Un extraño villano. (Momo, Uraraka, Nejire.)

Dabi, se encontraba a altar horas de la noche caminando por la calle. La luna alumbraba como nunca antes, era grande y estaba centrada en el oscuro y estrellado cielo; había luna llena. Le gustaba hacer maldades mientras que la gente permanecía durmiendo.

Mientras que caminaba con lentitud, su mente estaba inundada en recuerdos que arrastraba desde su niñez, el mal trato de su padre, un supuesto héroe. Sentía rencor y odio por ese hombre, quería asesinar a aquel hombre lo más rápido posible.

Mientras que caminaba, de un callejón adelante escuchó a personas corriendo y unos jadeos, que eran suaves como los de una mujer, seguidos de otros que eran más gruesos y ásperos, como si se tratase de unas bestias. No pudo evitar alarmarse por dicho suceso, por lo que decidió acercarse lo más rápido posible al lugar.

El azabache llegó a el lugar, yendo por callejones apartados para no intervenir en lo que había escuchado. Lentamente empezó a caminar hacia adelante, poco a poco se podía divisar a tres chicas, conocía a las tres, eran aspirantes a heroínas. Mientras que adelante se encontraban casi 25 hombres y no parecía ser algo amistoso. Las chicas se veían cansadas e incluso una de ellas estaba herida, la más bajita de cabello castaño.

Luego de unos segundos, los hombres empezaron a correr hacia las féminas, no sabía qué tramaban pero estaba pensando en intervenir, era algo injusto.

Cuando los hombres iban a llegar hasta donde estaban las feminas, Dabi elevó su brazo izquierdo apuntando a los hombres, la palma de su mano empezó a brillar de un color celeste luminoso y al instante soltó una gran llamarada de fuego de color azul que quemó a varios de ellos haciendo que retrosedieran, voltearon a ver hacía donde provino el fuego y el azabache empezó a avanzar, llegando hasta donde estaban las heroínas, volteó a verlas de reojo y musitó.

ㅡ ¿En AU no les han enseñado a ser fuertes? Bah, que pérdida de tiempo, huyan. ㅡ

Dijo, luego que los hombres empezaran a insultarlo y amenazarlo, Dabi dió una sonrisa burlona y exclamó.

ㅡ¡Vengan! Pedazos de mierda, los haré arder. ㅡ

Las cansadas piernas de la azabache casi no podían continuar avanzando, estaban prácticamente paralizadas del cansancio, incluso podía sentir como un hormigueo recorría sus piernas desde el talón hasta el muslo. Era de noche, y la brisa nocturna no dudaba en hacerse presente, la sentía, y mucho, puesto que su traje de heroína requería de ser lo menos molesta posible para poder efectuar de forma efectiva y rápida su quirk. Cualquier persona que rondara por los alrededores se preguntaría, ¿Qué hacía ella ahí? Es más, ¿Qué hacían tres chicas solas de noche, y peleando?. Una sola respuesta: eran aspirantes a heroínas. Para Momo no era un problema, es más, se sentía orgullosa de poder encontrarse en ese lugar repleta de peligros que la harían una mujer admirable. Pero de igual forma, necesitaban de supervisión y para eso estaba Nejire Hado, una chica de último año que les ayudaría tanto a ellas como a si misma para poder seguir avanzando de escala hasta llegar a la meta final.

La otra chica era Ochako Uraraka, su compañera de clase que, a decir verdad no era alguien con quién había compartido grandes momentos como para ser tan cercana, pero si se conocían y le brindaría su apoyo sin dudarlo ni un sólo segundo. Iba en sus términos, estamos hablando de Momo Yaoyorozu. Al principio parecía ser un trabajo fácil, nada más que patrullar las calles a partir desde las 20:00PM, pero a medida que avanzaba el tiempo se podía ver cómo los peligros iban haciéndose ver poco a poco. Hombres en su mayoría eran los protagonistas de los actos criminales tales como tráfico de drogas, robos, hostigamiento a mujeres, etc. "Lo normal" claro, nada había salido de lo normal hasta que de un momento a otro, de mero imprevisto comenzó a "duplicarse" la cantidad de hombres en dichas calles. Todos con malas intenciones, claramente. Las miraban como si fuesen una basura, cómo si no pudiesen contra ellos, cómo si fuesen débiles. Algo que enfureció e indignó por completo a la chica de ojos almendrados, pero como no era una persona tan expresiva como las chicas que la acompañaban, acalló por completo sus comentarios, pensamientos y sensaciones. Están enfocada en una cosa: pelear, darlo todo.

De esta forma fue que comenzó la "acción" cada quien utilizaba su quirk tanto como podía, ideando estrategias, trabajando como equipo y también trabajando individualmente, sin duda Nejire y Ochako eran chicas muy fuertes, lo cual asombraba a la azabache. Se preguntaba si ella era tan buena como las ya mencionadas, sólo podía esperarse que si, y si no era de esa forma, no más debía seguir esforzándose.

— ¡Chicas, vamos por aquí!. —

Exclamó mientras veía como los enemigos se amontonaban contra ellas, era un plan de escape temporal y rápido, con la esperanza de no encontrar algo peor más adelante. Corrieron, las tres juntas corrieron hasta el principio de un callejón muy poco iluminado, como todos los callejones de ese barrio, no le sorprendía para nada. Lo que la hizo quedarse prácticamente pasmada fue que, una vez se adentraron por el callejón, no encontraron una vía de escape si no que esta vez estaban acorraladas. No era normal. No era una pandilla normal, eran demasiados hombres y todos tenían algo similar, había alguien detrás de esto. Sin aliento casi, la azabache se preparó por quinta vez para otro combate cuerpo a cuerpo con su barra de metal, por el momento no necesitaba nada más que eso, la sostenía con firmeza en ambas manos, el frío del metal casi no se percibía con el frío del ambiente y a la vez, en calor de su cuerpo contrarrestaba ambos. Su corazón estaba saltando prácticamente de su pecho. De la nada, una luz de color azul a sus espaldas le llamó la atención, lo que hizo que se girará rápidamente, con confusión. ¿Qué era?.

[ ¿Uh? ¿Llamas? ¿Todoroki~san? ]

Pensó mientras seguía el camino que formaban las brasas que despedían calor, hasta llegar a un chico de apariencia bastante peculiar, jamás lo había visto en su vida. Su cabello alborotado era del mismo color que el de ella, sus ojos eran celeste y tenía quemaduras en la piel. Y por sobre todo, una expresión fría y algo petulante. Al principio no supo que decir, simplemente se quedó observando en posición de defensa como su ataque las defendía de quienes anteriormente eran sus enemigos. Un momento, ¿Él igual era su enemigo?.

— ¿Tú quién eres para darnos semejantes órdenes? Estamos aquí para entrenar. No nos iremos hasta que se nos sea solicitado. —

Dijo con firmeza y con una expresión completamente neutra, estaba cansada pero intentaba recomponerse sin mostrarlo. Quizá sonaba obstinada, pero en realidad estaba siendo obediente respecto a lo que se les ordenó. No iba a irse, no quería ser una chica débil.