¡Viva México, kbrones! [Aoko, Rin, Ochako, Osamu, Hikari, Ain, Aimeé, Shinya y Rimuru]

Se supone que en toda pueblo u ciudad debe celebrar este día, ¿No?
Si, pero debido a la cuarentena se ha cancelado dicha celebración por lo que sus usuarios han decidido "reunirse" y festejar éste sin importar la diferencia de bandos entre sus personajes, lo importante era estar en uno de los acontecimientos reconocidos por parte de su país.

Si, estoy rompiendo la cuarta pared.
Mi nombre es Archer Juan Emiya, y estás leyendo el primer día del grito mexicano en Legacy ¿???

Y allí estaba aquél arquero encima de uno de los techos de la ciudad, en su mano izquierda sostenía un estandarte con la bandera de México mientras que en la otra tenía una lata de cerveza; se sentía satisfecho de que él mismo sería quien diera el, una expresión egocéntrica se mostró en su rostro.

— ¿Dónde estarán? La ubicación no es difícil de hallar, un caracol sería más rápido. — Replicó así mismo con un tono molesto, y era cierto, se estaba haciendo tarde y aparentemente la hora era perfecta para iniciar con el acto.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Rimuro de la Santísima Concepción del Pilar de Jesús y la Sagrada Virgen de la Tempestad López García se acercaba lentamente al punto de reunión establecido por el arquero. Aquella era una noche especial, pues estaban por celebrar un acontecimiento único en el año: el día de la independencia mexicana.

Con ropas de adelita y pistola en el cinturón, el andrógino de cabellos celestes llegó a la escena, sonriente y entusiasta, listo para ser parte de aquella celebración. Esperaba que aquel evento valiera la pena, pues se había esforzado mucho en preparar su traje a mano sin ayuda de sus habilidades. En verdad había sido algo realmente problemático, aunque al final lo había conseguido...

– Que onda compadre~ Ya llegó por quien lloraban!

Gritó el limo al aire para anunciar su aparición. En la mano derecha llevaba una botella de tequila, aún sin abrir. En la otra traía una charola de unicel con una orden de tacos al pastor. Parecía realmente de buen ánimo, y pues la realidad era que así era. Incluso se había puesto un bigote falso para la ocasión, lo que daba bastante risa considerando que había vestido como una dama.

El día por fin había llegado. El grito se realizaría por primera vez y tendría el honor de asistir con todo el ánimo de fiesta. Afortunadamente, ver videos de recetas le había funcionado. Desde temprano se puso a preparar un pozole rojo que tenía pinta de estar muy bueno. Se llevó una buena olla humeante para ofrecerles a las personas que acudirían al grito de independencia. Pasó a la tienda por desechables y le pidió ayuda al taxista para que entre los dos trasladaran el recipiente de pozole, de la verdura y tostadas para acompañarlo.

—Buenas noches, sírvanse un pozolito que está bien sabroso. Acérquense, con confianza— Dijo mientras preparaba los platos y cucharas para degustar el alimento. Traía puesto un bello vestido blanco con bordado Tének, algo típico de la huasteca potosina, el cual pudo conseguir con dificultad pero a tiempo. Alzó un poco la mirada y logró visualizar la preciosa bandera tricolor que era sostenida por un hombre agraciado. Sintió un escalofrió al presenciar el símbolo patrio, sin duda alguna, estaba lista para gritar con todo su corazón.

Osamu Cuauhtémoc Pérez Dazai, mejor conocido como “El momias”, por sus característicos vendajes, se dirigía al punto de reunión, algo encorvado por la olla de tamales que llevaba atada en la espalda, tratando de entender cómo El Pípila había aguantado la losa de piedra sobre él.

En su trayecto, no podía dejar de pensar en aquella idea que había tenido esa tarde. Aunque le emocionaba presenciar el tan dichoso Grito de Independencia, en su mente tentaba aquella escena en su imaginación donde se escabullía en el edificio que sería cede del gran evento. Quizá, si su plan salía bien, el compadre Archer Juan no se daría cuenta y el chico suicida podría tomar la bandera para enredarse en ella y arrojarse como Juan Escutia. Un suicidio en pleno Grito de Independencia no sonaba nada mal, e incluso andaba vestido para la ocasión, detalle que haría honor a su magnífica escena.

Llevaba puesto un traje de charro en color negro, acompañado de un moño rojo y un par de botas para la ocasión. De igual manera, el gran sombrero no podía faltar. En una de sus manos traía un elote con chile del que no pica para disfrutar del momento. Además, en la otra sostenía una lata grande de cerveza Corona Extra bien fría. Era una vista realmente graciosa ver al suicida cargando con todo eso en sus manos y su pobre espalda que, probablemente, le dolería al siguiente día.

Seguía perdido en sus pensamientos, decidiendo si se suicidaba o no, hasta que se percató de que ya había llegado a su destino. Sintió el exquisito olor del pozole que había preparado Aoko “La del Barrio” Aozaki. Fue entonces que la decisión fue tomada. No se suicidaría ese día. Prefería disfrutar de la comida con sus compañeros y de esa fecha tan especial.

—¡Hola, mis compas! ¿Cómo están? ¿Ya mero? Por cierto, se ven excelentes —mencionó el castaño de muy buen humor, tomando el elote y la cerveza en una sola mano para desatar la olla que tenía amarrada en la espalda, dejándola entonces con mucho cuidado en el suelo. Desde ahí, podía visualizar al compadre que daría el Grito en el edificio. De repente, llegó a él una alegre sensación por estar presente.

Llevaba terriblemente tarde, lo sabía, asíi que Rin de la Concepción Maria Estrada Tohsaka se encontraba corriendo para ir a reunirse con sus compás, ¿podrían meterse en problemas por hacer una celebración? Si, pero no importaba, era más tentador hacer desmadre entre amigos.

Por su parte en las manos llevaba dos bolsas grandes de tacos, fácilmente podrían ser 60 o 70 tacos, de pastor, bisteck, chorizo, adobada, tripita y más. Además de estar vestida como todo un charro con un traje negro como las alas de un cuervo, así como las botas que ha cada paso habían ruido. Y en su cabeza un sombrero negro que cubría su cara por completo, pero estaba muy cools.

—¡Ya llegó la mera mera! Lo mejor siempre va hasta el final.

Saludo, con una sonrisa descarada para acercarse a la mesa de comida y dejar los tacos, así como las salsas y complementos.