Una noche tranquila [Lacus Welt]

Furia, molesta, frustración… un nudo completo de malas sensaciones en su estómago que no decidían por cual reinar, cual era la correcta. Y ella tampoco lo sabía con exactitud cual deseaba que fuera, era realmente una tontería el no poder dominar su enojo, o su frustración, lo único que podía hacer era el apretar sus labios, conteniendo un grito o por el contrario tragando el nudo de las lágrimas de frustración. Patético, la gran heredera de los Tohsaka no podía aceptar cuanto se había equivocado en su vida, cuántas veces había fallado tontamente sin poder ver lo más lógico, cuanto había desperdiciado por su bondad… por hacer lo correcto.

Sus labios se apretaron más, enganchando sus dientes superiores en su labio inferior, conteniéndose apenas, necesitaba aire fresco. Su propia habitación le asfixiaba en esas cuatro paredes, y necesitaba salir de ahí en caso de que su mana terminara por no controlarse, y eso la llevaba a otro problema, era patético no controlar bien su mana al punto de ser visible ligeros destellos azules en su cuarto. Patético.

Se levantó de su cama, realmente estaba en pijama pues era de noche, lo que hacía peor su estado de ánimo, la noche le podía jugar malas pasadas. Removió su cuello, molesta, colocándose unas zapatillas de piso para salir de su habitación, sellándola con una barrera, no le gustaba los intrusos así fueran sus mismos aliados.

“Respira… Rin, está bien… estamos bien”.

Intentó calmarse, una vez salió de la escuela y se retiró lo suficiente de esta, recargándose en un árbol y respirando ruidosamente para poder dar énfasis a sus pensamientos, calmando lentamente su molestia, y dejando de “temblar” por la misma. Y logrando recargar su frente contra la rugosa superficie de el tronco, un momento, aliviando su alma ante la calma del lugar y la frescura.

1, 2, 3, 4, 5… 30 segundos bastaron para lograr respirar más calmada, más tranquila, de nuevo segura. Y de nuevo con sus metas bien en claro, destruir a la Asociación de Magos, regresar la gloria y poder a los Tohsaka, así como poder ser la mejor.

Relamió sus labios, aliviando el ardor de estos para cambiar su posición, no era muy inteligente el dar la espalda a todo, y aunque estuviera cerca de Asgard no se confiaba, aún no conocía a sus compañeros por completo más que ha Rimuru, quien era su maestro, a Mirajane, que era nueva, a Rider, a Mordred y creía que de vista podía ubicar a Hajime. Y se recostó, cansada, usando sus brazos como almohada y fijando su vista en el cielo nocturno.

Eso le sorprendía de ese lugar, que a pesar de ser de una de las ciudades con más contaminación de luz por su población el cielo se veía perfecto, sin nubes, mostrando las estrellas en todo su esplendor. La frustración aún continuaba en su cuerpo, haciendo que se sintiera pesado y agotado, pero no importaba, debía lidiar con eso. Debía aprender a dominar sus emociones… a veces simplemente desearía no tenerlas.

—Pero eso sería más problemático… —susurro, dejando que el viento nocturno se llevara sus palabras.

La sangre olía más rica cuando sentía hambre, y parece que la suerte estaba jugando a su lado aquella noche. Algún torpe le dejó fácil una humana malherida en su camino, y obvio que sin pensarlo, la chuparía hasta estar saciado.

El vampiro rápidamente se acercara y agarró del cuello a la joven japonesa de negros cabellos, para clavar en su piel los colmillos y comenzar a tomarle la sangre a tragos. Sabía exquisita, tan exquisita cuanto olía.

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Minutos antes, en otra parte de la ciudad:

La joven, en sus plenos 22 años, estaba regresando de una fiesta. No había tomado un gramo de alcohol durante toda la noche, mas su desliz fue aceptar la cordialidad de otro invitado, conocido suyo, en llevarla a casa en su auto.

Por el camino, la tensión comenzó cuando el sujeto desviara hacia un camino oscuro y le ordenó silencio antes de revelarle sus verdaderas intenciones. Por unos segundos de suerte, ella logró escapar abriendo la puerta del vehículo y lanzándose hacia afuera. El tipo, al ver su oportunidad salir por la puerta y quedarse atrás, resolvió continuar el camino y huir.

La mujer ahora con dificultad buscaba levantarse, con ardor pero aliviada de que la pesadilla pareciera haber terminado, sin imaginar que en realidad, solo comenzaba. Sus piernas sangraban demasiado, heridas por la mala manera que se arrojó del auto, y el aroma de la sangre atraería a nadie más que un ser sediento de ese elixir: el vampiro.

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Un corto gemido de resignación salió de los labios de aquella joven mujer al sentir el último destello de su vida ser tragado por la sed de ese predador. La mordida no dolía más que las rodillas raspadas, consecuencia de su locura para al final acabar en las manos de Lacus, quien por fin le arrebataba la vida.

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Así eran casi todas sus noches en que podía y tenía ganas de darse su mayor placer. Su unión a Asgard podía ser voluntaria, pero no leal; ni siquiera sus propios aliados eran absolutamente sus amigos, y él tampoco jamás podría desarrollar lazos de amistad con nadie, no como lo tuvo con Rene. A diferencia de los humanos, vampiros no pueden fácilmente hallarle un sentido a su vida más que la busca por la sangre y vitalidad de esos seres inferiores.

Así era existir sin un propósito, vagando para siempre como un ser maldito.

Acabando de chupar la sangre de aquella humana, la dejó caer al suelo y se retiró. Algunos resquicios de sangre quedaran en la comisura de su boca, pero nada manchara su impecable traje negro con camisa blanca. Sin prisa, regresaba a Asgard en aquella noche tranquila. Sentía la incomparable sensación de pertenecer a esa raza superior. Horas más tarde, llegó al internado.

Normalmente entraría y seguiría el camino hacia su habitación, pero unas palabras dichas por una voz femenina, cargadas por el viento y captadas por su audición lo detuvieron, haciendo notar que alguien estaba por allá, habiendo salido o intentando entrar durante su ausencia. De lejos, pudo notar a la transmisora de dicha voz, una chica humana en pijamas.

Todavía no la conocía, mas debía ser esa la más nueva integrante humana de Asgard de la que supo. Decepcionante que un internado serio y de poderosas criaturas estuviera aceptando humanos, pero a la vez, para él sería ventajoso tener ganado más fácil y cerca de él.

—¿Problemático, eh?

Aterrizara delante de Rin, observándola desde arriba ya que la susodicha estaba acostada.

—¿Sabes que chicas como tú no debían andar solas por la noche? corren el riesgo de que yo las encuentre.

Bromeó, con aquella característica manera suave de hablar, sonriendo con maldad.

—Correcto, problemático, bueno, más bien, ¿qué no es problemático?

Sus labios se alzaron con burla e ironía por su pregunta y observó al nuevo intruso de su noche, bueno, no se quejaba, podía saber perfectamente que no era alguien fuera de Asgard, recordaba verlo en algunos lugares del internado, así que al fin en semanas (o meses si los traducimos) decidió observar al chico, o bueno, creía que era un chico.

Piel pálida, cabellos morados y ojos rojos, bueno, los anteriores no eran rojo rojo, eran más bien una variación más oscura del color, pero sin llegar al color de la sangre coagulada o de un vino tinto de tiempo. Le recordaban un poco a los de Crow, claro, le gustaban más los de Crow.

—¿Chicas como yo? Oh, eso sonó tan romántico~ jajaja.

Bromeo, sabiendo ahora con ese comentario que no era humano, y al observar su sonrisa lo pudo comprender mejor, un vampiro. Los colmillos y gotas de sangre lo podían comprobar para ella, bien, ahora podría tener curiosidad y con eso dejar en el olvido su estado anterior de ánimo.

—Bueno, sr. vampiro~ mis modales no son estos así que iré de nuevo: soy Rin Tohsaka, y estoy segura que no te interesa lo demás, un gusto~.

Se presentó, riendo ligeramente por lo último para sacar uno de sus brazos que usaba de almohada y extenderlo, ofreciendo su mano, aunque no sabía si el vampiro se atrevería a estrecharla sin intentar morderla, esperaba que con su víctima que había tenido ese día se hubiera llenado.

”Me pregunto si algún día este me dejara estudiar su sangre… Bueno, probablemente no sería de a gratis”.

Como sabía por él, era humana; aunque carente de la característica antipatía que en los mortales nunca faltaba hacia sus predadores naturales, tal cual mostraba al contestarle como si fueran viejos amigos.  O debía tener un gran poder, o ser ingenua.
Y el inmortal de rojos ojos prefería la segunda opción, en el momento.

Su mirada era reflexiva y así se mantenía en cuanto la humana en pijamas se adelantó en una corta presentación y en seguida erguía la mano apuntando hacia él, dejándola en suspenso mientras no se escuchaba nada más que el cantar de los grillos.
El detalle es que no entendería su gesto de extenderle la mano. Por lo que conocía de los humanos orientales, estrictos en honorables formalidades, no eran adeptos al contacto físico en sus saludos, principalmente el primer saludo, y en especial tratándose de razas enemigas, sexo opuesto y una enorme diferencia en edad.
Concluyendo, en su mente la mano se trataba de un ''ayúdame por favor, no me puedo levantar''

—¿Hm? ¿qué pasa? ¿acaso no puedes levantarte? Jaja, que disposición ~

Se rió y sin esperar respuesta, su fría mano derecha tomó la mano de la chica y la jaló del suelo con la facilidad de quien levanta un maniquí de plástico, con tal de ponerla de pie delante suyo.

—En eso no te equivocas. — Continuó naturalmente la conversación — No me interesan los objetivos humanos, pero sí me intriga que existan humanos en favor de esclavizar sus propios semejantes. Sabes que ese es el propósito del internado Asgard, ¿cierto?

Comenzó a preguntar.

—¿No debías estar en Legacy tratando de proteger a los pobres indefensos y obteniendo lo mismo?

Continuó, sin sonar nada modesto, mostrando el engreimiento típico de un vampiro, y asgardiano.

—La verdad sí podía levantarme, pero, ¿para qué desperdiciar la ayuda?

Se rió, una mirada divertida en sus ojos azules mientras se estabilizaba, realmente se había esperado esa fuerza, y en ese corto tirón pudo sentir que se estaba conteniendo. Le interesaría ahora averiguar cuál era la máxima fuerza de este. Corrección, de los vampiros en general.

”¿Habrá rangos? ¿Un sistema de “gobernación?”

Desvió sus pensamientos, regresando al presente para soltar su mano del vampiro, guardando en su memoria lo fría que estaba. No le sorprendía, sí los vampiros eran seres muertos, era normal no contener la calidez de un cuerpo vivo que sí tiene un constante flujo sanguíneo debido a las palpitaciones del corazón. Aunque ahora tenía una duda…

”Sí los vampiros están muertos y su corazón no late, ¿como llega sangre al cerebro? Si bien no necesitan cierta parte del lóbulo frontal aun conservan muchas otras, y esto se demuestra a través de los movimientos del vampiro frente a mi. Aún recibe impulsos eléctricos y una increíble sed de alimentarse (lo cual hizo recientemente sí esas gotas de antes demuestran eso), sino hubiera sido imposible que realizara movimientos como el hablar, mover su brazo, o hacer fuerza…”

Sacudió la cabeza, regresando de nuevo a la tierra cuando escuchó la voz del pelimorado hablar de nuevo, prestando atención a las palabras del contrario. Su mirada dejando atrás la ligera duda y regresando a un brillo divertido al escuchar cómo este le daba la razón de sus palabras durante su presentación.

—Lo sé, pero en sí no me interesa a aquellos que llamas “iguales” míos. O semejantes, los magos no somos tan humanos en fin de cuentas e incluso nuestro cuerpo es biológicamente diferente. Claro que sí un “no mago” estudiará el cuerpo de uno de los “míos” no encontraría nada —se burló, durante las lecciones de Kirei (que siempre terminaban con ella estudiando por su cuenta) había encontrado las diferencias entre un cuerpo de un mago a un humano normal.

Su mirada se volvió aburrida ante la segunda pregunta del vampiro, claro, no se le pasaba que este había omitido decir su nombre. Por el momento no le interesaba esa “falta de modales”, ya tenía una curiosidad: la propia existencia del vampiro. Una mueca salió de su anterior sonrisa divertida.

—Te contradices, ¿sabes? Ya dijiste que no te interesa saber nada más , bueno, yo lo dije y tu me diste razón. Pero bueno, que se le va a hacer. Al menos me hubieras invitado un café antes de preguntar la razón de por qué me encuentro en este lindo instituto, jaja.

Ironizó, recuperando la sonrisa, pero está vez era menor, más irónica, mientras tras unos segundos pensó si debía revelar sus motivaciones. ¿Le importaban al vampiro? Probablemente no, bueno, estaba segura que no. Así que… ¿debía responder o no?

”Al diablo, no pierdo nada con decirlo, no es algo privado tampoco”.

—Digame sr. Vampiro, ¿es importante más su propia existencia? Por supuesto, no usaré la palabra “vida” porque realmente no está vivo —pauso un momento, ordenando las palabras en su mente—. Ciertamente no puedo negar que soy humana, pero, ¿acaso hay personas normales con las habilidades que yo tengo? Tal vez, pero a mi no me interesa el bienestar del prójimo, mucho menos de seres que una vez nos cazaron a los mágicos. Tal como a ustedes los vampiros. El ser humano teme el poder, teme a lo desconocido, y te aseguro que si fuera por ellos los “queridos” legacianos ya estarían muertos, o encerrados.

Habiendo soltado su mano, llevó ambas hacia los bolsillos laterales de sus pantalones y ahí las introdujo cómodamente. Hubo un corto silencio mientras Rin parecía perderse en sus pensamientos sin quitarle la vista de encima, aunque la verdad su imagen fuera un visual bastante camuflado por su elegante traje tan negro cuanto la noche en el patio poco iluminado de Asgard. Lo más visible era el rostro blanco del vampiro y la camisa bajo la corbata oscura y el saco aún más oscuro.

Formalmente, estuvo en silencio mientras esta respondía sus cuestiones con discursos por los que no esperaba, menos viniendo de una niña que parecía una simple estudiante de secundaria, y todavía era insolente al punto de creer que sus historias le interesarían tanto como para invitarla a una larga conversación en la cafetería. Asimismo, continuó recibiendo todo aquel párrafo filosófico, el cual su voluntad cognitiva no captaría ni la mitad.

—¿Quiere decir que eres una maga, eh?

Preguntó, cuando la joven por fin parecía haberle dado el turno para hablar. Sin embargo, pese a las palabras dichas por la humana, la discordia era la existencia de magos en Legacy, o mejor, todos en Legacy tenían algún poder, o de lo contrario no serían una academia de héroes, o cosa parecida, que eran. La diferencia con Asgard, es que casi todos en Legacy eran seres vivos y mortales o razas inferiores en la cadena alimenticia y por lo tanto, vulnerables.

El vampiro había conocido a algunos magos, siendo todos miembros de Legacy, mas asimismo no tenía una opinión completamente formada sobre esa clase de seres, dado a que tampoco le interesaban en absoluto. Para él y para cualquier vampiro en general, humanos siempre serían comida andante, independiente del poder.  

—Huh, igual, no te pedí tanta explicación, un ''quiero esclavizar la humanidad porque me odian por ser maga'' bastaba.

Contestó, lo que indicaba que tampoco estaba interesado en presentarse o responder las preguntas de una simple humana, mismo siendo parte del internado al cuál él se uniera sin un real propósito.

—Entretanto, será bueno tenerte aquí, así no necesito salir cuando sienta sed de beber sangre humana directo de un cuello. Bienvenida... Este, ¿Cómo dijiste que te llamabas?

Preguntó, al darse cuenta de que había olvidado el nombre de la joven, y no solo para saber sino porque pensaba ir a revisar los registros de esa chica, para verificar si no era una espía.

Algo dentro de ella le dejó en claro que sus palabras no estaban siendo comprendidas cómo le gustaría, pero lejos de molestarse (que es lo que haría si estuviera en la Torre del Reloj) una pizca de diversión nació en su estómago, mientras su rostro cambiaba a una sonrisa más amplia por el primer corto resumen del peli morado. Fijando sus dos cianitas de ojos mientras contestaba.

—Si, básicamente.

Se estiró un poco, mientras la ligera brisa nocturna hacía que su temperatura estuviera fresca y controlada. Podía admitir que no tenía pizca de miedo al estar frente a lo que muchos calificarían como un depredador natural de humanos, lo cual era una locura considerando que ella era humana. Bueno, era una locura todo el hecho de estar en Asgard, no lo negaría.

Aunque ahora tenía que controlar sus dudas sobre la existencia del ser nocturno, además de tener bostezar; independientemente de está acción había decidido que debía entrar en un rato más, pues el fresco ambiente le iba a ayudar a despejar los temores que la habían obligado a salir de su cama esa noche.

”¿Ah?”

Una risa brotó de sus labios mientras se doblaba un poco con la sugerencia de un resumen, era gracioso porque realmente no le importaba si la  humanidad la odiaba, incluso sus mismos camaradas la habían despreciado. Así que poco podía importarle la opinión de más inferiores, en fin de cuentas, si no le importaba la de sus iguales, ¿por qué debería importarle la de personas normales que entenderán mucho menos?

—¿Por qué debería importarme lo que seres inferiores piensen de mi? Sí no me importa la opinión de mis “iguales”, la de normales menos. Aunque lo de esclavizarlos suena algo que los vampiros harían~.

Hizo una mueca, aburrida mientras alzaba una de sus manos para encender una débil llama de fuego para jugar con ella, era fácil hacerlo, después de todo sí el fuego era una reacción podía hacer que su propio mana reaccionara ante un ligero choque. Moldeo la bolita para que se volviera una persona, después un árbol y al final un pájaro.

—Lo dudo mucho, así seas un “camarada” de la escuela la sangre de un mago es preciada, así que no espero que tenga que darte sangre. Aparte, estoy segura que disfrutas más el salir a cazar a tus presas.

Suspirando por la poca memoria del vampiro decidió alzar su mano, para manipular el fuego de su ave a separar pequeñas letras bien formadas y con una caligrafía antigua; dos palabras, su nombre de nuevo: Rin Tohsaka.

—Rin, Tohsaka Rin sr. Vampiro~.

Repitió, enfatizando su acción de magia con su voz, recalcando más el “Rin”.

A ser sincero con sus propios adentros, era la primera vez que una humana se mostraba tan a gusto de hablarle sobre asuntos personales, según sus limitados recuerdos. Entretanto, aunque la actual contestación una vez más, no fue lo que esperaba; era contradictorio y confuso al punto de que Rin parecía estar jugando un juego intelectual de palabras. Ahora fue quien se contradijo, pero no pensaba extender ese asunto que para él era una pérdida de tiempo.

Sin embargo, la humana logró cambiar todo su siguiente plan al responder con lo demás, tornando a captar su atención con decir que su sangre era especial, o mejor, con eso pareció referirse a la de los magos en general.

—¿Sangre preciada?

Podría decirse que afirmar tener buena sangre delante de un vampiro es un suicidio, entretanto Rin lo había hecho con la naturalidad de quien habla con un mero amigo. Recordó de mientras cuánto la sangre de aquel mago de Legacy, Jellal, era exquisita. ¿Será que todos los magos tienen la sangre especial?  Ahora quería descubrirlo, y su expresión, que cambió de desinterés a lujuria, lo decía todo. Hasta aquel momento no pensaba adelantarse, contando que había tomado lo suficiente a no más que algunas horas, pero una tentación, era una tentación.

La atmósfera al rededor seguía la misma. No más, volvía a ver a la doncella de frente, devorando su cuerpo con la mirada. Relamió sus labios, limpiando la poca sangre que restara en el rincón y rápidamente extendió su mano izquierda hacia el cuello de la joven al mismo tiempo que inmovilizó con la derecha el puño de la que manipulaba el fuego. La agilidad y precisión de su movimiento tornaba imperceptible al ojo humano el cómo su poder hizo un corte en la piel del cuello ajeno, antes mismo de sujetarla desde la nuca al acercarse de un paso lo suficiente y oler el fino corte rojo sobre la piel que comenzaba a derramar en pequeña cantidad, antes de lamer lentamente la sangre que vertía, sintiendo aquel gusto ferroso y preciado en su lengua al deslizarla sobre toda la herida.

—¿Oh?

Exclamó confundida al ver cómo las facciones del vampiro pasaban de ser aburridas y desinteresadas a mostrar una emoción distinta, repugnante, algo que sólo recordaba haber visto en una persona: Shinji Matou. Aunque podría decir que en el vampiro se debía a la sangre que corría en sus venas, cálida, aquel líquido vital que debían de comer, de tomar de mortales cómo ella; por el contrario Shinji Matou era tan despreciable y débil que sólo quería sentirse el dueño de lo que quería. Lo cual era ridículo considerando que no tenía ni siquiera una gota de magia corriendo por sus venas, y sus circuitos eran débiles y de la peor calidad.

”Presiento que estoy tentando mucho mi suerte a pesar de que este vampiro se acaba de alimentar... “.

—¿Qué…?

No supo en qué momento su cuerpo se había visto casi inmovilizado por aquel frente a ella, quien tomaba su mano derecha con la suficiente fuerza para soltarse fácilmente, y al mismo tiempo su nuca era sostenida para que este lamiera la sangre que había brotado de un ligero corte. Uh, definitivamente ella no podía recordar ver cuando se halló en esa posición en segundos, claro, podía comprobar su pensamiento anterior de que había tentado mucho su suerte. Pero ahora podía ver un poco de las habilidades del ser que era una incógnita desde hace minutos acerca de cómo podía “vivir”.

Parpadeo, procesando la información lo más rápido, mientras una mueca nacía en sus labios y un sonrojo se iba extendiendo en su rostro, se sentía enojada y un poco avergonzada. No le preocupaba la herida cerca de su yugular, pues Avalón ya estaba curando la línea sin dejar ninguna muestra de cicatriz, pero, este… ¡este tonto vampiro! Apretó los labios, para luego liberar un grito y subir su rodilla izquierda, no sabía si le doliera, pero eso funcionaria para alejarlo un poco. Sí… ya podía imaginar cómo se encorvaba y con eso quería volver a alzar su pierna y golpearlo pero esta vez usando un poco de refuerzo mágico.

—… ¡I-Idiota! ¡Shu, shu!

Espanto, mirándolo con un brillo de furia en los ojos mientras limpiaba cualquier rastro de sangre con la manga de su pijama. Oh, ahora deseaba quemarlo, tenía tantas ganas de darle un puñetazo que tenga un poco de fuego y que le duela… Lástima que ahora no traía sus guantes para hacerlo sin quemarse.

—¡Gh!

De repente, un insoportable dolor lo invadió desde sus testículos al recibir allí un rodillazo, obligándolo a sacarse del cuello ajeno de inmediato. Sus piernas y espalda se encorvaron ante el intenso dolor, su mano derecha sujetó su propia entrepierna mientras dolía y bajó la cabeza. Por poco no cayó arrodillado al suelo.

Podía oír cómo la maga trataba de espantarlo como si fuera un simple murciélago mientras se recuperaba, lo que como era de esperarse, no tardó. Entre algunos segundos, volvió a su postura formal, en el mismo punto donde se había detenido, volviendo a ver la humana delante suyo.

—Hey, eso duele...

Exclamó primeramente; volviendo, de forma inconveniente, a sonreír viendo la expresión de furia con que era encarado por la joven maga.

—Jaja, parece que te puse nerviosa. ¿Acaso crees que abusaría? ¿en la primera vez?

Rió como si no hubiera sido cínico y ambíguo, antes de comenzar a dirigir sus pasos hacia ella, lentamente y de forma nada intimidante. Ni siquiera notara que el corte había desaparecido, pero aún podía sentir el sabor de la sangre de Rin en su lengua; era distinto al gusto de la mujer que había chupado anteriormente en aquella noche.

—Pero es cierto, tu sangre es especial. Sin embargo, no vales nada en lo que dice respetar a tus superiores, Rin Tohsaka...

Velozmente, y como si nada tuviera que ver con la manera afable con que le hablaba a la humana, le sujetó el brazo y de forma bruta le metió la rodilla directamente en el estómago contra el árbol antes que tuviera cualquier brecha para atacarlo, a cambio de la patada en sus bolas. La fuerza del golpe en lo mínimo le causaría dolor hasta el día siguiente, si es que sus poderes de magia no acceleraran el alivio. Hecho eso, la soltó. Regresaría al interior de Asgard.

—Debías entrar, ya es tarde.

Comentó como si no hubieran hecho más que saludarse.

—Ah, por cierto, yo soy Lacus Welt.

Por fin, le atinó a que hasta el momento no se había presentado.

Su expresión mostró cierta confusión cuando vio al vampiro doblarse del dolor, eso era curioso… ¿Podía sentir dolor? En ese caso significaba que sus terminaciones nerviosas no estaban tan muertas, cada vez tenía más curiosidad, aunque no podía ignorar que estaba furiosa, especialmente por las palabras del vampiro. Que arrogante.

—Sería un error de mi parte el confiar también y no prever algo.

A pesar de su comentario no pudo más que tensarse un poco ante el acercamiento del vampiro, cerrando sus puños en caso de tener que soltar otro golpe en su defensa, aunque no pudo anticipar que el vampiro haría y sólo se descoloco en su afirmación, bueno, ciertamente ella no respetaba a cualquier persona, e incluso por un vampiro esto no cambiaría. Aparte, ¿debía agradecer el cumplido por la calidad de su sangre?

”Auch…”

Se doblo un poco del dolor, eso sí había dolido. Pero bueno, podía agradecer que al menos controlar su fuerza al golpearla, o podría enojarse más por no ser tomada en serio, en cualquier caso eso no negaba que había dolido, que duele más bien. Se encorvó, recargándose en el árbol mientras abrazaba cariñosamente su estómago, eso dejaría un morete unas horas antes de que Avalon lo curara.

Decidió que en un rato más entraría, el ambiente era relajante y fresco, aparte, ahora sí quería estar más en soledad sin visitantes inesperados. Lo raro fue que el dolor no hizo nada por evitar su risa y exclamar en voz alta una despedida ante la presentación del vampiro. Al menos ya tenía un nombre para una de las curiosidades que tenía.

—Un gusto Lacus Welt~.

Se despidió, tan normal y tranquila como si no la hubiera golpeado un vampiro y no le doliera, bueno, su cordura efectivamente ya no era tan estable.