Un motivo para luchar •Juvia•

“¿Cómo algo tan hermoso termino por convertirse en un desastre?” Pensó para sí misma mientras observaba el paisaje, la academia, que antes deslumbraba belleza y elegancia ahora solo daba gala al horror y la oscuridad. El caos causado por el enfrentamiento contra Merak había causado la destrucción de todo Legacy, muchas vidas inocentes fueron tomadas, las personas que tanto tenía confianza fueron los traidores en ese fatídico día y ahora, toda esperanza se había esfumado, sus ojos se apagaron, las flores de la melancolía decoraban su delicada y pálida piel mientras miraba inerte hacia la nada.

Alrededor de ella solo se podía ver los escombros de los edificios, las llamas que disminuían todo a cenizas y claramente algunos gritos de angustia de las personas que sufrían heridas graves hasta finalmente cesar.

Era una pesadilla que había sido realidad, una visión recurrente que noche tras noche la atormentaba y ahora, lo vivía.

─Ya no tiene sentido luchar… ¿Cierto?

Se cuestionó a sí misma, o, mejor dicho, a su sombra, aquel fiel acompañante que escuchaba las angustias de la pelirrosada y servía para un desahogo, pero ese día su depresión la sobrepasaba y no podría controlarse por mucho tiempo, especialmente porque oscurecía y los entes sombríos estaban al acecho, aprovechando la debilidad de los humanos ante semejante caos.

─Solo es cuestión de tiempo… todos vamos a morir… ya no sirve de nada luchar…
 
Dijo débilmente mientras tomaba asiento sobre los escombros y cubría su rostro con ambas manos, las flores la invadían y su guardián se mostraba ciertamente agresivo, pero luchaba contra sus instintos para no dañar a su ama. ¿Habrá alguien que la pueda hacer entrar en razón?

Todo lo que una vez fue Legacy, había sido completamente destrozado. Oscuridad, terror y dolor se apoderaron de aquel lugar que una vez fue próspero y cálido.
No estaba tan segura de quien había sido el causante de ese desastre; pero habían traicionado a Legacy.

La peli-azul corría por los escombros, las llamas desprendían un fastidioso olor a humo, su vista estaba un poco nublada debido a este.
Gritos desgarradores se escuchaban por todos lados, eran tan fuertes que parecía como si le gritaran en el oído; le provocaban escalofríos y la piel se le erizaba.

Corrió a toda prisa en busca de alguien con vida. A lo lejos pudo percibir una silueta bastante familiar, entrecerró sus azulados ojos, cubrió su nariz y boca con la mano izquierda, tosiendo por el humo que se esparció.

Se fue acercando poco a poco, notando que aquella silueta era nada más y nada menos que la de Ayana, su senpai.
Parecía gravemente afectada, sentada sobre los escombros con ambas manos cubriendo su rostro.

La peli-azul se acercó a ella a paso lento, había algo extraño, el guardián que siempre la acompañaba se mostraba anormal, como si hubiera sido poseído pues no parecía el de antes, se veía agresivo.

— ¿A-Ayana-senpai? —

Temerosa pronunció el nombre de la joven.

— ¿S-Senpai, está bien? N-No debería estar ahí, vamos a un lugar más seguro. —

Exclamó preocupada, algo no andaba bien con ella, con una de sus manos tocó el hombro de la pelirrosa, esperando una respuesta.

Había una voz que la llamaba temerosamente, más ella simplemente la ignoraba, no quería saber nada de nadie, pero la persona en cuestión seguía insistiendo al grado de tomar su hombro en busca de una reacción.
Esto claramente provoco algo en ella: ira.

Repentinamente se levantó para luego apartarla de un golpe con tal de provocar que se alejara de ella.

─¡¡ALEJATE DE MI!! ¡¡VETEEE!!

Gritó con cierta desesperación para que se alejara de ella, pero las razones de ello podrían ser varios, lo cual sería entre evitar lastimar a otros o acabar con su existencia tras no poder salvar aquellas vidas.
Sin importar demasiado su actuar, aquel guardián que la acompaña siempre se había transformado en un Amarok, un lobo gigante de pelaje oscuro como la noche y cuyos ojos rojos resplandecían entre las tinieblas.
Aquel enorme can se acercaba a la maga de cabellos azulados con la intención de atacarla si no hacía caso a las peticiones de su ama, pero era más que claro que tanto aquel lobuno como la dragona, sufrían demasiado.

─Solo lo diré una vez más… Vete.

Cabizbaja, aquella pelirrosa evitaba todo contacto visual con la contraria, e incluso se apartaba aún más de la maga con tal de evitar que la viera en su estado, sin embargo, las flores la delataban, aquellas hermosas y efímeras flores azules, los cuales eran conocidas como “no me olvides”, un indicio de que aquella dragona olvidaba algo realmente importante y que debería recordarlo lo antes posible o su propia vida se marchitaría.

—¿Se-Senpai? —

Retrocedió atónita ante la reacción de la peli-rosa que le había gritado que se alejara. Actuaba de una forma más agresiva, pero esta no la miraba, evitaba completamente hacer algún contacto visual con la maga de agua.
Por otro lado el guardián de aquella peli-rosa tenía un aspecto diferente, ahora era un lobo gigante, podía percibir un aura bastante malévola, dispuesta a atacar. La piel de la peli-azul se erizó, un escalofrío recorrió su cuerpo, sus piernas retrocedían conforme el lobo se iba acercando.
La apariencia de su senpai era insólita, pero pese a eso, se notaba que estaba sufriendo y no solo ella, también su guardian.

— ¡¡¡JUVIA NO LA DEJARA SOLA!!! SI TIENE QUE ATACARME HAGALO, PERO JUVIA NO LA DEJARA. —

Gritó fuertemente con ojos cristalinos.

—Ustedes son lo más importante que Juvia tiene…—

Pese al miedo que sentía, la peli-azul en vez de retroceder, ahora se fue acercando al guardián, temerosa levantó un brazo para tratar de acercar su mano a la cara del lobo. Este gruñía ferozmente.

—¿A ti también te duele verdad? No es esto lo que quieres. Ayana-senpai también sufre. Y si tu sufres ella sufrirá más. —

Exclamó triste, conteniendo las lagrimas por aquello que atormentaba a esos seres valiosos para ella. Miró al lobo directamente a los ojos, intentado hacerlo entrar en razón. Arriesgado era, pero no podía abandonar a un amigo, ellos eran su mundo, su todo y verlos sufrir le dolia mucho.

Las palabras de la maga de agua tenían cierto sentimiento que conmovía a la pelirrosa, apreciaba el hecho de que la tomara como alguien importante, pero no era suficiente, la culpa la consumía y era casi imposible de convencerla.

El lobo sombrío, miraba fijamente los ojos azules de Juvia, quien trataba de acariciar al lobuno con tal de calmar su sufrimiento, pero el hecho de que ella sintiera miedo y mostrara tristeza, alimentaba más su agresividad, después de todo, los entes oscuros se alimentan de las emocione negativas.

El feroz ser rápidamente da un zarpazo a la peliazul para hacerla caer y posteriormente colocarse arriba de ella con la intención de asesinarla, era claro que no estaba razonando y solo se guiaba por sus instintos.
La joven maga gritó ante el ataque del sombrío, provocando que la dragona reaccionara.

─¿He? ¡¡¡NOOO!!!

El lobo estaba a punto de darle un mordisco en el cuello de la maga cuando la dragona apareció en el acto, usando su propio brazo para detener la mordida, los caninos perforaron la pálida piel de la chica, causando que esta sangrara.
Rápidamente fue apartando al lobo de la chica, esto para evitar un futuro ataque, pero no era solo por eso, si no que su sangre podía tocarla y causarle envenenamiento severo.
La sangre de la dragona tenia componentes tóxicos, que al ser tocados por un humano podría ser letal, si su guardián lo consumía, como mucho provocaría que quedara inconsciente dado a algunos componentes alucinógenos que contenía su sangre tras consumir por años el fruto de belladona.

─Quiero que te apartes Juvia-san…

Comentó mientras trataba de luchar contra su familiar.

─él te atacará si olfatea tu miedo y me será difícil controlarlo… ¡aargh! ¡Oye, no mastiques!

Empezó a golpetear la cabeza del lobuno, quien no respondía ante sus órdenes, solo continuaba mordiendo su brazo como si de un juguete se tratara.

Antes de que pudiera reaccionar ya tenía al can encima de su cuerpo, haciéndole imposible escapar, podía sentir la respiración de este golpear ligeramente su rostro, moviéndole algunos de sus cabellos azules.
De repente el lobo en un ataque de furia; abrió su enorme mandíbula, mostrando sus afilados colmillos, dispuesto a atacar a la peli-azul. Esta lo único que pudo hacer fue gritar fuertemente, apretó con fuerza los ojos, esperando que el can acabara con su vida de un mordisco.
Sólo escucho aquellos enormes colmillos clavarse en algo, era extraño pues no sintió ningún dolor...
Pasaron unos segundos, abrió lentamente los ojos.

—¿E-Eh? —

Sus azulados ojos de abrieron sorpresivamente al ver la escena; Ayana la había salvado de aquella bestia. Esta apretaba con fuerza el brazo de su senpai, la agarraba tan fuerte que la hizo sangrar demasiado, el líquido rojo escurría de la piel y goteaba en el suelo en abundantes cantidades.
La peli-rosa lo estaba alejando de ella, intentado también safarse del agarre, golpeaba la cabeza del can repetidas veces.

— ¡¡Senpai!! —

La joven de agua se levantó, con las piernas temblorosas por la repentina caída. Ayana le había dicho otra vez que se mantuviera alejada, lo cual no era aceptado por la peli-azul.

— Pero... Juvia quiere ayudar. No dejará a Ayana-senpai. ¡Aún si Juvia tiene que arriesgar su vida! —

Exclamó con una sonrisa segura de si misma; un sentimiento de valentía desprendió la maga, demostrando más confianza en si misma. No podía temerle a un compañero; caminó nuevamente hacia el lobo, sin dejar de sonreír, sin perder el valor, no mostró ninguna clase de temor. Sus ojos azules se clavaron en los del can, una vez que cruzaron miradas, le sonrió aún más.
Se detuvo a lado de aquella peli-rosa, estaba tan cerca del guardián, sintiendo otra vez su respiración.

— ¿Podría soltar a Ayana-senpai? —

Dijo sin apartar la mirada, esperando una respuesta del guardián, sus ojos seguían clavados en aquellos sombríos.

El acto de valentía por parte de Juvia, provoco que el sombrío lobuno poco a poco regresara a la normalidad, eso o que la sangre de su ama le provocara un viaje debido a los compuestos tóxicos que esta tenia gracias al consumo diario de la belladona.

─Colt, ya me has saboreado, ¿Puedes soltarme? O tendré que iluminarte

Ante aquella amenaza de ser iluminado, rápidamente suelta el brazo de su ama, quien tenía las marcas de las mordidas, por fortuna no se ha roto ningún hueso gracias a sus escamas.
La pelirrosa rápidamente se ocupó de su herida, no tanto para evitar una infección, si no que trataba de evitar que Juvia tocara su sangre.

─Bien, a eso se le llama encarar a la muerte.

Dijo en tono de broma mientras miraba a Colt.

─Te veo mejor, compañero, lamento ahogarte con mi agonía…

─Grrrr…. ¿Estas usando luz contra mí?

─Eemmm… ¿no? Debe ser efectos alucinógenos de mi sangre, Juvia, no vayas a tocarme, mejor dicho, no toques mi sangre.

De pronto, aquella dragona empezó a quedarse callada, cruzo sus brazos y ladeo la cabeza.

─ahora que lo pienso… ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo terminaste atacando a la maga? … ¿Por qué hay tanto desastre?

Aquella pelirrosada hablaba en serio, no comprendía lo que acaba de pasar, incluso se cuestionó la razón del por qué Colt había atacado o como siquiera el lugar termino en desastre, pero claro, es Ayana de quien hablamos, la persona que pierde la memoria cada dos por tres y lo recuerda tiempo después, solo era cuestión de tiempo para recordar o que Juvia se lo mencionara.
Sin importar mucho su condición, la dragona se acerca a la peliazul con tal de ver su estado, acaricio el rostro ajeno con su brazo derecho y la examino en caso de ser lastimada.

─Dime, ¿te ha lastimado? Los entes oscuros suelen atacar ágilmente, causando daño severo, incluso podría llegar a envenenarte, si es así, tendré que hacer un antídoto…

Dijo con preocupación al mirar los ojos azules de la maga, fue entonces que el lobo siniestro se acerca a ellas de una manera un tanto amigable, quizás demasiado, frotándose ante su ama como si de un gatito se tratara, no sería un problema… si no fuera porque es un animal que le dobla el tamaño.

Vio como el feroz lobo regresaba en si, a su estado normal, obedeciendo la orden de su ama.
Dio un profundo suspiro, aliviada por verlos mejor, a excepción de la herida de Ayana, se veía mal, quería ayudar, pero no se lo permitió, dijo que podía ser mortal para un ser humano, así que decidió no entrometerse, ya había provocado muchos problemas, sentía culpa, esa herida fue por protegerla.

"Fue mi culpa"

Dijo en su mente, mirando al suelo y pérdida en sus pensamientos culpables, reaccionó al sentir la calidez de una mano sobre su pálida piel, alzó la cabeza viendo a la peli-rosa que parecía angustiada, esta le preguntó si estaba herida.

— Juvia está bien... ¿Senpai, le duele mucho? Esa herida, Juvia lo siente mucho. —

Dijo con ojos tristes que expresaban culpabilidad, hizo un esfuerzo por contener las lágrimas pero fue en vano, estas ya se deslizaban por sus mejillas.

— E-En verdad, Juvia estaba m-muy preocupada por A-Ayana-senpai, Juvia n-no quería causar p-problemas... Quería ayudar. —

Exclamó con dificultad, entre sollozos mientras las lágrimas salían de sus azulados ojos.

Al ver las lágrimas recorrer el rostro de la joven de orbes azulados, Ayana simplemente la miró a los ojos para después sonreírle cálidamente.

─Por favor, no digas que fue tu culpa, no eres culpable de nada malo, solo llegaste en un momento oscuro…

Fue secando las lágrimas de las pálidas mejillas de su contraria, para después abrazarla, teniendo cuidado de no tocarla con el brazo herido.

─No has hecho nada más que salvarme de la oscuridad, hiciste que yo me diera cuenta de la realidad y que aún hay personas que debía salvar…

Se separó un poco para mirarla a los ojos nuevamente.

─Sé que no nos conocemos mucho, pero veo muchas cosas a través de tus ojos y pude sentir las emociones que sentiste al verme en ese estado y la voluntad que tenías de querer salvarme de ello, a pesar de que podías salir herida, eres muy fuerte Juvia… y la valentía que has mostrado me ha hecho despertar…

Aquella dragona juntó su frente con su contraria en un signo de confianza.

─Perdóname por no tomar el control de la situación desde un principio… por dejarme llevar por las emociones, por poco y tu…

De tal solo pensar que aquella inocente chica hubiera muerto por su culpa, hizo que su corazón se detuviera por un minuto, sus ojos se cristalizaron para derramar lágrimas, aquella dragona había roto en llanto.

─Lo siento… en verdad… no quería que algo malo pasara luego de este desastre… D-Debí hacer algo… ¿Por qué nunca me atreví a ayudar en combate? P-Pude evitar que muchas vidas se perdieran…

La pelirrosa se lamentaba por los actos que no había hecho por evitar los conflictos y la guerra, si ella hubiera participado en las batallas, quizás Legacy estaría en pie.

Ayana nuevamente se aferró a su kouhai mientras seguía llorando, y como era de esperar, ante su propia tristeza, algunas azuladas flores empezaban a brotar de sus heridas.

Aquella joven secaba las lágrimas de la maga, en un cálido abrazo se aferró a la peli-rosa, quien cuidaba que su brazo herido no hiciera contacto con alguna parte del cuerpo de Juvia. Efectivamente no se conocían lo suficiente, pero Ayana es parte de Legacy y por lo tanto todos los de Legacy son como su familia, la familia que nunca tuvo. Y eso valía más que cualquier otra cosa, era sumamente felíz al ser parte de esa gran familia.
Sonrío ante las palabras de Ayana quien rompió en llanto culpandose de los hechos ocurridos en Legacy.

— ¡No es su culpa, senpai! —

Abrazó con cariño a la peli-rosa dando palmaditas en su espalda, confiando en que eso la tranquilizaría, por su parte la joven de cabellos azules hacía un esfuerzo por aguantar las lágrimas que exigían salir nuevamente.

— Por favor... No se culpe, usted no tiene la culpa de lo que sucedió aquí, se lo puedo jurar. —

Aunque fuera en vano intentó calmarla, Juvia no era muy buena en esas cosas, su vida siempre había sido solitaria, pues sentía que ella misma atraía la tristeza y desgracia haciendo infelices a quienes la rodeaban.
Se alejó completamente de las personas, resguardandose en su propia burbuja para no causarle daño a nadie.

— Juvia siempre había estado sola... se alejaba de las personas por miedo a herirlas o que ellas hirieran a Juvia. Pero ahora que tengo a Legacy, por primera vez Juvia se siente aceptada, el miedo que la hizo alejarse de la gente, se fue desde que conoció a Legacy. Ustedes son lo más importante para Juvia. —

Exclamó con orgullo y felicidad, las lágrimas ya no exigía salir, sus manos acarician la espalda de la contraria brindandole cariño y apoyo. No mentía cuando dijo que todos en Legacy son lo más importante que tiene, Juvia siempre era sincera con sus sentimientos, se trate de quien se trate.

Al escuchar la historia de juvia, por un momento la recordó a sí misma, desde que llegó a la isla hace 6 años atrás, ella no podía siquiera salir de su propia habitación, siempre se alejaba de todos, tanto de gente que quería conocerla como su propia familia, su pequeña hermana intentaba de todo para animarla a tener una vida tranquila y feliz, al punto de planear con sus padres la forma de ayudarla a salir del abismo en que se encontraba, mandándola a la academia para que viera los distintos seres que han pasado por algo similar y luchan cada día por ser felices.

Era claro que entendía a Juvia en ese aspecto, paso por lo mismo a pesar de tener quien la apoyara, de solo saber que aquella peliazul tuve que superar todo eso por si sola le parecía sorprendente, Juvia, quien aparentaba ser alguien frágil, llego a demostrarle a la dragona lo valiente y fuerte que es.

─Juvia-san… Entiendo perfectamente esa situación, también me paso a mi cuando llegué a Rokkenjima y tuve problemas para adaptarme los primeros días en la academia, pero conocí a mucha gente importante que cambiaron mi modo de ver el mundo… y tú eres una de esas personas.

Empezaba a sonreír con alegría tras sentir el afecto de su contraria, debía ser fuerte por ella y por los que aún seguían luchando por un futuro mejor.

─Gracias por compartirme tu historia…  debió ser duro superarlo tu sola… pero desde ahora, yo estaré contigo, si me lo permites.

La miraba fijamente a los ojos con tal de trasmitirle confianza, debía ser fuerte por ella, debía protegerla al igual que otros de sus compañeros, no permitiría que otro desastre le arrebate lo que más le importa.