Primer avistamiento (Haru + libre)

Eran aproximadamente las nueve de la noche, y un viento gélido provenía del mar, y de las incesantes olas que lamían la arena. El profesor Jellal alcanzó a divisar a una joven de cabellos albinos que no quiso formar parte de la cena, y la vio dirigirse a la playa. Una argéntea luna derramaba su luz por el océano.

— Buenas noches, hola. Soy Jellal, — abrió diálogo el hombre de cabellos azules. Se sentó sobre una roca y clavó su vista en la luz que serpenteaba sobre el agua. Suspiró y se quedó pensando en cómo hablar con esta nueva muchacha que había llegado. Tal vez no quería cenar con los demás.

— Hay alternativas veganas. Eh, y también hay de postre flan de chocolate y manjar. Seguramente, habrá helado de pasas al ron, — el tipo parecía tropezarse con sus propias palabras. Un ligero tartamudeo envolvió su habla. No quería ser tan invasivo con ella. Así que dejaba un espacio para que la contraria pudiera expresarse. Se preguntó por qué había llegado, incluso si era de este mismo universo. Jellal suspiró y dirigió su vista hacia el cielo en donde cientos de estrellas se diseminaban en el firmamento.

Bajo su hombro, una botella de Sprite y dos vasos. Quería compartir e incluir a esta misteriosa joven. Así pues, una gran historia se origina a partir de este mágico momento.

Normalmente Salía en mi balcón, a tomar aquel aire tan suave y refrescante, como una botella de agua.
Pero, el tiempo que llevaba aquí logré familiarizar algunas cosas parecidas, o que me hacían sentirme como viví todos estos años.
Aquella cena se veía interesante, la comida, siempre tan deliciosa, La Academía...
Era impecable, por supuesto, igual que sus integrantes, aunque no me acoplo a ninguno .
Aveces pensaba; ¿ Cómo llegué aquí ?.
Nunca recordaba exactamente; ¿ Por qué está playa, a está hora, se siente como estar en mi Balcón en el Reino de Átex ?. Me preguntaba tantas cosas, las 24 horas del día me la pasaba hablando conmigo misma, hasta que una voz logró callar mis pensamientos.

— Oh.. Buenas noches. Supongo que no está mal no cenar hoy con los demás. ¿ O sí? Un gusto Profesor Jellal; Soy Haru Eberhard, como sabrá, soy nueva aqui. Llevo unos 2 meses más o menos . He escuchado mucho sobre usted.

Exclamó aquella Joven. Era todo un Placer ver frente a frente a aquel Profesor el Cual Admiraba.
Mis ojos color miel se iluminaban con la luz de la Luna, y mi cabello jugaba con el viento, me acerque un poco a mi contrario, claro, escuchando en silencio a lo que me comentaba, apenas terminó rápidamente conteste .

— Me encantan los banquetes que sirven en la Academía, sobre todo los postres, y si dice que hay Helado con gusto querré una porción. Gracias por la Información, Es bueno saberlo.

Comenté por última vez, Observando fijamente lo que aquel hacía con la botella, no me gustaban las gaseosas, pero decidí sentarme a un lado de él, en muestra de Agradecimiento por la invitación, Esperando atentamente a lo que diría .

Jellal se sorprende por la respuesta de Haru. Alzó sus cejas y le llamó poderosamente la atención que la rubia hubiera escuchado hablar de él. Así que en el momento en que comentó eso, el peliazul corrigió su postura y carraspeó. Nunca se pensó que fuera tan famoso, y la verdad es que en ciertos sentidos incluso puede ser perjudicial.

Asiente con la cabeza y le sirve un poco de gaseosa. — ¿Entonces te parece si en una hora vamos a por la cena? — toma la copa y saborea su bebida carbonatada para rematar con un profundo "ah". Escaló su mirada hacia las estrellas y respiró hondo.

El panorama de ese manto nocturno oscuro y perforado de luces le traía una paz inigualable a su mente y alma. Siempre uno puede diluir sus penas y dolores en la inmensidad del cosmos.

Entonces, escucha algo a sus espaldas. Unos pasos hollaban la arena. Sus atentos oídos no percibieron amenaza, pero cada vez esas personas estaban más cerca.

La pelinegra de cabello corto y negro camina por el agradable lugar de aquella soleada playa. Entre sus manos tenía aquella cajita roja con un hermoso lazo del mismo color y amarilla. La sonrisa de alegría aún permanecía en sus labios color fresas soltando toda una aura de felicidad y buena vibra. A medida que caminaba sus pies descalzos sentían el cosquilleo que la arena bajo ella le provocaba. Sonriendo se acerco a Haru y a su profesor Jellal. De manera sorpresiva, amistosa y divertida abrazo a Haru por detras quedando la caja de dulces a la vista de ellos dos

—¡Haru!—exclamó Kyoto de manera divertida y con la sonrisa en sus labios, de forma tierna le beso la mejilla a la mencionada—. Les traje un regalo—informo en un tono amistoso y extendio la caja de bombones a ambos