Una nueva aventura

Tanto el castaño como la cerúlea respondieron ante el comentario de la joven rubia, no con palabras, sino con una sonrisa apenada, como de quien se siente incómodo ante una situación. No era para menos, pues era justo así como aquellos seres de luz se sentían tras ser descubiertos hablando a espaldas de su invitada.

De la misma forma, como sincronizados, ambos soltaron una risilla nerviosa al unísono y se acomodaron frente a la mesa, callados y atentos ante lo que aquella chica estaría por hacer. Sus miradas se centraron en aquella mesa del comedor donde un libro se expandiría cual lista de niños de Santa Claus la noche previa a la navidad. Sus oídos se dedicaron a recopilar toda aquella información sobre los familiares de la kitsune y a relacionarlos con tan amplia serie de fotografías que se extendía a lo largo y ancho del enorme libro que bien podría ser denominado enciclopedia.

El ángel reía con algunas de las descripciones y miraba con agrado casi fraternal el árbol genealógico al lado de aquella chica que había llevado al instituto. La pequeña Lee por otro lado, fiel a su personalidad, se limitaba a hacer bromas ocasionales o a realizar comparaciones entre algunos de los personajes descritos por Hana y algunas de las actitudes de su amo, quien inmediatamente se ponía a la defensiva, causando el estallido en risa de la Weltkelch.

Así pasaron primeramente los minutos, uno a uno como gotas de agua, hasta convertirse en un mar de horas, repleto de risas que flotaban en el aire y comentarios a la deriva. Fue de esa forma que, sin darse cuenta, llegó el crepúsculo a la academia antes de que nuestros héroes lo notasen.

La mesa era un desastre. Había envolturas de comida chatarra y restos de fresa en distintas presentaciones por todas partes. Y sin embargo ahí estaban, los tres continuaban conversando a altas horas de la tarde, como si el tiempo no rigiera ya aquel terreno y fueran solamente ellos los dueños de aquella escena.

- Por cierto, una duda me gustaría que aclararas, Hana -

Dijo el ángel en medio de la conversación, mirando aquellas rojas y rosadas migas desperdigadas por toda la mesa.

- ¿Solamente comes fresas o es que estás aprovechando para darte gusto? -

Hace rato lo venía pensando ya, pero no fue sino hasta ese momento que la curiosidad terminó por vencerlo. Un hábito natural en el ángel, que difícilmente se quedaba con una duda en la mente. Su tono impregnado de aquella devoradora curiosidad lo demostraba.

El hada se limitó a reír por lo bajo. Para aquella que se podía meter a vaguear en los pensamientos superficiales de las personas, era de lo más sencillo conocer la respuesta que su amo deseaba. Mas sin embargo permaneció callada. Primeramente para dejar que conteste la chica a la cual la pregunta había sido hecha, y en segundo puesto para no ser tomada por chismosa por el hecho de espiar los pensamientos ajenos

habiendo disfrutado del día y de la charla con sus compañeros, la kitsune no hizo mas que seguir el ritmo, mostrando mas fotos de su familia mientras hablaban. pese a conocerles hace solo unas horas, sentía mucho agrado por el castaño y la pequeña compañera de este, estando con una sonrisa agradable todo el día, moviendo su cola de lado a lado de forma alegre

pues... si te debo ser honesta, por mi que mi alimentación fuera en su totalidad fresas pero mama sigue insistiendo que debo comer de todo... y cuando se hizo tan tarde? debo colocar la carpa para dormir

al ver la oscuridad creciendo lentamente en los rincones ocultos del sol del lugar, la rubia procedió a guardar el libro en su cola y sacar una bolsa un poco grande de ella, en la que se veía parte de una carpa desarmada. suspiro suavemente viendo el artefacto en sus manos, bajando sus orejas y su cola antes de guardarlo nuevamente, procediendo a sacar solo una almohada de ella

conoces un lugar donde pueda descansar esta noche? no tiene que tener muchos lujos. de hecho, con un techo me conformo... a no ser que cierta hada este dispuesta a invitarme

sin dudar un instante la chica dejo la almohada en la silla donde estuvo sentada hasta ese momento antes de dar un pequeño salto hacia esta, a la vez que su cuerpo cambiaba de forma de forma extremadamente rápida. su ropa se unió a su cuerpo, transformándose en un precioso pelaje dorado al igual que su cabello normal. su cuerpo se encogió y cambio hasta ser un pequeño zorro, el que se dio un par de vueltas sobre la almohada antes de recostarse sobre esta

El ángel rio suavemente al ver la actitud de aquella chica al buscar dónde quedarse. Aceptó sin el menor grado de extrañeza la capacidad de aquella cola de guardar cosas de lo más inusuales y de cambiar de forma a voluntad como si fueran algo de lo más cotidiano. Cosa que, por supuesto, era una realidad. Judai es capaz exactamente de las mismas cosas, y es algo que a menudo daba por natural en el resto de seres vivos de forma inconsciente.

Así pues, encariñado con la mascoteable actitud con que aquella se comportaba, decidió tomarle la palabra en cuanto aquella solicitó abiertamente un lugar para quedarse. El ángel, cabe destacar, es bastante afecto a las mascotas, y había tenido bastantes a lo largo de sus muchos años de vida. La última de ellas había sido una gata blanca que el castaño había recogido de la calle y cuidado hasta el momento en que se vio abruptamente transportado al sitio donde ahora residía. Nunca se preocupó por ella, pues sabía que la minina era inteligente y bastante hábil.

- Puedes quedarte con nosotros esta noche si quieres. Hay aire acondicionado, wifi, y comida chatarra nada sana pero si muy sabrosa. Yo cuidaré de ti, así que no te preocupes por la malvada hada chupasangre -

- ¡Oye! Si quiero morderla, pero no lo haría sin previo permiso o provocación de su parte~ -

- Tú tienes problemas muy serios. Iremos al psicólogo mañana -

- Joo... -



Okay no. Entonces rieron suavemente tanto el castaño como su familiar, como era típico de ellos, haciendo difícil estar seguros si aquellos dos hablaban en serio o no. Esa era su forma de ser, la verdad es que lo raro en realidad sería verlos actuar de una forma distinta. Aquella relación digna incluso de envidiar era la principal característica del mago y el hada.

gracias. en verdad debería haber pensado sobre donde quedarme al llegar pero ustedes me distrajeron. así que tomar responsabilidad es natural

la rubia dijo eso con un falso tono de preocupación antes de comenzar a reír, moviendo su cola de lado a lado, ya notoriamente animada. con un movimiento de sus orejas la ciudad de hielo en la mesa desapareció en un instante sin dejar rastros, a la vez que esta saltaba en ella, acercándose al chico antes de saltar a su regazo, apegándose a el como si un animal pequeño se tratase.

tras ver la relación tan amistosa de ambos, solo procedió a relajarse al darse cuenta que estaba en buenas manos. sus orejas se pararon de forma alegre mientras miraba a todos lados

por cierto... la próxima vez, quiero que me lleves de paseo por este lugar. de seguro muchas cosas quieren ser descubiertas aquí