Una alianza momentánea [Grupo B: Nejire, Serena, Izuku, Ereshkigal, Sombra]

El aeropuerto internacional de Haneda es uno de los más grandes y con más tráfico mundialmente, siendo el principal aeropuerto de Tokio después del aeropuerto de Narita. Aunque sus inicios no fueron de lo más pensados para ser lo que es actualmente, en un principio de 1930 todos los vuelos eran aterrizados hay con destino a Japón. Un año después se inauguró oficialmente, hasta la Segunda Guerra Mundial en 1945: donde pasaría a ser una base militar aérea renombrada como Haneda Army Air Base, esto, bajo la ocupación estadounidense de las cosas.

No sería hasta después de 13 años que todo el aeropuerto volvería a control japonés por completo, trece años de un tira y afloja donde los estadounidenses aprovecharon lo más que pudieron de establecer líneas de vuelo con ellos mismos, Filipinas, Corea y China. Y así es como en 1952 se comenzó a devolver parcialmente al aeropuerto, regresando a ser una parte de territorio japonés y retomando su nombre como Aeropuerto Internacional de Tokio. En 1958 se devolvió en su totalidad, pero no sería hasta el 61 que la Torre de Control y los radares funcionarían. Y así durante el resto de años operó con una alta demanda que lo obligaría a construir más pistas de aterrizaje internacionales, solo unos cuatro vuelos fueron accidentes, de los cuales solo uno resalta ante las pérdidas de aproximadamente 520 pasajeros, tripulantes y asistentes de sobrecargo en 1985.

El aeropuerto de Haneda se ubica en Ota, Tokio, Japón, a solo 80 km sureste de su contrario, el aeropuerto de Narita. Cada año reciben millones de pasajeros, hasta que se suspendieran las funciones de vuelos internacionales o de más personas cuando ese año comenzaron a producirse severos accidentes a la infraestructura del aeropuerto y a los aviones, lamentablemente antes de su cierre cobró la vida de 1200 pasajeros según registros oficiales. Pero aún había desaparecidos.

Esto pasaría a ser parte de uno de los mayores accidentes en la industria de la aviación, un choque de dos Boeing tuvieron fallas y se estrellaron, cayendo sobre la superficie del mar. Sin poder averiguar que había pasado debido a la falta de las cajas negras los ingenieros de la empresa habían solicitado ayuda externa para comprender que paso, temiendo pérdidas mayores si era una falla técnica.

Las únicas pistas estaban en la red de los celulares de algunos pasajeros mientras se despedían de sus familias, como el caso de Yoko Eiji, un estudiante que grabó un vídeo antes de que todo se perdiera, donde unos extraños rayos habían sacudido el avión desde su ventanilla.

[Integrantes grupo B: Nejire, Serena, Izuku, Ereshkigal y Sombra].

¿Que si pasó mucho? No, no fue así. Poco tiempo ha transcurrido desde que llegó nuevamente a este mundo; desde que fue invocada. Le permitió a un hombre ser su maestro, por ende, tenía en claro que dicha persona debería estar regocijandose en sus interiores por "tenerla a sus servicios" cosa que es una farsa, ya que ella usará a ese humano para cumplir sus fantasías, y asesinaría a todo aquel que se interpusiera, incluso a él.
Por eso mismo, aceptó dirigir una búsqueda para sacar a la luz al culpable de un suceso que había acontecido en un reconocido aeropuerto. ¿Que si le sería difícil? Para nada, en vida comandó tropas de grandes masas, cinco personas no serían la gran cosa ante ella.
Por supuesto, sus ordenes serían rectas, cualquiera que se atreviera a contradecirlas llevará toda su ira en sus hombros.

- Muy bien, hemos llegado. -

Su larga capa roja ondeaba libremente por el aire, a igual que sus oscuros y largos cabellos negros. Sostenía firmemente un extremo de su sombrero, mientras que su mano libre sujetaba su cintura, luciendo el uniforme que ella misma preparó a pesar de ser invocada como servant.
Una gran sonrisa adornaba su rostro, pero sus ojos contradecían aquel gesto, su ardiente y fría mirada no encajaban con su dulce semblante.

Muy bien, aquel accidente había cobrado la vida de muchas personas, y junto a eso, quejas y alborotos por prensas y un público desconcertado por lo sucedido, exigiendo explicaciones. Las autoridades lograron controlar un poco la situación, gracias a ello, tenían un escenario perfecto, el aeropuerto complemente vacío y lo que lograron rescatar de los dos Boeing que se estrellaron. Era una lástima, grandes innovaciones de la humanidad echadas a perder.

- Deberemos buscar pistas para justificar este accidente, todo está abierto para nosotros justo ahora. Espero que sean eficientes en este trabajo, tenerme como su capitán debería motivarlos. -

Sería clara y directa con ellos, cuando tomó el papel de líder, como siempre, se tomaría su trabajo en serio y no aceptaría holgazanes, los pondría a trabajar todo lo que fuera necesario para terminar de una vez por todas aquella investigación, entre más rápido, mejor será el resultado cuando reciba los créditos.

- La mayor parte de las únicas pruebas existentes hasta ahora se perdieron, aunque no eran muy importantes, solamente despedidas absurdas antes de que la muerte alcanzara. -

Prosiguió hablando a la vez que se acercaba a uno de esos aparatos de gran tamaño, pasando su mano por este suavemente.
Dejó eso y se giró hacia los demás presentes, señalandolos para empezar a dictar ordenes.

- ¡Bien, empiecen a trabajar! Si logran algo, tal vez tengan el honor de beber té servido con mis propias manos.

¡Los estaré vigilando! -

Dictó con voz alta y se dio nuevamente la vuelta, caminando despacio hacia otro lugar, tal vez podría encontrar alguna cámara que haya grabado algo de utilidad. Pero primero, debía conocer el establecimiento.

El aeropuerto de Haneda....

Ése lugar en particular le causaba escalofríos, ¿Porqué? Bueno... bastaba con recordarle uno de los enfrentamientos más fuertes que tuvo hace algunos años, precisamente ahí. Perdió personas valiosas e incluso estuvo al borde de la muerte, sufrió tanto que no le gustaba pararse por ahí.

El hecho de que uno de los sucesos más recientes ligados a los ataques en la ciudad se diera en ese lugar le causaba un gran nudo en la garganta, escuchaba su pulso en su mente y sudaba frío. Por fortuna su querido Deku-kun se encontraba en el grupo, lo que la mantenía algo tranquila, sin embargo caminaba en silencio tras él omitiendo alguna palabra.

Con cada paso su corazón se aceleraba. No quería cometer errores o poner en riesgo a al resto de sus compañeros; simplemente escuchaba con atención las indicaciones de quién lideraba el grupo a quien por cierto le tenía algo de miedo.

La primera era sencilla, podría decirse. Debían de buscar una pista, un señuelo, algo que por más insignificante que pareciera sería la clave para descubrir al responsable...o al menos eso esperaban. Observaba a todas partes, el lugar había cambiado bastante desde la última vez que se cruzó por ahí lo que le hacía prestar atención a cada detalle.

La última indicación la tomó por sorpresa, sobresaltándose un poco. ¿Acaso se refería a separarse....para buscar pistas y así cubrir todo el lugar?.... Lamentablemente así parecía ser, no le quedaba otra opción  sentía que todo su cuerpo temblaba por dentro aunque su mirada reflejaba determinación.

— Contrólate, Usagi. —

Susurró; bien le habían dicho que parte de superar sus peores temores era enfrentándolos. Alzó la mirada colocando la frente en alto y decidió concentrarse en su objetivo: obtener una pista.

Observó al peliverde a la distancia, lucía seguro de sí y al igual que el resto, estaba muy atento a las indicaciones. Dentro de todo lo que se conocían jamás le había mencionado nada sobre ése lugar, mucho menos por lo que había pasado. Esperaba que no se sintiera abrumado con su actitud al mantener su distancia, pero lo quería demasiado como para darle más preocupaciones.

Finalmente, al escuchar la última frase se armó de valor y decidió caminar hacia una de las salas donde los habitantes solían esperar por sus vuelos, separándose del resto tal y como lo habían indicado.

— Algunas cosas no se olvidan nunca....y son aterradoras.— Concluyó para sí continuando con su recorrido.

El escenario pintaba terrible, no solo por el presunto accidente ocurrido en el aeropuerto que debían investigar, el fuerte sol arremetía contra los héroes son piedad alguna y no parecía querer ocultarse sobre las nubes, todo el cielo yacía despejado. Lo único que podía agradecer, era que su traje era sorpresivamente fresco, muchos podrían alegar que con tanto aditamento sería caluroso, lo cierto es que la tela con la que se fabricó, ayudaba a mantener fresco el cuerpo. Aún sí su cabeza no podía gozar de ello, no se quejaba en lo absoluto, sus únicas preocupaciones en ese momento, eran su misión y Usagi.

Acatar las ordenes le era sencillo, entendía perfectamente que aún era un niño y no podía tomar el mando, mucho menos actuar por su cuenta. Realmente agradecía que lo dejarán participar en estos eventos, siempre quiso ayudar a las personas y está vez ayudaría a revelar el misterio detrás de los accidentes.

Escuchar a su líder lo motivaba, se veía tan decidida que le traía recuerdos a sus antiguos héroes, sin duda era alguien a quien admirar, fallarle no era una opción. Asintió con la cabeza y respondió. –Si señora.– Incluso, se atrevió a saludar como normalmente se saluda a un general, extendiendo su mano y posando la justo en su frente, le hacía un poco de ilusión, después de todo aún era un niño.
Por otro lado, su mano izquierda seguía tomando la mano de Usagi, era la única manera que encontraba para tratar de brindarle seguridad en el asunto, si él estaba asustado, no quería ni imaginar como se sentía ella con sus experiencias en este lugar. Todo el camino trato de irse junto a ella, y ahora debían separarse por órdenes de su líder.

Giró su cuerpo luego de bajar su mano y el saludo, quedando totalmente frente a Usagi, apretó un poco su mano y comentó. –Hagamos nuestro trabajo y volvamos a casa, ¿Si?– Separó sus manos y retrocedió con una gran sonrisa, muchas veces le hablaron acerca de la motivación que llegaba a brindar con su determinación, el no quería creerlo, pero si era cierto, era hora de ayudar a su amada con seguridad. Confiaba en ella, sabía que podía lograr cualquier cosa sin ayuda, pero nadie merece hacer las cosas por si solos, quería dejárselo en claro.

Al final se separó como todos los demás, llevando su propio camino y esperando ser suficiente para esta misión, gracias a su historial de batallas iba ganando fuerza mental para sobrellevar su poder. Aún cuando muchas no podrían llamarse victorias del todo y otras derrotas descomunales que llegaron a afectarlo gravemente, por suerte contaba con el mejor mentor que puede existir, para muchos un profesor primerizo, pero para el, el más grande héroe que jamás existió.
Cargaba con todo ello con cada paso que daba, hasta dar con las oficinas del aeropuerto, que desde un principio fueron su objetivo, ya que la mayoría permaneció en el hangar, alguien debía hacerse cargo de las oficinas y tanto documento.

La rubia no estaba muy concentrada en el discurso "motivacional" que su líder les daba, desde el inicio supo que era lo que debían hacer. De cierta forma, le resultaba irritante que una mera humana (o lo que fue alguna vez una) se atreviera a darle ordenes, pero no deseaba conflictos así que buscaba callar su orgullo. Ahora, su mirada viajaba por el lugar de manera disimulada mientras fingía prestar atención, intentando encontrar alguna anomalía que pudiera no notarse a simple vista, pero si con una mirada aguda.

Como una usuaria de la energía eléctrica y los rayos, pudo adivinar fácilmente que un rayo había impactado contra el boeing al observar una de las alas que fue rescatada. Y en cuanto notó que sus compañeros comenzaron a dispersarse, ella avanzó hacia el ala, sacudiendo un poco la falda de su vestido.

Mientras caminaba, tomó la pequeña jaula que se hallaba atada a su cintura y la sacudió con cuidado y ligereza. La alma que yacía encerrada dentro, danzando como la llama del fuego mas ardiente de un tono azulado, produjo un sonido similar al de una campanilla, llamando de esta forma a un grupo de cuatro espíritus gallû que salieron del suelo, creando una grieta. Los gallû poseían una forma que podría resultar aterradora: un esqueleto expuesto sin piernas y una larga columna vertebral torcida, de manos grandes cuyas uñas sobresalían como garras, sumando un velo que cubría sus cabezas, simulando cabello.

–Ištēnum, sina, šalāštum, erbettum –nombró a cada uno mientras los señalaba, asignándole un número en acadio antiguo–. Revisen las piezas, necesito ver si hay otras con estas marcas.

Ahora señaló el ala del avión, específicamente el área que poseía un pequeño chamusco. Quería ver si fue un rayo pequeño el que golpeó el ala o algo un poco más enorme que impactó con toda la nave, y si fue natural o provocado. Los gallû se dispersaron por todo el hangar, levantando con cuidado las piezas de que quedaban, tratando de no rayarlas con sus garras. Ereshkigal se encargó de supervisarlos un momento mientras pensaba...

–Ah, desearía que mi autoridad sobre los muertos sea un poco más útil en este caso –se dijo mientras suspiraba, bajando la cabeza.

Si los pasajeros fueran iraquíes, ella podría revisar en sus registros para dar con alguna de las almas e intentar comunicarse con ellas, aunque no era como si pudiera entenderles tampoco. Quizás alguno de los gallû sean capaces de pasar el mensaje a través de la escritura... pero todos los pasajeros eran japoneses, o al menos eso suponía.

Y de pronto, se le encendió el foco. Sonrió, orgullosa de sí misma y caminó hacia las oficinas rápidamente, el ruido metálico que emitían sus zapatos de oro producían un eco y advertían su llegada. Empujó la puerta semiabierta de la oficina, dando un pequeño salto al ver que alguien ya estaba allí.

–Oh, eres el niño héroe –soltó suavemente mientras lo miraba, ingresando a la habitación para dirigirse a los archiveros –. Deja que me encargue de los documentos en papel, estoy habituada a lidiar con ellos. Dame una mano y busca en las computadoras si hubo algún pasajero iraquí, así agilizaremos un poco esto.

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