Cita a ciegas en la playa (Esdeath)

Había pasado ya un largo tiempo desde su última visita por estos rumbos, bien sabía el arquero que disponía de poco tiempo para seguir dentro del mundo que dividía a la muerte con el supuesto "paraíso"; hablamos de la tierra y no en términos generales, si no que probablemente estaría a nada no poder estar más en las tierras de Legacy e incluso más allá de estas.
No había hallado más notificas de su anterior Master a quien había estado buscando tras varios días, semanas e incluso unos cuantos meses, dispuso de mucho uso de magia "prestada" para seguirse aferrando a este mundo tan hipócrita en la búsqueda de la chica que en algún momento habían compartido el contrato Maestro-Sirviente. Y bien lo sabía: ya no existía otra buena razón para seguir en ese ciclo vicioso, una búsqueda sin fin en donde el como siempre: Perdería, gastaría más maná de personas que se le ofrecían y claramente volver a iniciar.

Y envuelto entre tantos pensamientos, uno aparentemente bueno: Aceptar una última encomienda, misión o alguna barbaridad asimilar por parte de la Academia. Y bueno, nada malo a recibir la tarea de... ¿Una cita?

— ¿No tienen algo mejor? Nunca me imaginé ser la rata de prueba para cosas así. — Replicó molesto, más sin embargo ya no había nada más que pudiera hacer. Así que iría con su clásica vestimenta carmesí.
¿Por qué habría la importancia de vestirse formal? Pensó.

Se dirigió sin más al lugar que se le había indicado, allí mismo estaría esperando a su "acompañante" anónima y por supuesto, saber de qué trataría el evento al que se ofreció el mismo como carnada.

Completamente dispuesta a conocer a una persona nueva de quién la ponía demasiado ansiosa saber que sería lo que le esperaría, se encontraba sumida en sus pensamientos por completo, nadie podría sacarla más que alguna emergencia y cuando digo emergencia, me refiero a una batalla. Como es de esperarse de una persona tan sádica como ella, lo que la consumía era la intriga de qué clase de tortura podría poner a prueba con su nueva presa. Sin duda alguna, para una persona tan poderosa y fría como ella, se pensaría que no necesita ni se preocupa de tonterías como el amor. Lo cierto era que estaba en busca de ello. Nunca antes lo había experimentado más que en una ocasión pero, era un amor no correspondido, ella misma podría aceptar que sus sentimientos no eran correspondidos, pero no le avergonzaba en lo más mínimo intentar acosar a su amor y obligarlo a estar con ella. ¡De todas formas! ¿Por qué deprimirse tanto y esforzarse por él?. Iba a ver a más personas en la lista de pretendientes, pobres de ellos, en especial, quién le guste.

Su tipo no eran los egocéntricos o dominantes, mucho menos un debilucho. Jamás estaría con una persona débil, poco temerosa. Preferiría matarlo a quedarse con semejante basura y desperdicio de vida. En fin. Adoraba a los tipos carismáticos, con sonrisas tan relucientes como calva de anciano, fuertes y jóvenes. Temerarios, valientes. Solo de pensarlo sentía un calor inexplicable en el pecho. Y digamos que ella no es una persona muy cálida, el frío era parte de su alma, literal. Repentinamente, en espera de un hombre interesado, llegó la invitación o más bien dicho, información de que un joven la esperaba en un determinado lugar. Esperen un momento, ¿La iría ir hasta allá? Debía ser demasiado bueno como para obligar a la mujer más poderosa del imperio a dirigirse hasta donde sea que se encuentre. Algo indignada pero a la vez ansiosa por la invitación, no titubeó ni un segundo más y con determinación, fue a su encuentro.

Una vez ahí, pudo divisar a un chico de buen físico, con expresión fría tal cual como la de ella y de trajes carmesí, tan rojas como la sangre. Ya tenía un punto a favor, ¡Rojo como la sangre de las cabezas al ser decapitadas!. Le encantaba el color, pero prefería los colores más fríos, que causarán el sentir energía e intimidaran. Sin sonrisa alguna y sin idea de que iba a suceder, se paró frente al joven que parecía más o menos de su edad. Con la cabellera celeste moviéndose al son de la brisa, habló.

— Buenas tardes, honorable joven. ¿Cuál es el motivo de citarme, sin previa información o aviso? —

Su voz sonaba pacífica, puesto que estaba algo impresionada por la fuerza que veía en aquel hombre. Si hubiese sido un debilucho, probablemente ya lo habría atravesado con su espada. Apoyó una de sus manos sobre su cintura y continuó analizando al individuo con sus orbes celestes, ya ansiaba una batalla y probar un poco de su poder. Estaba tan emocionada que no podía ocultarlo, su imaginación la obligó a soltar una pequeña sonrisa, normal, como si se tratase de una chica que no pensara en torturar personas.