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Un memorable reencuentro (Privado con Enkidu)
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Un memorable reencuentro (Privado con Enkidu)
El sol brillaba en el punto más alto del día, el viento golpeaba la cabellera del rey, quién se postraba encima del castillo con seguimiento. Cada vez que repetía la rutina, añoraba esos años en donde era el protector de Uruk y su gente, de la misma manera recaía un profundo dolor por aquella arma que robó el corazón del rey, formando una gran amistad, y quizá la única verdadera. Pues, apesar de ya haber entablado una ligera amistad con el rey de Egipto y con aquella bestia de Irlanda, ninguno era equiparable a la inmensa estima y confianza que le tenía a la cadena de los cielos.
Aquel que le hacía ver sus errores y quién logro provocar el cambio más grande en él. Si... ¿Qué pensaría ahora? Sus pensamientos cambiaron drásticamente y ni hablar de su gobierno, se convirtió en el rey más grande de todos los tiempos.
Todo iba regular, el tiempo pasaba y ni Ishtar pasó esta vez por lo que llevaba del día, entendía que cada uno necesitaba su espacio, y por supuesto, fue él quien prefirió un tiempo a solas. Pero... Apesar de que el día parecía estar normal, algo en su mente estaba inquieto, ¿Por qué cierta persona aparecía con mayor intensidad en sus pensamientos? No lo tenía claro. Por otro lado, si tenía clara una presencia distinta en la academia, ya que, cada Servant se percibe diferente, y más cuando un espíritu divino como lo es Enkidu.
Lo pensó unos cuantos minutos, solo había una forma de averiguar si era quien en verdad estaba entre tanto plebeyo.
Su Gate of Babylon se manifestó a su lado con una increíble puerta hacia sus tesoros, dejando salir uno de los más grandes, siendo su Vimana y generando su inquebrantable armadura dorada, probablemente llamaría la atención tanto brillo en la cima del castillo.
De cualquier manera, abordó la Vimana y se dirigió a un lugar con un objetivo claro, llamar la atención, él reconocería con facilidad sus movimientos y tesoros.
La velocidad con la que dejó el lugar fue grande, en tan solo unos segundos avanzó hasta salir del castillo, dejando un rastro de luces producto de sus tesoros, los cuales lanzó con el único fin de iluminar un camino para el hombre hasta dónde el rey frenaría.
– Si no eres capaz de seguirme el paso, entonces no eres quién estoy buscando. Ven a mí, y demuestra que la paranoia aún no me consume.– Sonrió en su viaje hasta aterrizar en el templo a las afueras de la isla, un lugar con bosques y niebla en un grado bajo, pues aún la luz del día recaía sobre el lugar.
Aquel que le hacía ver sus errores y quién logro provocar el cambio más grande en él. Si... ¿Qué pensaría ahora? Sus pensamientos cambiaron drásticamente y ni hablar de su gobierno, se convirtió en el rey más grande de todos los tiempos.
Todo iba regular, el tiempo pasaba y ni Ishtar pasó esta vez por lo que llevaba del día, entendía que cada uno necesitaba su espacio, y por supuesto, fue él quien prefirió un tiempo a solas. Pero... Apesar de que el día parecía estar normal, algo en su mente estaba inquieto, ¿Por qué cierta persona aparecía con mayor intensidad en sus pensamientos? No lo tenía claro. Por otro lado, si tenía clara una presencia distinta en la academia, ya que, cada Servant se percibe diferente, y más cuando un espíritu divino como lo es Enkidu.
Lo pensó unos cuantos minutos, solo había una forma de averiguar si era quien en verdad estaba entre tanto plebeyo.
Su Gate of Babylon se manifestó a su lado con una increíble puerta hacia sus tesoros, dejando salir uno de los más grandes, siendo su Vimana y generando su inquebrantable armadura dorada, probablemente llamaría la atención tanto brillo en la cima del castillo.
De cualquier manera, abordó la Vimana y se dirigió a un lugar con un objetivo claro, llamar la atención, él reconocería con facilidad sus movimientos y tesoros.
La velocidad con la que dejó el lugar fue grande, en tan solo unos segundos avanzó hasta salir del castillo, dejando un rastro de luces producto de sus tesoros, los cuales lanzó con el único fin de iluminar un camino para el hombre hasta dónde el rey frenaría.
– Si no eres capaz de seguirme el paso, entonces no eres quién estoy buscando. Ven a mí, y demuestra que la paranoia aún no me consume.– Sonrió en su viaje hasta aterrizar en el templo a las afueras de la isla, un lugar con bosques y niebla en un grado bajo, pues aún la luz del día recaía sobre el lugar.
Invitado- Invitado
Re: Un memorable reencuentro (Privado con Enkidu)
Enkidu, antiguo amigo de gran soberano de Uruk. El arma divina que los dioses crearon para castigar a un solo hombre, mismo que demostró la cercanía entre el amor y el odió. Su tiempo en vida fue agradable, gozó, vivió y aprendió a ser más que un cascarón vacío; Cuando murió, todo se tornó oscuro. El lamentable final llegó, nada podía hacer, su alma jamás iría al infierno ni regresaría al cielo, perdido y desconectado de la conciencia misma, así se mantuvo. Hasta que un día abrió los ojos, viéndose nuevamente en el mundo con la misma apariencia que tuvo en los mejores años de su vida.
Enkidu había renacido, un cuerpo a basé de energía, que parecía tener su antigua conciencia y conocimientos nuevos que permitieron comprender en donde se encontraba, hospedado en una tierra jamás imaginada; Pensó en unirse al restó, charlas con aquellos vestigios de historia, héroes que habían reencarnado como él. Pero optó por visitar lo más cercano a su madre, el jardín de aquél palacio. Invadido por haber que su fino y dulce campo, alababan el luminoso día, mientras se escondían entre los verdes árboles.
— Casi nada a cambiado — proclamó — Los años han pasado, jamás imaginé que ésto pudiera mantenerse.
Acarició el suelo, alzó su vista, brindando gracias en silencio. Sentía dicha que se mantuviera esa vida natural. Sin embargo, su reencuentro no era únicamente con la naturaleza, sino con alguien que casi pudo reconocer de inmediato; Su antiguo compañero, camarada, amigo. Al único que reconoció como su igual, mismo que parecía saber sobre la presencia de él. El destello semejante al sol, fue la alerta e invitación. Eran innecesarias las palabras cuando se comprendían tanto.
— ¿A dónde vas?
Preguntó en voz baja, siguiendo el rastro luminoso con la mirada. Hablaba como si pudiera ser escuchado, pero no solo vería, iría tras él. Con un pequeño saltó se elevó en los cielos y voló con completa libertad; Su túnica blanca comenzó a danzar, juntó a la verdosa cabellera. En poco tiempo llegó al nuevo territorio, un sitio similar al último que miró en vida.
— ¡¿Gilgamesh?! ¡¿Eres tú?! — interrogó en cuanto sus pies tocaron el suelo — ¡Realmente has tomado la molestia de armar un espectáculo para demostrar que también estás aquí...!
Enkidu había renacido, un cuerpo a basé de energía, que parecía tener su antigua conciencia y conocimientos nuevos que permitieron comprender en donde se encontraba, hospedado en una tierra jamás imaginada; Pensó en unirse al restó, charlas con aquellos vestigios de historia, héroes que habían reencarnado como él. Pero optó por visitar lo más cercano a su madre, el jardín de aquél palacio. Invadido por haber que su fino y dulce campo, alababan el luminoso día, mientras se escondían entre los verdes árboles.
— Casi nada a cambiado — proclamó — Los años han pasado, jamás imaginé que ésto pudiera mantenerse.
Acarició el suelo, alzó su vista, brindando gracias en silencio. Sentía dicha que se mantuviera esa vida natural. Sin embargo, su reencuentro no era únicamente con la naturaleza, sino con alguien que casi pudo reconocer de inmediato; Su antiguo compañero, camarada, amigo. Al único que reconoció como su igual, mismo que parecía saber sobre la presencia de él. El destello semejante al sol, fue la alerta e invitación. Eran innecesarias las palabras cuando se comprendían tanto.
— ¿A dónde vas?
Preguntó en voz baja, siguiendo el rastro luminoso con la mirada. Hablaba como si pudiera ser escuchado, pero no solo vería, iría tras él. Con un pequeño saltó se elevó en los cielos y voló con completa libertad; Su túnica blanca comenzó a danzar, juntó a la verdosa cabellera. En poco tiempo llegó al nuevo territorio, un sitio similar al último que miró en vida.
— ¡¿Gilgamesh?! ¡¿Eres tú?! — interrogó en cuanto sus pies tocaron el suelo — ¡Realmente has tomado la molestia de armar un espectáculo para demostrar que también estás aquí...!
Invitado- Invitado
Re: Un memorable reencuentro (Privado con Enkidu)
Al llegar al templo, bajó de la Vimana al estacionarla justo encima del césped del lugar, guardó sus manos dentro de sus bolsillos y espero pacientemente observando el camino que dejó trazado con sus valiosos tesoros. Tenía en mente que el tiempo que debía esperar sería poco, realmente esperaba que fuera un par de minutos cómo máximo, conocía las habilidades del arma de los dioses, una distancia relativamente corta minera mucho trabajo para él.
Al verlo llegar tan sorprendido y con una pregunta completamente estúpida, para él, sonrió vigorizante.– Tan tonto como siempre... ¡No, un espectáculo para demostrarte que estoy aquí! – Disfrutaba tanto insultarlo de manera amistosa, hace tanto que no lo hacía. Tener la oportunidad de llamarlo tonto era gratificante, nostálgico hasta cierto punto.
Aquel hombre siempre lo criticó, le hacía ver sus errores aún cuando el rey se mostraba seguro de una decisión. Enkidu nunca se guardo nada, incluso conseguía cambiar la perspectiva de los pensamientos de Gilgamesh.
Algo que nunca nadie logró hacer en lo que lleva de vida, contando sus años como rey y en los que ha participado como espíritu heróico. Aunque... Eso podría cambiar, ahora había alguien que fácilmente podría inundar los pensamientos del rey con otros, la diosa de los cielos. Por lo mismo, es que ambos tenían bien merecido una charla, después de todo tenían demasiado que hablar.
Su Gate of Babylon nuevamente se manifestó, pero esta vez, en la palma de su mano para revelar un tesoro sin igual. Sus copas donde suele beber el vino tan delicioso que solo él posee. – Toma asiento querido amigo, nones un ostentoso palacio, pero la vegetación me recuerda a la decoración vdd ciertos lugares del Ziggurat.– Sin más, tomó asiento en cuanto concluyó, a la par que de su lado derecho dejo salir el dichoso vino hasta que puedo sujetarlo de su asa.
En poco tiempo, comenzó con lo que quería "ponerse al día" como dirían los humanos de la actualidad. – Hay mucho que deberías saber, incluyendo un hecho con mayor importancia que probablemente termine provocandote cierto malestar estomacal.– Por supuesto todo era con metáfora, lo cierto es que lo más probable es que no le gustaría dicha noticia.
Simplemente le miró y soltó la noticia en seco. – La diosa de la lujuria, Ishtar, ha logrado cautivar mi corazón.– Sonrió nuevamente pero está vez con cierta curiosidad, esperaba ver la reacción del viejo amigo.
Al verlo llegar tan sorprendido y con una pregunta completamente estúpida, para él, sonrió vigorizante.– Tan tonto como siempre... ¡No, un espectáculo para demostrarte que estoy aquí! – Disfrutaba tanto insultarlo de manera amistosa, hace tanto que no lo hacía. Tener la oportunidad de llamarlo tonto era gratificante, nostálgico hasta cierto punto.
Aquel hombre siempre lo criticó, le hacía ver sus errores aún cuando el rey se mostraba seguro de una decisión. Enkidu nunca se guardo nada, incluso conseguía cambiar la perspectiva de los pensamientos de Gilgamesh.
Algo que nunca nadie logró hacer en lo que lleva de vida, contando sus años como rey y en los que ha participado como espíritu heróico. Aunque... Eso podría cambiar, ahora había alguien que fácilmente podría inundar los pensamientos del rey con otros, la diosa de los cielos. Por lo mismo, es que ambos tenían bien merecido una charla, después de todo tenían demasiado que hablar.
Su Gate of Babylon nuevamente se manifestó, pero esta vez, en la palma de su mano para revelar un tesoro sin igual. Sus copas donde suele beber el vino tan delicioso que solo él posee. – Toma asiento querido amigo, nones un ostentoso palacio, pero la vegetación me recuerda a la decoración vdd ciertos lugares del Ziggurat.– Sin más, tomó asiento en cuanto concluyó, a la par que de su lado derecho dejo salir el dichoso vino hasta que puedo sujetarlo de su asa.
En poco tiempo, comenzó con lo que quería "ponerse al día" como dirían los humanos de la actualidad. – Hay mucho que deberías saber, incluyendo un hecho con mayor importancia que probablemente termine provocandote cierto malestar estomacal.– Por supuesto todo era con metáfora, lo cierto es que lo más probable es que no le gustaría dicha noticia.
Simplemente le miró y soltó la noticia en seco. – La diosa de la lujuria, Ishtar, ha logrado cautivar mi corazón.– Sonrió nuevamente pero está vez con cierta curiosidad, esperaba ver la reacción del viejo amigo.
Invitado- Invitado
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