Rostros mentirosos (Con Jellal) (ENTRENAMIENTO)

Este se encontraba huyendo de la policía, por el simple hecho de que robo una tienda de comida para mantenerse en su casa del bosque, entre la multitud de gente que le veía correr de la policía algunos grababas, otros corrían por miedo y otros le seguían mientras grababan también, a mitad de camino fue rodeado pero eso no le importo ya que con un simple movimiento de cuchillas les aparto y siguió corriendo con bastante velocidad perdiendo a los policías entre la multitud cosa que le facilito llegar al bosque más rápido.

De tanto que corrió al llegar sus piernas no respondían y su respiración era lenta.

— Ufff… Al menos, tengo comida… —

Cayo al suelo para recuperar fuerzas pero al rato se levantó y siguió caminando, al llegar a casa y dejar la comida, se puso su peluca y lentillas con otra ropa para poder salir a la calle sin ser sospechoso y andar tranquilamente, su pasión era estar en el parque y tranquilizarse y eso mismo hizo-

El parque de cerezos. Un lugar de belleza y máxima expresión de la cultura japonesa. Jellal solía relajarse por esos lugares para no pensar tanto en guerra. El conflicto entre Legacy y Merak realmente lo estaba agotando tanto física como mentalmente. Necesitaba darse un respiro de todo eso, así que concluyó que no había mejor lugar que el bosque del parque.

No obstante, una algarabía irrumpió en sus profundos pensamientos. Sirenas de policías, las cámaras de televisión y otros curiosos perseguían a alguien, una persona que se estaba llevando mercancía. Jellal se fundió en las sombras y persiguió al misterioso criminal. ¿Qué se traía entre manos este sujeto?

El mago peliazul lo siguió, y lo encontró vistiéndose con otras prendas para no ser reconocido. Sin embargo, los ojos ágiles del joven Fernandes ya había detectado a este malhechor. Ya se lo había topado con anterioridad, pues tenía el tatuaje del número 15 en su cara, y una actitud que desafiaba a la autoridad. — No debiste haber robado eso... — le amonestó Jellal, y se acercó cada vez más.

El mago tenía una chaqueta de cuero negra, una polera gris y unos jeans azules; le miraba fijamente con un semblante defensivo, mas en sus palabras no se reflejaba esa agresividad. — No entiendo por qué tomas lo que no te pertenece, — saca un chicle de su pantalón y lo comienza a masticar. ¿Qué respuesta le daría el contrario ahora?

Cuando ya este se encontraba en el parque sintió la presencia aquella misma que sentía en su casa, este la había ignorado por completo, pues sabía que le habían seguido unos cuantos al saber lo de la persecución, la verdad nada de importancia le daba, solo asentía con la cabeza hasta que allí en el parque se volteó y con una mirada de un poco de enojo.

— No sabes tú para que ando yo haciendo estas cosas, además no te entrometas, no quiero andar discutiendo con una persona débil como tú. —

Termino esa frase dándole un pequeño empujón hacia detrás mientras sonreía de una forma un poco maquiavélica, pero no le faltaba su lado de que le encantaba molestar.

— Ahora dime, ¿Cuáles son tus razones al decirme que no puedo tomar esas cosas? —

Dijo en un tono algo bajo para no llamar la atención del poco público que se encontraba en ese parque mientras se acercaba lentamente con la misma sonrisa hacia el.

OFF: Jyugo. Un consejo. Siempre en el párrafo final hay que inventar información nueva para que así el tema no se estanque.

Se veía que el joven era un desaptado social. Además esa vestimente de franjas negras y blancas no le ayudaba mucho. El mago peliazul solo atinó a levantar la ceja y mirarle frente a frente, con una faz que evidenciaba una seriedad total. — ¿Así que soy un debilucho? Entonces, no tendrás problemas en ganarle a este debilucho, — y entonces, de su bolsillo, Jellal saca un pequeño librito de color azul. Era algo que se podía pensar como común y corriente, mas había algo extraño en eso.

La verdad es que el joven Fernandes había rescatado una reliquia capaz de extraer el mal a cualquier demonio por algunos minutos, pero eso era suficiente como para hacerle reflexionar sobre las cosas que ha cometido.

— Veo que eres un demonio. Puedo percibir tu esencia, — abrió el librito y lo colocó delante de él. Entonces, empezó a recitar unas extrañas palabras. Un idioma desconocido, que con tal solo pronunciarlo la magia se generaría. — Isset demonenorum. Angelis transformatem. Isset agura, — enunciaba, y el cuerpo de Jyugo comenzó a brillar de un leve rosa. Parece que el ladrón iba a transformarse.

— Pues tienes razón, ganarte sería facil. —

Solo miro el libro y pensó que era uno de esos frikis que andan por la callen recitando cosas raras que no funcionaban y no le tenia miedo, así que solo dio un paso hacia delante y con esa tipica sonrisa macabra que habia en el lo miro fijamente.

— ¿Y que piensas hacer...?—

No termino ni la frase y su ropas se comenzaron a romper sacando esas cuchillas enormes en vez de sus brazos, sus ojos se volvieron totalmente negros pero la sonrisa macabra seguía ahí, por voluntad aunque le resultaba dificil adelantaba poco a poco mientras su cuerpo se volvia inestable, y todos los de el alrededor gritaban "Es el loco aquel de la Prision Nanba" "Maten a ese monstruo" entre otras cosas, pero poca importancia le dio.

— R-Ret-tiro lo d-dicho. —

Su cara se puso seria y bajo la cabeza quedandose otra vez quieto y solo recito. "No eres nadie contra mi" Entre los labios y con ya poca fuerza hasta para estar parado y BUM con la cuchilla del lado izquierdo le corto a pedazos el libro y le apunto a la cabeza recostado en uno de los bancos del parque.

— ¿Q-quieres mas? ¡VENGA ATACAME! —

Abrio los brazos dejandose totalmente descubierto, ya tenía un plan y solo esperaba el ataque de su contrincante.

Se quedó callado ante las respuestas del contrario. Eran como múltiples dardos que horadaban con la lógica de Jellal. No sabía que responderle, pues tenía un punto. Tal vez necesitaba algo de comida, y ante esa clase de necesidades no había mucho que hacer. No era tan grave si es que su propia supervivencia estaba en juego.

— No, nada. Disculpa, ya me retiro, — dio la media vuelta y caminó unos pasos. Pensó en que el contrario solo cometía fechorías, pero no era realmente malo. ¿O sí? No al menos como ese vampiro de cabellos púrpuras que gozaba matar inocentes. — Oye, — se giró para el castaño. Su vestimenta era algo estereotípica de la población penal.

— ¿Conoces a Lacus Welt? Es un vampiro de pelo púrpura y un cabrón, — era su presa más codiciada. Sí podría capturarlo, este mundo sería un mejor lugar para todos. — Me das información de él, y yo te traigo alimento y dinero,— se cruzó de brazos y esperó la respuestas del castaño. Sí, no iba a comparar a este ladrón con un verdadero genocida. Lacus suponía un peligro mayor.

No quería ayudar a este criminal, sin embargo, si podría intercambiar cosas por información, de seguro muchas vidas se salvarían. Debía capturarlo lo más pronto posible.

OFF: Recuerda, Jyugo. Siempre serán tres párrafos y luego los expandes.
La narración crítica es cuando el narrador cuenta sobre los aspectos críticos. Se cuestiona lo que hace el personaje, y también le da una apreciación valórica.

En amarillo voy a colocar narración crítica.

Así que a tu próximo post los tres párrafos y la narración crítica.

— ¡Trato hecho! Solo dejame en paz.. ¿Sí? —

Su temperamento ya no era el mismo que el de antes, se habia relajado un poco acorde a lo sucedido guardó sus armas y sus ropas se volvieron normales. Se sentó en un banquillo esperando a que este se fuera todos los espectadores que estaban se alejaban de el por temor que les hicieran daño, pero solo estaba ahí para relajarse y pensar en ese tal vampiro y como conseguir información sobre este. Si bien era un rufián, solo en ese momento quería algo de paz. Porque todos nos merecemos un espacio para pensar sobre lo que nosotros hacemos. En ese momento, Jyugo necesitaba tiempo.

— Hmm... Interesante, esto será un tipo de prueba, pero mas dificil de lo normal, supongo. —

Rió como todo un maquiavelico mientras susurraba cosas las cuales organizaba para formar un plan perfecto para que el vampiro no sospechará a la hora de "conocerlo". Al de ojos bicolores le importaba un comino para quién trabajaba Lacus, porque no lo conocía y sinceramente no quería saber nada de él. Si podría espiar a Lacus y recibir un beneficio, estaba claro que lo haría. La balanza moral del castaño siempre se inclinaba a favor del "lado que lo compra". Era un mercenario obstinado, pero sobre todo alguien de corazón indomable.

El peliazul se restregó la cara con sus propias manos. No podía creer que estaba negociando con un ladrón, pero tampoco era tan terrible este sujeto áspero y de oscuras intenciones. Jellal también fue en su pasado alguien categorizado como "lacra social", o sea, alguien al que la justicia debía perseguir. Sin embargo, la justicia, aunque estaba compuesta de leyes y artículos, eran los humanos los que dictaminaban, y estos siempre estarían corruptos.

Todos tenemos algo de oscuridad en nuestras almas, y esa semejanza le bastaba a Jellal para realizar este trato con Jyugo. Dio la media vuelta y se retiró del lugar. Se llegó a la Academia y cerró sus ojos, y pensó en lo afortunado que es al tener comida y refugio. Pensó en todas las personas que estaban desamparadas en las calles. Tanta tragedia.

El día siguiente

Con una mochila a su hombro, se dirigió al mismo lugar en donde estaba Jyugo. — ¿Alguien por acá? — preguntó mientras la dejaba en el suelo y la abría. Empezó a sacar los productos: paquetes de galletas y papas fritas, pan, queso, algunas golosinas y también gaseosas. Eran las suficientes como para pasar dos noches. Sacó unos cuantos billetes y los dejó en el suelo.

Este recién se despertaba estaba dandose una ducha, cuando escucho aquella voz tan familiar en la puerta de su casa ya no tan oculta, decidio ignorar el que lo llamaban, quería tranquilidad, pero seguian llamandole así que en medio de el proceso de ducharse salió con una toalla mas grande que el tapandose todo el cuerpo y decidió ir a ver. Era algo extraño colaborar con un legaciano, pero si este le daba uno que otro beneficio ¿Por qué? La lealtad de Jyugo, podría decirse que era un poco "flexible" en ese sentido. Además, era un muy buen trato.

— ¡Al fin! Mi mercancía muchas gracias, le aseguro que conseguire toda esa información que necesite del tal Lacus ese. —

Con entusiasmo después de ver que aquel si cumpliría le entro hambre, se sento en el sofa y se quedo unos minutos pensando en que ese nombre le llegaba a la mente, pero solo eran simples recuerdos vagos que andaban por su mente así que dejo de intentar de recordar. No importaba el pasado, el presente era lo único que el joven ladrón tenía. Jyugo solo quería manejarse en el aquí ni ahora, pues tratar de recordar algo patidifuso le era improductivo.

— Y bueno, ¿Sabes? Me caíste bien, ¿Almuerzas conmigo? —

Le invitó a sentarse de lo mas normal, no confiaba del todo en el, por al simple razon de los malos recuerdos de la prision Nanba. No obstante, y en raras ocasiones, como la flor del loto en un pantano, esa luz dentro del castaño, la que estaba sepultada por actos del mal, emergía de vez en cuando. Almorzar juntos, sí... aquí esa misteriosa luz se asomaba.

— Eh, sí, por supuesto... — tartamudeó Jellal. El peliazul, si bien era un actor de Legacy, no tenía mucha idea de cómo socializar. Era alguien cuya ineptitud a la hora de hablar o hacer amigos, le abrumaba de sobremanera. Comenzó por lo más fácil: puso una cocinilla a gas, la prendió de una chispa que salía de su dedo, y luego colocó una sartén con agua. Lavó unas salchichas y las puso.

Acto seguido, de su mochila sacó otros condimentos como mayonesa, ketchup y mostaza. — Voy a hacer hot-dogs. ¿Sabes qué son? — preguntó Jellal, mientras se sacaba la chaqueta y quedaba con sus pectorales al descubierto. Tomó una cebolla morada y la comenzó a trocear en tiras. Retiró la sartén, le dio un chorrito de aceite de oliva para luego pochar las cebollas.  Tomó un pan, lo abrió y colocó la salchicha dentro y se la pasó al ladrón.

— A mí me gustan con mostaza y cebolla, — señaló mientras dejaba caer la cebolla frita sobre la vienesa, y entonces dos hilos de mostaza. Mascó y encontró sabroso. Sí, esta clase de momentos le apetecían bastante. Dejó el hot dog sobre un pocillo, y sirvió dos vasos de gaseosa.

El día estaba ideal para tener un almuerzo así.

Este totalmente asombrado por las tecnicas de cocina y por el cuerpo que tenía el contrario le hicieron quedar anonadado, todo lo que hacia aquel chico le recordaba a Rock su compañero de celda. Se acercó un poco mas hacia este para verlo cocinar.

— ¿Y es díficil hacer esos tal Hot Dogs?, ¿Son como pizzas? —

Gritó como tal cobarde que era al ver que una chispa le cayó en su ropa y se alejó, miro a Jellal y se comenzó a reir, se levantó del suelo y volvió hacia allí con intenciones de ayudar, no sabía que hacer pero tomo una salchicha al sartén haciendo que salpique aceite por todo lado.

— MUAJAJAJAJJAJAJA. Entonces... Dejando todo lo que sucedió... ¿Que me pediste sobre ese tal Lacus? —

Intentó cambiar de tema luego de aquel desastre que hizo con toda la comida.

Unas pizcas de aceite hirviendo le cayeron a sus abdominales, le iba a dejar una quemadura si no se trataba, así que de su mochila sacó una botella de agua, la abrió y empezó a lavarse. Siempre colocarse agua helada era lo mejor. Jyugo parecía algo torpe y descuidado al manejar los alimentos, pero tenía una vida errante, y su prioridad era escapar de la policía. Sin embargo, este ladronzuelo ahora lo ayudaría a capturar a los verdaderos peces gordos.

— Lacus Welt es un vampiro sin empatía, goza de causar sufrimiento y solo piensa en beber sangre. Es un maldito asesino... — se coloca de nuevo la polera y se sienta en el césped. Le da un celular a Jyugo, y queda con la mirada fija al  horizonte, como intentando idear un plan para capturar con las manos en la masa a ese desgraciado. — Nos comunicaremos con esto. No puedes decirle a nadie de Asgard. Si quieres más comida, solo llámame, — se puso de pie, y comenzó a alejarse por las arboledas.

— Que estés muy bien, — se despidió y así se fue pensando en Jyugo, un posible aliado. Era una pieza oculta en el terreno de Asgard, y ahora trabajaba como mercenario por información. Solo esperaba a que ningún enemigo o amigo descubriera esta alianza entre supuestos contendores.