Conversaciones con un rey [Arturia]

por **Charlotte Dunois** Miér Abr 26, 2017 9:23 pm

Había sido un día de clases de lo más aburrido. Lo único que quería Charlotte era ir a la cafetería a olvidar el aburrimiento que las mismas horas de estudio le causaban. Sonó el timbre, la rubia se estiró de brazos, tomó la mochila y se dirigió a la ventana para ver el exterior. Un día parcialmente nublado, con algunos manchones de vapor que ocluían el sol. La temperatura era agradable, y lo mejor de todo es que era momento para almorzar, y pensar en las cosas de la vida.

Caminó por los inmensos pasillos, diciendo "chao" y apurando el paso escaleras abajo. Realmente era una academia muy grande, enorme, tanto que tomaba sus varios minutos desplazarse de un lado a otro. Charlotte, así, vestida con su uniforme llegó hasta el casino, y pidió su bandeja donde los siervos cabra de la academia daban la comida, y justamente era: tallarines con salsa, papas fritas y un trozo de carne, un gran vaso de zumo de naranja, y con una jalea verde de postre. Le daba vergüenza admitir que el almuerzo era una de sus horas favoritas del día.

Caminó entre los largos comedores con amplias vidrieras. Se podía ver todo el exterior y la sala está llena de alumnos, y entonces, vio a una muchacha que la había reconocido. Exactamente, la que estaba en el dojo. — Usted debe ser Arturia-sempai. ¿Cómo está? — Le preguntó con una amable sonrisa y poniendo una barra de chocolate en la bandeja de la contraria, en un gesto de cordialidad en esta hora tan importante. Los muchachos almorzaban y reían, otros cantaban y jugaban con algo de magia, y luego estaba esa rubia.

— ¿Cómo se lleva con Erza-sempai? — interrogó con timidez. Sabía muy bien que no debía preguntar eso, pero quería que las cosas estuvieran bien entre ellas dos, y deseaba evitar conflictos. Después de todo, vendrían contrincantes de otra academia, y se las verían muy duras en el futuro.

por **Arturia Pendragon** Miér Mayo 17, 2017 11:40 am

Un día como cualquier otro, un día normal de clases para cualquier estudiantil de la academia. Aunque el día era bastante acogedor y tranquilo, luego de las clases programadas, la joven inglesa se dirigió sin problema alguno hacia el comedor principal, deslumbrando con una apariencia un tanto infantil por su uniforme escolar.

Luego de elegir sus alimentos del día, tomó con suma serenidad su bandeja de una de las vitrinas cercanas a su silueta, hasta que fue interrumpida por una muchacha de la misma academia, no era nada menos que la jovencita francesa, a pesar de no saber mucho de sus compañeros de ambiente, sólo sabe a base de rumores los nombres de algunos integrantes, por lo cual no tuvo duda alguna responder su interrogante de la forma más cordial como lo es naturalmente.

— Así es... Usted debe ser... La señorita Charlotte. Es un gusto poder conocerla personalmente, he oído muy buenos rumores de su persona. — Pausó sus palabras para esbozar una pequeña sonrisa a su contraria y luego seguir con sus palabras. — He estado bastante bien, muchas gracias por preocupación, espero que usted esté en las mismas condiciones.

Sus palabras no perdían el toque de elegancia y formalidad ante los ajenos, a pesar de seguir la línea de charla con la joven rubia, realizo un pequeño gesto de su cabeza dando una señal relativa a que siga sus pasos hacia una mesa cercana, reposando la bandeja de sus alimentos y sentarse frente a ellos, buscando con la mirada con cual de todos ellos empezar. Tomó con sutileza los cubiertos para empezar su actividad favorita de todas. Comer.

— ¿La señorita Erza? Hm... No conservo un tipo de conflicto emocional hacia ella, sino más bien de admiración. He oído sus habilidades que son de sorprender por lo que he de ser interesante retarla para estudiar sus movimientos, en otras palabras sólo es un conflicto amistoso, competitividad en el manejo de las armas al ser que la señorita Erza es capaz de materializar todo tipo de armas blancas entre ellas espadas y lanzas, es todo un honor combatir contra ella para aprender y conocernos mejor en caso de enfrentarnos a un conflicto real contra nuestro enemigos. — Tras su explicación en como ve a su nueva enemiga-amistosa y su tratado formal respecto a tales actos, prosiguió a comer con toda tranquilidad, dejando ver un sutil rubor en sus pómulos y un gesto en su rostro de satisfacción por el sabor de aquellas delicias.

por **Charlotte Dunois** Lun Mayo 22, 2017 9:47 pm

Arturia era una mujer adusta, con una seriedad que emitía solemnidad, y también algo de misterio, pues ese aire formal era poco común visto en los alumnos, salvo aquellos que provenían de una especie de clase social alta. Por su parte, Charlotte intentó ser así, e incluso estuvo un mes vistiéndose como un hombre, pero la verdad así se sentía incómoda y decidió usar falda. Todos se sorprendieron al verla así: con una gran trenza, su falda tableada de la academia y también solo el chaleco de la parte superior, lo cual le hacía notar un poco el busto.

Luego, admitió que en realidad no era una enemistad propiamente tal, sino que una especie de rivalidad amistosa, como la tendría cualquier deportista de renombre con otro. Las cosas de la competencia, y cómo no, si en Legacy había tanta gente con poderes extraordinarios, que era muy fácil ubicar un "rival", "modelo a seguir", "compañero de batalla" o lo que sea. - Oui, mademoiselle. Erza no solo cambia sus armas, sino también sus armaduras. Algunas son resistentes al fuego, las otras a los ataques de proyectiles, y así sucesivamente - explicó mientras comía de las delicias que servían los chivos cabra.

- A veces voy a la arena mágica a practicar contra mis drones - señaló - No soy humana del todo, de hecho, puedo manipular artefactos con solo mi pensamiento- estiró su dedo hasta el televisor, el cual, era un aburridísimo documental sobre la Era Meiji, y lo cambió a un anime en el cual usaban espadas. - Japón es un país muy distinto a mi natal Francia - la hora del postre llegó y sacó poco a poco el flan que tenía allí. - ¿Le parece si revisamos la arena mágica y el dojo luego de almorzar? - le sonrió para luego tomar su bombón y dejarlo en su bandera, al lado de su vaso. Esto, como muestra de que ella estaba allí para ser amigas.

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