Más allá de lo salvaje. (Trama bilateral con Tyrande)

La exploración a través de las fronteras de Merak le generaba un profundo sentimiento de desasosiego, además de ser un acto algo monótono, aunque su verdadero propósito en ese lugar no fuera la diversión. La misión era simple, asaltar un bastión en las montañas de Merak, muy cerca del lugar donde anteriormente habrían empezado los litigios con los despiadados guardabosques, que defendían con fiereza la linea invisible de la tierra coreana. Desde entonces, en sus ratos libres, cuando Master le permitía hacer lo que quisiera fuera de casa cuando no había ningún quehacer, se dedico a limpiar las fronteras de enemigos. Y pronto le habría sido impuesta una misión. Para tal propósito, había sido convocada una de las más poderosas agentes de Legacy, una mujer llamada Tyrande Whisperwynd.

Llegó al lugar del encuentro, un lago magnifico bajo la luz de la luna, resplandecía, radiante, iluminado, como si una especie de aura espiritual le atrajera para lanzarse sobre las aguas, para sumirse en un mar monótono de paz. El agua le seducía.

Y sin darse cuenta, sombras se aproximaron a través del bosque, lentas, cuidadosas, mantenían recelosas el sigilo, sus ojas silbaron, y este sonido tan débil, tan pobre, alertaron al Arquero, había sido imprudente, se había puesto en peligro, sabía que le estaban rodeando, ante el yugo de sus enemigos, que eran muchos más que él.

Recogía sus dedos lentamente...La muerte estaba cerca.

Tyrande caminaba con paso lento, el mundo giraba a veces más rápido de lo que ella caminaba y sentía cada uno de los cambios que sufría, al menos eso era lo que había aprendido durante toda su larga vida. Aspiró lentamente, insuflando a sus pulmones del aire fresco que le proporcionaba ese enorme bosque, siempre prefería estar en un bosque que dentro de un lugar cerrado.

Pero en ese momento no estaba ahí por el paseo habitual, sino porque había sido llamada, le habían pedido que fuese a las fronteras de Merak, algo que no le hacía demasiada gracia, pero no podía evitar esa convocatoria y mucho menos cuando el motivo era su padre. Suspiró y siguió caminando hasta que alcanzó lo que parecía un lago. Se quedó mirando desde la linde del bosque el precioso lugar, sus ojos plateados se clavaron sobre las cristalinas aguas y fue cuando lo captó.

Había un hombre en la lejanía, pero no parecía tranquilo sino más bien nervioso, así que giró sus ojos hacia el bosque y pudo ver cómo había pequeños movimientos, sin pensarlo subió a una de las ramas, y fue saltando de una rama a otra hasta llegar a un punto donde los vio y sin demora extendió una de las flechas y comenzó a lanzar una tras otra haciendo que los enemigos fuesen heridos y de esa manera poder huir.

Cuando comprobó que no había peligro alguno bajó de la rama y se acercó al hombre.

-Espero que todo esté bien.-pronunció en un ligero susurro.

Se preparó para la batalla. Y finalmente, proyectó ambas hojas, se volteó.

Las sombras, como descubriendo que su ataque había perdido el factor sorpresa, entonces decidieron cargar contra él, El se mantuvo inerte, pues una presencia se aproximaba a través del bosque.
Una flecha emergió de entre las hojas como estrella y esquirla, otra, y otra.
Una sombra intento huir al este, pero una de las flechas le alcanzo el rostro por debajo de la capucha, rodó por el suelo antes de desaparecer. Otra salto hacía Archer, pero fue abatido en vuelo por otro virote, sumergiéndose en las aguas cristalinas para nunca más volver. Sin siquiera haber blandido una de sus cimitarras chinas, los sirvientes de la oscuridad que solo habían sido heridos entonces se habrían marchado corriendo a través de los bosques, habiendo abandonado todo rastro de la intimidación que buscaban generar.

De entre las hojas emergió una mujer inhumana, hermosa, como si cada curva y cada detalle hubiera sido moldeado por alguien que le exigió a dios "Hazla así". Sus orejas eran largas y puntiagudas, sus ojos brillaban tan intensamente como la luz de la luna. ¿Acaso era ella algún tipo de ser divino? No lo sabría, y suponerlo era difícil.

---Si, gracias---Agradeció--¿Eres tú Tyrande?

Tyrande observó en silencio al hombre, pero sobre todo el arco que portaba, ella lo tenía sujeto con su diestra, lo sujetaba con ternura pero nadie habría podido quitárselo si ella no quería. Escucho su nombre y afirmó mientras ladeaba el rostro.

-¿Eres tú quien me ha llamadas?-preguntó con voz suave. La verdad era que le inquietaba ese llamamiento pero necesitaba averiguar cosas y al parecer él podría ayudarla en ese acontecimiento.-¿Y por qué aquí? Tan cerca del Merak.-eso era lo que más le preocupaba.

Miró al joven y se quedó mirando en su cabello, parecía plata, y tenía una porte de un principe, ella había conocido ha muchos así sobretodo solían actuar demasiado emperifollados algo que a ella no le terminaba de gustar, pero el parecía distinto. Terminó de salir del bosque y se acercó a él mientras colocaba de nuevo su arco sobre el hombro.

-¿Qué idea tienes?-preguntó mientras se dirigía hacia el lago.

Sin meditarlo mucho se retiró las armas y se sentó dejándolas a un lado pero sin demasiada distancia.

Las preguntas de la mujer le confundieron un poco. Se sorprendía de que no supiera quien la había llamado.

--No, jeje---Se rió--Yo no te he llamado, pero si he sido convocado aquí, junto a ti. Mi nombre es Archer. Es un gusto conocerte...La cercanía con Merak ciertamente me es también un misterio, pero supongo que lo que debemos encontrar es importante.

Vio a la mujer caminar hasta un tronco, dejo caer las armas no muy lejos, y se sentó, aparentemente interesada por la misión que debían llevar a acabo en aquel lugar. Archer, a su vez, aprovecho la oportunidad de sentarse a su lado ante la falta de asientos para comenzar con el relato.

---Bueno, nuestra misión es encontrar cierto libro que pertenece a un hechicero Legaciano, no dijeron cual era su naturaleza, pero parece ser muy importante, si no me equivoco, el bastión esta algunos kilómetros al este. Lograremos llegar allá antes del anochecer si nos movemos especialmente rápido.

Tyrande se mantuvo en silencio mientras su interlocutor comenzaba a hablar, ladeó el rostro y meditó ante lo que dijo, así que él no era el convocante sino más bien otro mandatario más, como ella misma. Suspiró ligeramente mientras observaba al chico que se sentaba a su lado y como comenzaba a relatar lo que parecía ser la misión, se cruzó de piernas y posó uno de sus brazos, más bien el derecho, para apoyar la cabeza y de esa manera atenderlo más cómodamente.

-Pues deberíamos marcharnos cuanto antes.-Afirmó cuando supo la naturaleza de la misión, le llamaba completamente la atención lo del libro y sobre todo lo de aquel Legaciano.-Soy bastante rápida y espero que puedas alcanzarme.-Soltó con media sonrisa mientras se levantaba y se atusaba la ropa, tras eso tomó las armas y lo miró.-Vamos pues.

Tras eso miró hacia la dirección que debían tomar, mientras colocaba sus armas, seguidamente comenzó a correr. Su pelo se movía danzarín como si el viento lo apartase de su rostro con el propósito de no detener su carrera, realmente era una chica rápida y gracias a su naturaleza lo era mucho más. No tardaron más de dos horas en alcanzar su objetivo cuando su cuerpo le pidió deternerse, aun siendo ágil necesitaba recuperar el aire.

Frente a ellos una enorme fortaleza se extendía y lo peor de todo era que había una gran cantidad de guardia, al parecer lo que buscaban era mucho más importante de lo que parecía.

---Eso mismo iba a decirte.

Empezaron el rápido trayecto a través del bosque, a una velocidad inhumana, Archer corría a toda velocidad, dado a su estado, sin cansancio alguno, su cabello plateado cortaba el viento como si fueran hojas afiladas, una sonrisa competitiva se le dibujo en el rostro mientras esquivaban los arboles, aun cuando el sol se alzaba.
Llegaron cuando el alba empezaba a ponerse, miró de reojo a su compañera.

---Yo empezaré, supongo---Se ofreció---Descansa un poco, señorita Tyrande.

Miró la fortaleza imponente que se posaba enfrente, sintió la magia a su alrededor, estaba protegida por una barrera magica, aunque no iba a ser fácil de atravesar, prefirió hacer algo mejor.
Destruirla.

--"Trace on",--murmuró, y un arco se genero en sus manos, un arco de aspecto futurista, de un tiempo donde la humanidad era más avanzada, una espada grande, que parecía una especie de taladró-espiral se proyecto en su mano derecha, una luz roja la ilumino, se volvió fina, negra, la acomodó en el arco lentamente, y lo tensó, lo alzo hacía el sol, que no le molestaba la mirada.

---¡Caladbolg!---Exclamo, fuerte, poderoso, su voz se escucho a través de todas las montañas. Perdiendo todo rastro de sigilo.

Disparó, una estela se dibujo en el cielo, golpeó la barrera, se rompió en mil pedazos de cristal etéreo azulado, un gran estruendo del mismo color, una explosión mágica, destruyó la pared. Para ese punto, disparó otra flecha, esta se fragmento en el aire en miles de esquirlas, descendieron sobre la fortaleza, generando más destrucción.

Se volvió hacía su compañera.
--¿Lista?

Tyrande escuchó lo que su compañero decía y simplemente afirmó con lentitud mientras sus ojos se clavaban en la enorme estructura e iba sintiendo como su cuerpo se recuperaba de la carrera, aunque estaba en forma y aguantaba mucho, estaba cansada como cualquier persona pues llevaba varios días que no dormía como era debido. Miró a su compañero, pero lo hizo de reojo cuando él comenzó a preparar su ataque, le llamó mucho la atención como hacía aparecer un arco extraño, ladeó el rostro sobretodo cuando apareció la segunda arma, en este caso una espada.

Siguió con atención la dirección del ataque y observó como la barrera caía, una fina sonrisa se dibujó en su rostro mientras comenzaba a sacar su arco, éste era de madera pero mucho más resistente que cualquier otro, lo usaba tanto para la distancia como para la cercanía pues en las puntas, aunque pareciesen meros adornos, había unas hojas que podía perforar la piel.

Se podían oír los gritos de todos aquellos a los que les caían las flechas y miró a su compañero cuando le habló.

-Nací lista.-le comentó con voz suave mientras tomaba una de sus flechas y apuntaba hacia arriba, sin decir nada la lanzó y ésta comenzó a incendiarse a medida que se acercaba a la pared, atravesó con destreza la pared y alcanzó lo que parecía ser un carro lleno de paja, el cual comenzó a arder con fuerza.-Una pequeña distracción.

Corrió hacia la pared y comenzó a escalarla, si era cierto que había un agujero y por ese motivo ese era el punto que más vigilarían, así que subió la pared con una destreza poco humana. No tardó mucho en alcanzar la cima, al momento que posó sus pies en una de las almenas sacó tres flechas que clavó en los únicos guardias que quedaban.

-Te espero al otro lado.-soltó mientras corría y disparaba a cualquier persona que veía.

---"Nací lista"

Sonrió ante aquella respuesta, vio como ella entonces se levantó, disparo con una hermosa habilidad, le superaba en creces sin necesidad de la clarividencia que el poseía, fue una certeza muy fina, muy limpia. Rió para sus adentros al verla marchar, esperando que ella se adelantara primero. La vio subir sobre las paredes, llegando a las almenas, desatando entonces la furia del bosque.

Dio un salto desde su posición, descendió sobre las almenas como un Halcon a su presa, desenfundo a Kanshou y Bakuya, o más bien las conjuro. Dos guardias se posaron al frente, les tumbo de un tajo en la sien. Y disparó una flecha en movimiento marcial a uno de los que intentaron atacar a Tyrande por detras. Descendió sobre el campo de batalla, le rodearon cinco.

El hombre de alabarda fue el primero. Intento atravesarlo con una lanza, Archer deslizo su hoja plateada a través del cuerpo de la misma, recibió un corte en el abdomen, siguió hasta caer sobre la carreta en llamas, que empezó a rodar. Lanzo ambas hojas como dos polos indiferentes, decapitaron a dos de ellos, los que llevaban armas rúnicas, los de arma de fuego le dispararon, pero gracias a su instinto esquivo los disparos habilidosamente. Les derribo de un codazo en el pecho.

---¡Tyrande!---Exclamó---¡Dispara al cuartel, derribalo!

Tyrande se encontraba disparando sin parar cuando lo vio aparecer, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, por suerte no la había dejado, siguió disparando mientras su compañero también se enfrentaba a todos aquellos hombres. La verdad es que no era para nada normal pues eran solo dos contra todos ellos y de normal era necesario un ejército bastante más grande, pero claro ni Tyrande era una chica normal ni Archer un hombre normal. Estaba apuntando a un hombre cuando un grito la alertó y al girarse lo vio caer con una flecha clavada en su espalda.

Le dio las gracias con asentimiento de cabeza y continuó con su ataque, así estaban ambos cuando escuchó las palabras de Archer y miró hacia el edificio que parecía ser el cuartel. Corrió hacia el lugar y buscó, no tardó mucho en encontrar un barril con brea, así que lo lanzó contra el edificio de una patada haciéndolo explotar contra la pared. Tras eso apuntó una de sus flechas incendiarias y la disparó haciendo que todo el lugar quedase incendiado.

-Ya está.-soltó mientras miraba hacia él.-Donde crees que pueda estar lo que buscamos.-preguntó mientras mataba a uno que se acercaba como un poseso hacia ellos.

¿Cuánto llevaban luchando?¿Una hora?¿cinco minutos?Que importaba, al parecer todos los hombres dispuestos a luchar o estaban muertos o empezaban a rendirse, Tyrande los miró con ojos criticos mientras buscaba alguno que pudiera servir para que les dijese algo.

---¡Alto!

Un grito emergió desde la puerta de la fortaleza, de la que salió un hombre, llevaba un libro en su mano, desafiante, el cabello rubio, lacio, descendía hasta el cuello, vestía cual fino aristócrata ingles, sus ojos brillaban en una potente aura azul.

Archer se acercó hasta Tyrande.

---Ten cuidado---Dijo---Conozco esos ojos. son ojos místicos, si no los ha usado para atacarnos es por que necesita acercarse, o por que no tiene intención de hacernos daño aun.

Dijo, aun no sacaba el arco de entre sus manos con ayuda de la magia. La situación se complicaba, aquel era el libro que buscaban, y se acercaba entre el silencio, con el único sonido de la llameante carreta, que expectaba el escenario.

Tyrande caminaba hacia uno de los hombres con la mirada cabizbaja cuando escuchó ese grito que la hizo detenerse en ese mismo instante. Fue extraño pues le empezó a recorrer un fuerte escalofrío por toda la espalda, más bien por la médula espinal. Al girar la vista hacia la persona que lo había proferido pudo ver que salía del interior de la fortaleza y achicó los ojos.

Los hombres alrededor de ellos temblaban ligeramente, pero podía deberse a la intensidad de la lucha, aunque para Tyrande lo que le estaban diciendo es que tenían terror a ese hombre, ella lo observó con más interés y al ver el libro sabía que estaban en buen lugar. Sin preocuparse demasiado colocó el arco en su lugar mientras sentía la presencia de Archer a su lado, que le hablaba con suavidad.

-Puede que tengas razón.-le respondió, al mirar a la persona que se acercaba pudo ver que andaba con aire real, o se creía de la realeza y mejor que ellos o simplemente era un rey.-No deberíamos dejar que se acerque más.

Tyrande extendió el brazo y puso la mano enfrente indicando que se detuviese allí mismo, ella no creía que le obedeciese, pero por extraño que fuese así lo hizo. En su rostro fino se dibujó una sonrisa que no señalaba nada, era como si no tuviese ningún tipo de sentimiento.

-Vaya, veo que tenéis valor.-pronunció el hombre.-Sé a qué habéis venido, pero comprenderéis que no os lo voy a entregar.-comentó con una voz tan profunda que haría temblar el mundo.-No sabéis cuanto me ha costado hacerme con este libro y no pienso deshacerme de él.

Tyrande frunció el ceño y simplemente esperó, la verdad sea dicha, no sabía por dónde podría venirles el ataque y además ese hombre les estaba hablando como si allí no hubiese habido una lucha. Mientras cavilaba notó como el hombre se giraba y volvía de vuelta hacia el interior de la fortaleza, no sin antes hacerles una pequeña seña de que lo siguiesen.

-La lucha se ha terminado por ahora.-pronunció mientras entraba y dejaba la puerta abierta.

Tyrande lo meditó unos segundos, pero enseguida lo siguió, necesitaba saber a qué se debía la sensación que tenía.

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