Preludio a la aventura -Priv-

Desde hacía muy temprano, había recibido una llamada telefónica para presentarse a oficinas generales. Pensó que estaría en un problema o algo similar pero era muy poco probable, Tassadar era de esos estudiantes que no daban problema alguno y que salvo por su presencia física, no resaltaban del resto de las personas si no hacían algo grande. Una vez estuvo en la oficina, se encontró con dos profesores que le hicieron una petición. Esta academia no era normal y todo el mundo lo sabía, todos tenían habilidades pero si bien existía un informe del joven ojos de zafiro, no habían visto nada, nada de sus habilidades. Por lo que en busca de aprovechar la investigación de sectores, quisieron aprovechar para ver de que era capaz el chico. Le entregaron un cartón pequeño que era una firma de profesores que demandaba la participación de un compañero para la misión, compañero que le dieron a Tass la libertad de elegir y utilizar ese papel para "forzar" a este a ayudarle con la tarea.
¿Qué iba a hacer? aceptó aun y cuando la idea le atemorizaba un poco. El lugar era extraño y eso de tener que llegar a buscar a alguien para ayudarle le parecía difícil por su falta de personalidad para acercarse a la gente a veces.

Estuvo desde las 10:15hrs hasta las 11:45 en la azotea pensando en quien podría ser, miraba hacia abajo a los pasillos y canchas, entonces recordó que hacía unos pocos días había visto a una chica en la entrada, una que le llamó mucho la atención pero cuando quiso intentar acercársele desde las afueras de la academia, otro chico llegó y le habló primero. Era una estupenda parodia a los fracasos amorosos cómicos de las caricaturas, pero le hizo pensar. -¿Y si la buscase a ella?- No sería nada romántico, además era torpe pensar en aquello pues ¿qué interés había en ella? solo una curiosidad y tal vez la chica ni siquiera era agradable, tal vez era una bruta o un monstruo, o una floja... O tal vez no. Cuarenta minutos pasaron luego y se decidió. -Al demonio.- Pero ¿donde buscarla?

Tal vez fue cosa del destino o mera casualidad, pero bajó la mirada hacia las canchas y pudo ver a muchas chicas trotando, otras elongando y otras bebiendo agua. Algunos chicos practicando fútbol y otros solo sentados mirando a las chicas correr. Entre estas, creyó ver a la susodicha de la cual no sabía ni el nombre así que se armó de valor y bajó trotando las escaleras, vistiendo un pantalón de jeans, zapatillas y una sudadera blanca que llevaba encima una camisa del mismo color de mangas cortas y abierta.
Llevaba el papel de autorización en una mano bien sujeto para no perderlo y claro, la poca adrenalina de la carrera por las escaleras le dio algo de valor y confianza más cuando llegó abajo y comprobó que si estaba allí ejercitándose con otros... toda su timidéz volvió a su cuerpo.

Dio un grueso trago de su propia saliva y esperó a que la chica pausara sus actividades aunque fuese un momento. Mientras que al igual que los chicos que estaban sentados en las gradas, solo se dedicó a mirar como estos aunque sin cara de baboso. O eso esperaba. Ya cuando la notó más disponible, quiso acercársele pero dudaba, dio apenas unos pasos y quedó como a veinte de ella, sujetando el papel entre sus dedos y sintiendo que le temblaba la mandíbula. ¿Por qué era así? Apretó sus puños y sus ojos, arrugó un poco el papel en su mano y sin poder más le alzó la voz. -¡¡D-Disculpa!!-

Era un día bastante agradable, no había nada que arruinara esa mañana y la joven sentía que se trataba de uno de esos días que por cómo las cosas estaban saliendo hasta el momento, se podrían considerar perfectos bajo cualquier cosa que sucediera pues... ¿Qué mejor que empezar el día con algo de ejercicio por la mañana?
Sin duda era la mejor manera en el mundo para la rubia de empezar un día, pues durante el tiempo que se preparaba para la clase de deportes, ella sentía algo diferente en su cuerpo y no sabía que era solo ese pequeño presentimiento o sensación que le decía que algo mejor le estaba esperando.

Sin darle más vueltas a ese sentir, la chica continuó preparándose y luego cuando finalmente salió a las canchas donde no pudo más que sonreír al ver un lugar tan familiar y que le resultaba agradable, por lo cual en cuanto el profesor encargado les dio la "orden" de iniciar ejercitarse, su cuerpo y mente no le dieron ni un solo minuto para pensarlo, simplemente actuó como sus músculos siempre recordaban hacer cuando la palabra ejercicio pasaba por su mente o era pronunciada, siendo por ela o por otra persona.

Empezando con los calentamientos que ella conocía perfectamente y realizandolos con una sonrisa casi de oreja a oreja que seguramente otros pensarían rara de ver a alguien tan entusiasta como ella de hacer ejercicio, después de todo ella habia conocido muchas personas flojas, vanidosas y de diferentes tipos que no consideraría al ejercicio como algo placentero como ella. Lo sabía y de todas los tipos de personas que habia conocido, las que más le causaba desagrado eran las vanidosas, fueran mujeres u hombres que no deseaban mover ni un solo dedo ¡Porque sudaban! Patético era lo que ella creía de esas personas, pero no se llenaría la cabeza de esos pensamientos en su momento de felicidad, por lo cual al terminar el calentamiento siguió con unas cuantas vueltas alrededor de la cancha y lo mejor de eso era la sensación del viento que era capaz de percibir al correr.

Luego de algunas vueltas se acercó hasta donde la mayoría de los demás alumnos se encontraban, algunos tomando agua, cosa que ella estaba por hacer, otros realizando estiramientos, entre otros y finalmente los perezosos, incluyendo pervertidos hombres que solo miraban a los demás haciendo sus ejercicios, sobre todo a las chicas por sus mentes tan sucias. Recogió su botella de agua  y dio unos pequeños tragos que refrescaron su cuerpo lo suficiente para otra serie de vueltas corriendo y seguramente unas abdominales; pero al escuchar una voz llamando que no sabía si era a ella o no giro para poder ver a la persona con algo de confusión.

Se trataba de un chico de cabello blanca y ojos azules, además  al ver la ropa que este traía puesta podía notar que no era alguno de los chicos de su clase al no traer puesta que le permitiera ejercitarse por lo que definitivamente no sería de su clase. Dando un rapido vistazo a su alrededor noto que no habia nadie más que ella en esa dirección por lo que sin dudar un poco se acercó hasta el chico con una sonrisa.

-¿Si?, ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- preguntó un tanto curiosa por saber el porqué de tan inesperada aparición del chico, además de que aquella sensación que tenia cuando se alistaba habia regresado por lo que eso le emocionaba un poco al punto de olvidar algo muy importante que su padre y su madre siempre le habían repetido casi hasta hartarse, que siempre se debe presentar ante la gente. -Lo siento, mi nombre es Chrystal Barker un gusto- se presentó la rubia con una sonrisa en su rostro y extendiendo su mano amistosamente para el chico mostrando sus buenas intenciones que habia leído antes en algún libro.  

Había funcionado, no podía creerlo. ¿Ahora qué? La chica se acercaba hacia el y los nervios como si se tratasen de los de un pequeño chiquillo hacia la niña que le gustaba se tratasen, le invadieron por completo. ¿Como decirle que de la nada, la había escogido a ella para una aventura? ¿Atractivo sexual? ¿Instinto? ¿casualidad? Podría quizás ser un poquito de todo. Podría adornar mil cosas para las razones pero el estilo del joven era directo y honesto. -"Honestidad ante todo"- Replicó en su cabeza.

La voz de la joven llego como campanazos a su cabeza, haciéndole llenar sus pulmones de aire y abrir los ojos con ansiedad. Observó la mano extendida y con algunos temblores en su brazo, extendió la mano para estrechar la ajena y recrear dos movimientos a modo de saludo, aunque inconscientemente, no soltó la mano de la chica.
-El gusto es todo mío.- Comentó con algo de pena. -Mi nombre es Tassadar, Tassadar Fortuna.- Dejó una leve pausa para mirarla a los ojos. Ella tenía todo lo que esperaba encontrar para una compañera. Una mirada fija, sin miedo, abierta a posibilidades, a descubrir y a aventurarse. De seguro era alguien fuerte; podía verlo en sus ojos.

-La verdad... s-si, hay algo en lo que puedes... a-ayudarme.- Quiso rascarse la nuca pero su brazo estancó con algo; la mano de la joven y recién ahí se percató de que no la había soltado. -¡Ah!- De inmediato soltó y se puso recto como tabla. -"¡Cálmate!"- se abofeteó mentalmente y apretó los ojos tragando saliva antes de suspirar y proseguir luego de un sonoro suspiro.
-Discúlpame por eso, estoy... algo nervioso.- Volvió a tragar. -Verás, soy... alumno de esta academia y se me asignó una misión por parte de la directiva. Ehm... la misión es, explorar una de las viejas cámaras del subterráneo de la academia, un salón de máquinas que antiguamente generaba energía a algunas maquinarias viejas de la edificación.- Su nerviosismo disminuía a medida que hablaba del asunto, pero volvió un poco cuando tuvo que explicarle el porque estaba contándole eso a ella. -Ve...rás... esto... La, la directiva me otorgó este papel...- Sacudió su mano izquierda pegada a su cintura, la que sujetaba el papel. Su mirada se desvió hacia un costado del suelo por unos momentos. -Es un permiso que permite a un estudiante que yo escoja,
poder faltar a clases si es necesario, con tal de acompañarme en esta misión y... y.... pues...- Volvió suavemente la vista hacia ella con los labios tan arrugados como el dibujo de un infante que quiere dibujar el mar. -Yo... Soy psíquico y mi... fuerte son cosas... mentales y... intelectuales; Planificaciones, análisis, deducciones, mover objetos, y algunas otras cosas. Pero a veces eso no basta y...  pues tu... te... te ves muy... fuerte y po, po,por eso pensé en... pedirte ayuda.... porque tu... te ves... fuerte y... y yo no...- Sus mejillas habían empezado a arder a tal punto que su cara entera estaba acalorada, sus sienes se sentían algo húmedas al igual que sus manosy una rabia le recorrió el cuerpo descontrolando su lengua haciéndole hablar en voz alta. -Ogh, soy pésimo hablando con la gente...-