Un descanso (Priv. con Arturia)

Comenzó el día sintiendo una pesadez infernal en todo el cuerpo. Apenas pudo abrir los ojos para fijarse en el pequeño reloj digital que marcaba las 4 de la madrugada. Sentía un frío terrible que, a pesar de ser alguien gustoso de este tipo de climas, le hacía sentir un gran deseo por no moverse de la cama y una enorme molestia. Temblando y con los pápados pesados, se levantó y tomó una cobija más gruesa del armario de su habitación, a unos pasos de la cama.

—Probablemente... tenga fiebre, espero no dure mucho —. Dijo con la voz ronca y somnolienta.

No tomó mucho tiempo para que se tumbara nuevamente en la cama, enrollándose en la gruesa cobija color café que había desenrollado. Sus pensamientos se encontraban mermados por el profundo malestar; simplemente se quedó dormido un largo rato nuevamente.

Al momento en que volvió a despertar, eran casi las 2 de la tarde. Seguía ardiendo en fiebre y solamente se quedó observando el techo con una mirada infinitamente pesada, envuelto entre sus cobijas. Pensaba en qué hacer respeto a la enfermedad que había contraído ¿Sería tal vez una necesidad de descanso?

Había pasado más de 3 semanas desde su invocación en Asgard desde entonces no había vuelto a pisar Legacy empezaba extrañar su estancia en aquel sitio, era más que un lugar que protegía…se había vuelto su hogar un lugar al cual podía regresar siempre y disfrutar de sus alrededores. Terminaba alejándose lo suficiente de Asgard sin el permiso de su Mastah deseaba visitar y ver los hermosos alrededores llenos de recuerdos y nostalgia le traía aquel cálido lugar tan colorido, lleno de vida. Podía escuchar los cantos de las aves, aproximadamente era las 2:30 del mediodía la pequeña lirio caminaba por los dormitorios masculinos buscando algo o alguien en especial posiblemente debía de ser un amigo cercano a ella o quizás alguien que la conociera más que ningún otro estudiante ¿pero quien era esa personaba que buscaba?.




-J-jellal-


Comentaba golpeado la puerta de quien creía poder encontrar pero no obtenía respuesta alguna , no podía continuar por el pasillo o seria descubierta por algún estudiante no le quedo más que entrar a la habitación que tenía enfrente  sus ojos  la cual pensaba que se trataría del profesor Jellal Fernández para su sorpresa encontraba a un joven de cabellos negros ardiendo en fiebre, la temperatura aumentaba no podía dejarlo solo sentía la necesidad de ayudarle sin darle tanta importancia que fuera un desconocido. Se acercaba en silencio aprovechando que parecía estar durmiendo profundamente no dudo mucho en medirle la temperatura exactamente unos 40 ºC se alejaba de la cama buscando que entrara luz a la habitación y que el aire fresco que entrara por la ventana.




-Q-que voy hacer no puedo dejarle solo…me quedare a cuidarlo hasta que mejore un poco-



Musitaba para sí misma en voz baja tomando agua fría del grifo en un recipiente hondo de color blanco dejándolo a un lado de la mesita de noche junto a la cama, mientras remojaba los paños y lo colocaba con cuidado sobre la frente del chico.

Poco después el chico volvió a cerrar los ojos, pues la pesadez ganó a sus parpados. Sentía su cuerpo hirviendo y escalofríos desagradables en la piel que, en ocasiones, llegaba a quedar por fuera de las sábanas.

Su mente se encontraba dominada por un estado de agobio y pesadez. Únicamente pensaba en el momento en que su temperatura volviese a la normalidad para salir de su letargo. Se apegó a la cobija al grado de quedar envuelto completamente en ella.

Una débil corriente de aire le hizo estremecerse involuntariamente. Le pareció escuchar una suave voz en la habitación antes de temblar ligeramente por una fría sensación de tacto sobre su frente. En el fondo se preguntaba sobre quién se trataría; sin embargo, en ese momento no tenía tantas fuerzas para averiguarlo. Se encontraba algo atontado y solamente soltó algunos balbuseos y palabras sin sentido; un tono de embriaguez le acompañaba a su sonámbulo estado.

—Está frío... Tengo frío...

Estuvo cambiando los paños húmedos sumergidos en hielo, trataba cuidar bien de aquel chico de cabello oscuro. La fiebre aun no bajaba del todo parecía muy débil y tener mucho frió, mientras cambiaba el paño húmedo de su frente quite algunos de los mechones de cabello que se había pegado a su rostro. A pesar de estar rojo por la fiebre, sudado y tembloriso parecía ser alguien muy fuerte que rara vez se enfermaba.


—Tranquilo ya pasara, buscare medicina pero primero debes comer—



Murmuraba amablemente dirigiéndose al refrigerador. Busca que prepararle lo más común seria prepararle un caldo de pollo con verduras, tuvo suerte tenía todo lo necesario para empezar a prepararle la sopa. Solo le tomo 30 minutos en tener lista la sopa, se había asegurado de probarla antes de dársela, tenía un buen sabor y color se encontraba satisfecha con su trabajo Arturia sabia cocinar un poco ¿cómo fue que había aprendido a cocinar? Ahora que recordaba aquel pelirojizo su anterior mastah Emiya Shirou le habia enseñado como prepararla.




—Te he preparado algo de comer, espero que te guste y como no puedes levantarte mucho te daré de comer—


Musitaba la rubia sosteniendo una bandeja en sus manos y dejándola con cuidado sobre la mesita de noche al lado de su cama, mientras apilaba almohadas bajo su espalda y su cabeza del chico le ayudaba a recostarse un poco y sentaba aun lado esperando que este al menos abriera los ojos.

—¿Quién eres?...— Preguntó con un tono débil y confuso, como si quedaran partes de su consciencia a pesar de no estar en todos sus sentidos.

El azabache lucía como si sus párpados lucharan violentamente pof abrirse, y no lo consiguieran. No podía abrir los ojos, pero su movimiento y sus recientes palabras servían para dar la señal de que se encontraba despierto.

Tras un par de minutos, logró abrir su ojo izquierdo, notando una silueta qje desconocía, un cabello dorado que no estaba seguro si había visto antes. Se sentía aún totalmente adormilado; podía escuchar y sentir, pero no distinguía a la perfección los olores en ese estado.

«¿Qué demonios fue eso?», pensé mientras daba un pequeño salto del susto al escuchar su voz intentaba recuperar el aliento. Entre que mi pecho subía y bajaba para llenar de oxigeno mis pulmones, le miraba sentándome a un lado de la cama y me aseguraba que estuviera más cómodo y retirando el baño de su frente y volviendo a poner un nuevo que posiblemente lo sentiría muy frio, aun se encontraba débil aquel que observaba con preocupación.



―Soy Arturia…debes recuperarte y mientras tanto te alimentare un poco. Así que abre la boca― Tomaba la bandeja de madera colocándola sobre mis piernas y tomando un poco de sopa con el cubierto que lentamente acercaba a su boca ―. He preparado un poco de caldo― concluyó con una sonrisa amable mientras había dejado más paños húmedos sumergido en agua con hielo.