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Déjame llevarte por el camino más luminoso. [Priv. Jellal.]
~ +ACADEMIA LEGACY+ Foro de rol literario ~ :: Isla Rokkenjima :: Extremo Opuesto de la Isla :: Playa
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Re: Déjame llevarte por el camino más luminoso. [Priv. Jellal.]
Me ataron a una gema de eterio, y recibo latigazos en mis piernas y brazos. Siento cómo la fibra corta mi piel, percibo el calor de la sangre chorreando por mis extremidades. Mi cabeza está a punto de explotar. Veo a mis amigos, a ella... los veo lanzándome piedras. ¿Dónde estoy? ¿Quién es esa niña? Me quema... mis ojos se queman, mi piel me duele... ¿Por qué se ríen? Éramos amigos, todos eran mis hermanos. Me están lastimando. Camino en una montaña de agujas. Me sumerjo en un lago de sangre. Ya no hay esperanzas. Ya nada puede volver a ser como antes. Mi futuro no existe.
— ¡Gah! — gritó de forma ahogada mientras caía, y veía que Lía se alejó de él y ese pequeño gato estaba listo para intervenir. Entonces, como si se tratase de alguien torturado, buscó en su bolsillo una pequeña gema blanca y la tragó. Corrió alejándose de ella y salió del observatorio por las amplias puertas delanteras. Un aura negra le rodeaba por doquier, una esencia que apestaba a magia negra, que extrañamente era "repelido" por el centro de su pecho, como si su corazón estuviera siendo sitiado por esas malditas tinieblas.
No. Ahora no. Justo que iba a tener una amiga de verdad, apareció esa aura, ese estigma con el cual cargaba y por el cual se alejaban de él. Jellal sentía como si la vida le daba las espaldas otra vez. Ciertamente, la caprichosa mano del destino no quería que el peliazul fuese feliz o al menos eso era lo que parecía, pues con cada suceso que él ha vivido tendría para un libro de varias tragedias. Salió corriendo rápidamente, y entonces — Meteor! — sus piernas brillaron de un color blanco intenso, como si el mismo astro rey hubiese bajado a la tierra. Despegó como un cohete y cruzó aproximadamente medio kilómetro en poco más de quince segundos.
De nuevo hizo esa misma técnica y llegó a los techos de la academia. Con ese mismo pulsátil dolor de cabeza llegó hasta su habitación y tragó más de esas gemas blancas; y así, el peliazul se desmayó...
Abrió sus orbes y se encontraba en plena oscuridad, salvo por la luna que hacía descender a través del cristal un argénteo rayo de luz que iluminaba su mismo cuerpo. Sus dolores habían disminuido considerablemente. Se puso de rodillas y empezó a gatear hasta su cama en donde cogió su móvil y le mandó un pequeño mensaje a esa ángel que había conocido ayer. Sintió mucha vergüenza, pues efectivamente se estaba revelando un problema de él. No obstante, esta vez diría una mentira piadosa para intentar calmarla. Porque los amigos harían eso. Tratar de dar una luz de esperanza aunque no hubiera n inguna, y justamente el joven Fernandes se sentía perdido en un huracán que había comenzado hace años y nunca había dejado de castigarlo. Su mundo solo consistía de penas, recuerdos y dolor. Desesperación total.
Jellal: Lía. Perdóname por haberme ido así. Es que tuve problemas de salud, y me tuve que tomar unos remedios. Discúlpame, en serio.
El muchacho suspiró, y se esperó una respuesta lo más pronto posible de ella. Tenía que leerla, saber de ella y cómo estaba. No quería perderla por ningún motivo en este mundo. Lucharía por los que quiere, y él la quería. La quería en su vida, pese a las barreras que impone este mundo. Jellal no se dejaría vencer.
Jellal Fernandes
Re: Déjame llevarte por el camino más luminoso. [Priv. Jellal.]
Todo sucedió demasiado rápido, tanto como para Lía como para el pequeño minino que no dudó en atacar cuando pudo observar como Jellal sacaba una extraña gema y la ingería para después salir por una de las ventanas del observatorio. Las pequeñas pero firmes, numerosas y mortíferas cuchillas de hielo que lanzó Orión fueron directas al chico, pero se quedaron clavadas en el marco de la ventana del lugar, Lía paralizada fue incapaz de reaccionar y ayudar a su compañero así como tampoco pudo seguir al chico, después de todo la velocidad que llevaba era increíble hasta para un ser alado y en menos de unos segundos lo habían perdido de vista. Paralizada se quedó mirando por el enorme ventanal, teniendo la esperanza de que tarde o temprano volvería pero no, no lo hizo. El gatito y la chica se sentaron con paciencia en uno de los cómodos sofás del observatorio, ninguno de los dos habló y Lía denotaba un semblante sombrío, una preocupación extrema, ambos se entendían sin necesidad de hablar y con una mirada se transmitieron la mala espina que les había dado esa extraña energía.
Al mediodía el gatito anunció que debía irse, llevaba muchas horas con ella y no podía quedarse más, incluso la insistió en que volviera a la academia y se olvidase del chico, aunque sabía muy bien que no podía. Sin embargo, la joven ángel hizo caso de su fiel amigo y en cuanto este volvió a la gema de su pecho salió del lugar con unos ánimos por los suelos, seguía sin entender nada. Con calma desplegó sus enormes alas y voló hasta Legacy, donde sin entretenerse en nimiedades se dirigió a su cuarto después de coger un par de platos para llevar a pesar de no tener demasiado apetito. Temía que hubiese perdido a su amigo por algo extraño o más bien, que le hubiera ocurrido algo malo, después del terrible entendimiento que habían tenido entre sí no se imaginaba volver a verle.
Después de tomar los platos se quedó dormida, como un ser sin vida y sin ánimos, ni si quiera se cubrió con una manta y cuando sus ojos violáceos volvieron a abrirse ya había anochecido en la curiosa isla de Rokkenjima. Sin embargo, algo la hizo saltar de la cama, la luz de su dispositivo móvil la alertó de algo importante y en cuanto vio que era Jellal una sonrisa se dibujó en su rostro. Así que estaba bien, menos mal... con el corazón ligeramente alterado pero en el fondo mucho más tranquila tocó la gema verde y Orión se materializó a su lado, leyendo el mensaje nada más tenerlo ante sus ojos. Una expresión preocupada y algo molesta se mostró en su rostro.
— Lía... tú odias las mentiras. — dijo con una voz intranquila escudriñándola críticamente con sus ojitos azules. Sin embargo, su compañera bajó la mirada intentando no mirarle. — Quizás sea más complicado que todo eso Ori, después de todo nosotros no sabemos nada. — tras pensarlo un poco dijo esto como si quisiera retarle con sus ojos a lo que el minino se encogió de hombros y la dedicó una sonrisa, sabía que la iba a apoyar siempre. Con ese beneplácito los dedos de la chica volaron por las teclas del teléfono.
Le dio a enviar, con la esperanza de recibir una respuesta positiva, quería saber muchas cosas, conocerle como nadie lo habría conocido, entenderle poco a poco... y cuidar de él, como había prometido, incluso hasta la cosa mas extraña o la magia más oscura.
Al mediodía el gatito anunció que debía irse, llevaba muchas horas con ella y no podía quedarse más, incluso la insistió en que volviera a la academia y se olvidase del chico, aunque sabía muy bien que no podía. Sin embargo, la joven ángel hizo caso de su fiel amigo y en cuanto este volvió a la gema de su pecho salió del lugar con unos ánimos por los suelos, seguía sin entender nada. Con calma desplegó sus enormes alas y voló hasta Legacy, donde sin entretenerse en nimiedades se dirigió a su cuarto después de coger un par de platos para llevar a pesar de no tener demasiado apetito. Temía que hubiese perdido a su amigo por algo extraño o más bien, que le hubiera ocurrido algo malo, después del terrible entendimiento que habían tenido entre sí no se imaginaba volver a verle.
Después de tomar los platos se quedó dormida, como un ser sin vida y sin ánimos, ni si quiera se cubrió con una manta y cuando sus ojos violáceos volvieron a abrirse ya había anochecido en la curiosa isla de Rokkenjima. Sin embargo, algo la hizo saltar de la cama, la luz de su dispositivo móvil la alertó de algo importante y en cuanto vio que era Jellal una sonrisa se dibujó en su rostro. Así que estaba bien, menos mal... con el corazón ligeramente alterado pero en el fondo mucho más tranquila tocó la gema verde y Orión se materializó a su lado, leyendo el mensaje nada más tenerlo ante sus ojos. Una expresión preocupada y algo molesta se mostró en su rostro.
— Lía... tú odias las mentiras. — dijo con una voz intranquila escudriñándola críticamente con sus ojitos azules. Sin embargo, su compañera bajó la mirada intentando no mirarle. — Quizás sea más complicado que todo eso Ori, después de todo nosotros no sabemos nada. — tras pensarlo un poco dijo esto como si quisiera retarle con sus ojos a lo que el minino se encogió de hombros y la dedicó una sonrisa, sabía que la iba a apoyar siempre. Con ese beneplácito los dedos de la chica volaron por las teclas del teléfono.
¡Jellal! ¿Estás bien? ¿Seguro? ¿Quieres que vaya a verte? Si gustas estoy en la 203... me dejaste muy preocupada...
Le dio a enviar, con la esperanza de recibir una respuesta positiva, quería saber muchas cosas, conocerle como nadie lo habría conocido, entenderle poco a poco... y cuidar de él, como había prometido, incluso hasta la cosa mas extraña o la magia más oscura.
Invitado- Invitado
Re: Déjame llevarte por el camino más luminoso. [Priv. Jellal.]
Sintió que sus nervios fueron apoderados por una electricidad cuando sintió el zumbido de su celular en la mano. Era ella y seguía preocupada por él, como si el hecho de que esa mentira tan obvia fuera perdonada. Gracias al cielo. Al peliazul solo le quedó cerrar los ojos y suspirar de forma alargada y complicada, como de esos suspiros que se sueltan una vez que uno se entera de que lo peor que podría acontecer queda descartado. Jellal mira la luna tapándose a través del cristal para intentar organizar sus pensamientos, y así responde:
Entonces, Jellal apretó el signo de videollamada. Sonrió. El joven estaba con un pijama azul y se veía al fondo un poster de los Power Rangers, pues un amigo que se había marchado consideraba justo colocarlo. No obstante y pese a sonreír de forma cándida, eran muy notorias las ojeras que este portaba bajo sus orbes color canela. No eran profundas, pero sí se notaba otra coloración, aunque tenue — Perdona lo de hoy, en serio. Yo pagaré todo, incluso el postre... todo el que quieras — y ensanchó su sonrisa. Comunicarse como fuese calmaba su alma de tanta turbación. Las penas son desplazadas cuando estamos en compañía de alguien que atesoramos. Así bien, el mago estelar tenía a esta ángel de la guarda. No lo desampararía ni de noche...
— Gracias. Prometo portarme bien. Tengo sueño... cuídate mucho ¿ya? Hay gente mala rondando por allí — pausó por un momento— Sé que mi magia es oscura, pero siempre hay que ver el corazón de las personas, y no las sonrisas que nos dan cuando los vemos — ¿y quién no estaba bajo el peligro de esa gente que solo quiere algo a cambio? Esos demonios que nos dan un frío abrazo para luego tentarnos a otras cosas, manipularnos y dejarnos en aguas de tiburones. Jellal aunque con un aspecto parco y antisocial, con palabras cortantes y secretas, no poseía un mal corazón, pese a ser torturado por la mano del mal, él seguiría fiel a sus principios de benevolencia; y justo era lo que esperaba de ella. Tampoco lo desempararía de día.
Ahora los alumnos no podían tener una vida en paz. La Academia Svartgard de Tokio -la capital del país- se le había declarado enemigo y tenía constantes pugnas con la Academia Legacy, la casa de estudios de la mariposa dorada. Jellal participó en uno de los ataques junto a la profesora Sylvanas, y otros aliados más. La gente de Svartgard era de temer, y sus poderes hacían palidecer a cualquier mago de Legacy. No tenían comparación alguna. Tal vez lo mejor era marcharse a otro lugar junto a Lía porque no sabe si la puede proteger contra esa gente rápida y malvada.Jellal: Sí, estoy bien. Tuve un dolor de cabeza. Una migraña. Discúlpame, en serio. ¿Te parece si próximo miércoles vamos al parque de diversiones? No habrá clases... por asuntos, ya sabes, bélicos.
Entonces, Jellal apretó el signo de videollamada. Sonrió. El joven estaba con un pijama azul y se veía al fondo un poster de los Power Rangers, pues un amigo que se había marchado consideraba justo colocarlo. No obstante y pese a sonreír de forma cándida, eran muy notorias las ojeras que este portaba bajo sus orbes color canela. No eran profundas, pero sí se notaba otra coloración, aunque tenue — Perdona lo de hoy, en serio. Yo pagaré todo, incluso el postre... todo el que quieras — y ensanchó su sonrisa. Comunicarse como fuese calmaba su alma de tanta turbación. Las penas son desplazadas cuando estamos en compañía de alguien que atesoramos. Así bien, el mago estelar tenía a esta ángel de la guarda. No lo desampararía ni de noche...
— Gracias. Prometo portarme bien. Tengo sueño... cuídate mucho ¿ya? Hay gente mala rondando por allí — pausó por un momento— Sé que mi magia es oscura, pero siempre hay que ver el corazón de las personas, y no las sonrisas que nos dan cuando los vemos — ¿y quién no estaba bajo el peligro de esa gente que solo quiere algo a cambio? Esos demonios que nos dan un frío abrazo para luego tentarnos a otras cosas, manipularnos y dejarnos en aguas de tiburones. Jellal aunque con un aspecto parco y antisocial, con palabras cortantes y secretas, no poseía un mal corazón, pese a ser torturado por la mano del mal, él seguiría fiel a sus principios de benevolencia; y justo era lo que esperaba de ella. Tampoco lo desempararía de día.
Jellal se retira del tema.
Jellal Fernandes
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