Preludio de un final que marcaría un inicio (Con Hawk)

Música, colores, y fuegos artificiales. Destellos de luz danzaban alegremente por todo el pueblo, formando de esta forma un espectáculo sin igual. Se podía escuchar a leguas el grito al unísono de personas eufóricas ante tan grande festival que se celebraba en ese momento. Era prácticamente imposible avanzar por el centro de la ciudad, pues sus alegres ciudadanos obstruían el sitio al estar ahí parados, sea comprando o conversando unos con otros.

Este era el sitio donde el rey demonio caminaba como sombra entre las personas, escurriéndose sin que aquellos notaran su presencia siquiera. El slime estaba en medio de aquel festival, pero no estaba para divertirse. Estaba buscando algo que para él era de suma importancia aquella noche. Esto es lo que lo arrastraba hasta aquel lugar en esa noche tan colorida, en la que lo último que se esperaría es que la fiesta fuera a terminar.

- ¡Ahí está! -

En un alto escenario, a los ojos de todos, un huevo hecho de oro, del tamaño de una pelota de basquetbol, se erigía como orgulloso trofeo para ser exhibido ante todos. No era para menos, pues se trataba del premio para el ganador del concurso de karaoke de la noche. A los ojos del peliazul, era estúpido regalar tal cantidad de oro por una acción tan banal como era cantar. Sin embargo, no pensaba competir. En realidad, no podría aunque quisiera.

- ¿Concursos en parejas? Esto en verdad es una tontería. A este paso me vendrá más fácil robarlo que ganarlo limpiamente -

Rimuru no podía participar porque no tenía un compañero con el cual cantar, y eso era lo que realmente le molestaba. Si de algo se había enorgullecido hasta ahora, era de lo capaz que era de resolver sus problemas por sí mismo. Gran Sabio es la única compañía que necesitaba, no más. Se rehusaba rotundamente a buscar un acompañante, esos eran sus pensamientos.

- Obtendré ese huevo aún si los humanos no me lo quieren entregar. Gran Sabio, comienza a calcular el método más factible -

« Solución: Ruta calculada. Se procederá a la ejecución al momento que el usuario Rimuru Tempest realice la orden»

Así pues, se veía a la vista de cualquiera a una chica de cabellos azulados, con ojos color de ámbar, hablando sola en medio de tanta gente. A pesar de haber tantas personas a su alrededor, realmente lucía solitaria. Sin embargo, Rimuru no se sentía de esa forma. Solamente le importaba una cosa en aquel momento, y era el huevo que estaba sobre el pilar.

Ya disponíase el slime a robar el artículo dorado. Solamente tenía que correr hasta él, tomarlo y entonces levantar vuelo, escapando así lejos del lugar. Era un plan sencillo de pensar y más aun de ejecutar para alguien como el Rey Demonio. Y aún si hubiese un héroe entre la multitud, neutralizarlo sería pan comido. No existía forma de que su plan fallase. Sin embargo, curioso es el destino o quizá la casualidad que llevaría al infortunio que más tarde sería el encuentro de estos dos seres quienes, de la forma más peculiar, entrarían en la vida del contrario como una estaca que atraviesa la carne viva.

- Tch... ¡Idiota! -

El Gran Señor Demonio acababa de ser arrollado por una bicicleta voladora. En cualquier otro caso, la hubiera cortado en trozos con su "Habilidad Adquirida: Espada de Agua", posiblemente asesinando así al conductor como daño colateral. Sin embargo, la multitud le era un impedimento para realizar aquello, pues la conmoción podría alterar a las masas y, en el peor de los casos, hacerle perder de vista el objeto que deseaba obtener a toda costa. Es por eso que se dejó arrollar por el cacharro del pelimorado, sabiendo de antemano que el daño que recibiría sería mínimo y que no sentiría dolor.

En cambio, eran las burlas de los presentes lo que sacaba de sus casillas al peliazul. Tal humillación para un rey es completamente inaceptable; llegado al punto incluso en que su mirada ardía con rabia. Sin embargo, a fin de cumplir con su objetivo de la forma más eficiente, se contuvo a sí mismo, soltando un pesado suspiro para luego dirigir una apenada mirada al sujeto que ahora suplicaba disculpas frente a él.



- Las disculpas de un extraño son de lenguaje ajeno: no significan nada para el que las recibe. Si de verdad lo lamentas, vas a hacerme un favor ahora mismo 'k? -

Tomó entonces el andrógino la mano de aquel joven peliazul y le arrastró consigo a través de la multitud hasta que hubieron llegado al escenario donde el concurso de karaoke se realizaba. Pidió aquel dos micrófonos al confundido organizador que, conmovido por la mirada tierna del demonio, entregó lo solicitado a la brevedad. De los dos recibidos, un micrófono fue entregado al dragón de manos del propio slime, quien no se molestó en dar explicación alguna al chico, sino que simplemente dirigió su voz al público, diciendo:

- E-tto... ¡Buenas noches a todos! Este chico que casi me asesina hoy y yo vamos a interpretar para ustedes una canción llamada Memories in the Rain. Esperamos que sea de su agrado -

El slime parecía nervioso a la hora de decir aquello, como si tuviese pánico escénico. ¿Realmente estaría apenado el rey demonio por irrumpir en el festival para poder participar por el huevo que tanto deseaba? ¿Acaso, tal vez, le emocionaba que se presentase de repente la oportunidad para ganar de la forma que en realidad deseaba? ¿O era todo una actuación para conseguir su propósito? Sería completamente imposible saberlo en ese momento. Los pensamientos del slime, celosamente resguardados por su "Habilidad Única: Gran Sabio" eran un enigma indescifrable incluso para él mismo en ocasiones.

Lo único que en ese instante podría saberse, es que la pista comenzaba a sonar como preludio al dúo que estaba por interpretar aquella canción. Pero qué incierta es la fortuna y cuán caprichoso el destino, que nadie podría siquiera imaginar que aquel inocente concurso daría como resultado la obtención de un objeto que cambiaría para siempre la vida de nuestros protagonistas.

Ost:

La música sonaba de forma emotiva, calentando los corazones de todos los presentes. Como si hubiesen nacido perfectamente coordinados, el slime y el dragón intercambiaban frases melódicas con profundo entusiasmo. Una vez, y otra más, con cada segundo sus corazones aceleraban y se sincronizaban más, como si fuese el destino mismo quien les hubiere reunido en el escenario aquel día. A ciencia cierta, aún hoy día nadie ha podido descartar esa posibilidad. Pero en ese momento del tiempo parecía la cosa más increíble y maravillosa del mundo entero. Y cómo no iba a ser así, si las palmas del público entusiasta las hermosas luces de colores infundían al ambiente un sentimiento tan vivo de alegría que resultaba cautivador.

- Yahaa!! Lo logramos, viejo! De verdad lo logramos!! -

El peliazul ni siquiera lo pensó a la hora de abrazar a su compañero de escenario. La emoción que le provocaban los gritos eufóricos del público le resultaba embriagante. Jamás se había visto siquiera capaz de participar en un evento de esa índole, y ahora la multitud les aclamaba como a héroes que regresan victoriosos de la batalla. Se acercó entonces el presentador y tomó la mano de ambos, levantándolas en son de victoria.

- Parece que tenemos dos favoritos esta noche! La niña de pelo azul y su amigo del objeto volador son los ganadores de esta noche! -

Dos chicas subieron entonces y condecoraron al slime y al pelimorado con una medalla a cada uno, para luego proceder a entregar el enorme huevo de oro al rey demonio. Su rostro al por fin tener el tan anhelado objeto se asemejaba al de un padre que ve a su hijo graduarse de la universidad. Estaba más que conmovido, simplemente no podía creer que podría obtenerlo de forma limpia. Y se aferró entonces al ovoide, abrazándolo como se abraza a una madre o a un hermano tras años de ausencia, casi derramando lágrimas en el acto, sonriendo con un gozo de esos que solo se ven en los protagonistas al final de la película.

- Gracias por lo de esta noche, viejo -

Dijo el peliazul, dirigiendo la mirada al joven Hawk, con una gentileza digna de un ángel.

- Esta sea posiblemente la mejor noche de toda mi vida, así que quiero festejarlo. Si no tienes prisa ¿te apetece ir por un trago? Yo invito, por supuesto -