algún motivo, parecía interesada en lo que él tenía para decir. No que antes no hubiera estado con chicas que parecían escuchar, pero… se sentía distinto de alguna manera. No quería adelantarse a nada, pero sí sentía como si aquello pudiera llevarlo a un lugar inexplorado, un sitio en su interior al que ni siquiera él se había adentrado.
Echó su flequillo de lado y volteó a verla de frente.
—Bueno, me preguntaba cómo podrías llamarte —admitió. Se las arregló para que en su rostro no se notara el sonrojo que había estado luchado por salir, no solo por lo que acababa de admitir en voz alta, también por el tiempo que le había tomado responder. Eso sumado al nerviosismo. Muchas emociones para mantener bajo control—. Lo hice por medio de descarte, no parecías tener cara de Andrea, Liesl, Rosalie o Miranda… Estuve descartando muchos, a decir verdad. Rin nunca me pasó por la cabeza, pero, la verdad es que le queda a todo lo que conozco de ti, aunque eso no es mucho.
No iba a decirle más. Seguro que ya se lo imaginaba siendo demasiado intenso, pensando en ella por la noche, hasta muy tarde. Bueno, eso pasó, en realidad. Una sonrisa bailó en sus labios incluso cuando se quedó dormido.
Fue entonces que lo notó: estaba nervioso. Y mucho. Se encontró contando sin parar los dedos de su mano izquierda. Olvidó por un momento que tenía que responder, porque la chica había hecho un comentario sobre lo de “Aylin” y no estaba seguro de qué respuesta sería la correcta. De hecho, ¿habría acaso una respuesta correcta? ¿Una incorrecta?
Se estaba preocupando demasiado. Tenía que relajarse. Eso quería. Lo deseaba con todo su ser, porque estaba cansado de las apariencias. Ese juego lo había estado jugando toda su vida, ¿por qué continuar con él ahora, que estaba frente a alguien que no esperaba nada de él? Al menos no al nivel en que su familia lo había hecho. ¡Para eso estaba ahí! Por eso había escapado en primer lugar.
Verla sonreír hizo que todo aquello que aquejaba su mente en el momento se disipara. No era una misión. Era Rin. Y estaba en una cita con ella. Un adorable picnic nocturno con una bellísima chica que, por algún motivo, parecía interesada en lo que él tenía para decir. No que antes no hubiera estado con chicas que parecían escuchar, pero… se sentía distinto de alguna manera. No quería adelantarse a nada, pero sí sentía como si aquello pudiera llevarlo a un lugar inexplorado, un sitio en su interior al que ni siquiera él se había adentrado.
Echó su flequillo de lado y volteó a verla de frente.
—Bueno, me preguntaba cómo podrías llamarte —admitió. Se las arregló para que en su rostro no se notara el sonrojo que había estado luchado por salir, no solo por lo que acababa de admitir en voz alta, también por el tiempo que le había tomado responder. Eso sumado al nerviosismo. Muchas emociones para mantener bajo control—. Lo hice por medio de descarte, no parecías tener cara de Andrea, Liesl, Rosalie o Miranda… Estuve descartando muchos, a decir verdad. Rin nunca me pasó por la cabeza, pero, la verdad es que le queda a todo lo que conozco de ti, aunque eso no es mucho.
No iba a decirle más. Seguro que ya se lo imaginaba siendo demasiado intenso, pensando en ella por la noche, hasta muy tarde. Bueno, eso pasó, en realidad. Una sonrisa bailó en sus labios incluso cuando se quedó dormido.
Invitado- Invitado
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Podía notar el nerviosismo combinado con un poco de rubor interno del chico, ella misma admitía estar realmente nerviosa, así que no presionó por una respuesta hasta que el chico decidiera responder por su cuenta, no tenía prisa. Y decidiendo una acción para no darle más nervios le sonrió empática, un “hey, te entiendo, estoy nerviosa igual”. Para después alzar la mirada y peinar sus cabellos ante la ligera brisa nocturna, respirando tranquila por el ambiente de tranquilidad, podía sentir el mana del lugar. Casi como una caricia, un claro mensaje para ella:
Disfruta esta noche, hija de la magia.
Alaya adoraba a todos los humanos, por más malvados que fueran, lo mismo con las criaturas que habitaban su planeta. Es por eso que pocas veces negaba bendiciones o la posibilidad de tener Od en los cuerpos y almas. Pero incluso ella podía tener sus preferencias, podía notar cómo muchos se equivocaban, cómo muchos se corrompian buscando su casa, sin poder notar que ella siempre estaría con todos, cuidándolos, y está chica: Rin Tohsaka era una de las favoritas de Alaya, comprendía bien la magia, aceptaba su magia y existencia sin necesidad de buscar pruebas, y ella admiraba eso. Por eso brindaría su protección a estos chicos, esta noche ella cuidaría que nadie se acerque a lastimarlos.
Rin volvió su mirada a los ojos del chico, su voz volviendo a traer su atención a su cita, escuchando atenta mientras pensaba lo mismo. Ella no había podido dejar de pensar si estaba bien hacer esto, pero no había podido sacarse de su cabeza la diversión y los comentarios divertidos, eran desconocidos, entonces, ¿por qué se había sentido tan bien? ¿Por qué estar ellos dos en esa cita se sentía bien, se sentía correcto ?
—Gracias… Shinya. A ti también te queda muy bien tu nombre de lo que puedo ver y se. Aparte, tu nombre “medianoche” es una gran ironía considerando que ayer nos conocimos después de la medianoche.
Exclamó divertida, le gustaba el nombre de Shinya, y por el contrario su nombre significaba “frío” lo cual distaba de la frescura de ayer, pues no hacía frío, pero tampoco estaba muy caliente el ambiente por el verano. Lo cual agradeció, los climas eran mejores cuando eran fríos o frescos.
—Y… ¿qué es lo que traes en esa cesta?
Se mostró curiosa, acercándose a la cesta de mimbre, la curiosidad no era su fuerte, y también se inclinó frente a la cesta, pensando si abrir o esperar a que el peliplata le mostrará. Bueno, ganó la segunda, así que se dejó caer, sentándose en el pasto y recargando su espalda en la banca rocosa donde se ubicaba la cesta, retirando su chaqueta para quedar en la blusa de tirantes.
”¿Qué es lo que se hace en una cita…?”
Pensó para sus adentros, calmando el nerviosismo mientras se mostraba segura y confiada, como si fuera algo que hubiera hecho antes, cuando la realidad era completamente distinta. Nunca lo había hecho antes.
Disfruta esta noche, hija de la magia.
Alaya adoraba a todos los humanos, por más malvados que fueran, lo mismo con las criaturas que habitaban su planeta. Es por eso que pocas veces negaba bendiciones o la posibilidad de tener Od en los cuerpos y almas. Pero incluso ella podía tener sus preferencias, podía notar cómo muchos se equivocaban, cómo muchos se corrompian buscando su casa, sin poder notar que ella siempre estaría con todos, cuidándolos, y está chica: Rin Tohsaka era una de las favoritas de Alaya, comprendía bien la magia, aceptaba su magia y existencia sin necesidad de buscar pruebas, y ella admiraba eso. Por eso brindaría su protección a estos chicos, esta noche ella cuidaría que nadie se acerque a lastimarlos.
Rin volvió su mirada a los ojos del chico, su voz volviendo a traer su atención a su cita, escuchando atenta mientras pensaba lo mismo. Ella no había podido dejar de pensar si estaba bien hacer esto, pero no había podido sacarse de su cabeza la diversión y los comentarios divertidos, eran desconocidos, entonces, ¿por qué se había sentido tan bien? ¿Por qué estar ellos dos en esa cita se sentía bien, se sentía correcto ?
—Gracias… Shinya. A ti también te queda muy bien tu nombre de lo que puedo ver y se. Aparte, tu nombre “medianoche” es una gran ironía considerando que ayer nos conocimos después de la medianoche.
Exclamó divertida, le gustaba el nombre de Shinya, y por el contrario su nombre significaba “frío” lo cual distaba de la frescura de ayer, pues no hacía frío, pero tampoco estaba muy caliente el ambiente por el verano. Lo cual agradeció, los climas eran mejores cuando eran fríos o frescos.
—Y… ¿qué es lo que traes en esa cesta?
Se mostró curiosa, acercándose a la cesta de mimbre, la curiosidad no era su fuerte, y también se inclinó frente a la cesta, pensando si abrir o esperar a que el peliplata le mostrará. Bueno, ganó la segunda, así que se dejó caer, sentándose en el pasto y recargando su espalda en la banca rocosa donde se ubicaba la cesta, retirando su chaqueta para quedar en la blusa de tirantes.
”¿Qué es lo que se hace en una cita…?”
Pensó para sus adentros, calmando el nerviosismo mientras se mostraba segura y confiada, como si fuera algo que hubiera hecho antes, cuando la realidad era completamente distinta. Nunca lo había hecho antes.
Rin Dulce
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Su sonrisa le hizo relajarse de inmediato. Siguió los movimientos de su pequeña mano, la que arregló un poco su largo cabello que se ondeaba un poco. Le devolvió la sonrisa. Pensó que, quizá, podría quedarse la noche entera mirándola. ¿Sería extraño o demasiado intenso el que pensara aquello? ¿No era demasiado pronto para la atracción que sentía hacia ella en este momento?
No recordaba haberse sentido así jamás. De hecho, pensó que nunca conocería algo así. Y, si tenía que ser honesto, daba un poco de miedo. No solo porque era algo nuevo, también porque estaba el pequeño detalle de su demonio, ese que se alimentaba de cada deseo que se atrevía a sentir. Hasta el momento, no había sentido mucho. Quizá, lo más fuerte que sintió una vez, fue aquél impulso, aquella urgencia, de salvar a quien dejó atrás. Aun así, era diferente. Muy diferente.
—Oh, algunas cosas que… bueno, espero que sean de tu agrado —dijo, volviendo al presente. Se sentó a su lado, llevando la canasta con él. La puso entre ambos y sacó un mantel muy pequeño, no podrían sentarse en él, pero no había encontrado otra cosa. Decidió que lo usarían para la comida, para no ponerla directamente en el suelo—. No sabía qué podría gustarte, preparé sándwiches, también unos pastelillos y onigiris. Y fresas —fue sacando las cosas mientras las mencionaba—. Para beber, traje agua, té enlatado y jugo de durazno, porque es todo lo que yo bebo…
En el fondo de la canasta, encontró algo que no recordaba haber puesto ahí. Era una flor, una margarita blanca. Sola. Preciosa y en el mejor de los estados. ¿La habría tomado de algún jardín sin darse cuenta? Quizá. Su camino hasta el río había sido más largo de lo que hubiera esperado, a pesar de que también pensó que duraría mucho más. Pensarlo de ese modo era confuso, se aseguraría de no mencionarlo, pues no se creía capaz de explicarlo.
¿Estaría bien entregarle la flor a Rin? Decidió que no. Al menos no en ese preciso momento, esperaría un rato. Quizá se la daría una vez que fuera hora de despedirse. Quizá sería un cobarde y terminaría por llevarla a casa consigo, como recuerdo de una preciosa chica con la que pasó una noche divertida y agradable, y otra… otra noche que estaba por verse.
—¿Sabes? Quizá también sea muy tarde para cenar —murmuró—, aunque pienso que nunca es demasiado tarde, sobre todo cuando tienes hambre —apoyó un codo en su rodilla, luego su mejilla descansó en su mano, mientras la veía—. Pocas veces he tenido la dicha de disfrutar una noche tranquila en el exterior… mucho menos con buena compañía.
No recordaba haberse sentido así jamás. De hecho, pensó que nunca conocería algo así. Y, si tenía que ser honesto, daba un poco de miedo. No solo porque era algo nuevo, también porque estaba el pequeño detalle de su demonio, ese que se alimentaba de cada deseo que se atrevía a sentir. Hasta el momento, no había sentido mucho. Quizá, lo más fuerte que sintió una vez, fue aquél impulso, aquella urgencia, de salvar a quien dejó atrás. Aun así, era diferente. Muy diferente.
—Oh, algunas cosas que… bueno, espero que sean de tu agrado —dijo, volviendo al presente. Se sentó a su lado, llevando la canasta con él. La puso entre ambos y sacó un mantel muy pequeño, no podrían sentarse en él, pero no había encontrado otra cosa. Decidió que lo usarían para la comida, para no ponerla directamente en el suelo—. No sabía qué podría gustarte, preparé sándwiches, también unos pastelillos y onigiris. Y fresas —fue sacando las cosas mientras las mencionaba—. Para beber, traje agua, té enlatado y jugo de durazno, porque es todo lo que yo bebo…
En el fondo de la canasta, encontró algo que no recordaba haber puesto ahí. Era una flor, una margarita blanca. Sola. Preciosa y en el mejor de los estados. ¿La habría tomado de algún jardín sin darse cuenta? Quizá. Su camino hasta el río había sido más largo de lo que hubiera esperado, a pesar de que también pensó que duraría mucho más. Pensarlo de ese modo era confuso, se aseguraría de no mencionarlo, pues no se creía capaz de explicarlo.
¿Estaría bien entregarle la flor a Rin? Decidió que no. Al menos no en ese preciso momento, esperaría un rato. Quizá se la daría una vez que fuera hora de despedirse. Quizá sería un cobarde y terminaría por llevarla a casa consigo, como recuerdo de una preciosa chica con la que pasó una noche divertida y agradable, y otra… otra noche que estaba por verse.
—¿Sabes? Quizá también sea muy tarde para cenar —murmuró—, aunque pienso que nunca es demasiado tarde, sobre todo cuando tienes hambre —apoyó un codo en su rodilla, luego su mejilla descansó en su mano, mientras la veía—. Pocas veces he tenido la dicha de disfrutar una noche tranquila en el exterior… mucho menos con buena compañía.
Invitado- Invitado
Re: Picnic nocturno (Rin Tohsaka)
Sus manos ayudaron a extender el pequeño mantel, mientras suavemente acomodaba la comida sobre el y escuchaba al mayor, era sumamente tierno a su parecer que se esforzará tanto para poder tener una cita increíble entre los dos. Lo cual una vez más demostraba ante sus ojos que Shinya Hīragi no era cualquier chico.
—¿Tu preparaste la comida? Se ve apetitosa y muy rica…
Alago, pues a sus ojos los sandwiches, pastelitos y onigiris se veían terriblemente sabrosos y con tan sólo verlos se le antojaba comerlos. Definitivamente no se sonrojo al escuchar su estómago gruñir de acuerdo a sus pensamientos. Debido a los nervios no había comido algo y ahora tenía el estómago vacío y hambriento tras controlar el nudo de nervios presente en él.
—Me encanta el jugo de durazno… y también las otras bebidas.
Sonrío, mirándolo antes de inclinarse y tomar una lata de jugo de durazno, rozando su mano con la del contrario, antes de retirarla y abrir la lata, dando un leve sorbo.
—Delicioso~.
Ánimo, relamiendo los rastros de jugo de sus labios mirando los orbes azules del ojiazul. Podría ponerse a comparar en voz alta el tono de estos con alguna gema preciosa que conozca, pero creía que sería algo muy raro y decidió guardar sus opiniones por el momento. O tal vez el pensamiento no saldría en voz alta, tal vez sólo dejaría el recuerdo de esos ojos en su memoria y podría soñar con esa calidad mirada, recordando cada vez que mire la piedra preciosa esa cita.
Sí… ese sería un buen recuerdo, incluso si olvida ese juvenil rostro, esas facciones finas y hermosas a su parecer no olvidará esos ojos, no cuando los había asociado a una piedra la cual conocía perfectamente: un topacio.
—Nunca es tarde para la comida~, y es como dices no hay horarios para el estómago.
Suspiro, tomando unos de los onigiris que se veían tan exquisitos, con las mejillas un poco coloradas pero visiblemente menos nerviosa que al llegar. Aunque sin duda el último comentario había hecho que tuviera que poner su máximo esfuerzo en lo hacerlo.
"Sí… es increíblemente raro una noche similar, con un clima agradable y tan buena compañía…"
—¿Tu preparaste la comida? Se ve apetitosa y muy rica…
Alago, pues a sus ojos los sandwiches, pastelitos y onigiris se veían terriblemente sabrosos y con tan sólo verlos se le antojaba comerlos. Definitivamente no se sonrojo al escuchar su estómago gruñir de acuerdo a sus pensamientos. Debido a los nervios no había comido algo y ahora tenía el estómago vacío y hambriento tras controlar el nudo de nervios presente en él.
—Me encanta el jugo de durazno… y también las otras bebidas.
Sonrío, mirándolo antes de inclinarse y tomar una lata de jugo de durazno, rozando su mano con la del contrario, antes de retirarla y abrir la lata, dando un leve sorbo.
—Delicioso~.
Ánimo, relamiendo los rastros de jugo de sus labios mirando los orbes azules del ojiazul. Podría ponerse a comparar en voz alta el tono de estos con alguna gema preciosa que conozca, pero creía que sería algo muy raro y decidió guardar sus opiniones por el momento. O tal vez el pensamiento no saldría en voz alta, tal vez sólo dejaría el recuerdo de esos ojos en su memoria y podría soñar con esa calidad mirada, recordando cada vez que mire la piedra preciosa esa cita.
Sí… ese sería un buen recuerdo, incluso si olvida ese juvenil rostro, esas facciones finas y hermosas a su parecer no olvidará esos ojos, no cuando los había asociado a una piedra la cual conocía perfectamente: un topacio.
—Nunca es tarde para la comida~, y es como dices no hay horarios para el estómago.
Suspiro, tomando unos de los onigiris que se veían tan exquisitos, con las mejillas un poco coloradas pero visiblemente menos nerviosa que al llegar. Aunque sin duda el último comentario había hecho que tuviera que poner su máximo esfuerzo en lo hacerlo.
"Sí… es increíblemente raro una noche similar, con un clima agradable y tan buena compañía…"
Rin Dulce
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