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Mensaje por Invitado Jue Nov 25, 2021 9:47 am

Una mujer rubia de tez pálida se encontraba de pie sobre la fría nieve, observando con una ligera sonrisa aquel bello paisaje. La tenue luz del sol brindaba una calidez agradable a su cuerpo, provocando que sus rubios cabellos brillen ante él, haciendo más placentera su estadía ante aquel río congelado que frente a ella se encontraba, admirando el lúgubre encantó que aquel paisaje desprendía.

A su espalda lograban oírse lamentos y sollozos, provenientes de alguien sentado en la nieve. Aquel ser se oía tan lamentable que arruinaba por completo la apacible tarde que Roxanne estaba pasando. Ella se volteo con lentitud, clavando sus orbes carmesí sobre aquel sujeto, observandolo de forma serena, manteniendo la "perfecta" figura que toda su familia tenía de ella.
Una suave voz escapó de sus labios, mientras que su semblante se reflejaba tan tranquilo como siempre.

— Tranquilo... —. Esbozo en un susurro. — Esto tu mismo te lo buscaste —. La joven elevó su mano con lentitud, a la vez que unas mariposas tan rojas como sus ojos aparecían a su alrededor, resaltando en el frío paisaje. Una de ellas se posó suavemente en su dedo índice. — Te permitimos vivir bajo nuestras reglas, pero lo rechazaste. Aún así, te di misericordia, y nuevamente volviste a defraudarme. Tus impuestos no han sido pagados hace tanto tiempo que no me dejas otra opción — . Informo, sonriendo sutilmente ante la desgracia de ese hombre. — No obstante, puedes estar tranquilo. Las deudas que tú familia posee se anularán por completo. Sin embargo, —. Agregó. — Mis mariposas mueren de hambre... Y tú cuerpo les será de utilidad.

Explicó. Las suaves palabras de Roxanne se volvieron demasiado crudas y frívolas para aquel hombre, que pronto comenzó a temblar a la vez que la cantidad de mariposas aumentaba. Las mismas lo rodearon con rapidez, comenzando a devorar el cuerpo de ese sujeto.
Los gemidos y alaridos agonizantes invadieron el lugar, al igual que aquellos gritos de clemencia que aquel joven esbozaba, mientras roxanne no hacia más que contemplar esa macabra escena con su aspecto bonancible, haciéndola parecer un angel.

— Necesitan fuerzas, así que no se contengan, mis lindas creaciones.

Gracias a la familia Agriche, que hacía caso omiso a las normas sociales, leyes y ética, el cometer aquella fechoría no provocaba ni un gramo de culpa en el corazón de la dama, quien se encontraba ansiosa por seguir obteniendo el favor de su padre, por mucho que la molestará depender de él.
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Mensaje por Invitado Jue Nov 25, 2021 7:40 pm

El frío calaba profundamente en su ser, tal era la helada que hacía, que sentía como si jalaran cada uno de sus poros capilares, e incluso, tenía la sensación de como el frío excarvaba lentamente hacía sus huesos, como si fuera una serie de pequeños animales que intentaban devorarlo de adentro hacía afuera. No estaba tan acostumbrado al frío, pero, debido a su reciente investigación sería capaz de ir hasta el mismo hades, la oportunidad de descubrir la procedencia de todo lo mágico, de todo lo "divino", que se veía tan normalmente como una energía milagrosa, como la gracia de los dioses, llegar al origen de esa energía misteriosa con varios nombres, magia, mana, nen, chakra, qi, alquimia....tantos nombres para una sola fuerza, tal pensamiento casi hacía desvanecer aquel frío al que no se podía atemperar, sus pasos lentos pero firmes sonaban similar a una alfombra de terciopelo cuando se hundían ligeramente en la nieve, ya llevaba un buen rato caminando en ese clima que recordaría un poco a una tundra, sus manos medio entumecidas cubiertas por sus característicos guantes sostenían un trozo de cuero en el cual iba dibujado un mapa muy antiguo de la región.

—"Fuuuuu"...."fuuuuu"...que frío tan endemoniado hace aquí, se supone que es una especie de isla, debería tener un clima más tropical al menos.....—de vez en cuando intentaba calentar sus manos con su aliento, dando vistazos al mapa sin aflojar el ritmo, ya llevaba varios días en expedición por la zona, ésta área era la última que le falta de revisar, las pistas sobre tiempos de antaño eran escasas después de todo, encontrarlas sería algo tedioso y exigente—¡¡¡¡!!!!—sus pasos se detuvieron por un momento ante lo que se oía como el grito desesperado de un hombre, un alarido lleno de locura y abandono, el sonido se podía ubicar detrás de una pequeña colina, tras meditar por casi nada empezó a correr hacia la fuente del sonido, tras pasar la pequeña colina puso divisar un río congelado rodeado de más "tundra", el paisaje era como para una postal, pero no tuvo tiempo para admirar, casi al lado del río vió lo que parecía una joven, y algo o alguien que parecía rodeado de un tipo de extraños pétalos rojos. La joven parecía embelesada por la vista mientras el hombre se sacudía al parecer con desesperación, la mente del alquimista peli negro trabajó rápido para tratar de comprender lo que sucedía, la expresión casi ausente de la joven, los alaridos y sacudidas del hombre, lo único que pudo pensar fue que aquel hombre había realizado algún ritual o hechizo el cual se había salido de control, por lo cual la joven le veía con shock sin poder apartarse.

—"Sighh....— aunque estaba corriendo la nieve detenía su avance debido a la resistencia que había al dar cada paso, el hombre se sacudía cada vez más violentamente, de seguro estaba a punto de colapsar, aunque no le gustaba mucho usar su alquimia, debido a que no era algo común en éste mundo, pero no tenía opción para llegar a tiempo.... Respiró hondo, mientras que sacaba una pistola automática dentro de su abrigo, tronó los dedos de su entumecida mano izquierda y....un chasquido bastante audible sonó como un eco por el lugar —"crack crack crack"…—como si fueran una serie de fuego pirotécnicos plantados en el suelo, una serie de pequeños estallidos hicieron un camino, derritiendo la nieve desde donde se encontraba el joven alquimista hasta dónde estaba aquella joven, junto a la orilla del helado río.

—¿Hay alguna forma de anular esa magia? Si hay posibilidades me gustaría no acabar con su compañero, si me dice que es seguro noquearlo para que se disipe el hechizo lo haré rápido y sin dolor...—poniendosé delante a esa peculiar señorita apuntó su arma hacía el lugar dónde yacía el que creía era un mago, le habló lo más calmada y cordialmente posible a la joven detrás de él, mientras ponía su mano contraria a la que manejaba la pistola en posición para liberar su alquimia si era necesario, un ligero sudor bajaba por su mejilla, correr en el frío era algo demandante para alguien que habitaba sobre todo en clima cálido. Volteando a ver de reojo a la rubia se dió cuenta de sus rasgos, no lo había notado por la distancia y la prisa pero era muy hermosa, su cabello rubio alumbrado por el sol era radiante como el oro, sus profundos, cálidos y rojizos ojos provocaban la sensación de sumergirse en un lugar sumamente agradable, recuperando su atención después de un par de segundos de admirar la belleza de la joven volvió su atención al frente dónde yacía un ahora tambaleante individuo cubierto de lo que asemejaba un grupo de pétalos de un rojo intenso.

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Última edición por Roy T. Mustang el Jue Dic 02, 2021 4:30 am, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Jue Dic 02, 2021 12:37 am

Roxanne retrocedió con lentitud, alejándose sutilmente de aquel dulce aperitivo que sus mariposas devoraban con gratitud. Aquel escenario era realmente grotesco, la blanca nieve que hacía ver aquel lugar como uno realmente angelical y tranquilo, pronto se tiñó de un fuerte color carmesí, debido a la sangre que caía sin control sobre la misma, acabando con la inocencia que ese lugar solía reflejar.
Una pequeña y efímera risa escapó de los finos labios de la fémina, fingiendo sentir un gozo extraordinario al acabar con la vida de aquel hombre, algo que realmente le causaba repugnancia al saber que se estaba convirtiendo en una verdadera Agriche; libre de cualquier conciencia culpable o una cordura sana y eficaz.

Los aullidos adoloridos que escapaban de aquel pobre hombre la comenzaron a irritar, sabía que los mismos podían llegar a llamar la atención de alguien que cerca se encontrara. Y, si tenía la mala suerte de que aquella persona posea un pensamiento heróico, su paz sería destruida con su sola presencia, puesto que ese ser querría salvar a la víctima, terminado por lastimar a sus preciadas mariposas.

— Debí haberte cosido la boca antes de que ellas comiencen a comer... — Le dijo al hombre, como si él logrará escucharla entre tanto dolor. — Creí que morirías más rápido, pero... ¡! — Sus palabras fueron interrumpidas por un fuerte chasquido que resonó en el desierto lugar, llamando la atención de la rubia, quien abrió sus ojos como platos, a la vez que desviaba su mirada ante aquel misterioso sonido.

Sus orbes carmesí se fijaron en aquella figura masculina, que ahora corría hacia su dirección. Su rostro estaba plagado de sorpresa y una ligera confusión, debido a que él no se había molestado en herirla cuando estaba desprevenida. Probablemente se debía a qué aquel azabache no había descubierto quien era la culpable del montaje de aquella escena.
Su vista se desvió hacia la nieve derretida. « ¿Cómo...? » se preguntó, analizando así la situación con cuidado. « Pudo derretir la nieve de una manera rápida y eficaz... Si me hubiera atacado a mí, no hubiera podido esquivarlo... »
Por primera vez en su vida deseo que aquel hermano que tanto odiaba estuviera junto a ella, para poder actuar en contra de aquel hombre si era necesario.

Pero, ahora no tenía tiempo que perder, debía limpiarse las manos lo mas rápido posible y quedar impune de cualquier castigo. Sus facciones se tornaron levemente horrorizadas y exaltadas, como si hubiera despertado de un pequeño transe.

— Lo siento... Pero no... No lo sé. — Roxanne dio uno paso hacia atrás, refugiándose detrás del azabache, como si se sintiera segura con él. — Solo lo encontré así... Oí sus gritos y creí... — Fingió una voz quebrantada a la vez que observaba con espanto el cuerpo de su víctima.

Aquel pobre deudor ya había dejado de emitir cualquier sonido y su cuerpo cayó en seco contra el suelo, desangrándose con lentitud, mientras que en algunas partes de su cuerpo no quedaban más que sus huesos.
Aquella mujer aprovechó el momento para ordenarle a sus mariposas que escaparan lo más rápido posible de aquel lugar, para que así estuvieran a salvo. En los orbes rojos de la fémina se formó una pequeña mariposa por unos efímeros segundos, allí fue dónde dió la orden. Y, casi en un instante, las mariposas comenzaron a dejar el cuerpo de aquel hombre, sin siquiera terminar su comida.

— Pobre hombre... — Musitó, sintiendo compasión. — Si usted no hubiera aparecido... Seguramente yo sería su próxima cena... — Aseguró, aún refugiándose detrás de él, asustada. — Ese sonido las habrá asustado. Estoy realmente agradecida contigo. Por cierto, lamento haber permanecido trás de ti como una cobarde... — Se lamento, desviando su mirada con vergüenza hacia otro lado.

Por el momento no se atrevía a atacarlo, puesto que desconocía cuáles eran sus habilidades, además de aquella que hace unos momentos había expuesto. No deseaba arriesgarse y acabar muriendo debido a un infortunio. La mejor opción era intentar conocerlo un poco más y tener registrado su nombre y rostro para investigarlo si nacía la oportunidad.



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Mensaje por Invitado Jue Dic 02, 2021 4:15 am

Aunque se había aproximado al lugar tan rápido como le fue posible era demasiado tarde para el que creía era el conjurador del extraño hechizo, el desafortunado hombre había sido consumido hasta quedar sólo huesos manchados de un ocre carmesí en algunos lugares, cabello, piel, músculos, tendones, incluso ropa y pertenencias, todo consumido en el transcurso de unas cuantas respiraciones, tal voracidad envío un escalofrío por toda su columna vertebral, aunque no se vió reflejado en sus acciones, ya que su postura se mantuvo firme y recta, el agarre de su arma y los dedos de su mano contraria listos para atacar no flaquearon ni un instante.

Observó como aquellos seres que había confundido con pétalos de alguna flor se elevaban lentamente, llevados con el viento como si bailarán una ominosa danza fúnebre, su postura se mantuvo tensa hasta que la última de esas amenazantes mariposas despareció de su vista, aunque aún estaba alerta por la posibilidad de un segundo ataque, se giró lentamente hacía la joven de cabellos dorados, para poder observarla bien ahora que había pasado el peligro, se le hacía extraño que una mujer de casta noble andara sola en un lugar tan peligroso y desolado como éste, enfundó hábilmente su arma para evitar poner nerviosa a aquella dama y habló con un tono calmado pero firme.

—... Ciertamente fue desafortunado para ese peregrino, los ataques de mounstros ocurren mucho por está zona, así que no debe lamentarse, no fue su culpa lo que acaba de ocurrir, de hecho creo que es una fortuna que esté ilesa, francamente sería una pena que alguien tan hermosa como usted sufriera alguna herida de parte de esas criaturas— Había descartado que la causa de muerte fuese un hechizo debido ciertos comentarios que había hecho la joven, tomándolo como un ataque repentino de una especie endémica.

No pensando más en el asunto vió la ligera vestimenta de la chica que tenía enfrente, sabía que la moda de la aristocracia era estricta pero no imaginaba que llegaría a tal punto, desabrochó su abrigo lentamente, envolviéndolo con delicadeza alrededor de la joven noble y ajustando el primer botón para que le sirviera de capa, dicha prenda había sido elaborada por él, la calidad de la tela era bastante superior a la media, por medio de alquimia había logrado dotarla de calefacción la cual era discreta al no emitir ningún tipo de poder mágico, y estaba impregnada de un ligero perfume amaderado que él solía usar frecuentemente. Sin su abrigo encima el joven hombre de pelo negro se estiró para aclimatarse, ahora era visible un elegante uniforme militar de un pulcro azul oxford que quedaba perfectamente entallado en su robusto cuerpo, sus guantes blancos con unos peculiares símbolos grabados y algunos galardones colocados en la parte izquierda superior de dicho uniforme lo hacían parecer algún tipo de oficial militar, sumando qué le sacaba aproximadamente una cabeza y media de altura a la señorita, creaba una atmósfera algo intimidante, y él, consiente de esa incómoda situación aclaró levemente su garganta —"Cof...Cof Cof...—"y se instó a sí mismo a seguir hablando.

—Sería descortés de mi parte preguntar los motivos de una dama en éste lugar, así que me abstendré de hacerlo... aunque estoy muy angustiado al verla en un sitio tan inhóspito, agregando que el olor a sangre podría atraer a ciertos especímenes desagradables, me gustaría que me permita escoltarla a algún lugar seguro...— Ya lo había notado, pero su belleza era ridícula, había estado en infinidad de lugares y no recordaba a ninguna mujer que se acercara a tal magnitud de gracia, empezando por su angelical y amable voz, que sonaba como un ligero tintineo en sus oídos, sus rosados labios y nariz acentuados por el frío le daban un semblante inocente, sus sedosos cabellos que caen de forma elegante hasta debajo de su cintura brillaban en un hermoso rubio, como si fueran los rayos del sol, su blanca piel, como la más fina porcelana destacaba sus refinados y afiliados rasgos, su figura delicada pero bien dotada, cuyas curvas perfectamente proporcionadas eran aún más estilizadas que las de cualquier escultura, y, para coronar, estaban sus cautivadores ojos, un par de enormes y brillantes orbes rojos, que emitían un encanto demoníaco y juguetón.

A pesar de que se consideraba un hombre experimentado, y realmente había pasado por muchas cosas, incluso forjando su temperamento en el cruel fuego de la guerra, no era rival para ese nivel de encantó sobrenatural, precisamente, su debilidad se debía a qué sólo estaba acostumbrado a tratar con humanos comunes y corrientes, por lo que al ver tal belleza frente a él se quedó embobado, especialmente cuando sus ojos se encontraron con esos rubís demoníacos, al cruzar miradas con aquella señorita había perdido incluso la noción de el lugar en el que se encontraba, en los ojos de aquel peli negro se había encendido un ligera llama de deseo, aunque no contenía puramente lascivia, era en una parte importante algo similar a la adoración, casi cayendo en el enamoramiento. Sin ser completamente consciente de sus acciones, chasqueó los dedos de su mano izquierda, generando una enorme llamarada que se alzó como un pilar de fuego detrás de él, con aproximadamente diez metros de diámetro había consumido el lugar dónde los restos del hombre que fue devorado por las mariposas se encontraban, el fuego había consumido todo, no había cenizas, ni olor a quemado, ni el más mínimo rastro de humo o tierra quemada, incluso la onda de calor característica de un fenómeno así no se había manifestado, como si fuese una ilusión, parecía como si la combustión fuera tan perfecta que había borrado todo el hedor a sangre y restos sin afectar nada más. Sin querer el joven alquimista había mostrado algo de su potencia de fuego, ¿La razón?, porque el hedor a sangre la impedía de cierta manera observar adecuadamente la belleza de la mujer que tenía delante, tal desliz lo despertó de su trance, enrojeciendo ligeramente por su falla, de seguro se habría golpeado a sí mismo si no estuviera acompañado, por unos cuantos segundos fue incapaz de eliminar la tensión en su rostro mientras trataba de pensar que decir a continuación, y una explicación en caso de ser necesaria.

—Es...esto...esto nos dará algo de tiempo, pero no dudo que los habitantes silvestres del lugar ya hayan olido la sangre, por lo que deberíamos empezar a andar...—Instando a la joven mujer a empezar a andar con una expresión cortés le invitó a guiar el camino, su mirada rondaba entre los ojos de la dama y otros lugares al azar, era como si estuviera ansioso de cruzar miradas con ella y a la vez algo temeroso de ello.
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