Un encuentro inesperado (con Farah)

-El parque de los cerezos, un lugar alejado del internado Merak, visto por muchos como una zona para relajarse y pasar el rato, adornado por las hermosas flores de cerezo que crecian en los arboles que conformaban parte de este, cuando el viento soplaba llevandose los petalos de estas daban un hermoso ambiente capaz de propiciar la tranquilidad hasta en el mas duro de corazon, el lugar tenia su propia magia podria decirse, una que llevaba a las personas a encontrar una paz momentanea.-

-En medio del hermoso y puro paisaje pudo vislumbrarse una figura que no parecia encajar con el mismo, ropajes negros y cabellos igualmente oscuros era lo que podria notarse a primera instancia, no parecia ser alguien de estos lados pues parecia no conocer mucho el terreno incluso no se notaba tan comodo en el. Se trataba de Arael Kusanagi, estudiante del internado Merak, institucion rival de la academia Legacy, ¿que estaba haciendo ahi? Buscando reposo era obvio, al parecer incluso un ser amante del caos y la destruccion tenia sus momentos de busqueda de paz, bueno era entendible, despues de todo hasta el azabache necesitaba un descanso-


No , no parece haber rastros de nadie -Solto un leve suspiro- mejor para mi

-Rasco levemente su nuca y luego de asentir a sus propias palabras inicio una caminata, buscaba relajarse , incluso a el el estres lo llegaba a molestar en sus momentos, habia escuchado de parte de algunos que ese jardin podria ayudarle a despejarse incluso a darse mas ideas para el futuro, si lo que aquellas personas decian era verdad, quiza una caminata podria servirle para poner en tela de juicio todo lo que tenia en su cabeza y claro, para olvidarse momentáneamente de todo-

Después de varias semanas, por fin había logrado inscribirse en aquel internado, Merak, donde podría cumplir algunos de sus tantos cometidos que se había planteado desde que escuchó de aquel lugar. Ya era un día cualquiera, demasiados trabajos le inundaban la mente, por lo que decidió ir a tomar aire fresco, a cualquier lugar que fuera lejos de aquella institución. No parecía que fuera a haber algo importante, por lo que su ausencia no sería tan notoria del internado. El parque de los cerezos era bastante reconocido por su belleza, pues incluso había varias leyendas en las que decían que si te declarabas al amor de tu vida bajo uno de ellos, los dioses podrían bendecir tu amor. Vaya tontería de cuento de hadas, la peliazul no creía en ese tipo de sentimientos, por el momento. Su caminar era lento, y llevaba consigo su móvil para escuchar un poco de música para marcar su paso en un compás algo clásico sombrío. Vestida con un vestido de botones, color negro que le llegaba por encima de las rodillas; unas calcetas altas blancas y unas zapatillas que hacían juego con aquel vestido. Su cabello iba completamente suelto, adornando sus hombros descubiertos por el vestido que ondeaba conforme a su caminar. Su mirada estaba fija hacia el frente, disfrutando de aquella paz que la tranquilizaba y la hacía perderse en todo su esplendor.

-Pero qué lugar. Algunos hasta dirían que es... Romántico, bah.- Al final de aquella oración, su tono de voz parecía el de alguien que había visto algo grotesco, como si le dieran náuseas siquiera mencionar la palabra. Sin más, en su trayecto, lograba distinguir una figura que se encontraba por aquel parque, aunque no le reconocía de inmediato por su falta de vista tan torpe. Se fue acercando un poco más, hasta quedar a unos 5 pasos de distancia de aquella figura masculina, la cual comenzaba a darle un aire familiar.

-Miren nada más qué tenemos aquí. Alguien parece perdido.-

Musitaba en tono completamente burlón, mientras retiraba de sus orejas los pequeños audífonos que entonaban aquellas melodías que la hacían disfrutar de su caminata. Luego miraba a quien se había encontrado, para esperar alguna respuesta de su parte.