¡Un nuevo comienzo! (Priv: Ikaros)

Una vez más, el joven Fujimaru debía arreglar otra singularidad en otra línea del tiempo, lo extraño de ésta singularidad era que se desconocía la era en la que estaba situada, las guerras por el Santo Grial u obtener el Grial en sí eran cada vez más complicadas, por ello fue llamado a las salas principales de Chaldeas, se le informó de la situación extraña, pero su respuesta era la misma de siempre con tal de salvar la humanidad "¡Yo lo haré!" Siempre con una voz firme al momento de decidir, por lo que se hizo todos los preparativos de tele-transporte, sin embargo al no saber la era estaba ese error de cálculos en el tiempo.

?!?: ¡Roman! ¡Las máquinas están locas, no podemos dirigir su destino!


Se escuchó al frente del joven, para entonces él ya habías entrado a la cápsula, Mashu intentó ir con el, pero mediante los cambios simplemente hubo un gran destello con un manto eléctrico, en cuestión de un parpadeo Fujimaru ya no estaba en Chaldeas, pero sí en otro mundo, el estar en los cielos cayendo a pique.

•— ¡Ahh! ¿¡De verdad otra caída así!? Mash, tu escudo... ¿Mash?—•

No estaba, su Servant no estaba en su vista, la preocupación comenzaba a llenarlo, pero debía pensar el aterrizaje, sin más llevó su mano diestra al frente creando un sello azul, justo a pocos metros del suelo activar un hechizo.

•—¡Acuos!—•

Una burbuja de agua del tamaño de su cuerpo quitaría la velocidad, pero al ir de paso solo comenzó a rodar hasta ser detenido por una pared, estaba en el la sima de una estructura, sólo quedó tirado en el suelo, agitado mirando el cielo en nubles blancas.

•—¿Qué pasa aquí?... Debió fallar... Doctor Roman.. ¿Doctor Roman? Falla de conexión...—•

Terminó suspirando, aunque ya más aliviado de estar en tierra firme, sólo llevó su antebrazo diestro a su frente para cubrir el reflejo del sol.

al fin tenía algo de paz, al menos eso se podía sentir, Fujimaru debía investigar donde se encontraba, un colegio, gracias a su vestimenta de Chaldeas pasó desapercibido ya que le tomaron como un alumno de intercambio, no comprendía del todo, pero gracias a algún alumno fue guiado hasta donde se hacían los registros, su pulsera podía pasar datos de sus papeles, así que no le fue difícil integrarse, tenía un techo donde quedarse en lo que solucionaba su problema, así comenzaría una vida escolar para él.

Luego de pocos días, se encontraba de vacaciones unos cuantos días por pedir un permiso de tiempo, incluso estaba una vez más sobre aquél tejado que era una de las azoteas más altas de la academia, pero su paz se había interrumpido al escuchar el sonar de su pulsera, era una alarma de peligro, una anomalía justo en encima de él, no sabían de que se trataba, pero era evidente que era una amenaza, por ello comenzó a buscar con su vista al cielo, parecía una lluvia de meteoritos, debía irse del lugar, por ello comenzó a activar esos circuitos mágicos los cuales permitían tener una fuerza, dureza, resistencia y sentido más agudos que un humano.

A gran velocidad sobre los tejados de la academia, pero comenzó a notar que dicha lluvia estaban directas a dónde se encontraba, así que comenzó una persecución, de inmediato se dio cuenta que caía una clase de estructura, no eran rocas, si no pavimento o pilares, entre la lluvia pudo ver una persona, una chica inconsciente, observó como se  comenzaban a disipar las estructuras.

•—¡Oye! ¿¡Estás bien!? ¡Resiste!—•

Podía verla de más cerca, notó de inmediato ese par de alas rosadas, se deslizó tejados más abajo unos momentos, hasta que notó que se dirigía un gran pilar, tomó en brazos a la mujer de un salto desesperado, en ese mismo instante el impacto del pilar le hizo salir disparado desviando la trayectoria de la caída, pero gracias a que abrazaba a la mujer la cubrió del choque de un par de árboles que se encontraban en los exteriores, gracias al encantamiento de su cuerpo no obtuvo más que un par de rasguños y unos cuantos golpes de en su espalda, la adrenalina no le dejaba sentir los dolores de momento, pero estaba ahí sentado con ella en brazos, los escombros ya habían parado de caer también.

•—Estás viva... Respiras... Llegué a tiempo....Mgh..—•

Suspiró con alivio, ahí fue cuando comenzó a sentir los moretones de su espalda, pero quedaría tranquilo intentando de recuperar algo de aliento, el encantamiento comenzaba a cesar hasta quedar sin mucho Prana, esperaría a que la chica despertara.

Ikaros, perteneciente al "nuevo mundo", o conocido por los Angeloid's; Synapse, el hogar de Ángeles y Angeloid's. Este es presentado para los humanos como un misterioso agujero negro, han intentado investigarlo, pero ha sido totalmente inútil. La tierra no tiene ningún artefacto que les disponga algún tipo de información sobre el "nuevo mundo", esté será un secreto para todos, al parecer. Este mundo se desplaza por encima de la superficie de la Tierra y es conocido por la comunidad científica, quienes lo designan como "la anomalía". Synapse es detectada por los radares humanos mientras órbita en torno al Océano Pacífico. Los humanos lanzan constantes aviones teledirigidos hacia la Synapse para obtener información sobre ella, sin éxito. Sin embargo, está anomalía empezaría a permanecer en un sólo lugar, estando en órbita.

Ella, al ser tan fuerte y eficiente en dos de las tres funciones de toda Angeloid, era totalmente útil para su amo y el Dios de toda la Synapse, el cual sólo la utilizaba para su merced; para complacerse y divertirse. Haciendo que Alpha asesinara a una gran cantidad de humanos y Angeloid's en el proceso de sus misiones. En un momento, llegó a oponerse y eventualmente desobedecer a su amo, siendo capturada, encadenada y encarcelada. Así duró mucho tiempo, hasta que su creadora, o su madre la liberó, pidiéndole que huyera, y fuera feliz. Ella obedeció, sin entender el concepto de felicidad, ya que ella carecía de emociones, a diferencia de otros Angeloid's. A causa de su anterior amo, Ikaros, para obedecer a su madre, alteró sus recuerdos, para olvidarse de que es una maquina de destrucción masiva, y una maquina para asesinar, queriendo vivir en paz en la tierra, y cumplir con el pedido de su madre. Aquel proceso, la obligó a "apagarse" para completarlo con seguridad.

Su huida de Synapse provocó mucho caos entre sus hermanas y las Angeloid's de su anterior maestro obligándola a desplegar proyectiles hacia estructuras, hasta que su "apagado" la desconectase. Estás estructuras lograron impedir el paso de ambas Angeloid's, sin embargo, los escombros y pilares pasaron a través del agujero junto a ella, a una gran velocidad, causando cráteres donde caían. Estaba por ser su caso, no podía evitar su caída, causaría un gran cráter si llegará a caer.

Sus ojos se abrieron lentamente, y observó todo el caos que habían causado los ahora extraños pilares. Le tomó unos segundos para ver al chico quién la tenía en brazos. Su semblante no demostraba sorpresa, o algún otro sentimiento, exceptuando sus labios, que se abrieron, articulando unas palabras.

- Comienza la modificación. -

Fue lo que dijo. Tal vez no hubiera sido notado por el chico, pero tenía una gargantilla que tenía sujetada un fragmento de una cadena, la cual empezó a brillar, a la vez que empezaba a extenderse. Está se alargarba, y se enredó en la palma de la mano del chico, y aunque este intentará soltarse, era totalmente inútil, no sé podía liberar de la cadena. Por supuesto, ya se había incorporado y arrodillado frente a él, con la cabeza baja, y sus alas extendidas, expulsando algunas plumas ligeramente rosas.

- Gusto en conocerte. Soy una Angeloid tipo mascota. Estoy aquí para complacer tus deseos, Master. -

Su torso ya estaba recto, su cabeza ya no estaba baja, y su mirada estaba clavada en su nuevo maestro.

No sabía bien que estaba pasando, estaba algo perdido cuando escuchó las primeras palabras de la ajena, su atención había estado sobre las grandes alas de la ajena, estaba totalmente encantado con lo que miraba, aunque cuando menos se dio cuenta ya tenía una cadena en su mano izquierda, por reflejo se sorprendió intentando quitarla agitando la mano, pero parecía estar enrollada sin ni siquiera sentir la sensación de que se aflojara, luego de ello con ciertos nervios como dudas quedase mirando a la ajena, muchos Servants ya se le habían dirigido la palabra de esa forma, le recordaba a las Valkirias de clase Lancer.

•—¿Angeloid? Nunca había escuchado esa clase... Supongo que ésto es tu forma de hacer válido el contrato.—•

Para él era una forma de asimilar lo que estaba pasando, de momento ya había pasado lo preocupante que era "Salvar" a la chica de la caída, fue ahí cuando al intentar moverse sentir el golpe de la espalda como algunos raspones.

•—¡Mgh!... ¿Estás bien? Olvidé preguntartelo, lo siento... ¿Podrías ayudare a levantarme? Creo debo ir a la enfermería je je.—•

Sonrió como siempre hacía, una sonrisa honesta y pura, aunque comenzó a analizar lo de su mano, por lo que llevó su mano diestra tras su nuca comenzando a frotar levemente.

•—¡Mejor no! Vamos un momento a la azotea, ¿Puedes llevarme?—•

Sus alas se agitaban constantemente, el tamaño de estas le permitía incluso cubrir la espalda de su maestro. Su semblante era neutral, no mostraba algun sentimiento o expresión, pero su boca se mantenía en una forma de "o", claro, siendo mínima. Inclinó su cabeza hacia un lado, haciendo que la cadena soltara algún tipo de brillo, cto seguido, decidio ponerse de pie, observando a su maestro desde arriba. Ella no tenía algún rasguño, pudo haber chocado contra el suelo y eso seguiría así, no cualquier cosa podía provocarle daño. No pudo evitar mirar con una expresión triste a su maestro, ¿se había lastimado por ella?, se sentía mal por ello, debía arreglarlo, y tenía la manera.

- De acuerdo, Master. -


Fue lo único que dijo, y se agachó nuevamente con impulso, rodeando con ambos brazos el torso de su maestro, y dejando que las alas hicieran su trabajo. Lo tenía sujetado, pegándolo a ella para que no se le cayera, manteniendo sus alas en constante movimiento, manteniéndose elevada. Sus ojos desde un principio tenían un color verde esmeralda, pero este color cambió cuando activó su radar. No conocía el lugar, por lo que, debía hacer uso de el.

- Radar de perímetro activado. Verificación de la ubicación seleccionada. Espacio verificado. -

El proceso básico ya había sido finalizado, así que retomó el movimiento, volando hacia la azotea. Cuando llegó, piso el suelo primero, y luego dejo a su maestro hacerlo. Se quedó mirándole por unos segundos, y entre sus manos, apareció una carta misteriosa. La parte trasera era similar a su traje de Angeloid, pero la parte delantera tenía colores oscuros, y se mantenía en un movimiento, soltando una mínima luz. Se la ofreció a su maestro, teniendo la mano extendida hacia él.

- Es un modelo de carta viejo. Esencialmente esta tarjeta es un dispositivo de teletransportación... Que puede mandar ordenes hacia la Synapse's para pedir cosas... Puedes pedir que tus heridas sean sanadas, no dejará marcas, es como si nunca fueran pasado. -

No entendía mucho el sentimiento, pero sentía como su corazón se alivianaba, ¿estaba preocupada? Si era el caso, tal vez fuera un error de sistema. Sus ojos demostraban algo de esperanza, quería ser de utilidad para su maestro, y era probable, que sanando sus heridas le hiciera sentir mejor.

El joven prestó atención a lo que decía la ajena, claramente no sintió que fuera una burla o alguna mentira por parte de la mujer, era una carta rara, pero realmente le daba curiosidad, sus heridas sanarían, por lo que miró fijamente la carta.

- Me gustaría tener circuitos mágicos poderosos, siempre deben protegerme, realmente desearía eso, dime Ikaros, desearía ser inmortal, para poder proteger a mis seres queridos.-

Luego de decir aquello su mirada reflejaba esa tristeza en sus ojos, claramente no mentía sobre eso, era un pensamiento puro y sin malicia, sabe que no puede solo, siempre siendo dependiente de los Servants con los que pactaba, por ello fue levantando su mirada.

- Ikaros... ¿Me ayudarías a salvar al mundo? Seguro podremos juntos, ¿Me prestarías tu poder?

También se concentró en toda palabra que salía de la boca de su maestro, memorizando cada una de ellas en su disco, sí, así le decía ella misma. Debía guardar cada una de aquellas palabras para asegurarse de no cometer errores en un futuro cercano o lejano, quería ser útil para su maestro, ser alguien que pudiera protegerlo y darle lo que necesite, después de todo, los angeloids son creaciones hechas para servir solamente a sus maestros, ni ellos mismos tenían el derecho de complacerse así mismas, todo giraba alrededor de su dueño.

- Sí, Master. Con la carta puedes desear lo que deseas...

Se detuvo en seco, no entendía las razones de su maestro, o los sentimientos que tenía y sentía al decir aquellas palabras, todo era desconocido para ella.
Inclinó su cabeza hacia la izquierda, mirando detenidamente a su maestro y su boca se mantenía en una "o", no cambiaba de expresión.

- Sí, estoy aquí para servirte, Master. Te ayudaré a desear lo que quieras, pero... Debes darme una orden primero.