El día que el Rey Demonio conoció a una chica mágica

Es un día pacifico en la ciudad de Tokio. El sol radiante provee de luz y calor a todos los habitantes mientras estos realizan sus diarias actividades. Es un domingo por la tarde, pero eso no hace que la agitada ciudad sea más fluída que de costumbre. Desde los vendedores ambulantes y los oficinistas que corren con papeleo de un lado a otro hasta los pequeños locales y grandes empresas de todo el país que abren sus puertas, recibiendo a miles y miles de personas que día con día compran y pasean tan andariegamente. El clima es simplemente precioso. El cielo está despejado, la temperatura es la ideal para salir, el fresco aire corre a través de las plazas y las calles y la ciudad, tan animada como siempre, se encuentra envuelta en las voces y colores de todos y cada uno de sus habitantes.

– Qué día más precioso para salir...

Quizá muchos pensarían que el ambiente cotidiano era un placer solo destinado para los seres humanos. Mas estos se sorprenderían de saber que no son las únicas criaturas que poblan la tierra. Ocultos bajo máscaras, con prendas comunes y corrientes para no llamar la atención, con nombres y apellidos de lo más normales, criaturas sobrenaturales viven todos los días en contacto con la humanidad en ignorancia de esta última por los primeros. Magos, hechiceros, ángeles, demonios dragones y seres de leyenda, todos estos pasan desapercibidos por los ojos de la sociedad sin tener la más mínima idea de quiénes son o que es lo que quieren de ellos. Algunos, criaturas pacíficas que solo quieren una vida normal. Otros, entes malévolos que desean aprovecharse de la humanidad. Y entre los dos puntos, justo en medio, existe un solo individuo que se debate qué camino debe escoger.

– Vamos a ver... Dónde habrá un puesto de hamburguesas... ¡Ahí está!

Una figura delgada y de finos rasgos camina con tranquilidad hacia el puesto de comida rápida. Su piel era pálida como la nieve y tan suave como una fina prenda de seda. Sus largos cabellos estaban vestidos del cielo y sus dos ojos brillaban como estrellas en el claro firmamento. Sus 149 centímetros, estatura más baja que el promedio, pues, la hacían ver como nada más que una niña. Una niña verdaderamente hermosa, pero una cría a fin y al cabo, que con cálido semblante transitaba las calles de Tokio para pasar el rato y, solo tal vez, hacerse de un buen bocadillo en el camino. Fue así como se acercó al carrito que había visto a la lejanía, pasando por la fuerza entre las personas más altas que ella para ponerse frente al hombre que atendía, hablando con una voz angelical, pero bastante seria a la hora de decir:

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– Quiero todas tus hamburguesas ahora mismo. Pagaré por ellas, así que, por favor.

Debido a su tamaño y la dulzura de su voz era imposible tomar en serio a la criatura, por lo que hacia ella había solo miradas de confusión o susurros burlones en el aire "miren, la niñita quiere todas las hamburguesas" se escuchaba por ahí. Sin embargo, la figura peliazul solo hizo un leve puchero y, llevando la mano al bolso que llevaba a su hombro, sacó un fajo de billetes, el cual puso sobre la barra antes de volver a insistir su orden. “¡Quiero tus hamburguesas ahora! ¿Estás sordo o qué? ¡No voy a repetirlo otra vez!" Prorrumpió con fastidiado gesto, lo que llevaría al dueño del puesto a asentir con rostro sorprendido y comenzar a cocinar su producción en masa. Esta entonces dejó el dinero en donde lo había puesto y soltó un suspiro con desánimo, resignada a esperar al cocinero, con la soberbia actitud de quien cree que puede tener cualquier cosa con dinero. Y como tal, arrojó una mirada molesta a las personas que seguían en el sitio, hablándoles con enojo debido a su actitud burlona de antes.

– ¿No ven que ya no hay nada para ustedes? ¡Fuera de aquí!

– ¿Ho...?

Los ojos de la figura peliazul se posaron en la rubia de reojo, volteando entonces para "verla mejor". Estaba sorprendido en cierta forma, pues no esperaba que alguien fuera a quedarse después de tan descortés actuación. Por supuesto, el demonio seguía airado, motivo por el cual su rostro permaneció con ese gesto de enfado en todo momento, aún si su ira no iba contra la rubia. Sus mejillas estaban infladas y su rostro tenuemente colorado debido a su enojo. La verdad es que lucía completamente adorable de esa forma, aún más por su apariencia de escolar, a tal punto que sería difícil tomarla en serio. Incluso su voz furiosa a la hora de hablar era dulce y melódica, por lo cual incluso enojada era enternecedora.

– ¡Ellos tienen la culpa! ¡Son una bola de idiotas! ¡Creen que pueden burlarse de mí solo por mi tamaño, pero no lo permitiré! Y dejar a alguien sin comer es el castigo perfecto para que reflexione sobre sus actos ¿No crees?~

Eso último lo diría ya con un gesto más malicioso y sonriente, mientras se ponía un dedo en la mejilla, en una tierna pose. Una vez dicho aquello, se volvió nuevamente hacia el carrito de hamburguesas, de donde tomaría una de tantas que el hombre se apresuraba a preparar a pedido de la figura ojiambar. Solo de tomar aquel bocadillo entre sus manos se le hacía agua la boca, no en vano siendo el platillo favorito del rey demonio. Tras mirarla un par de segundos, la llevó energéticamente a sus labios, dando un gran mordisco en acto. Sus mejillas estaban ruborizadas, su gesto era de completa alegría. Y con pequeños pero rápidos bocados, como una piraña que devora a una gran presa, pocos segundos pasaron antes que el limo terminase con su comida rápida, mostrando a la contraria una dulce sonrisa con algo de catsup en los labios.

Para Rimuru Tempest, la comida era algo simplemente sagrado. No recordaba realmente que alguna vez no hubiera podido comer o beber o sentir el sabor de las cosas. Sin embargo, había en su alma una sensación extraña como de nostalgia que le decía que sus sentidos no siempre habían sido suyos. Que su vista y su oído, su olfato y su gusto, que nada de eso era prescindible. Que eran un regalo de alguien más y que debía valorarlos como a su propia vida. Aún si no sabía quién era esa persona, aún si todo eran sombras borrosas en su memoria que su mente no lograba dislumbrar, el sentimiento siempre estaba presente y no podía ignorarlo. Era por ello que su rostro se iluminaba con especial alegría al poder comer algo delicioso.

– Vamos, vamos ¿Es que tú no comes? –preguntó la "loli", alzando una ceja– Toma una, o dos, o las que quieras. Acabo de comprar un carrito completo de hamburguesas y sería insensato intentar comerme todas por mi cuenta.

Por supuesto, aquello era una vil mentira. No había forma de que la Sailor Scout se enterase en ese momento, pero Rimuru Tempest estaba mintiendo garrafalmente en ese momento. Como Rey Demonio que era, todo aquello que entraba a su boca terminaba por convertirse en energía mágica. Y siendo capaz de almacenarlo infinitamente, era imposible que se llenase aún si comiera cien carritos de comida rápida. Pero con su repentino buen humor y siendo que la rubia no se había burlado en lo absoluto, no veía problema alguno en obsequiarle un bocadillo. Además, algo en ella había conseguido atrapar la atención del limo, y quería aprovechar para hacerle algunas preguntas.

« ¿Are...? ¿Y esa energía...? »

Rimuru Tempest no ve como los seres humanos. Su capacidad de "mirar" proviene de su "Habilidad Extra: Percepción Mágica" que le permite ver interpretando en imágenes la energía en el ambiente. Es realmente complicado de explicar, pero si se quisiera poner en palabras sencillas diríamos que el Rey demonio es capaz de ver todo el espectro de luz existente, y no solo la infima porción destinada a los ojos de los mortales. Es por eso que para él, el brillo del legendario cristal de plata resplandecía colgado al cuello de la chica con una intensidad radiante. Y vaya que aquel era un poder abismal que sorprendía aún al temible demonio. Es así como decidió hablar directamente con ella, sin ningún rodeo, aprovechando la inesperada casualidad del carrito de comida para forzar una reunión por el momento y, quién sabe, descubrir si aquella chica era una amenaza o un buen aliado.

– Dime ¿Cuál es tu nombre? –preguntó el limo, tomando una hamburguesa y extendiéndola a la chica, con un gesto de alegría e inocencia bastante persuasiva– De solo verte se nota que eres una chica radiante. Tienes un aura sobrenatural definitivamente. Créeme, sé de esas cosas. Apuesto a que estudias en la Academia Legacy ¿No es así? ¡Tiene que ser así, es la única escuela para seres con poderes asombrosos en Japón!

La bella criatura peliazul hacía uso de su persuasión demoniaca para ir soltando la lengua de su contraria. Por supuesto, nada de lo que decía era mentira. Bien era sabido en todo Japón que la Academia Legacy son casi los héroes del mundo. Su fama era incluso de talla internacional, por lo que su existencia no era secreto ni sorpresa para nadie. Inteligentemente la criatura abismal utiliza expresiones verdaderas y un gesto amable para generar una confianza inmediata, apelando por la gentileza y la adulación que suele ser un punto débil en las adolescentes. Esos eran al menos los pensamientos de Rimuru, ya más tarde descubriría si estaba más cerca o más lejos de la realidad.

La pregunta que la rubia había hecho causó que el limo soltara una risa por lo bajo, para luego sonreír de forma risueña. La verdad es que se había enternecido levemente con la sorpresa que le había causado a la contraria el hecho de que se le ofreciera comida. Ese gesto emocionado y alegre solo lo había visto una vez antes: en sí mismo. Hace no mucho tiempo, en un lugar muy similar, cuando una azabache de coletas que recién se integraba al internado Asgard le compró comida al Rey Demonio en tanto que iban por la calle. Una escena que sin dudas es capaz de ignorar, aún no puede olvidar cuán feliz se sintió de recibir lo que había sido su primer regalo. Casi hasta le dieron ganas de acariciar la cabeza de la completa desconocida, pero por el momento se contuvo en pro de las normas sociales.

Por otro lado, lo que produjo una reacción completamente diferente fue el escuchar el nombre de aquella chica. Contrario a lo que la contraria podía esperar, la trampa del demonio había funcionado a la perfección con el único hecho de que ella pronunciase su nombre. La "Habilidad Única: Gran Sabio" de Rimuru Tempest le permite saber cualquier cosa en el mundo que no sea un secreto para el universo. Si existe algo en este mundo que sea conocido por la humanidad, Rimuru puede saber todo sobre ello con solo verlo o escuchar de ello. En este caso, un vistazo a la chica y su nombre eran más que suficiente para conocer casi todo su currículum. Casi todo, excepto por una cosa en particular.

« Un momento... Gran Sabio ¿Cuáles son las habilidades de la chica? »

« Solución: Imposible analizar. Información encriptada. Intente ingresando más datos »

« ¿Qué demonios...? »

Gran Sabio, la habilidad que habla al alma del Rey Demonio y le transmite el conocimiento universal, fue incapaz de responder a su pregunta. Eso solo podía significar una cosa: Usagi Tsukino mantenía en secreto su poder. Usualmente no es difícil para el slime leer a sus oponentes por completo, pues casi siempre enfrenta a magos y demonios que no tienden a ocultar sino más bien a presumir su fuerza. Si aquella lo ocultaba es más probable que fuera una heroína con máscara o algo parecido y mantuviera una identidad secreta para proteger a sus seres queridos. Eso era problemático a la hora de investigarla, pero no era un verdadero problema, pues al menos se había hecho con algunos datos útiles.

– Así que... ¿Tsuki no Usagi? ¿De casualidad no preparas mochi por las noches con un mazo? –dijo el demonio, pronunciando literalmente el nombre de la rubia con una leve risa escapando de su voz– Solo bromeo, mi nombre es Rimuru. Rimuru Tempest. Gracias por el cumplido~!

Aquello último lo dijo con la misma voz adorable y dulce de hace un rato, e incluso juntó ambas manos mientras las llevaba a su pecho, a modo de formar un corazón. Tras aquel gesto capaz de embelezar a cualquiera, tan solo soltó una risa suave y tomó una hamburguesa más, la cual devoraría de pocos mordiscos con una alegría radiante. A lo próximo notó la actitud arisca de la rubia ante la pregunta de la academia y la evasión de su afirmación por los poderes sobrenaturales. No se esperaría menos, pues un héroe sabe ser cauteloso. Aún así, Rimuru decidió no presionar más por el momento sino, por el contrario, hacer la situación actual más amena.

– Hai hai, tienes un aura sobrenatural. Da la casualidad de que percibo las energías de las personas, así que sé cuando encuentro a a una chica extraordinaria. Es más, voy a leer tu aura~

A continuación se acercó el slime y tomó la mano de la bachiller entre las dos propias. Mientras la sujetaba cerró los ojos e hizo como si se estuviera concentrando. La verdad es que Rimuru no tenía tal poder extrasensorial místico y misterioso, pero pensó que sería más divertido de esa forma. Utilizando información que ya de por sí había robado a través de Gran Sabio, el limo montaba su teatro a modo de entretenimiento.

– Puedo ver... Veo un... Un aura de color dorado... Eres... Una chica muy alegre... Haces amigos con mucha facilidad... Te preocupas siempre por tus amigos y... Oh... ¿Qué es esto? Hay un calor intenso dentro de ti... Una energía muy fuerte... Tú... Estás enamorada ¿Verdad, Usagi-chan?~ Debe ser un chico muy afortunado... ¿O acaso será una chica? Uhmm... ¿Te gustan los chicos o las chicas? ¿O tal vez son ambos? ¿Te parezco linda, Usagi?~ Si me aceptas una cita te llevaré a comer todo lo que gustes. Leo tu aura, sé que quieres~

Llegados a este punto, el slime ya había abierto los ojos y miraba de cerca a la rubia con un tierno gesto, como si de verdad estuviera tratando de conquistarla o algo similar. Sin embargo, no aguantó más y se echó a reír ahí mismo, no pudiendo contener lo graciosa que le parecía la situación. Sí, Rimuru Tempest es bien conocido por siempre hacer bromas fuera de lugar todo el tiempo.

– Sumimasen, sumimasen, no pude evitarlo jajajaja. Cuando quieras ligar haz eso mismo, pero no... Pero no te rías o pierde el encanto jajajaja

El Rey Demonio reía al lado de aquella chica, burlándose abiertamente de su reacción. No es que pudiera evitarlo, pues aquel gesto sorprendido y ruborizado por parte de ella, dejando en claro la clase de chica jovial e inocente que era. Eso le resultaba simplemente enternecedor, por lo cual incluso el rostro del slime estaba levemente sonrojado mientras este reía alegremente. Pese a que todo aquel teatro era una farsa para acercarse a la rubia, su risa era genuina. La alegría en su interior era genuina, y no lograba entenderlo. ¿Por qué se sentía bien de pasar tiempo con una completa desconocida? Era sin duda alguna de lo más extraño. Siempre que se juntaba demasiado con alguien, aliado o enemigo, terminaba extrañamente amistado con esa persona. Simplemente no lo comprendía.

– ¿Que si yo voy a Legacy?

La pregunta sorprendió a la peliazul. ¿Aquella no conocía a sus compañeros acaso? ¿O es que le probaba para saber si mentía o no? Si la primera opción era correcta, sería extremadamente conveniente hacerse pasar por miembro de la academia. La conocía al derecho y al revés, no sería un problema fingir ante una estudiante de nuevo ingreso. Sin embargo, si resultaba ser una prueba, esa mentira echaría a perder toda la confianza que ya había obtenido. Tenía que pensar, y tenía que hacerlo rápido. Inmediatamente entonces soltó una carcajada al aire y llevó su mano detrás de su nuca, en un gesto de entre gracia y vergüenza, como quien es confundido con una persona importante o algo parecido.

– No no, ya quisiera yo, pero mamá jamás lo permitiría. Actualmente soy sacerdotisa en el templo Gotokuji ¿Lo ubicas? El templo de los gatos que está a unas cuadras de aquí. Es famoso por ser el hogar de las figurillas del gato con la pata levantada, las de la buena suerte.

Una mentira astuta o quizá una verdad a medias. La verdad es que, como buen amante de los gatos, Rimuru Tempest frecuentaba el templo Gotokuji constantemente. En realidad, tanto era así que incluso había hecho amistad con algunos de los sacerdotes más viejos del templo, e incluso apoyado en algunas ocasiones. Si necesitaba una coartada para hacer más creíbles sus afirmaciones, siempre podía llevar a la sailor scout al templo y los monjes la respaldarían. El escenario de su vida falsa estaba cuidadosamente planeado desde hace tiempo, por lo que no tendría problemas en mantener su mentira. Finalmente, los frutos de una vida cotidiana estaban siendo cosechados.

– Aún así, siempre quise ser una heroína que pelea por el amor y la justicia, debe ser genial... Pero sí tengo unos cuantos buenos amigos que estudian en Legacy. ¿Conoces a Arturia Pendragon? ¿Ayana Shade? ¿Gray Fullbuster? La primera es inconfundible. Cabello rubio, ojos verdes, mirada perdida y una armadura de caballero; es asombrosa. Ayana es una pelirrosa heterócroma que siempre anda con un lobo negro, y Gray es un musculoso azabache que controla el hielo. Los tres son increíbles, en comparación con ellos la verdad es que no hago gran cosa

Dijo eso último con una risa apenada, pues claramente no había punto de comparación entre el poder de combate abrumador de los legacianos que había mencionado y la habilidad demostrada por la loli peliazul. Incluso se notó un pequeño gesto de tristeza tras la risa forzada que le había dado a la rubia, como mostrando que en realidad era difícil para ella el hecho de no poder ser una heroína. Por supuesto, eso era otra farsa, pues las tres amistades mencionadas las había hecho tras haber combatido al menos una vez, siempre con una victoria casi aplastante del rey demonio. Pero eso no había forma de que el conejo de la luna lo supiera; a sus ojos solo había una pequeña con sentimientos heridos.

– Pero bueno, qué se le va a hacer ¿Verdad? –dijo, con una sonrisa triste, a la par que tomaba otra hamburguesa y le daba una mordida, pasando bocado antes de proseguir su discurso– Mamá dice que un héroe es cualquiera que puede abrazar a alguien y decirle que no es el fin del mundo tras escuchar y entender su dolor, así que ser sacerdotisa es lo más cercano a realizar mi sueño...

Aún no terminaba de hablar el limo cuando empujó con todas sus fuerzas a la rubia, con intención de apartarla del camino. Al instante, varias enormes raíces negras y espinosas salieron del suelo, sujetando a la joven peliazul. "Maldición" susurró por lo bajo el demonio al ver su hamburguesa en el suelo, mientras sus piernas y torso eran envueltos por aquellas raíces serpenteantes. Se sacudió entonces la tierra como un terremoto, abriéndose entonces el pavimento para dejar salir del subsuelo a una enorme bestia parecida a un dragón, cubierta de escamas que parecían pétalos y rodeada de raíces espinosas que se movían como tentáculos. En menos de diez segundos ya tenía sujetas a otras tres personas, mientras el resto de la población huía aterrorizada.

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– ¡Huye de aquí! ¡Huye de aquí!

La voz de la figura peliazul gritaba desesperadamente a la rubia, forcejeando a la vez para tratar de soltarse de las raíces, aunque sin mucho éxito. Llevó entonces la mano al bolsillo de su saco, que por fortuna aún no era envuelto por las raíces, y extrajo un encendedor. Prendió una pequeña llama y la tomó entre sus dedos, arrojandola contra el monstruo escamoso, que bien podría medir tres metros de alto sin problemas. La pequeña flama explotó con una potencia impresionante, suficiente para hacer a la criatura quejarse de dolor. Sin embargo, eso causaría que al instante las raíces que sujetaban a la peliazul la apretasen con más fuerza, haciéndole soltar el mechero de bolsillo, y obligándole a entrar en pánico, pues su única forma de defenderse le había sido arrebataba.

– ¡No, mi encendedor! ¡Ayúdenme! ¡Alguien ayúdeme por favor!

El limo forcejeaba desesperadamente con las raíces que le sujetaban, mas sin embargo estas solo estrujaban cada vez con fuerza mayor, de forma similar a como una boa lo haría. El mayor problema quizá no serían las propias raíces que bien podrían aplastarla, sino las afiladas espinas que se enterraban en el cuerpo y lo cortaban conforme más apretaban. Aquellas eran tan afiladas como cuchillos y probablemente más grandes que un clavo, lo que en sí misma las hacía posiblemente mortales. Rimuru no era la única persona presa de aquella mortal prisión. Sin embargo, antes que las raíces pudieran causar alguna herida mortal, fueron cortadas por un súbito movimiento de un disco brillante que, volando por los aires, liberaría a todos los cautivos.

– ¿Ho...?

El limo estaba sorprendido. Pese a toda la conmoción que rodeaba la escena, para este no representaba ningún esfuerzo verlo todo a su alrededor. Presenciar la transformación de la sailor scout había sido, probablemente, una de las cosas más asombrosas que le habían pasado en la vida. El poder que irradiaba era místico y luminoso, como si viniera de otro mundo. Ese poder resplandeciente era digno de... Digno de... ¡De una chica mágica! Era algo simplemente emocionante, era como un sueño hecho realidad. Los personajes que pensó que existían solo en las historias de ficción ¡Eran reales! Bueno, una al menos. Tan asombrado estaba que ni siquiera se concentró en sí mismo en ese momento, cayendo al suelo de espaldas tras su liberación.

La peliazul, al igual que el resto de las víctimas, estaban llenos de cortes en el cuerpo. Cortes poco profundos, gracias a la velocidad de la rubia. De esos que necesitan un poco de alcohol y una bandita para sanar. Rimuru era probablemente quien más rudamente había sido tratado por la bestia, pues tras haber atacado casi termina siendo exprimido. En su caso las heridas eran más profundas y respiraba con dificultad. El blanco vestido que llevaba estaba ahora entintado de un rojo carmesí desde el abdomen hacia abajo y parte del pecho. Aún así, era lo suficientemente leve para arrastrarse hacia su mechero en el suelo y tomarlo, antes de arrojar otra explosión a la enorme bestia, que una vez más arrojaba un grito desgarrador.

– ¡Sailor Moon! –prorrumpió el rey demonio– ¡Sentí el aura del monstruo! Su poder se concentra en su núcleo, en el estómago, pero su cuerpo es tan duro como el metal... No sé cómo romperlo...

Por supuesto, aunque el demonio mentía en cuanto a la percepción extrasensorial, los datos que daba eran cien por ciento verídicos. Lo sabía de sobra, pues podía verlo. Para su habilidad, observar a través de la criatura era pan comido. Esa cosa claramente no estaba viva, era más como un hechizo o un encantamiento sobre un objeto. Su poder estaba en el centro y destruirlo sería suficiente para vencerlo. La verdadera pregunta era ¿Cómo? Lo único que quedaba era confiar en el poder de la chica mágica, y en que pudiera ingeniar una forma de resolverlo. De lo contrario, el monstruo ahí podría matar a todos los presentes. Eso quedó más que claro cuando comenzaron a salir más raíces del suelo, destruyendo cuanto se encontraba en su camino.

El limo, que ahora se hallaba sentado en el suelo, por lo pronto se dispuso a sanar sus heridas. Tomó una botella de su saco, no más grande que una copa de whisky, la cual destapó y de la misma que bebió un sorbo. Aquello fue suficiente para comenzar a brillar de un color azul, sanando las heridas en segundos. Claro, la ropa desgarrada y ensangrentada no se reparó, pero Rimuru ahora estaba tan bien como para ponerse de pie, corriendo donde otra de las víctimas para sanarle bajo el mismo principio. No le tomó casi nada, aunque casi recibe un golpe por parte de una raíz en el camino. Habiendo restaurado la salud de aquel oficinista, le indicó por dónde salir y este, agradecido, huyó tan rápido como pudo. Por su parte, el limo arrojó otra explosión al monstruo para mantenerlo distraído.

– Maldición... Ni siquiera le hago nada...

El Rey Demonio se encontraba sanando personas en medio de la escena. Primero a aquel oficinista, luego a una ama de casa, después a un chico y a su novia... Bueno, finalmente todas las personas fueron restauradas y, tras agradecer el haber sido rescatados, huyeron despavoridamente. Con eso, el terreno quedó despejado de civiles, en tanto que Sailor Moon se ocupaba del temible oponente que bien pudo haber asesinado a todas aquellas personas inocentes de no haber sido detenido a tiempo. Un ataque en el centro parecía haber resultado para liberar a la planta de su maldición, haciéndola caer al suelo. Sin embargoz la cantidad de energía que la rubia había invertido en ello la había dejado agotada. Algo que llamó la atención del slime, por supuesto.

« Así que un ataque basta para agotarla... Interesante... »

Rimuru sonrió victoriosamente ante los resultados de sus observaciones. Sí, por supuesto, sabía perfectamente que la contraria era una heroína, pero ¿Una chica mágica? ¡Eso de verdad era una locura! Hasta ahora había enfrentado a magos y hechiceros, alquimistas y guerreros, había luchado con dragones, con hadas, con brujas y con superhéroes. Sin embargo, aún con todas aquellas criaturas irreales, lo único que jamás había conocido era aquello que más le fascinaba: chicas mágicas. Era por eso que la peliazul se sentía completamente absorta por su contraria, de una forma que no había sentido antes y que aún ahora sería incapaz de describir si se lo preguntasen.

– ¡Sailor Moon! ¡Nos salvaste! ¡De verdad nos salvaste!

El Rey Demonio corrió a abrazar a su contraria con fuerza, como si fuera una persona muy importante que siempre había deseado poder tocar. En cierto sentido era de esa forma. Cuando Rimuru Tempest llegó al mundo, sus recuerdos se perdieron en el vacío absoluto. Se encontraba solo en el mundo, y su situación inicial fue realmente desfavorable. Estuvo cerca de la muerte en un par de ocasiones. Las primeras personas con quien tuvo contacto fue el internado Asgard. Rimuru creció en poco tiempo creyendo que la única forma de vivir era usando a todos como herramientas antes de que ellos lo hagan contigo.

Los héroes eran para él personas hipócritas que creen que pueden arreglar todo con una sonrisa. Que hacen alarde de ser invencibles y salvar el mundo cuando la realidad hay millones de personas en el mundo que sufren y no hay quién los ayude. Sin embargo, en los mangas a los que pronto se volvería adicto encontraría una visión distinta de lo que es ser un héroe. En aquellas historias, las llamadas "chicas mágicas" no son como los superhéroes. No se sienten invencibles, no creen ser el centro del universo. Tienen vidas como personas normales, van a la escuela y tienen amigos. Sufren y lloran como las personas, saben que no pueden hacerlo todo. Pero pelean por aquello que más aman y desean en el mundo.

– Esa aura dorada... Muchas gracias, conejo de la luna~

Una chica mágica no busca fama, no sale en entrevistas de TV. Una chica mágica no aparece en la primera plana del periódico saludando ni tiene su línea de figuras de acción, tazas y camisetas. Viven en las sombras, apartadas del público. No pelean para sentir la adrenalina del momento como un superhéroe, no pelean por el placer de el poder o la fama. Protegen a las personas del peligro y luego desaparecen para regresar a esa vida pacífica y normal por la cual luchan en primer lugar. Es por eso que Rimuru Tempest admira tanto a las chicas mágicas pese a ser un villano, y es por eso que la chica que tenía frente a él era la cristalización de todo lo que consideraba que podía haber de bueno y puro en el mundo, si es que había algo así.

– Supongo que querrás cambiarte antes de irnos. Todo salió bien, eso hay que celebrarlo, así que... ¿Has jugado Pump It Up? Amo ese juego y hay un arcade a unas calles. Hay muchas, muchas, muchas preguntas que quiero hacerte, si no es una molestia.

La peliazul estaba pegada a la rubia, mirándole con un gesto tierno a fin tal vez de ganarsela. Había encontrado algo que jamás imaginó que existiría en el mundo real. Algo realmente importante, que representaba su más grande pasión. Tenía que conocerla más, hablar más con ella. ¿Cuáles serían sus sueños? ¿Cuáles serían sus ideales? ¿Qué sería lo más importante para ella? El demonio estaba tan emocionado como un niño conociendo al actor de su serie favorita, apenas podía contener la emoción para no dar saltos de alegría y gritar en el aire que su nueva amiga era una chica mágica.

La escena era simplemente conmovedora. La rubia estaba abrazando al demonio con fuerza, llorando cual si le hubiera visto morir o algo parecido. En cierta forma era una afirmación verdadera. A los ojos de la rubia, había sido casi mutilada ahí mismo. Claro que Rimuru Tempest en realidad jamás corrió el menor de los peligros, pero eso no era algo que pudiera declarar así como así. Tenía al menos que fingir que estaba un poco afectado por la situación. Quizá un poco de preocupación no estaría mal. Sin embargo, era algo problemático para un ser que jamás había experimentado una sensación similar al miedo. Lo mejor que pudo hacer fue acercar la mano de la contraria para que sintiera su cuerpo y dejarle en claro que no estaba herida.

– Hey, hey, está bien ¿Ves? Estoy bien –dijo la peliazul mientras tomó la poción de la cual había bebido, sacándola de su saco para mostrarla a la contraria. Estaba a la mitad– Esto de aquí es magia liquida. Bueno, no literalmente, en realidad es medicina, una poción restauradora. No preguntes cómo la obtuve, digamos que alguien importante me debía un favor.

Añadiendo cada vez más frases a la lista de mentiras del rey demonio, fabricar una poción es prácticamente la especialidad de un slime, al poder desintegrar y mezclar la cantidad perfecta de ingredientes, crear la poción mágica definitiva es un juego de niños, incluso produciendo en masa. Pero lo que de verdad ocultaba el demonio no era la obtención de la poción, cuyo efecto estaba demostrando, pues había sanado con ella al resto de los afectados del ataque. La verdadera mentira era que el demonio no la necesitaba, pues nunca fue herido. Las cortaduras eran verdaderas, claro, al igual que las espinas del dragón. Lo falso era que había resultado lastimado.

Los slimes no sangran, y por supuesto que no mueren sin importar cuántas veces los apuñales con una espada. Detrás de ello había una historia muy graciosa y muy ingeniosa que al lector vale la pena contarle. Resulta que la capacidad de replicar formas del limo no se reduce solo a la apariencia física. Imitar células, órganos, incluso sangre, no es nada descabellado. Aunque en realidad sean órganos falsos y fácilmente reemplazables, dan la sensación de ser tan reales como para resultar en una muy hábil actuación. Así que en realidad nunca necesitó la poción, era solo un detalle extra para persuadir a la sailor scout de su "humanidad".

– El punto es, que estoy curada. Así que... En lugar de ir al médico para escuchar algo que ya sabemos, por favor vamos de compras –mencionó en voz baja, para luego acercarse al oído de la scout y susurrar levemente– Aquí entre nos, no llevo ropa interior, así que, en serio te suplico que vayamos por ropa, antes de que este vestido termine de hacerse trizas...

La pequeña se separó entonces, mostrando un rostro avergonzado por lo que acababa de mencionar, con la mirada baja y las mejillas coloradas a tope. Por supuesto, para el rey demonio es algo completamente natural. Quiero decir, para un slime sin género no es algo de lo que haya que preocuparse mucho. Pero, por supuesto, ahora estaba actuando a una chica normal y tenía que actuar como tal. Y una chica tendría vergüenza de andar desnuda por la vida... Al menos eso es lo que ha visto en los mangas y las novelas ligeras, así que parecía buena idea imitar esa actitud.

El plan del Rey Demonio había funcionado a la perfección: la presión que aplicó sobre la joven rubia fue más que suficiente para dejar de lado los detalles concernientes a su sanación para enfocarse en el problema de la ropa. Sin embargo, no se esperaba en lo absoluto que la rubia tuviera el poder de aquella pluma mágica. Nunca había visto una habilidad similar. En cualquier otra ocasión, habría pensado que eso de una pluma de disfraces es un poder infantil y completamente inútil, pero justo en ese momento tuvo que admitir que era un artículo ciertamente útil al menos de forma extremadamente ocasional. Pero bueno, las chicas mágicas de los mangas suelen tener poderes infantiles y sin sentido, así que para Rimuru estaba bien.

Fue así como la mujer de coletas terminó por poner encima de la peliazul aquella sudadera blanca. El limo sacó los brazos a través de las mangas y acomodó más o menos su cabello. Digo más o menos, pues el alboroto de hace unos minutos le había dejado la cabeza hecha un desastre. En situaciones normales podría acomodar su cabello mágicamente con solo pensarlo. Lo que es más, podría reparar su ropa sin problemas o incluso tejer una nueva a su talla y gusto. Pero claro, justo ahora no pretendía ser el Rey Demonio, sino una chica de secundaria más o menos ordinaria. No le quedaba más remedio que apegarse a su papel de niña común hasta que llegase el momento adecuado.

– ¡W-woah! ¡Eso fue increíble! ¡Muchas gracias!

El slime actuó en seguida, y de forma muy natural, como sorprendido ante las acciones de la rubia. Por supuesto, a la realidad que no le parecía una habilidad "asombrosa" en lo absoluto. Cambiar algunos rasgos del cuerpo y crear ropa de la nada son dos cosas bastante cotidianas para el limo. Después de todo, le encanta elegir los diseños de ropa más bellos que encuentre, y generalmente cambia su cuerpo para quedar a la medida de las prendas que le gustan y poder lucirlas. Un hábito muy arraigado de alguien que agradece un cuerpo que le fue obsequiado y que quiere hacerlo resaltar. Pero como para no levantar sospechas fue que se hizo la inocente y mostró el asombro de un crío ante un truco de magia profesional.

– ¡Vamos, vamos, el día está en su punto y hay mucho por hacer!

De forma repentina, el demonio sujetó la mano de la rubia y la jaló (no sin antes colgarse al hombro su propio bolso), comenzando a caminar, casi corriendo, con dirección a solo el demonio sabrá dónde. Apenas dieron algunos pasos cuando finalmente llegaron agentes policiacos a la escena, seguidos por camionetas con miembros de la prensa, que inmediatamente comenzaron a tomar fotografías e interrogar a los locales que comenzaban a transitar por la zona. Por supuesto, los civiles no pudieron decir nada, pues apenas comenzaban a acercarse a la zona. El demonio, por su parte, tomó su encendedor y, tomando una pequeña llama, la arrojó a varios metros de distancia, causando que un árbol se prendiera en llamas "de la nada" a la vista del público, permitiendo al dúo escapar mientras todos se centraban en ese hecho inexplicable.

A unas tres calles de distancia de los acontecimientos antes sucitados, la ciudad permanecía completamente intacta, como si nada hubiera ocurrido. La carretera y edificaciones permanecían intactas, y las personas continuaban con regularidad sus diarias actividades, transitando con toda la calma del mundo. Tanto alboroto había hecho que el Rey Demonio hasta olvidara el precioso día que era para pasear. El sol brillante y el fresco viento eran el atractivo principal, por supuesto. Pero las diferentes tiendas no se quedaban atrás en lo absoluto. Desde puestos de comida y pequeñas tiendas hasta tiendas departamentales y centros de videojuegos, de entre todas las cuales el slime se dirigió corriendo a una, tirando aún de su compañera la rubia.

– ¡Mira, mira! ¡Este sitio es increíble, tenemos que comprar aquí!

Era aquella una tienda departamental, verdaderamente enorme, pues tendría tres pisos de alto, cada uno con el área para abarcar quizá media cuadra. El piso era liso y muy reluciente, las paredes eran blancas como la nieve y estaba el techo lleno de brillantes luces que hacían el sitio todavía más resplandeciente. Habían maniquíes por todo el sitio, posando en diversas y muy variadas posturas a la par que lucían todo tipo de estilos diferentes con las mismas prendas que la tienda ofrecía. Definitivamente parecía un sitio costoso, aunque al demonio no parecía molestarle en lo absoluto. En realidad, extrajo de su bolso una pequeña cartera negra, de la cual sacó una Mastercard para luego volver a guardar la cartera en el blanco bolso.

– No creas que eres la única con trucos bajo la manga. Así como tú tienes una pluma mágica, yo tengo esta tarjeta mágica~ ¡Oh, mira eso! ¡Mira eso! ¡Y eso otro de allá, es increíble!

El limo corrió con alta emoción hasta un conjunto colocado en uno de los maniquíes. Consistía de una blusa negra de manga corta y una minifalda roja a cuadros contaba con un lazo rosa a modo de adorno, y dos muñequeras rojas más un collar le acompañaban como accesorios. No era un conjunto que el Rey Demonio hubiera siquiera considerado vestir antes, pues acostumbra de toda la vida usar prendas más elegantes. Sin embargo, no pudo evitar sentirse atraído por aquel conjunto tan diferente de lo habitual, deseándolo tanto al instante que comenzó inmediatamente a buscar entre las ropa de los estantes que estaban a espaldas del maniquí, a fin de armar un conjunto igual al que el cuerpo de plástico vestía.

– Seguro se verá genial con unas medias negras y unas botas del mismo color. ¡Ayúdame a buscar, conejo de la luna!