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La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
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La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Era de medianoche y el reloj de péndulo bien lo indicaba. Sus reverberantes sonidos rebotaban por cada esquina solitaria de esa gran mansión estilo japonés feudal. El eco navegaba por todas las habitaciones y llegó a los oídos de Jellal, el cual estaba en los jardines delanteros de la colosal estructura. Una nube negra y extendida ocluía esa gran luna color de ámbar, como si fuera una especie de presagio de lo que iba a ocurrir.
La investigación había empezado en el campo de batalla que conectaba Japón con Corea del Sur. Hace un año que estudiantes de Legacy y Merak se habían enfrentado. Ahí se habían enfrascado en batalla Emilia, Charlotte y Gray; y también Arael, Kurumi y Lacus, por otra parte. A uno de esos estudiantes que resultó herido, se le había caído una especie de amuleto el cual llegó a las manos de Jellal por recorrer ese mismo lugar.
"Kuro Amakusa" era el nombre del chico, y su amuleto indicaba la existencia de una gran mansiñón perteneciente a su familia, escondida en una pequeña isla al sur del país. — Aquí es... — entró Jellal por la puerta principal, la cual estaba abierta. En el interior de la casona, todo estaba en orden, salvo por una ligera capa de polvo que recubría el piso del lugar. El joven Fernandes frunció el ceño y comenzó a especular que era lo que pasaba.
Se encaminó a la habitación principal, y allí había un cuadro gigante. El peliazul se acercó más a éste y con una caligrafía bien cuidada decía que era el reino de Lugunica. ¿Por qué esta gente estaba interesada en dicho lugar? Entonces, sintió que algo estaba justo a espaldas... a punto de golpearlo con una fuerza monstruosa...
La investigación había empezado en el campo de batalla que conectaba Japón con Corea del Sur. Hace un año que estudiantes de Legacy y Merak se habían enfrentado. Ahí se habían enfrascado en batalla Emilia, Charlotte y Gray; y también Arael, Kurumi y Lacus, por otra parte. A uno de esos estudiantes que resultó herido, se le había caído una especie de amuleto el cual llegó a las manos de Jellal por recorrer ese mismo lugar.
"Kuro Amakusa" era el nombre del chico, y su amuleto indicaba la existencia de una gran mansiñón perteneciente a su familia, escondida en una pequeña isla al sur del país. — Aquí es... — entró Jellal por la puerta principal, la cual estaba abierta. En el interior de la casona, todo estaba en orden, salvo por una ligera capa de polvo que recubría el piso del lugar. El joven Fernandes frunció el ceño y comenzó a especular que era lo que pasaba.
Se encaminó a la habitación principal, y allí había un cuadro gigante. El peliazul se acercó más a éste y con una caligrafía bien cuidada decía que era el reino de Lugunica. ¿Por qué esta gente estaba interesada en dicho lugar? Entonces, sintió que algo estaba justo a espaldas... a punto de golpearlo con una fuerza monstruosa...
Jellal Fernandes
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Estructuras antiguas y abandonadas como la presente mansión en la que no pisaban humanos desde tiempo indefinido, normalmente eran tenidas como asombradas o ideales para encontrar criaturas sobrenaturales.
Sin saber que uno de los enemigos con los que se había enfrentado ha un año, —Inclusive, se difundía la teoría de que tal hombre había muerto— estaba relacionado tan indirectamente con aquel lugar obscuro, había saltado del suelo directo hacia el techo, en la parte más alta de la construcción. En ese tipo de rincón a las alturas és donde el vampiro normalmente solía hallarse cuando quería estar a solas y relajarse del aburrimiento sin fin.
Para su suerte, tampoco imaginaba que uno de sus principales enemigos iba entrando a la mansión precisas horas después que él ya se acomodara allí en su exterior superior. Tenía un conjunto completo de cartas de baraja en sus manos, en las cuales repetidas veces pasaba su dedo pulgar en una extremidad, haciéndolas deslizar una a una por este, en un distraído juego individual. Entre esos minutos sin ponerle atención a su alrededor, no notara hasta entonces que a los pocos la sangre de Jellal, o mejor, el aroma que venía de su sangre, estaba volviéndose cada vez más nítido desde algún punto próximo.
—Hmm?...¿Jellal...?
Como siempre, reconocía esa esencia endulzada, pero ¿Cómo podía estar justo ahí?
En ese instante, dejó quieto el conjunto de cartas y lo guardó. Podía ser un ataque sorpresa del peliazul, sin embargo, no sentía su presencia tan cercana, pero sabía que por ahí estaba, entonces no bajó la guardia y permaneció sentado en la altura de la mansión, atento a cualquier señal.
Ahora parecía sentir la presencia de alguien más, había un aroma familiar y distinto a la vez.
Sin saber que uno de los enemigos con los que se había enfrentado ha un año, —Inclusive, se difundía la teoría de que tal hombre había muerto— estaba relacionado tan indirectamente con aquel lugar obscuro, había saltado del suelo directo hacia el techo, en la parte más alta de la construcción. En ese tipo de rincón a las alturas és donde el vampiro normalmente solía hallarse cuando quería estar a solas y relajarse del aburrimiento sin fin.
Para su suerte, tampoco imaginaba que uno de sus principales enemigos iba entrando a la mansión precisas horas después que él ya se acomodara allí en su exterior superior. Tenía un conjunto completo de cartas de baraja en sus manos, en las cuales repetidas veces pasaba su dedo pulgar en una extremidad, haciéndolas deslizar una a una por este, en un distraído juego individual. Entre esos minutos sin ponerle atención a su alrededor, no notara hasta entonces que a los pocos la sangre de Jellal, o mejor, el aroma que venía de su sangre, estaba volviéndose cada vez más nítido desde algún punto próximo.
—Hmm?...¿Jellal...?
Como siempre, reconocía esa esencia endulzada, pero ¿Cómo podía estar justo ahí?
En ese instante, dejó quieto el conjunto de cartas y lo guardó. Podía ser un ataque sorpresa del peliazul, sin embargo, no sentía su presencia tan cercana, pero sabía que por ahí estaba, entonces no bajó la guardia y permaneció sentado en la altura de la mansión, atento a cualquier señal.
Ahora parecía sentir la presencia de alguien más, había un aroma familiar y distinto a la vez.
Última edición por Lacus Welt el Vie Dic 07, 2018 2:16 pm, editado 3 veces
Lacus Welt
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Kuro, tenía un año de haber desaparecido de la vida de Emilia, desde entonces, muchas cosas habían cambiado. La semi elfa, fue testigo de muchas vidas que se apagaron, otras que solo se fueron dejando una huella, imborrable. Sin duda, el principal cambio fue la muerte de Gilgamesh, desde entonces, ella había dejado de ser. No podía explicar las razones de su cambio, pero Pack, había roto su contrato con ella. Alegando que su pureza, se había perdido, Emilia no podía comprender de lo que hablaba, tan solo un día despertó y miró al mundo de distinta manera.
Se auto exilio, lejos de Legacy, buscando comprender esa " nueva" naturaleza, sin hallar respuesta. La soledad carcomía el interior de su ser, a un grado indescriptible con palabras, pero sin duda la soledad, parecía envolverla en una profunda oscuridad, por ello Pack tomó la decisión de hacerla volver a Legacy. Su llegada, había sido silenciosa, la primera persona que encontró, era un estudiante que no la reconoció y por ello, Emilia seguía siendo un fantasma, entre las paredes de la academia.
Entre sus planes estaba, viajar al último lugar donde se encontró con aquel peli negro, que no sólo había jurado amor a la albina, también le prometió entrenarla y guiarla al trono de Lugunica. Él no solo la traicionó, también parecía que tenía interés en el reino, uno que ella en principio no comprendió. Tras mucho pensarlo, investigó y finalmente llegó a una vieja mansión, ubicada al sur de Japón. Su arribo fue a media noche, silenciosa, como aquellos que salen a cazar.
La sorpresa para Emilia y Pack, sería que alguien había llegado antes que ellos. Si bien ahora la semi elfa, había cambiado su manera de ver al mundo, seguía siendo una mujer cautelosa, se separo del pequeño gato, y sería el quien viera a Jellal, esa silueta en medio de la oscuridad, no confundió al minino. De inmediato, formó en su manos una esfera de hielo, que era más grande que la cabeza del peli azul, apuntando a ésta y lanzandola contra él.
-No te perdonaré, lo que le hiciste a Lia, maldito cobarde- Murmuró rompiendo el silencio en aquella habitación, buscando no atraer mucho la atención de Lia, sin embargo ella estaría a pocos metros de llegar hasta ellos.
-Pack ¿Me escuchas? ¿Dónde te metiste, pequeño travieso?- Emilia percibía en la distancia una silueta conocida, sin embargo, no estaba del todo segura si era él, la oscuridad, no resultaba su mejor aliada, pero parecía ser aquel joven al que se enfrentó un año atrás, a lado de Kuro. El destino parecía cruel al juntar tantos recuerdos en el mismo día y lugar. ¿Por qué después de su abrupta partida, el Amakusa, seguía siendo importante para ellos?.
Se auto exilio, lejos de Legacy, buscando comprender esa " nueva" naturaleza, sin hallar respuesta. La soledad carcomía el interior de su ser, a un grado indescriptible con palabras, pero sin duda la soledad, parecía envolverla en una profunda oscuridad, por ello Pack tomó la decisión de hacerla volver a Legacy. Su llegada, había sido silenciosa, la primera persona que encontró, era un estudiante que no la reconoció y por ello, Emilia seguía siendo un fantasma, entre las paredes de la academia.
Entre sus planes estaba, viajar al último lugar donde se encontró con aquel peli negro, que no sólo había jurado amor a la albina, también le prometió entrenarla y guiarla al trono de Lugunica. Él no solo la traicionó, también parecía que tenía interés en el reino, uno que ella en principio no comprendió. Tras mucho pensarlo, investigó y finalmente llegó a una vieja mansión, ubicada al sur de Japón. Su arribo fue a media noche, silenciosa, como aquellos que salen a cazar.
La sorpresa para Emilia y Pack, sería que alguien había llegado antes que ellos. Si bien ahora la semi elfa, había cambiado su manera de ver al mundo, seguía siendo una mujer cautelosa, se separo del pequeño gato, y sería el quien viera a Jellal, esa silueta en medio de la oscuridad, no confundió al minino. De inmediato, formó en su manos una esfera de hielo, que era más grande que la cabeza del peli azul, apuntando a ésta y lanzandola contra él.
-No te perdonaré, lo que le hiciste a Lia, maldito cobarde- Murmuró rompiendo el silencio en aquella habitación, buscando no atraer mucho la atención de Lia, sin embargo ella estaría a pocos metros de llegar hasta ellos.
-Pack ¿Me escuchas? ¿Dónde te metiste, pequeño travieso?- Emilia percibía en la distancia una silueta conocida, sin embargo, no estaba del todo segura si era él, la oscuridad, no resultaba su mejor aliada, pero parecía ser aquel joven al que se enfrentó un año atrás, a lado de Kuro. El destino parecía cruel al juntar tantos recuerdos en el mismo día y lugar. ¿Por qué después de su abrupta partida, el Amakusa, seguía siendo importante para ellos?.
Emilia
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Antes de que esa esfera de hielo lo impactase, Jellal se volteó y puso su dedo índice, lo que hizo que el orbe se partiese a la mitad como si fuera un queso. Caminó hacia el guardián de la elfa, y lo miró fijamente. — Emilia. Sé que estás por aquí. Vine a limpiarte de la corrupción, así que pido que cooperes, — pero tampoco percibía la presencia de la albina, o al parecer ella no quería ni mirar a Jellal. Todavía no sabía del todo por qué ella había acabado así, pero desde el día en que el peliazul comenzó a sentirse mejor, ella empeoró.
— Emilia. ¿Te acuerdas del Festival de las Luciérnagas? ¿No que los amigos siempre debemos estar juntos? — le preguntó de manera retórica. Esperó un rato, y cerró los ojos y negó con la cabeza. No quedaría otra que usar la fuerza para liberarla de esa fuerza maligna. — Entonces, no me queda otra, — comentó sacando un medallón de su bolsillo el cual apuntó hacia Pack, el sirviente, y entonces, todo el castillo de estilo japonés tembló. Como si un gigante hubiera saltado y hecho retumbar cada madero y clavo de la grane estructura.
El medallón absorbió el cuerpo y alma de Pack. — Lo siento, pero te secuestraré. Necesito que me ayudes a purificarla, y veo que presentas una actitud hostil, — y entonces, sale caminando de esa habitación, pero nota que hay alguien cerca. Esconde el medallón, y se queda en posición de defensa. Acto seguido, corre hacia el sótano, en el piso -2 para ser exactos, en donde había un montón de barriles y armas.
Lo más misterioso era el potente olor a azufre y ese calor infernal. Jellal miró las suelas de sus zapatos y vio que estaba que se derretía. ¿Qué había debajo de toda esta mansión?
— Emilia. ¿Te acuerdas del Festival de las Luciérnagas? ¿No que los amigos siempre debemos estar juntos? — le preguntó de manera retórica. Esperó un rato, y cerró los ojos y negó con la cabeza. No quedaría otra que usar la fuerza para liberarla de esa fuerza maligna. — Entonces, no me queda otra, — comentó sacando un medallón de su bolsillo el cual apuntó hacia Pack, el sirviente, y entonces, todo el castillo de estilo japonés tembló. Como si un gigante hubiera saltado y hecho retumbar cada madero y clavo de la grane estructura.
El medallón absorbió el cuerpo y alma de Pack. — Lo siento, pero te secuestraré. Necesito que me ayudes a purificarla, y veo que presentas una actitud hostil, — y entonces, sale caminando de esa habitación, pero nota que hay alguien cerca. Esconde el medallón, y se queda en posición de defensa. Acto seguido, corre hacia el sótano, en el piso -2 para ser exactos, en donde había un montón de barriles y armas.
Lo más misterioso era el potente olor a azufre y ese calor infernal. Jellal miró las suelas de sus zapatos y vio que estaba que se derretía. ¿Qué había debajo de toda esta mansión?
Jellal Fernandes
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Sin haberse movido de donde se encontraba en las alturas, llegó a tener contacto visual con la presencia más reciente que sentía, y que en el momento también lo observaba fijamente desde la superficie frente a las puertas de la Noble construcción, tan poco antes de un decisivo momento en que aparentaba iniciarse un problema en el interior de la mansión. Al contrario de los otros dos, la oscuridad no era problema para los ojos del vampiro; podía ver nítidamente la semielfa intentando descifrarlo con los ojos, mirada que él devolvía revelando serenidad en su expresión, antes de sonreír ligeramente y de forma confiada y maldosa, mostrando estar listo para la acción.
Se puso de pie y saltó hacia abajo antes que la situación se volviese peor. La capa blanca que cubría su espalda revoloteaba mientras este venía hacia abajo, hasta aterrizar sus pies sobre el suelo frente a la entrada.
—¿Es en serio lo que dice? ¿Te han corrompido? Hahaha, ¿Quien fue el corruptor?
Le habló directamente a Emilia, con tal atrevimiento que era más que normal en él. No tenía la más mínima idea de lo que estaban haciendo aquellas dos figuras que aún conocía como sus enemigos legacianos. Miró hacia el interior de la mansión por un corto momento, notando que Jellal no estaba visible aunque seguramente estaba por allá. No más, regresó su mirada hacia la elfa.
—¿Qué clase de ''encuentro de amigos'' están armando esta vez?
Pregunta, alzando la mano derecha a altura de su propio hombro para simbolizar las comillas con el acto de mover los dedos índice y medio al pronunciar ''encuentro de amigos'', pero por lo que ya escuchara indebidamente de Jellal ha menos de dos minutos, aquellos dos aparentaban no ser más amigos y el peliazul parecía estar en contra de Emilia debido a su condición actual de corrupción. Consta que tampoco tenía conocimiento que fuera ella que matara a Gilgamesh, tampoco lo que había ocurrido en el puente donde fue asesinado, pese a que nada de eso impedía al vampiro de querer entrometerse.
—Jellal está ahí adentro, ¿Verdad?
Cuestionó al final, dejando las bromas de lado.
Se puso de pie y saltó hacia abajo antes que la situación se volviese peor. La capa blanca que cubría su espalda revoloteaba mientras este venía hacia abajo, hasta aterrizar sus pies sobre el suelo frente a la entrada.
—¿Es en serio lo que dice? ¿Te han corrompido? Hahaha, ¿Quien fue el corruptor?
Le habló directamente a Emilia, con tal atrevimiento que era más que normal en él. No tenía la más mínima idea de lo que estaban haciendo aquellas dos figuras que aún conocía como sus enemigos legacianos. Miró hacia el interior de la mansión por un corto momento, notando que Jellal no estaba visible aunque seguramente estaba por allá. No más, regresó su mirada hacia la elfa.
—¿Qué clase de ''encuentro de amigos'' están armando esta vez?
Pregunta, alzando la mano derecha a altura de su propio hombro para simbolizar las comillas con el acto de mover los dedos índice y medio al pronunciar ''encuentro de amigos'', pero por lo que ya escuchara indebidamente de Jellal ha menos de dos minutos, aquellos dos aparentaban no ser más amigos y el peliazul parecía estar en contra de Emilia debido a su condición actual de corrupción. Consta que tampoco tenía conocimiento que fuera ella que matara a Gilgamesh, tampoco lo que había ocurrido en el puente donde fue asesinado, pese a que nada de eso impedía al vampiro de querer entrometerse.
—Jellal está ahí adentro, ¿Verdad?
Cuestionó al final, dejando las bromas de lado.
Última edición por Lacus Welt el Dom Mayo 12, 2019 12:25 pm, editado 1 vez
Lacus Welt
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Nada salía como Emilia quería, la búsqueda de los secretos de Kuro o mejor aún del clan de los Amakusa, parecía una idea que se alejaba a cada minuto de la posibilidad de éxito. La albina sabía que se encontraba en aprietos, Pack se había separado de ella, la voz del mago de hielo, Jellal, sonaba entre las habitaciones, recitando su nombre; Lacus el vampiro estaba frente a ella, con esa mirada juguetona y maldosa que sin duda la irritaba.
Las burlas y los cuestionamientos que hacía restaban tiempo a su misión, por otro lado había quedado inmóvil y sorprendida por la velocidad que tenía el vampiro más temido del internado Merak. Por la manera en que la trataba, Emilia sospechó que no sabía que ella había asesinado a Gilgamesh, el director de Legacy.
Suspiró enfadada, cansada del parloteo del varón. Negó con su cabeza y alzó su mirada para fnalmente encontrarse con la ajena, ignorando el temblor en el castillo, y la odiosa voz de Jellal.
- No es relevante saber quién lo hizo, y no me gusta llamarllo corrupción. Digamos que he sido elegida para portar más poder. Por otro lado, dime ¿Es mi imaginación o te ves algo desgastado?-
La sonrisa de la semi elfa, estaba lejos de ser aquella que mostraba pureza, ahora denotaba claramente sarcasmo y malicia, su comentario solo tenía el fin de burlarse del vampiro, de insinuar que lo veía inferior a ella. Finalmente respondió al resto de sus preguntas, sería interesante ver si se pondría a favor del mago.
- Vamos, aquí no veo ningún amigo, todo lo contrario Jellal parece haber capturado a mi pequeño acompañante- Había sentido la energía de Pack desaparecer, pero al ser él un espíritu le facilitaba a Emilia entender su funcionamiento, parecía estar atrapado.
-¿Qué dices si vamos por él? - mencionó para darle la espalda al vampiro avanzando hacia el pasillo, buscando percibir la energía de Pack que seguramente la llevarías hasta el mago.
-Hey, Jellal, sal a jugar con tu vieja amiga, tengo ganas de bailar- cubrió sus labios tras decir aquella última frase, ocultando su sonrisa maliciosa que en sus labios se formó.
Las burlas y los cuestionamientos que hacía restaban tiempo a su misión, por otro lado había quedado inmóvil y sorprendida por la velocidad que tenía el vampiro más temido del internado Merak. Por la manera en que la trataba, Emilia sospechó que no sabía que ella había asesinado a Gilgamesh, el director de Legacy.
Suspiró enfadada, cansada del parloteo del varón. Negó con su cabeza y alzó su mirada para fnalmente encontrarse con la ajena, ignorando el temblor en el castillo, y la odiosa voz de Jellal.
- No es relevante saber quién lo hizo, y no me gusta llamarllo corrupción. Digamos que he sido elegida para portar más poder. Por otro lado, dime ¿Es mi imaginación o te ves algo desgastado?-
La sonrisa de la semi elfa, estaba lejos de ser aquella que mostraba pureza, ahora denotaba claramente sarcasmo y malicia, su comentario solo tenía el fin de burlarse del vampiro, de insinuar que lo veía inferior a ella. Finalmente respondió al resto de sus preguntas, sería interesante ver si se pondría a favor del mago.
- Vamos, aquí no veo ningún amigo, todo lo contrario Jellal parece haber capturado a mi pequeño acompañante- Había sentido la energía de Pack desaparecer, pero al ser él un espíritu le facilitaba a Emilia entender su funcionamiento, parecía estar atrapado.
-¿Qué dices si vamos por él? - mencionó para darle la espalda al vampiro avanzando hacia el pasillo, buscando percibir la energía de Pack que seguramente la llevarías hasta el mago.
-Hey, Jellal, sal a jugar con tu vieja amiga, tengo ganas de bailar- cubrió sus labios tras decir aquella última frase, ocultando su sonrisa maliciosa que en sus labios se formó.
Emilia
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
¿Qué le había pasado a Emilia? Esto escapaba de lo normal, y no solo eso. Parecía asociarse con el vampiro para darle caza a Jellal. Cerró sus ojos y se llevó el medallón al pecho. Lo cogió con ambas manos y lo miró. — Pack. ¿No te das cuenta que Emilia ha sido corrompida? ¡Ella es una chica muy amable y dulce! ¡Ella no es Emilia! — farfulló escondido tras una pared. Se mordía su labio y escuchaba tanto al vampiro como a la elfa charlar sobre su captura.
Se acordó aquella vez cuando fueron al cementerio a visitar a sus amigos. Emilia era alguien con una compasión infinita. La generosidad con la que trataba a sus compañeros y las risas que le sacaba eran algo invaluable para el mago. No obstante, y después del asesinato del director, algo había cambiado. La semielfa de Lugúnica estuvo en la oscuridad por mucho tiempo, y sin dejar atisbos de su presencia. Recordó esas palabras que ella le había dicho en el cementerio.
Si no fuera porque Erza se le apareció justo en ese preciso momento en la ausencia de Emilia, probablemente, Jellal...
Y de pronto, un temblor sacudió el castillo en el que se encontraban. La temperatura subió drásticamente, y un intenso olor a quemado. Cada ladrillo parecía tiritar por algo ominoso que se avecinaba. Los muros, las columnas, los arcos, todo dentro del castillo temblaba con fuerza, y de pronto, se inclina haciendo rodar todas las cosas.
— ¿Pero qué es esto? — preguntó Jellal. De las ventanas, aparecieron barrotes con un verde brillante mientras la temperatura no dejaba de subir. Corrió para ver hacia afuera, y la fortaleza se estaba hundiendo en un mar de lava. — ¡Maldición! ¡Pero qué...! — junto sus manos y de ellas disparó un rayo, pero apenas había rasguñado por los muros. Tenía que salir de allí ahora mismo. Subió al piso de arriba, escapando de la lava y sus persecutores.
Este iba a ser un combate de alta temperatura.
Se acordó aquella vez cuando fueron al cementerio a visitar a sus amigos. Emilia era alguien con una compasión infinita. La generosidad con la que trataba a sus compañeros y las risas que le sacaba eran algo invaluable para el mago. No obstante, y después del asesinato del director, algo había cambiado. La semielfa de Lugúnica estuvo en la oscuridad por mucho tiempo, y sin dejar atisbos de su presencia. Recordó esas palabras que ella le había dicho en el cementerio.
- ¡Claro! - respondió Emilia emocionada, nunca había visto un evento tan alegre desde su llegada a Legacy, normalmente todo donde ella estaba, terminaba de manera extraña y por alguna extraña razón, siempre se veía su vida amenazada. Así tomo el brazo de Jellal, ansiosa por llegar al centro de la festividad y ver de cerca los festejos que en ese momento se llevaban a cabo. - ¿Sabes? nunca había visto algo tan espectacular, me encanta la idea de quedarnos, así que esperemos hasta la media noche y disfrutemos de la vista ¿Estas de acuerdo Jellal? - La semi elfa le cuestionó esperando que él aceptara quedarse hasta el final.
Si no fuera porque Erza se le apareció justo en ese preciso momento en la ausencia de Emilia, probablemente, Jellal...
Y de pronto, un temblor sacudió el castillo en el que se encontraban. La temperatura subió drásticamente, y un intenso olor a quemado. Cada ladrillo parecía tiritar por algo ominoso que se avecinaba. Los muros, las columnas, los arcos, todo dentro del castillo temblaba con fuerza, y de pronto, se inclina haciendo rodar todas las cosas.
— ¿Pero qué es esto? — preguntó Jellal. De las ventanas, aparecieron barrotes con un verde brillante mientras la temperatura no dejaba de subir. Corrió para ver hacia afuera, y la fortaleza se estaba hundiendo en un mar de lava. — ¡Maldición! ¡Pero qué...! — junto sus manos y de ellas disparó un rayo, pero apenas había rasguñado por los muros. Tenía que salir de allí ahora mismo. Subió al piso de arriba, escapando de la lava y sus persecutores.
Este iba a ser un combate de alta temperatura.
Jellal Fernandes
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Al parecer, la semielfa albina no le daría respuestas satisfactorias a sus preguntas, cuál típica enemiga que no le tiene la suficiente confianza y consideración para dialogar abiertamente, como ya era acostumbrada actitud en casi todos los que recibían las innecesarias interrogantes del entrometido chupasangre, incluso sus mismos aliados.
Pues si lo que él no esperaba era ser invitado para cazar al Fernández, entonces era verdad lo que le decía sobre no existir más una amistad, o no; ¿Quizá era solo una más de esas riñas entre humanos o cualquier especie inferior, que se arreglan en un par de horas? En fin, lo único que le importaba era joderle un poco más la vida al peliazul, y si ahora podía hacerlo usando a una de sus ex aliadas, a quien él, si seguía siendo el Jellal que Lacus conocía, seguramente no sería capaz de herir, mucho mejor.
Tan corto tiempo la semielfa se había adelantado para ingresar a la mansión, comenzó a percibir que toda la edificación estaba rodeándose por lava. No vaciló en suponer que esa sería una de las magias de Jellal, pero ¿Qué tendría en mente?
Aún sin tener clara la situación, aceptó la propuesta de Emilia e inició un plan de acción que formulara aquel mismo instante.
—Nada mal, Pero si cambias de idea verás. Te irá muy mal.
Amenaza de forma confiada, antes de pegar un salto de regreso hacia el techo de la edificación y dejar a Emilia atrás, escapando de la lava que estaba a punto de envolver sus pies e invadir la mansión desde el portón de bienvenida. Aterrizó de frente a las ventanas del primer piso y en seguida, quebró los vidrios y rompió alrededores con una fuerte patada, abriendo un espacio suficiente para permitir su propia entrada hacia la mansión; y para su suerte, cayera justo en el mismo piso donde se escondía de la lava Jellal.
—Ora, quién vuelvo a encontrar. ¿Qué tal, Jellal?
Saludó de manera cínica, de pie y hacia adelante del contrario, como si se trataran de viejos amigos en vez de enemigos.
Pues si lo que él no esperaba era ser invitado para cazar al Fernández, entonces era verdad lo que le decía sobre no existir más una amistad, o no; ¿Quizá era solo una más de esas riñas entre humanos o cualquier especie inferior, que se arreglan en un par de horas? En fin, lo único que le importaba era joderle un poco más la vida al peliazul, y si ahora podía hacerlo usando a una de sus ex aliadas, a quien él, si seguía siendo el Jellal que Lacus conocía, seguramente no sería capaz de herir, mucho mejor.
Tan corto tiempo la semielfa se había adelantado para ingresar a la mansión, comenzó a percibir que toda la edificación estaba rodeándose por lava. No vaciló en suponer que esa sería una de las magias de Jellal, pero ¿Qué tendría en mente?
Aún sin tener clara la situación, aceptó la propuesta de Emilia e inició un plan de acción que formulara aquel mismo instante.
—Nada mal, Pero si cambias de idea verás. Te irá muy mal.
Amenaza de forma confiada, antes de pegar un salto de regreso hacia el techo de la edificación y dejar a Emilia atrás, escapando de la lava que estaba a punto de envolver sus pies e invadir la mansión desde el portón de bienvenida. Aterrizó de frente a las ventanas del primer piso y en seguida, quebró los vidrios y rompió alrededores con una fuerte patada, abriendo un espacio suficiente para permitir su propia entrada hacia la mansión; y para su suerte, cayera justo en el mismo piso donde se escondía de la lava Jellal.
—Ora, quién vuelvo a encontrar. ¿Qué tal, Jellal?
Saludó de manera cínica, de pie y hacia adelante del contrario, como si se trataran de viejos amigos en vez de enemigos.
Lacus Welt
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
- Ya sé que esa no es Lia- murmuró el felino, aún atrapado dentro del medallón, no era suficiente cárcel para él, sin embargo, se había dejado atrapar para poder dialogar con Jellal, sobre lo que a ella le pasaba. Al oír sus palabras, entendió que él no quería dañar a quien meses atrás, fue su "ama". Pack entonces, le volvió a hablar a Jellal, con la intención de ayudar a la semi-elfa, y no gastar demasiada energía en tratar de liberarse. -Sácame de aquí, y ayudemos a Emilia ¿Qué dices?, yo no estoy en contra tuya, te necesito como aliado-.
Mientras El mago de hielo, parecía huir de aquel liquido incandescente que brotaba y amenazaba con consumir hasta el último muro de esa mansión; Emilia, buscaba pactar con Lacus para acabar con el peli azul, una venganza por atreverse a llevarse a Pack. La semi elfa recordaba perfectamente, el carácter de Lacus, un vampiro preguntón, insensible, sarcástico y travieso. Su maldad no era del tipo oscura, parecía ante los ojos de ella, una criatura malcriada. En efecto no había confianza con él, de ninguna clase, y a pesar de eso, lograron aliarse.
- No pienso cambiar de opinión, vamos por él, sé que adoras perseguir a ese mago- replicó Emilia al vampiro, justo para comenzar a sentir los temblores dentro de la mansión, la temperatura iba en aumento y Emilia se sabía en desventaja ante la situación. No espero ayuda del vampiro, que en unos segundos desapareció de su vista, para resguardarse en la planta alta de la casa; no se sorprendió después de todo Lacus era un egoísta reconocido.
Emilia realizó una explosión con su poder, forrando las paredes principales con la capa más gruesa de hielo, que era capaz de crear; justo el mismo tipo que usaba para forjar armas, esa clase gélida, era capaz de resistir altas temperaturas, aunque la lava, no. Era cuestión de un par de minutos para que aquello se evaporara, pero era suficiente tiempo para alcanzar a sus enemigos.
Emillia subió por las escaleras, hasta encontrarse con Jellal y Lacus. -¿Creíste que te saldrías con la tuya? - habló con firmeza, mientras sus ojos violetas parecían arder con el enojo que llevaba acumulado.
Mientras El mago de hielo, parecía huir de aquel liquido incandescente que brotaba y amenazaba con consumir hasta el último muro de esa mansión; Emilia, buscaba pactar con Lacus para acabar con el peli azul, una venganza por atreverse a llevarse a Pack. La semi elfa recordaba perfectamente, el carácter de Lacus, un vampiro preguntón, insensible, sarcástico y travieso. Su maldad no era del tipo oscura, parecía ante los ojos de ella, una criatura malcriada. En efecto no había confianza con él, de ninguna clase, y a pesar de eso, lograron aliarse.
- No pienso cambiar de opinión, vamos por él, sé que adoras perseguir a ese mago- replicó Emilia al vampiro, justo para comenzar a sentir los temblores dentro de la mansión, la temperatura iba en aumento y Emilia se sabía en desventaja ante la situación. No espero ayuda del vampiro, que en unos segundos desapareció de su vista, para resguardarse en la planta alta de la casa; no se sorprendió después de todo Lacus era un egoísta reconocido.
Emilia realizó una explosión con su poder, forrando las paredes principales con la capa más gruesa de hielo, que era capaz de crear; justo el mismo tipo que usaba para forjar armas, esa clase gélida, era capaz de resistir altas temperaturas, aunque la lava, no. Era cuestión de un par de minutos para que aquello se evaporara, pero era suficiente tiempo para alcanzar a sus enemigos.
Emillia subió por las escaleras, hasta encontrarse con Jellal y Lacus. -¿Creíste que te saldrías con la tuya? - habló con firmeza, mientras sus ojos violetas parecían arder con el enojo que llevaba acumulado.
Emilia
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
— Está bien, Pack-kun. Te liberaré... — tomó la joya, le dio un par de vueltas e hizo aparecer al pequeño felino protector de Emilia. Sin embargo, casi al instante después de la reprimenda del pequeño, apareció su enemigo letal: Lacus Welt. Cómo le molestaba ese sujeto. El vampiro de cabellos púrpuras era esa piedra en su bota que jamás se le podía quitar de encima. ¿Cómo carajos llegó acá?
— Eres igual a Zeref. Tu redención es imposible, Lacus Welt, — le agarró de sus ropas, y le hizo un movimiento de judo que consistía en agarrar el brazo del enemigo, empujarlo con las caderas y luego proyectarlo contra uno de los muros del castillo. Hizo una pared hecha de hielo con ambas manos para bloquear cualquier ataque directo del funesto vampiro, pero entonces... una tremenda explosión cuyos trozos llegaron a los ojos del mago.
— ¡Gah! ¡Maldición! ¡Hace... frío! ¿¡Emilia?! — escuchó su voz y quedó petrificado. No podía ser que ella sirviera al mal ahora. — ¡Tú no eres Emilia! — se escondió tras un pilar tratando de sacarse la tierra de sus ojos. Una mesa que estaba al lado de Jellal, con objetos como platos y vasos comenzó a inclinarse. El castillo estaba siendo devorado por la lava y estaba levemente inclinado. Tenía que escapar.
— Siempre guardo un as bajo la manga, — entonces y con la misma piedra con la que había capturado a Pack, empezó a recitar palabras en un extraño idioma, moviendo la joya en círculos. — Emilia, ¿Te acuerdas cuando Legacy invadió una base de Merak en Rusia? Sí, cuando peleé con Kurumi. Me llevé un regalo de allí, — abrió sus orbes, su vista estaba borrosa, y le dolían las heridas que habían sido provocadas por la explosión.
— ¡Únete a la batalla, Kuru-baby! — la sala se iluminó de una potente luz azul, y una figura conocida apareció. Tenía dos coletas, un vestido rojo y una sonrisa traviesa; no obstante, sus ojos brillaban de un ligero azul. — Es uno de los clones de Kurumi que logré capturar y amaestrar... bueno, lo último más o menos, — el calor se hacía más evidente con cada segundo que pasaba.
Kuru-baby: No quiero luchar, tengo hambre.
— Lucha y compraré galletas. Pack-kun, sígueme o la lava nos freirá vivos — el mago se reincorporó, se quitó la tierra de encima y subió por las escaleras mientras dejó a Kurumi frente a Emilia. La morena sacó su par de pistolas y horadó el muro de hielo que la maga de Lugunica había construido.
Kuru-baby: Ah, por fin otra loca como yo. Bailemos, "hermanita".
Mientras Jellal y Pack escapaban hacia el piso superior, el clon de Kurumi comenzó a dispararle a Emilia para no dejarle una ruta de escape. Una de esas balas llegó a rozar la muñeca izquierda de la albina. Ahora sí que era una batalla más pareja.
Jellal Fernandes
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Podía percibir que en verdad, Jellal aparentaba estar escapando de la lava. Contrariamente a lo que había supuesto, no parecía tratarse de una de sus magias. Ahora lo había encontrado, y su primer enemigo legaciano se adelantara a atacarlo de inmediato.
La expresión confiada del vampiro no mostró preocupación alguna mientras Jellal lo agarrara del brazo con una técnica simples de lucha. Lacus no aplicó resistencia o cualquier reacción, en una muestra de total subestimación al peliazul. Acabó empujado contra la pared y acorralado por un muro de hielo.
Retiró su espada con el fin de liberarse, pero en vez de eso, se detuvo a escuchar las siguientes palabras en el salón del castillo. No la estaba viendo, pero Jellal había traído una de las multiplicaciones de su ex aliada en Merak: Tokisaki Kurumi, quien también había desaparecido sin dejar rastros. El vampiro la había olvidado completamente desde que dejara de verla, y solo en el presente momento se hizo los cuestionamentos relativos. ¿A dónde se había ido a final, y ahora donde estaba la verdadera?
Destruyó la hendija entre la pared de hielo y la del castillo, derribando parte de la estructura sólida para atravesar y encontrar a su antigua colega atacando a Emilia impiedosamente.
—Ah, Jellal...eres un verdadero fracaso. ¿No te da vergüenza necesitar a alguien más para luchar por ti contra esa débil e inútil albina? Bueno, ¿Qué más se podía esperar de un legaciano?
Se burló consigo mismo, una vez que Jellal ya no estaba en el mismo recinto y ambas chicas no le estaban prestando atención. Ignoró el confronto entre las dos y pasó a avanzar por las escaleras hacia al segundo piso, para ir en busca del mago, que además de cobarde era bajo usando a una ex integrante de Merak para luchar en su lugar.
—Jellal...
Ignorando al felino de la semielfa, agarró a Jellal de la ropa al reencontrarlo y lo arrojó violentamente contra la pared; y antes mismo que el mago tuviera tiempo de recomponerse y dar un paso adelante, se acercó y lo sujetó del cuello, manteniendo a Jellal contra el muro, este levemente resquebrajado debido al impacto.
—Vaya que estás caliente. ¿Estás febril o acaso estás hirviendo de ira? Heheheh~
Volvió a burlarse. Llevó su otra mano hacia el conjunto de cartas que llevaba guardado consigo y sacó una aleatoria, el as de espadas, y la exhibió delante de la cara del contrario, sosteniéndola entre su dedo índice y el del medio desde una punta.
—Mira que yo te podría matar hasta con este simple objeto. No creo que prefieras tener esto enterrado en tu cuello.
Amenazó, sonriendo de forma indecente, sin preocuparse en nada con la situación afuera y alrededor.
—Yo lo sé, Quieres que me vaya, ¿Verdad?
Cuestiona, bajando la carta. Desde el principio, su intención no era confrontarlo, sino hacer lo mismo de siempre.
—Relax, ya me iré y te dejaré ser derretido junto a aquellas crías, pero antes dejame probar tu delicioso sabor una vez más ~
Habló, pronunciando en un tono seductor la última frase, con el fin de provocarlo. Sin esperar permiso alguno, lo soltó del cuello y guió la mano hacia atrás de la cabeza del mago, a la vez que se acerca e incrusta sus filosos colmillos en él, rasgando la piel y abriendo paso para la sangre chorrearse, bebiendo la mayor cantidad mientras algunas gotas escapaban de su boca y vertían hacia abajo, escurriendo por la piel del humano.
La expresión confiada del vampiro no mostró preocupación alguna mientras Jellal lo agarrara del brazo con una técnica simples de lucha. Lacus no aplicó resistencia o cualquier reacción, en una muestra de total subestimación al peliazul. Acabó empujado contra la pared y acorralado por un muro de hielo.
Retiró su espada con el fin de liberarse, pero en vez de eso, se detuvo a escuchar las siguientes palabras en el salón del castillo. No la estaba viendo, pero Jellal había traído una de las multiplicaciones de su ex aliada en Merak: Tokisaki Kurumi, quien también había desaparecido sin dejar rastros. El vampiro la había olvidado completamente desde que dejara de verla, y solo en el presente momento se hizo los cuestionamentos relativos. ¿A dónde se había ido a final, y ahora donde estaba la verdadera?
Destruyó la hendija entre la pared de hielo y la del castillo, derribando parte de la estructura sólida para atravesar y encontrar a su antigua colega atacando a Emilia impiedosamente.
—Ah, Jellal...eres un verdadero fracaso. ¿No te da vergüenza necesitar a alguien más para luchar por ti contra esa débil e inútil albina? Bueno, ¿Qué más se podía esperar de un legaciano?
Se burló consigo mismo, una vez que Jellal ya no estaba en el mismo recinto y ambas chicas no le estaban prestando atención. Ignoró el confronto entre las dos y pasó a avanzar por las escaleras hacia al segundo piso, para ir en busca del mago, que además de cobarde era bajo usando a una ex integrante de Merak para luchar en su lugar.
—Jellal...
Ignorando al felino de la semielfa, agarró a Jellal de la ropa al reencontrarlo y lo arrojó violentamente contra la pared; y antes mismo que el mago tuviera tiempo de recomponerse y dar un paso adelante, se acercó y lo sujetó del cuello, manteniendo a Jellal contra el muro, este levemente resquebrajado debido al impacto.
—Vaya que estás caliente. ¿Estás febril o acaso estás hirviendo de ira? Heheheh~
Volvió a burlarse. Llevó su otra mano hacia el conjunto de cartas que llevaba guardado consigo y sacó una aleatoria, el as de espadas, y la exhibió delante de la cara del contrario, sosteniéndola entre su dedo índice y el del medio desde una punta.
—Mira que yo te podría matar hasta con este simple objeto. No creo que prefieras tener esto enterrado en tu cuello.
Amenazó, sonriendo de forma indecente, sin preocuparse en nada con la situación afuera y alrededor.
—Yo lo sé, Quieres que me vaya, ¿Verdad?
Cuestiona, bajando la carta. Desde el principio, su intención no era confrontarlo, sino hacer lo mismo de siempre.
—Relax, ya me iré y te dejaré ser derretido junto a aquellas crías, pero antes dejame probar tu delicioso sabor una vez más ~
Habló, pronunciando en un tono seductor la última frase, con el fin de provocarlo. Sin esperar permiso alguno, lo soltó del cuello y guió la mano hacia atrás de la cabeza del mago, a la vez que se acerca e incrusta sus filosos colmillos en él, rasgando la piel y abriendo paso para la sangre chorrearse, bebiendo la mayor cantidad mientras algunas gotas escapaban de su boca y vertían hacia abajo, escurriendo por la piel del humano.
Lacus Welt
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Emilia había logrado retrasar algunos minutos el avance la lava, el suficiente tiempo para seguir a Lacus y encontrarse con Jellal. Ahí en el último piso finalmente se encontró con el mago de hielo, que en el pasado fue su amigo y ahora, gracias a los cambios de la albina parecía un enemigo declarado.
El calor comenzó a consumir por completo el hielo que Emilia generó, el agua generada se convirtió en vapor y así las nubes se formaron comenzando a llover. Ella finalmente llegó hasta el último piso, encontrándose con Pack quien de inmediato llegó hasta ella.
-¡Lia! ¿Estas bien?- preguntó con preocupación mientras le tocaba su rostro, esa suave y nívea piel que estaba manchada por el humo que el fuego en algunas áreas había comenzado. El espíritu Pack, creció hasta tener el tamaño de un humano, más alto que Lia.
-Me encuentro bien, pensé que no te vería más- giró su rostro a Jellal que vociferaba contra ella y había invocado a Kurumi Tokisaki rival de la semielfa. Lacus parecía haberse olvidado de su presencia apenas observó a Jellal.
-Claro que soy Emilia, gracias a ti es que soy lo que hoy tanto te asusta, además eres un cobarde invocando a un enemigo de la academia para destruirme- Su rostro mostraba clara molestia la verse atacada por la loli de Merak , que alcanzó a herir su brazo con el roce de una de sus balas.
Pack se colocó frente a la semi elfa con la intención de enfrentar la nueva amenaza, golpeó sus propias palmas, como si de un abrazo se tratara. Generando una ventisca lo sufciientemente fuerte, como para mover le cuerpo de Tokisaki, buscando que perdiera el equilibrio.
- Bailarás conmigo antes de poder siquiera acercarte e Lia- Respondió el felino que hacía frente a la pelinegra, mientras Jellal y Lacus parecían enfrascados en su propia lucha.
Emilia por su parte generó grandes estacas de hielo que de varios metros de altura que fueron surgiendo alrededor del espectro clon de Kurumi, para formar una especie de carcel para contenerla.
-Cuando acabemos contigo, sigues tú Jellal- murmuró Emila.
El calor comenzó a consumir por completo el hielo que Emilia generó, el agua generada se convirtió en vapor y así las nubes se formaron comenzando a llover. Ella finalmente llegó hasta el último piso, encontrándose con Pack quien de inmediato llegó hasta ella.
-¡Lia! ¿Estas bien?- preguntó con preocupación mientras le tocaba su rostro, esa suave y nívea piel que estaba manchada por el humo que el fuego en algunas áreas había comenzado. El espíritu Pack, creció hasta tener el tamaño de un humano, más alto que Lia.
-Me encuentro bien, pensé que no te vería más- giró su rostro a Jellal que vociferaba contra ella y había invocado a Kurumi Tokisaki rival de la semielfa. Lacus parecía haberse olvidado de su presencia apenas observó a Jellal.
-Claro que soy Emilia, gracias a ti es que soy lo que hoy tanto te asusta, además eres un cobarde invocando a un enemigo de la academia para destruirme- Su rostro mostraba clara molestia la verse atacada por la loli de Merak , que alcanzó a herir su brazo con el roce de una de sus balas.
Pack se colocó frente a la semi elfa con la intención de enfrentar la nueva amenaza, golpeó sus propias palmas, como si de un abrazo se tratara. Generando una ventisca lo sufciientemente fuerte, como para mover le cuerpo de Tokisaki, buscando que perdiera el equilibrio.
- Bailarás conmigo antes de poder siquiera acercarte e Lia- Respondió el felino que hacía frente a la pelinegra, mientras Jellal y Lacus parecían enfrascados en su propia lucha.
Emilia por su parte generó grandes estacas de hielo que de varios metros de altura que fueron surgiendo alrededor del espectro clon de Kurumi, para formar una especie de carcel para contenerla.
-Cuando acabemos contigo, sigues tú Jellal- murmuró Emila.
Emilia
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Lacus era un vampiro, y como tal tenía una fuerza extraordinaria comparada a la de un simple humano. Lo agarró, lo levantó y lo estampó contra el muro, lo cual provocó que se quejara y le saliera un poco de sangre de la boca. El poder de Lacus era bestial, el mago fue levantado como si fuera hecho de pluma. No habría mucho que hacer porque Jellal se encontraba débil por el ataque de Emilia, y además Lacus tenía una fuerza física descomunal. Alardeaba que podía matarlo, y luego de eso lo mordió bebiendo unos generosos borbotones de sangre.
— Kchhh... — rechinó sus dientes al sentir como los colmillos del contrario le eran tachonados sobre su piel. "¿Estás febril o acaso estás hirviendo de ira?" — Estoy hirviendo, pero no de ira, — respondió el peliazul mientras agarraba la muñeca de Lacus y la torcía lentamente hacia un lado.
Kuru-baby fue golpeada por una de las estacas que Emilia había creado alrededor de ella. La gótica cayó de rodillas, y se quejó cerrando uno de sus ojos; sin embargo, su pícara sonrisa seguía plasmada en su rostro, como si no le tuviera miedo a nada. Había algo en este par de guerreros dentro de sus corazones que tipos como Lacus, Siegrain y otros carecían. Una llama mágica de amistad y sacrificio.
Kuru-baby: ¡Jellal! ¡Movimiento 103! ¡A la cuenta de tres! 1... 2...
— ¡Tres! — Sonrió el peliazul mientras llevaba uno de sus brazos hacia abajo. Al mismo tiempo, Kurumi apuntó hacia arriba con una de sus pistolas y disparó un rayo directo a la muñeca del vampiro, cortándole parcialmente. El joven Fernandes por otra parte, hizo cubrir su cuerpo con un fuego de un rojo vivo y lanzó su poder hacia abajo (en donde Emilia se encontraba) y con sus llamas logró alcanzarles ambos brazos. El calor fue muy intenso que derritió las estalagmitas.
— Kurumi ve lo que yo veo. Yo veo lo que ve, Kurumi. Es el poder de la amistad, vampiro. Te compadezco. Nunca lo sentirás, — el mago, tomó de los hombros a su contrario y le dio un rodillazo en el abdomen que lo arrojó hacia el techo, estrellándolo allí. La lava subía y había que liberar a la semielfa lo más pronto posible. — ¡Usa la joya, Kuru-baby! ¡Es importante para liberar a Emilia ahora! — gritó Jellal, mientras huía de nuevo hacia el piso superior del castillo.
Kuru-baby: Lo tengo todo controlado, Gelatina. ¿Te refieres a esta co - ?
Entonces, y por jugar de forma confiada entre sus dedos, la lanza por accidente y sale por una de las rendijas del castillo. La piedra mágica fue devorada por la lava que subía furiosamente a por ellos. La gothic lolita llevó una de sus manos a la boca y ríe nerviosamente. — ¡¿Pero qué acabas de hacer?! ¡¿No sabes lo que me costó...?! Agh, otro día lo haremos... — farfulló el mago mientras subía por el castillo.
Pese a las fallas, Kurumi y Jellal eran un equipo, y se perdonaban, compartían. Un ejército debía ser así: unido y con sus colores claros. El compañerismo se trata de eso. Los soldados de un mismo ejército deben ser como hermanos.
— Kchhh... — rechinó sus dientes al sentir como los colmillos del contrario le eran tachonados sobre su piel. "¿Estás febril o acaso estás hirviendo de ira?" — Estoy hirviendo, pero no de ira, — respondió el peliazul mientras agarraba la muñeca de Lacus y la torcía lentamente hacia un lado.
Kuru-baby fue golpeada por una de las estacas que Emilia había creado alrededor de ella. La gótica cayó de rodillas, y se quejó cerrando uno de sus ojos; sin embargo, su pícara sonrisa seguía plasmada en su rostro, como si no le tuviera miedo a nada. Había algo en este par de guerreros dentro de sus corazones que tipos como Lacus, Siegrain y otros carecían. Una llama mágica de amistad y sacrificio.
Kuru-baby: ¡Jellal! ¡Movimiento 103! ¡A la cuenta de tres! 1... 2...
— ¡Tres! — Sonrió el peliazul mientras llevaba uno de sus brazos hacia abajo. Al mismo tiempo, Kurumi apuntó hacia arriba con una de sus pistolas y disparó un rayo directo a la muñeca del vampiro, cortándole parcialmente. El joven Fernandes por otra parte, hizo cubrir su cuerpo con un fuego de un rojo vivo y lanzó su poder hacia abajo (en donde Emilia se encontraba) y con sus llamas logró alcanzarles ambos brazos. El calor fue muy intenso que derritió las estalagmitas.
— Kurumi ve lo que yo veo. Yo veo lo que ve, Kurumi. Es el poder de la amistad, vampiro. Te compadezco. Nunca lo sentirás, — el mago, tomó de los hombros a su contrario y le dio un rodillazo en el abdomen que lo arrojó hacia el techo, estrellándolo allí. La lava subía y había que liberar a la semielfa lo más pronto posible. — ¡Usa la joya, Kuru-baby! ¡Es importante para liberar a Emilia ahora! — gritó Jellal, mientras huía de nuevo hacia el piso superior del castillo.
Kuru-baby: Lo tengo todo controlado, Gelatina. ¿Te refieres a esta co - ?
Entonces, y por jugar de forma confiada entre sus dedos, la lanza por accidente y sale por una de las rendijas del castillo. La piedra mágica fue devorada por la lava que subía furiosamente a por ellos. La gothic lolita llevó una de sus manos a la boca y ríe nerviosamente. — ¡¿Pero qué acabas de hacer?! ¡¿No sabes lo que me costó...?! Agh, otro día lo haremos... — farfulló el mago mientras subía por el castillo.
Pese a las fallas, Kurumi y Jellal eran un equipo, y se perdonaban, compartían. Un ejército debía ser así: unido y con sus colores claros. El compañerismo se trata de eso. Los soldados de un mismo ejército deben ser como hermanos.
Jellal Fernandes
Re: La saga de los Amakusa y Lugunica (Parte I) (Lacus y Emilia)
Desde el principio, había posado sin ningún motivo en esa mansión que ahora tenía los minutos contados para ser tragada por el magma.
Su principal objetivo en aquella construcción estaba cumplido cuando los primeros chorros de la sangre de Jellal inundaron su boca. Como era de esperarse, el vampiro no ansiaba perder su tiempo en confrontos sin motivos de su interés, ni en la salvación de nadie, solamente en probar su bloodbank favorito. Ignoraba las palabras dichas a él, concentrándose solo en llenarse con aquel líquido que incrementaba su fortaleza, sin precaverse de cómo Jellal manipulaba su brazo, sujetándole del pulso.
Pero entonces, de un momento a otro, sintió cómo la energía interior de su enemigo pareció haber recargado fuerzas entre su gradual debilitación. Abrió los ojos antes de despegar la boca del cuello, y justamente en el mismo instante que desclavó sus colmillos de la piel, un rayo viniendo de abajo logró herirlo. El susto lo obligó a distanciarse, también lo obligó a dejar caer el as de espadas que con esa misma mano sujetaba, retrocediendo un paso; menos que un metro de distancia. Su muñeca sangraba continuamente mientras Jellal refulgía antes de lanzar un ataque hacia el piso inferior. La pequeña carta acabó tornándose ceniza bajo alcance de ese calor intenso.
Mientras tanto, el vampiro levantó su propia mano para ver la herida. Al rededor de esa llaga sentía un cosquilleo anormal, causado por la magia que componía el rayo efectuado contra él. Ya lo sabía, la herida no cerraría automáticamente; un segundo motivo para no poder seguir ahí por mucho tiempo. Debía irse lo antes posible. Todavía, volvió a distraerse y tornar a ser atacado por el mago, que le acerta con la rodilla en el estómago, haciéndolo estallar contra el techo y volver a caer, cuando el Fernandez ya escapaba escalera arriba.
Había caído en pie, sin dificultades, en cuanto la herida recién abierta iba pintando de rojo el suelo. Rene Simm era el único ser que mantendría el real concepto ''amigo'' de Lacus y yacía en sus recuerdos como tal. El vampiro que lo acompañara desde su humanidad había sido automáticamente recordado por Lacus tras escuchar las ''condolencias'' de Jellal, a quien parecía ni siquiera ocurrirle que él sí tuvo un amigo.
Igual así, nada de eso era cautivador para el vampiro de cabellos azulados, quien seguía encontrando una burla las manifestaciones humanas de amistad.
Sus ojos escanearon la escalera hasta llegar al techo, que era el suelo del piso superior. Sabía por deducción el punto donde Jellal acabaría al terminar de subir; hacia ahí corrió y de pronto pegó un salto, quebrando toda la madera del suelo y atravesando al piso superior, abordándolo de sorpresa cuando este recién terminaba de subir. Prontamente el vampiro también le metió una patada en el abdomen que volvió a impactar al mago contra la pared y derrumbar al suelo.
—Que gracia. También te duele, ¿verdad?
Preguntó sarcástico.
—Hubieras preferido que te matara, ahora vas a morir ardiendo junto a la traidora y la damisela corrompida. Goodbye ~
Gesticuló el ''adiós'' con la mano intacta. Entonces, sin esperar nada, se dirigió hacia la ventana y por ahí salió al exterior del recinto, quebrando todo el vidrio al embestir contra este. Corrió hacia el otro lado por el tejado del piso inferior hasta poder saltar hacia la seguridad del muro que rodeaba el castillo y escapar.
-Lacus se retira del tema-
Su principal objetivo en aquella construcción estaba cumplido cuando los primeros chorros de la sangre de Jellal inundaron su boca. Como era de esperarse, el vampiro no ansiaba perder su tiempo en confrontos sin motivos de su interés, ni en la salvación de nadie, solamente en probar su bloodbank favorito. Ignoraba las palabras dichas a él, concentrándose solo en llenarse con aquel líquido que incrementaba su fortaleza, sin precaverse de cómo Jellal manipulaba su brazo, sujetándole del pulso.
Pero entonces, de un momento a otro, sintió cómo la energía interior de su enemigo pareció haber recargado fuerzas entre su gradual debilitación. Abrió los ojos antes de despegar la boca del cuello, y justamente en el mismo instante que desclavó sus colmillos de la piel, un rayo viniendo de abajo logró herirlo. El susto lo obligó a distanciarse, también lo obligó a dejar caer el as de espadas que con esa misma mano sujetaba, retrocediendo un paso; menos que un metro de distancia. Su muñeca sangraba continuamente mientras Jellal refulgía antes de lanzar un ataque hacia el piso inferior. La pequeña carta acabó tornándose ceniza bajo alcance de ese calor intenso.
Mientras tanto, el vampiro levantó su propia mano para ver la herida. Al rededor de esa llaga sentía un cosquilleo anormal, causado por la magia que componía el rayo efectuado contra él. Ya lo sabía, la herida no cerraría automáticamente; un segundo motivo para no poder seguir ahí por mucho tiempo. Debía irse lo antes posible. Todavía, volvió a distraerse y tornar a ser atacado por el mago, que le acerta con la rodilla en el estómago, haciéndolo estallar contra el techo y volver a caer, cuando el Fernandez ya escapaba escalera arriba.
Había caído en pie, sin dificultades, en cuanto la herida recién abierta iba pintando de rojo el suelo. Rene Simm era el único ser que mantendría el real concepto ''amigo'' de Lacus y yacía en sus recuerdos como tal. El vampiro que lo acompañara desde su humanidad había sido automáticamente recordado por Lacus tras escuchar las ''condolencias'' de Jellal, a quien parecía ni siquiera ocurrirle que él sí tuvo un amigo.
Igual así, nada de eso era cautivador para el vampiro de cabellos azulados, quien seguía encontrando una burla las manifestaciones humanas de amistad.
Sus ojos escanearon la escalera hasta llegar al techo, que era el suelo del piso superior. Sabía por deducción el punto donde Jellal acabaría al terminar de subir; hacia ahí corrió y de pronto pegó un salto, quebrando toda la madera del suelo y atravesando al piso superior, abordándolo de sorpresa cuando este recién terminaba de subir. Prontamente el vampiro también le metió una patada en el abdomen que volvió a impactar al mago contra la pared y derrumbar al suelo.
—Que gracia. También te duele, ¿verdad?
Preguntó sarcástico.
—Hubieras preferido que te matara, ahora vas a morir ardiendo junto a la traidora y la damisela corrompida. Goodbye ~
Gesticuló el ''adiós'' con la mano intacta. Entonces, sin esperar nada, se dirigió hacia la ventana y por ahí salió al exterior del recinto, quebrando todo el vidrio al embestir contra este. Corrió hacia el otro lado por el tejado del piso inferior hasta poder saltar hacia la seguridad del muro que rodeaba el castillo y escapar.
-Lacus se retira del tema-
Lacus Welt
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